a
cargo del P. Javier San Martín SJ |
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Domingo
21 de noviembre de 2004 Bienvenidos
una vez más a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos
el Día del Señor. Hoy la Iglesia celebra la fiesta de Jesucristo
Rey del Universo, en este último domingo del año litúrgico,
y propone para nuestra reflexión y comentario un pasaje del evangelista
San Lucas: "
Este es el rey de los judíos
. Este no ha faltado a nada.
-"Jesús acuérdate de mí cuando llegues a tu
reino". Jesucristo,
Rey de los Judíos, Jesucristo, Rey del Universo. Este es un apelativo
nada fácil de comprender en su significado más profundo.
A un hombre que fue ejecutado entre delincuentes, proclamarlo ahora rey,
no sólo del pueblo judío, sino del universo entero, es algo
dificil de asimilar. ¿No es demasiada arrogancia proclamar a Jesucristo
rey? ¿No sería mejor quitarle este título provocativo
y presentarlo más bien con una figura más humilde como la
del buen pastor o la del Cristo sufriente? De
hecho, como todos somos testigos, uno de los problemas más delicados
en todas la naciones es precisamente quién ocupa el poder político.
Los grandes conflictos y guerras que golpean las imágenes de los
medios de comunicación en tantas partes del mundo, ¿no son
ocasionados precisamente por el deseo de tomar el poder por parte de un
lider político o de otro?. El poder político es lo que siempre
ha ocasionado los conflictos más grandes en la historia de la humanidad,
y la Iglesia, lamentablemente, no ha estado exenta de estas luchas y ambiciones
por el poder. Por eso, ¿qué sentido tiene el proclamar en
esta fiesta que Aquel que "vino a servir y no a ser servido",
que dijo que "su reino no era de este mundo", es Rey del universo
entero? Esta aparente provocación desaparecerá cuando lleguemos
a comprender el justo significado de este título. Jesucristo es, pues, quien va inspirando a cada ser para que se encamine a su realización plena y que, al mismo tiempo, evite el camino que le conduce a su frustración eterna. Es decir, Jesucristo ama lo creado y por amor quiere que todo llegue a su culminación feliz en el encuentro definitivo con Dios. Y para que esto sea una realidad, no ha dudado en compartir su vida con nosotros y ha ofrecido hasta la última gota de su sangre. Y en este sentido, Jesucristo es nuestro rey y de toda la creación. Vemos
en los evangelios que Jesucristo en ningún momento ha querido tomar
el poder político de su pueblo ni de otros pueblos o naciones.
Recordemos sus palabras: "Den al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios". "Yo no he venido a abolir la ley
sino a darle pleno cumplimiento". Jesucristo
enseña, pues, que la administración política debe
estar en manos de los hombres. Los gobernantes elegidos por los pueblos
serán los que tendrán la plena responsabilidad de la marcha
política de los pueblos y, por tanto, sería sin fundamento
el pensar que al proclamar en esta fiesta a Jesucristo Rey del Universo
es como una reivindicación para que El ocupe el poder político,
aunque muchos sí lo quisieran
Debemos
pues diferenciar la dimensión política y la trascendente
de cada hombre y de cada pueblo. Jesucristo es rey de nuestra dimensión
trascendente, que tiene, indudablemente, implicancias en nuestra vida
cotidiana. Y
fue justamente al final de su vida, cuando Jesucristo estaba ya en la
cruz, cuando apareció clara esta diferencia. Sobre la cruz en que
lo colgaron se veía un controvertido letrero: "Jesús
Nazareno Rey de los Judíos". Mientras que el mal ladrón
le exigía que tomase medidas y hiciese algo como rey terrenal,
aquel buen ladrón que crucificaron junto al Maestro de Nazaret,
comprendiendo a plenitud el sentido profundo de Jesucristo como rey, le
respondía: "este no ha faltado en nada" y dirigiéndose
a Jesús le suplicó: "acuérdate de mí
cuando llegues a tu reino". Fue pues en este trágico momento
del final de la vida del Maestro que aquel simple delincuente lo proclamó
rey de su dimensión verdadera: la trascendente y eterna de nuestra
existencia. En este sentido, Jesucristo es, pues, rey del Universo, es
un rey "sin fronteras". P. Javier San Martín SJ
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