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Sumario del 01/06/2011

Pedro en diálogo con las culturas

  • Hablaba con Dios como con un amigo
  • ¡Es posible la alegría! jesuita Guillermo Ortiz RV
  • No te sientas huérfano
  • Federico Lombardi SJ

  • Octava dies: Retorno a Croacia
  • Hacia el encuentro

  • Arde de pasión de Amor – jesuita Guillermo Ortiz -RV
  • Para el mundo

  • Radios de Latinoamérica
  • Jesús nos invita a aligerarnos del peso de nosotros mismos
  • Pedro en diálogo con las culturas



    Hablaba con Dios como con un amigo

    ◊   Palabras del Papa en español en la audiencia del miércoles 01-06-11 AUDIO

    “Queridos hermanos y hermanas: Continuamos hoy el tema de la oración con el ejemplo de Moisés. Según la Escritura, él hablaba con Dios como quien habla a un amigo. En uno de los encuentros que la Biblia describe, Moisés sube al monte Sinaí a recibir las tablas de la ley; ayuna cuarenta días, para significar que la vida viene de Dios y que él la espera en el don de la Ley, signo de su alianza. En un determinado momento, el Señor le dice que baje del monte, pues el pueblo se ha construido un ídolo, cayendo así en una tentación constante para el hombre, construirse un dios comprensible y manejable. Ante esta infidelidad, Dios dice a Moisés que le deje destruir a ese pueblo terco y hacer de él un gran pueblo. Pero Moisés ha comprendido en el diálogo con Dios su misericordia y sabe ver con su corazón, por eso entiende que lo que Dios le pide en realidad es su intercesión. Hace caso omiso de la ‘tentadora’ propuesta y eleva una súplica a favor del pueblo rebelde, en ella no resalta ningún mérito del hombre ni tampoco intenta excusar su conducta, sino que basa todo el argumento en la honra de Dios: Dios no puede fracasar en su intento de salvar al hombre, debe permanecer fiel a su promesa. Así, Moisés asume la suerte de su pueblo y se hace portavoz de la gratuidad del don de Dios, que se hace patente con la restitución de unas nuevas tablas.
    Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los de la parroquia de San Juan Evangelista, de Madrid, así como a los demás grupos provenientes de España, Argentina, Ecuador, México y otros países latinoamericanos. Que el Señor nos ayude a comprender en la oración su designio gratuito de salvación, que ha llegado a su culminación en el don de su Hijo, Jesucristo, para que siguiendo su ejemplo demos la vida por los demás, sin esperar nada a cambio. Muchas gracias.”


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    ¡Es posible la alegría! jesuita Guillermo Ortiz RV

    ◊   “Es posible que la humanidad conozca la verdadera alegría” afirmó el Papa Benedicto en su reflexión de la oración mariana del Regina Coeli, ante la multitud de peregrinos que rezaron con él en la plaza de San Pedro.
    “Es posible que la humanidad conozca la verdadera alegría, porque allí donde llega el Evangelio florece la vida; como un terreno árido que irrigado por la lluvia, de inmediato reverdece”, expresó el Papa, comentando la lectura del Libro de los hechos de los Apóstoles, que refiere cómo Felipe y los demás discípulos, con la fuerza del Espíritu Santo, hicieron en los pueblos de Palestina aquello que había hecho Jesús: predicaron la Buena Noticia y obraron signos prodigiosos. “Era el Señor que actuaba por medio de ellos –afirmó Benedicto-. Así como Jesús anunciaba la venida del Reino, los discípulos anunciaron a Jesús resucitado profesando que Él es el Cristo, el Hijo de Dios, bautizando en su nombre y extirpando toda enfermedad del cuerpo y del espíritu”.
    Seguidamente el Papa, comentando esta expresión impactante: “Y fue grande la alegría de aquella ciudad” (Hech.-8,8), expreso que viene espontáneo pensar que tantos grandes santos y santas, misioneros, como Teresa de Calcuta y el Beato Juan Pablo II que relanzó la “misión ad gentes”, han irrigado como un río benéfico tantas poblaciones en el curso de los siglos; “han dado la vida por llevar el anuncio de Cristo y hacer florecer entre los hombres la alegría profunda. Mientras los potentes de este mundo buscaban conquistar nuevos territorios por intereses políticos y económicos, los mensajeros de Cristo iban por todas partes con el objetivo de llevar a Cristo a los hombres y a los hombres a Cristo, sabiendo que sólo Él podía dar la verdadera libertad y la vida eterna” El Papa finalizó su reflexión afirmando que la Evangelización es la vocación de la Iglesia. AUDIO


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    No te sientas huérfano

    ◊   Palabras del Papa a los peregrinos de lengua española - AUDIO

    “Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. La liturgia de hoy nos invita a no sentirnos huérfanos de Dios en el mundo, porque Cristo vive y, por su Espíritu, el Espíritu de la verdad, sigue siendo nuestro consuelo, nuestra defensa y nuestra guía. Invito a todos a renovar con gozo la esperanza cristiana que nace del misterio pascual, para afrontar las dificultades, ahuyentar el desánimo y los esfuerzos por construir un mundo más digno del hombre, según los deseos de Dios. Que la Santísima Virgen María nos acompañe en este camino. Feliz domingo”.


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    Federico Lombardi SJ



    Octava dies: Retorno a Croacia

    ◊   Benedicto XVI estará en Croacia el 4 y 5 de junio. Es un retorno, porque él mismo estuvo diversas veces como Cardenal; es un retorno porque el Papa estuvo ya tres veces en los últimos dos decenios. En cierto sentido pues, el Papa es de casa en Croacia. País de profundas raíces cristianas y católicas, custodiadas con fidelidad en los tiempos difíciles que no faltaron, en particular en el siglo pasado, fidelidad recompensada por la sincera cercanía y solidariedad de la Santa Sede.
    La Croacia vive ahora el desafío de la secularización: la familia, la juventud, son campos cruciales para enfrentarla. Por esto, momentos centrales del viaje son precisamente la participación del Papa en el primer encuentro de las familias católicas croatas y en el encuentro de los jóvenes que se celebra cada dos años. “Juntos en Cristo” dice el lema de la visita. En un mundo en el cual las formas de comunicación se multiplican e invaden la vida, en realidad el encuentro y la comunión entre las personas parecen hacerse más difíciles. La Iglesia se apoya sobre Cristo para sostener la unión y la misión de la familia y alimentar la esperanza de porvenir de la juventud. Así la Iglesia sirve a la comunidad humana, a la comunidad nacional, que ahora, superada la fase agitada de la disolución de la ex Yugoslavia, se prepara a insertarse más profundamente en la comunidad de los pueblos europeos entrando en la Unión Europea. El deseo y el estímulo del Papa es que esto pueda suceder llevando la riqueza de la cultura y de los valores de la gran tradición del pueblo croato. Grandes figuras continúan a inspirar su camino, como el científico jesuita Ruggero Boscovich, el joven beato Ivan Merz, sobre todo el gran pastor y mártir, el beato cardenal Stepinac. Juntos en Cristo, con el Papa, se debe mirar con fe y coraje hacia el futuro.

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    Hacia el encuentro



    Arde de pasión de Amor – jesuita Guillermo Ortiz -RV

    ◊   La imagen de un corazón roto, herido, pero palpitante, vivo, encendido, que arde en su pasión de amor por el Padre Dios y por nosotros, se ofrece a la contemplación orante en este mes de junio de 2011. Un mes denso de celebraciones solemnes, que son consecuencia del triunfo de Jesús: su Ascensión al cielo, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Cristi. Y la imagen del corazón herido de Cristo, pero vivo y palpitante, nos puede ayudar a rezar en cada una de estas fiestas de la familia católica. Porque es el amor que late y arde en el corazón de Cristo, el que lo eleva junto al Padre en su Ascensión. Es el Amor la fuerza que reúne y une al Hijo con el Padre. Y este amor que late, ilumina y arde en el corazón de Jesús es el mismo Espíritu Santo de Amor; la fuente victoriosa e inagotable del Pentecostés primero y del nuevo Pentecostés que suplican los obispos en la V Conferencia de Aparecida, para la gran Misión continental. Este Amor Espíritu Santo es el que une al Padre y al Hijo en Trinidad de personas distintas y un solo Dios Amor. Este Amor es el corazón del misterio de la Eucaristía, sacramento del Amor; Corpus Christi; el mismo Corazón del Hijo de Dios hecho pan partido y compartido que nutre y que libera; que puede llenar nuestras vidas y ser “nuestra” pasión de Amor.
    "Patria: Don y Tarea" AUDIO

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    Para el mundo



    Radios de Latinoamérica

    ◊   Mario Adames, técnico de RADIO JUVENTUS DON BOSCO de República Dominicana, este viernes 3 de junio en Cadena de Amistad. AUDIO

    DALE ECO INTERNACIONAL A TU RADIO: Participa con tu Emisora de ‘Cadena de Amistad’, el programa de RV con Emisoras de Latinoamérica, enviando un servicio a en MP3 sobre Tu Radio a: latam@vatiradio.va
    Accede al archivo de ‘Cadena de Amistad’ en ‘Secciones’ del sitio: www.radiovaticana.org/lam/index.asp

    Vea y escuche en ‘Noticias’ de la Web de Radio Vaticana en español, la actividad actualizada del Papa y la Santa Sede.


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    Jesús nos invita a aligerarnos del peso de nosotros mismos

    ◊   Homilía del Arzobispo de Buenos Aires, Card. Jorge Mario Bergoglio, en el Tedéum del 25 mayo

    En aquel tiempo, Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. (Mat. 11: 25-30).

    1. Este pasaje del Evangelio nos sorprende con la íntima expresión orante, casi litúrgica, de Jesús que se empequeñece ante nuestros ojos a la vez que se abre al infinito de Dios en su calidez de Padre. Jesús descansa en su centro más profundo: el de sentirse Hijo amado, y hermanado en aquellos mismos pequeños que recibieron de sus manos ese amor del Padre.
    Ese amor alivia, suaviza, apacienta y en él la vida deja de ser una carga. La solidaridad fraternal que crea quita el agobio y ese peso desmedido con el que nuestra propia presunción y obstinación ahogan el alma. Dios nos hermana en Jesucristo, para que su amor cuidadoso, paciente, estimulante, nos libere de la ceguera y coraza del propio orgullo y vanidad, revelándonos que, en ese Amor, una vida distinta es posible. Hoy queremos dejarnos iluminar por ese amor de Dios para avivar el sueño memorable que nos acerca la historia de quienes nos precedieron, los que gastaron su vida para que pudiéramos estar aquí. Los que nos hermanaron en su amor a la Patria con su trabajo y lucha por ella, los que se dejaron inspirar en su fe para tener generosidad grande, entrega sin medida.

    2. El pasaje evangélico nos habla de la humildad. La humildad revela, a la pequeñez humana autoconsciente, los potenciales que tiene en sí misma. En efecto, cuanto más conscientes de nuestros dones y límites, las dos cosas juntas, seremos más libres de la ceguera de la soberbia. Y así como Jesús alaba al Padre por esta revelación a los pequeños, deberíamos también alabar al Padre por haber hecho salir el sol de mayo en quienes confiaron en el don de la libertad, esa libertad que hizo brotar en el corazón de aquel pueblo que apostó a la grandeza sin perder conciencia de su pequeñez. Intereses y tendencias distintas no ahogaron la semilla que fue creciendo en sacrificio, heroísmo y entrega amorosa al deseo de construir la patria. La memoria de mayo nos señala el arrojo de quienes se fortalecieron en su humilde condición y no escatimaron sacrificios, renuncias, despojos y muerte para el largo camino de construir un hogar para todos los de buena voluntad que poblaron este suelo. No cimentaron la patria en delirios de grandezas desafiantes y poco creíbles, sino en el cotidiano construir, luchar, equivocarse y rectificarse. Basta recorrer estos doscientos años para ver que hubo, como habrá siempre, intereses mezquinos, ambiciones personales y de grupo; pero sólo perduró lo que fue construido para todos, para el Bien Común de todos.

    3. Elevando como Jesús nuestra mirada al Padre, reconoceremos a aquéllos que desde lo humilde, y sólo desde lo humilde, hoy como aquel entonces, pueden aportar y compartir. Aquéllos que pudieron y pueden liberarse del peso de todo lo desmedido que podría haber en sus ambiciones, y cobran vuelo en iniciativas, creatividad y entrega a lo más noble.
    En esa memoria nos re-descubrimos, se nos revela verdaderamente que el cariño de nuestro Padre Dios nos acompaña desde siempre en la grandeza humilde de muchos.
    Pero sabemos también que nuestro buen Padre no se entromete en nuestra libertad, no interfiere ni cercena nuestras opciones. Si nosotros elegimos dormir el sueño de la autosuficiencia, si abandonamos la riqueza de lo humilde por creernos algo que no somos, dormiremos la pesadilla de un país que abandona su destino, y será nuestra culpa y sólo nuestra.
    4. Nos sentimos llamados a pedir la gracia de renovar nuestro espíritu, despertar a nuestra verdad que, por dura que parezca, no deja de ser esperanzadora, ya que el que se encuentra consigo mismo, con los demás y con Dios, se encuentra con la verdad, y sólo la Verdad nos hace libres (Jn 8:33) Con aquel aliento de Dios que inspiró la vida al crearnos con sus manos, y que nos vuelve al sentirnos reconocidos como hijos en El, pedimos para nuestro espíritu la capacidad y prontitud de escuchar, pensar y sentir para actuar de acuerdo a nuestro horizonte y anhelo de grandeza, pero con los pies en la tierra. Escuchar a lo alto como El escuchaba, ser oyentes (ob-audientes) para que se revele la verdad en la medida que se devela nuestro orgullo. Escuchar al Señor que inspira cosas grandes en el silencio del corazón propio y del hermano, del amigo y del compañero. Ir reconstruyendo ese vínculo social desde lo consistente de la búsqueda común.
    5. Así es como crece y se despliega la sabiduría de nuestro pueblo, silencioso y trabajador, sin otra condición social más que la de ser humildes. La sabiduría de los que cargan la cruz del sufrimiento, de la injusticia, de las condiciones de vida con que se enfrentan al levantarse todas las mañanas para sacrificarse por los propios. La sabiduría de los que cargan la cruz de su enfermedad, de sus dolencias y pérdidas poniendo el hombro como Cristo. La sabiduría de “miles de mujeres y de hombres que hacen filas para viajar y trabajar honradamente, para llevar el pan de cada día a la mesa, para ahorrar e ir de a poco comprando ladrillos y así mejorar la casa… Miles y miles de niños con sus guardapolvos desfilan por pasillos y calles en ida y vuelta de casa a la escuela, y de ésta a casa. Mientras tanto los abuelos, quienes atesoran la sabiduría popular, se reúnen a compartir y a contar anécdotas”. Pasarán las crisis y los manipuleos; el desprecio de los poderosos los arrinconarán con miseria, les ofrecerán el suicidio de la droga, el descontrol y la violencia; los tentarán con el odio del resentimiento vengativo. Pero ellos, los humildes, cualquiera sea su posición y condición social, apelarán a la sabiduría el que se siente hijo de un Dios que no es distante, que los acompaña con la Cruz y los anima con la Resurrección en esos milagros, los logros cotidianos, que los animan a disfrutar de las alegrías del compartir y celebrar.

    6. Los que saborean esta mística, los sabios de lo pequeño, ellos son los que recurren a Aquél que los alivia, al abrazo tierno de Dios en el perdón o en la entrega solidaria de muchos que, en distintas actividades, dan de la riqueza de sí. Porque la Palabra llena de amor, aunque sea en un gesto, libera. Libera del yugo que nos imponemos cuando nos proponemos lo imposible, nos castigamos con lo irrealizable, nos atosigamos hasta deprimirnos con nuestras ambiciones y necesidad de ser reconocidos, de resaltar, o con nuestra mendicidad de afecto: no es otra cosa el acumular poder y riqueza. La sabiduría del humilde no las necesita, sabe que él vale por sí mismo, se siente amado por su Padre y Creador, aun ante el desprecio, el abandono, la humillación. Así nos lo enseñó el Maestro de la humildad, el que llevó ligero su Cruz a la Pasión.

    7. Por eso, y desde el camino de 200 años, el día de hoy nos invita a despertar, una vez más, a la humildad; a la humildad de aceptar lo que podemos y somos, a tener la grandeza de compartir sin engaños ni apariencias; porque las ambiciones desmedidas sólo lograrán que el supuesto vencedor sea el rey de un desierto, de una tierra arrasada, o el capataz de una propiedad foránea. Los maquillajes y vestidos del poder y la reivindicación rencorosa son cáscara de almas que llenan su vacío triste y, sobre todo, su incapacidad de brindar caminos creativos que inspiren confianza. Es el vaciamiento consecuente de lo compulsivo de la soberbia en su manifestación más torpe, que es la veleidad. El veleidoso, o vanidoso, es el que confunde pactos de contubernio con organización; escaramuzas con lucha; ventajismo con horizonte de grandeza. Como no se soporta a sí mismo necesita atemorizar a los demás y llena de palabras contradicentes lo que los hechos evidencian. Como carece de propuestas sólo enuncia reivindicaciones. Vive cuestionando, relativizando o trasgrediendo, porque sobrevive eternizando su adolescencia Ninguno de nosotros está libre de la veleidad, es posiblemente un mal argentino, y tiene su castigo en la incapacidad para amar y recibir amor, escuchar al otro desde sí, hacerse cargo, com-padecer, ser solidario, acompañar, llevar los límites y diferencias, aceptar los límites y roles. El veleidoso está solo. Aunque esté acompañado, aunque obligue a la reverencia y someta o quiera seducir o impactar con su actuación y discurso. ¿No es acaso la inseguridad veleidosa y mediocre lo que nos hace construir murallas ya sea de riqueza o poder o violencia e impunidad? Pues bien, la humildad de Jesús nos aligera, nos quita el yugo de nuestra vanidad e inseguridad, nos invita a confiar, a compartir para incluir.

    8. Queridos hermanos, la invitación de Jesús es a aligerarnos del peso de nosotros mismos, de esas simulaciones, falsas creencias y recetas rápidas que tanto nos gusta ensayar a todos, y retomar la confianza del trabajo fraterno, mancomunado, de largo plazo quizás.
    Como lo aprendieron los humildes de nuestro pueblo, héroes conocidos y anónimos, que se sintieron hijos de Dios y de esta tierra. Como Él mismo nos sugiere, confiar como hijos al igual que Él, que no escatimó esfuerzos y entrega aun sin ver los resultados. La fraternidad en el amor como la vivió Jesús nos alivia, hace el yugo suave. No se trata de ser impecables pues nadie que se compromete deja de embarrarse, sino que se nos invita a no quedarnos en el chiquero que corrompe, porque Dios nos perdona siempre y nos eleva. Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón. Desde la soberbia del “sálvese quien pueda,” o el aprovechar el desconcierto para acumular poder ocasional, se provoca la desintegración. Desde los desprendimientos que implica el saberse pequeños pero confiados, nace el gozo del construir juntos la grandeza de la patria.
    Rezamos desde el corazón Jesucristo Señor de la historia, danos la gracia de saber gozar de nuestra hermandad y amistad humilde que nos motive a construir juntos, porque nos sentimos hijos de tu Padre y Padre nuestro. Despierta nuestro corazón dormido en rivalidades y mezquindades, antes que sea tarde. Que no escuchemos con soberbia y ambición los miedos que nos vacían y ahuecan, sino que carguemos el yugo suave del compartir sin manipular, porque es un deber de justicia con nuestros hermanos, con nosotros mismos, y contigo.

    María de Luján, que te quedaste como Madre en nuestra tierra para que la sintamos como un don, y transmites la ternura de Dios con tu presencia, tus manos, tu silencio; escucha el gemido de tu pueblo por una “justicia largamente esperada”. Escucha el lamento silencioso de los que se destruyen porque no sienten la esperanza, de los que se esfuerzan a diario y les pagamos con sobras, de los que ya no tienen memoria de la “alegría de ser”. Tu rostro nos dice que no hay agobio que nos hunda, porque mirando a tu hijo Jesús como tú lo miras, encontramos la paz hasta en los momentos más duros.

    Desde allí queremos recuperar la humildad que Él tanto nos enseñó, y que nos reaviva la confianza. Que así sea. Buenos Aires, 25 de mayo de 2011. Card. Jorge Mario Bergoglio S.J.


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