Oficina promoción Americal latina - Boletín semanal Oficina promoción Americal latina - Boletín semanal
Redazione +390669883674 | +390669883998 | e-mail: sicsegre@vatiradio.va

Sumario del 02/11/2011

Pedro en diálogo con las culturas

  • Su victoria refleja el amor infinito de Dios
  • Federico Lombardi SJ

  • Octava dies: "Volver a partir desde Asís"
  • Hacia el encuentro

  • Felices para siempre
  • Para el mundo

  • Que la religión motive la violencia nos debe preocupar profundamente
  • Emisoras de Latinoamérica
  • Pedro en diálogo con las culturas



    Su victoria refleja el amor infinito de Dios

    ◊   Martes, 1 nov (RV).- En el día de Todos los Santos, el Papa Benedicto rezó la oración del Ángelus desde la ventana de su estudio que da a la Plaza de San Pedro, acompañado de multitud de peregrinos. En su saludo a los peregrinos de lengua española, invita a contemplar el amor infinito de Dios, que se refleja en la victoria de los que ya gozan de su gloria en el cielo.

    Audio “Saludo con afecto a los fieles de lengua española presentes en esta oración mariana. En la solemnidad de Todos los Santos, la Liturgia nos invita a contemplar el amor infinito de Dios, que se refleja en la victoria de los que ya gozan de su gloria en el cielo. Es el amor del Padre que nos llama a ser hijos suyos, nos entrega a su propio Hijo para redimirnos con su sangre purificadora. Por eso nos proclama dichosos aun cuando sufrimos tribulación, porque en Él tenemos nuestra esperanza. Respondamos con generosidad y coherencia a ese don, que ha sido derramado en nuestros corazones, siendo Santos como Dios es Santo, para que también en nosotros se manifieste su gloria. Que Dios os bendiga”

    JGO/CVV

    Momento Colmado de Satisfacción


    Texto completo de la reflexión del Papa Benedicto, previo a la oración del ángelus y saludos en distintas lenguas a los peregrinos, después de la oración:


    Queridos hermanos y hermanas

    La Solemnidad de Todos los Santos es ocasión propicia para elevar la mirada desde las realidades terrenas, ritmadas por el tiempo, a la dimensión de Dios, la dimensión de la eternidad y de la santidad. Hoy, la liturgia nos recuerda que la santidad es la vocación originaria de cada bautizado (cfr. Lumen Gentium, 40). Cristo, de hecho, que con el Padre y con el Espíritu es el sólo Santo (cfr. Ap. 15,4), ha amado a la Iglesia como su esposa y se ha dado a sí mismo por ella, a fin de santificarla (Ef. 5,25-26). Por esta razón todos los miembros del Pueblo de Dios están llamados a ser santos, según la afirmación del apóstol Pablo: “La voluntad de Dios es que sean santos” (1 Ts 4,3). Por lo tanto, estamos invitados a mirar la Iglesia no en su aspecto temporal y humano, marcado por la fragilidad, sino como Cristo la ha querido, esto es “comunión de los Santos” (Catecismo de la Iglesia Católica, 946). En el Credo, la profesamos “santa”, en cuanto es el Cuerpo de Cristo, es instrumento de participación a los santos misterios, en primer lugar la Eucaristía, es familia de los Santos a cuya protección venimos confiados en el día del Bautismo.


    Hoy veneramos propiamente esta innumerable comunidad de Todos los Santos, los cuales, a través de sus diferentes recorridos de vida, nos indican diversos caminos de santidad, unidos por un único denominador: seguir a Cristo y conformarse a Él, hasta lo último de nuestra realidad humana. Todos los estados de vida, de hecho, pueden llegar a ser, con la acción de la gracia y con el empeño y la perseverancia de cada uno, caminos de santificación. La conmemoración de los fieles difuntos, a la que es dedica la jornada de mañana 2 de noviembre, nos ayuda a recordar a nuestros seres queridos que nos han dejado y a todas las almas en camino hacia la plenitud de la vida, propiamente en el horizonte de la Iglesia celeste, a la que la Solemnidad de hoy nos ha elevado.


    Desde los primeros tiempos de la fe cristiana, la Iglesia terrena, reconociendo la comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo, ha cultivado con gran piedad la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragio por ellos. Nuestra oración por los muertos es, por lo tanto, no sólo útil sino necesaria, en cuanto ella no sólo los puede ayudar, sino que al mismo tiempo hace eficaz su intercesión en nuestro favor (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 958). También la visita a los cementerios mientras custodia el ligamen de afecto con quienes nos han amado en esta vida, nos recuerda que todos tendemos hacia otra vida, más allá de la muerte. El llanto, debido al desprendimiento terreno, no prevalezca por esto sobre la certeza de la resurrección, sobre la esperanza de alcanzar la bienaventuranza de la eternidad, “momento colmado de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad” (Spe Salvi, 12). El objeto de nuestra esperanza de hecho es de gozar de la presencia de Dios en la eternidad. Lo ha prometido Jesús a sus discípulos: “Los veré de nuevo y su corazón se alegrará y ninguno podrá quitarles este gozo” (Jn 16,22).


    A la Virgen, Reina de Todos los Santos, confiamos nuestra peregrinación hacia la patria celeste, mientras invocamos para los hermanos y las hermanas difuntos su materna intercesión. (Traducción del italiano: Claudia Alberto, jesuita Guillermo Ortiz).


    Saludo con afecto a los fieles de lengua española presentes en esta oración mariana. En la solemnidad de Todos los Santos, la Liturgia nos invita a contemplar el amor infinito de Dios, que se refleja en la victoria de los que ya gozan de su gloria en el cielo. Es el amor del Padre que nos llama a ser hijos suyos, nos entrega a su propio Hijo para redimirnos con su sangre purificadora. Por eso nos proclama dichosos aun cuando sufrimos tribulación, porque en Él tenemos nuestra esperanza. Respondamos con generosidad y coherencia a ese don, que ha sido derramado en nuestros corazones, siendo Santos como Dios es Santo, para que también en nosotros se manifieste su gloria. Que Dios os bendiga.


    Saludando a los peregrinos francófonos, el Pontífice ha señalado que “la solemnidad de Todos los Santos nos acerca a todos aquellos y aquellas que Dios ha hecho entrar en la estela de su luz. Este día nos debe hacer recordar que también nosotros -ha dicho el Papa- estamos en camino hacia la santidad. En cada uno de nosotros brilla una chispa de la luz de Dios, que está llamada a resplandecer. Pongámonos, pues, a la escucha de las Bienaventuranzas, donde Jesús nos enseña la manera de avanzar en el camino que conduce a la gloria del cielo. Así vamos a encontrar la dicha de compartir la vida de Dios con todos los santos. ¡Feliz Día de Todos los Santos a todos!


    Felicitando con alegría en este día de Todos los Santos, también en inglés, el Papa ha destacado que esta fiesta, unida a la conmemoración de mañana de los fieles difuntos, nos habla de la belleza de nuestra fe o de la alegría que nos espera en el cielo, con nuestros seres queridos que reposan en Cristo. Recemos – ha alentado el Santo Padre – para que todos podamos alcanzar, un día, unidos en la alegría, la casa del Padre.


    Asimismo, Benedicto XVI ha saludado a los hermanos y hermanas polacos, pensando en la alegría de todos aquellos a quienes Dios ha introducido ya en su gloria. “Ellos son los beatos: disfrutan de la vida eterna”, "ven a Dios tal cual es" (Cfr. 1 Jn 3,3). “El testimonio de su fe y santidad de la vida sea para nosotros ejemplo en el camino que nos lleva a la casa del Padre. Que este pensamiento fortalezca vuestra esperanza, cuando oréis ante las tumbas de vuestros seres queridos. Os bendigo de corazón”. (Traducción: Cecilia de Malak y Eduardio Rubió)


    inizio pagina

    Federico Lombardi SJ



    Octava dies: "Volver a partir desde Asís"

    ◊   Federico Lombardi SJ: Editorial

    Audio y texto completo

    En peregrinación juntos. En tren, en autobús, en la comida, en la reflexión. El Papa está en medio de los demás, sin solemnes paramentos litúrgicos. Sentimos una vez más el gran mensaje lanzado tres veces desde Asís por Juan Pablo II junto a los jefes religiosos del mundo: jamás se puede matar u odiar en nombre de Dios, porque su verdadero nombre es su común paternidad por todos los hombres, es el amor.

    Pero a la humanidad en camino, que por motivos siempre antiguos y siempre nuevos no logra encontrar la paz, los peregrinos de Asís esta vez han lanzado mensajes que han resonado particularmente humildes y abiertos. A la paz hay que buscarla junto a todos los buscadores de la verdad, dijo el Papa, porque Dios no es una propiedad que pertenezca a los adherentes a las religiones, cuya práctica a veces esconde al verdadero Dios. Ese verdadero Dios que no puede ser invocado por los terroristas, pero que no puede ser excluido del horizonte del hombre sin deshumanizarlo.

    Verdaderamente el carisma de Francisco, que ve y siente con sencillez la presencia de Dios en todas sus criaturas, sigue atrayendo hacia Asís a todas las personas de mente y de corazón abierto, y ayuda a abrazar las diversas identidades en un camino común de diálogo, de fraternidad, de alegría.

    “El encuentro de nuestras diversidades, aquí en Asís –concluía la no creyente Julia Kristeva- testimonia que la hipótesis de la destrucción no es la única posible”. Exactamente: no la destrucción, sino la paz. Y ésta no es sólo una hipótesis, sino un empeño común, volviendo a partir, una vez más, desde Asís.

    (Traducción de María Fernanda Bernasconi – RV).


    inizio pagina

    Hacia el encuentro



    Felices para siempre

    ◊   Lunes, 1 nov (RV).- Sí, esto que sucede al final de los cuentos y las películas, donde los protagonistas, despues de pasar duras pruebas y contradicciones terminan sobre el umbral de una felicidad para siempre, eso es lo que viven verdaderamente y no en ficción, los que llamamos “santos”.

    Jesús no los llama santos sino “felices” en las bienaventuranzas, esa famosa predicación del Reino del amor de Dios, mientras contempla a todos los momentaneamente “infelices” que lo buscan porque están cansados, agobiados, heridos por una prueba tan dura de la vida que parece que los vencerá, como le pasó a él mismo en la cruz. Les promete una felicidad imposible para el estado en que están, y lo cumple, porque ellos ahora le abren las manos a Jesús para que siga derramando sus milagros desde el cielo.

    Hablando de milagros, en los cuentos de hadas es una intervención mágica la que revierte la desgracia en felicidad para siempre. Los cristianos no creemos en la magia. Pero es la intervención divina, sobrenatural, la que permite superar los males, con su luz y su fuerza, para entrar en la fiesta sin fin.

    Los que aún no entraron en el laberinto oscuro y apretado del sufrimiento, pueden pensar que esa sensación fuerte, esa emoción placentera que buscamos con ahínco y que se esfuma rápidamente, como la droga, por ejemplo, es sólo una muestra efímera y hasta engañosa de la felicidad sin fin que gozan los bienaventurados en el cielo, después de peregrinar en asenso y con sacrificio, el camino de Cristo. (jesuita Guillermo Ortiz).

    inizio pagina

    Para el mundo



    Que la religión motive la violencia nos debe preocupar profundamente

    ◊   Jueves, 27 oct (RV).- "El deseo de los pueblos de ser libres fue más fuertes que los armamentos de la violencia” - reflexionó en su discurso en Asís, Benedicto XVI, refiriéndose a la caída del muro de Berlín, “cuyas causas son complejas y no pueden encontrar una respuesta con formulas simples”-dijo, por eso podemos relacionarlo también con la oración por la paz de 1986.

    “Que la religión motive de hecho la violencia es algo que, como personas religiosas, nos debe preocupar profundamente” afirmó el Papa, cuando habló de los que justifican el terrorismo y la crueldad despiadada, con la defensa de una religión contra los otros. Dijo que “aquí se coloca una tarea fundamental del diálogo interreligioso”.

    Por otra parte, dijo “el no a Dios ha producido una crueldad y una violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía norma alguna ni juez alguno por encima de sí. Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios”, y que “La negación de Dios corrompe al hombre, le priva de medidas y lo lleva a la violencia”.

    Pero ¿dónde está Dios? -se preguntó el Papa ante los representantes religiosos en Asís- ¿Lo conocemos y lo podemos mostrar de nuevo a la humanidad para fundar una verdadera paz?.

    Seguidamente habló de las personas a las “que no se les ha sido dado el don de poder creer y que sin embargo buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios”. Estos despojan a los ateos combativos de su falsa certeza -dijo, y por otra parte llaman en causa a los seguidores de las religiones para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia”.

    Finalmente Benedicto concluyó señalando a los representantes en el encuentro “la importancia del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especia de violencia”.

    jGO y CA - RV


    Audio y texto completo del discurso del Papa

    Queridos hermanos y hermanas,
    Distinguidos Jefes y representantes de las Iglesias y Comunidades eclesiales y de las Religiones del mundo,
    queridos amigos

    Han pasado veinticinco años desde que el beato Papa Juan Pablo II invitó por vez primera a los representantes de las religiones del mundo a Asís para una oración por la paz. ¿Qué ha ocurrido desde entonces? ¿A qué punto está hoy la causa de la paz? En aquel entonces, la gran amenaza para la paz en el mundo provenía de la división del planeta en dos bloques contrastantes entre sí. El símbolo llamativo de esta división era el muro de Berlín que, pasando por el medio de la ciudad, trazaba la frontera entre dos mundos. En 1989, tres años después de Asís, el muro cayó sin derramamiento de sangre. De repente, los enormes arsenales que había tras el muro dejaron de tener sentido alguno. Perdieron su capacidad de aterrorizar. El deseo de los pueblos de ser libres era más fuerte que los armamentos de la violencia. La cuestión sobre las causas de este derrumbe es compleja y no puede encontrar una respuesta con fórmulas simples. Pero, junto a los factores económicos y políticos, la causa más profunda de dicho acontecimiento es de carácter espiritual: detrás del poder material ya no había ninguna convicción espiritual. Al final, la voluntad de ser libres fue más fuerte que el miedo ante la violencia, que ya no contaba con ningún respaldo espiritual. Apreciamos esta victoria de la libertad, que fue sobre todo también una victoria de la paz. Y es preciso añadir en este contexto que, aunque no se tratara sólo, y quizás ni siquiera en primer lugar, de la libertad de creer, también se trataba de ella. Por eso podemos relacionar también todo esto en cierto modo con la oración por la paz.


    Pero, ¿qué ha sucedido después? Desgraciadamente, no podemos decir que desde entonces la situación se haya caracterizado por la libertad y la paz. Aunque no haya a la vista amenazas de una gran guerra, el mundo está desafortunadamente lleno de discordia. No se trata sólo de que haya guerras frecuentemente aquí o allá; es que la violencia en cuanto tal siempre está potencialmente presente, y caracteriza la condición de nuestro mundo. La libertad es un gran bien. Pero el mundo de la libertad se ha mostrado en buena parte carente de orientación, y muchos tergiversan la libertad entendiéndola como libertad también para la violencia. La discordia asume formas nuevas y espantosas, y la lucha por la paz nos debe estimular a todos nosotros de modo nuevo.


    Tratemos de identificar más de cerca los nuevos rostros de la violencia y la discordia. A grandes líneas – según mi parecer – se pueden identificar dos tipologías diferentes de nuevas formas de violencia, diametralmente opuestas por su motivación, y que manifiestan luego muchas variantes en sus particularidades. Tenemos ante todo el terrorismo, en el cual, en lugar de una gran guerra, se emplean ataques muy precisos, que deben golpear destructivamente en puntos importantes al adversario, sin ningún respeto por las vidas humanas inocentes que de este modo resultan cruelmente heridas o muertas. A los ojos de los responsables, la gran causa de perjudicar al enemigo justifica toda forma de crueldad. Se deja de lado todo lo que en el derecho internacional ha sido comúnmente reconocido y sancionado como límite a la violencia. Sabemos que el terrorismo es a menudo motivado religiosamente y que, precisamente el carácter religioso de los ataques sirve como justificación para una crueldad despiadada, que cree poder relegar las normas del derecho en razón del «bien» pretendido. Aquí, la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia.


    A partir de la Ilustración, la crítica de la religión ha sostenido reiteradamente que la religión era causa de violencia, y con eso ha fomentado la hostilidad contra las religiones. En este punto, que la religión motive de hecho la violencia es algo que, como personas religiosas, nos debe preocupar profundamente. De una forma más sutil, pero siempre cruel, vemos la religión como causa de violencia también allí donde se practica la violencia por parte de defensores de una religión contra los otros. Los representantes de las religiones reunidos en Asís en 1986 quisieron decir – y nosotros lo repetimos con vigor y gran firmeza – que esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción. Contra eso, se objeta: Pero, ¿cómo sabéis cuál es la verdadera naturaleza de la religión? Esta pretensión, ¿no se deriva quizás de que la fuerza de la religión se ha apagado entre ustedes? Y otros dirán: ¿Acaso existe realmente una naturaleza común de la religión, que se manifiesta en todas las religiones y que, por tanto, es válida para todas? Debemos afrontar estas preguntas si queremos contrastar de manera realista y creíble el recurso a la violencia por motivos religiosos. Aquí se coloca una tarea fundamental del diálogo interreligioso, una tarea que se ha de subrayar de nuevo en este encuentro. A este punto, quisiera decir como cristiano: Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza. El Dios en que nosotros los cristianos creemos es el Creador y Padre de todos los hombres, por el cual todos son entre sí hermanos y hermanas y forman una única familia. La Cruz de Cristo es para nosotros el signo del Dios que, en el puesto de la violencia, pone el sufrir con el otro y el amar con el otro. Su nombre es «Dios del amor y de la paz» (2 Co 13,11). Es tarea de todos los que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar constantemente la religión de los cristianos partiendo de su centro interior, para que – no obstante la debilidad del hombre – sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo.


    Si bien una tipología fundamental de la violencia se funda hoy religiosamente, poniendo con ello a las religiones frente a la cuestión sobre su naturaleza, y obligándonos todos a una purificación, una segunda tipología de violencia de aspecto multiforme tiene una motivación exactamente opuesta: es la consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de humanidad. Los enemigos de la religión – como hemos dicho – ven en ella una fuente primaria de violencia en la historia de la humanidad, y pretenden por tanto la desaparición de la religión. Pero el «no» a Dios ha producido una crueldad y una violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía norma alguna ni juez alguno por encima de sí, sino que tomaba como norma solamente a sí mismo. Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios.


    Pero no quisiera detenerme aquí sobre el ateísmo impuesto por el Estado; quisiera hablar más bien de la «decadencia» del hombre, como consecuencia de la cual se produce de manera silenciosa, y por tanto más peligrosa, un cambio del clima espiritual. La adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal. El deseo de felicidad degenera, por ejemplo, en un afán desenfrenado e inhumano, como se manifiesta en el sometimiento a la droga en sus diversas formas. Hay algunos poderosos que hacen con ella sus negocios, y después muchos otros seducidos y arruinados por ella, tanto en el cuerpo como en el ánimo. La violencia se convierte en algo normal y amenaza con destruir nuestra juventud en algunas partes del mundo. Puesto que la violencia llega a hacerse normal, se destruye la paz y, en esta falta de paz, el hombre se destruye a sí mismo.


    La ausencia de Dios lleva al decaimiento del hombre y del humanismo. Pero, ¿dónde está Dios? ¿Lo conocemos y lo podemos mostrar de nuevo a la humanidad para fundar una verdadera paz? Resumamos ante todo brevemente las reflexiones que hemos hecho hasta ahora. He dicho que hay una concepción y un uso de la religión por la que esta se convierte en fuente de violencia, mientras que la orientación del hombre hacia Dios, vivido rectamente, es una fuerza de paz. En este contexto me he referido a la necesidad del diálogo, y he hablado de la purificación, siempre necesaria, de la religión vivida. Por otro lado, he afirmado que la negación de Dios corrompe al hombre, le priva de medidas y le lleva a la violencia.


    Junto a estas dos formas de religión y anti-religión, existe también en el mundo en expansión del agnosticismo otra orientación de fondo: personas a las que no les ha sido dado el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios. Personas como éstas no afirman simplemente: «No existe ningún Dios». Sufren a causa de su ausencia y, buscando lo auténtico y lo bueno, están interiormente en camino hacia Él. Son «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz». Plantean preguntas tanto a una como a la otra parte. Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza, con la cual pretenden saber que no hay un Dios, y los invitan a que, en vez de polémicos, se conviertan en personas en búsqueda, que no pierden la esperanza de que la verdad exista y que nosotros podemos y debemos vivir en función de ella. Pero también llaman en causa a los seguidores de las religiones, para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece a ellos hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia respecto a los demás. Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta. Que ellos no logren encontrar a Dios, depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de Dios. Así, su lucha interior y su interrogarse es también una llamada a los creyentes a purificar su propia fe, para que Dios – el verdadero Dios – se haga accesible. Por eso he invitado de propósito a representantes de este tercer grupo a nuestro encuentro en Asís, que no sólo reúne representantes de instituciones religiosas. Se trata más bien del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho. Para concluir, quisiera aseguraros que la Iglesia católica no cejará en la lucha contra la violencia, en su compromiso por la paz en el mundo. Estamos animados por el deseo común de ser «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz».


    inizio pagina

    Emisoras de Latinoamérica

    ◊   Este viernes en Cadena de Amistad, la entrevista al P. Félix Cabasés, sacerdote Jesuita español, doctor en comunicación e historiador de Radio Vaticana. AUDIO

    DALE ECO INTERNACIONAL A TU RADIO: Participa con tu Emisora de ‘Cadena de Amistad’, el programa de RV con Emisoras de Latinoamérica, enviando un servicio a en MP3 sobre Tu Radio a: latam@vatiradio.va.
    Accede al archivo de ‘Cadena de Amistad’ en ‘Secciones’ del sitio: www.radiovaticana.org/lam/index.asp
    Vea y escuche en ‘Noticias’ de la Web de Radio Vaticana en español, la actividad actualizada del Papa y la Santa Sede.

    Más información en ‘Noticias’ y el material multimedia en la Web de RV
    www.radiovaticana.org: ningún otro medio te ofrece en 39 lenguas y lenguaje multimedia la realidad internacional y de la Iglesia.




    inizio pagina

     

    Tu Radio en una Radio mundial:
    CADENA DE AMISTAD


    Escuche y retransmita:
    Radio vaticano en español


    Centro Televisivo Vaticano

    Videos del Papa de 1 minuto
    Grabaciones y transmisiones directas del CTV