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Sumario del 01/01/2016

Pedro en diálogo con las culturas

Hacia el encuentro

Para el mundo

Pedro en diálogo con las culturas



El Papa en el Ángelus invoca a la Reina de la Paz abrir nuestro corazón al prójimo

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(RV).- Antes de la oración del Ángelus delante de miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco deseo un feliz año y pidió al Señor que nos conceda la paz al celebrar la Jornada Mundial de la Paz.

“Que el Señor ponga su mirada sobre ustedes y que puedan alegrarse, sabiendo que cada día su rostro misericordioso, más brillante que el sol, resplandece sobre ustedes y ¡no se oculta nunca!”, ha dicho el Papa.

Asimismo recordó que se celebra la Jornada Mundial de la Paz, que tiene por tema: Vence la indiferencia y conquista la paz” y añadió que “la paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, debe ser cultivada por nosotros. No sólo, debe ser también “conquistada”. Esto implica una verdadera lucha, una lucha espiritual que tiene lugar en nuestro corazón”.

También, el Papa invitó a “abrir el corazón, despertando la atención hacia el prójimo” y añadió que “este es el camino para la conquista de la paz”.

En esta línea, el Obispo de Roma invocó a la Reina de la Paz, la Madre de Dios, de quien hoy celebramos la solemnidad, quien «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). “Las esperanzas y las preocupaciones, la gratuidad y los problemas: todo aquello que sucedía en la vida se transformaba, en el corazón de María, en oración, diálogo con Dios. He aquí el secreto de la Madre de Dios. Y ella hace así también con nosotros: guarda las alegrías y desata los nudos de nuestra vida, llevándolos al Señor”, afirmó.

Por último, el Papa recordó que esta tarde visitará la Basílica de Santa María La Mayor para la apertura de la Puerta Santa. “Encomendamos a la Madre el año nuevo, para que crezcan la paz y la misericordia”, concluyó.

(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

Texto y audio completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus:

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz año!

Al inicio del año es hermoso intercambiarse las felicitaciones. Renovamos así, unos a otros, el deseo que aquello que nos espera sea un poco mejor. Es en fondo, un signo de la esperanza que nos anima y nos invita a creer en la vida. Pero sabemos que con el año nuevo no cambiará todo, y que tantos problemas de ayer permanecerán también mañana. Entonces quisiera dirigir un deseo sostenido de una esperanza real, que traigo de la Liturgia de hoy.

Son las palabras con las cuales el Señor mismo pide bendecir su pueblo: «El Señor haga resplandecer para ti su rostro […]. El Señor dirija a ti su rostro» (Nm 6,25-26).  También yo les deseo esto: que el Señor ponga su mirada sobre ustedes y que puedan alegrarse, sabiendo que cada día su rostro misericordioso, más brillante que el sol, resplandece sobre ustedes y ¡no se oculta nunca! Descubrir el rostro de Dios hace nueva la vida. Porque es un Padre enamorado del hombre, que no se cansa nunca de recomenzar del inicio con nosotros para reencontrarnos. El Señor tiene una paciencia con nosotros, no se cansa nunca de recomenzar desde el inicio cada vez que nosotros caemos. Pero no promete cambios mágicos, Él no usa la vara mágica. Ama cambiar la realidad desde dentro, con paciencia y amor; pide entrar en nuestra vida con delicadeza, como la lluvia en la tierra, para llevar fruto. Y siempre nos espera y nos mira con ternura. Cada mañana, al despertar, podemos decir: “Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí”. Hermosa oración que es una realidad.

La bendición bíblica continúa así: «[El Señor] te conceda paz» (v. 26). Hoy celebramos la Jornada Mundial de la Paz, que tiene por tema: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. La paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, debe ser cultivada por nosotros. No sólo, debe ser también “conquistada”. Esto implica una verdadera lucha, una lucha espiritual que tiene lugar en nuestro corazón. Porque enemiga de la paz no es sólo la guerra, sino también la indiferencia, que hace pensar sólo a sí mismos para crear muros, sospechas, miedos y cerrazones. Estas cosas son enemigas de la paz. Tenemos, gracias a Dios, tantas informaciones; pero a veces estamos tan sumergidos de noticias que nos distraemos de la realidad, del hermano y de la hermana que necesitan de nosotros. Comencemos a abrir el corazón, despertando la atención hacia el prójimo, a quien es más cercano. Este es el camino para la conquista de la paz.

Nos ayude en esto la reina de la Paz, la Madre de Dios, de quien hoy celebramos la solemnidad. El Evangelio de hoy afirma que Ella «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). ¿De qué cosas se trata? Ciertamente de la alegría por el nacimiento de Jesús, pero también de las dificultades que había encontrado: había tenido que colocar a su Hijo en un pesebre porque «para ellos no había lugar en el alojamiento» (v. 7), y el futuro era muy incierto. Las esperanzas y las preocupaciones, la gratuidad y los problemas: todo aquello que sucedía en la vida se transformaba, en el corazón de María, en oración, diálogo con Dios. He aquí el secreto de la Madre de Dios. Y ella hace así también con nosotros: guarda las alegrías y desata los nudos de nuestra vida, llevándolos al Señor.

Esta tarde iré a la Basílica de Santa María La Mayor para la apertura de la Puerta Santa. Encomendamos a la Madre el año nuevo, para que crezcan la paz y la misericordia.

(Traducción Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

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“La luz para comprender mejor lo vivido es la misericordia”, el Papa en el Te Deum

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(RV).- En el último día de 2015 el Papa Francisco presidió la oración de las vísperas con el rezo del Te Deum en la Basílica de San Pedro.

De este modo, al finalizar el año los peregrinos reunidos en la Basílica vaticana alabaron al Señor y agradecieron por los eventos de este año transcurrido.

“Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente emana de nuestra oración, para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia”.

“En este Año jubilar -dijo el Papa- asumen una especial resonancia las palabras finales del himno de la Iglesia: «Esté siempre con nosotros, oh Señor, tu misericordia: en ti hemos esperado». La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuánto hemos vivido, y esperanza que nos acompaña al inicio de un nuevo año.”

Además, el Obispo de Roma explicó que “recorrer los días del año transcurrido puede ser como un recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de dolor, o como buscar comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda”.

Por este motivo, el Papa subrayó que “estamos llamados a verificar si los acontecimientos del mundo se realizaron según la voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita”.

Asimismo, el Papa Francisco recordó los muchos días del año que estuvieron “marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento” pero también los “grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad que han llenado las jornadas de este año y ¡que no han sido noticias en los telediarios!”.

Al finalizar, el Pontífice recordó a la ciudad de Roma y envío a sus habitantes una “invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente”. “Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común”.

Y concluyó encomendando a Roma a la materna protección de María Salus Populi Romani para que pueda ser “intérprete privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz”.

(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

Texto y audio completo de la homilía del Papa Francisco: 

¡Cuán lleno de significado es nuestro estar reunidos juntos para alabar al Señor al término de este año!

La Iglesia en tantas ocasiones siente la alegría y el deber de elevar su canto a Dios con estas palabras de alabanza, que desde el siglo cuarto acompañan la oración en los momentos importantes de su peregrinación terrena. Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente emana de nuestra oración, para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia. Pero, como sucede a menudo,  sentimos que en nuestra oración no basta sólo nuestra voz. Ella tiene necesidad de reforzarse con la compañía de todo el pueblo de Dios, que al unísono hacen sentir su canto de agradecimiento. Por esto, en el Te Deum pedimos la ayuda a los Ángeles, a los Profetas y a toda la creación para dar alabanza al Señor.

Con este himno recorremos la historia de la salvación donde, por un misterioso designio de Dios,  encuentran lugar y síntesis también los varios eventos de nuestra vida de este año transcurrido.

En este Año jubilar asumen una especial resonancia las palabras finales del himno de la Iglesia: «Esté siempre con nosotros, oh Señor, tu misericordia: en ti hemos esperado». La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuánto hemos vivido, y esperanza que nos acompaña al inicio de un nuevo año.

Recorrer los días del año transcurrido puede ser como un recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de dolor, o como buscando comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda. Estamos llamados a verificar los acontecimientos del mundo que se realizaron según la voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita.

Y, sin embargo, hoy nuestros ojos tienen necesidad de focalizar en modo particular los signos que Dios nos ha concedido, para tocar con mano la fuerza de su amor misericordioso. No podemos olvidar que muchos días han sido marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento. Y sin embargo, cuántos grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad han llenado las jornadas de este año, ¡que no han sido noticias en los telediarios! Estos signos de amor no pueden y no deben ser obscurecidos por la prepotencia del mal. El bien vence siempre, también si en cualquier momento puede aparecer más débil o escondido.

Nuestra ciudad de Roma no es extraña a esta condición del mundo entero. Quisiera que llegase a todos sus habitantes la invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente. Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común. Que no falte nunca la aportación positiva del testimonio cristiano para permitir a Roma según su historia, y con la materna protección de María Salus Populi Romani, de ser intérprete privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz.

«Nosotros te alabamos, oh Dios […] Tú eres nuestra esperanza. No estaremos confundidos en eterno».

(Traducción por Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

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Canta y camina, sólo Dios es bueno, el Papa a los Niños Cantores

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(RV).- Seis mil Niños Cantores de numerosos coros infantiles, conocidos también como “Pueri cantores” – que se dieron cita en Roma para celebrar su 40º Congreso Internacional – se reunieron con el Santo Padre Francisco en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano el último día del año 2015 para escuchar, con atención, las sugerencias y respuestas a las preguntas que le formularon.

“Me gusta oír cantar, pero si yo cantara parecería un asno, porque no sé cantar y ni siquiera sé hablar bien, porque tengo un defecto en el modo de hablar, en la fonética, pero me gusta mucho oír cantar”.  Así lo afirmó el Papa durante la amena audiencia celebrada con los Niños Cantores quienes, además de cantar para el Obispo de Roma, le dirigieron algunas preguntas.

¿Qué le hubiera gustado ser?

De hecho, Francisco les contó que de pequeño, cuando le habían preguntado una vez qué quería ser de grande, contestó que le gustaría convertirse en uno de los carniceros que veía en el mercado al que iba acompañado por su abuela o por su madre. “Carnicero” – dijo que respondió cuando en su casa un día le hicieron esa pregunta mientras estaba sentado en la mesa con su familia – y explicó, “porque el carnicero que había en el mercado tomaba el cuchillo y lo hacía con un arte” que a él le gustaba mucho. “Y luego, obviamente, cambié de idea”, dijo el Papa Bergoglio.

¿Se enoja?

“Y sí, me enojo, ¡pero no muerdo!”, respondió el Papa sonriendo a la pregunta de un niño. Y explicó que a veces se enoja, cuando alguien hace una cosa que no está bien, pero dijo que lo ayuda detenerse y pensar en las veces en que él hizo enojar a los demás”.

También afirmó que “el enojo es venenoso, te envenena el alma. Muchas veces he visto chicos y niños asustados, porque sus padres, o en la escuela, los reprenden. Y cuando uno está enojado y grita, hace mal, hiere. Es como dar una cuchillada. ¿Entendieron? Yo me enojo, es verdad, sí, a veces me enojo, pero me tranquiliza un poco pensar en las veces en que yo he hecho enojar a los demás. Y además, enojarse no sólo hace mal a la otra persona, sino a ti mismo. Gente amargada – dijo el Papa –. Personas que viven siempre enojados. Gente que es así. Es una enfermedad… Se entiende, si algo no me gusta, me enojo un poco”.

“Les pregunto a ustedes – añadió Francisco – ¿cómo era el alma de Jesús? ¿Dulce a amarga?”. A lo que los chicos respondieron en coro...

En el mundo “hay tantas cosas feas” –  dijo también el Papa –, pero también “tanta gente santa” que “no se ve en la televisión”. Y explicó que existe esta atracción hacia el mal, que parece que gusta más ver cosas feas que cosas bellas, que como carecen de publicidad, carecen también de audiencia, puesto que, de lo contrario, con las cosas buenas, la gente se aburre…  

Y se preguntó: “¿Por qué en la televisión no se ven las monjas de clausura que trascurren toda la vida rezando por todos nosotros?”. Porque interesan más las joyas, las cosas que tienen que ver con la vanidad. Por eso les advirtió que no debemos dejarnos engañar. “En el mundo – dijo –  hay cosas feas, pero también cosas santas”.

¿Cuáles son sus propósitos para el Año Nuevo?

En cuanto a los buenos propósitos para el Año Nuevo el Papa Francisco respondió a una niña: “Rezar más”. Y explicó que en estos días en que dedicó un poco de tiempo a hacer un retiro espiritual se propuso rezar más, porque se ha dado cuenta de que “los obispos y los sacerdotes, y yo soy un obispo – dijo – deben sostener al pueblo de Dios ante todo con la oración, que es el primer servicio”.

Y les contó una historia: “Al inicio del cristianismo había mucho trabajo porque tanta gente se convertía y los apóstoles no tenían tiempo, y algunos iban a quejarse porque no atendían bien a las viudas, a los huérfanos… Era verdad, porque no tenían tiempo para hacer todo. Entonces hicieron un Concilio y decidieron que algunos hombres se dedicaran sólo a servir a la gente… Es el momento de la creación de los diáconos – dijo –. Los diáconos nacieron así. Pueden ver esto en el libro de los Hechos de los Apóstoles”.

“¿Y qué dice San Pedro, el primer Papa?  – preguntó Francisco –. Que ellos harán esto, y nosotros los apóstoles, sólo dos cosas: la oración y el anuncio del Evangelio, la predicación; lo que significa que para un obispo el primer deber es la oración. Porque no se puede ser obispo en la Iglesia sin la oración en primer lugar; y después el anuncio del Evangelio”.

“En estos días –  añadió el Pontífice –  he pensado que un buen propósito para el año próximo sería éste: rezar un poco más”.

El Papa concluyó este encuentro pidiéndoles otra canción, no sin antes invitarlos a que repitieran cómo debe ser la vida… “Canta y camina” – dijeron – “y ¿quién es bueno?”, a lo que respondieron en coro: “¡Sólo Dios es bueno!”.

“Ahora puedo responder”, dijo el Papa tras oírles: “¡Cantan muy bien!”. A la vez que les impartió su bendición apostólica, no sin antes invitarlos a rezar un Avemaría – cada uno en su lengua – y recordarles la cita del primer día del Año Nuevo en la Basílica Vaticana, donde estos niños animarán la celebración Eucarística que el Papa Francisco presidirá a las 10.00 en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en que también concluirá el 40º Congreso Internacional de los Niños Cantores.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

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Hacia el encuentro



La paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, debe ser cultivada por nosotros, dice el Papa

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REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz 

Con la imagen de la siembra y el trabajo del cultivo, Francisco habló del tema del paz, por la Jornada mundial de la paz del 1 de enero: “La paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, debe ser cultivada por nosotros”. Pero aclaró que esta paz que Dios Padre desea sembrar en el mundo no solo debe ser cultivada, sino también “conquistada”, para referirse a la lucha interior espiritual que hay en cada corazón humano entre la indiferencia y la atención al prójimo.

Reflexionando sobre la Bendición bíblica que la Iglesia lee el 1 de enero, en la solemnidad de Santa María Madre de Dios, Francisco expresó: "La bendición bíblica continúa así: “El Señor te conceda paz” (v. 26). Hoy celebramos la Jornada Mundial de la Paz, que tiene por tema: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. La paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, debe ser cultivada por nosotros. Pero no sólo, debe ser también “conquistada”. Esto implica una verdadera lucha, una lucha espiritual que tiene lugar en nuestro corazón. Porque enemiga de la paz no es sólo la guerra, sino también la indiferencia, que nos hace pensar sólo en solo en nosotros mismos para crear muros, sospechas, miedos y cerrazones. Estas cosas son enemigas de la paz. … a veces tenemos tantas noticias, que nos distraemos de la realidad, del hermano y de la hermana que necesitan de nosotros. Comencemos a abrir el corazón, despertando la atención hacia el prójimo, a quien es más cercano. Este es el camino para la conquista de la paz. Nos ayude en esto la reina de la Paz, la Madre de Dios, de quien hoy celebramos la solemnidad".

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Muchos niños siguen naciendo, como augurio irrevocable del continuo nacimiento de Jesús en los corazones que se abren a Dios

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REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz 

¿Qué esperanza te anima al inicio de un año nuevo?

Las colosales ruinas que deja el idolatrado dios dinero con la masacre planetaria de su negocio de la guerra, la violencia, la trata de personas, los prófugos, destruyen la esperanza en un posible futuro de paz. Pero gracias a Dios y a pesar de todo, muchos niños siguen naciendo como augurio irrevocable del continuo nacimiento de Jesús en los corazones que se abren a la caricia de Dios misericordioso, verdaderamente poderoso y grande.

Pero para gustar esta esperanza y creer en el futuro tenemos que mirar a los niños, lo que sienten, lo que hacen. Dijo Francisco el 30 de diciembre de 2015: “Es un misterio grande, Dios es humilde, nosotros que somos orgullosos, llenos de vanidad y que nos creemos grandes cosas, somos nada, Él es grande, es humilde y se hace Niño… Podemos aprender mucho de Jesús mirando a los niños. Descubrimos, sobre todo, que los niños quieren nuestra atención. Ellos deben estar al centro ¿por qué? ¿Porque son orgullosos? ¡No! Es porque tienen necesidad de sentirse protegidos. Es necesario también para nosotros poner al centro de nuestra vida a Jesús y saber, incluso si puede parecer paradójico, que tenemos la responsabilidad de protegerlo. Quiere estar entre nuestros brazos, desea ser cuidado y poder fijar su mirada en la nuestra. Tenemos que hacer sonreír al Niño Jesús para demostrarle nuestro amor y nuestra alegría porque Él está en medio de nosotros. Su sonrisa es signo del amor que nos da certeza de ser amados."

"Delante de Jesús estamos llamados a abandonar nuestro reclamo de autonomía, para recibir a cambio la verdadera forma de libertad, que consiste en el conocer a quien tenemos delante y servirlo.…Abracemos, entonces, entre nuestros brazos al Niño Jesús, pongámonos a su servicio…”.

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Para el mundo



Mensaje de Navidad de los Obispos de la Patagonia Argentina

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(RV).- En esta emisión de Cadena de Amistad, oímos en la voz de Marina Pérez Botel, de Radio Magna 97.9, Emisora de Comodoro Rivadavia, Argentina, el Mensaje Navideño de los Obispos de la Región Patagonia-Comahue

 
LA MISERICORDIA SE HIZO CARNE      
En el año del Jubileo de la Misericordia

Como todos bien sabemos, Navidad es el inicio y celebración del tiempo nuevo para la historia de los hombres. El nacimiento del Hijo de Dios en Belén transforma y recrea toda la creación con su presencia divina. Este acontecimiento es tan grande, que marcó la historia para siempre, en un antes y un después de su realización. 

En esta Navidad, además, empezamos a caminar, junto con toda la Iglesia, el año santo del Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco bajo el lema: “Misericordiosos como el Padre”. Y es precisamente en el nacimiento de Jesús, cuya ‘persona no es otra cosa sino amor…” (Misericordiae Vultus  8), en donde Dios mismo nos manifiesta todo su amor misericordioso, que ilumina de una manera nueva este mundo, tan maravilloso, pero herido por nuestros errores, mezquindades, limitaciones y pecados.

Celebrar la Navidad

Celebrar la Navidad es hacer memoria de este nacimiento, con el que Dios nos “primerea”, no por nuestros logros y merecimientos, sino simplemente porque quiere manifestarnos su cercanía y cariño.

Celebrar la Navidad es hacer memoria que Dios se nos dona gratuitamente y sigue esperando que cada uno lo recibamos libre y confiadamente. No quiere entrar por la fuerza en nuestro corazón. “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno me abre, entraré y cenaremos juntos” (Ap. 3, 20). Que no nazca en vano depende de nosotros.

Celebrar la Navidad es hacer memoria que, justo en medio de la pobreza de una familia sin hogar ni lugar para dar a luz, Dios está haciendo el milagro de una vida nueva, manifestando su amor en la humildad y no en la omnipotencia. Por lo tanto, celebrar hoy la Navidad es volver a creer que, en la sencillez de cada día, y en las cosas más ordinarias y cotidianas, con escasos medios y aún con todas las pobrezas que suelen sofocarnos, podemos descubrir y acoger la presencia de este Dios-Amor, que hace nueva y distinta la vida humana.

Celebrar la Navidad es hacer memoria y celebrar el amor misericordioso de Dios y por eso dejar de lado la venganza, el resentimiento y la mirada mezquina que da o responde según lo que los demás me hicieron. Es creer en la posibilidad real de nuevas relaciones en la familia y sociedad, aceptando la carga de nuestras propias responsabilidades, y no dejando para los otros la solución de los problemas, ni instalándonos en críticas inútiles y siempre inoperantes. Es vencer el mal a fuerza de bien, con un deseo fuerte de reconciliación, de verdad y de paz, y siempre convencidos que sin misericordia no hay verdadera justicia.

Celebrar la Navidad es hacer memoria y valorar en Cristo toda vida, y por eso aceptar como un regalo de Dios cada vida humana con sus propias peculiaridades y diferencias; es hacer espacio a los demás para que cada uno pueda vivir con plenitud y dignidad. Por lo tanto, celebrar la Navidad será realidad cuando, como Jesús, todos nos acerquemos solidaria y amorosamente hacia aquellos que pasan por diversas miserias, exclusiones y sufrimientos. Y esto, tanto de modo personal como también con acciones comunitarias, buscando la construcción de una Patria de hermanos.

Celebrar la Navidad es hacer memoria y confesar que Dios en Cristo Jesús redime la historia humana penetrando cada situación humana y todos los vínculos sociales. El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre. Por lo tanto celebrar hoy la Navidad es optar decididamente por una distribución equitativa de los bienes para que todos vivan en la dignidad de hijos de Dios, superando el asistencialismo por la promoción integral de cada persona, en especial de los más pobres. Es asumir un estilo de desarrollo que garantice que la creación sea hoy y mañana “la casa de todos”. Es recorrer caminos de diálogo participativo para resolver los desafíos de cada día. Es luchar contra la corrupción. 

Con la mirada de la misericordia

Cuando el evangelista nos dice que “La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Jn 1,14) nos está diciendo que Dios llena toda la humanidad y puede recrearla con la fuerza de su presencia. Y que en medio de la fragilidad (en la Biblia, “carne” designa al ser humano no sólo en lo físico, sino principalmente en su condición frágil y limitada) Dios quiere engendrar algo inédito y mejor, a pesar de los pesares.

En Jesús “la misericordia se hizo carne”. Esta “Encarnación de la Misericordia” nos interpela a todos a una conversión profunda y nos invita:

•    a ser “ministros de la Misericordia” allí donde hay un hermano que la marginación segrega, donde la esperanza duerme y la justicia espera. 
•    a ser “portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras” (Aparecida 30), saliendo del “individualismo consumista” que sólo pide y critica, en lugar de apostar y jugarse por los demás,  fortaleciendo y sanando así los vínculos personales y comunitarios, especialmente en las familias llamadas a ser “escuelas de Misericordia”.
•    a vivir cercanos y compasivos ante “los nuevos fenómenos que afectan a ambientes y grupos no carentes de recursos económicos, pero expuestos a la desesperación del sin sentido de la vida, a la insidia de la droga, al abandono en la edad avanzada o en la enfermedad, a la marginación o a la discriminación social” (CEA Hacia Bicentenario….25). Cercanos y compasivos también ante los que padecen graves carencias afectivas y emocionales, las familias que sufren conflictos, las que están enfrentadas por divisiones, las que han padecido feminicidio, las tantas mujeres víctimas de violencia, la trata de personas, en particular de los menores, los privados de libertad, los pueblos originarios y los migrantes. Este camino nos lleva, guiados por el Espíritu del Señor Jesús, a esperarlo y anhelar recibirlo en el Congreso Eucarístico Nacional a realizarse en Tucumán en junio del 2016. 

Como Pastores nos comprometemos a vivir, acompañar y animar esta presencia tierna, cercana, compasiva y amorosa de Dios en nuestra Iglesia y en la sociedad. Confiamos en la fuerza que nos viene de lo Alto y en María, Reina y Madre de la Misericordia, que vivió siempre con el corazón atento a quienes pasaban por alguna necesidad.
 
Con nuestra bendición les deseamos una ¡Feliz Navidad y un año 2016 lleno de esperanza! 

Virginio D. Bressanelli, scj (Obispo de Neuquén) Fernando Croxatto (Obispo Auxiliar de Comodoro Rivadavia)  Marcelo A. Cuenca (Obispo de Alto Valle del R. N.), Juan José Chaparro, cmf (Obispo de San Carlos de Bariloche) Miguel Ángel D’Annibale (Obispo de Río Gallegos), Joaquín Gimeno Lahoz (Obispo de Comodoro Rivadavia) Esteban M. Laxague, sdb (Obispo de Viedma) José Slaby, c.ss.r. (Obispo de la Prelatura de Esquel), Fernando M. Bargalló (Obispo emérito de Merlo-Moreno), Miguel E. Hesayne (Obispo emérito de Viedma) Marcelo A. Melani, sdb (Obispo emérito de Neuquén) Néstor H. Navarro y José Pedro Pozzi, sdb (Obispos eméritos de Alto Valle del Río Negro).

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