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Sumario del 05/02/2016

Pedro en diálogo con las culturas

Hacia el encuentro

Para el mundo

Pedro en diálogo con las culturas



Solamente respondiendo al mal con el bien, el mal puede ser realmente vencido

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(RV).- "La Sagrada Escritura nos presenta a Dios como misericordia infinita, pero también como justicia perfecta". En su catequesis del miércoles 3 de febrero, el Santo Padre explicó cómo se concilian estas dos cosas:

 

"Queridos hermanos y hermanas: La Sagrada Escritura nos presenta a Dios como misericordia infinita, pero también como justicia perfecta. Parecerían dos realidades que se contraponen. Pero no es así, porque la misericordia de Dios es lo que hace que se cumpla la verdadera justicia. La justicia humana solamente limita el mal, no lo vence, no lo hace desaparecer. La justicia divina, en cambio, supera el mal contraponiéndolo al bien".

Hablando en italiano el Santo Padre señaló que si pensamos en la administración legal de la justicia, vemos que quien se considera víctima de un atropello, se dirige al juez y le pide que se haga justicia. Esta justicia da una pena al culpable, dijo, según el principio de dar "a cada quien lo suyo". Pero se trata de un camino que "no lleva a una verdadera justicia", porque "no vence el mal sino que simplemente lo limita".

"El camino privilegiado que la Biblia nos señala para alcanzar una auténtica justicia es aquel en el que la víctima, sin recurrir al tribunal, se dirige directamente al culpable, apelando a su conciencia, para que comprenda que está realizando el mal y pueda convertirse. Sólo así, el culpable, reconociendo su culpa, puede abrirse al perdón que la parte ofendida le ofrece". Éste es un camino difícil, prosiguió el Sucesor de Pedro, porque necesita que quien haya sufrido el agravio, esté listo a perdonar y además desee la salvación y el bien de quien lo ha ofendido. Pero es también "la única manera en la cual la justicia puede triunfar", agregó, porque "si el culpable reconoce el mal hecho y deja de hacerlo, el mal desaparece", y así, "quien era injusto se vuelve justo" porque fue perdonado y ayudado a reencontrar el camino del bien.

"Esta es la manera de resolver los problemas y contrastes en la familia, entre esposos o entre padres e hijos. El ofendido ama al culpable, no quiere perderlo, sino recuperar la relación desgarrada. Dios actúa con nosotros, pecadores, de la misma manera. Nos ofrece continuamente su perdón, nos ayuda a acogerlo y tomar conciencia de nuestro mal, para poder liberarnos de él y salvarnos, porque no quiere nuestra condenación sino nuestra felicidad eterna".

"Jesús es el portador de la justicia misericordiosa". En Él la misericordia de Dios se hizo carne, concluyó Francisco, y la verdadera justicia alcanzó su cumplimiento, mostrando, en el perdón, su fuerza salvífica capaz de vencer el mal, recuperándolo y transformándolo en bien. Así es como nosotros, hijos de este Padre bueno, estamos llamados a recibir el perdón divino y a perdonar a nuestros hermanos: "Que el Señor Jesús, rostro misericordioso del Padre, nos conceda, con su fuerza salvadora, acoger el perdón divino y aprender a perdonar a nuestros hermanos. Muchas gracias".

(GM - RV)

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“Llamados a ser hombres y mujeres del encuentro”, el Papa clausura el Año de la Vida Consagrada

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(RV).- “Gratitud: esta es una palabra que puede sintetizar todo aquello que hemos vivido en este Año de la Vida Consagrada, gratitud por el don del Espíritu Santo, que anima siempre a la Iglesia a través de los diversos carismas”, con estas palabras el Papa Francisco clausuró el Año de la  Vida Consagrada.

En fiesta de la Presentación del Señor al Templo y en una emotiva celebración Eucarística presidida por el santo Padre en la Basílica de San Pedro, el Pontífice recordó en su homilía que “Jesús es el rostro de la Misericordia del Padre. Es éste el ícono que el Evangelio nos ofrece al final del Año de la Vida Consagrada, un año vivido, resaltó el Papa, con mucho entusiasmo”.

“La fiesta de hoy, sobre todo en Oriente, dijo el Papa, es llamada fiesta del encuentro. Contemplamos el encuentro con el viejo Simeón, que representa la espera fiel de Israel y el regocijo del corazón por el cumplimiento de las antiguas promesas. Admiramos también el encuentro con la anciana profetisa Ana, que, al ver al Niño, exulta de alegría y alaba a Dios. y el futuro, lleno de esperanza”. En ello se puede ver el inicio de la vida consagrada.

“Los consagrados y las consagradas están llamados ante todo a ser hombres y mujeres del encuentro, afirmó el Obispo de Roma. La vocación, de hecho, no toma las mociones de un proyecto nuestro pensado ‘con cálculo’, sino de una gracia del Señor que nos  alcanza, a través de un encuentro que cambia la vida. Quien verdaderamente encuentra a Jesús no puede permanecer igual que antes. Él es la novedad que hace nuevas todas las cosas. Quien vive este encuentro se convierte  en testimonio y hace posible el encuentro para los otros; y también se hace promotor de la cultura del encuentro, evitando la autoreferencialidad que nos hace encerrarnos en nosotros mismos”.

Antes de concluir su homilía, el Papa hizo notar también a los consagrados que “en la fiesta de hoy aprendemos a vivir la gratitud por el encuentro con Jesús y por el don de la vocación a la vida consagrada”. “Cúan hermoso es cuando encontramos el rostro feliz de personas consagradas,  quizás ya con tantos años como Simeón o Ana,  felices y llenas de gratitud por la propia vocación”. 

(RC - RV)

Texto y Audio completo de la homilía del Santo Padre Francisco en el Jubileo de la Vida Consagrada el 2 de febrero de 2016 

(Radio Vaticana).- Hoy  ante nuestra mirada se presenta un hecho simple, humilde y grande: Jesús es llevado por María y José al templo de Jerusalén.  Es un niño como tantos, como todos, pero es único: es el Unigénito venido para todos. Este Niño nos ha traído la misericordia y la ternura de Dios: Jesús es el rostro de la Misericordia del Padre. Es éste el ícono que el Evangelio nos ofrece al final del Año de la Vida Consagrada, un año vivido con mucho entusiasmo.  Él, como un rÍo, confluye ahora en el mar de la misericordia, en este inmenso misterio de amor que estamos experimentando con el Jubileo extraordinario.

La fiesta de hoy, sobre todo en Oriente, es llamada fiesta del encuentro. En efecto, en el Evangelio que ha sido proclamado, vemos diversos encuentros  (cfr Lc 2,22-40).  En el templo Jesús viene a nuestro encuentro y nosotros vamos a su encuentro. Contemplamos el encuentro con el viejo Simeón, que representa la espera fiel de Israel y el regocijo del corazón por el cumplimiento de las antiguas promesas. Admiramos también el encuentro con la anciana profetisa Ana, que, al ver al Niño, exulta de alegría y alaba a Dios.  Simeón y Ana son la espera y la profecía, Jesús es la novedad y el cumplimiento: Él se nos presenta como la perenne sorpresa de Dios; en este Niño nacido para todos se encuentran el pasado, hecho de memoria y de promesa, y el futuro, lleno de esperanza.

En esto podemos ver el inicio de la vida consagrada.  Los consagrados y las consagradas están llamados ante todo a ser hombres y mujeres del encuentro.  La vocación, de hecho, no toma las mociones de un proyecto nuestro pensado “con cálculo”, sino de una gracia del Señor que nos  alcanza, a través de un encuentro que cambia la vida. Quien verdaderamente  encuentra a Jesús no puede permanecer igual que antes.  Él es la novedad que hace nuevas todas las cosas. Quien vive este encuentro se convierte  en testimonio y hace posible el encuentro para los otros; y también se hace promotor de la cultura del encuentro, evitando la autoreferencialidad que nos hace encerrarnos en nosotros mismos.

El pasaje de la Carta a los Hebreos, que hemos escuchado, nos recuerda que el mismo Jesús, para salir a nuestro encuentro, no dudó en compartir nuestra condición humana: «Ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición» (v. 14). Jesús no nos ha salvado “desde el exterior”, no se ha quedado fuera de nuestro drama, sino que ha querido compartir nuestra vida. Los  consagrados y las consagradas están llamados a ser signo concreto y profético de esta cercanía de Dios, de éste compartir la condición de fragilidad, de pecado y de heridas del hombre de nuestro tiempo. Todas las formas de vida consagrada, cada una según sus características, están llamadas a estar en permanente estado de misión, compartiendo «las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres  y de todos aquellos que sufren» (Gaudium et spes, 1).

El Evangelio también nos dice que «Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él» (v. 33). José y María custodian  el estupor por este encuentro lleno de luz y de esperanza para todos los pueblos. Y también nosotros, como cristianos y como personas consagradas, somos custodios del estupor. Un estupor que pide ser renovado siempre; ay de la costumbre en la vida espiritual; ay de cristalizar nuestros carismas en una doctrina abstracta:  los carismas de los fundadores – como he dicho otras veces – no son para sellar en una botella, no son piezas de museo.  Nuestros fundadores han sido movidos por el  Espíritu y no han tenido miedo de ensuciarse las manos con la vida cotidiana, con los problemas de la gente, recorriendo con coraje las periferias geográficas y existenciales. No se detuvieron ante los  obstáculos y las incomprensiones de los otros, porque mantuvieron en el corazón el estupor por el encuentro con Cristo. No han domesticado la gracia del Evangelio; han tenido siempre en el corazón una sana inquietud por el Señor, un deseo vehemente de llevarlo a los demás, como han hecho María y José en el templo. También hoy nosotros estamos llamados a cumplir elecciones proféticas y valientes.

Finalmente, de la fiesta de hoy aprendemos a vivir la gratitud por el encuentro con Jesús y por el don de la vocación a la vida consagrada. Agradecer, acción de gracias: Eucaristía. Cúan hermoso es cuando encontramos el rostro feliz de personas consagradas,  quizás ya con tantos años como Simeón o Ana,  felices y llenas de gratitud por la propia vocación. Esta es una palabra que puede sintetizar todo aquello que hemos vivido en este Año de la Vida Consagrada: gratitud por el don del Espíritu Santo, que anima siempre a la Iglesia a través de los diversos carismas.

El Evangelio concluye con esta expresión: «El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él» (v. 40). Que el Señor Jesús pueda, por la maternal intercesión de Maria, crecer en nosotros, y aumentar en cada uno el deseo  del encuentro, la custodia del estupor y la alegría de la gratitud. Entonces otros serán atraídos por su luz, y podrán encontrar la misericordia del Padre. 

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano)

Tienen el fuego de la vida espiritual encendido; no se apagó ese fuego. Sigan adelante, Francisco a los religiosos fuera de la Basílica

Terminada la misa en San Pedro, el Papa salió a la plaza para saludar a tantos religiosos, religiosas y consagrados que no pudieron entrar en la basílica vaticana. Estas fueron sus palabras: 

“Queridos hermanos y hermanas consagrados, muchas gracias. Participaron de la Eucaristía con un poco de fresco. Pero el corazón arde. Gracias por terminar así, todos juntos, este Año de la Vida Consagrada. Sigan adelante. Cada uno de nosotros tiene un lugar, un trabajo en la Iglesia. Por favor no olvidar la primera vocación, la primera llamada. Hagan memoria: con ese amor con el que fueron llamados hoy el Señor continúa llamándote. Que no disminuya la belleza y el estupor de la primera llamada. Después, continúen trabajando. Es bello continuar. Siempre hay algo que hacer. Lo principal es rezar, el centro de la vida consagrada es la oración. Rezar. Y así envejecer, envejecer como el buen vino. Les digo una cosa, a mí me gusta tanto cuando encuentro a esos religiosos, religiosas ancianos, pero con los ojos brillantes porque tienen el fuego de la vida espiritual encendido. No se apagó, no se apagó ese fuego. Sigan adelante hoy. Continúen trabajando. Miren el mañana con esperanza pidiendo siempre al Señor que nos envía vocaciones, así nuestra obra de consagración puede seguir adelante. La memoria: no se olviden la primera llamada; el trabajo de todos los días. Después la esperanza de ir adelante y sembrar bien. Que otros que vienen detrás de nosotros puedan recibir la herencia que nosotros le dejaremos”. Francisco los invitó a rezar un Ave María a la Virgen y después les impartió la bendición". Traducción, jesuita Guillermo Ortiz

 

 

 

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Hacia el encuentro



El cuerpo del Padre Pío en Roma por el Año de la Misericordia, como ejemplo de confesor

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REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz 

El santo fraile capuchino, que pasaba hasta 16 horas al día en el confesionario, escuchando confesiones y dando el perdón de Dios en el Sacramento de la Reconciliación, por pedido del Papa llegó desde san Giovanni Rotondo a Roma, para ser venerado en el Año de la misericordia, como un santo de la misericordia, porque Francisco quiere sacerdotes misericordiosos como el Padre Dios.

En las vísperas de la llegada del cuerpo del santo de Pietrelcina, el mismo Francisco dijo en la catequesis del 3 de febrero, que la justicia triunfa “si el culpable reconoce el mal hecho y deja de hacerlo, es ahí que el mal no existe más, y aquel que era injusto se hace justo, porque es perdonado y ayudado a encontrar la camino del bien. Y aquí está justamente el perdón, la misericordia… Y este es el corazón de Dios, un corazón de Padre que quiere que sus hijos… sean felices… Y precisamente es un corazón de Padre el que queremos encontrar cuando vamos al confesionario… en el confesionario todos vamos a encontrar un padre; un padre que nos ayude a cambiar de vida; un padre que nos de la fuerza para ir adelante; un padre que nos perdone en nombre de Dios. Y por esto ser confesores es una responsabilidad muy grande, muy grande, porque aquel hijo, aquella hija que se acerca a ti busca solamente encontrar un padre. Y tú, sacerdote, que estás ahí en el confesionario, tú estás ahí en el lugar del Padre Dios que hace justicia con su misericordia”.

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Miles de fieles veneran las reliquias del Padre Pío en Roma

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(RV).- La ciudad eterna se viste de fiesta con la llegada de las reliquias de San Pío de Pietrelcina y San Leopoldo Mandic que estarán en la capital italiana hasta el miércoles 11 de febrero. Los restos mortales de los dos santos capuchinos salieron del santuario de San Giovanni Rotondo, en la región italiana de Apulia, y después de recorrer casi 500 kilómetros llegaron a la iglesia romana de San Lorenzo Extramuros, donde han sido venerados con celebraciones litúrgicas.

Las urnas que contienen las reliquias de los dos grandes santos reconocidos sobre todo como grandes ejemplos de la Misericordia vivida, serán trasladadas a la Iglesia Jubilar de San Salvador en Lauro, en el centro de Roma y desde allí saldrán en procesión este viernes 5 hacia la Basílica de San Pedro, donde serán acogidas por el cardenal Angelo Comastri, Arcipreste de la Basílica. El sábado por la mañana en la Plaza de San Pedro se celebrará la Audiencia Jubilar para los grupos de oración del Padre Pío. La exposición de las reliquias para la veneración de los fieles en la Basílica de San Pedro durará hasta el martes 9 de febrero.

El miércoles 10, Miércoles de Ceniza, el Papa celebrará la Solemne Celebración eucarística en la Basílica Vaticana, y conferirá oficialmente a los Misioneros de la Misericordia su mandato. Finalmente el día 11, después de la celebración eucarística, las reliquias de los dos santos partirán hacia sus respectivas sedes de procedencia. Pueden consultar al detalle los horarios de veneración en la página web del Año Jubileo www.im.va

Vida de Padre Pío: “Quiero ser sólo un pobre fraile que reza”.

El 16 de junio de 2002 San Juan Pablo II proclamó santo a Pío de Pietrelcina. Durante su homilía, el Papa recalcó que “La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se abre a perspectivas de un bien mayor, que sólo el Señor conoce”.

“El padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia. También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesonario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo. Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, estos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental”, aseguró San Juan Pablo II.

Padre Pío nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, archidiócesis de Benevento. Cuando tenía 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, y al finalizar el año emitió la profesión de los votos simples y el 27 de enero de 1907 la profesión solemne.

En 1910 fue enviado al Convento de San Giovanni Rotondo y permaneció allí hasta su muerte. Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre, según la misión especial que caracterizó toda su vida y que llevó a cabo mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.

En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la “Casa del Alivio del Sufrimiento”, inaugurada el 5de mayo de 1956.

Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos.

Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio a tanta admiración del mundo, repetía: “Quiero ser sólo un pobre fraile que reza”.

Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente. La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. Sus funerales se caracterizaron por una extraordinaria concurrencia de personas.

Ya durante su vida gozó de notable fama de santidad, debida a sus virtudes, a su espíritu de oración, de sacrificio y de entrega total al bien de las almas.

En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de milagros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo y en toda clase de personas.

(MZ-RV)

 

 

 

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"Tenemos que organizarnos para cambiar juntos el mundo", José María del Corral, Director de Scholas Occurrentes

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(RV).- “Esta multiculturalidad, ésta multivivencia, ésta capacidad de armonía, de creatividad, de arte, deporte, de crecimiento juntos, discutir problemas, construir juntos, esto es lo que nos va a llevar adelante”. (Papa Francisco, encuentro con la Fundación Scholas Occurrentes, Casina Pio IV, 3 de febrero 2016).

El valor de la educación para la armonía de la persona, una armonía que habla de la totalidad del hombre, estuvo en el centro de las palabras del Papa durante el encuentro con la fundación Scholas Occurrentes que tuvo lugar la tarde del miércoles 3 de febrero. Seis estudiantes, en representación de los 320 que participaron en el Congreso de Scholas llevado a cabo en Madrid en el mes de enero, compartieron con el Papa las propuestas presentadas a las autoridades educativas, resultado de sus discusiones. Entre ellas la aprobación de una ley contra el bullying.  Sobre este importante encuentro conversamos con el Director de Scholas Occurrentes, José María del Corral, a quien le preguntamos entre otras cosas, ¿cómo recibieron los chicos las palabras del Papa? 

"Lo primero que vi fue el entusiasmo de los chicos porque el Papa haya pensado en ellos. Ellos vivieron la experiencia de Scholas Ciudadanía como un regalo del Papa. Se trata de chicos de escuelas públicas, casi la mitad no creyentes, que sin embargo, estaban sumamente orgullosos del Papa que tenían, y - remarca el profesor - no eran creyentes".  

La presión social, el bullying y la deficiencia de la escuela actual, los principales problemas. Comentando la reacción de los presentes ante el testimonio de Marina, quien compartió su trabajo realizado junto a otros ciento cincuenta jóvenes sobre la presión social y el bullying, dijo: "Lo primero que vi fue la cara de Francisco, de los periodistas y congresales cuando Marina hablaba. Esta chica, sin leer, se puso de pie y frente al Papa contó su experiencia en nombre de todos sus compañeros". Entre otras cosas Marina dijo que "se habían acostumbrado al bullying, a tener amigos que se suicidaron", señala Del Corral. "Los chicos, piden más y mejor educación. Y tienen (sólo, ndr) 15 años".

Scholas Occurrentes, la fundación pontificia impulsada por el Papa Francisco está presente en 97 países. ¿Qué ha visto y vivido el profesor José María del Corral en su contacto con los jóvenes del mundo? "Lo primero que uno vive con ellos es que son mucho más parecidos que las aparentes diferencias. Son jóvenes, más allá de las diferencias de lenguaje, de ropa, de nivel social, son jóvenes y eso los une. Es una nueva generación". "El sistema educativo, - prosigue el profesor - más allá de las pequeñas diferencias es obsoleto e inadecuado para ellos". "Lo vi en el primer mundo y en el fin del mundo. En inglés y en castellano y en todos los idiomas. En Estados Unidos, en Cuba. Lo vi en Paraguay y en Argentina, en España, en Italia. El Papa está convencido que si no cambiamos la educación, no va a cambiar el mundo. Y que esta educación se tiene que hacer responsable de la destrucción que está generando en los jóvenes, que estamos fragmentando cada vez más y enseñando que la violencia y el desencuentro son ‘el pan nuestro de cada día’. Por eso la necesidad de transformar nuestras aulas, y que los muros sean puentes para que los jóvenes se puedan encontrar y juntos sentirse protagonistas de los cambios"."Ellos quieren ser el presente".

Una red compuesta por 430 mil escuelas y redes educativas. ¿Cómo se proyecta Scholas para el futuro? "La idea es seguir armando físicamente, no solo a través de la red, experiencias de encuentro de jóvenes diferentes, para unirlos y organizarlos en esta transformación que está pidiendo el Papa, por la paz y el encuentro, en cada uno de los países a los que el Papa va, y en los países que nos están llamando con urgencia, como Haití".

Para concluir un mensaje para quienes están comprometidos con la educación: "Estoy convencido que esta intuición del Papa Francisco, que la clave está en el protagonismo de los jóvenes, es en lo que nosotros tenemos que trabajar. Y que si los dos docentes queremos recuperar nuestra  propia vocación, no tenemos que dejarnos vencer por un sistema que no da ningún tipo de fruto”. “Hay muchos docentes y escuelas que están luchando por hacer cosas realmente valiosas, y tenemos que organizarnos para cambiar juntos el mundo".  Ellos (los jóvenes, ndr.) lo quieren hacer, pero a veces no cuentan con liderazgo ni con espacios. La forma no es dividirlos, no es encerrarlos. Si queremos salvar las identidades tenemos que integrarlos a los demás. El Papa – señala del Corral-  dice: si todos tocamos los mismos instrumentos, la misma música, eso no es ni música, ni mucho menos armonía. Para que haya armonía cada uno debe tocar su proprio instrumento, el que Dios nos regaló. Por eso la educación de verdad es la que genera armonía y no uniformidad".  "Es importante lo que hacen Radio Vaticana y los medios más nobles, - concluye el Director de Scholas Occurrentes - que en vez de mostrar falsamente el rostro violento, escéptico y deprimido del joven ‘tirado’, muestran el verdadero rostro de la juventud, esa juventud que está con todas las ganas y con toda la esperanza de sentirse parte, y de ser capaces ellos mismos y responsablemente, de cambiar. De cambiar todo aquello que tienen muy claro que no quieren y  no les gusta. Los chicos en España y los chicos en el mundo en el fondo lo que pidieron,  - y lo dijeron explícitamente  - fue 'queremos valores', 'queremos una escuela de verdad'".

(GM – RV)

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Para el mundo



Emisora Online Rayo de Fe y Esperanza, trabajando por la Evangelización

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(RV).-  Esta semana en "Cadena de Amistad", viajamos a Phoenix, Arizona, para conocer junto a su Director José Rizo, la Emisora Online Rayo de Fe y Esperanza que transmite desde la parroquia de Santa Margarita en Tempe.

Mientras que en la segunda parte del programa, el padre Rigoberto Pérez Garrido, Secretario Ejecutivo del departamento de comunicación y prensa del CELAM, ante el micrófono del jesuita Guillermo Ortiz, responde acerca de los desafíos y proyectos de dicho departamento. 

 

(GM - RV)

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«Dios no abandona, sino que actúa y salva», viviendo el Jubileo de la Misericordia en la Red

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«TU COMENTARIO AYUDA, tu opinión cuenta» 

(RV).- Papa Francisco: «El relato del libro del Éxodo que hemos escuchado nos muestra como la misericordia de Dios ha estado siempre presente en toda la historia del Pueblo de Israel. Por esto, cuando su vida se vuelve dura por la esclavitud en Egipto, Dios no permanece indiferente ante su sufrimiento. Lo salva del Faraón por medio de Moisés, a quien escoge como mediador de liberación. Lo saca de Egipto, lo conduce a través del Mar Rojo y del desierto, hacia la tierra prometida, hacia la libertad. La misericordia de Dios no es indiferente al dolor del oprimido, al grito de quien sufre violencia, esclavitud, o es condenado a muerte. El sufrimiento es una triste realidad que aflige a toda época, también a la nuestra. Nos hace sentir impotentes y tentados a endurecer el corazón. Dios, en cambio, «no es indiferente», no abandona, sino que actúa y salva».

Con estas palabras el Papa Francisco recordó en su catequesis el 27 de enero, que a pesar de los sufrimientos que encontramos en la vida, contamos con la presencia de Dios, un padre misericordioso que no ignora nuestros problemas sino que nos ayuda a trascenderlos  y nos conduce hacia la salvación, hacia la verdadera vida, hacia la liberación como lo hizo el pueblo de Israel. Escuchemos los comentarios que recibimos de nuestra audiencia en nuestra página de Facebook Radio Vaticana en español y en nuestro Twitter @news_va_es.

José María Ríos escribe: “La vida misma es un peregrinar. Como peregrinó el pueblo de Israel huyendo de la esclavitud, la opresión, la violencia y  tantos otros pueblos a lo largo de nuestra historia como humanidad. Salvando las diferencias del contexto histórico, también hoy somos testigos de la huída masiva de miles de hermanos que huyen por necesidad de las tierras que los vieron nacer, en busca de una Tierra nueva donde empezar a construir su futuro. La Biblia nos relata como Dios no abandonó a su pueblo ante la adversidad. Aplicando este hecho a nuestra vida cotidiana y siguiendo el ejemplo del Padre, no abandonemos a nuestros hermanos más necesitados”.

Celeste Ramírez comparte: “Sólo Dios es la libertad  verdadera, sólo él es el camino, la verdad y la vida. Pidamos la gracia de ser capaces de quitarnos las cadenas que nos atan a este mundo y a sus comodidades, a las modas y superficialidades de esta sociedad, a menudo tan fría ante el dolor ajeno y pasiva ante el sufrimiento de los demás hermanos. No hay nada que Dios no pueda reparar, ni pecado que no pueda perdonar, si de verdad nos sentimos arrepentidos. Esa es la gracia de este Jubileo de la Misericordia, recordar que los brazos del Padre están siempre abiertos para recibir a todos sus hijos pródigos”.

Fernando Costa comenta:”Cuantas formas de esclavitud siguen existiendo en nuestros días, que atrapan al hombre haciéndolo prisionero del sistema en el que vivimos y de la opresión que nos gobierna: explotación, manipulación, abuso, consumismo desmesurado y falta de valores, consumen nuestra alma haciéndonos olvidar que todos somos Hijos de Dios nacidos para trascender esta vida, no para convertirnos en marionetas de esta sociedad tan superficial”.

Papa Francisco: «El ejemplo de Israel nos consuela y aviva nuestra esperanza en la salvación de Dios.También a nosotros nos ofrece las maravillas de su misericordia, que llega a su pleno cumplimiento en Jesucristo, que con su Sacrificio Pascual inaugura la “Alianza nueva y eterna”, nos obtiene el perdón de nuestros pecados y nos convierte definitivamente en hijos de Dios. Que el Señor Jesús nos conceda experimentar siempre en nuestra vida el amor y la misericordia de Dios, nuestro Padre».

Celebrar un Año Santo de la Misericordia es celebrar la invitación que Dios nos hace a todos por igual: ir a su encuentro, abrir nuestros corazones a él, mostrarnos tal y como somos y dejar que él nos renueve para siempre.

«TU COMENTARIO AYUDA, tu opinión cuenta», producción Facebook Radio Vaticana en Español.

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Episcopado salvadoreño condena el comercio de las armas

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(RV).- La Conferencia Episcopal de El Salvador público un mensaje expresando su preocupación por “la violencia que sufre el país” y condenando el comercio de armas y municiones que sangra al pueblo salvadoreño.

"Como  pastores,  nos  sentimos impotentes pero no podemos callar. La vida de la persona es sagrada... Muchas veces el armamento de los delincuentes supera al de las fuerzas encargadas de la seguridad pública  y  con  frecuencia,  estos grupos  operan  con  impunidad… condenamos  el  perverso comercio de armas y municiones que alimenta el crimen y sigue desangrando el noble pueblo salvadoreño”, dice el mensaje de los obispos de El Salvador publicado al finalizar su Asamblea Ordinaria, realizada del 25 al 27 de enero.

Se lee en el mensaje que es “inaceptable  que  los  criminales  sigan enriqueciéndose  a  costa  del  sacrificio  y sufrimiento de  la gente honrada  y trabajadora, por medio  del robo y  las extorsiones”.  Así mismo indican los Obispo que  “duele en el alma que cada año miles de salvadoreños huyen de la violencia para salvaguardar su vida, emigrando hacia otros lugares o países. Entre las consecuencias más graves están el abandono de sus bienes, la desintegración familiar y el deterioro de su propia identidad”

Concluyen los Obispos animando al pueblo salvadoreño a poner la esperanza en Dios, y a trabajar “por la paz, haciendo  efectiva la exhortación del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la paz de este año: Vence la indiferencia y conquista la paz”.

Johan Pacheco para RADIO VATICANO.

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