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Sumario del 05/03/2016

Pedro en diálogo con las culturas

Hacia el encuentro

Para el mundo

Pedro en diálogo con las culturas



"Hemos sido elegidos para suscitar el deseo de la conversión", el Papa en la celebración de la Penitencia

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(RV).- El Santo Padre Francisco presidió la celebración de la Penitencia el primer viernes de marzo, y durante su homilía recordó el pasaje del Evangelio que habla del ciego Bartimeo quien le pidió a Jesús volver a ver. Así Francisco nos invita a compararnos con el ciego vagabundo, hijo de Timeo, para que como él nos dejemos ayudar por el Señor y podamos ver después que nuestros pecados nos han hecho perder la vista, “haciéndonos vagar lejos de la meta”.

“El pecado empobrece y aísla… impide ver lo esencial, el amor que da la vida”, lo aseguró Francisco haciendo ver que mirándonos sólo a nosotros mismos y creyendo que la vida depende sólo de lo que se posee, nos hacemos “ciegos y apagados”.

El Obispo de Roma recordó que todos nosotros, y sobre todo los Pastores estamos llamados a “escuchar el grito de cuantos desean encontrar al Señor”. “Estamos llamados a infundir ánimo, a sostener y conducir a Jesús. Nuestro ministerio es el del acompañar, porque el encuentro con el Señor es personal, íntimo, y el corazón se pueda abrir sinceramente y sin temor al Salvador. No lo olvidemos: sólo Dios es quien obra en cada persona. Nosotros hemos sido elegidos para suscitar el deseo de la conversión, para ser instrumentos que facilitan el encuentro, para extender la mano y absolver, haciendo visible y operante su misericordia”.

(MZ-RV)

Homilía completa del Santo Padre:

 

«Que yo pueda ver» (Mc 10,51). Ésta es la petición que hoy queremos dirigir al Señor. Ver de nuevo después de que nuestros pecados nos han hecho perder de vista el bien y alejado de la belleza de nuestra llamada, haciéndonos vagar lejos de la meta.

Este pasaje del Evangelio tiene un gran valor simbólico, porque cada uno de nosotros se encuentra en la situación de Bartimeo. Su ceguera lo había llevado a la pobreza y a vivir en las afueras de la ciudad, dependiendo en todo de los demás. El pecado también tiene este efecto: nos empobrece y aísla. Es una ceguera del espíritu, que impide ver lo esencial, fijar la mirada en el amor que da la vida; y lleva poco a poco a detenerse en lo superficial, hasta hacernos insensibles ante los demás y ante el bien. Cuántas tentaciones tienen la fuerza de oscurecer la vista del corazón y volverlo miope. Qué fácil y equivocado es creer que la vida depende de lo que se posee, del éxito o la admiración que se recibe; que la economía consiste sólo en el beneficio y el consumo; que los propios deseos individuales deben prevalecer por encima de la responsabilidad social. Mirando sólo a nuestro yo, nos hacemos ciegos, apagados y replegados en nosotros mismos, vacíos de alegría y pobres de libertad. Una cosa fea…

Pero Jesús pasa; y no pasa de largo: «se detuvo», dice el Evangelio (v. 49). Entonces, un temblor se apodera del corazón, porque se da cuenta de que es mirado por la Luz, de esa luz afable que nos invita a no permanecer encerrados en nuestra oscura ceguera. La presencia cercana de Jesús permite sentir que, lejos de él, nos falta algo importante. Nos hace sentir necesitados de salvación, y esto es el inicio de la curación del corazón. Luego, cuando el deseo de ser curados se hace audaz, lleva a la oración, a gritar ayuda con fuerza e insistencia, como hizo Bartimeo: «Hijo de David, ten compasión de mí» (v. 47).

Desafortunadamente, como aquellos «muchos» del Evangelio, siempre hay alguien que no quiere detenerse, que no quiere ser molestado por el que grita su propio dolor, prefiriendo hacer callar y regañar al pobre que molesta (cf. v. 48). Es la tentación de seguir adelante como si nada, pero así se queda lejos del Señor y se mantienen distantes de Jesús y de los demás. Reconozcamos todos ser mendigos del amor de Dios, y no dejemos que el Señor pase de largo. “Tengo miedo del Señor que pasa”, decía San Agustín. Miedo de que pase y yo lo deje pasar. Demos voz a nuestro deseo más profundo: «Maestro, que pueda ver» (v. 51). Este Jubileo de la Misericordia es un tiempo favorable para acoger la presencia de Dios, para experimentar su amor y regresar a Él con todo el corazón. Como Bartimeo, dejemos el manto y pongámonos en pie (cf. v. 50): abandonemos lo que nos impide ser ágiles en el camino hacia Él, sin miedo a dejar lo que nos da seguridad y a lo que estamos apegados; no permanezcamos sentados, levantémonos, reencontremos nuestra dimensión espiritual, la dignidad de hijos amados que están ante el Señor para ser mirados por Él a los ojos, perdonados y recreados. Y la palabra que a lo mejor llega a nuestro corazón, es la misma de la creación del hombre: “¡Alzaos! Dios nos ha creado en pie: ¡Alzaos!

 Hoy más que nunca, sobre todo nosotros los Pastores, estamos llamados a escuchar el grito, quizás escondido, de cuantos desean encontrar al Señor. Estamos obligados a revisar esos comportamientos que a veces no ayudan a los demás a acercarse a Jesús; los horarios y los programas que no salen al encuentro de las necesidades reales de los que podrían acercarse al confesionario; las reglas humanas, si valen más que el deseo de perdón; nuestra rigidez, que puede alejar la ternura de Dios. No debemos ciertamente disminuir las exigencias del Evangelio, pero no podemos correr el riesgo de malograr el deseo del pecador de reconciliarse con el Padre, porque lo que el Padre espera antes que nada es el regreso a la casa del hijo (cf. Lc 15,20-32).

 Que nuestras palabras sean la de los discípulos que, repitiendo las mismas expresiones de Jesús, dicen a Bartimeo: «Ánimo, levántate, que te llama» (v. 49). Estamos llamados a infundir ánimo, a sostener y conducir a Jesús. Nuestro ministerio es el del acompañar, porque el encuentro con el Señor es personal, íntimo, y el corazón se pueda abrir sinceramente y sin temor al Salvador. No lo olvidemos: sólo Dios es quien obra en cada persona. En el Evangelio es Él quien se detiene y pregunta por el ciego; es Él quien ordena que se lo traigan; es Él quien lo escucha y lo sana. Nosotros hemos sido elegidos para suscitar el deseo de la conversión, para ser instrumentos que facilitan el encuentro, para extender la mano y absolver, haciendo visible y operante su misericordia. Que cada hombre y mujer que vaya al confesionario encuentre un padre, encuentre un padre que lo espera. Que encuentre “el Padre que perdona”.

 La conclusión del relato evangélico está cargado de significado: Bartimeo «al momento recobró la vista y lo seguía por el camino» (v. 52). También nosotros, cuando nos acercamos a Jesús, vemos de nuevo la luz para mirar el futuro con confianza, reencontramos la fuerza y el valor para ponernos en camino. En efecto «quien cree ve» (Carta enc. Lumen fidei, 1) y va adelante con esperanza, porque sabe que el Señor está presente, sostiene y guía. Sigámoslo, como discípulos fieles, para hacer partícipes a cuantos encontramos en nuestro camino de la alegría de su amor. Y después el abrazo del padre, el perdón del Padre, pero festejemos en nuestro corazón: ¡porque Él festeja!

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Canales de misericordia, custodios y jamás dueños de las personas y de la gracia, el Papa a los confesores

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(RV).- “Seamos custodios y jamás dueños de las personas y de la gracia”, “canales de misericordia en este tiempo jubilar”: fueron palabras del Papa Francisco al recibir en audiencia en la mañana de este viernes, en la Sala Regia en el Vaticano, a los participantes en el Foro interno organizado por la Penitenciaría Apostólica, dirigido a sacerdotes y seminaristas próximos a recibir la ordenación, con el fin de formarlos para administrar bien el Sacramento de la Reconciliación. El curso, desarrollado sobre el tema “Pongamos en el centro con convicción el Sacramento de la reconciliación”, tuvo lugar del 29 de febrero al 4 de marzo en el Palacio de la Cancillería en Roma.

“La misericordia antes de ser una virtud humana es la elección definitiva de Dios a favor de todo ser humano para su eterna salvación, sellada con la sangre del Hijo de Dios”, afirmó el Pontífice en su discurso.

“Esta divina misericordia puede alcanzar gratuitamente a todos aquellos que la invocan”, y es “abierta a todos” – aseguró el Papa - “como la más grande de las ‘puertas santas’ porque coincide con el corazón mismo del Padre”, que ama a todos sus hijos”, en particular a quienes están alejados.

Tras señalar que el Padre puede alcanzar a toda persona en muchos modos, Francisco indicó un “camino cierto” de la misericordia, a través del cual se pasa de la posibilidad a la realidad, de la esperanza a la certeza:

“Este camino es Jesús, el cual tiene el poder en la tierra de perdonar los pecados”.  Por lo tanto – aseguró– “el Sacramento de la Reconciliación es el lugar privilegiado para hacer experiencia de la misericordia de Dios y celebrar la fiesta del encuentro con el Padre”.

Recordando a los confesores que somos “instrumentos de la misericordia de Dios”  el Obispo de Roma advirtió que “no se debe obstaculizar el don de la salvación”. El confesor, también él pecador y necesitado de perdón – afirmó – debe tener siempre una “actitud de fe humilde y generosa”. Y en este sentido citó como ejemplos a seguir a los santos Leopoldo Mandic y Pío de Pietrelcina.

Cada absolución – prosiguió – es un jubileo del corazón que alegra al fiel y a la Iglesia pero sobre todo al mismo Dios. Por esto, “es importante, que el confesor sea también un canal de alegría”, que pueda liberar de culpas el corazón oprimido de los fieles.

Definiendo nuestro tiempo “marcado por el individualismo y la tentación de encerrarse en sí mismo”, el Papa Francisco instó a los presentes a ser “custodios y  jamás dueños de las ovejas y de la gracia”, volviendo a poner al centro - pero no sólo en este año jubilar - el Sacramento de la Reconciliación.

Finalmente, tras agradecer a la Penitenciaría Apostólica por su valioso servicio, el Santo Padre bendijo a los presentes y su ministerio como “canales de misericordia, especialmente en este tiempo jubilar”.

(MCM-RV)

 

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"Dios Padre permite la aflicción de la prueba con vistas a la salvación". Catequesis del Papa

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(RV).- En la Audiencia General del miércoles 2 de marzo el Papa Francisco continuó reflexionando sobre la misericordia divina según la perspectiva de la Biblia. A partir del primer capítulo del profeta Isaías, en que el Señor, como padre afectuoso, pero también severo y atento, se dirige a Israel y lo acusa de infidelidad y corrupción, impartió su catequesis sobre misericordia divina y corrección: 

“Queridos hermanos y hermanas: Hoy reflexionamos sobre la misteriosa relación que existe entre misericordia divina y corrección. Dios se comporta con nosotros como un padre de familia, que ama a sus hijos, los socorre, los cuida, los perdona. Y que también los educa y corrige cuando se equivocan, para ayudarlos a ser responsables, a crecer en el bien y en la libertad”.

El Señor llama a nuestra conciencia

Explicando el primer capítulo de Isaías, el Santo Padre señaló que Dios habla a su pueblo con la amargura de un padre desilusionado, que hizo crecer a sus hijos, quienes se rebelaron en contra de él. Pero el Señor, aunque herido, deja “hablar al amor”, y apela a la conciencia de sus hijos, para que se dejen amar otra vez:

“La relación “padre-hijo” es figura de la alianza entre Dios y su pueblo. Esta relación se fragmenta cuando el hombre rechaza la paternidad de Dios. A causa del pecado, pretende convertir la libertad en autonomía y, dejándose llevar por el orgullo, se contrapone a él y vive en una ilusión de autosuficiencia”.

La aflicción de la prueba

Es así como entonces Dios llama la atención a su pueblo, y esto es para indicarle que se han equivocado de camino. Por eso el profeta se dirige al pueblo con severidad, para ayudarlo a comprender la gravedad de su culpa: 

“Cuando el pueblo se aleja de Dios, desconfía de él y no le obedece, experimenta entonces la aflicción de la prueba. Dios la permite con vistas a la salvación, para que el pueblo pecador, sintiendo el vacío y la amargura del estar lejos de él, pueda abrirse a la conversión y al perdón. Dios habla amorosamente a la conciencia de sus hijos, para que se arrepientan y se dejen amar de nuevo por él. La salvación es siempre un don gratuito de Dios. Pero supone la decisión de escucharlo y dejarse convertir por él”.

El sufrimiento, ese momento doloroso, es consecuencia de una “decisión autodestructiva que debe hacer reflexionar al pecador, para abrirlo a la conversión y al perdón”, en vistas de la salvación:

“Para comprenderlo bien -dijo el Papa hablando en italiano - , cuando uno está enfermo va al doctor; cuando uno se siente pecador, va hacia el Señor. Pero si, en vez de ir al doctor, va al brujo, no se cura. Muchas veces preferimos ir por los caminos equivocados, buscando una justificación, una justicia, una paz que nos es regalada como don por el mismo Señor, si nosotros vamos por el camino buscándolo a Él”.

La corrección misericordiosa de Dios Padre

“La corrección forma parte del camino de la misericordia divina. Dios perdona a su pueblo, deja siempre una puerta abierta a la esperanza, y le indica que el camino de la salvación no es el de los sacrificios, sino la práctica del bien y la justicia”.

“Que el Señor Jesús  - concluyó el Obispo de Roma - nos alcance la gracia de acoger el perdón y la misericordia que el Padre ofrece gratuitamente a todos, para que aprendamos a vivir como hijos suyos. Muchas gracias”.

(GM - RV)

 

 

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Hacia el encuentro



Mensaje del Cardenal Marc Ouellet por el Día de Hispanoaméria

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“Testigos de la Misericordia” 

(RV).- La Comisión Pontificia para América Latina responde positivamente a S.E. Mons. Braulio Rodríguez, Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española, a su solicitud de un Mensaje para el “Día de Hispanoamérica”, que la Iglesia de Dios que está en España celebra el 6 de marzo de 2016.

En efecto, todas las Diócesis españolas celebran el “Día de Hispanoamérica” con el lema de “Testigos de la Misericordia”, lo que constituye una jornada clave para posicionar la Misericordia como signo distintivo y, a la vez, como una invitación a todos los que prestan su servicio misionero en América Latina.

(MFB - RV).

Texto del Mensaje de la Presidencia de la Comisión Pontificia para América Latina con motivo del Día de Hispanoamérica en las diócesis de España

Es un hecho muy significativo y apreciable que en la actualidad haya más de 9.000 misioneros y misioneras españoles cooperando con las Iglesias locales de América en la actividad misionera. Si bien en su mayoría provienen de Congregaciones religiosas, son unos 1.000 los sacerdotes diocesanos españoles presentes en dichas Iglesias particulares, de los cuales 300 han partido acogiéndose a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), servicio de la Conferencia Episcopal Española encomendado a su Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias. Incluso realizan allí su labor evangelizadora más de medio millar de laicos españoles, muchos de ellos como familias misioneras. Por ello, la Comisión Pontificia para América Latina no puede dejar de responder positivamente a S.E. Mons. Braulio Rodríguez, presidente de la mencionada Comisión Episcopal, a su solicitud de un mensaje para el próximo “Día de Hispanoamérica”, que la Iglesia de Dios que está en España celebrará el 6 de marzo de 2016.

Esta importante cita se dará en pleno curso del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, convocado por el santo padre Francisco con la bula Misericordiae Vultus [MV] e inaugurado el 8 de diciembre Mensaje de la CAL 4 de 2015, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Es muy oportuna y adecuada, pues, la elección del lema para este día: «Testigos de misericordia», signo distintivo y, a la vez, invitación urgida para todos los que prestan su servicio misionero en América Latina. De este modo, se da efectiva respuesta de comunión a la invitación del papa a «contemplar el misterio de la misericordia» (MV, n. 2), a dejarnos abrazar por el amor misericordioso de Dios y a convertirnos en discípulos, testigos y misioneros de su misericordia. «Será un año para crecer en la convicción de la misericordia» (Francisco, Homilía en la apertura de la Puerta Santa del Jubileo, 8.XII.2015).

Un amor sin límites...

«Este amor misericordioso – afirmó el santo padre Francisco con ocasión de la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe (12.12.2015) – es el atributo más sorprendente de Dios, la síntesis en la que se condensa el mensaje evangélico, la fe de la Iglesia». Dios nos ama con un amor gratuito, sin límites, sin esperar nada a cambio, siempre dispuesto a perdonarnos, abrazando incluso nuestras miserias para liberarnos de ellas. Nos ha de causar siempre renovado estupor y gratitud esta inaudita pasión de Dios por nosotros: «el Verbo se hizo carne», siendo rico se anonada para compartir la condición humana, para hacerse compañero en el camino de la existencia de todos los hombres, para curarlos y servirlos con un amor lleno de compasión y ternura, para dar la vida por nosotros y abrirnos así las puertas de una vida nueva, reconciliada. El Hijo de Dios no se ha avergonzado ni nos ha condenado por nuestras limitaciones y llagas, sino que ha venido hasta nosotros para introducirnos en su vida, en su familia y en su casa. Este es el designio misericordioso del Padre, que el Hijo pone de manifiesto y lleva a cabo hasta sus últimas consecuencias y que el Espíritu Santo difunde en la existencia humana mediante su gracia de perdón y salvación.

Este mensaje de la Iglesia universal ha de llegar a cada uno de los misioneros y misioneras que servís a las Iglesias y a los pueblos de América Latina. Cada uno de vosotros está invitado, ante todo, a pasar por la “Puerta Santa” – ¡que es Cristo mismo! –, en las catedrales o santuarios de las Iglesias locales en las que prestáis servicio, para «descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. Es Él el que nos busca. Es Él el que sale a nuestro encuentro» (Francisco, Homilía, 8.XII.2015). ¡Qué mejor ocasión para renovar nuestro seguimiento fiel a Jesucristo y nuestro servicio entregado a la misión universal de la Iglesia! Os deseo de todo corazón, si es que aún no lo habéis hecho, que paséis por la “Puerta Santa”, recitando el Credo de los apóstoles, rezando por las intenciones del pastor universal y acercándoos después al sacramento de la reconciliación. A cincuenta años del Concilio Vaticano II este gesto nos vuelve a recordar con fuerza el llamado universal a la santidad.

El Jubileo Extraordinario de la Misericordia es un llamamiento a la conversión de cada uno. No se trata de una genérica exhortación a la humanidad. ¡No! Este amor, esta pasión, este perdón, esta reconciliación, son ante todo para mi vida y tu vida. No son realidades para los otros. Son «para ti, para mí. Un amor activo, real. Un amor que sana, perdona, realza, cuida» (Francisco, Discurso, 10.VII.2015). Si no se da esta apertura del corazón de la persona a la gracia, de nada valen todas las aperturas de las demás puertas. Por eso, cada uno de los misioneros y misioneras españoles en América Latina quedáis llamados por vuestro propio nombre a vivir este Jubileo en toda su profundidad, verdad y belleza. Esta experiencia jubilar nos pacifica el corazón, nos pone nuevamente en camino más allá de tropiezos y caídas, nos llena de alegría y esperanza, nos alienta ante las dificultades y fracasos, nos convierte en «testigos de misericordia» allí donde la Providencia de Dios nos ha destinado a servirlo en sus hijos más necesitados. Nos convertimos, sí, en «testigos de misericordia» cuando experimentamos esa misericordia de Dios hacia nuestras propias personas y nos entregamos con entusiasmo a una nueva búsqueda de crecimiento espiritual.

... y sin confines

¿Acaso no ha sido la sorprendente experiencia de ese inaudito amor de Dios hacia cada uno de vosotros, queridos misioneros, lo que os ha llevado a desear compartirlo de todo corazón y con las manos llenas mediante la entrega a la misión ad gentes? ¡No tiene confines el amor de Dios! Supera toda frontera geográfica, étnica, social, política, cultural. Está destinado a todos, sin excepción, sin exclusiones. Por la gratitud y desbordamiento de ese amor con el que hemos sido abrazados hemos emprendido el camino de la misión. La misión no es otra cosa que compartir la misericordia compasiva y redentora que Dios me ha hecho experimentar y que quiere ofrecer a todos los hombres. Es el ardiente anhelo de que los hombres y mujeres de todo tiempo y lugar experimenten la mirada misericordiosa de Dios. El mismo papa Francisco se define como un pecador en el que Dios ha puesto su mirada misericordiosa. ¿Qué tendríamos que decir cada uno de nosotros? Es esta la experiencia originaria que os lleva a convertiros en misioneros y misioneras, dentro de un abrazo de amor que anhelamos para todos. Toda la Iglesia «vive un deseo inagotable de ofrecer misericordia» (Evangelii gaudium, n. 24). «La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo» (MV, n. 10).

Sois, por gracia de Dios, sus testigos en medio de la grey que os ha sido confiada. Antes que todo anuncio, antes que toda catequesis, 7 Testigos de misericordia antes que todo servicio, importa que nuestra mirada hacia los que encontramos en las más diversas circunstancias de la vida exprese un reflejo sorprendente de la ternura, compasión y misericordia de Dios. Como en el primerísimo momento del encuentro de Jesús con el joven rico, cuando, «fijando en él los ojos, lo amó»; o como con la samaritana en el pozo, no obstante fuese extranjera para los judíos y casada varias veces; o como con el publicano Zaqueo, que se había subido al árbol para verle pasar y que le recibirá en su casa; o como con María Magadalena, inmediatamente perdonada porque mucho amó. Estamos llamados a acoger a todos, sin poner condiciones morales preventivas, para hacerlos partícipes del amor de Dios, que perdona, cura y salva, que cambia la vida llenándola de “sentido” y felicidad. Sea el paradigma de nuestra misión misericordiosa la actitud del samaritano que se detiene ante el herido en el camino, que se interesa por su persona, que le lava sus heridas, que lo conduce a esa posada en la que podemos entrever la imagen del “hospital de campaña” con que el papa Francisco muestra a la Iglesia en acción.

¡Cuántos son los heridos en el cuerpo y en el alma que encontramos en las ciudades y en los campos, mientras recorremos los caminos de la misión! Son muchos los que sufren la soledad y el desaliento, los afectados profundamente por la ruptura de los vínculos familiares, las mujeres maltratadas, abandonadas y que cargan con el drama del aborto, los ancianos considerados un estorbo, los niños huérfanos de afecto y educación, los migrantes y refugiados que golpean a nuestras puertas, los desempleados, los que han perdido su trabajo, los que trabajan en condiciones precarias o sufren explotación, las víctimas de las drogas y de la violencia, los que viven en condiciones miserables...

Todos cargamos con las propias heridas, pero no podemos quedar indiferentes ante los que soportan el tremendo peso del desamparo, del sufrimiento, de la 8 Mensaje de la CAL desesperanza. Solo el milagro del encuentro con Dios mediante nuestro testimonio de caridad y misericordia puede ir cicatrizando heridas y hacer reemprender el camino de la vida con esperanza. Este Año Santo nos invita a peregrinar al encuentro de los más necesitados como humildes servidores de obras materiales y espirituales de misericordia.

Tres recomendaciones

Me permito, finalmente, dejaros tres recomendaciones concretas para este Año Jubilar, como «testigos de misericordia». La primera es que estéis muy disponibles, si es posible en los confesionarios, para acoger a tantas personas a las que la perseverante predicación del papa Francisco está conduciendo al sacramento del perdón y la reconciliación. Es una gracia de Dios para nuestro tiempo eclesial que se redescubra por doquier este sacramento, que quizás haya sido a veces algo descuidado en nuestra acción pastoral. No os canséis de pedir perdón, repite con confianza el papa a los fieles de todo el mundo. Dios perdona todo, «setenta veces siete», siempre que invoquemos su perdón. Para muchos esta experiencia sacramental es de auténtica conversión y pacificación. ¡Todos la estamos necesitando! Facilitemos, pues, este acercamiento a quienes Dios mismo ha puesto como ministros de su perdón y reconciliación.

La segunda recomendación que me permito plantearos es alentar vuestra convicción de que, siendo cierto que la misericordia y el perdón se dan la mano con la justicia, la animan desde dentro y la sobrepasan en el amor, que es incluso amor a los enemigos. Vivimos en tiempos tensos y violentos. Muchas veces somos testigos de la violencia en los ámbitos familiares donde tendrían que reinar los afectos más íntimos, compartimos la cotidianidad de la inseguridad ciudadana, por todas partes se exacerban los conflictos, y no faltan las estrategias de quienes defienden sus intereses y sostienen sus causas con la brutalidad de las armas, sin detenerse ante los crímenes terroristas. Predicar y ofrecer el perdón puede parecer algo “angelical”, ilusorio; sin embargo, es fuerza profética para ir recomponiendo el tejido familiar y social, para suscitar una cultura del encuentro, para educar en la “amistad social”, para abrir los caminos del “Príncipe de la Paz”, para impregnar de verdad y amor las relaciones humanas y estructuras sociales. ¡Seamos educadores, testigos y misioneros de la misericordia, convencidos de que la gracia del perdón y la reconciliación es más fuerte que la acción demoníaca de la división y violencia entre hermanos!

La tercera recomendación es que renovéis con todo fervor filial vuestro amor a la santísima Virgen María, Madre de Misericordia. Nadie como Ella experimentó la misericordia de Dios en su propia vida, desde la encarnación del Verbo hasta la muerte de su Hijo en la cruz. Por eso tiene un corazón tan inmenso y tan lleno de amor materno para acogernos, para hacernos muy cercana y palpable la misericordia de Dios, para enseñarnos a ser misericordiosos.

¡Que Dios os conceda a cada uno de vosotros, misioneros y misioneras españoles que prestáis tan generoso y precioso servicio a las Iglesias y a los pueblos de América Latina, un Año Jubilar con abundantes gracias de misericordia y experiencias de perdón y reconciliación!

Marc Card. Ouellet

Presidente Pontificia Comisión para América Latina

Domingo, 6 de marzo de 2016

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“24 horas para el Señor” junto al Papa Francisco, para vivir la Misericordia de Dios

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(RV).- En el marco del Jubileo de la Misericordia el Santo Padre da inicio este viernes 4 de marzo con la celebración penitencial en san Pedro, a la tercera edición de la iniciativa “24 horas para el Señor” promovida por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, bajo el lema “Misericordiosos como el Padre”.

Como ya ha sucedido en las precedentes ediciones de esta iniciativa, durante la celebración penitencial el Santo Padre se confesará y confesará a algunos penitentes.

Las diócesis en los cinco continentes se unen espiritualmente al Papa Francisco para ofrecer a todos la posibilidad de hacer experiencia personal de la misericordia de Dios.

Tal como se lee en el comunicado de prensa del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, se trata de una iniciativa que "nace con el intento de volver a poner en el centro la importancia de la oración, de la adoración eucarística y el don del sacramento de  la reconciliación", querida fuertemente por el Sucesor de Pedro.

Recordamos que fue precisamente el viernes 13 de marzo de 2015, durante la celebración penitencial con ocasión de esta iniciativa, que el Pontífice anunció el Año Santo de la Misericordia, y que en la Bula de Convocación del Jubileo escribía: "La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior".

El Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización invita a todos los que participan de esta iniciativa a compartir su experiencia en sus canales social y a enviar un breve testimonio y una foto a info@im.va. (GM – RV)

 

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Radio Vaticana: 85 años trabajando para que la Voz del Papa llegue hasta los confines de la tierra

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(RV).- Radio Vaticana lleva adelante la misión de difundir la Voz y el Magisterio del Papa hasta los confines de la tierra, informando sobre la actividad de la Santa Sede, haciendo eco de la vida católica en el mundo, e indicando el punto de vista de la Iglesia sobre los principales problemas del momento, captando en la actualidad “los signos de los tiempos”.

Recientemente, hemos ofrecido la cobertura informativa completa del Viaje Apostólico del Papa Francisco a México, que inició con una breve escala en el Aeropuerto Internacional de La Habana, en donde el Santo Padre se encontró con el Patriarca Kirill de Moscú y de todas las Rusias; un acontecimiento histórico entre los líderes de dos de las principales ramas del cristianismo que firmaron una Declaración Conjunta, signo del diálogo y los esfuerzos por buscar la unidad y la paz. 

A continuación, compartimos los enlaces las Radio Crónicas de Radio Vaticana publicadas en nuestro sitio Web, con las que podrán revivir los mejores momentos del 12º  Viaje Apostólico del Sucesor de Pedro a México. 

El Papa Francisco en La Habana: Encuentro con el patriarca de Moscú Cirilo

El Papa Francisco en La Habana: Firma de la declaración conjunta con el patriarca Cirilo

El Papa Francisco en México: Ceremonia de bienvenida y encuentro con las Autoridades y la Sociedad Civil

El Papa Francisco en México: Encuentro con los Obispos

El Papa Francisco en México: Santa Misa en la Basílica de Guadalupe

El Papa Francisco en México: Santa Misa en Ecatepec

El Papa Francisco en México: Visita al hospital pediátrico “Federico Gómez”

El Papa Francisco en México: Santa Misa con las Comunidades Indígenas de Chiapas

El Papa Francisco en México: Encuentro con las familias en Tuxtla Gutiérrez

El Papa Francisco en México: Celebración de la Santa Misa en Morelia

El Papa Francisco en México: Encuentro con los jóvenes en Morelia

El Papa Francisco en México: Visita al Centro de Readaptación Social Estatal en Ciudad Juárez

El Papa Francisco en México: Encuentro con el Mundo Laboral

El Papa Francisco en México: Celebración de la Santa Misa en Ciudad Juárez

La Radio del Papa, atenta en el utilizar los medios más eficaces para realizar su misión, también está presente en Facebook y en Twitter con el fin de poder interactuar con nuestra audiencia y conocer qué piensan nuestros oyentes sobre la información y contenidos que publicamos.

A través de la plataforma informativa de nuestra Web, www.radiovaticana.va, la Redacción de Programas en Español de Radio Vaticana, trabaja para erigirse en «puente de comunicación» entre nuestros oyentes y la Santa Sede.

Nuestra «comunidad espiritual» en las Redes Sociales, crece constantemente gracias al apoyo y al seguimiento de miles de personas, que interactúan con nosotros, enviándonos mensajes y comentando nuestras informaciones, a quienes respondemos siempre con la finalidad de crear un espacio virtual abierto al diálogo, y fomentar esa Cultura del Encuentro que nos propone el Papa Francisco.

Por eso queremos agradecer a toda nuestra audiencia y seguidores en la Red, por compartir nuestros contenidos, ayudándonos a difundir en «cadena virtual» nuestras noticias, audios, imágenes y videos. Este apoyo contribuye a que los frutos de la misión comunicativa y evangelizadora de la Radio del Papa, sea fértil y dé frutos.

Las Emisoras que deseen retransmitir la programación de Radio Vaticana en Español pueden escribir a latam@vatiradio.va.

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¡Gracias por acompañar a la Radio del Papa!

 

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Para el mundo



Un mundo mejor, un ideal factible través del cambio de actitud de cada uno. Radio Voces de Amor y Vida, de Colombia

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(RV).- Con el programa Cadena de Amistad de esta semana viajamos a Colombia. Allí, de la mano de Germán Ismael Rojas, conocemos a otra Emisora hermana: Radio Voces de Amor y Vida, que transmite por internet las 24 horas del día. 

Tal como él mismo nos cuenta, esta Emisora inicia a mediados de 2015, y surge espontáneamente como un llamado del Señor a continuar con la sagrada misión que tenemos los cristianos de ayudar a difundir la palabra de Dios.

Un proyecto inspirado además por la necesidad de compartir con cariño y alegría las melodías que artistas e intérpretes de distintos géneros musicales han creado para Dios.

“Pensar en un mundo mejor en donde los seres humanos se traten con mayor cordialidad, con más humildad, con más sinceridad y honestidad, es un ideal factible de lograr, a través del cambio de aptitud y actitud de cada uno de nosotros”, se puede leer su página www.radiovocesdeamoryvida.com

Conocemos pues, en la primera parte del programa cómo nace Radio Voces de Fe y Vida con el testimonio de Germán Rojas, quien iniciara su servicio apostólico en la Parroquia Claret de su comunidad, como lector de  la palabra, grupo al cual sirve actualmente por segundo año consecutivo como coordinador. 

En la segunda parte del programa oiremos un segmento del informativo semanal producido por esta Emisora.

(GM - RV)

 

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«¿Qué mundo queremos dejar a nuestros hijos?», dialogando con nuestros oyentes en las Redes

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(RV).- Papa Francisco: «¿Qué mundo queremos dejarles a nuestros hijos? Creo que en esto la gran mayoría podemos coincidir. Este es precisamente  nuestro horizonte, esa es nuestra meta y, por ello, hoy tenemos que unirnos y trabajar. Siempre es bueno pensar qué me gustaría dejarles a mis hijos; y también es una buena medida para pensar en los hijos de los demás. ¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral o de tráfico de trabajo esclavo? ¿O quiere dejarles la cultura de la memoria de trabajo digno, de techo decoroso y de la tierra para trabajar? Las tres “T”: Trabajo, Techo y Tierra».

Con estas palabras el Papa Francisco se dirigió ante más de tres mil representantes del mundo del trabajo que se dieron cita en Ciudad Juárez, durante la última jornada de su Visita Apostólica a México. En este encuentro hubo espacio para el diálogo entre empresarios, sindicatos y trabajadores sobre la compleja situación laboral que atraviesa el país.  A continuación compartimos los comentarios de la Comunidad Espiritual que acompaña a Radio Vaticana en las Redes Sociales, sobre las palabras del Santo Padre, junto con los breves testimonios de dos trabajadores que expusieron sus preocupaciones y realidades de vida con los allí presentes. Escuchemos:

José Luis Álvarez escribe: “La actual reforma laboral del país no ha mostrado, al menos en el corto plazo, los resultados que se le habían adjudicado, y menos con un panorama de desaceleración como el que se tiene actualmente. Se sigue observando que los salarios y las prestaciones, o no crecen o van en retroceso, al menos en sectores como las manufacturas y empresas elaboradoras de materia prima, que son las que más abundan en nuestra economía. En el caso de la tasa de empleo, las estadísticas pueden ser muy engañosas. Dejemos de medir el bienestar de un país por los números y cifras dictados por las reglas de los mercados mundiales, y empecemos a medir por la calidad de vida de sus ciudadanos, su estabilidad laboral y el equilibrio emocional”.

Testimonio de un trabajador: "Toda criatura, por más pequeña que sea, posee; por Dios, valor e importancia natural. En el Mundo del Trabajo, ámbito múltiple del desarrollo personal, existe esta relación que podemos llamar una Ecología del Mundo Laboral, la cual no puede depender de intereses fuera de su esencia, poniendo el bienestar de la persona y la familia a merced de un consumismo que nos acaba consumiendo".

Ana Torres comparte: “Necesitamos una reforma social, empezando por una educación sólida en nuestros ciudadanos. Una educación que sea capaz de desarmar las artimañas de la corrupción”.

Testimonio de una trabajadora: "Quisieramos compartirle que en esta frontera, la situación económica y los roles del trabajo que nos toca desempeñar, hacen cada vez más difícil la convivencia de la familia y el verdadero cuidado y atención a los hijos. Queremos Paz, justicia, salarios dignos en jornadas laborales de ocho horas, para dedicar más tiempo a la familia. A cambio, nos comprometemos a no seguir descuidando los valores, el amor y la formación de nuestros hijos en todos los aspectos y a seguir participando, tanto como nos sea posible, en iniciativas de bien común, de cohesión y diálogo social".

Elena Verdero comenta: “Los índices de población que se ve obligada a emigrar a otras tierras en busca de un futuro mejor, dejan en evidencia que las condiciones de vida que ofrece el sistema interno de México, no es lo suficientemente bueno como para garantizar una vida digna a sus ciudadanos. Hay que cambiar la mentalidad de  los empresarios  que tienen en sus manos  el poder de la gestión del dinero. El camino para lograr el cambio que buscamos es a través de la educación en valores morales  y en este punto, luchar por proteger la unidad de las familias como pilar básico de toda sociedad, resulta fundamental".

 Papa Francisco: «¿En qué cultura queremos ver nacer a los que nos seguirán? ¿Qué atmósfera van a respirar?».

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