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Sumario del 18/06/2016

Pedro en diálogo con las culturas

Hacia el encuentro

Para el mundo

Pedro en diálogo con las culturas



Convertirse significa cambiar de rumbo para volver de nuevo a Dios. Audiencia Jubilar del Papa

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(RV).- En la catequesis jubilar del sábado 18 de junio el Papa Francisco se refirió a dos aspectos que califican la misericordia de Dios: el perdón de los pecados y la conversión. A partir del capítulo 24 del Evangelio según san Lucas, que narra una de las apariciones del Señor, que sienta las bases de la predicación, el pontífice explicó con exactitud la dimensión profunda de la conversión: "Queridos hermanos y hermanas, Jesús se manifestó después de su resurrección varias veces a sus discípulos y les indicó que la predicación se debía centrar en el “perdón de los pecados” y en la “conversión” -dijo hablando en español. Esta última, la conversión, está presente en toda la Sagrada Escritura. Para los profetas, convertirse significa cambiar de rumbo para volver de nuevo a Dios. También Jesús predicó la conversión y lo hacía desde la cercanía con los pecadores y necesitados; de ese modo les manifestaba el amor de Dios. Todos se sentían amados por el Padre a través de él y llamados a cambiar vida".

En la catequesis que impartió en italiano, el Santo Padre precisó que Jesús hizo de la conversión la primera palabra de su predicación (cfr. Mc 1,15), y explicó que respecto a la predicación de los profetas, Cristo insiste en la dimensión interior de la conversión, en la cual toda la persona está involucrada, con corazón y mente, para volverse una persona nueva. "La auténtica conversión -señaló - se produce cuando experimentamos en nosotros el amor de Dios y acogemos el don de su misericordia; y un signo claro de que la conversión es auténtica es cuando caemos en la cuenta de las necesidades del prójimo y salimos a su encuentro para ayudarle".

No faltó en esta Audiencia Jubilar un ejemplo concreto para plasmar el concepto de conversión. En efecto, hablando en italiano, Francisco se refirió a las veces que sentimos la exigencia de un cambio que involucre toda nuestra persona: "Cuántas veces decimos 'tengo que cambiar, no puedo seguir así', 'mi vida por este camino no dará frutos' [...] Mientras que "Jesús, a nuestro lado, con la mano extendida nos dice 'Ven, ven conmigo. Yo haré el trabajo, yo te cambiaré el corazón, te cambiaré la vida'".

Finalizando la alocución en italiano, el Obispo de Roma exhortó a abrir la puerta de nuestro corazón al Señor, para recibir el don de su misericordia, porque "es Él quien, con el Espíritu Santo, siembra en nosotros la inquietud para cambiar de vida y ser un poco mejores". "No pongamos resistencia", insistió, "abrámosle la puerta y Él hará todo el resto". 

“Que el Señor Jesús – concluyó- nos conceda la gracia de la auténtica conversión de nuestra vida. Si nos abrimos a la misericordia de Dios, encontraremos la verdadera alegría del corazón. Muchas gracias”.

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

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Es necesario desnaturalizar la miseria, el Papa al Programa Mundial de Alimentos

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(RV).-  Tal como estaba previsto, la mañana del segundo lunes de junio el Santo Padre Francisco realizó una visita a la sede del Programa Mundial de Alimentos (PAM). En su primer discurso ante los participantes en la Sesión anual de la Junta Ejecutiva del PAM, el Obispo de Roma afirmó que “no podemos naturalizar el hambre de tantos; no nos está permitido decir que su situación es fruto de un destino ciego frente al que nada podemos hacer”. Porque cuando la miseria deja de tener rostro, podemos caer en la tentación de empezar a hablar y discutir sobre “el hambre”, “la alimentación”, “la violencia” dejando de lado al sujeto concreto, real, que hoy sigue golpeando a nuestras puertas.

“Cuando faltan los rostros y las historias – afirmó asimismo el Pontífice  – las vidas comienzan a convertirse en cifras, y así paulatinamente corremos el riesgo de burocratizar el dolor ajeno. Las burocracias mueven expedientes; la compasión, en cambio, se juega por las personas.

El Papa recordó que nos encontramos ante un extraño y paradójico fenómeno: mientras las ayudas y los planes de desarrollo se ven obstaculizados por intrincadas e incomprensibles decisiones políticas, por sesgadas visiones ideológicas o por infranqueables barreras aduaneras, las armas no; no importa la proveniencia, circulan con una libertad jactanciosa y casi absoluta en tantas partes del mundo. Y de este modo – explicó – son las guerras las que se nutren y no las personas. Y mientras las víctimas se multiplican, el Santo Padre dijo que aunque somos plenamente conscientes de ello”, “dejamos que nuestra conciencia se anestesie y así la volvemos insensible”.

Al destacar que el Programa Mundial de Alimentos con su trayectoria y actividad demuestra que es posible coordinar conocimientos científicos, decisiones técnicas y acciones prácticas con esfuerzos destinados a recabar recursos y distribuirlos ecuánimemente, Francisco los animó a no dejarse “vencer por el cansancio”, y les dijo que no permitan que las dificultades los retraigan. Sino que crean en lo que hacen y “continúen poniendo entusiasmo en ello, que es la forma en que la semilla de la generosidad germine con fuerza”.

En cuanto a la Iglesia Católica, el Papa recordó que siendo fiel a su misión, quiere trabajar mancomunadamente con todas las iniciativas que luchen por salvaguardar la dignidad de las personas, especialmente de aquellas en las que están vulnerados sus derechos. Y para hacer realidad esta urgente prioridad de “hambre cero”, el Santo Padre les aseguró todo su apoyo y respaldo a fin de favorecer los esfuerzos encaminados, a la vez que se despidió pidiendo que Dios Omnipotente sostenga con su bendición el trabajo de sus manos.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

Texto y audio del primer discurso del Papa Francisco a la Sesión anual de la Junta Ejecutiva del PAM: 

Señoras y Señores:

Agradezco a la Directora Ejecutiva, Señora Ertharin Cousin, la invitación que me cursó para que inaugurara la Sesión Anual 2016 de la Junta Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, así como las palabras de bienvenida que me ha dirigido. Asimismo mi saludo para la Embajadora Stephanie Hochstetter Skinner-Klée, Presidenta de esta importante asamblea, que congrega a los Representantes de diversos gobiernos llamados a emprender iniciativas concretas para la lucha contra el hambre. Y al saludar a todos ustedes aquí reunidos, agradezco tantos esfuerzos y compromisos con una causa que no puede no interpelarnos: la lucha contra el hambre que padecen muchos de nuestros hermanos.

Hace unos momentos he rezado ante el “Muro de la memoria”, testigo del sacrificio que realizaron los miembros de este Organismo, entregando su vida para que, incluso en medio de complejas vicisitudes, los hambrientos no carecieran de pan. Memoria que hemos de conservar para seguir luchando, con el mismo vigor, por el tan ansiado objetivo  de “hambre cero”. Esos nombres grabados a la entrada de esta Casa son un signo elocuente de que el PAM, lejos de ser una estructura anónima y formal, constituye un valioso instrumento de la comunidad internacional para emprender actividades cada vez más vigorosas y eficaces. La credibilidad de una Institución no se fundamenta en sus declaraciones, sino en las acciones realizadas por sus miembros. Se fundamenta en sus testigos.

Por vivir en un mundo interconectado e hípercomunicado, las distancias geográficas parecen achicarse. Tenemos la posibilidad de tomar contacto casi en simultáneo con lo que está aconteciendo en la otra parte del planeta. Por medio de las tecnologías de la comunicación, nos acercamos a tantas situaciones dolorosas que pueden ayudar (y han ayudado) a movilizar gestos de compasión y solidaridad. Aunque, paradójicamente hablando, esta aparente cercanía creada por la información, cada día parece agrietarse más. La excesiva información con la que contamos va generando paulatinamente – perdónenme el neologismo – la “naturalización” de la miseria. Es decir, poco a poco, nos volvemos inmunes a las tragedias ajenas y las evaluamos como algo “natural”. Son tantas las imágenes que nos invaden que vemos el dolor, pero no lo tocamos; sentimos el llanto, pero no lo consolamos; vemos la sed pero no la saciamos. De esta manera, muchas vidas se vuelven parte de una noticia que en poco tiempo será cambiada por otra. Y mientras cambian las noticias, el dolor, el hambre y la sed no cambian, permanecen. Tal tendencia – o tentación – nos exige hoy un paso más y, a su vez, revela el papel fundamental que Instituciones como la vuestra tienen para el escenario global. Hoy no podemos darnos por satisfechos con sólo conocer la situación de muchos hermanos nuestros. Las estadísticas no sacian. No basta elaborar largas reflexiones o sumergirnos en interminables discusiones sobre las mismas, repitiendo incesantemente tópicos ya por todos conocidos. Es necesario “desnaturalizar” la miseria y dejar de asumirla como un dato más de la realidad. ¿Por qué? Porque la miseria tiene rostro. Tiene rostro de niño, tiene rostro de familia, tiene rostro de jóvenes y ancianos. Tiene rostro en la falta de posibilidades y de trabajo de muchas personas, tiene rostro de migraciones forzadas, casas vacías o destruidas. No podemos “naturalizar” el hambre de tantos; no nos está permitido decir que su situación es fruto de un destino ciego frente al que nada podemos hacer. Y Cuando la miseria deja de tener rostro, podemos caer en la tentación de empezar a hablar y discutir sobre “el hambre”, “la alimentación”, “la violencia” dejando de lado al sujeto concreto, real, que hoy sigue golpeando a nuestras puertas. Cuando faltan los rostros y las historias, las vidas comienzan a convertirse en cifras,  y así paulatinamente corremos el riesgo de burocratizar el dolor ajeno. Las burocracias mueven expedientes; la compasión – no la lástima, la compasión, el ‘padecer-con’– en cambio, se juega por las personas. Y creo que en esto tenemos mucho trabajo que realizar. Conjuntamente con todas las acciones que ya se realizan, es necesario trabajar para “desnaturalizar” y desburocratizar la miseria y el hambre de nuestros hermanos. Esto nos exige una intervención a distintas escalas y niveles donde sea colocado como objetivo de nuestros esfuerzos la persona concreta que sufre y tiene hambre, pero que también encierra un inmenso caudal de energías y potencialidades que debemos ayudar a concretar.

  1. “Desnaturalizar” la miseria

Cuando estuve en la FAO, con motivo de la II Conferencia Internacional sobre Nutrición, les decía que una de las incoherencias fuertes que estábamos invitados a asumir era el hecho de que existiendo comida para todos, «no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos» (Discurso a la Plenaria de la Conferencia [20 noviembre 2014], 3).

Dejémoslo claro, la falta de alimentos no es algo natural, no es un dato ni obvio, ni evidente. Que hoy en pleno siglo XXI muchas personas sufran este flagelo, se debe a una egoísta y mala distribución de recursos, a una “mercantilización” de los alimentos. La tierra, maltratada y explotada, en muchas partes del mundo nos sigue dando sus frutos, nos sigue brindando lo mejor de sí misma; los rostros hambrientos nos recuerdan que hemos desvirtuado sus fines. Un don, que tiene finalidad universal, lo hemos convertido en privilegio de unos pocos. Hemos hecho de los frutos de la tierra – don para la humanidad – commodities de algunos, generando, de esta manera, exclusión. El consumismo – en el que nuestras sociedades se ven insertas – nos ha inducido a acostumbrarnos a lo superfluo y al desperdicio cotidiano de alimento, al cual a veces ya no somos capaces de dar el justo valor, que va más allá de los meros parámetros económicos. Pero nos hará bien recordar que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, del que tiene hambre. Esta realidad nos pide reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados (cf. Catequesis [5 junio 2013]: L’O.R., ed. sem. en lengua española, 7 junio 2013, p. 12).

  1. "Desburocratizar" el hambre

Debemos decirlo con sinceridad: hay temas que están burocratizados. Hay acciones que están “encajonadas”. La inestabilidad mundial que vivimos es sabida por todos. Últimamente las guerras y las amenazas de conflictos es lo que predomina en nuestros intereses y debates. Y así, ante la diversa gama de conflictos existentes, parece que las armas han alcanzado una preponderancia inusitada, de tal forma que han arrinconado totalmente otras maneras de solucionar las cuestiones en pugna. Esta preferencia está ya de tal modo radicada y asumida que impide la distribución de alimentos en zona de guerra, llegando incluso a la violación de los principios y directrices más básicos del derecho internacional, cuya vigencia se retrotrae a muchos siglos atrás. Nos encontramos así ante un extraño y paradójico fenómeno: mientras las ayudas y los planes de desarrollo se ven obstaculizados por intrincadas e incomprensibles decisiones políticas, por sesgadas visiones ideológicas o por infranqueables barreras aduaneras, las armas no; no importa la proveniencia, circulan con una libertad – perdonen el adjetivo – jactanciosa y casi absoluta en tantas partes del mundo. Y de este modo, son las guerras las que se nutren y no las personas. En algunos casos la misma hambre se utiliza como arma de guerra. Y las víctimas se multiplican, porque el número de la gente que muere de hambre y agotamiento se añade al de los combatientes que mueren en el campo de batalla y al de tantos civiles caídos en la contienda y en los atentados. Somos plenamente conscientes de ello, pero dejamos que nuestra conciencia se anestesie y así la volvemos insensible. Quizás con palabras que justifican: “y bueno, no se puede con tanta tragedia”. Es la anestesia más a mano. De tal modo, la fuerza se convierte en nuestro único modo de actuar y el poder en el objetivo perentorio a alcanzar. Las poblaciones más débiles no sólo sufren los conflictos bélicos sino que, a su vez, ven frenados todo tipo de ayuda. Por esto urge desburocratizar todo aquello que impide que los planes de ayuda humanitaria cumplan sus objetivos. En eso ustedes tienen un papel fundamental, ya que necesitamos verdaderos héroes capaces de abrir caminos, tender puentes, agilizar trámites que pongan el acento en el rostro del que sufre. A esta meta han de ir orientadas igualmente las iniciativas de la comunidad internacional.

No es cuestión de armonizar intereses que siguen encadenados a visiones nacionales centrípetas o a egoísmos inconfesables. Más bien se trata de que los Estados miembros incrementen decisivamente su real voluntad de cooperar con estos fines. Por esta razón, qué importante sería que la voluntad política de todos los países miembros consienta e incremente decisivamente su real voluntad de cooperar con el Programa Mundial de Alimentos para que este, no solamente pueda responder a las urgencias, sino que pueda realizar proyectos sólidamente consistentes y promover programas de desarrollo a largo plazo, según las peticiones de cada uno de los gobiernos y de acuerdo a las necesidades de los pueblos.

El Programa Mundial de Alimentos con su trayectoria y actividad demuestra que es posible coordinar conocimientos científicos, decisiones técnicas y acciones prácticas con esfuerzos destinados a recabar recursos y distribuirlos ecuanimemente, es decir, respetando las exigencias de quien los recibe y la voluntad del donante. Este método, en las áreas más deprimidas y pobres, puede y debe garantizar el adecuado desarrollo de las capacidades locales y eliminar paulatinamente la dependencia exterior, a la vez que consiente reducir la pérdida de alimentos, de modo que nada se desperdicie. En una palabra, el PAM es un valioso ejemplo de cómo se puede trabajar en todo el mundo para erradicar el hambre a través de una mejor asignación de los recursos humanos y materiales, fortaleciendo la comunidad local. A este respecto, los animo a seguir adelante. No se dejen vencer por el cansancio, que es mucho, ni permitan que las dificultades los retraigan. Crean en lo que hacen y continúen poniendo entusiasmo en ello, que es la forma en que la semilla de la generosidad germine con fuerza. Dense el lujo de soñar. Necesitamos soñadores que impulsen estos proyectos.

La Iglesia Católica, fiel a su misión, quiere trabajar mancomunadamente con todas las iniciativas que luchen por salvaguardar la dignidad de las personas, especialmente de aquellas en las que están vulnerados sus derechos. Para hacer realidad esta urgente prioridad de “hambre cero”, les aseguro todo nuestro apoyo y respaldo a fin de favorecer todos los esfuerzos encaminados.

“Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber”. En estas palabras se halla una de las máximas del cristianismo. Una expresión que, más allá de los credos y las convicciones, podría ser ofrecida como regla de oro para nuestros pueblos. Un pueblo se juega su futuro en la capacidad que tenga para asumir el hambre y la sed de sus hermanos. Y así como un pueblo, así también la humanidad. La humanidad se juega su futuro en la capacidad que tenga para asumir el hambre y la sed de sus hermanos. En esta capacidad de socorrer al hambriento y al sediento podemos medir el pulso de nuestra humanidad. Por eso, deseo que la lucha para erradicar el hambre y la sed de nuestros hermanos y con nuestros hermanos siga interpelándonos, que no nos deje dormir y nos haga soñar, las dos cosas. Que nos interpele a fin de buscar creativamente soluciones de cambio y de transformación. Y que Dios Omnipotente sostenga con su bendición el trabajo de vuestras manos. Muchas gracias.

 

 

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“Viernes de la misericordia”: el Papa visita sacerdotes ancianos y enfermos

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(RV).- El Papa Francisco ha realizado nuevamente la iniciativa jubilar “viernes de la misericordia” en esta oportunidad dedicando su atención a los sacerdotes, visitando la comunidad “Monte Tabor” que acoge sacerdotes con diversas dificultades, y “Casa San Gaetano” que atiende a los sacerdotes ancianos de la Diócesis de Roma.

El Santo Padre ha querido manifestar su cercanía  a los sacerdotes que no han podido participar físicamente del Jubileo de los Sacerdotes, realizado recientemente en Roma, pero “siempre están presentes en el corazón y en la oración del Papa”, dice el comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

La primera comunidad que visitó el Papa, la tarde del viernes, fue “Monte Tabor” donde se encuentran ocho sacerdotes provenientes de diversas diócesis que padecen de diversos malestares. El Papa les ha escuchado y ha participado junto a ellos de un momento de oración en la Capilla de la institución.  

Luego el Papa Francisco visitó a los sacerdotes ancianos de Roma en la “Casa San Gaetano” que acoge 21 sacerdotes, entre diocesanos y religiosos, algunos de ellos en grave estado de salud. El Santo Padre con esta visita ha querido manifestar a cada uno su afecto “rico de consolación, dando una vez más ejemplo eficaz de misericordia”.

Es el sexto signo de misericordia realizado por el Papa en el marco del Jubileo de la Misericordia: en enero visitó una casa de reposo de ancianos, y enfermos en estado vegetativo; en febrero una comunidad de toxicodependientes; en marzo un centro de acogida de prófugos; en abril realizó la visita  a los prófugos y migrantes en la isla de Lesbos; y en mayo visitó  un centro de atención a personas con discapacidades mentales.

 

Johan Pacheco para RADIO VATICANA.

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Hacia el encuentro



Comienza en Argentina el XIº Congreso Eucarístico Nacional, bajo el lema “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos”

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(RV).- Comienza en la ciudad norteña de San Miguel de Tucumán, en Argentina, el XIº Congreso Eucarístico Nacional, bajo el lema “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos”. El encuentro, que se desarrollará del 16 al 19 de junio, contará con la presencia de todas las diócesis del país y será la ocasión para celebrar como Iglesia el Bicentenario de la Independencia Nacional en el marco del Año Santo de la Misericordia.

Para la ocasión el Santo Padre ha designado su enviado especial al cardenal Giovanni Battista Re, Prefecto emérito de la Congregación para los Obispos y Presidente emérito de la Pontificia Comisión para América Latina. Entre congresistas y peregrinos el encuentro reunirá alrededor de 40 mil personas y 130 obispos, argentinos y latinoamericanos.

“El lema del congreso ‘Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos’ está vinculado al Bicentenario de la Independencia Nacional argentina, que se realizó en esta ‘Patria chica’ que es Tucumán”, explica ante los micrófonos de Radio Vaticano, el padre Marcelo Barrionuevo, párroco de la catedral de San Miguel de Tucumán, Vicario Episcopal de Fe y Cultura y encargado de la Secretaría General del Congreso.  El tema del Congreso ‘Jesucristo Pan de Vida y Comunión para nuestro pueblo’ – continúa el padre Barrionuevo –  quiere simbolizar, de manera especial, el compromiso de la Iglesia con la historia de su pueblo y, a la vez, ser un signo evangelizador para seguir misionando como Iglesia y seguir estando con todos y cada uno”.

“En las áreas temáticas del encuentro participan alrededor de 20.000 congresistas, el cuarenta por ciento de los cuales son jóvenes – denota – con una idea de compromiso con la sociedad y con el momento presente que le toca vivir al país”.

“Es un congreso con un clara característica latinoamericana - agrega el también párroco de la catedral de San Miguel de Tucumán - ya que en él participan obispos de diversos países de este continente, además de españoles e italianos, lo cual es para nosotros una gran alegría”.

El padre Barrionuevo explica asimismo las cuatro ‘líneas inspiradoras’ del congreso: “la primera, la naturaleza de un Congreso Eucarístico, lo que ello supone y significa para la Iglesia. En segundo lugar, los doscientos años de la Independencia argentina, para marcar la presencia histórica de la fe. En tercer lugar, el 'telón de fondo', el Jubileo de la Misericordia, como signo y gestos que se van a ir marcando. Y por último, para nosotros argentinos, el hecho de tener un Papa argentino, que marca la presencia del Congreso Eucarístico con su persona”.

Las actividades del XI Congreso Eucarístico Nacional argentino se iniciarán por la tarde con la apertura oficial y la misa en el predio del Hipódromo de Tucumán, donde tendrán lugar las celebraciones masivas.

(MCM – RV)

 

 

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¿Quién es Jesús?

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REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz 

En el capítulo 9 de san Lucas, Jesús, a solas con sus discípulos les pregunta: “¿Quién dicen ustedes que soy?”

Pedro, tomando la palabra responde: “Tu eres el Mesías de Dios”. Y el pescador de Galilea acierta, porque después Jesús les pide que no se lo digan a nadie todavía. Mesías en hebreo significa “ungido”, lo mismo que Cristo, en griego.

Algunos discípulos, como Pedro, abren el corazón a la fe. Pero la fe es un proceso largo de conocimiento del Jesús real y verdadero, así como es y no como vos y yo lo imaginamos o quisiéramos que sea. Por eso, Jesús avanza un poco más y les advierte que no es un superhéroe que vence el mal y la muerte sin trabajo, dolor, sufrimiento, humillaciones y sacrificio. Por eso les explica: “El Hijo del hombre, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.

¿Quién es Jesús para vos? Si tu respuesta y mi respuesta es la misma de Pedro pescador, implica que los que siguen a Jesús deben hacer su mismo camino. Por eso Jesús dice a todos en el mismo Evangelio: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará”.

La fe de Pedro es un don de Dios. Por eso podemos pedirle al Padre Dios por intercesión de Jesús y de Pedro pescador que nos aumente la fe. Pedro primero lo negó por miedo al sufrimiento, a las humillaciones y a la muerte. Pero después se entregó a la muerte en cruz. 

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Para el mundo



"Somos un pueblo que camina". El Año de la Misericordia en el Mundo

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(RV).- "Todos unidos en comunidad de fe". La riqueza que el pueblo latinoamericano aporta a la Iglesia Católica de los Estados Unidos, es tema central en la entrevista que Genry Batista de Radio Inmaculada de Newark, Estados Unidos, realiza al padre Rafael Carballo, párroco de la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Atlanta.

Comentando un evento que tuvo lugar el pasado mes de mayo, el padre Rafael destaca la importancia de "dejar que surjan ideas nuevas para que el Espíritu se manifieste", como la de "salir del templo el domingo para celebrar la Santa Misa en un coliseo". Eventos que reflejan el impulso dado por este año de la misericordia y que es también una respuesta al llamado del Papa Francisco a 'hacer lío'.

Además, el párroco puertorriqueño destaca un punto plan pastoral de su diócesis, acerca del desarrollo de las parroquias, en el que se invita a que "se vea la unidad de la fe católica dentro de la diversidad", la cual "va mucho más allá del idioma, o del color de la piel".

En una comunidad parroquial que cubre dos condados y nueve municipios, y en la cual "hay gente que debe manejar hasta cuarenta minutos para llegar a misa", la novedad es "hacer algo distinto en nombre del Señor Jesús", para dar, de este modo, "la oportunidad para que Espíritu se manifieste". 

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

 

 

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«¿Somos constructores o destructores de la Paz?», la voz de nuestra audiencia

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«TU COMENTARIO AYUDA, Tu opinión cuenta»

(RV).- «La unión hace a la fuerza» es mucho más que un simple refrán popular. El trabajo en equipo movido por el fin de alcanzar una meta que beneficie a todos y promueva la igualdad, es la clave para que un sistema social sea capaz de vencer los obstáculos del camino y avanzar hacia el pregreso colectivo. La cuestión es que la realidad de nuestros tiempos nos muestra que el el concepto de igualdad social no siempre se respeta y que la idea de lograr un "beneficio equitativo para todas las personas", es más teórica que práctica.

En este contexto, recordamos las palabras del Papa Francisco, pronunciadas en el encuentro que tuvo con miles de jóvenes reunidos en el centro cultural Padre Félix Varela, de La Habana, durante su visita Apostólica a Cuba en septiembre de 2015. «Buscar el bien común. Eso se llama amistad social. La enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra. Porque son incapaces de sentarse y hablar. Bueno, negociemos... ¿qué podemos hacer en común?, pero no matemos más gente». 

Buscar aquello que tenemos en común con el prójimo, fomentar la Cultura del Encuentro, construir puentes entre las personas y nunca muros, son algunos de los llamamientos proclamados por el Santo Padre con el objetivo de que reine la Paz entre los pueblos de la Tierra. Los oyentes de Radio Vaticana se unen a este llamamiento y alzan sus voces pidiendo para que la Paz triunfe sobre la violencia y el mal en el mundo. Escuchemos:  

 

«Cuando hay división, hay muerte. Hay muerte en el alma, porque estamos matando la capacidad de unir. Estamos matando la amistad social. Y eso es lo que yo les pido a ustedes hoy: sean capaces de crear la amistad social», fue la petición final del Papa. 

Es un hecho cierto, que la sociedad global crea enemistades entre sus individuos a base de cultivar en ellos sentimientos tóxicos como la envidia, el egoísmo, la autosuficiencia y la avaricia. Desde que se es pequeño, este sistema inculca la superioridad de unos sobre otros, el poder de los influyentes sobre los marginados, la opresión de los ricos sobre la fragilidad de los pobres. Y en medio de todo este entramado social, las rivalidades entre los seres humanos van creciendo tanto que desencadenan esa peligrosa «enemistad social» a la que hace referencia el Obispo de Roma. Fruto de ello, hoy encontramos un patético panorama de conflictos bélicos, pobreza, corrupción política e injusticia social. 

Por eso, en este programa de interactividad en el que buscamos dialogar con nuestra audiencia, les proponemos hacer una reflexión a nivel personal, preguntándonos si en realidad... ¿somos constructores o destructores de la Paz?, pues no sólo los Gobiernos y las altas esferas del poder son los responsables de que no reine la Paz en el mundo. También nosotros constribuímos con muchos de nuestros actos a que crezca, aún más, esa enemistad social entre las personas.

Agradecemos cada uno de los mensajes que recibimos en nuestra página de Facebook, en Twitter y en nuestro nuevo servicio de WhatsApp al teléfono (0039) 347 225 0785, en el que pueden enviarnos saludos, reflexiones e intenciones de oración. También los invitamos a que visiten nuestra cuenta en Pinterest, la red social para compartir imágenes. Gracias por interactuar con la Radio del Papa.

(SL-RV)

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