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Sumario del 31/07/2016

Pedro en diálogo con las culturas

Hacia el encuentro

Para el mundo

Pedro en diálogo con las culturas



Papa Francisco: de Cracovia a la JMJ de Panamá 2019, testimonios de la Misericordia

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Misionando en el mundo la alegría del Evangelio, con la ayuda de la Madre de Dios y de Juan Pablo II 

(RV).- «La Providencia de Dios siempre nos precede. Piensen que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985. Y por eso les anuncio con alegría que ¡la próxima Jornada Mundial de la Juventud — después de las dos de ámbito diocesano— será en 2019,  en Panamá!

Invito a los Obispos de Panamá a acercarse para dar la bendición conmigo.

Con la intercesión de María, invocamos el Espíritu Santo para que ilumine y sostenga el camino de los jóvenes en la Iglesia y en el mundo, para que sean discípulos y testigos de la Misericordia de Dios».

Anunciando con estas palabras y con gran alegría la próxima cita para la Jornada Mundial de la Juventud -  la XXXII JMJ de Panamá 2019  - el Papa Francisco introdujo el rezo del Ángelus y culminó la JMJ de Cracovia 2016, que coincidió con el Jubileo de la Misericordia.

Y con su acción de gracias a Dios por los días vividos, experimentando la «belleza de la fraternidad universal en Cristo», el Papa agradeció también a los jóvenes que «llenaron Cracovia con el entusiasmo contagioso de su fe». Y aseguró que «San Juan Pablo II ha disfrutado desde el cielo y los ayudará a llevar por todo el mundo la alegría del Evangelio».

Indicando la imagen, colocada junto al altar, de la Virgen María venerada por Juan Pablo II en el santuario de Calvaria, el Papa Francisco alentó a los jóvenes del mundo a escuchar lo que ella dice, para que la experiencia vivida en Polonia – «la oxigenación espiritual» -  sea fecunda y testimonien a Cristo en sus hogares, parroquias, asociaciones, ambientes de estudio, de trabajo, de servicio y de ocio, caminando en la Misericordia.

(CdM – RV)

Voz y texto completo de las palabras del Papa Francisco:

 

Queridos hermanos y hermanas

Al final de esta celebración, deseo unirme a todos ustedes en el agradecimiento a Dios, Padre de infinita misericordia, porque nos ha concedido vivir esta Jornada Mundial de la Juventud. Doy las gracias al Cardenal Dziwisz y al Cardenal Ryłko – infatigable trabajador para esta jornada – y también por las oraciones con las cuales han preparado este evento; y doy las gracias a todos aquellos que han colaborado para su buen desarrollo. Y un inmenso «gracias» a ustedes, queridos jóvenes. Han llenado Cracovia con el entusiasmo contagioso de su fe. San Juan Pablo II ha disfrutado desde el cielo, y los ayudará a llevar por todo el mundo la alegría del Evangelio.

En estos días hemos experimentado la belleza de la fraternidad universal en Cristo, centro y esperanza de nuestra vida. Hemos escuchado su voz, la voz del Buen Pastor, vivo en medio de nosotros. Él ha hablado al corazón de cada uno de ustedes: los ha renovado con su amor, les ha hecho sentir la luz de su perdón, la fuerza de su gracia. Les ha hecho experimentar la realidad de la oración. Ha sido una «oxigenación» espiritual para que puedan vivir y caminar en la misericordia una vez que hayan regresado a sus países y a sus comunidades.

Aquí, junto al altar, hay una imagen de la Virgen María venerada por Juan Pablo II en el santuario de Calvaria. Ella, nuestra Madre, nos enseña cómo la experiencia vivida aquí en Polonia puede ser fecunda; nos dice que hagamos como ella: no desperdiciar el don recibido, sino custodiarlo en el corazón, para que germine y dé fruto, con la acción del Espíritu Santo. De este modo, cada uno de ustedes, con sus limitaciones y fragilidades, podrá ser testigo de Cristo allá donde vive, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones y en los grupos, en los ambientes de estudio, de trabajo, de servicio, de ocio, donde quiera que la providencia los guíe en su camino.

La Providencia de Dios siempre nos precede. Piensen que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985. Y por eso les anuncio con alegría que ¡la próxima Jornada Mundial de la Juventud —después de las dos de ámbito diocesano— será en 2019, en Panamá!

Invito a los Obispos de Panamá a acercarse para dar la bendición conmigo.

Con la intercesión de María, invocamos el Espíritu Santo para que ilumine y sostenga el camino de los jóvenes en la Iglesia y en el mundo, para que sean discípulos y testigos de la Misericordia de Dios.

Recitemos juntos ahora la oración del Ángelus

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Jesús quiere construir el futuro contigo. ¿Te animas? El Papa con los jóvenes en la Vigilia

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(RV). – "No vinimos a este mundo a vegetar", "no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir". Pero "es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella", y Jesús, "el Señor del riesgo, del siempre más allá", hoy nos llama, nos convoca, nos invita, a "cambiar el sofá por los botines, para jugar de titulares en la vida". Y "nuestra respuesta a este mundo en guerra se llama: fraternidad".

Son estos algunos de los conceptos que entregó el "Pedro de nuestros tiempos" a los jóvenes en la Vigilia de Oración, durante la Jornada Mundial de la Juventud Cracovia 2016, después de escuchar los testimonios de tres chicos provenientes de distintos países y diferentes realidades sociales. 

Un mensaje cargado de la energía de un Pontífice en sintonía con la juventud de hoy, que con la sabiduría de Padre y Pastor de la Iglesia universal llama a cada uno de los jóvenes del mundo a animarse a ir por los caminos de la vida siguiendo la "locura de nuestro Dios", ese Padre Misericordioso que "nos enseña a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo".

El Papa Francisco impulsó a los jóvenes a ir por los caminos de nuestro Dios que invita a cada uno a ser actores políticos, pensadores, movilizadores sociales, y que nos incita a pensar una economía más solidaria. En todos los ámbitos en los que ustedes se encuentren, - les dijo- ese amor de Dios nos invita llevar la Buena Nueva, haciendo de la propia vida un homenaje a Él y a los demás.

"Si tu no ponés lo mejor de ti, el mundo no será distinto" les advirtió asimismo el Pontífice. Y a la vez que afirmó que el mundo de hoy sólo acepta titulares en la cancha, no suplentes, les explicó que esto no se refiere sólo a algunos elegidos, sino a todo aquel que escuche el llamado de Dios, porque, dijo, "los elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los demás". "La historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro", y el Señor, quiere hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se transformen en signos de reconciliación, de comunión, de creación. Él quiere tus manos para seguir construyendo el mundo de hoy. "Él quiere construirlo contigo". "¿Te animas?".

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

A continuación, las palabras del Papa:  

Queridos jóvenes, ¡buenas tardes!

Es bueno estar aquí con ustedes en esta Vigilia de oración.

Al terminar su valiente y conmovedor testimonio, Rand nos pedía algo. Nos decía: «Les pido encarecidamente que recen por mi amado país». Una historia marcada por la guerra, el dolor, la pérdida, que finaliza con un pedido: el de la oración. Qué mejor que empezar nuestra vigilia rezando.

Venimos desde distintas partes del mundo, de continentes, países, lenguas, culturas, pueblos diferentes. Somos «hijos» de naciones, que quizá pueden estar enfrentadas luchando por diversos conflictos, o incluso estar en guerra. Otros venimos de países que pueden estar en «paz», que no tienen conflictos bélicos, donde muchas de las cosas dolorosas que suceden en el mundo sólo son parte de las noticias y de la prensa. Pero seamos conscientes de una realidad: para nosotros, hoy y aquí, provenientes de distintas partes del mundo, el dolor, la guerra que viven muchos jóvenes, deja de ser anónima, deja de ser una noticia de prensa, tiene nombre, tiene rostro, tiene historia, tiene cercanía. Hoy la guerra en Siria, es el dolor y el sufrimiento de tantas personas, de tantos jóvenes como el valiente Rand, que está aquí entre nosotros pidiéndonos que recemos por su amado país.

Existen situaciones que nos pueden resultar lejanas hasta que, de alguna manera, las tocamos. Hay realidades que no comprendemos porque sólo las vemos a través de una pantalla (del celular o de la computadora). Pero cuando tomamos contacto con la vida, con esas vidas concretas no ya mediatizadas por las pantallas, entonces nos pasa algo importante, todos sentimos la invitación a involucrarnos: «No más ciudades olvidadas», como dice Rand: ya nunca puede haber hermanos «rodeados de muerte y homicidios» sintiendo que nadie los va a ayudar. Queridos amigos, los invito a que juntos recemos por el sufrimiento de tantas víctimas fruto de la guerra, esta guerra que está hoy en el mundo, para que de una vez por todas podamos comprender que nada justifica la sangre de un hermano, que nada es más valioso que la persona que tenemos al lado. Y en este pedido de oración también quiero agradecerles a Natalia y a Miguel, porque ustedes también nos han compartido sus batallas, sus guerras interiores. Nos han mostrado sus luchas y cómo hicieron para superarlas. Ustedes son signo vivo de lo que la misericordia quiere hacer en nosotros.

Nosotros ahora no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir, no queremos insultar. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror. Nosotros hoy estamos aquí, porque el Señor nos ha convocado. Y nuestra respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia. Celebremos el venir de culturas diferentes y nos unimos para rezar. Que nuestra mejor palabra, que nuestro mejor discurso, sea unirnos en oración. Hagamos un momento de silencio y recemos; pongamos ante el Señor los testimonios de estos amigos, identifiquémonos con aquellos para quienes «la familia es un concepto inexistente, y la casa sólo un lugar donde dormir y comer», o con quienes viven con el miedo de creer que sus errores y pecados los han dejado definitivamente afuera. Pongamos también las «guerras» de ustedes, nuestras guerras, las luchas que cada uno trae consigo, dentro de su corazón, en presencia de nuestro Dios. Y por esto, por estar en familia, en hermandad, todos juntos, les invito a levantaros, a tomaros de la mano y a rezar en silencio. Todos.

[Silencio]

Mientras rezábamos, me venía la imagen de los Apóstoles el día de Pentecostés. Una escena que nos puede ayudar a comprender todo lo que Dios sueña hacer en nuestra vida, en nosotros y con nosotros. Aquel día, los discípulos estaban encerrados por miedo. Se sentían amenazados por un entorno que los perseguía, que los arrinconaba en una pequeña habitación, obligándolos a permanecer quietos y paralizados. El temor se había apoderado de ellos. En ese contexto, pasó algo espectacular, algo grandioso. Vino el Espíritu Santo y unas lenguas como de fuego se posaron sobre cada uno, impulsándolos a una aventura que jamás habrían soñado. La cosa cambia totalmente.

Hemos escuchado tres testimonios, hemos tocado, con nuestros corazones, sus historias, sus vidas. Hemos visto cómo ellos, al igual que los discípulos, han vivido momentos similares, han pasado momentos donde se llenaron de miedo, donde parecía que todo se derrumbaba. El miedo y la angustia que nace de saber que al salir de casa uno puede no volver a ver a los seres queridos, el miedo a no sentirse valorado ni querido, el miedo a no tener otra oportunidad. Ellos nos compartieron la misma experiencia que tuvieron los discípulos, han experimentado el miedo que sólo conduce a un lugar. ¿Dónde nos lleva el miedo? al encierro. Y cuando el miedo se acovacha en el encierro siempre va acompañado por su «hermana gemela»: la parálisis, sentirnos paralizados. Sentir que en este mundo, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades, no hay ya espacio para crecer, para soñar, para crear, para mirar horizontes, en definitiva para vivir, es de los peores males que se nos puede meter en la vida. Es más, en la juventud. La parálisis nos va haciendo perder el encanto de disfrutar del encuentro, de la amistad; el encanto de soñar juntos, de caminar con los demás. Nos aleja de los otros, nos impide apretar la mano. Como hemos visto, todos cerrados en aquellas pequeñas habitaciones de cristal.

Pero en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un «sofá/kanapa (canapé)». Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá/canapé. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá —como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos— que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora. Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos. La «sofá-felicidad», «kanapa-szczęście», es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, que más puede fastidiar la juventud. “Y por qué pasa esto Padre?” ya que poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados – antes de ayer hablaba de los jóvenes que van en pensión con 20 años; hoy hablo de los jóvenes adormentados, embobados, atontados- mientras otros —quizás los más vivos, pero no los más buenos— deciden el futuro por nosotros. Es cierto, para muchos es más fácil y beneficioso tener a jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; para muchos eso les resulta más conveniente que tener jóvenes despiertos, inquietos respondiendo al sueño de Dios y a todas las aspiraciones del corazón.

A ustedes les pregunto, quieren ser jóvenes adormentados, embobados  y atontados? (responden: noooo) ¿Quieren que otros decidan el futuro por ustedes? (responden: noooo) ¿quieren ser libres? (responden: siiii) ¿quieren ser despiertos? (responden: siiiii) ¿quieren luchar por su futuro? (responden: siiiii) No están muy convencidos, eh? ¿Quieren luchar por vuestro futuro? (gritan: siii).

Pero la verdad es otra: queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a «vegetar», a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. No somos libres de dejar una huella. Perdemos la libertad. Este es el precio. Y hay tante gente que quiere que los jóvenes no sean libres; hay tanta gente que no os quiere, que os quiere atontados, embobados, adormentados: pero nunca libres! No esto no. Tenemos que defender nuestra libertad.

Ahí está precisamente una gran parálisis, cuando comenzamos a pensar que felicidad es sinónimo de comodidad, que ser feliz es andar por la vida dormido o narcotizado, que la única manera de ser feliz es ir como atontado. Es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogas socialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos. Unas y otras nos despojan de nuestro mayor bien: la libertad. Nos quitan la libertad.

Amigos, Jesús es el Señor del riesgo, el Señor del siempre «más allá». Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia. Ir por los caminos siguiendo la «locura» de nuestro Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo. Ir por los caminos de nuestro Dios que nos invita a ser actores políticos, pensadores, movilizadores sociales. Que nos incita a pensar una economía más solidaria que esta. En todos los ámbitos en los que ustedes se encuentren, ese amor de Dios nos invita llevar la buena nueva, haciendo de la propia vida un homenaje a él y a los demás. Y esto significa tener coraje, esto significa ser libres.

Podrán decirme: «Padre pero eso no es para todos, sólo es para algunos elegidos». Sí, y estos elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los demás. De la misma manera que el Espíritu Santo transformó el corazón de los discípulos el día de Pentecostés, lo hizo también con nuestros amigos que compartieron sus testimonios. Uso tus palabras, Miguel, vos nos decías que el día que en la Facenda te encomendaron la responsabilidad de ayudar a que la casa funcionara mejor, ahí comenzaste a entender que Dios pedía algo de ti. Así comenzó la transformación.

Ese es el secreto, queridos amigos, que todos estamos llamados a experimentar. Dios espera algo de ti, ¿han entendido? Dios espera algo de ti. Dios quiere algo de ti, Dios te espera a ti. Dios viene a romper nuestras clausuras, viene a abrir las puertas de nuestras vidas, de nuestras visiones, de nuestras miradas. Dios viene a abrir todo aquello que te encierra. Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo con vos puede ser distinto. Eso sí, si vos no ponés lo mejor de vos, el mundo no será distinto. Es un reto.

El tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, młody-kanapa, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos. Este tiempo sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes. El mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia porque la vida es linda siempre y cuando querramos vivirla, siempre y cuando querramos dejar una huella. La historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro. ¡No! Nosotros tenemos que decidir nuestro futuro, vosotros el vuestro! El Señor, al igual que en Pentecostés, quiere realizar uno de los mayores milagros que podamos experimentar: hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se transformen en signos de reconciliación, de comunión, de creación. Él quiere tus manos para seguir construyendo el mundo de hoy. Él quiere construirlo con vos. Y tú, ¿qué respondes? ¿Qué respondes tú? ¿Sí o no? (responden: siiii)

Me dirás, Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer? Cuando el Señor nos llama no piensa en lo que somos, en lo que éramos, en lo que hemos hecho o de dejado de hacer. Al contrario: él, en ese momento que nos llama, está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de contagiar. Su apuesta siempre es al futuro, al mañana. Jesús te proyecta al horizonte. Nunca al museo.

Por eso, amigos, hoy Jesús te invita, te llama a dejar tu huella en la vida, una huella que marque la historia, que marque tu historia y la historia de tantos.

La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Hoy los adultos necesitamos de ustedes, ¡nosotros adultos! que nos enseñen –como hacen ahora ustedes hoy- a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza sino, como una oportunidad. Y ustedes son una oportunidad para el futuro. Tengan valentía para enseñarnos a nosotros que es más fácil construir puentes que levantar muros. Tenemos necesidad de aprender esto. Y todos juntos pidamos que nos exijan transitar por los caminos de la fraternidad. Que sean ustedes nuestros acusadores, si nosotros elegimos la vida de los muros, la vida de la enemistad, la via de la guerra.  Construir puentes: ¿Saben cuál es el primer puente a construir? Un puente que podemos realizarlo aquí y ahora: estrecharnos la mano, darnos la mano. Anímense, hagan ahora, hagan este puente humano, dense la mano, todos ustedes, es el puente primordial, es el puente humano, es el primero y el modelo. Siempre está el riesgo –lo dije el otro día- de continuar con la mano extendida. Pero en la vida se necesita arriesgas: quien no arriesga no gana. Con este puente sigamos adelante. Aquí este puente primordial: agarramos la mano. Gracias. Es el gran puente fraterno, y ojalá aprendan a hacerlo los grandes de este mundo... pero no para la fotografía, eh? Que se dan la mano y después piensan en otra cosa; sino para seguir construyendo puentes más y más grandes. Que éste puente humano sea semilla de tantos otros; será una huella.

Hoy Jesús, que es la vida, a ti, a ti, a ti, a ti, te llama a dejar tu huella en la historia. Él, que es la vida, te invita a dejar una huella que llene de vida tu historia y la de tantos otros. Él, que es la verdad, te invita a desandar los caminos del desencuentro, la división y el sinsentido. ¿Te animas? (responden siiii) ¿Qué responden ahora – yo lo quiero ver- tus manos y tus pies al Señor, que es camino, verdad y vida? ¿Te animas? Que el Señor bendiga tus sueños tus sueños. Gracias!

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“Misericordia quiero y no sacrificio”, el Papa en el Santuario de Faustina

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(RV).- Sábado 30 de junio. La cuarta y penúltima jornada del Papa Francisco en Cracovia se inició temprano por la mañana con la visita que realizó al convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en Lagiewniki, deteniéndose en oración con las religiosas en la Capilla de Santa Faustina. Este lugar fue construido durante el pontificado de Juan Pablo II alrededor  del convento de sor Faustina Kowalska, la mística de la “Divina Misericordia”  tan querida por el papa polaco que, recordamos, la beatificó y canonizó. En los terrenos de este santuario estaba la fábrica de soda Solvay donde trabajó un joven obrero llamado Karol Wojtyla durante la Segunda Guerra Mundial. “Misericordia quiero y no sacrificio”. Fue lo que escribió Francisco en el libro de honor recordando aquel pasaje de San Mateo, dejando la capilla para dirigirse luego al Santuario antes de presidir la Santa Misa con los sacerdotes, religiosas, religiosos, consagrados y seminaristas, rodeado de los cientos de miles de chicos y chicas de la Jornada Mundial de la Juventud. Momentos previos a la celebración el Santo Padre atravesó la Puerta de la Divina Misericordia y presidió el Rito de la Reconciliación confesando a cinco muchachos de lengua italiana francesa y española.

Palabras en español del Papa antes de atravesar la Puerta de la Divina Misericordia

 

(RC-RV)

 

 

 

 

 

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Multipliquemos las obras de la cultura de la acogida, invitó Francisco en el Hospital pediátrico de Prokocim

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(RV).- “Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo”, “abrazarlos uno a uno”, “y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que  no existen respuestas inmediatas. Y rezar ”: fue el deseo expresado por el Papa Francisco en el Hospital Pediátrico Universitario de Prokocim, en su tercer día de visita a Polonia. Otra “etapa de misericordia” en una jornada marcada por el dolor, la compasión y la oración silenciosa del Pontífice, que por la mañana, visitó los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau. 

Una cita con los pequeños ingresados en este hospital, el más grande del sur de Polonia, que “no podía faltar” en su visita a Cracovia, como dijo el mismo Pontífice al iniciar el breve discurso que dirigió ante los 50 pequeños enfermos con sus familias, que junto al personal del hospital, compartieron con él este encuentro.

En las palabras del Papa la referencia a las repetidas ocasiones en que, en el Evangelio, el Señor Jesús encuentra a enfermos: “siempre se fija en ellos – dijo -, los mira como una madre mira al hijo que no está bien, siente vibrar dentro de ella la compasión”.

"¡Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús, con el silencio, con una caricia, con la oración!, exclamó el Papa, constatando que, por desgracia, las principales víctimas de la cultura del descarte que “contamina” la sociedad de hoy son, precisamente, “las personas más débiles”. Y "esto es una crueldad". De ahí su agradecimiento por el “signo de amor” que ofrecen en este hospital, que “es el signo de la verdadera civilización, humana y cristiana” ya que pone “en el centro de la atención social y política a las personas más desfavorecidas”.

Y “desde este lugar, donde se ve el amor concreto” salió la invitación del Pontífice a “multiplicar las obras de la cultura de la acogida, obras animadas por el amor cristiano, el amor a Jesús crucificado”, “porque servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda, nos hace crecer a todos en humanidad“.

Finalmente el aliento de Francisco a los operadores sanitarios "que han hecho de la visita a los enfermos una opción de vida personal” para que “el Señor los ayude a realizar bien su trabajo, en este como en cualquier otro hospital del mundo”.

(María Cecilia Mutual - RV)

Texto completo de las palabras del Papa 

Queridos hermanos y hermanas:

No podía faltar, en esta mi visita a Cracovia, el encuentro con los pequeños ingresados en este hospital. Los saludo a todos y agradezco de corazón al Primer Ministro las amables palabras que me ha dirigido. Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno, escuchar por un momento a cada uno de vosotros y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezar.

El Evangelio nos muestra en repetidas ocasiones al Señor Jesús que encuentra a enfermos, los acoge, y también que va con gusto a encontrarlos. Él siempre se fija en ellos, los mira como una madre mira al hijo que no está bien, siente vibrar dentro de ella la compasión.

Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús, con el silencio, con una caricia, con la oración. Nuestra sociedad, por desgracia, está contaminada por la cultura del «descarte», que es lo contrario de la cultura de la acogida. Y las víctimas de la cultura del descarte son precisamente las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad. Sin embargo es hermoso ver que, en este hospital, los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados. Gracias por este signo de amor que nos ofrecen. Esto es el signo de la verdadera civilización, humana y cristiana: poner en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidas.

A veces, las familias se encuentran solas para hacerse cargo de ellos. ¿Qué hacer? Desde este lugar, donde se ve el amor concreto, diría: multipliquemos las obras de la cultura de la acogida, obras animadas por el amor cristiano, el amor a Jesús crucificado, a la carne de Cristo. Servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en humanidad; y nos abre el camino a la vida eterna: quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte.

Animo a todos los que han hecho de la invitación evangélica a «visitar a los enfermos» una opción personal de vida: médicos, enfermeros, todos los trabajadores de la salud, así como los capellanes y voluntarios. Que el Señor los ayude a realizar bien su trabajo, en éste como en cualquier otro hospital del mundo.

No quisiera olvidar, aquí, el trabajo de las religiosas, tantas monjas, que donan la vida en los hospitales.

Que el Señor los recompense dándoles paz interior y un corazón siempre capaz de ternura. Gracias a todos por este encuentro. Los llevo conmigo en el afecto y la oración. Y también ustedes, por favor, no se olviden de rezar por mí.

 

 

 

 

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Hacia el encuentro



P. Lombardi: “Jornada centrada en el misterio del mal y del dolor sin respuesta”

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(RV).- El Papa Francisco comenzó su tercera jornada del Viaje Apostólico a Polonia con el silencio y la oración en Auschwitz y Birkenau, donde tantas personas padecieron la experiencia del dolor horrible de los campos de concentración nazis.

El Santo Padre prosiguió después con una conmovedora visita a los pequeños huéspedes del hospital pediátrico de Prokocim para concluir – en el Parque Błonia – con el Vía Crucis en el que participaron 800 mil jóvenes de los cinco continentes presentes en Cracovia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.

Fue una jornada en la que el Pontífice puso de manifiesto el dolor sin respuesta de los niños inocentes  –nos dice el Padre Federico Lombardi – que constituye otra gran pregunta de nuestra vida. Se trató de un encuentro con el misterio del mal en esta primera visita del Papa Francisco. Participó sin palabras, en silencio, en oración y reflexión, pidiendo la gracia de orar por el sufrimiento de las personas. Y también al final del día, desde la ventana del palacio episcopal se refirió a este misterio que continúa.

Auschwitz y Birkenau fue algo casi único en la historia – prosigue el Padre Lombardi – pero lo absurdo del odio y de la crueldad humana es algo que prosigue, como lo recordó el Papa, quien por eso nos presenta la Misericordia, y nuestro deber de empeñarnos en manifestar la Misericordia de Dios con las obras. Esto es lo que Cristo nos pide.

Desde Cracovia, María Fernanda Bernasconi - RV.

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Silencio y escucha en el umbral de Auschwitz

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(RV).-  A pocos metros de Auschwitz, por el camino paralelo que conduce al lugar símbolo de la degradación del hombre contra el hombre del siglo pasado, surge el “Centro para el diálogo y la oración de Oświęcim”. Diálogo, o tal vez silencio y escucha en el umbral de Auschwitz.

Se trata de una realidad dirigida por el Centro que se dedica a la información, enseñanza y oración de la “Fundación Cracovia”, activo desde 1992. Esta entidad católica, fundada por quien fue su Arzobispo, el Cardenal Franciszek Macharski, en colaboración con los Obispos de Europa y con el acuerdo de los representantes de las organizaciones judías, está a cargo del sacerdote alemán Manfred Deselaers.

En este lugar, no sólo se ofrecen visitas guiadas al museo de Auschwitz – Birkenau, o reuniones con ex prisioneros, tanto cristianos como judíos, con gente joven de Polonia, Alemania y otros países, con profesores universitarios, con sacerdotes y rabinos o se realizan reflexiones de carácter ético o religioso, sino también retiros espirituales y reuniones de oración y meditación.

“Entre las numerosas iniciativas que se están realizando en el espíritu del Consejo para el diálogo judío-cristiano”, me gustaría mencionar un centro para la enseñanza y la oración que se está preparando en Polonia. Servirá para facilitar la investigación acerca de la Shoah y el martirio del pueblo polaco y de otros pueblos  europeos durante el tiempo del Socialismo Nacional, y para ayudar mediante la confrontación espiritual con estos problemas.

Lo decía San Juan Pablo II, el 24 de junio de 1988, al bendecir este centro que desde hace más de dos décadas funciona a la perfección. Es más, tal como deseaba entonces el Papa Wojtyła, aporta fruto abundante y puede servir como ejemplo para otras naciones.

Desde Cracovia, María Fernanda Bernasconi - RV.

 

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Jóvenes dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente a los más pobres y débiles es lo que necesita la humanidad, llamó el Papa

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Jóvenes dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente a los más pobres y débiles es lo que necesita la humanidad, llamó el Papa

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz 

En la JMJ 2016, Francisco dijo ante miles de jóvenes que rezaron con él el Vía Crucis: “Hoy la humanidad necesita hombres y mujeres, y en especial jóvenes como vosotros, que no quieran vivir sus vidas ‘a medias’, jóvenes dispuestos a entregar sus vidas para servir generosamente a los hermanos más pobres y débiles, a semejanza de Cristo, que se entregó completamente por nuestra salvación”.

El Sucesor en la Cátedra de Pedro afirmó que “ante el mal, el sufrimiento, el pecado, la única respuesta posible para el discípulo de Jesús es el don de sí mismo, incluso de la vida, a imitación de Cristo; es la actitud de servicio. Si uno, que se dice cristiano, no vive para servir, no sirve para vivir. Con su vida reniega de Jesucristo”. Y explicó que el Señor invita a los jóvenes nuevamente a ser protagonistas; “quiere hacer de ustedes una respuesta concreta a las necesidades y sufrimientos de la humanidad”.

Para cumplir esta misión, él nos señala el camino del compromiso personal y del sacrificio de sí mismo: es el camino de la cruz –dijo el Papa. “El camino de la cruz es el único que vence el pecado, el mal y la muerte, porque desemboca en la luz radiante de la resurrección de Cristo, abriendo el horizonte a una vida nueva y plena. Es la vía de la esperanza y del futuro. Quien la recorre con generosidad y fe, da esperanza y futuro a la humanidad. Quien la recorre con generosidad y con fe, siembra esperanza. Y yo querría que ustedes fueran sembradores de esperanza”. @jesuitaGuillo

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¡Vamos a hacer más lío aún!

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(RV).- Desde Posadas, Misiones, llegaron a Cracovia quince argentinos para participar en la JMJ con el Papa Francisco, acompañados por el padre Gustavo. Gabriela nos habla de las muchas expectativas que tienen y de cuán emocionados están. Mientras el sacerdote nos dice que a la violencia que ensombrece el mundo con hechos puntuales, los cristianos deben oponerse promoviendo la paz. Y nos confiesa que ¡van a hacer más lío aún!

Santiago, José Luis, Pablo, Marcos y John, son algunos de los jóvenes españoles, en este caso procedentes de Madrid y pertenecientes a un club del Opus Dei, con quienes conversamos en la Rynek Główny, la antigua y sugestiva Plaza del Mercado de Cracovia, donde durante estos días desfilan tantos participantes en la Jornada Mundial de la Juventud, llevando sus banderas, y demás distintivitos, además de su gran entusiasmo.

Entre los deseos de estos chicos, además de disfrutar de las jornadas y ver al Papa, sobre todo, “crecer interiormente”. Asimismo esperan que Francisco les transmita la esperanza y los anime aún más en las obras de Misericordia, en este Año Santo Extraordinario, a fin de que otros muchos se conviertan.

Cuarenta y tres jóvenes chilenos de Talca, viajaron a Cracovia para participar en la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa Francisco. Algunos por primera vez, como es el caso de Eric, de Chillán, en el centro sur de su país. De ahí que manifieste su esperanza de que la próxima JMJ sea más cerca. Además, piensa que el Santo Padre los ayudará a crecer en cuanto a reconciliación y misericordia.

Desde Cracovia, María Fernanda Bernasconi - RV.

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Para el mundo



Un gran mensaje: estar juntos para anunciar la misericordia y la alegría de construir un mundo nuevo

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(RV).- Entrevistado por nuestro compañero Alessandro Gisotti, el padre Federico Lombardi, Director de la Oficina de Prensa del Vaticano, habló de la doble dimensión de este viaje apostólico internacional del Papa Francisco, el XV de su Pontificado, con ocasión de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud: el encuentro con los jóvenes y con el pueblo polaco. 

En el programa Cadena de Amistad, compartimos un fragmento de esta entrevista, pero antes, reviviremos uno de los momentos más esperados de este Viaje: el encuentro con los Jóvenes del mundo entero. 

Sobre la impresión acerca de esta ceremonia que ha sido largamente esperada también por los jóvenes polacos, respondió este jueves el padre federico Lombardi:

"Diría que la espera era también del Papa, porque hace meses que se prepara para este viaje y para el encuentro con los jóvenes. Hay también otras dimensiones importantísimas de este viaje: la que vivimos ayer en la tarde y esta mañana por el Bautismo de Polonia, y la visita a los campos de concentración de Auschwitz. Pero debo decir que también estos otros momentos se insertan en un discurso más amplio, si, en lo particular, consideramos también el momento histórico que estamos viviendo. Por lo cual todo lo que vivimos en estos días tiene un significado de contribución para la paz, para el diálogo entre los pueblos de todo el mundo. Hoy hemos visto 178 banderas de países diferentes desfilar ante el Papa, llevadas por los jóvenes de todos estos Países que están aquí presentes. Esto es de por sí un gran mensaje: estar juntos, estar juntos por los grandes valores, para anunciar la misericordia, para anunciar la alegría de construir un mundo nuevo, 'de comprometerse para hacer cambiar las cosas' –como decía el Papa en su Homilía, hacer que cambien para mejor, hacer que cambien en la línea del servicio de la solidaridad y del amor. Hoy, en los días en los que vivimos, tenemos una extrema necesidad de este mensaje. Los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud, guiados por el Papa con su entusiasmo con su capacidad de involucrarlos, son verdaderos protagonistas de este servicio de esperanza para el mundo, el mundo que es éste que conocemos". 

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

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