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Sumario del 27/08/2016

Pedro en diálogo con las culturas

Hacia el encuentro

Para el mundo

Pedro en diálogo con las culturas



Video-mensaje de Francisco por el Jubileo del continente americano: "Fui misericordiado"

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(RV).- “Pastores que sepan tratar y no maltratar”, “el Alzheimer espiritual” o el hecho de ser “misericordiado”, fueron algunos de los términos que utilizó Papa Francisco en el video mensaje dirigido a los participantes del Jubileo extraordinario de la Misericordia en el continente americano que se lleva a cabo en Bogotá del 27 al 30 de agosto. Se trata de uno de los videos mensajes más largos que ha hecho Papa Francisco durante su pontificado y en el que incide en varias ideas siempre relacionadas con la misericordia.

El Obispo de Roma recuerda la palabra del apóstol Pablo en su carta a Timoteo (1 Tm, 1,12-16a), donde resalta como Pablo utiliza la voz pasiva, el “fui misericordiado”. “La pasiva lo deja a Pablo en situación de receptor de la acción de otro, él no hace nada más que dejarse misericordiar. El aoristo del original nos recuerda que en él esa experiencia aconteció en un momento puntual que recuerda, agradece, festeja”, dice Francisco.

Pero advierte a su vez que “cuando nos olvidamos cómo el Señor nos ha tratado, cuando comenzamos a juzgar y a dividir la sociedad”, llegamos al Alzheimer espiritual. “Nos invade una lógica separatista que sin darnos cuenta nos lleva a fracturar más nuestra realidad social y comunitaria. Fracturamos el presente construyendo «bandos». Está el bando de los buenos y el de los malos, el de los santos y el de los pecadores. Esta pérdida de memoria, nos va haciendo olvidar la realidad más rica que tenemos y la doctrina más clara a ser defendida”.

En su video mensaje el Santo Padre pregunta a los participantes del Jubileo del continente americano si en nuestras catequesis, en nuestros seminarios “enseñamos a los seminaristas el camino de tratar con misericordia”. “En esto se juega nuestra acción misionera, nuestros planes pastorales. En esto se juegan nuestras reuniones de presbiterios e inclusive nuestra forma de hacer teología: en aprender a tener un trato de misericordia, una forma de vincularnos que día a día tenemos que pedir —porque es una gracia—, que día a día somos invitados a aprender”.

Finalmente Papa Francisco detalla que este encuentro que ha sido organizado conjuntamente por la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en colaboración con los episcopados de Estados Unidos y Canadá, “no es un congreso, un meeting, un seminario o una conferencia, es una celebración: fuimos invitados a celebrar el trato de Dios con cada uno de nosotros y con su Pueblo”.

(MZ-RV)

Texto y audio del video-mensaje del Santo Padre Francisco:

 

Celebro la iniciativa del CELAM y la CAL, en contacto con los episcopados de Estados Unidos y Canadá – me recuerda el Sínodo de América esto – de tener esta oportunidad de celebrar como Continente el Jubileo de la Misericordia. Me alegra saber que han podido participar todos los países de América. Frente a tantos intentos de fragmentación, de división y de enfrentar a nuestros pueblos, estas instancias nos ayudan a abrir horizontes y estrecharnos una y otra vez las manos; un gran signo que nos anima en la esperanza.

            Para comenzar, me viene la palabra del apóstol Pablo a su discípulo predilecto: «Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús. Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mi toda su paciencia» (1 Tm, 1,12-16a).

            Esto se lo dice a Timoteo en su Primera Carta, capítulo primero, versículos 12 al 16. Y al decírselo a él, lo quiere hacer con cada uno de nosotros. Palabras que son una invitación, yo diría una provocación. Palabras que quieren poner en movimiento a Timoteo y a todos los que a lo largo de la historia las irán escuchando. Son palabras ante las cuales no permanecemos indiferentes, por el contrario, ponen en marcha toda nuestra dinámica personal.

            Y Pablo no anda con vueltas: Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y él se cree el peor de ellos. Tiene una conciencia clara de quién es, no oculta su pasado e inclusive su presente. Pero esta descripción de sí mismo no la hace ni para victimizarse ni para justificarse, ni tampoco para gloriarse de su condición. Es el comienzo de la carta, ya en los versículos anteriores le ha avisado a Timoteo sobre «fabulas y genealogías interminables», sobre «vanas palabrerías», y advirtiendo que todas ellas terminan en «disputas», en peleas. El acento – podríamos pensar a primera vista – es su ser pecador, pero para que Timoteo, y con él cada uno de nosotros pueda ponerse en esa misma sintonía. Si usáramos términos futbolísticos podríamos decir: levanta un centro para que otro cabecee. Nos «pasa la pelota» para que podamos compartir su misma experiencia: a pesar de todos mis pecados «fui tratado con misericordia».

            Tenemos la oportunidad de estar aquí, porque con Pablo podemos decir: fuimos tratados con misericordia. En medio de nuestros pecados, nuestros límites, nuestras miserias; en medio de nuestras múltiples caídas, Jesucristo nos vio, se acercó, nos dio su mano y nos trató con misericordia. ¿A quién? A mí, a vos, a vos, a vos, a todos. Cada uno de nosotros podrá hacer memoria, repasando todas las veces que el Señor lo vio, lo miró, se acercó y lo trató con misericordia. Todas las veces que el Señor volvió a confiar, volvió a apostar (cf. Ez 16). Y a mí me vuelve a la memoria el capítulo 16 de Ezequiel, ese no cansarse de apostar por cada uno de nosotros que tiene el Señor. Y eso es lo que Pablo llama doctrina segura – ¡curioso! –, esto es doctrina segura: fuimos tratados con misericordia. Y es ese el centro de su carta a Timoteo. En este contexto jubilar, cuánto bien nos hace volver sobre esta verdad, repasar cómo el Señor a lo largo de nuestra vida se acercó y nos trató con misericordia, poner en el centro la memoria de nuestro pecado y no de nuestros supuestos aciertos, crecer en una conciencia humilde y no culposa de nuestra historia de distancias – la nuestra, no la ajena, no la de aquel que está al lado, menos la de nuestro pueblo – y volver a maravillarnos de la misericordia de Dios. Esa es palabra cierta, es doctrina segura y nunca palabrerío.

            Hay una particularidad en el texto que quisiera compartir con ustedes. Pablo no dice «el Señor me habló o me dijo», «el Señor me hizo ver o aprender». Él dice: «Me trató con». Para Pablo, su relación con Jesús está sellada por la forma en que lo trató. Lejos de ser una idea, un deseo, una teoría – e inclusive una ideología –, la misericordia es una forma concreta de «tocar» la fragilidad, de vincularnos con los otros, de acercarnos entre nosotros. Es una forma concreta de encarar a las personas cuando están en la «mala». Es una acción que nos lleva a poner lo mejor de cada uno para que los demás se sientan tratados de tal forma que puedan sentir que en su vida todavía no se dijo la última palabra. Tratados de tal manera que el que se sentía aplastado por el peso de sus pecados, sienta el alivio de una nueva posibilidad. Lejos de ser una bella frase, es la acción concreta con la que Dios quiere relacionarse con sus hijos. Pablo utiliza aquí la voz pasiva – perdonen la pedantería de esta referencia un poco exquisita – y el tiempo aoristo – discúlpenme la traducción un poco referencial –, pero bien podría decirse «fui misericordiado». La pasiva lo deja a Pablo en situación de receptor de la acción de otro, él no hace nada más que dejarse misericordiar. El aoristo del original nos recuerda que en él esa experiencia aconteció en un momento puntual que recuerda, agradece, festeja.

            El Dios de Pablo genera el movimiento que va del corazón a las manos, el movimiento de quien no tiene miedo a acercarse, quien no tiene miedo a tocar, a acariciar; y esto sin escandalizarse ni condenar, sin descartar a nadie. Una acción que se hace carne en la vida de las personas.

            Comprender y aceptar lo que Dios hace por nosotros – un Dios que no piensa, ama ni actúa movido por el miedo sino porque confía y espera nuestra transformación – quizás deba ser nuestro criterio hermenéutico, nuestro modo de operar: «Ve tú y actúa de la misma manera» (Lc 10,39). Nuestro modo de actuar con los demás nunca será, entonces, una acción basada en el miedo sino en la esperanza que él tiene en nuestra transformación. Y pregunto: ¿Esperanza de transformación o miedo? Una acción basada en el miedo lo único que consigue es separar, dividir, querer distinguir con precisión quirúrgica un lado del otro, construir falsas seguridades, por lo tanto, construir encierros. Una acción basada en la esperanza de transformación, en la conversión, impulsa, estimula, apunta al mañana, genera espacios de oportunidad, empuja. Una acción basada en el miedo, es una acción que pone el acento en la culpa, en el castigo, en el «te equivocaste». Una acción basada en la esperanza de transformación pone el acento en la confianza, en el aprender, en levantarse; en buscar siempre generar nuevas oportunidades. ¿Cuántas veces? 70 veces 7. Por eso, el trato de misericordia despierta siempre la creatividad. Pone el acento en el rostro de la persona, en su vida, en su historia, en su cotidianidad. No se casa con un modelo o con una receta, sino que posee la sana libertad de espíritu de buscar lo mejor para el otro, en la manera que esta persona pueda comprenderlo. Y esto pone en marcha todas nuestras capacidades, todos nuestros ingenios, esto nos hace salir de nuestros encierros. Nunca es vana palabrería – al decir de Pablo – que nos enreda en disputas interminables, la acción basada en la esperanza de transformación es una inteligencia inquieta que hace palpitar el corazón y le pone urgencia a nuestras manos. Palpitar el corazón y urgencia a nuestras manos. El camino que va del corazón a las manos.

            Al ver actuar a Dios así, nos puede pasar lo mismo que al hijo mayor de la parábola del Padre Misericordioso: escandalizarnos por el trato que tiene el padre al ver a su hijo menor que vuelve. Escandalizarnos porque le abrió los brazos, porque lo trató con ternura, porque lo hizo vestirse con los mejores vestidos estando tan sucio. Escandalizarnos porque al verlo volver, lo besó e hizo fiesta. Escandalizarnos porque no lo castigó sino que lo trató como lo que era: hijo.

            Nos empezamos a escandalizar – esto nos pasa a todos, es como el proceso, ¿no? –  nos empezamos a escandalizar cuando aparece el Alzheimer espiritual; cuando nos olvidamos cómo el Señor nos ha tratado, cuando comenzamos a juzgar y a dividir la sociedad. Nos invade una lógica separatista que sin darnos cuenta nos lleva a fracturar más nuestra realidad social y comunitaria. Fracturamos el presente construyendo «bandos». Está el bando de los buenos y el de los malos, el de los santos y el de los pecadores. Esta pérdida de memoria, nos va haciendo olvidar la realidad más rica que tenemos y la doctrina más clara a ser defendida. La realidad más rica y la doctrina más clara. Siendo nosotros pecadores, el Señor no dejó de tratarnos con misericordia. Pablo nunca dejó de recordar que él estuvo del otro lado, que fue elegido al último, como el fruto de un aborto. La misericordia no es una «teoría que esgrimir»: «¡ah!, ahora está de moda hablar de misericordia por este jubileo, y qué se yo, pues sigamos la moda». No, no es una teoría que esgrimir para que aplaudan nuestra condescendencia, sino que es una historia de pecado que recordar. ¿Cuál? La nuestra, la mía y la tuya. Y un amor que alabar. ¿Cuál? El de Dios, que me trató con misericordia.

            Estamos insertos en una cultura fracturada, en una cultura que respira descarte. Una cultura viciada por la exclusión de todo lo que puede atentar contra los intereses de unos pocos. Una cultura que va dejando por el camino rostros de ancianos, de niños, de minorías étnicas que son vistas como amenaza. Una cultura que poco a poco promueve la comodidad de unos pocos en aumento del sufrimiento de muchos. Una cultura que no sabe acompañar a los jóvenes en sus sueños narcotizándolos con promesas de felicidades etéreas y esconde la memoria viva de sus mayores. Una cultura que ha desperdiciado la sabiduría de los pueblos indígenas y que no ha sabido cuidar la riqueza de sus tierras.

            Todos nos damos cuenta, y lo sabemos que vivimos en una sociedad herida, eso nadie lo duda. Vivimos en una sociedad que sangra y el costo de sus heridas normalmente lo terminan pagando los más indefensos. Pero es precisamente a esta sociedad, a esta cultura adonde el Señor nos envía. Nos envía e impulsa a llevar el bálsamo de «su» presencia. Nos envía con un solo programa: tratarnos con misericordia. Hacernos prójimos de esos miles de indefensos que caminan en nuestra amada tierra americana proponiendo un trato diferente. Un trato renovado, buscando que nuestra forma de vincularnos se inspire en la que Dios soñó, en la que él hizo. Un trato basado en el recuerdo de que todos provenimos de lugares errantes, como Abraham, y todos fuimos sacados de lugares de esclavitud, como el pueblo de Israel.

            Sigue resonando en nosotros toda la experiencia vivida en Aparecida y en la invitación a renovar nuestro ser discípulos misioneros. Mucho hemos hablado sobre el discipulado, mucho nos hemos preguntado sobre cómo impulsar una catequesis del discipulado y misionera. Pablo nos da una clave interesante: el trato de misericordia. Nos recuerda que lo que lo convirtió a él en apóstol fue ese trato, esa forma cómo Dios se acercó a su vida: «Fui tratado con misericordia». Lo que lo hizo discípulo fue la confianza que Dios le dio a pesar de sus muchos pecados. Y eso nos recuerda que podemos tener los mejores planes, los mejores proyectos y teorías pensando nuestra realidad, pero si nos falta ese «trato de misericordia», nuestra pastoral quedará truncada a medio camino.

            En esto se juega nuestra catequesis, nuestros seminarios – ¿enseñamos a nuestros seminaristas este camino de tratar con misericordia? –, nuestra organización parroquial y nuestra pastoral. En esto se juega nuestra acción misionera, nuestros planes pastorales. En esto se juegan nuestras reuniones de presbiterios e inclusive nuestra forma de hacer teología: en aprender a tener un trato de misericordia, una forma de vincularnos que día a día tenemos que pedir – porque es una gracia –, que día a día somos invitados a aprender. Un trato de misericordia entre nosotros obispos, presbíteros, laicos. Somos en teoría «misioneros de la misericordia» y muchas veces sabemos más de «maltratos» que de un buen trato. Cuantas veces nos hemos olvidado en nuestros seminarios de impulsar, acompañar, estimular, una pedagogía de la misericordia, y que el corazón de la pastoral es el trato de misericordia. Pastores que sepan tratar y no maltratar. Por favor, se lo pido: Pastores que sepan tratar y no maltratar.

            Hoy somos invitados especialmente a un trato de misericordia con el santo Pueblo fiel de Dios –que mucho sabe de ser misericordioso porque es memorioso –, con las personas que se acercan a nuestras comunidades, con sus heridas, dolores, llagas. A su vez, con la gente que no se acerca a nuestras comunidades y que anda herida por los caminos de la historia esperando recibir ese trato de misericordia. La misericordia se aprende en base a la experiencia – en nosotros primero –, como en Pablo: él ha mostrado toda su misericordia, él ha mostrado toda su misericordiosa paciencia. En base a sentir que Dios sigue confiando y nos sigue invitando a ser sus misioneros, que nos sigue enviando para que tratemos a nuestros hermanos de la misma forma con la que él nos trata, con la que él nos trató, y cada uno de nosotros conoce su historia, puede ir allí y hacer memoria. La misericordia se aprende, porque nuestro Padre nos sigue perdonando. Existe ya mucho sufrimiento en la vida de nuestros pueblos para que todavía le sumemos uno más o algunos más. Aprender a tratar con misericordia es aprender del Maestro a hacernos prójimos, sin miedo de aquellos que han sido descartados y que están «manchados» y marcados por el pecado. Aprender a dar la mano a aquel que está caído sin miedo a los comentarios. Todo trato que no sea misericordioso, por más justo que parezca, termina por convertirse en maltrato. El ingenio estará en potenciar los caminos de la esperanza, los que privilegian el buen trato y hacen brillar la misericordia.

            Queridos hermanos, este encuentro no es un congreso, un meeting, un seminario o una conferencia. Este encuentro de todos es una celebración: fuimos invitados a celebrar el trato de Dios con cada uno de nosotros y con su Pueblo. Por eso, creo que es un buen momento para que digamos juntos: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy, estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos, esos brazos redentores» (Evangelii gaudium, 3).

            Y agradezcamos, como Pablo a Timoteo, que Dios nos confíe repetir con su pueblo, los enormes gestos de misericordia que ha tenido y tiene con nosotros, y que este encuentro nos ayude a salir fortalecidos en la convicción de transmitir la dulce y confortadora alegría del Evangelio de la misericordia.

 

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«La No-Violencia: un estilo de política para la paz», será el mensaje para la próxima Jornada de la Paz

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(RV).- El tema del mensaje para próxima la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará como cada año el primero de enero será «La No-Violencia: un estilo de política para la paz». La del 2017 será la jornada por la Paz número 50, la cuarta celebrada por Papa Francisco.  

La gravísima situación de violencia que se está viviendo en diferentes puntos del planeta tiene consecuencias sociales negativas, una situación que el Santo Padre en diferentes situaciones ha definido como la “tercera guerra mundial por partes”. Al contrario de esto, la paz –explica el comunicado del mensaje- tiene consecuencias sociales positivas y permite realizar un verdadero progreso. De esta manera, la no-violencia podrá adquirir un significado más amplio y nuevo: no solo como aspiración, deseo, rechazo moral de la violencia, de las barreras, de los impulsos destructivos, sino como enfoque político realístico, abierto a la esperanza.

Se trata de un método político fundado en la primacía de la ley –se lee en el comunicado-. Si se salvaguardan los derechos de cada persona y la igual dignidad de cada uno sin discriminación ni distinción, la no-violencia, entendida como método político,  puede constituir una vía realista y llena de esperanza para superar los conflictos armados. En esta perspectiva, es importante que siempre  se reconozca la fuerza del derecho, en vez, del derecho de la fuerza.

Con este Mensaje, el Papa Francisco desea indicar un camino de esperanza conforme a las presentes circunstancias históricas: para obtener la resolución de las controversias a través de la negociación, evitando que se degeneren en conflictos armados. Dentro de esta perspectiva encontramos el respeto por la historia y la identidad de todos los pueblos, y la idea de la superioridad moral de una parte sobre la otra sería derrotada. Al mismo tiempo, sin embargo, esto no significa que una Nación pueda permanecer indiferente hacia las tragedias de otra. En cambio, significa reconocer el primado de la diplomacia sobre el fragor de las armas.

El comercio mundial de las armas es de tal magnitud que en general es subestimado. El tráfico ilícito de las armas con frecuencia sostiene la mayor parte de los conflictos en el mundo. La 'no-violencia' como una táctica política puede hacer mucho para combatir este flagelo- termina explicando el comunicado. 

(MZ-RV)

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Hacia el encuentro



En las huellas de María Antonia de la Paz, la beata del país del Papa Francisco

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REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz 

(RV).- De carne y huesos como nosotros, Jesús, María y los santos están vivos y presentes en la fe sencilla y humilde del Pueblo fiel de Dios. Y estas presencias sobrenaturales se acuñan en la cultura en representaciones precisas en los lugares concretos donde continúan acariciando a los hijos de Dios, a los devotos, con los milagros y gracias del Amor santo del Padre Dios misericordioso.

Para la beatificación de “Mama Antula” en la capital de Santiago del Estero, se juntaron, en la Catedral primero y después en el altar de la beatificación, imágenes antiguas y milagrosas, muy queridas y veneradas por los fieles del norte Argentino, como el Señor del Mailín, la Cruz de Matará, Nuestra Señora de Sumampa, de Guachana, de Loreto y también el Cura Brochero.

Y así como María Antonia de la Paz peregrinó descalza, con un delgado bastón de madera rematado en cruz, acompañada de sus piadosas y devotas oraciones de la fe, sobre las huellas de estas presencias vivas sobrenaturales de Jesús, María y los santos; así como María Antonia en los Ejercicios Espirituales que organizaba sacaba en procesión las imágenes sagradas para dar testimonio de la fe, así el Pueblo fiel santiagueño y tantos venidos para la beatificación de “Mama Antula” peregrinaron en fila constantemente renovada, desde el centro de la plaza hasta el altar de la Catedral, cantando, rezando, rogando la Bendición del amor de Dios, la fe, el pan y el trabajo, la salud, el amor, la unidad y la paz de la familia y de la patria.

Para tu Radio, Reflexiones en Frontera, jesuita Guillermo Ortiz

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«Peregrina y evangelizadora de los más necesitados», testimonios en la Beatificación de Mama Antula

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(RV).-  María Antonia de la Paz y Figueroa no era monja, sino que formaba parte de lo que se conocía en la época en la que ella vivió (siglo XVIII) con el nombre de "beaterio", una forma de vida consagrada laical. Poco a poco, se fue haciendo conocida entre el pueblo como «Mama Antula», a través de su incansable labor evangelizador y sus esfuerzos por mantener viva la «herencia espiritual» de San Ignacio de Loyola tras ser expulsados los jesuitas en 1767. Recorría a pie, largos caminos cruzando las principales provincias de Argentina transmitiendo el carisma ignaciano y llevando la Palabra de Dios a todo aquel con quien se cruzara, especialmente a los más pobres y necesitados.

 

Hoy 27 de agosto de 2016, 217 años después de su muerte, esta extraordinaria mujer de fe que viviendo en tiempos donde la predicación era reservada casi en exclusividad para los hombres se animó a dar un paso adelante y cambiar la forma de evangelización de la época, será beatificada a las 11 de la mañana, hora local en Argentina, en el Parque Aguirre de su ciudad natal Santiago del Estero, en una ceremonia presidida por el Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, el Cardenal Ángel Amato en representación del Papa Francisco, promotor de su causa.

Precisamente desde allí, el jesuita Guillermo Ortiz, enviado especial de Radio Vaticana entrevista a varios ciudadanos santiagueños que comparten su alegría y orgullo por Mama Antula, explicando la importancia de su legado apostólico y qué significa para esta tierra, tener entre ellos a una Beata. Escuchemos: 

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(SL-RV)

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Para el mundo



La Beatificación de Mama Antula en Cadena de Amistad

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(RV).-  El programa "Cadena de Amistad de esta semana está enteramente dedicado a la beatificación de María Antonia de Paz y Figueroa o como bien se la conoce "Mama Antula". Nuestro enviado especial a Santiago del Estero con ocasión de la beatificación, el jesuita Guillermo Ortiz, entrevista a dos mujeres, laicas y comunicadoras católicas, quienes de la nueva beata han tomado inspiración para servir a la Iglesia. 

Asimismo conocemos a fondo la cobertura radial que se le da al evento a través del informe de Daniel Rodríguez de FM Ser, Emisora perteneciente a la Diócesis de Lomas de Zamora en Argentina, que compartirá la señal de audio para hacer llegar la ceremonia de beatificación y todos los eventos y testimonios relacionados, al resto del país y del mundo. 

Ya se encuentran allí las imágenes del Señor de los Milagros de Mailín, la Cruz de Matará, las imágenes de la Virgen María en las advocaciones de Nuestra Señora de Loreto, la Virgen de Huachana y Nuestra Señora de Sumampa que previamente han realizado el recorrido de algunas iglesias de la capital santiagueña, como también la  imagen del Manuelito, apócope de Jesús Emmanuel, el niño Jesús recostado sobre la cruz que acompañaba a María Antonia de San José, nombre que dará la Iglesia a la nueva Beata.  

Pueden seguir la transmisión EN DIRECTO aquí: http://tunein.com/radio/Fm-Ser-897-s171364/ 

(Griselda Mutual - Radio Vaticano)

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Lo más visto de la semana en la Radio del Papa

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(RV).-  En Radio Vaticana seguimos difundiendo la Voz del Papa Francisco e informando sobre las actividades de la Santa Sede. En este espacio, les ofrecemos un resumen de las noticias y titulares más destacados de esta semana:

¡La puerta de la misericordia de Dios está abierta de par en par para todos! El “camino de la salvación” fue el tema central sobre el que el Papa Francisco reflexionó a la hora del Ángelus durante el tercer domingo de agosto.

Con “Pax vobis”, el lema del próximo Viaje Apostólico del Papa Francisco a Georgia, abríamos el lunes 22 la semana de noticias. Francisco viajará del 30 de septiembre al 2 de octubre, y el viaje incluirá también la visita Azerbaiyán.

"María, partícipe de la victoriosa realeza universal de Cristo". En Radio Vaticana este lunes también celebramos la fiesta de María Reina, cuya foto, publicada en nuestras redes sociales, fue la más compartida de la semana con un alcance de más de 12 mil personas. ¿Quieres verla y compartirla? visita nuestro Facebook o nuestra cuenta de Twitter
 
El martes 23 en la fiesta de Santa Rosa de Lima el Padre José Ignacio Tola, desde el Perú, nos explicó los detalles de esta celebración
“La trata de seres humanos, de órganos, el trabajo forzado y la prostitución son esclavitudes modernas y crímenes contra la humanidad”, escribía el Papa Francisco en su cuenta oficial de Twitter, el mismo día martes, en que se recordó la Jornada Internacional de la Trata de Esclavos y su Abolición.
 
Mientras que el miércoles 24, el Padre y Pastor de la Iglesia Universal quiso estar muy cerca de sus hijos, ya a las 4:15 de la madrugada, con la celebración de la Santa Misa por las personas afectadas por el terremoto que azotó la región central de Italia. Horas más tarde, posponía para la próxima Audiencia General la Catequesis que había preparado, para rezar por las víctimas junto a los miles de peregrinos que acudieron a la Plaza de San Pedro, los misterios dolorosos del Santo Rosario. Además, no faltaron los mensajes de apoyo y solidaridad de parte de los oyentes de Radio Vaticana hacia las víctimas de este trágico momento: escuchen nuestro programa TU COMENTARIO AYUDA, donde podrán escuchar algunos de los mensajes que hemos recibido. 

Este jueves, una de las noticias destacadas fue el Comunicado de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Colombia tras la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC.

Y mañana, sabado 27 de agosto, será beatificada María Antonia de San José, conocida como “Mama Antula”, en la localidad argentina de Santiago del Estero. Para conocer todos los detalles visita nuestra Web

Y hasta aquí el boletín de la semana. ¿Quieres mandarnos tu mensaje de AUDIO? Comunícate con nosotros a través de nuestro WhatsApp: 0039 347 225 0785.

(Mireia Bonilla para Radio Vaticana)

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