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Sumario del 27/05/2017

Pedro en diálogo con las culturas

Pedro en diálogo con las culturas



Con la oración de intercesión ejercitamos el poder de Dios, dijo el Papa en la misa en Génova

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La intercesión y el anuncio centraron la reflexión de Francisco en la homilía. Explicó largamente que el poder de Dios es el de unir el cielo con la tierra, algo que tambien la Iglesia y nosotros, con la oración de intercesión. "Cuando Jesús ha subido al Padre nuestra carne humana a atravesado el umbral del cielo: nuestra humanidad está ahí, en Dios, para siempre. Ahí está nuestra confianza, porque Dios no se separará más del hombre". 

El Obispo de Roma aseveró que "Jesús esta verdaderamente con nosotros y para nosotros: en el cielo muestra siempre al Padre su humanidad, nuestra humanidad, y así “está siempre vivo para interceder” (Heb.7,25) a nuestro favor. E aquí la palabra clave del poder de Jesús: intercesión. Jesús ante el Padre intercede cada día, cada momento por nosotros. En cada oración, en cada uno de nuestros pedidos de perdón, sobre todo en cada misa, Jesús interviene: muestra al Padre los signos de su vida ofrecida, sus llagas, e intercede, obteniendo misericordia para nosotros".

El Vicario de Cristo explicó que después de la intercesión emerge del Evangelio de hoy, una segunda palabra clave que revela el poder de Jesús: el anuncio. El señor envía a los suyos a anunciarlo con la sola fuerza del Espíritu Santo. "Es un acto de extrema confianza en los suyos: Jesús confía en nosotros, ¡cree en nosotros más de cuanto nosotros creemos en nosotros mismos! Y exhortó con insistencia a superar la cerrazón, que el amor de Dios es dinámico y quiere alcanzar a todos. Para anunciar todavía es necesario andar, salir de sí mismo. Con el Señor no se puede estar quietos, acomodados "Vayan nos dice también hoy Jesús, que en el bautismo ha conferido a cada uno de nosotros el poder del anuncio. Por eso andar en el mundo con el Señor pertenece a la identidad del cristiano. El cristiano no está detenido, sino en camino: con el Señor hacia los otros. Pero el cristiano no es un corredor que corre como loco o un conquistador que tiene que llegar antes que los otros. Es un peregrino, un  misionero, un “maratonista esperanzado”. jesuita Guillermo Ortiz Radio Vaticana.

Texto completo pronunciado por el Papa en la misa en Génova

Hemos escuchado aquello que Jesús Resucitado dice a los discípulos antes de su ascensión: “se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt.28,18). El poder de Jesús, la fuerza de Dios. Este tema atraviesa las lecturas de hoy: en la primera Jesús dice que no les corresponde a los discípulos conocer “tiempos o momentos que el Padre ha reservado a su poder”, pero les promete la “fuerza del Espíritu Santo” (Hechos 1,7-8); en la segunda san Pablo habla de la “extraordinaria grandeza de su potencia con nosotros” y “de la eficacia de su fuerza” (Ef.1,19). Pero ¿en qué cosa consiste esta fuerza, este poder de Dios?

Jesús afirma que es un poder “en el cielo y sobre la tierra”. Es sobre todo el poder de conectar el cielo con la tierra. Hoy celebramos este misterio, porque cuando Jesús ha subido al Padre nuestra carne humana ha atravesado el umbral del cielo: nuestra humanidad está ahí, en Dios, para siempre. Ahí está nuestra confianza, porque Dios no se separará más del hombre. Y nos consuela saber que en Dios, con Jesús, hay preparado para cada uno de nosotros un lugar: un destino de hijos resucitados nos espera y por esto vale la pena vivir aquí abajo buscando las cosas de allá arriba, donde se encuentra nuestro Señor (CFr.Col.3,1-2). Esto es lo que hizo Jesús, con su poder de unir la tierra con el cielo.

Pero este poder suyo no ha terminado una vez que subió al cielo, continúa también ahora y dura para siempre. De hecho, propiamente antes de subir al Padre Jesús ha dicho: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt.28,20). No es un modo de decir, una simple re aseguración, como cuando antes de partir para un largo viaje se dice a los amigos: “Los recordaré”. No, Jesús esta verdaderamente con nosotros y para nosotros: en el cielo muestra siempre al Padre su humanidad, nuestra humanidad, y así “está siempre vivo para interceder” (Heb.7,25) a nuestro favor. He aquí la palabra clave del poder de Jesús: intercesión. Jesús ante el Padre intercede cada día, cada momento por nosotros. En cada oración, en cada uno de nuestros pedidos de perdón, sobre todo en cada misa, Jesús interviene: muestra al Padre los signos de su vida ofrecida, sus llagas, e intercede, obteniendo misericordia para nosotros. El es nuestro “abogado” (Cfr.1Jn.2,1) y, cuando tenemos alguna “causa” importante hacemos bien a confiársela, a decirle: “Señor Jesús, intercede por mí, por nosotros, por aquella persona, por aquella situación”.

Esta capacidad de interceder Jesús la ha dado también nosotros, a su Iglesia, que tiene el poder y también el deber de interceder, de rezar por todos. Podemos preguntarnos: “¿Yo rezo?” nosotros como Iglesia, como cristianos ejercitamos este poder llevando a Dios las personas y las situaciones?”. El mundo tiene necesidad. Nosotros mismos tenemos necesidad. En nuestras jornadas corremos y trabajamos tanto, nos empeñamos en muchas cosas; pero corremos el riesgo de arribar a la tarde cansados y con el alma cargada, iguales a una nave cargada de mercadería que después de un viaje fatigoso entra en el puerto con el deseo solamente de atracar y apagar la luz. Viviendo siempre corriendo y tantas cosas por hacer, nos podemos perder cerrarnos en nosotros mismos y convertirnos en inquietos por algo sin sentido. Para no quedar sumergidos en este “malestar existencial”, recordemos cada día “tirar el ancla a Dios”: llevemos a él los pesos, las personas y las situaciones, confiémosle todo. Es esta la fuerza de la oración, que une el cielo con la tierra, que permite que Dios entre en nuestro tiempo.

La oración cristiana no es un modo para estar más en paz con sí mismos o encontrar alguna armonía interior; nosotros rezamos para llevar todo a Dios, para confiarle el mundo: la oración es intercesión. No es tranquilidad, es caridad. Es pedir, buscar, llamar (cfr. Mt 7,7). Es ponerse en juego para interceder, insistiendo asiduamente con Dios los unos por los otros (cfr. Hechos1,14). Interceder sin cansarse: es nuestra primera responsabilidad, porque la oración es la fuerza que hace ir adelante el mundo; es nuestra misión, una misión que al mismo tiempo cuesta fatiga y da paz. Este es nuestro poder: no prevalecer o gritar más fuerte, según la lógica de este mundo, pero ejercitar la fuerza humilde de la oración, con la cual se pueden también detener la guerras y obtener la paz. Como Jesús intercede siempre por nosotros ante el Padre, así nosotros sus discípulos, no nos cansemos jamás de rezar para acercar la tierra al cielo.

Después de la intercesión emerge, del Evangelio de hoy, una segunda palabra clave que revela el poder de Jesús: el anuncio. El señor envía a los suyos a anunciarlo con la sola fuerza del Espíritu Santo: “Vayan por todas partes y hagan discípulos míos en todos los pueblos” (Mt 28,19). Es un acto de extrema confianza en los suyos: Jesús confía en nosotros, ¡cree en nosotros más de cuanto nosotros creemos en nosotros mismos! Nos envía a pesar de nuestros límites; sabe que no somos perfectos y que, si esperamos convertirnos en mejores para evangelizar, no comenzaremos jamás.

Para Jesús es muy importante que pronto superemos una gran imperfección: la cerrazón. Porque el Evangelio no puede ser encerrado y sellado, porque el amor de Dios es dinámico y quiere alcanzar a todos. Para anunciar todavía es necesario andar, salir de sí mismo. Con el Señor no se puede estar quietos, acomodados en el propio mundo o en los recuerdos nostálgicos del pasado; con él está prohibido mantenerse calmo en las seguridades adquiridas. La seguridad para Jesús está en el andar con confianza: allí se revela su fuerza. Porque el señor no aprecia la comodidad, pero incomoda y relanza siempre. Nos quiere en salida, libres de la tentación de contentarse cuando estamos bien y tenemos todo bajo control. Vayan nos dice también hoy Jesús, que en el bautismo ha conferido a cada uno de nosotros el poder del anuncio. Por eso andar en el mundo con el Señor pertenece a la identidad del cristiano. No es solo para sacerdotes, monjas y consagrados.El cristiano no está detenido, sino en camino: con el Señor hacia los otros. Pero el cristiano no es un corredor que corre como loco o un conquistador que tiene que llegar antes que los otros. Es un peregrino, un  misionero, un “maratonista esperanzado”. Suave, pero decidido en el caminar; confiado y al mismo tiempo activo; creativo pero siempre respetuoso; emprendedor y abierto; laborioso y solidario. ¡Con este estilo recorremos los caminos del mundo!

Como para los discípulos de los orígenes, nuestros lugares de anuncio son las calles del mundo: y sobre todo allí que el Señor espera ser conocido hoy. Como en los orígenes desea que el anuncio sea llevado con su fuerza: no con la fuerza del mundo, sino con la fuerza límpida y suave del testimonio alegre. Esto es urgente. Pidamos al Señor la gracia de no fosilizarse sobre cuestiones no centrales, sino de dedicarse plenamente a la urgencia de la misión. Dejemos a otros las murmuraciones y las fingidas discusiones de quien se escucha solo a sí mismo y trabajemos concretamente por el bien común y la paz; pongamos en juego con coraje, convencidos que hay más alegría en el dar que en el recibir (cfr. Hechos 20,35). El Señor resucitado y vivo, que siempre intercede por nosotros sea la fuerza de nuestro andar, el coraje de nuestro caminar. (Traducción del italiano: jesuita Guillermo Ortiz)

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Cercanía del Papa Francisco con los pobres, refugiados, sin techo y detenidos en Génova

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(RV).- En el marco de la Visita Pastoral del Papa Francisco a Génova, la XVII Visita del Pontífice en Italia, el Santo Padre almorzó con los pobres, refugiados, sin techo y detenidos de esta ciudad, en el Santuario de Nuestra Señora de la Guardia.

En su intenso programa, el Sucesor de Pedro también ha querido abrazar las diversas realidades que componen el tejido social de la ciudad, mostrando su cercanía con las personas descartadas por la sociedad. Han sido alrededor de 130 los comensales que asistieron a la “Sala del Caminetto”, del Santuario de Nuestra Señora de la Guardia, entre ellos: 11 presos de dos cárceles de Génova, 5 provenientes de la cárcel de Marassi y 6 detenidos de la cárcel de Pontedecimo; también fueron invitadas personas pobres y sin hogar, que son asistidos por numerosas asociaciones eclesiales; además de migrantes y solicitantes de asilo alojados en las diversas estructuras de la diócesis.

Con ellos, el Papa compartió viandas típicas de la tradición genovesa, un plato de comida, sobrio pero esencial, hecho con las manos y con el corazón de las personas que trabajan allí, valorizando al más débil, alimentos preparados por las personas de la Cooperativa Social “San Jorge de la Guardia”. Un momento simbólico, un encuentro significativo en continuidad con la historia del Santuario, que desde sus orígenes ha distribuido los alimentos a los pobres, porque las manos y el corazón de la Madre de Jesús – Nuestra Señora de la Guardia, patrona de Génova – están siempre abiertas a sus hijos más débiles, en el espíritu y en el cuerpo.

De este modo, en su visita a Génova, el Papa Francisco vuelve a tocar los “temas candentes” y recurrentes de su pontificado: el anuncio de la alegría del Evangelio, la superación de la cultura del descarte, la falta de trabajo y oportunidades para los jóvenes, la denuncia de la mundanidad como un mal de nuestro tiempo, la propuesta de reforma de la Iglesia que muchas veces es auto-referencial y no misionera; y sobre todo, la acogida a los migrantes y los últimos de la sociedad.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)

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El Papa Francisco en Génova: visita al Hospital pediátrico Gaslini

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(RV).- Imágenes emotivas llegaron al corazón de todos desde el Hospital Pediátrico Giannina Gaslini de Génova, en donde el pontífice mantuvo la penúltima cita de su Visita Pastoral en territorio Ligur. El Papa Francisco fue recibido por el personal del hospital y algunos de los pequeños pacientes, quienes, algunos de ellos con su fragilidad, esperaban sin embargo al Obispo de Roma con ánimo y alegría, cantos, dibujos y carteles. 

Tras oir el saludo introductorio del Cardenal Angelo Bagnasco, el pontífice les dirigió palabras de agradecimiento por el trabajo que realizan y su reconocimiento por la trayectoria de la renombrada estructura. 

Al recordar al fundador del nosocomio, el Senador Gerolamo Gaslini, quien inició la obra para honrar a su pequeña hija fallecida, despojándose de todas sus posesiones, el Santo Padre alentó al personal a llevar adelante su delicada obra, “movidos por la caridad” y pensando a menudo en “el buen samaritano” del Evangelio, es decir, estando “atentos a las necesidades de sus pequeños pacientes, inclinándose con ternura sobre sus fragilidades, y viendo en ellos al Señor”.

Recordamos, asimismo, que fue a los pequeños pacientes del Hospital Gaslini a quienes el Papa Francisco anticipó unas palabras antes de emprender su visita pastoral: el miércoles por la tarde llamó por teléfono a la Emisora Parroquial  'Radio fra le note', fundada por el sacerdote genovés don Roberto Fiscer, que dedica cada miércoles su programa al hospital pediátrico y dio el siguiente mensaje: “Queridos niños huéspedes del Hospital Gaslini de Génova, los saludo a todos con afecto en espera de encontrarnos el sábado. Quiero decirles que espero con alegría el momento de reunirme con ustedes y sus familiares. Voy para estar un cerca de ustedes, escucharles y llevarles la caricia de Jesús. Él siempre está cerca nuestro, especialmente cuando estamos en problemas y lo necesitamos. Él siempre nos da confianza y esperanza. Rezo desde ya por ustedes y ustedes, por favor, recen por mí”.  “Nos vemos el sábado”, les dijo, rezó junto a ellos un Ave María, e impartió su bendición a ellos y a sus familias, gesto que repitió también en esta ocasión. 

A continuación, las palabras del Papa Francisco al personal del Hospital pediátrico Gaslini

 

Queridos hermanos y hermanas:

En mi visita a Génova no podía faltar una etapa en este hospital donde se cura a los niños. Porque el sufrimiento de los niños es sin duda el más difícil de aceptar; y entonces el Señor me llama a estar, aunque sea brevemente, junto a estos niños y chicos y sus familiares. Muchas veces me hago y me repito la pregunta: ¿por qué sufren los niños? Y no encuentro explicación. Sólo miro el crucifijo y me detengo allí. 

Saludo a todos ustedes que trabajan en esta renombrada estructura, que desde hace ochenta años se dedica con pasión y competencia al cuidado y asistencia de la infancia, con el importante apoyo de la investigación. Expreso mi reconocimiento a los responsables del hospital, empezando por el Presidente de la Fundación, el Arzobispo de Génova, los médicos, el personal paramédico, a todos los colaboradores en las diversas especialidades, así como a los frailes menores capuchinos y a todos los que asisten y ayudan a los niños hospitalizados con amor y dedicación. Ellos, de hecho, también necesitan de sus gestos de amistad, de su comprensión, su afecto y apoyo paterno y materno.

Este Instituto surgió como un acto de amor del Senador Gerolamo Gaslini. Él, para honrar a su hija fallecida a temprana edad, lo fundó despojándose de todas sus posesiones: empresas, establecimientos, bienes inmuebles, dinero e incluso su casa. Por lo tanto este Hospital, conocido y apreciado en Italia y en el mundo, tiene un papel especial: seguir siendo un símbolo de generosidad y solidaridad. En el acto de Fundación del Hospital, Gaslini estableció: “Es mi firme voluntad que este Instituto tenga como base y guía la fe católica [...] que fermente toda actividad y conforte todo dolor”. Sabemos que la fe obra principalmente a través de la caridad y sin ella, muere. Así que animo a todos ustedes para que lleven a cabo su delicada obra, movidos por la caridad, pensando a menudo en “el buen samaritano” del Evangelio: atentos a las necesidades de sus pequeños pacientes, inclinándose con ternura sobre sus fragilidades, y viendo en ellos al Señor. Quien sirve a los enfermos con amor sirve a Jesús, que nos abre el Reino de los cielos.

Espero que este hospital, fiel a su misión, pueda continuar con su valiosa obra de atención e investigación a través del aporte y contribución generosa y desinteresada de todas las categorías y en todos los niveles. Por mi parte, los acompaño con la oración y la bendición del Señor, que de corazón invoco sobre ustedes, sobre todos los pacientes y sus familiares.

(Griselda Mutual – Radio Vaticano)

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Oración del Papa por los cristianos coptos asesinados en Egipto, en la catedral de Génova

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(RV).- En su intensa visita pastoral a Génova, el segundo encuentro, del Papa Francisco fue en la Catedral de San Lorenzo y lo dedicó a  los obispos de la región italiana de Liguria, al clero, a los seminaristas y religiosos de la región, a los colaboradores laicos de la curia y a los representantes de otras confesiones.

Antes de comenzar,  el Santo Padre invitó a la oración por las víctimas – 29 muertos, entre ellos algunos niños y 13 heridos -  del atentado en Egipto, en el que diez hombres enmascarados acribillaron un autobús, en el que viajaban cristianos coptos, y que se dirigía al monasterio de San Samuel, en la provincia de Minia, en el sur del país:

«Hermanos y hermanas los invito a rezar juntos por nuestros hermanos coptos egipcios que han sido asesinados porque no querían renegar su fe.

Junto a ellos, junto a sus obispos, a mi hermano Tawadros. Los invito a rezar en silencio y luego juntos un Ave María

Y no olvidemos que hoy los mártires cristianos son más numerosos que en los primeros tiempos de la Iglesia».

Así como en el primer encuentro, dedicado al mundo del trabajo, el Obispo de Roma respondió a luego cuatro preguntas.

La primera fue la de Don Andrea Carcasole, sobre cuáles son los criterios para vivir una intensa vida espiritual en el ministerio sacerdotal que tiende a dispersar  a los presbíteros, ante la complejidad de la vida moderna y de las tareas, también administrativas.

«No hay otra fórmula que la de imitar el estilo de Jesús para cumplir el ministerio sacerdotal. Encontrar al Padre en la oración y en la gente

Hay que seguir el estilo de Jesús como Pastor, siempre en camino, en medio de la muchedumbre, como dice el Evangelio

El Evangelio distingue muy bien entre los discípulos, la muchedumbre, los doctores de la ley, los saduceos»

El Papa recordó que leyendo los Evangelios podemos ver que Jesús transcurría su tiempo durante el día siempre con la gente, luego en el anochecer se retiraba para rezarle al Padre. Y advirtió que estar en la calle, de prisa, es distinto que estar con la gente:

«Jesús no iba con la prisa del mundo. Nunca estuvo parado, como todos los que caminan, también Jesús estaba expuesto a la dispersión pero no se detenía, así podía encontrar a la gente.

No debemos tener miedo del movimiento y la dispersión de nuestro tiempo. Pero el miedo más grande que hay que tener es el de llevar una vida estática, donde todo está ordenado. Con horarios… de tal hora a tal hora se abre, se reza…»

El Santo Padre puso en guardia contra el ser «un sacerdote estático, que tiene horarios incluso para rezar. Que lo tiene todo organizado, perfecto… Diría que una vida tan estructurada no es una vida cristiana. Quizá ese párroco es buen empresario… pero no es un buen cristiano…»

Y reiteró que «Jesús siempre fue un hombre en camino abierto a las sorpresas de Dios. Sin embargo el sacerdote bien estructurado se pierde la belleza del encuentro con el Señor. Por lo que señaló que «un primer criterio es el de no tener miedo de esta tensión que nos toca vivir, en la calle. Así es el mundo, es un signo de vida de vitalidad. Un papá, una mamá, un educador siempre está expuesto a esta tensión»:

«El encuentro con el Padre es el encuentro con las personas. La mayoría de las personas que Jesús encontraba eran personas con problemas, enfermos, endemoniados. Encuentro con el Padre y encuentro con los hermanos. Todo se debe vivir en la clave del encuentro»

Tú sacerdote te encuentras con Dios, con la gente, no debe haber formalidades rígidas que impidan el encuentro. Por ejemplo la oración, que se puede volver un repetir palabras como un papagayo…. Más bien es mejor estar en silencio para que sea un encuentro y aprender a escuchar lo que dice el Señor. Nunca hacer que prevalezca la prisa ante la gente que quiere hablar con el sacerdote y pedirle consejos…

Encontrar a Jesús en la oración y en la gente, en especial en los más necesitados. Encontrar a Jesús y dejarse cansar por la gente no defender tanto la propia tranquilidad… Y no a los sacerdotes que hablan demasiado de lo que hacen…

El único Salvador es Jesús, no otro. Jesús nunca se ligó a las estructuras, sino a su relación humana con las personas… El Papa invitó a volver a los antiguos criterios de la Iglesia que son ultramodernos

Don Pascuale Revello presentó la segunda pregunta al Papa, sobre cómo vivir mejor la fraternidad sacerdotal.

Yo diría que tiene 20 años menos…dijo el Papa Francisco bromeando sobre la edad del sacerdote que le formuló la pregunta – 81 años - «mi coetáneo», dijo,  y  destacó que la fraternidad no se cotiza en la bolsa de valores. Es tan difícil… es un trabajo de cada día:  

«Es importante la  escucha, a escucharse unos a otros, rezar juntos, festejar juntos, y para los sacerdotes más jóvenes jugar juntos a fútbol… los hermanos son una riqueza los unos para los otros, hay que recuperar el sentido de la fraternidad…

Los sacerdotes, los obispos no somos los Señores, el Señor es Jesús, subrayó una vez más el Papa, explicando también que no hay que temer las discusiones o peleas. Porque también las peleas ayudan. Lo importante es no murmurar…»

No a un cura google, Wikipedia que lo sabe todo, pidió también el Papa y lamentó que algunas veces haya calumnias, rumores,  competencia, celos envidia:

«Cuando no hay fraternidad sacerdotal, aunque sea una palabra dura diría que hay traición. Se traiciona al hermano…se anda pelando de él… La murmuración y juzgar mal a los hermanos es un mal de los que se mantienen encerrados en sí mismos…»

Cuando hay sacerdotes enfermos físicamente vamos a visitarlos, pero debemos ayudar a los sacerdotes que están enfermos psíquicamente, o moralmente. Rezar por ellos, por los que han caído víctimas de satanás, en lugar de hablar mal de ellos, criticando despellejando.

La tercera pregunta fue la de una religiosa, la Madre Rosangela Sala, presidenta de la sección de Liguria de la Unión de Superioras Mayores de Italia, sobre cómo vivir la consagración con creciente intensidad, en fidelidad al propio carisma, al apostolado y a  la diócesis:

«La comunidad diocesana es lo que nos salva de la abstracción, del nominalismo, de una fe algo gnóstica que vuela en el aire. La diócesis es aquella porción del pueblo de Dios que tiene rostro. En la diócesis está el rostro del pueblo de Dios. La diócesis hizo, hace y hará historia. Todos estamos insertados en la diócesis. Y ello nos ayuda para que nuestra fe no sea mera teoría, sino práctica. Y ustedes, las consagradas y los consagrados, son un regalo para la Iglesia, cada carisma es un regalo para la Iglesia universal»

Sin olvidar que los carismas no nacen del aire y que se deben encarnar en lo concreto y ello nos enseña a amar a la gente de forma concreta, el Santo Padre habló también de la importancia de la disponibilidad:

«Disponibilidad a ir donde hay más riesgos, donde haya más necesidad. No cuidarse a sí mismos, sino ir y donar el carisma donde más se necesite. La palabra que uso a menudo es periferias. Pero yo hablo de todas las periferias, no sólo las de la pobreza: todas. También las del pensamiento. Todas».

Y la cuarta pregunta, la del P. Andrea Caruso, capuchino, sobre cómo vivir y afrontar el descenso de vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada:

«Hay un problema demográfico en Italia, estamos bajo cero… Y si no hay chicos y chicas no habrá vocaciones. Era más fácil cuando las familias eran numerosas. Hay un descenso que es también un descenso demográfico. No es la única razón, pero hay que tenerla presente. Es más fácil vivir con un gato o con un perro que con los hijos.

La crisis vocacional es una crisis que interesa a toda la Iglesia, a todas las vocaciones: sacerdotales, religiosas, laicales, matrimoniales… piensen en la vocación al matrimonio, que es tan bella. No se casan, los jóvenes conviven».

 (CdM – RV)

 

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Para misionar hay que ser testarudos en la esperanza: el Papa a los jóvenes de Génova

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Después del encuentro con los Obispos y los religiosos, el Papa Francisco abrazó a los jóvenes de la Misión Diocesana de Génova, que lo esperaban numerosos y entusiastas en el Santuario de Nuestra Señora de la Guardia, el más importante santuario de Liguria y uno de los más importantes de Italia.

“Los invito a rezarle en silencio a la Virgen, cada uno le diga lo que tiene en el corazón, Ella es nuestra mamá, la madre de Jesús”: con esta invitación a rezarle a María, el Papa inició su diálogo con los jóvenes genoveses.

Con la espontaneidad que lo caracteriza y como lo hizo también con la Iglesia de Liguria poco antes y con los trabajadores de la planta industrial siderúrgica Ilva, a primeras horas de la mañana, en su primera etapa en tierra ligur, Francisco respondió a las preguntas de tres jóvenes.

“Para mí es una alegría encontrarlos, les dijo el Papa, es un encuentro que siempre deseo. Ustedes que no quieren respuestas preparadas, quieren el diálogo”. Respondiendo a las preguntas de los jóvenes, Francisco les aseguró que la invitación de Jesús “es siempre una alegría plena, y nadie se las quitará". Alegría, afirmó el Pontífice, que no es lo mismo que divertirse. "Es la alegría que está adentro, que nace del corazón y no es superficial”.

Dejar la actitud de turistas y mirar con "ojos nuevos"

“Ir a misionar, explicó después Francisco, significa “dejarse transformar por el Señor. El ser misioneros nos lleva a aprender a mirar con ‘ojos nuevos’, porque con la misión los ojos se renuevan. Aprender a mirar con ojos nuevos nuestra ciudad, nuestra vida y nuestra familia con ojos distintos. Nos abre los ojos y el corazón. La experiencia misionera nos abre los ojos y el corazón. Y así, dejamos de ser ‘turistas’ de la vida para volvernos hombres y mujeres que aman con compromiso en la vida”.

El Papa exhortó a los jóvenes genoveses a “dejar la actitud de turistas y volverse jóvenes con un compromiso serio” porque “tenemos que vivir en misión”:

“Una cosa es mirar la realidad – explicó -  y otra es mirar la fotografía y si nuestra vida es de turistas, nosotros miraremos lo que pensamos de la realidad. Es una tentación para los jóvenes ser turistas: es decir, mirar superficialmente y hacer fotos para mirarlas después. Esto quiere decir que yo no toco la realidad y no miro las cosas como son”.

Todos somos hijos de Dios

El Obispo de Roma recordó asimismo  que la misión “nos involucra a todos como pueblo de Dios y nos transforma, nos cambia la mirada, nos cambia el modo de ir por la vida, de turista a involucrado, y nos quita de la cabeza aquella idea de que hay grupos en la iglesia de puros e impuros. Todos somos hijos de Dios - aclaró. Todos somos pecadores y todos tenemos necesidad del anuncio de Cristo. Y todos, con el Espíritu Santo dentro, que tiene la capacidad de hacernos santos”.

Francisco destacó que mirar con ojos nuevos, nos acerca al corazón de tantas personas, esto es capaz de destruir la hipocresía: “Encontrar un joven – ejemplificó - que comienza la vida con una actitud de hipocresía es suicida”.

El mandato de Jesús a la misión

Cuando se va a misionar no es sólo la propia decisión, agregó el Papa, hay otro que me envía:

“Es Jesús que te misiona, que nos empuja a la misión, que trabaja en tu corazón, cambia tu mirada y te hace mirar la vida con ojos nuevos, no con ojos de turistas. Así, se aprende que vivir encerrados, encerrados en el turismo, no sirve, no ayuda. Tenemos que vivir en misión. Esto supone que escucho a Jesús y voy al encuentro de la gente a hablar de mi vida y de Jesús pero con una transformación de mi personalidad que me hace ver de otra forma y sentir las cosas de otra forma. Somos misionados y misioneros”.

El amor, clave de la misión para ayudar a hermanos en dificultad

“La primera cosa es amarlos”, dijo el Papa respondiendo a la pregunta sobre cómo ser misioneros con los jóvenes en dificultad. “No podemos hacer nada sin amor. Un gesto de amor, una mirada de amor. Nadie tiene más amor que aquél que da la vida y Jesús ha dado la vida. Si no tienes el corazón dispuesto a amar, no podrás hacer una buena misión. Prepararse para ir con el corazón para amar”.

Amar significa tener la capacidad de mirar a los ojos de quienes están en situación de degrado y decir: “para mí tú eres Jesús” y esto es el inicio de toda misión.

La locura de la fe: mirar con los ojos de Jesús

¡Para misionar – agregó el Papa - hay que ser testarudos en la esperanza!

Y ésta, es la locura de la fe: cuando Jesús nos dice “has venido a la cárcel a visitarme”. Ésta es la locura de la fe. Significa – agregó el Santo Padre -  aprender a mirar con los ojos de Jesús, como mira Jesús a esta gente, los más “descartados” de la sociedad.

Al finalizar el diálogo con los jóvenes, el Santo Padre pidió silencio para saludar y bendecir a todos los detenidos de Génova y de Liguria que habían seguido el encuentro.

(MCM-RV)

Respuestas del Papa Francisco a las preguntas de los jóvenes

“¡Buenos días!

¡Estoy “volado” porque Emanuele dice que estamos frenéticos! No sé cómo responder. El Cardenal ha dicho que vuestro amor es turbulento y alegre. Es hermoso. Siempre me gusta encontrar a los jóvenes. Saber qué piensan, qué creen, qué objetivos tienen. Queréis respuestas personales, no “preescritas”. Queréis diálogo. Que la respuesta toque el corazón.

Chiara, gracias por compartir la experiencia misionera vivida durante este año. Sentir la invitación de Jesús es una alegría plena. “Jesús dice: “ésta alegría plena nadie os la quitará”. Alegría, que no es lo mismo que diversión. No es superficial. Está dentro. Sale del corazón. Es lo que vosotros habéis vivido este año. Y te doy las gracias. Y quiero preguntaros: ¿cómo habéis sentido que esta experiencia os ha transformado? ¿Es verdadero, o son sólo palabras?. Porque ir a misionar significa dejarse transformar por el Señor.

Siempre que desarrollamos estas actividades, nos alegramos cuando todo vá bien. Pero hay otra transformación que nace dentro de cada uno. Misionar nos lleva a aprender a mirar con ojos nuevos. Los ojos se renuevan. Miramos de una forma nueva nuestra vida, nuestra familia, nuestra ciudad, nuestro entorno.

La experiencia misionera nos abre los ojos y el corazón. Dejamos de ser “turistas” de la vida, para ser hombres y mujeres; jóvenes que aman la vida de forma comprometida. Cuántas veces vemos a los turistas, los turistas de la vida que toman fotografías pero no miran. Una cosa es mirar las fotografías y otra mirar la realidad. Es una tentación para los jóvenes. Mirar de forma superficial y tomar fotografías. Quiero decir que -no toco la realidad, no miro las cosas como son-. Dejar esta actitud de turistas, para llegar a un compromiso serio con la vida. El tiempo que empleamos como misioneros, nos prepara para mirar con atención.  Cuando no sabemos mirar, terminamos ignorando. No miramos los corazones. -Mi corazón no se ha acercado-. Es la superficialidad.

La misión nos acerca al corazón de las personas, y destruye la hipocresía.

Encontramos adultos hipócritas, y es feo. Pero es cosa de mayores. Pero encontrar un joven que empieza la vida con hipocresía es suicida. Es no dejar el camino de turista. Hacer que se ve, pero en realidad no mirar el corazón de la gente con autenticidad y transparencia.

Tú has dicho que la misión es bella, pero cuando voy a misionar, no es mi decisión, me envía siempre otro. Es Jesús quien te alimenta y está siempre contigo, trabaja en tu corazón y te cambia; te hace ver la vida con ojos nuevos, no de “turista”.

Vivir cerrados no ayuda, no sirve. Debemos vivir en misión. Escucho a Jesús y voy hacia la gente, con una transformación de mi personalidad que me hace sentir de otra manera. Jesús sentía a la gente. Cuando iba por el camino, siempre rodeado por una multitud, una vez dijo “ alguien me ha tocado” y los apóstoles le recriminan dicéndole que hay mucha gente alrededor. Pero Jesús no se había acomodado a la presencia multitudinaria, comprendía la intención de la gente. Una mujer le había tocado porque quería curarse.

Así nosotros debemos conocer a la gente como es, porque tenemos el corazón abierto. Somos misioneros.

También nos ayuda mirar el rostro, mirarnos a los ojos y ver que somos hermanos entre nosotros.

-Te ayuda a no ser maniqueo: unos son buenos y los otros malos-. La misión nos purifica. Todos somos pecadores. Necesitamos el anuncio de cristo.

La misión nos cambia la mirada, nos hace ver el pueblo de Dios.

Nos quita de la cabeza que hay grupos de puros o impuros. Todos somos pecadores, que llevamos al Espíritu Santo dentro, y éste nos puede hacer santos.

¿Cómo podemos ser misioneros con los coetáneos, con aquellos que viven situaciones difíciles, que son víctimas de la droga, del alcohol, de la violencia o del engaño del maligno?

Lo primero es amarlos. No podemos hacer nada sin amor. Una muralla de amor, porque los planes que tengas, sin amor…el amor es dar la vida. “Nadie tiene más amor que el que dá la vida por sus hermanos”. Si no tienes el corazón dispuesto a amar como el Señor nos enseña, no podrás hacer una misión; sólo una aventura como turista.

Prepararse es ir con el corazón a amar. Una de las cosas que pregunto cuando tengo oportunidad, es : ¿ayudas a los demás? ¿dás limosna? Si, suelen contestar. La gente es buena. Pregunto también: ¿cuándo das limosna, tocas la mano de quien recibe tu limosna? Se quedan sin saber qué decir; ¿miras a los ojos, o tienes prisa? Amar es tener la capacidad de apretar esa mano sucia y mirar a los ojos de las personas que viven en una situación de degradación, y decir, -para mi, tú eres Jesús-. Este es el inicio del amor.

Si no, más vale quedarse en casa que ir a misionar.

¿Habéis comprendido por qué tengo que amar a esta gente en situaciones difíciles, víctimas de la droga, del alcohol, de la violencia o del engaño del maligno?

Hay una certeza que es examinarles en la esperanza. Para los misioneros es necesaria una cierta testarudez en la esperanza. Cada persona que atraviesa una situación difícil, ha sido maltratada. Tiene una historia de dolor, de herida, que no podemos ignorar. Esta es la locura de la fé. La locura de la cruz que dice Pablo. La locura del anuncio del Evangelio. Ahí está Jesús. Esto es mirar como mira Jesús. Aprender a mirar como Él mira. Cuando Jesús nos enseña, con las preguntas que nos harán cuando tengamos que dar cuenta de nuestras acciones, nos muestra que Él era esa gente,  cada uno de aquellos necesitados. Es el misterio del amor desde el Corazón de Jesús.

En una ocasión en Argentina, visitaba a los presos de las cárceles. Una vez he saludado a uno que había matado a más de 50 personas. Me quedé pensando, -tú eres Jesús-. Antes de ir, Él me había dicho: si vas a la cárcel, ahí estoy yo.

Hace falta esta locura de la cruz. Jesús hace milagros. No es un brujo que cura. Está en cada uno de nosotros.

Tal vez alguno de vosotros está ahora en pecado mortal. Pero Jesús está ahí esperando contigo. No nos deja. Es testarudo en la Esperanza.

-Voy, toco, escucho, veo a Jesús que trabaja en el corazón de los descartados de la sociedad.-

No te sientas mal por tocar esas manos sucias. Todos estamos sucios. Si después de todo me has salvado, te doy las gracias, porque yo podría ser ese. Si me hubieras dejado de la mano….Esta es la gracia que debemos anunciar.

No adjetivar nunca a las personas. Amar es la testarudez en la esperanza, llevar el mensaje a gente con nombre, no con adjetivo. La sociedad habla con desprecio – no porque es un borracho, es un drogadicto….- Nunca adjetivar. Sólo Dios puede juzgar, y lo hará en el Juicio final. Nosotros nunca.

Voy a la misión para llevar un gran amor. Después de la transformación por medio del Amor.

Somos habitantes de la cultura del vacío , de la soledad, buscamos a la gente, pero por dentro estamos solos, necesitamos el ruido del mundo para no sentir soledad.

Es lo contrario de la alegría, del gozo del que estamos hablando.

Este aislamiento es el objetivo de la misión. Fraternidad. Debo estar dispuesto a amar a todos. No hay alegría plena, mientras hay tantos hermanos con la mirada y el rostro desfigurado por un vacío que se defiende con la exclusión, ignorando a la gente.

Si queremos ser misioneros, llevar en nosotros la alegría, nunca debemos aislar, ignorar, adjetivar.

Gracias Lucca, por tu pregunta.

Génova es una ciudad portuaria, con un puerto que ha recibido y dejado ir tantas naves. Génova ha generado grandes navegantes. Para ser discípulo de Jesús hay que tener el mismo corazón del navegante: tener horizonte y valor.

Nunca serás buen misionero sin horizonte ni valor. La perspectiva del horizonte, y el valor, son las virtudes primordiales del navegante. Tenemos delante de nosotros a los navegantes del siglo XV, que salieron de aquí.

Hoy día tenéis oportunidad de conocer todas las nuevas técnicas de información, pero estas en vez de informaros, muchas veces os saturan, y cuando se está saturado, se pierde la capacidad de vislumbrar el horizonte. Estad atentos. Los medios intentarán “venderte” cosas, hacer que pienses como ellos quieren. La contemplación. La capacidad de contemplar con perspectiva. Tener un criterio propio y no lo que te sirven “en bandeja”. Este es el reto. Esta actitud nos debe conducir a la oración, y en ella pedirle al Señor. –por favor no dejes de retarme, de abrir mi entendimiento hacia nuevos horizontes que requieren también de mi valor-.

A los genoveses, tierra de navegantes, les digo que adelante.

Esta es la oración que os propongo. Señor, rétame. Jesús, importúname. Dame el valor de poder responderte, a ti, al reto que pones delante de mi.

El Jesús que importuna, es el Jesús que está vivo. El Espíritu Santo está en el corazón, y  guía a los jóvenes que se dejan importunar por Jesús. No aceptan las respuestas simples, buscan la profundización. Tienen el valor de preguntarse cosas. Aprender a retar al presente.

Una vida espiritual sana genera jóvenes despiertos que frente a esta cultura, se preguntan ¿ésto es normal, o no es normal?

Tantas veces, y lo digo con tristeza, los jóvenes son víctima de los vendedores de humo. Uno de los primeros valores que debéis tener es el de preguntaros, qué es normal y qué no lo es. Buscar siempre la verdad.

La indiferencia crece cada día. ¿Es normal? Con los vecinos, amigos, barrio, trabajo o escuela….? ¿Es normal que los migrantes, heridos por el egoísmo, vivan y atraviesen condiciones tan difíciles? EL Mediterráneo (y no lo digo por Italia, que son muy generosos), se ha convertido en un cementerio. ¿Es normal?

¿Es normal que tantos países cierren sus fronteras a esta gente, que huye de la barbarie de la guerra y buscan su seguridad? ¿Es normal que se le cierren las puertas? Hace falta valor.

Colón, era vuestro. Salió de aquí. Este loco que quería llegar desde aquí, hasta allí.

Su razonamiento ha vencido un gran reto. Tuvo valor.

No se pueden cerrar las puertas al sufrimiento. Implícate. Y si no puedes, apártate, baja la cabeza, y pídele coraje al Señor.

Retar al presente, es tener el coraje de cuestionar cosas que no son normales. Cosas que no quiere Dios y nosotros tampoco.

Este es Jesús, el intempestivo, que siembra en nuestro corazón la inquietud de hacernos estas preguntas, y esto, es hermoso.

Vosotros tenéis la capacidad de buscar horizontes y tenéis el valor.

Como decimos en mi tierra, os lanzo el guante a la cara….vosotros veréis.

Termino con una sugerencia. En la mañana rezad esta oración muy simple: Señor, te pido por favor, no me dejes de retar.  Jesús por favor ven a importunarme un poco y dame el valor de poder responderte”.

¡Gracias!

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El Papa en Génova: “El problema se resuelve con trabajo para todos”

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(RV).- En el ámbito de su Visita pastoral a Génova, del último sábado de mayo, el Santo Padre Francisco – antes de celebrar un encuentro con los obispos, el clero, los seminaristas y religiosos de la Región italiana de Liguria, sin olvidar a los colaboradores laicos de la Curia, así como a los representantes de las demás confesiones religiosas – comenzó, muy temprano, sus actividades públicas encontrándose con el mundo del trabajo en la planta industrial Ilva.

Ilva es una sociedad por acciones, con administración extraordinaria – con establecimientos en diversas localidades –, que se ocupa de la  producción y transformación del acero. Fue fundada en 1905, convirtiéndose en el mayor complejo industrial de Europa en este sector. Su nombre deriva del latín y corresponde a la Isla de Elba, de donde se extraía el hierro que alimentaba los primeros altos hornos que se construyeron en Italia. Esta empresa ha padecido diversas vicisitudes desde el punto de vista económico cuyas soluciones están ultimándose precisamente en estos días.

El Obispo de Roma se dirigió en automóvil a planta industrial Ilva para celebrar, a partir de las 8.30, su primer encuentro familiar y en forma de diálogo, con el mundo del trabajo. Aquí respondió a cuatro preguntas:

Un empresario del distrito de reparaciones navales, aludió a los tantos obstáculos, entre los cuales la excesiva burocracia y la lentitud en la toma de decisiones públicas, junto a la falta de servicios e infraestructuras adecuadas, pidiéndole a Francisco una palabra capaz de reconfortarlos y animarlos.

Una representante sindical le presentó al Santo Padre la situación actual de esta realidad, que se encuentra ya en la “cuarta revolución industrial”, conocida también como “industria 4.0”. Y si bien afirmó que el mundo del trabajo está preparado para aceptar los nuevos desafíos productivos, su preocupación es que en esta “nueva frontera tecnológica”, junto a la reactivación económica y productiva, que antes o después llegará, no traigan consigo nueva ocupación de calidad, sino que más bien contribuyan a incrementar la precariedad y el malestar social.

Un trabajador que realiza un camino de formación organizado por los Capellanes, puso de manifiesto que en los ambientes de trabajo suelen prevalecer la competición, la carrera y los aspectos económicos, mientras el trabajo representa una ocasión privilegiada de testimonio y de anuncio del Evangelio, vivido adoptando actitudes de fraternidad, colaboración y solidaridad. De ahí la petición al Sucesor de Pedro de algunos consejos para caminar mejor hacia estos ideales.

En fin, una desocupada le dijo al Papa Francisco que su categoría siente que las Instituciones están lejos y orientadas más hacia un asistencialismo pasivo que a trabajar para crear las condiciones que favorezcan el trabajo. Y puso de manifiesto que los consuela el calor humano con que la Iglesia está cerca de ellos, también con la acogida que encuentran en la casa de los Capellanes. A la vez que le preguntó al Papa dónde pueden encontrar la fuerza para seguir creyendo y yendo hacia adelante a pesar de todo esto.

Al tomar la palabra el Pontífice recordó que se trataba de su primera visita a Génova, desde cuyo puerto partió su papá, lo que lo llenaba de emoción, y les agradeció el calor con que lo recibieron. Al mismo tiempo, explicó que ya conocía las preguntas que le habrían formulado, por lo que las respondería según lo que había pensado sobre este tema.

“El mundo del trabajo es una prioridad humana”

El Pontífice afirmó que el mundo del trabajo es una prioridad humana. Y, por lo tanto, una prioridad cristiana, una prioridad nuestra y también una prioridad del Papa. Tras destacar que Jesús era un trabajador, teniendo en cuenta que la primera pregunta la formuló un empresario, un ingeniero, el Santo Padre se refirió a la creatividad necesaria tanto para crear un nuevo producto como el mismo trabajo.

De ahí que haya afirmado que “no hay buena economía sin un buen empresario”. Porque el verdadero empresario conoce a sus trabajadores; trabaja junto a ellos y con ellos. Y dijo que ante todo, un buen empresario “debe ser un buen trabajador. Debe tener la experiencia del trabajo. Y ser capaz de compartir las fatigas de los trabajadores y sus logros”. A la vez que destacó que “ningún buen empresario ama despedir a su gente”.

“Ningún buen empresario ama despedir a su gente”

Quien piensa resolver los problemas de su empresa despidiendo a los trabajadores es sólo un comerciante que vende a su gente y que mañana venderá su propia dignidad, manifestó Francisco. A la vez que aludió al sufrimiento del que pueden surgir nuevas ideas. Y recordó que hace poco más de un año, saludó a un hombre que lloraba tras haber participado en la Misa matutina que celebra en la capilla de la Casa de Santa Marta, que le había confiado su dolor ante la decisión de tener que despedir a sus trabajadores tras la quiebra de su empresa. “Y lo hacía con dolor y llorando”, dijo el Papa.

“No a la transformación de empresario en especulador”

También afirmó que el empresario no debe transformarse en un especulador. Y propuso una analogía entre el mercenario y el Buen Pastor, tal como afirma Jesús en el Evangelio. Despedir, cerrar – reflexionó el Pontífice – a estos especuladores no les crea ningún problema porque usan a la gente. Sin embargo la empresa debe ser “amiga de la gente”. Por eso dijo “no a la economía despiadada”. Y agregó que más que al empresario, hay que temer al especulador; porque se sabe que  los reglamentos y las leyes están pensados para los deshonestos y terminan penalizando a los honestos. Pero no se debe olvidar que hoy hay tantos verdaderos empresarios honestos que aman a sus trabajadores, a la empresa, que trabajan con ellos para llevar adelante la empresa, y éstos son los menos aventajados por las políticas que favorecen a los especuladores.

“La mística del amor” de los buenos empresarios

Después de referirse a lo que podría definirse “la mística del amor” de los buenos empresarios, tras la intervención de la sindicalista el Papa respondió con un juego de palabras: “rescate social” - “chantaje social”. Y relató una anécdota referida a una trabajadora a la que le ofrecían 800 euros al mes por once horas de trabajo diario. También se refirió al trabajo en negro. Y recordó que conoce a una persona que no trabaja todos los meses del año, porque en un determinado mes la despiden, para meses después volver a hacerle firmar su contrato de trabajo.

Francisco aludió a la doctrina social de la Iglesia. Y dijo que en la tierra hay pocas alegrías grandes como las que se experimentan trabajando. También afirmó que el trabajo es amigo del hombre y el hombre amigo del trabajo, a pesar de que a veces nos hiere. Asimismo destacó que en torno al trabajo se construye el entero pacto social. Porque cuando no se trabaja, o se trabaja mal, o se trabaja poco o se trabaja mucho, la democracia está en crisis.  Y dijo que si la República Italiana no estuviera basada en el trabajo, no sería una democracia. Porque el lugar del trabajo lo ocuparían sólo las castas.

El Santo Padre impulsó con fuerza la existencia del trabajo en contraposición con la jubilación forzada o anticipada, independientemente de los cambios que el mismo trabajo implique. Porque sin trabajo se pierde la dignidad. También destacó que el trabajo de hoy será diferente, por eso mientras sin trabajo se puede sobrevivir, para vivir – dijo – se necesita el trabajo. Ahí está la elección: entre vivir o sobrevivir. De manera que reafirmó que el trabajo debe ser para todos, comenzando por los jóvenes. Puesto que de lo contrario se establece una hipoteca para el futuro. “El problema – añadió – se resuelve con trabajo para todos”.

“El problema se resuelve con trabajo para todos”

Tras escuchar al trabajador que realiza un camino de formación organizado por los Capellanes el Papa aludió al error antropológico de la competición, y afirmó que la empresa es ante todo cooperación mutua. Y puso de manifiesto que el pobre suele ser considerado una persona sin méritos y culpable, mientras los ricos se sienten exonerados de hacer algo.

Por último, el Pontífice se refirió a los trabajos que no son buenos, porque no respetan los derechos de los trabajadores ni de la naturaleza. Una paradoja de nuestra sociedad es el creciente número de personas que querrían trabajar y no lo logran, en contraposición a quienes trabajan tanto, demasiado, y que querrían trabajar menos, pero que tampoco lo logran porque han sido “comprados por las empresas”. Por eso destacó que debe existir el tiempo de la fiesta y del descanso. Sí porque para poder celebrar la fiesta, es necesario poder celebrar el trabajo.

“Para poder celebrar la fiesta, es necesario poder celebrar el trabajo”

Francisco también dijo que “el consumo es un ídolo de nuestro tiempo”. Aludió a los nuevos templos que prometen la salvación y la vida eterna, templos de puro consumo y placer. Mientras el trabajo “es fatiga y sudor, como nos lo recuerda la Biblia”. Lamentablemente, una sociedad hedonista que no comprende esto se vuelve una idolatría de puro consumo. Donde “los ídolos no trabajan”. Una cultura debe saber estimar la fatiga y el sudor.

“Los ídolos no trabajan”

El trabajo es el centro de todo pacto social. De donde parten el honor, la libertad, los derechos para todos. Con dignidad, libertad, respeto. Hay que seguir amando el trabajo y aprender a rezar, terminó diciendo el Papa. Porque el trabajo es amigo de la oración. Recordó además que un mundo que no conoce el valor del trabajo no puede conocer el valor de la Eucaristía. Y dijo que también se puede rezar con las manos y en el trabajo.

Francisco concluyó su sentido diálogo con los trabajadores invitando a rezar la antigua oración del Ven Espíritu Santo, a la vez que impartió a todos su bendición apostólica.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

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