PEREGRINACIÓN
DE FIELES GRECO-CATÓLICOS DE UCRANIA
El lunes
a última hora de la mañana, en el Aula Pablo VI del Vaticano,
el Santo Padre recibió en audiencia a una peregrinación
de fieles greco-católicos de Ucrania. El Papa en su discurso, después
de darles la bienvenida y recordar su viaje apostólico manifestó
que "la existencia en su país de tres venerables ritos - bizantino,
latino y armenio - da testimonio de la dimensión universal de la
Iglesia en culturas diversas y manifiesta de manera visible el misterio
de comunión que une a todos los creyentes en Cristo". "Que
no exista por ello, insistió el Pontífice, rivalidad alguna,
sino respeto y amor recíproco".
Al inicio
de este nuevo milenio una importante y gran responsabilidad se presenta
a los cristianos: se trata del anuncio siempre nuevo de Jesucristo, camino,
verdad y vida para los hombres y las mujeres de todos los tiempos y Países.
"Por lo tanto, dijo Juan Pablo II, estáis llamados a hacer
accesibles, con sabiduría y eficacia, los tesoros de la fe, tanto
a aquellos que la conocen de alguna manera como a aquellos que se os acercan
por vez primera. Para cumplir esta misión, sabéis todos
que es necesario en primer lugar vivir con coherencia la vocación
recibida en el Bautismo y organizar la vida personal y social según
la ley de Dios.
"Un
cruel régimen ateo, recordó el Santo Padre, que durante
decenios intentó erradicar a Cristo de la tierra ucraniana: muchas
generaciones han sido educadas sin Cristo e incluso contra Él.
Hoy en vuestra tierra se puede hablar libremente de Dios. Pero para el
hombre contemporáneo, inmerso en los quehaceres y en la confusión
de la vida cotidiana, las palabras no son suficientes: ellos no quieren
solamente oír "hablar" de Cristo, quieren de alguna forma
"verlo".
"La
realización del mandamiento del amor hacia el prójimo será
la verdadera prueba de vuestro compromiso. Con vuestra vida mostrad a
Ucrania, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y fieles
de las Iglesias cristianas, el rostro divino de Cristo. Cuanto más
presente esté Cristo en cada uno de vosotros, más creíble
será vuestro testimonio en favor de su Evangelio de salvación".
Dirigiéndose
a los peregrinos de lengua polaca el Papa les dijo que estaban en Roma
para dar gracias a Dios por los frutos espirituales de su viaje a Ucrania.
Y después de recordarles algunos momentos significativos de su
visita apostólica, entre ellos la beatificación de algunos
mártires pidió a Dios que la semilla de su sangre lleve
a florecer constantemente la fe en los corazones de los habitantes de
Ucrania.
"De
modo particular, finalizó diciendo el Papa, quiero dar gracias
con vosotros a Dios por el Espíritu de amor fraterno, que nos unía
en aquellos días. Que este Espíritu os acompañe siempre.
No apaguéis Sus inspiraciones. Que encienda vuestros corazones,
purifique vuestras conciencias, refuerce vuestra voluntad de caminar juntos
a lo largo del camino que lleva al reino de nuestro único Padre.
NUEVA ORGANIZACIÓN CATOLICA INTERNACIONAL PARA TODOS LOS MEDIOS
AUDIOVISUALES
Juan Pablo
II recibió la mañana del martes a los participantes en el
Congreso mundial promovido por las Organizaciones católicas para
la radio y la televisión, UNDA, y para el cine y los medios audiovisuales,
OCIC, que en estos días -como señaló él mismo
Pontífice- se unieron para dar vida a la nueva SIGNIS, es decir
a la nueva Organización Católica Internacional para todos
los Medios Audiovisuales.
Tras destacar
la importante labor realizada por estas dos Organizaciones en los pasados
setenta años, en la evangelización a través de los
medios de comunicación, proclamando el Evangelio salvador del Señor,
precisamente en el mundo del cine, de la radio, de la televisión
y recientemente en internet, el Santo Padre expresó su satisfacción
por la fusión de estas asociaciones en el comienzo del nuevo milenio.
Ciertamente,
con los enormes avances de la tecnología y el continuo proceso
de globalización, la misión de la Iglesia de hacer que todos
los pueblos conozcan y amen a Cristo se encuentra ante oportunidades y
desafíos nuevos, subrayó el Papa para luego recordar el
gran desarrollo en los últimos años de las emisoras de radio
católicas en África y Europa. Así como el de las
cadenas católicas de televisión por satélite y por
cable. Herencia que recibe la nueva asociación, SIGNIS, la cual
deberá seguir impulsando la programación católica,
de modo que no falten contenidos religiosos y espirituales en las producciones
de las emisoras.
Ante el elevado
número de personas, en particular niños y adolescentes,
que transcurren gran cantidad de su tiempo absortos en los medios de comunicación,
el Pontífice puso de relieve la importancia de enseñar un
uso responsable y sabio de los mismos. No sólo al público
en general, sino también a los líderes de la industria de
la comunicación. Ello significa lograr que la gente tome conciencia
de la gran influencia que estos medios tienen en sus vidas. Y cuán
importante es que se tutele la calidad de sus contenidos y se promueva
un diálogo constructivo entre los productores y los consumidores.
Tareas y
desafíos que requieren compromiso y valentía y que forman
parte de la vocación cristiana, finalizó diciendo Juan Pablo
II señalando asimismo que, ante las dificultades, hay que recordar
que Jesús, al dar el mandato a los Apóstoles de hacer discípulos
de todas las naciones, prometió "Yo estoy con vosotros cada
día, hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20. Que la nueva Organización
Católica Internacional para todos los Medios Audiovisuales, SIGNIS,
- deseó el Papa - sea siempre instrumento efectivo de la presencia
permanente del Señor en nuestro mundo y de su perdurable amor para
todos los hombres y mujeres.
EL
PAPA RECUERDA DE FORMA ESPECIAL A LOS PERIODISTAS ASESINADOS EN AFGANISTAN
Tras una
larga esclavitud en Egipto, el pueblo de Israel emprende el camino hacia
la tierra prometida. El Libro del Éxodo narra este momento clave
de la historia de la salvación. Fue Dios quien lo salvó
cuando se encontraba en una situación desesperada, pues en su huida,
fue alcanzado por el ejército del Faraón. Atravesado milagrosamente
el Mar Rojo, Moisés y los israelitas cantaron un himno de victoria
al Señor. Este canto, que encontramos en el capítulo 15
del Éxodo, lo proponen los Laudes del sábado de la primera
semana. Este himno de alabanza a Dios y de alegría del pueblo elegido,
fue expuesto por el Santo Padre en la Catequesis de este miércoles
a los miles de peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI.
El Cántico,
afirma el Papa no habla solamente de la liberación obtenida, "Cantaré
al Señor, sublime es su victoria"
sino que indica la
finalidad de esa liberación, "Guiaste con tu lealtad al pueblo
que habías rescatado, lo llevaste con tu poder hasta tu santa morada".
Este hecho salvador, no sólo fue la base de la Alianza entre Dios
y su pueblo, sino que se convirtió en el "símbolo"
de toda la historia de la salvación. Este hecho va prefigurar la
gran liberación que va a realizar Cristo con su muerte y resurrección.
Es también el símbolo de la humanidad entera que se pone
en camino por los senderos que conducen a la casa del Padre.
El paso
del Mar Rojo tiene también un simbolismo bautismal, de liberación,
de purificación y de crecimiento, que alcanzará su plenitud
al final de los tiempos, cuando Cristo regrese glorioso y "entregue
el Reino a Dios Padre". Por lo tanto, al final de los tiempos se
realizará plenamente para todos los salvados lo que el evento del
Éxodo prefiguraba y la Pascua de Cristo ha realizado de manera
definitiva, pero abierto al futuro.
La liturgia
de Laudes, poniendo en nuestros labios las palabras de este antiguo himno,
nos invita a poner nuestra jornada en la dimensión y en el horizonte
da la historia de la salvación. "Este es, afirmó Juan
Pablo II, el modo cristiano de percibir el transcurrir del tiempo".
En los días que se acumulan a los días no hay una fatalidad
que nos oprime, sino un designio que se va devanando, y que nuestros ojos
deben aprender a leer como en filigrana, como han hecho los Padres de
la Iglesia y, antes que ellos, los mismos Profetas.
Se trata,
pues, terminó diciendo el Pontífice, de contemplar con estupor
siempre nuevo lo que Dios ha dispuesto parea su pueblo, teniendo presente
que este himno de victoria no expresa el triunfo del hombre, sino de Dios.
No es un canto de guerra sino de amor. El Santo Padre concluyó
su exposición catequética con una sugerencia: "Dejando
que nuestras jornadas sean impregnadas por este estremecimiento de alabanza
de los antiguos Hebreos, nosotros caminamos por los caminos del mundo,
salpicados de insidias, riesgos y sufrimientos, con la certeza de estar
envueltos por la mirada misericordiosa de Dios: nada puede resistir a
la potencia
de su amor.
RESUMEN
DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL
Queridos
hermanos y hermanas:
El Cántico
del Éxodo que meditamos hoy nos remite a un momento clave de la
historia de la salvación, cuando el pueblo de Israel, en una situación
humanamente desesperada, fue salvado por Dios. Es un himno de victoria
que prefigura la gran liberación que Cristo realizará con
su muerte y resurrección. En Él hemos sido salvados de la
esclavitud del pecado que pesa sobre la humanidad desde sus orígenes.
El himno no expresa el triunfo del hombre, sino el triunfo de Dios. No
es un canto de guerra, sino un canto de amor.
Recitándolo
a la luz del Éxodo pascual, los fieles pueden vivir la alegría
de sentirse Iglesia peregrina en el tiempo, hacia la Jerusalén
celeste.
Doy mi cordial
bienvenida a todos los peregrinos venidos de España y de Latinoamérica.
Que la lectura y meditación de este Cántico os aliente a
vivir cada una de vuestras jornadas en la perspectiva de la historia de
la salvación.
***********
Terminados
los saludos en las diversas lenguas, Juan Pablo II dirigió un afectuoso
saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados,
recordando que el próximo domingo se celebraba la solemnidad de
Cristo, Rey del Universo. A los jóvenes les pidió que pongan
a Jesús en el centro de sus vidas, pues de Él van a recibir
luz y fuerza para afrontar las opciones cotidianas.
"Cristo
que ha hecho de la Cruz un trono real, ha dicho el Papa a los enfermos,
os enseñe a comprender el valor redentor del sufrimiento vivido
en unión con Él". Y ha augurado a los recién
casados que sepan reconocer la presencia del Señor en su camino
matrimonial, para así poder participar en la construcción
de su Reino de amor y de paz.
El Santo
Padre recordó de manera especial a los cuatro periodistas asesinados
en Afganistán, entre los que se encontraba el español Julio
Fuentes, con estas palabras: "Estoy
profundamente afligido por la reciente noticia del brutal asesinato de
cuatro periodista en Afganistán. Expreso viva condolencia a los
familiares y a cuantos han sido afectados por tan dramático acontecimiento.
Confiemos a la misericordia del Señor las almas de estos difuntos,
y por ellos, como también por las demás víctimas
de la violencia oremos cantando juntos el Padre nuestro".
Por último,
Juan Pablo II recordó que en este miércoles, memoria litúrgica
de la Presentación de María Santísima en el Templo,
se celebra la Jornada de las Claustrales. "A las Hermanas, llamadas
por el Señor a la vida contemplativa, afirmó el Papa, deseo
asegurar una cercanía especial, tanto mía como de toda la
Comunidad eclesial. Al mismo tiempo, renuevo la invitación a todos
los cristianos para que nunca falte a los monasterios de clausura el necesario
apoyo espiritual y material. ¡Debemos muchísimo a estas personas
que se consagran por completo a una incesante oración por la Iglesia
y por el mundo!"
EXHORTACIÓN
APOSTÓLICA "ECCLESIA IN OCEANIA"
"¡Alégrense
los cielos, y regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto encierra!".
Con estas palabras de los Salmos, Juan Pablo II daba la bienvenida el
jueves a los hermanos y hermanas en Cristo procedentes de Oceanía
para la promulgación de la Exhortación Apostólica
"Ecclesia in Oceania", elevando su gratitud a la Santísima
Trinidad por la celebración de esta Asamblea Especial del Sínodo
de los Obispos.
"Me
hubiera gustado visitar Oceanía una vez más, para presentar
los frutos de los trabajos Sinodales, señaló el Santo Padre
para luego añadir que al no haber sido posible, "el Pacífico
ha venido donde el Obispo de Roma". Tras abrazar idealmente a todos
los pueblos que representan la riqueza del inmenso continente, de Malasia,
Polinesia y Micronesia; a los aborígenes de Australia, los Maoríes
de Nueva Zelanda; y a los emigrantes que han formado su hogar en Oceanía,
Juan Pablo II destacó la intensa experiencia de comunión
vivida en esta Asamblea Especial, que pudo contar con la participación
de todos los Obispos del Pacífico. En este contexto, el Papa reiteró
que el Concilio Vaticano II permanece como luz que guía a la Iglesia
peregrina.
La gran cita
Sinodal para Oceanía que se celebró en el Vaticano, del
22 de noviembre al 12 de diciembre de 1998, ha sido, al igual que el Gran
Jubileo, "memoria del pasado y profecía del futuro",
afirmó el Papa. Además de haber evocado la historia de la
Evangelización en este continente, con la llegada de los primeros
misioneros, se puso de relieve el importante desarrollo de la Iglesia
en esta tierra y, al mismo tiempo, se profundizó en los numerosos
desafíos que los pueblos de Oceanía tienen que afrontar
en la actualidad.
Desafíos
que el Pontífice enumeró, como las crisis económicas;
inestabilidad política; corrupción; conflictos étnicos;
erosión de las tradicionales formas de organización social;
resquebrajamiento de la justicia y del orden; los peligros de una globalización
mal empleada; y en especial, en las sociedades opulentas, una verdadera
crisis espiritual que demuestra de por sí, claramente, la pérdida
del respeto a la vida humana. Sin embargo - destacó Juan Pablo
II - lejos de desanimarse, los Obispos han percibido la llamada del Espíritu
Santo a la Iglesia en Oceanía para impulsar la nueva evangelización.
En este sentido
- reiteró el Santo Padre - esta Asamblea Especial, como "una
profecía para el futuro", confirmó que los Obispos
son "servidores del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del
mundo", como ha puesto de relieve recientemente la X Asamblea Ordinaria
del Sínodo de los Obispos.
El Papa,
en la segunda parte de su discurso que ha pronunciado en inglés
y francés, recordó la importancia de la contemplación
del rostro de Cristo. Haciendo hincapié en la necesaria espiritualidad
y comunión, Juan Pablo II deseó que todos los habitantes
del Pacífico busquen sin cesar el rostro del Señor e invitó
a la Iglesia en Oceanía a "remar mar adentro" con valentía.
Contando para ello con la Iglesia Universal y con la "inmensa muchedumbre",
que constituye la Comunión de los Santos, encabezados por San Pedro
Chanel. Y cuyo corazón se encuentra en María, Madre de Cristo,
Stella Maris.
LLAMAMIENTO
A LA NUEVA EVANGELIZACIÓN EN OCEANÍA.
Juan Pablo
II hace un llamamiento a la generación actual de cristianos para
realizar una nueva evangelización entre los pueblos de Oceanía,
una misión cuyos grandes retos sean los de alcanzar a cuantos vivan
con esperanzas y deseos no realizados, a cuantos sean cristianos sólo
de nombre, y a cuantos se hayan alejado de la Iglesia, quizá a
causa de experiencias dolorosas.
La Exhortación
Apostólica la Iglesia en Oceanía fue enviada por primera
vez en la historia por correo electrónico inmediatamente después
de la firma del Santo Padre. Y aunque, en efecto, se trata de la primera
vez que se hace uso de Internet para divulgar oficialmente un documento
Pontificio, dada la dispersión geográfica y la extensión
del continente, la comunicación electrónica había
tenido ya un papel de primer orden durante todo el proceso sinodal desde
el primer momento.
En este amplio
documento Juan Pablo II subraya la necesidad actual de que la iglesia
busque en la región los caminos adecuados para presentar Jesucristo,
como Señor y Salvador a los pueblos de Oceanía, sin olvidar
la riqueza de sus culturas. Paralelamente a la consideración del
proceso mundial de modernización con sus efectos positivos y negativos,
el Papa manifiesta que la Iglesia, en el cumplimiento de su misión,
realiza un servicio a "los pueblos del Pacífico que están
luchando por su propia unidad e identidad, que están preocupados
por la paz, la justicia y la integridad de la creación y muchos
en busca de un significado de la vida".
La Iglesia
en Oceanía viene definida como una iglesia de participación
que ha enviado a misioneros, incluso fuera de la región, en función
de catequistas y en programas de renovación y de implicación
de los laicos. "La misión de la Iglesia - se lee en el texto
más adelante- implica un diálogo que incluye la identificación
de lo que pertenece o no pertenece a Cristo. Cada cultura tiene necesidad
de ser purificada y transformada por los valores revelados en el Misterio
Pascual".
En otro momento,
el Pontífice señala que los agentes de evangelización
deben proclamar la verdad de Cristo en áreas particularmente difíciles
de Oceanía, entre las que se enumera: las religiones y culturas
tradicionales, el moderno proceso de secularización, los medios
de comunicación social, la catequesis, instrucción y formación
en la fe, el Ecumenismo, los grupos o movimientos religiosos fundamentalistas
y el diálogo interreligioso.
Tras manifestar
que la proclamación de la verdad no radica únicamente en
las palabras, sino sobre todo en las acciones, el Papa subraya que por
esta razón "la Iglesia considera el apostolado social como
una parte integrante de la misión evangelizadora, para ofrecer
al mundo una palabra de esperanza; su compromiso en tal sentido puede
constatarse en la contribución que brinda al desarrollo humano
en la promoción de los derechos de la persona, en la defensa de
la vida y de su dignidad, en la justicia social y en la protección
del ambiente.
Además
de elogiar las contribuciones excepcionales que la Iglesia en Oceanía
ha realizado en el campo de la educación, de la salud y el bienestar
social, Juan Pablo II evidencia en la Exhortación el papel de los
laicos, sobre todo los nuevos movimientos eclesiales, a quienes los padres
sinodales han pedido que ejerzan su labor dentro de las estructuras de
las Iglesias particulares para ayudar en la construcción de la
'comunio' de la diócesis en que se encuentran.
Cada uno
de los 4 capítulos de la Exhortación Apostólica viene
introducido con imágenes de la Escritura indicativas de Oceanía
y de sus poblaciones diseminadas, la gran parte en innumerables islas
que dependen del mar como sustento y para desplazarse.
OBISPOS
SALVADOREÑOS COMO MINISTROS DE RECONCILIACIÓN
"Seguid
acompañando a vuestro pueblo como ministros de la reconciliación,
para que la grey que os ha sido encomendada, superando las dificultades
del pasado, avance por los caminos de la concordia y el amor sincero entre
todos". Este fue el deseo expresado por Juan Pablo II a los obispos
salvadoreños, que el viernes por la mañana celebraron la
santa Misa con el Pontífice, poniendo fin de esta manera a su quinquenal
visita ad Limina.
En el discurso
entregado a los prelados del país centroamericano, el Papa recordaba
el largo camino que este pueblo ha sufrido durante los duros años
de la guerra fratricida; y más recientemente las adversidades naturales
que ha tenido que afrontar en ocasión del huracán Mitch
y de los dos terremotos que con el intervalo de un mes han padecido al
comienzo de este mismo año. El Santo Padre alababa el espíritu
de sacrificio de los salvadoreños ante estas "terribles desgracias
naturales que han reducido a condiciones precarias la existencia"
de tantas personas.
Aún
consciente de que las ayudas externas son necesarias, Juan Pablo II animó
sin embargo a los salvadoreños a que sean ellos mismos los protagonistas
y artífices principales de la reconstrucción del país,
comprometiéndose con esfuerzo y tesón a superar esa situación
tan difícil, agravada entre otras causas por la pobreza extrema
de muchos, el desempleo, o la falta de vivienda digna".
En nuestro
tiempo, en el que los medios modernos difunden continuamente noticias
muy diversas y el corazón y la mente se sienten atraídos
por tantas novedades, indicó el Papa, "es menester dar a la
Palabra de Dios y a su anuncio el lugar primordial y privilegiado que
le corresponde". Por eso es de capital importancia que nunca decaiga
el ministerio de la predicación, la catequesis y la enseñanza,
"para que todos los fieles tengan vida y la tengan en abundancia".
El anuncio
de la Palabra tiene un relieve especial cuando se proclama dentro de la
liturgia, no obstante como la acción de la Iglesia no se agota
en la liturgia -señaló el Santo Padre- "hay que anunciar
la Palabra con perseverancia y por todos los medios para que el mensaje
de la salvación llegue tanto a los creyentes como a los no creyentes".
Para ello el Papa invitó a usar del mejor modo posible los medios
de comunicación social "para aprovechar su enorme potencial
y ponerlo a disposición y al servicio de la difusión del
Evangelio.
Hablando
de los sacerdotes y religiosos, colaboradores directos del obispo, el
Papa dijo que la celebración de la Eucaristía en un mundo
tantas veces aquejado por divisiones y desequilibrios, consolida la comunión
y la esperanza, es fuente de armonía y hace que todos se sientan
miembros de una misma familia donde a cada uno se le reconoce su dignidad".
También
señaló el Santo Padre que una de las urgencias de nuestro
tiempo es la atención que hay que prestar a la familia, a causa
de las graves amenazas que hoy atentan contra ella: las rupturas matrimoniales,
la plaga del aborto, la mentalidad anticoncepcional, la corrupción
moral, las infidelidades y violencias domésticas. "Una sólida
preparación para quienes se preparan al matrimonio hará
que puedan ofrecer ejemplos convincentes de cómo debe ser la familia
y su papel insustituible en la sociedad y en la Iglesia. "La humanidad
se juega mucho con la institución familiar, llegando a hipotecar
su futuro si no se la defiende y promueve adecuadamente", subrayó
por último el Pontífice.
ASAMBLEA
PLENARIA DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO
Juan Pablo
II recibió en audiencia el viernes a los participantes a la Asamblea plenaria
de la Congregación para el clero que precisamente había dedicado su atención
esos días al tema del "presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial".
La presencia cotidiana de Cristo hace de la parroquia -dijo el Papa- una
auténtica comunidad de fieles. Para la parroquia tener un sacerdote como
pastor es de fundamental importancia puesto que es la representación sacramental
de Cristo y está totalmente al servicio de la Iglesia. Entre las numerosas
actividades que una parroquia desarrolla -indicó el Papa, ninguna es tan
vital o formativa para la comunidad como la celebración dominical del
día del Señor y de su Eucaristía. Nadie ni nada podrá suplirla nunca.
La parroquia es además lugar privilegiado del anuncio de la Palabra de
Dios. Esto se articula de diversas formas y cada fiel está llamado a tomar
parte activa especialmente con el testimonio de la vida cristiana y la
explícita proclamación del Evangelio, sea a los no creyentes, para conducirlos
a la fe, sea a los creyentes para instruirlos, confirmarles e inducirlos
a una vida más ferviente. En cuanto al sacerdote anunciará la Palabra
en su calidad de ministro partícipe de la autoridad profética de Cristo
y de su Iglesia.
SIMPOSIO
INTERNACIONAL: X ANIVERSARIO DEL CÓDIGO CANÓNICO DE LAS
IGLESIAS ORIENTALES
JPII a lo
largo de la mañana del viernes también recibió a
los participantes en el simposio internacional promovido por la Congregación
para las Iglesias Orientales que se celebró esa semana en Roma,
en ocasión del décimo aniversario de la entrada en vigor
del Código canónico de las Iglesias Orientales. Una ocasión
en la que el Santo Padre pudo hablar de los beneficios de los frutos que
ha dado el Gran Jubileo del año 2000, durante el cual Oriente y
Occidente se han sentido más estrechamente unidos en celebrar el
evento decisivo del nacimiento de Cristo.
Toda la Iglesia
durante aquellos meses -recordó el Papa- expresó con particular
intensidad de fe su amor hacia Oriente. "Yo mismo - precisó
el Pontífice- interpretando este sentimiento de los cristianos
de todo el mundo peregriné a Tierra Santa. En la luz profética
de los eventos jubilares miramos con esperanza el inicio del Tercer milenio
y el camino futuro hacia la unidad de los cristianos.
Y hablando
del simposio, Juan Pablo II subrayó la presente necesidad de intensificar
las relaciones fraternas con los hermanos cristianos de Oriente, especialmente
con los de las Iglesias ortodoxas. Gracias al Concilio Vaticano II fue
reconocida la gran tradición litúrgica de las Iglesias de
Oriente, el carácter específico de su desarrollo histórico,
las disciplinas seguidas desde los primeros tiempos por los santos padres
y los concilios ecuménicos. El Papa ha expresado su esperanza de
que el camino de la reconciliación entre Oriente y Occidente sea
una preocupación constante y prioritaria para la Iglesia.
"LA
CIENCIA NO DEBE REDUCIR EL HOMBRE A UN MERO OBJETO"
En un Mensaje
con motivo de la sesión de las Semanas Sociales de Francia, dedicada
este año al tema "Biología, medicina y sociedad, ¿qué
haremos del hombre?", Juan Pablo II pone de relieve que "la
Iglesia católica aprecia y alienta la investigación biomédica
en lo que respecta a la prevención y curación de las enfermedades,
aliviando el sufrimiento e impulsando el bienestar de los seres humanos".
Y señala asimismo cuán importante y urgente es que "la
ciencia no reduzca al hombre a un mero objeto".
Tras hacer
hincapié en que la ciencia "debe ponerse verdadera y plenamente
al servicio" del hombre, el Papa, recordando que "la Iglesia
conoce la complejidad, algunas veces dramática, que sufren algunas
personas, y las presiones ejercidas por poderosos intereses económicos",
reitera que los católicos y todos los hombres de buena voluntad
"están llamados a comprometerse en la defensa de la dignidad
del hombre". En este contexto, Juan Pablo II alienta los trabajos
de esta reunión interdisciplinaria, que se inauguró el viernes
23 de noviembre en París y que finalizó el domingo 25, con
el objetivo de "dar a los hombres de nuestro tiempo elementos seguros
para reflexionar y tomar decisiones".
Con el anhelo
de que estos días de profundización puedan ayudar a un análisis
lúcido de los peligros y consecuencias del progreso, y de las oportunidades
y desafíos que conlleva para toda la humanidad, el Santo Padre
reitera que el individuo humano, debido a su dignidad intrínseca,
que integra plenamente la dimensión biológica, nunca y de
ninguna manera debe estar subordinado al género, a la sociedad,
al deseo de otras personas - aunque sean sus padres - como si fuera un
medio o un instrumento. El individuo humano tiene valor por sí
mismo. Verdad ésta que pertenece a la ley natural, y que para los
cristianos se esclarece con luz nueva en Jesucristo.
En la actualidad
- destaca una vez más Juan Pablo II - la dignidad del hombre está
amenazada, de modo especial, en las fases más críticas de
su existencia, la concepción y la muerte natural. Una tentación
nueva se va abriendo camino, y es la de arrogarse el derecho de fijar
y determinar, el umbral de existencia de un individuo. Y tras reiterar
el respeto que merece el ser humano, desde su fase embrionaria hasta el
fin natural de su existencia, el Pontífice pone en guardia asimismo
sobre los riesgos de la experimentación biomédica.
En numerosos
países - subraya el Papa - se abre camino también la selección
de niños que tienen derecho a nacer, verdadera eugenesia tácitamente
alentada. Acción que además hiere profundamente a las personas
que sufren minusvalías y a quienes las acogen. En este contexto,
Juan Pablo II reitera la importancia de multiplicar los esfuerzos necesarios
para descubrir nuevas terapias, y para acoger e integrar a los minusválidos
en la sociedad. Y, tras agradecer a los padres que acogen a hijos minusválidos,
el Pontífice señala el deber que tiene la sociedad de ayudar,
y sostener a estas familias.
La producción,
utilización, experimentación y destrucción de embriones
humanos - advierte el Santo Padre - son un grave atentado al respeto absoluto
de toda vida y a la grandeza de todo ser humano. El Mensaje del Papa destaca
también la necesidad de que las autoridades políticas y
legislativas asuman la responsabilidad que les corresponde en defensa
del ser humano, de su dignidad y de sus derechos fundamentales. El porvenir
del hombre y de la humanidad está ligado en gran parte a su capacidad
de examinar rigurosamente las diferentes cuestiones biomédicas,
en el marco de la ética, sin temor a poner en tela de juicio los
comportamientos que se han vuelto corrientes.
Finalmente,
Juan Pablo II expresa la profunda gratitud de la Iglesia a todas las personas
que trabajan en el sector de la sanidad, así como a los voluntarios
que acompañan a los que sufren y a los investigadores, filósofos
y responsables políticos comprometidos en el servicio cotidiano
de la dignidad de la persona. Compromiso y trabajo valiosos que constituyen
motivo de gran esperanza.
XX
ANIVERSARIO DE LA "FAMILIARIS CONSORTIO"
El Santo
Padre envió el viernes un mensaje al Presidente del Consejo Pontificio
para la Familia, Cardenal López Trujillo, con motivo del Congreso
promovido por este Dicasterio en ocasión del XX aniversario de
la publicación de la Exhortación Post-sinodal 'Familiaris
Consortio'. Veinte años - escribe Juan Pablo II - que marcan también
la existencia del mismo Consejo, al que él mismo quiso confiar
la profundización y valoración de todo los aspectos y de
las riquezas contenidas en las 'Propositiones' del Sínodo dedicado
a uno de los temas más queridos por el Papa, es decir el de la
familia.
A lo largo
de estos veinte años, señala el Santo Padre, aunque "no
han faltado insidias contra la institución familiar, quizá
entre las más peligrosas de la historia, también se han
ido consolidando algunas convicciones comunes. Como por ejemplo, el redescubrimiento
y promoción de la causa integral de la familia y de la vida como
valor y derecho que pertenecen al patrimonio común de la humanidad".
Tras recordar
que el Magisterio de la Iglesia ha brindado grandes y significativos aportes
en este contexto, empezando por el Concilio Vaticano II y sin olvidar
al Siervo de Dios Pablo VI con su Encíclica 'Humanae Vitae', el
Papa evoca los importantes encuentros que él mismo ha mantenido
con las familias de todo el mundo. Sin embargo, lamenta el Pontífice,
hay que señalar la agresión violenta que cumplen algunos
sectores de la sociedad moderna contra la institución familiar
y su función social.
Entre estas
agresiones, Juan Pablo II señala "algunos proyectos de ley
que no concuerdan con el verdadero bien de la familia fundada en el matrimonio
monogámico y con la protección de la inviolabilidad de la
vida humana. Y que favorecen infiltraciones de peligrosas sombras de la
"cultura de la muerte" en el interior de los hogares".
Asimismo,
Juan Pablo II señala su preocupación "sobre la creciente
divulgación en los foros internacionales de concepciones de la
sexualidad y de la dignidad y misión de la mujer, que desvían
y que subyacen en determinadas ideologías sobre el género".
Y refiriéndose a la crisis de tantas familias divididas, a las
personas solas y la situación de las denominadas uniones de hecho,
el Pontífice recuerda también que "entre las peligrosas
estrategias contra la familia, se encuentra asimismo el intento de negar
dignidad humana al embrión antes de su implantación en el
seno materno, así como atentar contra su existencia con varios
métodos".
Cuando se
habla de la familia - reitera el Papa - no se puede dejar de mencionar
a los hijos, que en varias formas son víctimas inocentes de las
comunidades familiares desarticuladas. Este Mensaje de Juan Pablo II pone
de relieve, en el panorama actual, la necesaria misión de las familias
cristianas y su valioso testimonio en la evangelización. Y, recomienda
la atención de las instituciones eclesiales, de modo especial,
hacia las familias que se encuentran en situaciones difíciles y
necesitan mayor asistencia pastoral, como por ejemplo los divorciados
que se han vuelto a casar.
El Mensaje
Pontificio finaliza destacando la importancia del diálogo con políticos
y legisladores en lo que respecta a la verdad de la familia fundada en
el matrimonio monogámico y a la dignidad de la vida humana desde
el primer instante de su concepción. Y recuerda el llamamiento
que pronunció en el Encuentro con las Familias en el Gran Jubileo:
"Familia, cree en lo que eres; cree en tu vocación de ser
signo luminoso del amor de Dios".
TELEGRAMA
POR EL DERRUMBAMIENTO DE UNA MINA EN COLOMBIA
El Santo
Padre, al conocer la triste noticia del derrumbamiento de la mina de La
Amapola, en Colombia, entre los departamentos de Caldas y Risaralda, ocurrido
el viernes, y profundamente apenado por las numerosas víctimas
mortales y heridos, ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos.
Y, al tiempo que implora al Señor fortaleza y consuelo para los
afectados directamente por esta desgracia, ruega asimismo al Todopoderoso
que inspire en todos sentimientos de solidaridad y fraternidad.
En un telegrama
de pésame enviado, en nombre del Papa, por el Cardenal Sodano al
Arzobispo de Manizales, Mons. Fabio Betancur Tirado, se lee el anhelo
de que en estos momentos difíciles, instituciones y hombres de
buena voluntad, colaboren eficazmente con espíritu generoso y caridad
cristiana, para mitigar el dolor y superar las adversidades.
EL
MUNDO NECESITA EL TESTIMONIO COMÚN DE LOS CRISTIANOS
"En
estos tiempos de tribulación, el mundo necesita más que
nunca el testimonio común de los cristianos en todos los ámbitos,
que abarcan la defensa de la vida humana y su dignidad así como
la promoción de la justicia y de la paz".
Lo reiteraba
Juan Pablo II el sábado en su discurso a los miembros del Grupo
de trabajo de la Comisión mixta Internacional Católica y
Anglicana, tras recordar que "está claro que la desunión
ha desvirtuado nuestra misión en el mundo".
El Santo
Padre daba así su bienvenida a Roma a los participantes en el encuentro
inaugural del nuevo grupo de trabajo ecuménico, encuentro que comenzó
en Londres, donde fueron recibidos por el Arzobispo Carey de Canterbury.
Destacando los progresos alcanzados en este largo y difícil camino,
el Papa afirmó que no podemos dejar de alabar a Dios por todas
las gracias que significan los numerosos y genuinos progresos en el ecumenismo.
En esta significativa
ocasión, el Pontífice evocó el encuentro mantenido
por Pablo VI con el Arzobispo Ramsey, en 1966, que dio vida a la primera
Comisión Internacional Anglicana y Católica. En su declaración
conjunta, el Papa y el Arzobispo señalaban la necesidad de "un
diálogo serio que, fundado en el Evangelio y en las antiguas tradiciones
comunes, pueda conducir a la unidad en la verdad por la que Cristo rezó".
Y ahora, mirando hacia atrás, afirmó Juan Pablo II podemos
decir que este diálogo ha seguido dando frutos a lo largo de todos
estos años.
En este contexto,
el Santo Padre destacó asimismo el nuevo impulso ecuménico
que brotó de su visita a Canterbury, en 1982. Cuando él
y el Arzobispo Runcie acordaron establecer la segunda Comisión
Intrnacional Anglicana y Católica Romana. Y cuando ambos, en su
Declaración Conjunta, reconocieron que el diálogo teológico
"debe estar acompañado por el trabajo lleno de celo y la oración
ferviente de los Católicos Romanos y de los Anglicanos en todo
el mundo, con el anhelo de desarrollar cada vez más el entendimiento
mutuo, el amor fraterno y el testimonio común del Evangelio".
Otro hito
importante, señalado por Juan Pablo II en esta ocasión fue
el del encuentro que mantuvo con el Arzobispo Carey, en 1996. Cuando ambos
hicieron un llamamiento a todos los fieles a "arrepentirse por el
pasado y a rezar por la gracia de la unidad, abriéndonos al poder
transformador de Dios". Está claro, reiteró el Papa,
que la unidad plena y visible se logrará no sólo gracias
a la voluntad humana y al trabajo, aunque son muy importantes, sino a
un don divino para el que debemos estar preparados.
Esa misma
Declaración conjunta de hace cinco años, recordó
Juan Pablo II, vislumbró el encuentro mantenido el año pasado
entre Obispos Anglicanos y Católicos en Canadá, donde se
decidió establecer el nuevo Grupo de Trabajo que el sábado
fue recibido en audiencia. A cuyos miembros alentó en su labor
de considerar los nuevos pasos prácticos que se deberán
tomar. No sólo para consolidar los logros alcanzados, sino también
para conducirnos hacia la unidad plena según la voluntad de Cristo.
Confiando siempre, en especial en los momentos más difíciles,
en el poder del Espíritu Santo. Y, al acercarnos ya al Adviento,
tiempo en que rezamos "Ven, Señor Jesús", el Papa
finalizó su discurso afirmando que "en nuestro camino ecuménico
es siempre tiempo de Adviento".
XXX
ANIVERSARIO DE CARITAS ITALIANA
El Santo
Padre recibió el sábado en audiencia a los participantes
en el Encuentro promovido por la Caritas Italiana y a los del Congreso
del Consejo Pontificio para la Familia. En su saludo a los primeros, reunidos
para celebrar el XXX aniversario de fundación de este importante
organismo pastoral querido por su predecesor, el Siervo de Dios Pablo
VI, el Pontífice puso de relieve la importante labor desarrollada
en el ejercicio de la Evangelización y el testimonio de la caridad
a lo largo de estos años.
Haciendo
hincapié en la necesidad de impulsar una caridad que se traduzca
en educación a la dimensión intercultural, a la mundial
y a la paz, Juan Pablo II reiteró el importante papel de la familia,
exhortando a los miembros de la Caritas Italiana a relanzar un estilo
de vida apropiado a los tiempos actuales, con ocasiones de encuentro y
convivencia.
Es necesario
además, recomendó el Papa, afrontar los desafíos
de la moderna globalización. Y señalando que "no se
han globalizado sólo la tecnología y la economía,
sino también la inseguridad y el miedo, la criminalidad y la violencia,
y las injusticias y las guerras", Juan Pablo II destacó la
"urgencia de construir juntos la 'civilización del amor',
por lo que es necesario educar al diálogo respetuoso y fraterno
entre las culturas y civilizaciones. Hay que dar vida a una acción
caritativa globalizada, que sostenga el desarrollo de los 'pequeños'
de la tierra".
Cercanos
a toda situación de pobreza, a partir de las repetidas emergencias
nacionales e internacionales -reiteró el Santo Padre - podéis
hacer que los pobres se sientan, en toda comunidad, como en su mismo hogar".
Y preguntando si "¿no es acaso ésta la presentación
más eficaz de la buena nueva del Reino?", el Papa subrayó
que "sin esta forma de evangelización cumplida a través
de la caridad y del testimonio de la pobreza cristiana, el anuncio del
Evangelio corre el riesgo de quedar incomprendido o ahogado en un mar
de palabras. La caridad de las obras asegura una fuerza inequívoca
a la caridad de las palabras".
Tras recordar
que se debe educar, no sólo a los individuos, sino a toda la comunidad
para se vuelva en su conjunto protagonista de caridad activa hacia el
prójimo necesitado, Juan Pablo II expresó su satisfacción
por la "ejemplar ayuda tempestiva" demostrada en ocasión
de terremotos, calamidades naturales y guerras". Como fue la acción
de Caritas italiana en las regiones de Umbría y Marcas, en Italia.
Y en África, en los Grandes Lagos, o en los Balcanes, América
Central, y, en estos días, en favor de los prófugos de Afganistán.
Cuanto más
se logra implicar a los individuos y a toda la comunidad -subrayó
el Papa - "más eficaces serán los esfuerzos para prevenir
la marginación, incidir sobre los mecanismos generadores de injusticia,
defender a los débiles, borrar las causas de la pobreza, y poner
en 'conexión solidaria' el Sur con el Norte, el Este y el Oeste
del planeta".
En este contexto,
el Pontífice puso de relieve el importante papel del voluntariado.
Alentando a valorizar la riqueza de energías de tantos jóvenes
que, gracias al servicio civil, pueden dedicar una parte de su tiempo
al desarrollo de actividades de caridad en Italia y en otros países.
"De
este modo podréis contribuir a dar vida a un mundo en el que finalmente
callen las armas y se puedan actuar proyectos de desarrollo sostenible.
¡Queridos hermanos y hermanas! Pero para poder cumplir el mandato
que la Iglesia os confía es indispensable que permanezcáis
en la escucha y contemplación de Cristo. Es necesario que la oración
preceda, acompañe y siga toda intervención vuestra".
Luego, en
su saludo a los participantes en el Congreso promovido por el Consejo
Pontificio para la Familia, para celebrar el XX aniversario de la Exhortación
post sinodal 'Familiaris consortio', el Papa reiteró que el de
la institución familiar es para él un tema muy querido.
Expresando asimismo el anhelo de que las reflexiones emergidas en el curso
de este Congreso contribuyan a iluminar las conciencias sobre la importancia
de la familia y su misión en nuestro tiempo.
MENSAJE
PARA LA XXXIX JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
El sábado
se hizo público el mensaje de Juan Pablo II para la Trigésimo
novena Jornada Mundial de oración por las Vocaciones, que se celebrará
próximo 21 de abril de 2002. El tema de esta edición es
"La vocación a la santidad".
¡La
santidad! He aquí la gracia y la meta de todo creyente, escribe
JPII recordando que en la Carta apostólica Novo millennio ineunte
había invitado a poner "la programación pastoral en
el signo de la santidad", para "expresar la convicción
de que si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios
por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de
su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una
vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una
religiosidad superficial
Tarea primaria
de la Iglesia, reitera el Papa, es acompañar a los cristianos por
el camino de la santidad, con el fin de que iluminados por la inteligencia
de la fe, aprendan a conocer y a contemplar el rostro de Cristo y a redescubrir
en Él la auténtica identidad y la misión que el Señor
confía a cada uno. La Iglesia reúne en sí todas las
vocaciones que Dios suscita entre sus hijos y se configura a sí
misma como reflejo luminoso del misterio de la Santísima Trinidad.
Porque la
Comunidad eclesial es el lugar donde se expresan las diversas vocaciones
suscitadas por el Señor, en el contexto de la Jornada Mundial,
que tendrá lugar el próximo 21 de abril, el Santo Padre
anuncia que se desarrollará el tercer Congreso Continental por
las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada en Norteamérica.
La Iglesia
es "casa de la santidad" y la caridad de Cristo, difundida por
el Espíritu Santo, constituye su alma, ha reiterado Juan Pablo
II. Por ella todos los cristianos deben ayudarse recíprocamente
en descubrir y realizar su vocación a la escucha de la Palabra
de Dios, en la oración, en la asidua participación a los
Sacramentos y en la búsqueda constante del rostro de Cristo en
cada hermano.
Si cada vocación
en la Iglesia está al servicio de la santidad, algunas, sobre todo,
como la vocación al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada
lo son de modo especialísimo. Es a estas vocaciones a las que invito
a mirar hoy con particular atención, intensificando su oración
por ellas. La vida consagrada revela la íntima naturaleza de cada
vocación cristiana a la santidad y la tensión de toda la
Iglesia-Esposa hacia Cristo, "su único Esposo". Las vocaciones
a estos estados de vida son dones preciosos y necesarios, que atestiguan
también hoy el seguimiento de Cristo casto, pobre y obediente,
el testimonio del primado absoluto de Dios y el servicio a la humanidad
en el estilo del Redentor representan caminos privilegiados hacia una
plenitud de vida espiritual.
La escasez
de candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, que se registra en
algunos contextos de hoy, lejos de conducirnos a exigir menos y a contentarse
con una formación y una espiritualidad mediocres, debe impulsarnos
sobre todo a una mayor atención en la selección y en la
formación de cuantos, una vez constituidos ministros y testigos
de Cristo, estén llamados a confirmar con la santidad de vida lo
que anuncian y celebran. Es necesario poner en evidencia todos los medios
para que las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, esenciales
para la vida y la santidad del Pueblo de Dios, estén continuamente
en el centro de la espiritualidad de la acción pastoral y de la
oración de los fieles.
Los Obispos
y presbíteros, los Consagrados y consagradas, que viven "en
el mismo corazón de la Iglesia como elemento decisivo para su misión"
y las familias están llamadas a jugar un papel decisivo para el
futuro de las vocaciones en la Iglesia. La santidad del amor esponsal,
la armonía de la vida familiar, el espíritu de fe con el
que se afrontan los problemas diarios de la vida, la apertura a los otros,
sobre todo a los más pobres, la participación en la vida
de la comunidad cristiana, concluye el Pontífice, constituyen el
ambiente adecuado para la escucha de la llamada divina y para una generosa
respuesta de parte de los hijos.
ÁNGELUS:
LLAMAMIENTO A REZAR CON INSISTENCIA POR EL DON DE LA PAZ
"Debemos
orar sin cansarnos para obtener este gran don, que es la paz; don del
que la humanidad está tan necesitada. Lo pediremos también
con confianza con las dos iniciativas que he anunciado el pasado domingo:
el día de ayuno en diciembre y el encuentro de oración en
enero en Asís con los representantes de las religiones del mundo.
Interceda por nosotros María, Reina de la paz, ante su Hijo divino,
Rey inmortal y Señor de la paz".
Con estas
palabras el Papa reiteraba el domingo, en su reflexión antes de
la oración mariana del Ángelus, su llamamiento a rezar con
insistencia por el don de la paz, justamente en el último domingo
del año litúrgico en que se celebra la solemnidad de Cristo
Rey del Universo. El Papa recordaba que este día la Iglesia nos
invita a contemplar la realeza del Redentor, que emerge con particular
elocuencia en la vida de los santos.
El testimonio
de los cuatro santos proclamados, reiteró el Pontífice,
demuestra que el Crucificado "vive y reina por los siglos de los
siglos"; es "el Viviente", "el Señor",
que reina en la vida de los hombres y mujeres de todo lugar y tiempo,
que libremente lo acojan y fielmente le sigan. Su reino es de justicia,
de amor y de paz y sólo se manifestará plenamente al final
de los tiempos.
Juan Pablo
II continuó poniendo en evidencia la paradoja de la realeza de
Jesús, fuera de la lógica terrena, cuya fuerza se sitúa
en el amor y el servicio que exigen el don gratuito de sí y el
testimonio coherente de la verdad. La criatura que más se ha asociado
a la realeza de Cristo es María, concluyó el Papa; a ella
dirigimos nuestra mirada para que nos ayude a reinar con Cristo para construir
un mundo donde reine la paz.
Tras el rezo
del Ángelus y del recuerdo por las almas de los fieles difuntos,
Juan Pablo II saludó a los peregrinos en distintas lenguas. Este
fue su saludo en español: "Saludo a los Obispos, a las Autoridades
Civiles, a la Familia Calasancia y a todos los fieles que han participado
en la canonización de Santa Paula Montal Fornés".
EL
PAPA DESTACA LA ACTUALIDAD DEL MENSAJE DE SANTA PAULA MONTAL
En el día
en el que la Iglesia alaba a su Señor, Rey del Universo, Juan Pablo
II proclamó santos a Paula Montal Fornés de San José
de Calasanz, a San José Marello; a Santa Leonia Francisca de Sales
Aviat; y a María Crescenzia Hoss. Que el ejemplo de estos cuatro
nuevos santos -deseó el Papa en su homilía - nos impulse
a contemplar de forma cada vez más intensa a Cristo Rey, crucificado
y resucitado.
Recordando
la inscripción que Pilatos había mandado poner sobre el
crucifijo, que decía "Éste es el Rey de los judíos",
el Santo Padre subrayó que estas palabras contienen al mismo tiempo
el motivo de su condena y la verdad sobre la persona de Cristo. Jesús
es rey, como había afirmado Él mismo, pero su reino no es
de este mundo. Ante Él, la humanidad se divide entre quienes lo
desprecian, por su aparente fracaso, y quienes lo reconocen como "Imagen
del Dios invisible, Primogénito de toda la creación.
El Papa subrayó
que, en cierto sentido, "ante la Cruz de Cristo se abre de par en
par la gran escena del mundo y se cumple el drama de la historia personal
y colectiva. Bajo la mirada de Dios, que en su Hijo Unigénito inmolado
por nosotros se hace medida de todo hombre, de toda institución,
de toda civilización, cada uno está llamado a decidir".
En este contexto,
Juan Pablo II presentó a los nuevos Santos. Cada uno de ellos,
de forma absolutamente personal, confió en la misteriosa realeza
de Cristo, proclamando con su propia vida "Jesucristo, acuérdate
de mí cuando vayas a tu Reino". Y cada uno de ellos recibió
la respuesta, "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso".
(Lc 23, 43). Ese 'hoy' -subrayó el Papa - "abarca también
el momento histórico de esta canonización, en el que estos
cuatro ejemplares testigos de vida evangélica son elevados a la
gloria de los altares".
"Te
lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc
23, 43). En el paraíso, en la plenitud del Reino de Dios, fue acogida
Santa Paula Montal Fornés de San José de Calasanz, fundadora
del Instituto de las Hijas de María, Religiosas Escolapias, tras
una vida de santidad".
Evocando
la vida de esta santa española, que nació en 1799 en Arenys
de Mar y murió en Olesa de Motserrat en 1889, el Pontífice
destacó la actualidad de su carisma y mensaje: "la nueva Santa
pertenece a ese grupo de fundadores de institutos religiosos que en el
siglo XIX salieron al paso de las muchas necesidades que entonces se presentaban
y a las cuales la Iglesia, desde las perspectivas del Evangelio y las
insinuaciones del Espíritu, tenía que responder en bien
de la sociedad. El mensaje de Santa Paula sigue siendo actual y su carisma
educativo es fuente de inspiración en la formación de las
generaciones del tercer milenio cristiano.
A lo largo
de su homilía, el Pontífice destacó también
la profunda espiritualidad de San José Marello, italiano, que nació
en 1844 y murió en 1895. Fundador de los Oblatos de San José,
a quienes les solía llamar a ser "extraordinarios en las cosas
ordinarias" y "cartujos en casa y apóstoles fuera de
ella". Y, recordando que fue Obispo de Acqui, el Santo Padre puso
de relieve que en pocos años entregándose por completo dejó
una huella que el tiempo no ha borrado.
De Santa
Francisca de Sales Aviat, francesa, que nació en 1844 y murió
en 1914, Fundadora de las Oblatas de San Francisco de Sales, el Pontífice
recordó su entrega sin límites, y pidió a las religiosas
de esta congregación que sigan el ejemplo de la nueva santa, encontrando
en Dios la luz y la ayuda necesarias en toda circunstancia.
En cuanto
a Santa María Crescenzia Hoss, alemana, nacida en 1682 y fallecida
en 1744, el Papa puso de relieve su profunda sabiduría y prudencia,
llegando a ser consejera de nobles y pobres.
La Basílica
de San Pedro, donde Juan Pablo II presidió esta solemne celebración,
estaba repleta de fieles. Entre los Cardenales y Obispos españoles
que concelebraron con el Papa se encontraba el Cardenal Rouco Varela,
Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española;
y también el Arzobispo de Zaragoza, así como los Obispos
de Córdoba, Solsona y uno de los auxiliares de Valencia.
La representación
oficial del Gobierno español estaba encabezada por la ministra
de Educación, Pilar del Castillo, e integrada por el secretario
para las Relaciones con las Cortes; la vicepresidenta del Parlamento de
Cataluña, y el consejero de Justicia de la Generalidad de Cataluña.
Y otras autoridades civiles.
"LAS
ARMAS NUCLEARES SON INCOMPATIBLES CON LA PAZ QUE QUEREMOS PARA EL SIGLO
XXI"
En su constante
preocupación de Pastor Universal en favor de la pacificación
del Mundo, Juan Pablo II, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la
Paz de este 2001, dedicado al "Diálogo entre las culturas
para una civilización del Amor y de la Paz", destacaba que
"la cultura de la solidaridad está estrechamente unida al
valor de la paz, objetivo primordial de toda sociedad y de la convivencia
nacional e internacional".
Sin embargo,
señalaba el Papa, "en el camino hacia un mejor acuerdo entre
los pueblos son aún numerosos los desafíos que debe afrontar
el mundo y que ponen a todos ante opciones inderogables". En este
contexto, el Pontífice hacía hincapié en que "el
preocupante aumento de los armamentos, mientras no acaba de consolidarse
el compromiso para la no proliferación de las armas nucleares,
tiene el riesgo de alimentar y difundir una cultura de la competencia
y la conflictualidad, que no implica solamente a los Estados, sino también
a entidades no institucionales, como grupos militares y organizaciones
terroristas".
El Santo
Padre destacaba ayer que ante las dificultades que parecen insuperables
debemos "elevar nuestra oración para implorar a Dios el don
de la comprensión recíproca, de la concordia y de la paz".
Y hacía hincapié en la urgencia de una invocación
insistente y coral de la tierra hacia el Cielo, para implorar al Todopoderoso,
en cuyas manos está el destino del mundo, el gran don de la paz,
premisa necesaria para todo compromiso firme al servicio del verdadero
progreso de la humanidad".
Precisamente
del 11 al 13 de noviembre, tuvo lugar la Conferencia de la ONU dedicada
a la entrada en vigor del Tratado sobre la Prohibición de Experimentos
Nucleares. En su intervención, el Arzobispo Renato Martino, Observador
permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, reiteró que
"los Estados tienen el firme deber de trabajar activamente en favor
de la paz".
Y haciendo
hincapié en que "la Santa Sede une su voz a la de aquellos
que piden a los Estados que ratifiquen el Tratado de Prohibición
de Ensayos Nucleares (CTBT) para que pueda entrar en vigor" y la
importancia de acabar con la difusión en el mundo de armas nucleares,
Mons. Martino señaló que las "armas nucleares son incompatibles
con la paz que queremos para el siglo XXI".
El representante
de la Santa Sede puso de relieve la urgente necesidad de "controles
internacionales efectivos" en todo lo que se refiere a las armas
nucleares, prohibición de experimentos y posterior proliferación
de las mismas. Puesto que desarme y no proliferación son actos
ligados estrechamente entre sí.
Si no se
aplican y respetan los tratados - señaló asimismo Mons.
Martino - "el mundo seguirá vagando por peligrosos pantanos
de tensiones y recriminaciones y la seguridad de todos los estados y,
lo que es aún más importante, la población del mundo
seguirá en peligro". Y, recordando el luto dejado por los
condenables actos que causaron tantas víctimas inocentes el pasado
mes de septiembre en Nueva York, Washington y Pensylvania y la continua
violencia que amenaza la paz y la armonía de numerosas personas
en tantos lugares del mundo, el Arzobispo destacó la importancia
de esta cita en las Naciones Unidas para impulsar el anhelo común
de trabajar en favor de la paz, la justicia y la seguridad duraderas para
todos los pueblos".
LA
SANTA SEDE CONTRA LA CLONACIÓN DE SERES HUMANOS
"La
Santa Sede pide el rechazo y la prohibición de todos y cada uno
de los aspectos relacionados con la clonación de seres humanos
sobre la base de presupuestos éticos y morales". En Nueva
York, el arzobispo Renato Martino, observador permanente de la Santa Sede
ante las Naciones Unidas, al intervenir ante el Sexto Comité sobre
la Convención Internacional contra la Clonación con fines
reproductivos de los Seres Humanos, reiteró la posición
inequívoca de la Santa Sede "que pide el rechazo y la prohibición
de todos y cada uno de los aspectos relacionados con la clonación
de seres humanos sobre la base de presupuestos éticos y morales".
"Los
nacidos como resultado de una clonación - recordó el arzobispo
- empezarían la vida como una anomalía en términos
de relación con los padres y familiares, debido a un acto de predeterminación
que es al mismo tiempo deliberado y arbitrario en relación con
su corporeidad". Y poniendo de relieve que "las consecuencias
éticas y jurídicas que se desprenderían de este acto
contaminarían y profanarían el futuro de la humanidad",
el prelado se refirió a la reunión de la Academia de la
Ciencia de Estados Unidos celebrada el verano pasado, en la que "los
expertos plantearon la explosiva propuesta de comenzar la práctica
de clonación con fines reproductivos como una técnica de
procreación asistida para las parejas que no pueden concebir un
hijo por medios naturales o utilizando otros métodos reconocidos",
el prelado hizo hincapié en que "los mismos participantes
en ese encuentro rechazaron el empleo de la clonación a nivel científico,
considerándola una aventura peligrosa, con riesgos serios y fallos
previsibles".
El arzobispo
Martino reiteró la postura de la Santa Sede frente a la clonación,
observando que se tomó en 1997 en un documento de la Academia Pontificia
para la Vida titulado: "Reflexiones sobre la clonación",
en el que se "exponen argumentos morales y éticos para el
rechazo de todos los aspectos de la clonación humana". Y explicó
que "la oposición de la Santa Sede mana "en primer lugar
y ante todo de razones antropológicas y éticas". De
hecho, esta discusión se basa en el generar un hijo fuera del acto
de amor personal. Ese acto excluye la paternidad y la maternidad y es
una concepción asexual y sin gametos, por lo tanto, se traduce
en una falta de unión personal y entre gametos".
"La
ciencia debe estar libre de cualquier forma de abuso y de cualquier forma
de sumisión a los intereses de parte" reiteró con firmeza
el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, para luego subrayar
también que "la clonación terapéutica, la producción
de embriones humanos como fuente de células estaminales especializadas,
los embriones destinados al tratamiento de algunas enfermedades que son
destruidos a continuación, deben ser afrontadas y prohibidas".
Y que "esta explotación de seres humanos, deseada por algunos
círculos científicos e industriales, e impulsada por intereses
económicos subyacentes, conserva toda su repugnancia ética
y es una ofensa todavía más grave a la dignidad humana y
al derecho a la vida ya que implica a seres humanos (embriones) creados
para poder ser destruidos".
COMENTARIO
A LA LITURGIA DEL DOMINGO
DOMINGO DE
CRISTO REY (C): 25 de noviembre del 2001
"Señor,
acuérdate de mí cuando llegues a tu reino"
En este último
domingo del año litúrgico, celebramos a Jesucristo como
Rey del universo. La primera lectura nos recuerda la unción de
David como rey de Israel: En aquellos días, todos los ancianos
de Israel fueron a ver al rey; y el rey David hizo con ellos un pacto
en Hebrón, en presencia del Señor; y ellos ungieron a David
como rey de Israel. De este modo, el que hasta ahora sólo había
sido ungido como rey de Judá, recibe la unción plena y universal
sobre todas las tribus del pueblo de Dios. Por eso es figura anticipada
del que un día habría de llegar como "hijo de David,
según la carne", para ser ungido finalmente como rey del universo,
en la fuerza del Espíritu y para siempre.
Un reinado
este de Jesús, distinto y contrario a todos los del mundo. Lo advirtió
ya un día a sus discípulos, cuando los sorprendió
discutiendo sobre quién de ellos sería el más importante
en el reino que su Maestro iba a implantar: "Sabéis que los
jefes de las naciones las dominan como señores y los grandes las
oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que
el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, ha de ser vuestro servidor;
y el que quiera ser el primero entre vosotros, ha de ser vuestro esclavo.
De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20, 25-28).
Sí, Jesús ha conquistado su reinado, precisamente muriendo
por todos en la cruz. Algo que sólo empezó a entender aquel
otro condenado que junto a Él moría, como nos cuenta hoy
el Evangelio.
La cruz
ponía en crisis profunda todos los esquemas humanos del poder.
Observemos, si no, las reacciones frente a la condición de rey
que aquel crucificado se había atribuido. Por un lado, Pilato que
mandó poner sobre la cruz: "Jesús Nazareno, rey de
los judíos". Era el desprecio irónico de la Roma imperial,
a la utopía de Jesús y a las expectativas mesiánicas
de aquel pueblo dominado. Por otro lado, también entran en escena
las autoridades religiosas judías que, en su último intento
de desacreditarlo ante el pueblo, argumentaban: "si es el Mesías,
el Rey elegido por Dios, que se salve a sí mismo". Por su
parte, los soldados que, representando la mentalidad pagana, se burlaban
de él diciéndole: "Si tú eres el rey de los
judíos, sálvate a ti mismo". Hasta uno de los condenados
con Él lo insultaba en los mismos términos: "¿no
eres tú el Mesías Rey? Sálvate a ti mismo y a nosotros".
Todas estas posturas ante el Mesías crucificado expresaban la misma
tentación que el espíritu del mundo insinuó a Jesús
en el desierto, con el pretexto de que esa sería la forma más
eficaz de realizar su misión: hacer milagros prácticos,
que llenasen los estómagos y solventasen los problemas que realmente
siente la gente; dominar los reinos del mundo, para influir desde las
ventajas del poder; montar un número espectacular, que admirase
a todos y atrajese a las masas. Pero Jesús aguanta en la cruz,
porque, para Él, es ese el modo como se impone contundentemente
el amor de Dios. Y esa es la forma de derrocar a todos los demás
poderes que aprisionan el corazón del hombre. Jesús permanece
en la cruz, porque ese es el camino de la resurrección: el debe
perder su vida para salvar definitivamente la de los demás. Y así,
Jesús demuestra que es rey, justo porque se queda en la cruz para
vencer. Sólo empezó a captarlo aquel otro condenado que
junto a Él moría: uno que había luchado por expulsar
al poder invasor; uno que se había jugado la vida por instaurar
ese reino soñado por su pueblo, frente al imperio de Roma; uno
que, sin embargo, al ver la actitud de Jesús en la cruz, comprende
que el Reino de Dios no se parece a ninguno de los que se han impuesto
o se pueden imponer por la fuerza. No, no era la utopía en la que
él creía el Reino de Dios, sino el Paraíso definitivo
al que aquel Rey condenado abría, con su dominio de la situación
en la confianza de Dios; con su aguante callado y sereno en el amor; con
su espera tan cierta en la Resurrección. Y, por eso, le pide: Acuérdate
de mí cuando llegues a tu Reino. Y Jesús se vuelve, proclamando
su primera sentencia como Rey: Hoy estarás conmigo en el Paraíso.
RENUNCIAS
Y NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS
Juan Pablo
II ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis
de Mahagi-Nioka, en la República Democrática de Congo, presentada
por Mons. Alphonse Marie RUNIGA MUSANGANYA y ha nombrado en su lugar al
sacerdote Marcel UTEMBI TAPA, vicario general de la misma diócesis.
Renuncia
al gobierno pastoral del Vicariato Apostólico de Jaén (PERÚ),
presentada por mons. José María IZUZQUIZA HERRANZ, obispo
titular de Cubda. El Papa ha nombrado en su lugar al padre Pedro BARRETO
JIMENO, párroco y superior de la Comunidad de Tacna, asignándole
la sede titular episcopal de Acufida.
El Santo
Padre ha dado su asentimiento a la elección del reverendo Corepiscopo
(secretario) Antoine CHAHDA, para la sede arzobispal de Alep de los Sirios
(SIRIA), vacante tras el traslado a Beirut de Raboula Antoine BEYLOUNI,
como vicario patriarcal. La elección del reverendo CHAHDA, hasta
el momento Exarca Apostólico de los sirios en Venezuela, fue realizada
canónicamente por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia
de Antioquia de los Sirios, reunido en Charfet (LIBANO) del 11 al 15 de
septiembre de 2001.
Juan Pablo
II ha erigido la diócesis de Dundo (ANGOLA), con territorio desmembrado
de la diócesis de Saurimo, haciéndola sufragánea
de la Iglesia Metropolitana de Luanda. El Papa ha nombrado primer obispo
de esta diócesis al P. Joaquim FERREIRA LOPES, consejero de la
vice provincia angoleña de los padres capuchinos.
Nombramiento
como obispo de la Prelatura territorial de Isablea (FILIPINAS): sacerdote
Martín S. JUMOAD, hasta ahora administrador de la misma Prelatura.
Nombramiento
como abad ordinario de la Abadía territorial de Einsiedeln (SUIZA):
Padre Martín WERLEN, prefecto de Estudios y docente de Sicología
en la Escuela teológica del mismo monasterio.
Nombramientos
como miembros de la Congregación para los Obispos:
- Cardenal
Sergio Sebastián, presidente de la Prefectura de los Asuntos Económicos
de la Santa Sede.
- Mons. Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, Arzobispo titular de Tuscania,
Nuncio Apostólico.
Nombramiento
como miembro ordinario de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales:
Paul KIRCHHOF, profesor ordinario de Derecho Público del Instituto
de Derecho Financiero y Fiscal en la Universidad de Heidelberg (ALEMANIA).
Renuncia
al encargo de Penitenciero Mayor presentada por el cardenal William W.
BAUM. El Papa ha nombrado pro-penitenciero mayor de la misma Penitenciaría
Apostólica a mons. Luigi De MAGISTRIS, obispo titular de Nova,
hasta el momento regente de la misma Penitenciaría Apostólica,
elevándolo al mismo tiempo a la dignidad de arzobispo.
El Santo
Padre ha confiado al cardenal Angelo SODANO, Su Secretario de Estado,
en encargo de Legado Pontificio para la solemne dedicación de la
nueva Iglesia catedral de Tirana (Albania). El rito sagrado tendrá
lugar el 26 de enero de 2002.
Nombramiento
de consultores del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso:
- Mons. Joseph
DINH DUC DAO, vietnamita, del Centro Internacional de Animación
Misionera, Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
- Don Marco GNAVI, secretario de la Comisión para el Ecumenismo
y Diálogo Interreligioso del Vicariato de Roma.
- Don Pierre MASRI, docente en la Universidad de Balamand (Líbano).
- Don Louis SAKO, de rito caldeo, párroco de Mosul de los Caldeos
(Irak).
- Don Hanna KILDANI, del Patriarcado Latino de Jerusalén, párroco
de Guhais (Jordania).
- Don Angelo AMATO, docente en la Universidad Pontificia Salesiana de
Roma.
- Don Giovanni Bosco MASAYUKY SHIRIEDA, anterior subsecretario del mismo
Consejo pontificio.
- P. Michel FÉDOU, docente en el Centre Sèvres, Paris.
- P. Ignatius ISMARTONO, secretario de la Comisión para el Diálogo
Interreligioso, Conferencia Episcopal de Indonesia.
- P. S. MICHAEL, director del Centre for Indian Culture and Interreligious
Dialogue, Bombay (India).
- P. Kieran O'REILLY, superior general de la Sociedad de las Misiones
Africanas, Roma.
- P. Pietro SONODA, Superior provincial, experto en budismo (Japón).
- P. Bruno M. COLIN, presidente del Dialogo Interreligioso Monástico
(Bélgica).
- Sor Lorraine DELANEY, Superiora General de las Hermanas de San José
de Chambéry, Roma.
- Sor Catherina JARRA, de las Hermanas de San José de Cluny, consejera
del Project for Christian Muslim Relations in Africa, Banjul (Gambia).
- Sor Teresa SEOW, canosiana, miembro del Inter-Religious Organisation
(Singapur).
- Julius LIPNER, docente en la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña).
- Jean-Paul MESSINA, docente de Historia de la Iglesia y Diálogo
Interreligioso, Universidad Católica de Yaoundé, secretario
de la comisión para el Ecumenismo y el diálogo Interreligioso,
Conferencia Episcopal de Camerún.
- Donna ORSUTO, docente en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma.
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