PEREGRINACIÓN DE FIELES GRECO-CATÓLICOS DE UCRANIA
ORGANIZACIÓN CATOLICA INTERNACIONAL PARA LOS MEDIOS AUDIOVISUALES
EL PAPA RECUERDA A LOS PERIODISTAS ASESINADOS EN AFGANISTAN
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA "ECCLESIA IN OCEANIA"
OBISPOS SALVADOREÑOS COMO MINISTROS DE RECONCILIACIÓN

ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO
SIMPOSIO INTERNACIONAL: CÓDIGO CANÓNICO DE LAS IGLESIAS ORIENTALES
"LA CIENCIA NO DEBE REDUCIR EL HOMBRE A UN MERO OBJETO"
XX ANIVERSARIO DE LA "FAMILIARIS CONSORTIO"
TELEGRAMA POR EL DERRUMBAMIENTO DE UNA MINA EN COLOMBIA
EL MUNDO NECESITA EL TESTIMONIO COMÚN DE LOS CRISTIANOS
XXX ANIVERSARIO DE CARITAS ITALIANA
MENSAJE PARA LA XXXIX JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

ÁNGELUS: LLAMAMIENTO A REZAR CON INSISTENCIA POR EL DON DE LA PAZ
EL PAPA DESTACA LA ACTUALIDAD DEL MENSAJE DE SANTA PAULA MONTAL
"LAS ARMAS NUCLEARES SON INCOMPATIBLES CON LA PAZ EN EL SIGLO XXI"
LA SANTA SEDE CONTRA LA CLONACIÓN DE SERES HUMANOS
COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO
RENUNCIAS Y NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS


NOVIEMBRE 2001

SEMANA DEL19 AL 25 DE NOVIEMBRE

 

 

PEREGRINACIÓN DE FIELES GRECO-CATÓLICOS DE UCRANIA

El lunes a última hora de la mañana, en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre recibió en audiencia a una peregrinación de fieles greco-católicos de Ucrania. El Papa en su discurso, después de darles la bienvenida y recordar su viaje apostólico manifestó que "la existencia en su país de tres venerables ritos - bizantino, latino y armenio - da testimonio de la dimensión universal de la Iglesia en culturas diversas y manifiesta de manera visible el misterio de comunión que une a todos los creyentes en Cristo". "Que no exista por ello, insistió el Pontífice, rivalidad alguna, sino respeto y amor recíproco".

Al inicio de este nuevo milenio una importante y gran responsabilidad se presenta a los cristianos: se trata del anuncio siempre nuevo de Jesucristo, camino, verdad y vida para los hombres y las mujeres de todos los tiempos y Países. "Por lo tanto, dijo Juan Pablo II, estáis llamados a hacer accesibles, con sabiduría y eficacia, los tesoros de la fe, tanto a aquellos que la conocen de alguna manera como a aquellos que se os acercan por vez primera. Para cumplir esta misión, sabéis todos que es necesario en primer lugar vivir con coherencia la vocación recibida en el Bautismo y organizar la vida personal y social según la ley de Dios.

"Un cruel régimen ateo, recordó el Santo Padre, que durante decenios intentó erradicar a Cristo de la tierra ucraniana: muchas generaciones han sido educadas sin Cristo e incluso contra Él. Hoy en vuestra tierra se puede hablar libremente de Dios. Pero para el hombre contemporáneo, inmerso en los quehaceres y en la confusión de la vida cotidiana, las palabras no son suficientes: ellos no quieren solamente oír "hablar" de Cristo, quieren de alguna forma "verlo".

"La realización del mandamiento del amor hacia el prójimo será la verdadera prueba de vuestro compromiso. Con vuestra vida mostrad a Ucrania, Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y fieles de las Iglesias cristianas, el rostro divino de Cristo. Cuanto más presente esté Cristo en cada uno de vosotros, más creíble será vuestro testimonio en favor de su Evangelio de salvación".

Dirigiéndose a los peregrinos de lengua polaca el Papa les dijo que estaban en Roma para dar gracias a Dios por los frutos espirituales de su viaje a Ucrania. Y después de recordarles algunos momentos significativos de su visita apostólica, entre ellos la beatificación de algunos mártires pidió a Dios que la semilla de su sangre lleve a florecer constantemente la fe en los corazones de los habitantes de Ucrania.

"De modo particular, finalizó diciendo el Papa, quiero dar gracias con vosotros a Dios por el Espíritu de amor fraterno, que nos unía en aquellos días. Que este Espíritu os acompañe siempre. No apaguéis Sus inspiraciones. Que encienda vuestros corazones, purifique vuestras conciencias, refuerce vuestra voluntad de caminar juntos a lo largo del camino que lleva al reino de nuestro único Padre.

 

NUEVA ORGANIZACIÓN CATOLICA INTERNACIONAL PARA TODOS LOS MEDIOS AUDIOVISUALES

Juan Pablo II recibió la mañana del martes a los participantes en el Congreso mundial promovido por las Organizaciones católicas para la radio y la televisión, UNDA, y para el cine y los medios audiovisuales, OCIC, que en estos días -como señaló él mismo Pontífice- se unieron para dar vida a la nueva SIGNIS, es decir a la nueva Organización Católica Internacional para todos los Medios Audiovisuales.

Tras destacar la importante labor realizada por estas dos Organizaciones en los pasados setenta años, en la evangelización a través de los medios de comunicación, proclamando el Evangelio salvador del Señor, precisamente en el mundo del cine, de la radio, de la televisión y recientemente en internet, el Santo Padre expresó su satisfacción por la fusión de estas asociaciones en el comienzo del nuevo milenio.

Ciertamente, con los enormes avances de la tecnología y el continuo proceso de globalización, la misión de la Iglesia de hacer que todos los pueblos conozcan y amen a Cristo se encuentra ante oportunidades y desafíos nuevos, subrayó el Papa para luego recordar el gran desarrollo en los últimos años de las emisoras de radio católicas en África y Europa. Así como el de las cadenas católicas de televisión por satélite y por cable. Herencia que recibe la nueva asociación, SIGNIS, la cual deberá seguir impulsando la programación católica, de modo que no falten contenidos religiosos y espirituales en las producciones de las emisoras.

Ante el elevado número de personas, en particular niños y adolescentes, que transcurren gran cantidad de su tiempo absortos en los medios de comunicación, el Pontífice puso de relieve la importancia de enseñar un uso responsable y sabio de los mismos. No sólo al público en general, sino también a los líderes de la industria de la comunicación. Ello significa lograr que la gente tome conciencia de la gran influencia que estos medios tienen en sus vidas. Y cuán importante es que se tutele la calidad de sus contenidos y se promueva un diálogo constructivo entre los productores y los consumidores.

Tareas y desafíos que requieren compromiso y valentía y que forman parte de la vocación cristiana, finalizó diciendo Juan Pablo II señalando asimismo que, ante las dificultades, hay que recordar que Jesús, al dar el mandato a los Apóstoles de hacer discípulos de todas las naciones, prometió "Yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20. Que la nueva Organización Católica Internacional para todos los Medios Audiovisuales, SIGNIS, - deseó el Papa - sea siempre instrumento efectivo de la presencia permanente del Señor en nuestro mundo y de su perdurable amor para todos los hombres y mujeres.

 

EL PAPA RECUERDA DE FORMA ESPECIAL A LOS PERIODISTAS ASESINADOS EN AFGANISTAN

Tras una larga esclavitud en Egipto, el pueblo de Israel emprende el camino hacia la tierra prometida. El Libro del Éxodo narra este momento clave de la historia de la salvación. Fue Dios quien lo salvó cuando se encontraba en una situación desesperada, pues en su huida, fue alcanzado por el ejército del Faraón. Atravesado milagrosamente el Mar Rojo, Moisés y los israelitas cantaron un himno de victoria al Señor. Este canto, que encontramos en el capítulo 15 del Éxodo, lo proponen los Laudes del sábado de la primera semana. Este himno de alabanza a Dios y de alegría del pueblo elegido, fue expuesto por el Santo Padre en la Catequesis de este miércoles a los miles de peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI.

El Cántico, afirma el Papa no habla solamente de la liberación obtenida, "Cantaré al Señor, sublime es su victoria"… sino que indica la finalidad de esa liberación, "Guiaste con tu lealtad al pueblo que habías rescatado, lo llevaste con tu poder hasta tu santa morada". Este hecho salvador, no sólo fue la base de la Alianza entre Dios y su pueblo, sino que se convirtió en el "símbolo" de toda la historia de la salvación. Este hecho va prefigurar la gran liberación que va a realizar Cristo con su muerte y resurrección. Es también el símbolo de la humanidad entera que se pone en camino por los senderos que conducen a la casa del Padre.

El paso del Mar Rojo tiene también un simbolismo bautismal, de liberación, de purificación y de crecimiento, que alcanzará su plenitud al final de los tiempos, cuando Cristo regrese glorioso y "entregue el Reino a Dios Padre". Por lo tanto, al final de los tiempos se realizará plenamente para todos los salvados lo que el evento del Éxodo prefiguraba y la Pascua de Cristo ha realizado de manera definitiva, pero abierto al futuro.

La liturgia de Laudes, poniendo en nuestros labios las palabras de este antiguo himno, nos invita a poner nuestra jornada en la dimensión y en el horizonte da la historia de la salvación. "Este es, afirmó Juan Pablo II, el modo cristiano de percibir el transcurrir del tiempo". En los días que se acumulan a los días no hay una fatalidad que nos oprime, sino un designio que se va devanando, y que nuestros ojos deben aprender a leer como en filigrana, como han hecho los Padres de la Iglesia y, antes que ellos, los mismos Profetas.

Se trata, pues, terminó diciendo el Pontífice, de contemplar con estupor siempre nuevo lo que Dios ha dispuesto parea su pueblo, teniendo presente que este himno de victoria no expresa el triunfo del hombre, sino de Dios. No es un canto de guerra sino de amor. El Santo Padre concluyó su exposición catequética con una sugerencia: "Dejando que nuestras jornadas sean impregnadas por este estremecimiento de alabanza de los antiguos Hebreos, nosotros caminamos por los caminos del mundo, salpicados de insidias, riesgos y sufrimientos, con la certeza de estar envueltos por la mirada misericordiosa de Dios: nada puede resistir a la potencia de su amor.

RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL

Queridos hermanos y hermanas:

El Cántico del Éxodo que meditamos hoy nos remite a un momento clave de la historia de la salvación, cuando el pueblo de Israel, en una situación humanamente desesperada, fue salvado por Dios. Es un himno de victoria que prefigura la gran liberación que Cristo realizará con su muerte y resurrección. En Él hemos sido salvados de la esclavitud del pecado que pesa sobre la humanidad desde sus orígenes. El himno no expresa el triunfo del hombre, sino el triunfo de Dios. No es un canto de guerra, sino un canto de amor.

Recitándolo a la luz del Éxodo pascual, los fieles pueden vivir la alegría de sentirse Iglesia peregrina en el tiempo, hacia la Jerusalén celeste.

Doy mi cordial bienvenida a todos los peregrinos venidos de España y de Latinoamérica. Que la lectura y meditación de este Cántico os aliente a vivir cada una de vuestras jornadas en la perspectiva de la historia de la salvación.

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Terminados los saludos en las diversas lenguas, Juan Pablo II dirigió un afectuoso saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, recordando que el próximo domingo se celebraba la solemnidad de Cristo, Rey del Universo. A los jóvenes les pidió que pongan a Jesús en el centro de sus vidas, pues de Él van a recibir luz y fuerza para afrontar las opciones cotidianas.

"Cristo que ha hecho de la Cruz un trono real, ha dicho el Papa a los enfermos, os enseñe a comprender el valor redentor del sufrimiento vivido en unión con Él". Y ha augurado a los recién casados que sepan reconocer la presencia del Señor en su camino matrimonial, para así poder participar en la construcción de su Reino de amor y de paz.

El Santo Padre recordó de manera especial a los cuatro periodistas asesinados en Afganistán, entre los que se encontraba el español Julio Fuentes, con estas palabras: "Estoy profundamente afligido por la reciente noticia del brutal asesinato de cuatro periodista en Afganistán. Expreso viva condolencia a los familiares y a cuantos han sido afectados por tan dramático acontecimiento. Confiemos a la misericordia del Señor las almas de estos difuntos, y por ellos, como también por las demás víctimas de la violencia oremos cantando juntos el Padre nuestro".

Por último, Juan Pablo II recordó que en este miércoles, memoria litúrgica de la Presentación de María Santísima en el Templo, se celebra la Jornada de las Claustrales. "A las Hermanas, llamadas por el Señor a la vida contemplativa, afirmó el Papa, deseo asegurar una cercanía especial, tanto mía como de toda la Comunidad eclesial. Al mismo tiempo, renuevo la invitación a todos los cristianos para que nunca falte a los monasterios de clausura el necesario apoyo espiritual y material. ¡Debemos muchísimo a estas personas que se consagran por completo a una incesante oración por la Iglesia y por el mundo!"

 

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA "ECCLESIA IN OCEANIA"

"¡Alégrense los cielos, y regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto encierra!". Con estas palabras de los Salmos, Juan Pablo II daba la bienvenida el jueves a los hermanos y hermanas en Cristo procedentes de Oceanía para la promulgación de la Exhortación Apostólica "Ecclesia in Oceania", elevando su gratitud a la Santísima Trinidad por la celebración de esta Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos.

"Me hubiera gustado visitar Oceanía una vez más, para presentar los frutos de los trabajos Sinodales, señaló el Santo Padre para luego añadir que al no haber sido posible, "el Pacífico ha venido donde el Obispo de Roma". Tras abrazar idealmente a todos los pueblos que representan la riqueza del inmenso continente, de Malasia, Polinesia y Micronesia; a los aborígenes de Australia, los Maoríes de Nueva Zelanda; y a los emigrantes que han formado su hogar en Oceanía, Juan Pablo II destacó la intensa experiencia de comunión vivida en esta Asamblea Especial, que pudo contar con la participación de todos los Obispos del Pacífico. En este contexto, el Papa reiteró que el Concilio Vaticano II permanece como luz que guía a la Iglesia peregrina.

La gran cita Sinodal para Oceanía que se celebró en el Vaticano, del 22 de noviembre al 12 de diciembre de 1998, ha sido, al igual que el Gran Jubileo, "memoria del pasado y profecía del futuro", afirmó el Papa. Además de haber evocado la historia de la Evangelización en este continente, con la llegada de los primeros misioneros, se puso de relieve el importante desarrollo de la Iglesia en esta tierra y, al mismo tiempo, se profundizó en los numerosos desafíos que los pueblos de Oceanía tienen que afrontar en la actualidad.

Desafíos que el Pontífice enumeró, como las crisis económicas; inestabilidad política; corrupción; conflictos étnicos; erosión de las tradicionales formas de organización social; resquebrajamiento de la justicia y del orden; los peligros de una globalización mal empleada; y en especial, en las sociedades opulentas, una verdadera crisis espiritual que demuestra de por sí, claramente, la pérdida del respeto a la vida humana. Sin embargo - destacó Juan Pablo II - lejos de desanimarse, los Obispos han percibido la llamada del Espíritu Santo a la Iglesia en Oceanía para impulsar la nueva evangelización.

En este sentido - reiteró el Santo Padre - esta Asamblea Especial, como "una profecía para el futuro", confirmó que los Obispos son "servidores del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo", como ha puesto de relieve recientemente la X Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

El Papa, en la segunda parte de su discurso que ha pronunciado en inglés y francés, recordó la importancia de la contemplación del rostro de Cristo. Haciendo hincapié en la necesaria espiritualidad y comunión, Juan Pablo II deseó que todos los habitantes del Pacífico busquen sin cesar el rostro del Señor e invitó a la Iglesia en Oceanía a "remar mar adentro" con valentía. Contando para ello con la Iglesia Universal y con la "inmensa muchedumbre", que constituye la Comunión de los Santos, encabezados por San Pedro Chanel. Y cuyo corazón se encuentra en María, Madre de Cristo, Stella Maris.

LLAMAMIENTO A LA NUEVA EVANGELIZACIÓN EN OCEANÍA.

Juan Pablo II hace un llamamiento a la generación actual de cristianos para realizar una nueva evangelización entre los pueblos de Oceanía, una misión cuyos grandes retos sean los de alcanzar a cuantos vivan con esperanzas y deseos no realizados, a cuantos sean cristianos sólo de nombre, y a cuantos se hayan alejado de la Iglesia, quizá a causa de experiencias dolorosas.

La Exhortación Apostólica la Iglesia en Oceanía fue enviada por primera vez en la historia por correo electrónico inmediatamente después de la firma del Santo Padre. Y aunque, en efecto, se trata de la primera vez que se hace uso de Internet para divulgar oficialmente un documento Pontificio, dada la dispersión geográfica y la extensión del continente, la comunicación electrónica había tenido ya un papel de primer orden durante todo el proceso sinodal desde el primer momento.

En este amplio documento Juan Pablo II subraya la necesidad actual de que la iglesia busque en la región los caminos adecuados para presentar Jesucristo, como Señor y Salvador a los pueblos de Oceanía, sin olvidar la riqueza de sus culturas. Paralelamente a la consideración del proceso mundial de modernización con sus efectos positivos y negativos, el Papa manifiesta que la Iglesia, en el cumplimiento de su misión, realiza un servicio a "los pueblos del Pacífico que están luchando por su propia unidad e identidad, que están preocupados por la paz, la justicia y la integridad de la creación y muchos en busca de un significado de la vida".

La Iglesia en Oceanía viene definida como una iglesia de participación que ha enviado a misioneros, incluso fuera de la región, en función de catequistas y en programas de renovación y de implicación de los laicos. "La misión de la Iglesia - se lee en el texto más adelante- implica un diálogo que incluye la identificación de lo que pertenece o no pertenece a Cristo. Cada cultura tiene necesidad de ser purificada y transformada por los valores revelados en el Misterio Pascual".

En otro momento, el Pontífice señala que los agentes de evangelización deben proclamar la verdad de Cristo en áreas particularmente difíciles de Oceanía, entre las que se enumera: las religiones y culturas tradicionales, el moderno proceso de secularización, los medios de comunicación social, la catequesis, instrucción y formación en la fe, el Ecumenismo, los grupos o movimientos religiosos fundamentalistas y el diálogo interreligioso.

Tras manifestar que la proclamación de la verdad no radica únicamente en las palabras, sino sobre todo en las acciones, el Papa subraya que por esta razón "la Iglesia considera el apostolado social como una parte integrante de la misión evangelizadora, para ofrecer al mundo una palabra de esperanza; su compromiso en tal sentido puede constatarse en la contribución que brinda al desarrollo humano en la promoción de los derechos de la persona, en la defensa de la vida y de su dignidad, en la justicia social y en la protección del ambiente.

Además de elogiar las contribuciones excepcionales que la Iglesia en Oceanía ha realizado en el campo de la educación, de la salud y el bienestar social, Juan Pablo II evidencia en la Exhortación el papel de los laicos, sobre todo los nuevos movimientos eclesiales, a quienes los padres sinodales han pedido que ejerzan su labor dentro de las estructuras de las Iglesias particulares para ayudar en la construcción de la 'comunio' de la diócesis en que se encuentran.

Cada uno de los 4 capítulos de la Exhortación Apostólica viene introducido con imágenes de la Escritura indicativas de Oceanía y de sus poblaciones diseminadas, la gran parte en innumerables islas que dependen del mar como sustento y para desplazarse.

 

OBISPOS SALVADOREÑOS COMO MINISTROS DE RECONCILIACIÓN

"Seguid acompañando a vuestro pueblo como ministros de la reconciliación, para que la grey que os ha sido encomendada, superando las dificultades del pasado, avance por los caminos de la concordia y el amor sincero entre todos". Este fue el deseo expresado por Juan Pablo II a los obispos salvadoreños, que el viernes por la mañana celebraron la santa Misa con el Pontífice, poniendo fin de esta manera a su quinquenal visita ad Limina.

En el discurso entregado a los prelados del país centroamericano, el Papa recordaba el largo camino que este pueblo ha sufrido durante los duros años de la guerra fratricida; y más recientemente las adversidades naturales que ha tenido que afrontar en ocasión del huracán Mitch y de los dos terremotos que con el intervalo de un mes han padecido al comienzo de este mismo año. El Santo Padre alababa el espíritu de sacrificio de los salvadoreños ante estas "terribles desgracias naturales que han reducido a condiciones precarias la existencia" de tantas personas.

Aún consciente de que las ayudas externas son necesarias, Juan Pablo II animó sin embargo a los salvadoreños a que sean ellos mismos los protagonistas y artífices principales de la reconstrucción del país, comprometiéndose con esfuerzo y tesón a superar esa situación tan difícil, agravada entre otras causas por la pobreza extrema de muchos, el desempleo, o la falta de vivienda digna".

En nuestro tiempo, en el que los medios modernos difunden continuamente noticias muy diversas y el corazón y la mente se sienten atraídos por tantas novedades, indicó el Papa, "es menester dar a la Palabra de Dios y a su anuncio el lugar primordial y privilegiado que le corresponde". Por eso es de capital importancia que nunca decaiga el ministerio de la predicación, la catequesis y la enseñanza, "para que todos los fieles tengan vida y la tengan en abundancia".

El anuncio de la Palabra tiene un relieve especial cuando se proclama dentro de la liturgia, no obstante como la acción de la Iglesia no se agota en la liturgia -señaló el Santo Padre- "hay que anunciar la Palabra con perseverancia y por todos los medios para que el mensaje de la salvación llegue tanto a los creyentes como a los no creyentes". Para ello el Papa invitó a usar del mejor modo posible los medios de comunicación social "para aprovechar su enorme potencial y ponerlo a disposición y al servicio de la difusión del Evangelio.

Hablando de los sacerdotes y religiosos, colaboradores directos del obispo, el Papa dijo que la celebración de la Eucaristía en un mundo tantas veces aquejado por divisiones y desequilibrios, consolida la comunión y la esperanza, es fuente de armonía y hace que todos se sientan miembros de una misma familia donde a cada uno se le reconoce su dignidad".

También señaló el Santo Padre que una de las urgencias de nuestro tiempo es la atención que hay que prestar a la familia, a causa de las graves amenazas que hoy atentan contra ella: las rupturas matrimoniales, la plaga del aborto, la mentalidad anticoncepcional, la corrupción moral, las infidelidades y violencias domésticas. "Una sólida preparación para quienes se preparan al matrimonio hará que puedan ofrecer ejemplos convincentes de cómo debe ser la familia y su papel insustituible en la sociedad y en la Iglesia. "La humanidad se juega mucho con la institución familiar, llegando a hipotecar su futuro si no se la defiende y promueve adecuadamente", subrayó por último el Pontífice.

 

ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO

Juan Pablo II recibió en audiencia el viernes a los participantes a la Asamblea plenaria de la Congregación para el clero que precisamente había dedicado su atención esos días al tema del "presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial". La presencia cotidiana de Cristo hace de la parroquia -dijo el Papa- una auténtica comunidad de fieles. Para la parroquia tener un sacerdote como pastor es de fundamental importancia puesto que es la representación sacramental de Cristo y está totalmente al servicio de la Iglesia. Entre las numerosas actividades que una parroquia desarrolla -indicó el Papa, ninguna es tan vital o formativa para la comunidad como la celebración dominical del día del Señor y de su Eucaristía. Nadie ni nada podrá suplirla nunca. La parroquia es además lugar privilegiado del anuncio de la Palabra de Dios. Esto se articula de diversas formas y cada fiel está llamado a tomar parte activa especialmente con el testimonio de la vida cristiana y la explícita proclamación del Evangelio, sea a los no creyentes, para conducirlos a la fe, sea a los creyentes para instruirlos, confirmarles e inducirlos a una vida más ferviente. En cuanto al sacerdote anunciará la Palabra en su calidad de ministro partícipe de la autoridad profética de Cristo y de su Iglesia.

 

SIMPOSIO INTERNACIONAL: X ANIVERSARIO DEL CÓDIGO CANÓNICO DE LAS IGLESIAS ORIENTALES

JPII a lo largo de la mañana del viernes también recibió a los participantes en el simposio internacional promovido por la Congregación para las Iglesias Orientales que se celebró esa semana en Roma, en ocasión del décimo aniversario de la entrada en vigor del Código canónico de las Iglesias Orientales. Una ocasión en la que el Santo Padre pudo hablar de los beneficios de los frutos que ha dado el Gran Jubileo del año 2000, durante el cual Oriente y Occidente se han sentido más estrechamente unidos en celebrar el evento decisivo del nacimiento de Cristo.

Toda la Iglesia durante aquellos meses -recordó el Papa- expresó con particular intensidad de fe su amor hacia Oriente. "Yo mismo - precisó el Pontífice- interpretando este sentimiento de los cristianos de todo el mundo peregriné a Tierra Santa. En la luz profética de los eventos jubilares miramos con esperanza el inicio del Tercer milenio y el camino futuro hacia la unidad de los cristianos.

Y hablando del simposio, Juan Pablo II subrayó la presente necesidad de intensificar las relaciones fraternas con los hermanos cristianos de Oriente, especialmente con los de las Iglesias ortodoxas. Gracias al Concilio Vaticano II fue reconocida la gran tradición litúrgica de las Iglesias de Oriente, el carácter específico de su desarrollo histórico, las disciplinas seguidas desde los primeros tiempos por los santos padres y los concilios ecuménicos. El Papa ha expresado su esperanza de que el camino de la reconciliación entre Oriente y Occidente sea una preocupación constante y prioritaria para la Iglesia.

 

"LA CIENCIA NO DEBE REDUCIR EL HOMBRE A UN MERO OBJETO"

En un Mensaje con motivo de la sesión de las Semanas Sociales de Francia, dedicada este año al tema "Biología, medicina y sociedad, ¿qué haremos del hombre?", Juan Pablo II pone de relieve que "la Iglesia católica aprecia y alienta la investigación biomédica en lo que respecta a la prevención y curación de las enfermedades, aliviando el sufrimiento e impulsando el bienestar de los seres humanos". Y señala asimismo cuán importante y urgente es que "la ciencia no reduzca al hombre a un mero objeto".

Tras hacer hincapié en que la ciencia "debe ponerse verdadera y plenamente al servicio" del hombre, el Papa, recordando que "la Iglesia conoce la complejidad, algunas veces dramática, que sufren algunas personas, y las presiones ejercidas por poderosos intereses económicos", reitera que los católicos y todos los hombres de buena voluntad "están llamados a comprometerse en la defensa de la dignidad del hombre". En este contexto, Juan Pablo II alienta los trabajos de esta reunión interdisciplinaria, que se inauguró el viernes 23 de noviembre en París y que finalizó el domingo 25, con el objetivo de "dar a los hombres de nuestro tiempo elementos seguros para reflexionar y tomar decisiones".

Con el anhelo de que estos días de profundización puedan ayudar a un análisis lúcido de los peligros y consecuencias del progreso, y de las oportunidades y desafíos que conlleva para toda la humanidad, el Santo Padre reitera que el individuo humano, debido a su dignidad intrínseca, que integra plenamente la dimensión biológica, nunca y de ninguna manera debe estar subordinado al género, a la sociedad, al deseo de otras personas - aunque sean sus padres - como si fuera un medio o un instrumento. El individuo humano tiene valor por sí mismo. Verdad ésta que pertenece a la ley natural, y que para los cristianos se esclarece con luz nueva en Jesucristo.

En la actualidad - destaca una vez más Juan Pablo II - la dignidad del hombre está amenazada, de modo especial, en las fases más críticas de su existencia, la concepción y la muerte natural. Una tentación nueva se va abriendo camino, y es la de arrogarse el derecho de fijar y determinar, el umbral de existencia de un individuo. Y tras reiterar el respeto que merece el ser humano, desde su fase embrionaria hasta el fin natural de su existencia, el Pontífice pone en guardia asimismo sobre los riesgos de la experimentación biomédica.

En numerosos países - subraya el Papa - se abre camino también la selección de niños que tienen derecho a nacer, verdadera eugenesia tácitamente alentada. Acción que además hiere profundamente a las personas que sufren minusvalías y a quienes las acogen. En este contexto, Juan Pablo II reitera la importancia de multiplicar los esfuerzos necesarios para descubrir nuevas terapias, y para acoger e integrar a los minusválidos en la sociedad. Y, tras agradecer a los padres que acogen a hijos minusválidos, el Pontífice señala el deber que tiene la sociedad de ayudar, y sostener a estas familias.

La producción, utilización, experimentación y destrucción de embriones humanos - advierte el Santo Padre - son un grave atentado al respeto absoluto de toda vida y a la grandeza de todo ser humano. El Mensaje del Papa destaca también la necesidad de que las autoridades políticas y legislativas asuman la responsabilidad que les corresponde en defensa del ser humano, de su dignidad y de sus derechos fundamentales. El porvenir del hombre y de la humanidad está ligado en gran parte a su capacidad de examinar rigurosamente las diferentes cuestiones biomédicas, en el marco de la ética, sin temor a poner en tela de juicio los comportamientos que se han vuelto corrientes.

Finalmente, Juan Pablo II expresa la profunda gratitud de la Iglesia a todas las personas que trabajan en el sector de la sanidad, así como a los voluntarios que acompañan a los que sufren y a los investigadores, filósofos y responsables políticos comprometidos en el servicio cotidiano de la dignidad de la persona. Compromiso y trabajo valiosos que constituyen motivo de gran esperanza.

 

XX ANIVERSARIO DE LA "FAMILIARIS CONSORTIO"

El Santo Padre envió el viernes un mensaje al Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, Cardenal López Trujillo, con motivo del Congreso promovido por este Dicasterio en ocasión del XX aniversario de la publicación de la Exhortación Post-sinodal 'Familiaris Consortio'. Veinte años - escribe Juan Pablo II - que marcan también la existencia del mismo Consejo, al que él mismo quiso confiar la profundización y valoración de todo los aspectos y de las riquezas contenidas en las 'Propositiones' del Sínodo dedicado a uno de los temas más queridos por el Papa, es decir el de la familia.

A lo largo de estos veinte años, señala el Santo Padre, aunque "no han faltado insidias contra la institución familiar, quizá entre las más peligrosas de la historia, también se han ido consolidando algunas convicciones comunes. Como por ejemplo, el redescubrimiento y promoción de la causa integral de la familia y de la vida como valor y derecho que pertenecen al patrimonio común de la humanidad".

Tras recordar que el Magisterio de la Iglesia ha brindado grandes y significativos aportes en este contexto, empezando por el Concilio Vaticano II y sin olvidar al Siervo de Dios Pablo VI con su Encíclica 'Humanae Vitae', el Papa evoca los importantes encuentros que él mismo ha mantenido con las familias de todo el mundo. Sin embargo, lamenta el Pontífice, hay que señalar la agresión violenta que cumplen algunos sectores de la sociedad moderna contra la institución familiar y su función social.

Entre estas agresiones, Juan Pablo II señala "algunos proyectos de ley que no concuerdan con el verdadero bien de la familia fundada en el matrimonio monogámico y con la protección de la inviolabilidad de la vida humana. Y que favorecen infiltraciones de peligrosas sombras de la "cultura de la muerte" en el interior de los hogares".

Asimismo, Juan Pablo II señala su preocupación "sobre la creciente divulgación en los foros internacionales de concepciones de la sexualidad y de la dignidad y misión de la mujer, que desvían y que subyacen en determinadas ideologías sobre el género". Y refiriéndose a la crisis de tantas familias divididas, a las personas solas y la situación de las denominadas uniones de hecho, el Pontífice recuerda también que "entre las peligrosas estrategias contra la familia, se encuentra asimismo el intento de negar dignidad humana al embrión antes de su implantación en el seno materno, así como atentar contra su existencia con varios métodos".

Cuando se habla de la familia - reitera el Papa - no se puede dejar de mencionar a los hijos, que en varias formas son víctimas inocentes de las comunidades familiares desarticuladas. Este Mensaje de Juan Pablo II pone de relieve, en el panorama actual, la necesaria misión de las familias cristianas y su valioso testimonio en la evangelización. Y, recomienda la atención de las instituciones eclesiales, de modo especial, hacia las familias que se encuentran en situaciones difíciles y necesitan mayor asistencia pastoral, como por ejemplo los divorciados que se han vuelto a casar.

El Mensaje Pontificio finaliza destacando la importancia del diálogo con políticos y legisladores en lo que respecta a la verdad de la familia fundada en el matrimonio monogámico y a la dignidad de la vida humana desde el primer instante de su concepción. Y recuerda el llamamiento que pronunció en el Encuentro con las Familias en el Gran Jubileo: "Familia, cree en lo que eres; cree en tu vocación de ser signo luminoso del amor de Dios".

 

TELEGRAMA POR EL DERRUMBAMIENTO DE UNA MINA EN COLOMBIA

El Santo Padre, al conocer la triste noticia del derrumbamiento de la mina de La Amapola, en Colombia, entre los departamentos de Caldas y Risaralda, ocurrido el viernes, y profundamente apenado por las numerosas víctimas mortales y heridos, ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos. Y, al tiempo que implora al Señor fortaleza y consuelo para los afectados directamente por esta desgracia, ruega asimismo al Todopoderoso que inspire en todos sentimientos de solidaridad y fraternidad.

En un telegrama de pésame enviado, en nombre del Papa, por el Cardenal Sodano al Arzobispo de Manizales, Mons. Fabio Betancur Tirado, se lee el anhelo de que en estos momentos difíciles, instituciones y hombres de buena voluntad, colaboren eficazmente con espíritu generoso y caridad cristiana, para mitigar el dolor y superar las adversidades.

 

EL MUNDO NECESITA EL TESTIMONIO COMÚN DE LOS CRISTIANOS

"En estos tiempos de tribulación, el mundo necesita más que nunca el testimonio común de los cristianos en todos los ámbitos, que abarcan la defensa de la vida humana y su dignidad así como la promoción de la justicia y de la paz".

Lo reiteraba Juan Pablo II el sábado en su discurso a los miembros del Grupo de trabajo de la Comisión mixta Internacional Católica y Anglicana, tras recordar que "está claro que la desunión ha desvirtuado nuestra misión en el mundo".

El Santo Padre daba así su bienvenida a Roma a los participantes en el encuentro inaugural del nuevo grupo de trabajo ecuménico, encuentro que comenzó en Londres, donde fueron recibidos por el Arzobispo Carey de Canterbury. Destacando los progresos alcanzados en este largo y difícil camino, el Papa afirmó que no podemos dejar de alabar a Dios por todas las gracias que significan los numerosos y genuinos progresos en el ecumenismo.

En esta significativa ocasión, el Pontífice evocó el encuentro mantenido por Pablo VI con el Arzobispo Ramsey, en 1966, que dio vida a la primera Comisión Internacional Anglicana y Católica. En su declaración conjunta, el Papa y el Arzobispo señalaban la necesidad de "un diálogo serio que, fundado en el Evangelio y en las antiguas tradiciones comunes, pueda conducir a la unidad en la verdad por la que Cristo rezó". Y ahora, mirando hacia atrás, afirmó Juan Pablo II podemos decir que este diálogo ha seguido dando frutos a lo largo de todos estos años.

En este contexto, el Santo Padre destacó asimismo el nuevo impulso ecuménico que brotó de su visita a Canterbury, en 1982. Cuando él y el Arzobispo Runcie acordaron establecer la segunda Comisión Intrnacional Anglicana y Católica Romana. Y cuando ambos, en su Declaración Conjunta, reconocieron que el diálogo teológico "debe estar acompañado por el trabajo lleno de celo y la oración ferviente de los Católicos Romanos y de los Anglicanos en todo el mundo, con el anhelo de desarrollar cada vez más el entendimiento mutuo, el amor fraterno y el testimonio común del Evangelio".

Otro hito importante, señalado por Juan Pablo II en esta ocasión fue el del encuentro que mantuvo con el Arzobispo Carey, en 1996. Cuando ambos hicieron un llamamiento a todos los fieles a "arrepentirse por el pasado y a rezar por la gracia de la unidad, abriéndonos al poder transformador de Dios". Está claro, reiteró el Papa, que la unidad plena y visible se logrará no sólo gracias a la voluntad humana y al trabajo, aunque son muy importantes, sino a un don divino para el que debemos estar preparados.

Esa misma Declaración conjunta de hace cinco años, recordó Juan Pablo II, vislumbró el encuentro mantenido el año pasado entre Obispos Anglicanos y Católicos en Canadá, donde se decidió establecer el nuevo Grupo de Trabajo que el sábado fue recibido en audiencia. A cuyos miembros alentó en su labor de considerar los nuevos pasos prácticos que se deberán tomar. No sólo para consolidar los logros alcanzados, sino también para conducirnos hacia la unidad plena según la voluntad de Cristo. Confiando siempre, en especial en los momentos más difíciles, en el poder del Espíritu Santo. Y, al acercarnos ya al Adviento, tiempo en que rezamos "Ven, Señor Jesús", el Papa finalizó su discurso afirmando que "en nuestro camino ecuménico es siempre tiempo de Adviento".

 

XXX ANIVERSARIO DE CARITAS ITALIANA

El Santo Padre recibió el sábado en audiencia a los participantes en el Encuentro promovido por la Caritas Italiana y a los del Congreso del Consejo Pontificio para la Familia. En su saludo a los primeros, reunidos para celebrar el XXX aniversario de fundación de este importante organismo pastoral querido por su predecesor, el Siervo de Dios Pablo VI, el Pontífice puso de relieve la importante labor desarrollada en el ejercicio de la Evangelización y el testimonio de la caridad a lo largo de estos años.

Haciendo hincapié en la necesidad de impulsar una caridad que se traduzca en educación a la dimensión intercultural, a la mundial y a la paz, Juan Pablo II reiteró el importante papel de la familia, exhortando a los miembros de la Caritas Italiana a relanzar un estilo de vida apropiado a los tiempos actuales, con ocasiones de encuentro y convivencia.

Es necesario además, recomendó el Papa, afrontar los desafíos de la moderna globalización. Y señalando que "no se han globalizado sólo la tecnología y la economía, sino también la inseguridad y el miedo, la criminalidad y la violencia, y las injusticias y las guerras", Juan Pablo II destacó la "urgencia de construir juntos la 'civilización del amor', por lo que es necesario educar al diálogo respetuoso y fraterno entre las culturas y civilizaciones. Hay que dar vida a una acción caritativa globalizada, que sostenga el desarrollo de los 'pequeños' de la tierra".

Cercanos a toda situación de pobreza, a partir de las repetidas emergencias nacionales e internacionales -reiteró el Santo Padre - podéis hacer que los pobres se sientan, en toda comunidad, como en su mismo hogar". Y preguntando si "¿no es acaso ésta la presentación más eficaz de la buena nueva del Reino?", el Papa subrayó que "sin esta forma de evangelización cumplida a través de la caridad y del testimonio de la pobreza cristiana, el anuncio del Evangelio corre el riesgo de quedar incomprendido o ahogado en un mar de palabras. La caridad de las obras asegura una fuerza inequívoca a la caridad de las palabras".

Tras recordar que se debe educar, no sólo a los individuos, sino a toda la comunidad para se vuelva en su conjunto protagonista de caridad activa hacia el prójimo necesitado, Juan Pablo II expresó su satisfacción por la "ejemplar ayuda tempestiva" demostrada en ocasión de terremotos, calamidades naturales y guerras". Como fue la acción de Caritas italiana en las regiones de Umbría y Marcas, en Italia. Y en África, en los Grandes Lagos, o en los Balcanes, América Central, y, en estos días, en favor de los prófugos de Afganistán.

Cuanto más se logra implicar a los individuos y a toda la comunidad -subrayó el Papa - "más eficaces serán los esfuerzos para prevenir la marginación, incidir sobre los mecanismos generadores de injusticia, defender a los débiles, borrar las causas de la pobreza, y poner en 'conexión solidaria' el Sur con el Norte, el Este y el Oeste del planeta".

En este contexto, el Pontífice puso de relieve el importante papel del voluntariado. Alentando a valorizar la riqueza de energías de tantos jóvenes que, gracias al servicio civil, pueden dedicar una parte de su tiempo al desarrollo de actividades de caridad en Italia y en otros países.

"De este modo podréis contribuir a dar vida a un mundo en el que finalmente callen las armas y se puedan actuar proyectos de desarrollo sostenible. ¡Queridos hermanos y hermanas! Pero para poder cumplir el mandato que la Iglesia os confía es indispensable que permanezcáis en la escucha y contemplación de Cristo. Es necesario que la oración preceda, acompañe y siga toda intervención vuestra".

Luego, en su saludo a los participantes en el Congreso promovido por el Consejo Pontificio para la Familia, para celebrar el XX aniversario de la Exhortación post sinodal 'Familiaris consortio', el Papa reiteró que el de la institución familiar es para él un tema muy querido. Expresando asimismo el anhelo de que las reflexiones emergidas en el curso de este Congreso contribuyan a iluminar las conciencias sobre la importancia de la familia y su misión en nuestro tiempo.

 

MENSAJE PARA LA XXXIX JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

El sábado se hizo público el mensaje de Juan Pablo II para la Trigésimo novena Jornada Mundial de oración por las Vocaciones, que se celebrará próximo 21 de abril de 2002. El tema de esta edición es "La vocación a la santidad".

¡La santidad! He aquí la gracia y la meta de todo creyente, escribe JPII recordando que en la Carta apostólica Novo millennio ineunte había invitado a poner "la programación pastoral en el signo de la santidad", para "expresar la convicción de que si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial…

Tarea primaria de la Iglesia, reitera el Papa, es acompañar a los cristianos por el camino de la santidad, con el fin de que iluminados por la inteligencia de la fe, aprendan a conocer y a contemplar el rostro de Cristo y a redescubrir en Él la auténtica identidad y la misión que el Señor confía a cada uno. La Iglesia reúne en sí todas las vocaciones que Dios suscita entre sus hijos y se configura a sí misma como reflejo luminoso del misterio de la Santísima Trinidad.

Porque la Comunidad eclesial es el lugar donde se expresan las diversas vocaciones suscitadas por el Señor, en el contexto de la Jornada Mundial, que tendrá lugar el próximo 21 de abril, el Santo Padre anuncia que se desarrollará el tercer Congreso Continental por las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada en Norteamérica.

La Iglesia es "casa de la santidad" y la caridad de Cristo, difundida por el Espíritu Santo, constituye su alma, ha reiterado Juan Pablo II. Por ella todos los cristianos deben ayudarse recíprocamente en descubrir y realizar su vocación a la escucha de la Palabra de Dios, en la oración, en la asidua participación a los Sacramentos y en la búsqueda constante del rostro de Cristo en cada hermano.

Si cada vocación en la Iglesia está al servicio de la santidad, algunas, sobre todo, como la vocación al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada lo son de modo especialísimo. Es a estas vocaciones a las que invito a mirar hoy con particular atención, intensificando su oración por ellas. La vida consagrada revela la íntima naturaleza de cada vocación cristiana a la santidad y la tensión de toda la Iglesia-Esposa hacia Cristo, "su único Esposo". Las vocaciones a estos estados de vida son dones preciosos y necesarios, que atestiguan también hoy el seguimiento de Cristo casto, pobre y obediente, el testimonio del primado absoluto de Dios y el servicio a la humanidad en el estilo del Redentor representan caminos privilegiados hacia una plenitud de vida espiritual.

La escasez de candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, que se registra en algunos contextos de hoy, lejos de conducirnos a exigir menos y a contentarse con una formación y una espiritualidad mediocres, debe impulsarnos sobre todo a una mayor atención en la selección y en la formación de cuantos, una vez constituidos ministros y testigos de Cristo, estén llamados a confirmar con la santidad de vida lo que anuncian y celebran. Es necesario poner en evidencia todos los medios para que las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, esenciales para la vida y la santidad del Pueblo de Dios, estén continuamente en el centro de la espiritualidad de la acción pastoral y de la oración de los fieles.

Los Obispos y presbíteros, los Consagrados y consagradas, que viven "en el mismo corazón de la Iglesia como elemento decisivo para su misión" y las familias están llamadas a jugar un papel decisivo para el futuro de las vocaciones en la Iglesia. La santidad del amor esponsal, la armonía de la vida familiar, el espíritu de fe con el que se afrontan los problemas diarios de la vida, la apertura a los otros, sobre todo a los más pobres, la participación en la vida de la comunidad cristiana, concluye el Pontífice, constituyen el ambiente adecuado para la escucha de la llamada divina y para una generosa respuesta de parte de los hijos.

 

ÁNGELUS: LLAMAMIENTO A REZAR CON INSISTENCIA POR EL DON DE LA PAZ

"Debemos orar sin cansarnos para obtener este gran don, que es la paz; don del que la humanidad está tan necesitada. Lo pediremos también con confianza con las dos iniciativas que he anunciado el pasado domingo: el día de ayuno en diciembre y el encuentro de oración en enero en Asís con los representantes de las religiones del mundo. Interceda por nosotros María, Reina de la paz, ante su Hijo divino, Rey inmortal y Señor de la paz".

Con estas palabras el Papa reiteraba el domingo, en su reflexión antes de la oración mariana del Ángelus, su llamamiento a rezar con insistencia por el don de la paz, justamente en el último domingo del año litúrgico en que se celebra la solemnidad de Cristo Rey del Universo. El Papa recordaba que este día la Iglesia nos invita a contemplar la realeza del Redentor, que emerge con particular elocuencia en la vida de los santos.

El testimonio de los cuatro santos proclamados, reiteró el Pontífice, demuestra que el Crucificado "vive y reina por los siglos de los siglos"; es "el Viviente", "el Señor", que reina en la vida de los hombres y mujeres de todo lugar y tiempo, que libremente lo acojan y fielmente le sigan. Su reino es de justicia, de amor y de paz y sólo se manifestará plenamente al final de los tiempos.

Juan Pablo II continuó poniendo en evidencia la paradoja de la realeza de Jesús, fuera de la lógica terrena, cuya fuerza se sitúa en el amor y el servicio que exigen el don gratuito de sí y el testimonio coherente de la verdad. La criatura que más se ha asociado a la realeza de Cristo es María, concluyó el Papa; a ella dirigimos nuestra mirada para que nos ayude a reinar con Cristo para construir un mundo donde reine la paz.

Tras el rezo del Ángelus y del recuerdo por las almas de los fieles difuntos, Juan Pablo II saludó a los peregrinos en distintas lenguas. Este fue su saludo en español: "Saludo a los Obispos, a las Autoridades Civiles, a la Familia Calasancia y a todos los fieles que han participado en la canonización de Santa Paula Montal Fornés".

 

EL PAPA DESTACA LA ACTUALIDAD DEL MENSAJE DE SANTA PAULA MONTAL

En el día en el que la Iglesia alaba a su Señor, Rey del Universo, Juan Pablo II proclamó santos a Paula Montal Fornés de San José de Calasanz, a San José Marello; a Santa Leonia Francisca de Sales Aviat; y a María Crescenzia Hoss. Que el ejemplo de estos cuatro nuevos santos -deseó el Papa en su homilía - nos impulse a contemplar de forma cada vez más intensa a Cristo Rey, crucificado y resucitado.

Recordando la inscripción que Pilatos había mandado poner sobre el crucifijo, que decía "Éste es el Rey de los judíos", el Santo Padre subrayó que estas palabras contienen al mismo tiempo el motivo de su condena y la verdad sobre la persona de Cristo. Jesús es rey, como había afirmado Él mismo, pero su reino no es de este mundo. Ante Él, la humanidad se divide entre quienes lo desprecian, por su aparente fracaso, y quienes lo reconocen como "Imagen del Dios invisible, Primogénito de toda la creación.

El Papa subrayó que, en cierto sentido, "ante la Cruz de Cristo se abre de par en par la gran escena del mundo y se cumple el drama de la historia personal y colectiva. Bajo la mirada de Dios, que en su Hijo Unigénito inmolado por nosotros se hace medida de todo hombre, de toda institución, de toda civilización, cada uno está llamado a decidir".

En este contexto, Juan Pablo II presentó a los nuevos Santos. Cada uno de ellos, de forma absolutamente personal, confió en la misteriosa realeza de Cristo, proclamando con su propia vida "Jesucristo, acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino". Y cada uno de ellos recibió la respuesta, "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso". (Lc 23, 43). Ese 'hoy' -subrayó el Papa - "abarca también el momento histórico de esta canonización, en el que estos cuatro ejemplares testigos de vida evangélica son elevados a la gloria de los altares".

"Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23, 43). En el paraíso, en la plenitud del Reino de Dios, fue acogida Santa Paula Montal Fornés de San José de Calasanz, fundadora del Instituto de las Hijas de María, Religiosas Escolapias, tras una vida de santidad".

Evocando la vida de esta santa española, que nació en 1799 en Arenys de Mar y murió en Olesa de Motserrat en 1889, el Pontífice destacó la actualidad de su carisma y mensaje: "la nueva Santa pertenece a ese grupo de fundadores de institutos religiosos que en el siglo XIX salieron al paso de las muchas necesidades que entonces se presentaban y a las cuales la Iglesia, desde las perspectivas del Evangelio y las insinuaciones del Espíritu, tenía que responder en bien de la sociedad. El mensaje de Santa Paula sigue siendo actual y su carisma educativo es fuente de inspiración en la formación de las generaciones del tercer milenio cristiano.

A lo largo de su homilía, el Pontífice destacó también la profunda espiritualidad de San José Marello, italiano, que nació en 1844 y murió en 1895. Fundador de los Oblatos de San José, a quienes les solía llamar a ser "extraordinarios en las cosas ordinarias" y "cartujos en casa y apóstoles fuera de ella". Y, recordando que fue Obispo de Acqui, el Santo Padre puso de relieve que en pocos años entregándose por completo dejó una huella que el tiempo no ha borrado.

De Santa Francisca de Sales Aviat, francesa, que nació en 1844 y murió en 1914, Fundadora de las Oblatas de San Francisco de Sales, el Pontífice recordó su entrega sin límites, y pidió a las religiosas de esta congregación que sigan el ejemplo de la nueva santa, encontrando en Dios la luz y la ayuda necesarias en toda circunstancia.

En cuanto a Santa María Crescenzia Hoss, alemana, nacida en 1682 y fallecida en 1744, el Papa puso de relieve su profunda sabiduría y prudencia, llegando a ser consejera de nobles y pobres.

La Basílica de San Pedro, donde Juan Pablo II presidió esta solemne celebración, estaba repleta de fieles. Entre los Cardenales y Obispos españoles que concelebraron con el Papa se encontraba el Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española; y también el Arzobispo de Zaragoza, así como los Obispos de Córdoba, Solsona y uno de los auxiliares de Valencia.

La representación oficial del Gobierno español estaba encabezada por la ministra de Educación, Pilar del Castillo, e integrada por el secretario para las Relaciones con las Cortes; la vicepresidenta del Parlamento de Cataluña, y el consejero de Justicia de la Generalidad de Cataluña. Y otras autoridades civiles.

"LAS ARMAS NUCLEARES SON INCOMPATIBLES CON LA PAZ QUE QUEREMOS PARA EL SIGLO XXI"

En su constante preocupación de Pastor Universal en favor de la pacificación del Mundo, Juan Pablo II, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este 2001, dedicado al "Diálogo entre las culturas para una civilización del Amor y de la Paz", destacaba que "la cultura de la solidaridad está estrechamente unida al valor de la paz, objetivo primordial de toda sociedad y de la convivencia nacional e internacional".

Sin embargo, señalaba el Papa, "en el camino hacia un mejor acuerdo entre los pueblos son aún numerosos los desafíos que debe afrontar el mundo y que ponen a todos ante opciones inderogables". En este contexto, el Pontífice hacía hincapié en que "el preocupante aumento de los armamentos, mientras no acaba de consolidarse el compromiso para la no proliferación de las armas nucleares, tiene el riesgo de alimentar y difundir una cultura de la competencia y la conflictualidad, que no implica solamente a los Estados, sino también a entidades no institucionales, como grupos militares y organizaciones terroristas".

El Santo Padre destacaba ayer que ante las dificultades que parecen insuperables debemos "elevar nuestra oración para implorar a Dios el don de la comprensión recíproca, de la concordia y de la paz". Y hacía hincapié en la urgencia de una invocación insistente y coral de la tierra hacia el Cielo, para implorar al Todopoderoso, en cuyas manos está el destino del mundo, el gran don de la paz, premisa necesaria para todo compromiso firme al servicio del verdadero progreso de la humanidad".

Precisamente del 11 al 13 de noviembre, tuvo lugar la Conferencia de la ONU dedicada a la entrada en vigor del Tratado sobre la Prohibición de Experimentos Nucleares. En su intervención, el Arzobispo Renato Martino, Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, reiteró que "los Estados tienen el firme deber de trabajar activamente en favor de la paz".

Y haciendo hincapié en que "la Santa Sede une su voz a la de aquellos que piden a los Estados que ratifiquen el Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares (CTBT) para que pueda entrar en vigor" y la importancia de acabar con la difusión en el mundo de armas nucleares, Mons. Martino señaló que las "armas nucleares son incompatibles con la paz que queremos para el siglo XXI".

El representante de la Santa Sede puso de relieve la urgente necesidad de "controles internacionales efectivos" en todo lo que se refiere a las armas nucleares, prohibición de experimentos y posterior proliferación de las mismas. Puesto que desarme y no proliferación son actos ligados estrechamente entre sí.

Si no se aplican y respetan los tratados - señaló asimismo Mons. Martino - "el mundo seguirá vagando por peligrosos pantanos de tensiones y recriminaciones y la seguridad de todos los estados y, lo que es aún más importante, la población del mundo seguirá en peligro". Y, recordando el luto dejado por los condenables actos que causaron tantas víctimas inocentes el pasado mes de septiembre en Nueva York, Washington y Pensylvania y la continua violencia que amenaza la paz y la armonía de numerosas personas en tantos lugares del mundo, el Arzobispo destacó la importancia de esta cita en las Naciones Unidas para impulsar el anhelo común de trabajar en favor de la paz, la justicia y la seguridad duraderas para todos los pueblos".

 

LA SANTA SEDE CONTRA LA CLONACIÓN DE SERES HUMANOS

"La Santa Sede pide el rechazo y la prohibición de todos y cada uno de los aspectos relacionados con la clonación de seres humanos sobre la base de presupuestos éticos y morales". En Nueva York, el arzobispo Renato Martino, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, al intervenir ante el Sexto Comité sobre la Convención Internacional contra la Clonación con fines reproductivos de los Seres Humanos, reiteró la posición inequívoca de la Santa Sede "que pide el rechazo y la prohibición de todos y cada uno de los aspectos relacionados con la clonación de seres humanos sobre la base de presupuestos éticos y morales".

"Los nacidos como resultado de una clonación - recordó el arzobispo - empezarían la vida como una anomalía en términos de relación con los padres y familiares, debido a un acto de predeterminación que es al mismo tiempo deliberado y arbitrario en relación con su corporeidad". Y poniendo de relieve que "las consecuencias éticas y jurídicas que se desprenderían de este acto contaminarían y profanarían el futuro de la humanidad", el prelado se refirió a la reunión de la Academia de la Ciencia de Estados Unidos celebrada el verano pasado, en la que "los expertos plantearon la explosiva propuesta de comenzar la práctica de clonación con fines reproductivos como una técnica de procreación asistida para las parejas que no pueden concebir un hijo por medios naturales o utilizando otros métodos reconocidos", el prelado hizo hincapié en que "los mismos participantes en ese encuentro rechazaron el empleo de la clonación a nivel científico, considerándola una aventura peligrosa, con riesgos serios y fallos previsibles".

El arzobispo Martino reiteró la postura de la Santa Sede frente a la clonación, observando que se tomó en 1997 en un documento de la Academia Pontificia para la Vida titulado: "Reflexiones sobre la clonación", en el que se "exponen argumentos morales y éticos para el rechazo de todos los aspectos de la clonación humana". Y explicó que "la oposición de la Santa Sede mana "en primer lugar y ante todo de razones antropológicas y éticas". De hecho, esta discusión se basa en el generar un hijo fuera del acto de amor personal. Ese acto excluye la paternidad y la maternidad y es una concepción asexual y sin gametos, por lo tanto, se traduce en una falta de unión personal y entre gametos".

"La ciencia debe estar libre de cualquier forma de abuso y de cualquier forma de sumisión a los intereses de parte" reiteró con firmeza el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, para luego subrayar también que "la clonación terapéutica, la producción de embriones humanos como fuente de células estaminales especializadas, los embriones destinados al tratamiento de algunas enfermedades que son destruidos a continuación, deben ser afrontadas y prohibidas". Y que "esta explotación de seres humanos, deseada por algunos círculos científicos e industriales, e impulsada por intereses económicos subyacentes, conserva toda su repugnancia ética y es una ofensa todavía más grave a la dignidad humana y al derecho a la vida ya que implica a seres humanos (embriones) creados para poder ser destruidos".

 

COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO

DOMINGO DE CRISTO REY (C): 25 de noviembre del 2001

"Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino"

En este último domingo del año litúrgico, celebramos a Jesucristo como Rey del universo. La primera lectura nos recuerda la unción de David como rey de Israel: En aquellos días, todos los ancianos de Israel fueron a ver al rey; y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor; y ellos ungieron a David como rey de Israel. De este modo, el que hasta ahora sólo había sido ungido como rey de Judá, recibe la unción plena y universal sobre todas las tribus del pueblo de Dios. Por eso es figura anticipada del que un día habría de llegar como "hijo de David, según la carne", para ser ungido finalmente como rey del universo, en la fuerza del Espíritu y para siempre.

Un reinado este de Jesús, distinto y contrario a todos los del mundo. Lo advirtió ya un día a sus discípulos, cuando los sorprendió discutiendo sobre quién de ellos sería el más importante en el reino que su Maestro iba a implantar: "Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, ha de ser vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros, ha de ser vuestro esclavo. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20, 25-28). Sí, Jesús ha conquistado su reinado, precisamente muriendo por todos en la cruz. Algo que sólo empezó a entender aquel otro condenado que junto a Él moría, como nos cuenta hoy el Evangelio.

La cruz ponía en crisis profunda todos los esquemas humanos del poder. Observemos, si no, las reacciones frente a la condición de rey que aquel crucificado se había atribuido. Por un lado, Pilato que mandó poner sobre la cruz: "Jesús Nazareno, rey de los judíos". Era el desprecio irónico de la Roma imperial, a la utopía de Jesús y a las expectativas mesiánicas de aquel pueblo dominado. Por otro lado, también entran en escena las autoridades religiosas judías que, en su último intento de desacreditarlo ante el pueblo, argumentaban: "si es el Mesías, el Rey elegido por Dios, que se salve a sí mismo". Por su parte, los soldados que, representando la mentalidad pagana, se burlaban de él diciéndole: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo". Hasta uno de los condenados con Él lo insultaba en los mismos términos: "¿no eres tú el Mesías Rey? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Todas estas posturas ante el Mesías crucificado expresaban la misma tentación que el espíritu del mundo insinuó a Jesús en el desierto, con el pretexto de que esa sería la forma más eficaz de realizar su misión: hacer milagros prácticos, que llenasen los estómagos y solventasen los problemas que realmente siente la gente; dominar los reinos del mundo, para influir desde las ventajas del poder; montar un número espectacular, que admirase a todos y atrajese a las masas. Pero Jesús aguanta en la cruz, porque, para Él, es ese el modo como se impone contundentemente el amor de Dios. Y esa es la forma de derrocar a todos los demás poderes que aprisionan el corazón del hombre. Jesús permanece en la cruz, porque ese es el camino de la resurrección: el debe perder su vida para salvar definitivamente la de los demás. Y así, Jesús demuestra que es rey, justo porque se queda en la cruz para vencer. Sólo empezó a captarlo aquel otro condenado que junto a Él moría: uno que había luchado por expulsar al poder invasor; uno que se había jugado la vida por instaurar ese reino soñado por su pueblo, frente al imperio de Roma; uno que, sin embargo, al ver la actitud de Jesús en la cruz, comprende que el Reino de Dios no se parece a ninguno de los que se han impuesto o se pueden imponer por la fuerza. No, no era la utopía en la que él creía el Reino de Dios, sino el Paraíso definitivo al que aquel Rey condenado abría, con su dominio de la situación en la confianza de Dios; con su aguante callado y sereno en el amor; con su espera tan cierta en la Resurrección. Y, por eso, le pide: Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. Y Jesús se vuelve, proclamando su primera sentencia como Rey: Hoy estarás conmigo en el Paraíso.

 

RENUNCIAS Y NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS

Juan Pablo II ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Mahagi-Nioka, en la República Democrática de Congo, presentada por Mons. Alphonse Marie RUNIGA MUSANGANYA y ha nombrado en su lugar al sacerdote Marcel UTEMBI TAPA, vicario general de la misma diócesis.

Renuncia al gobierno pastoral del Vicariato Apostólico de Jaén (PERÚ), presentada por mons. José María IZUZQUIZA HERRANZ, obispo titular de Cubda. El Papa ha nombrado en su lugar al padre Pedro BARRETO JIMENO, párroco y superior de la Comunidad de Tacna, asignándole la sede titular episcopal de Acufida.

El Santo Padre ha dado su asentimiento a la elección del reverendo Corepiscopo (secretario) Antoine CHAHDA, para la sede arzobispal de Alep de los Sirios (SIRIA), vacante tras el traslado a Beirut de Raboula Antoine BEYLOUNI, como vicario patriarcal. La elección del reverendo CHAHDA, hasta el momento Exarca Apostólico de los sirios en Venezuela, fue realizada canónicamente por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia de Antioquia de los Sirios, reunido en Charfet (LIBANO) del 11 al 15 de septiembre de 2001.

Juan Pablo II ha erigido la diócesis de Dundo (ANGOLA), con territorio desmembrado de la diócesis de Saurimo, haciéndola sufragánea de la Iglesia Metropolitana de Luanda. El Papa ha nombrado primer obispo de esta diócesis al P. Joaquim FERREIRA LOPES, consejero de la vice provincia angoleña de los padres capuchinos.

Nombramiento como obispo de la Prelatura territorial de Isablea (FILIPINAS): sacerdote Martín S. JUMOAD, hasta ahora administrador de la misma Prelatura.

Nombramiento como abad ordinario de la Abadía territorial de Einsiedeln (SUIZA): Padre Martín WERLEN, prefecto de Estudios y docente de Sicología en la Escuela teológica del mismo monasterio.

Nombramientos como miembros de la Congregación para los Obispos:

- Cardenal Sergio Sebastián, presidente de la Prefectura de los Asuntos Económicos de la Santa Sede.
- Mons. Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, Arzobispo titular de Tuscania, Nuncio Apostólico.

Nombramiento como miembro ordinario de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales: Paul KIRCHHOF, profesor ordinario de Derecho Público del Instituto de Derecho Financiero y Fiscal en la Universidad de Heidelberg (ALEMANIA).

Renuncia al encargo de Penitenciero Mayor presentada por el cardenal William W. BAUM. El Papa ha nombrado pro-penitenciero mayor de la misma Penitenciaría Apostólica a mons. Luigi De MAGISTRIS, obispo titular de Nova, hasta el momento regente de la misma Penitenciaría Apostólica, elevándolo al mismo tiempo a la dignidad de arzobispo.

El Santo Padre ha confiado al cardenal Angelo SODANO, Su Secretario de Estado, en encargo de Legado Pontificio para la solemne dedicación de la nueva Iglesia catedral de Tirana (Albania). El rito sagrado tendrá lugar el 26 de enero de 2002.

Nombramiento de consultores del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso:

- Mons. Joseph DINH DUC DAO, vietnamita, del Centro Internacional de Animación Misionera, Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
- Don Marco GNAVI, secretario de la Comisión para el Ecumenismo y Diálogo Interreligioso del Vicariato de Roma.
- Don Pierre MASRI, docente en la Universidad de Balamand (Líbano).
- Don Louis SAKO, de rito caldeo, párroco de Mosul de los Caldeos (Irak).
- Don Hanna KILDANI, del Patriarcado Latino de Jerusalén, párroco de Guhais (Jordania).
- Don Angelo AMATO, docente en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.
- Don Giovanni Bosco MASAYUKY SHIRIEDA, anterior subsecretario del mismo Consejo pontificio.
- P. Michel FÉDOU, docente en el Centre Sèvres, Paris.
- P. Ignatius ISMARTONO, secretario de la Comisión para el Diálogo Interreligioso, Conferencia Episcopal de Indonesia.
- P. S. MICHAEL, director del Centre for Indian Culture and Interreligious Dialogue, Bombay (India).
- P. Kieran O'REILLY, superior general de la Sociedad de las Misiones Africanas, Roma.
- P. Pietro SONODA, Superior provincial, experto en budismo (Japón).
- P. Bruno M. COLIN, presidente del Dialogo Interreligioso Monástico (Bélgica).
- Sor Lorraine DELANEY, Superiora General de las Hermanas de San José de Chambéry, Roma.
- Sor Catherina JARRA, de las Hermanas de San José de Cluny, consejera del Project for Christian Muslim Relations in Africa, Banjul (Gambia).
- Sor Teresa SEOW, canosiana, miembro del Inter-Religious Organisation (Singapur).
- Julius LIPNER, docente en la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña).
- Jean-Paul MESSINA, docente de Historia de la Iglesia y Diálogo Interreligioso, Universidad Católica de Yaoundé, secretario de la comisión para el Ecumenismo y el diálogo Interreligioso, Conferencia Episcopal de Camerún.
- Donna ORSUTO, docente en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma.