AUDIENCIA GENERAL: EL ADVIENTO NOS DISPONE PARA ESPERAR AL SEÑOR
AUDIENCIA GENERAL: 16 MILLONES Y MEDIO DE FIELES EN 24 AÑOS
"SEGUIR GRITANDO CON FIRMEZA QUE RELIGIONES ESTÁN AL SERVICIO DE LA PAZ"
PELIGROS DE UNA MODERNIDAD SORDA A LOS VALORES DEL ESPÍRITU
RECONOCER A CRISTO EN CADA PERSONA QUE ENCONTRÉIS
MANOS PREPARADAS PARA RECIBIR Y DONAR EL AMOR DE DIOS

ÁNGELUS: LA MENTALIDAD CONSUMISTA OSCURECE EL AUTÉNTICO SENTIDO NAVIDEÑO
MENSAJE DE JUAN PABLO II PARA LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

PROMULGACIÓN DE DECRETOS DE LA CONGREGACIÓN PARA LAS CAUSAS DE LOS SANTOS
TERCERA MEDITACIÓN DE ADVIENTO
BENDICIÓN URBI ET ORBI DESDE EL ATRIO DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO
ILUMINACIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD EN LA PLAZA DE SAN PEDRO
ACUERDO ENTRE LA SANTA SEDE Y EL ESTADO LIBRE DE TURINGIA
LA PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA ES UN DERECHO
SOLIDARIDAD CON LOS OBISPOS DE VENEZUELA
FRACASA ACUERDO PARA QUE PAÍSES POBRES COMPREN MEDICINAS MÁS BARATAS
ACTOS EN RECUERDO DEL CARDENAL VAN THUAN

NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS
COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO

OBISPOS ESPAÑOLES CONDENAN ASESINATO DEL GUARDIA CIVIL ANTONIO MOLINA
MENSAJE DE NAVIDAD DEL PATRIARCA DE JERUSALÉN DE LOS LATINOS
"HUMANIDAD SIN FRONTERAS. VISITA DEL PAPA AL PARLAMENTO ITALIANO"
AMIGOS DE RADIO VATICANO
HEMOS LEÍDO PARA USTEDES. REVISTA DE LIBROS


DICIEMBRE 2002
SEMANA DEL 16 AL 22

 

AUDIENCIA GENERAL: EL ADVIENTO NOS DISPONE PARA ESPERAR AL SEÑOR

"Decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis, mirad a vuestro Dios que viene en persona y os salvará". Con estas palabras de Isaías iniciaba el miércoles el Santo Padre la última catequesis de este año 2002. El tiempo de Adviento, afirmó el Pontífice, nos dispone para esperar al Señor, que vino y volverá glorioso al final de los tiempos para juzgar a los vivos y a los muertos.

Juan Pablo II, en la catequesis de este miércoles, exhortó a los fieles romanos y peregrinos presentes en el Aula Pablo VI, a reflexionar sobre una frase del Profeta Isaías en la que el Profeta invita al pueblo de Israel con estas palabras: "Decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis, mirad a vuestro Dios que viene en persona y os salvará". Esta realidad se intensifica aún más con el aproximarse de la Navidad y se enriquece con la exhortación a preparar el corazón a la acogida del Mesías. El esperado de las gentes va a venir con toda seguridad y su salvación alcanzará a todos los hombres.

Precisamente en la Noche Santa, dijo el Papa, evocaremos su nacimiento en Belén, reviviremos, en cierto modo, las emociones de los pastores, su alegría y estupor. Contemplaremos con María y José la gloria del Verbo que se ha hecho carne para nuestra redención. La liturgia del Adviento nos ayuda a captar plenamente el valor y el significado del misterio de la Navidad. No se trata de conmemorar solamente el acontecimiento histórico, acaecido hace dos mil años en una aldea de Galilea. Es necesario más bien comprender que toda nuestra vida debe ser un adviento, una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo.

El Adviento es, en cierto modo, un entrenamiento intenso que nos orienta decididamente hacia Aquel que ha venido ya, que va a venir y que viene continuamente. Con estos sentimientos, ha insistido el Santo Padre, la Iglesia se prepara a contemplar, dentro de una semana, el misterio de la Encarnación. Los Evangelios narran la concepción y el nacimiento de Jesús, y refieren numerosas circunstancias providenciales que han precedido y rodeado un evento tan prodigioso. Son signos y testimonios que subrayan la divinidad de este Niño. En Belén nace Enmanuel. Dios con nosotros.

La Iglesia, en la liturgia de estos días nos ofrece tres guías singulares que nos indican qué actitudes hemos de adoptar para recibir a este divino "huésped" de la humanidad. En primer lugar Isaías, el profeta de la consolación y de la esperanza, que exhorta a mantenerse vigilantes y en oración. Luego Juan Bautista, la voz del que clama en el desierto, que predica un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Y en tercer lugar María, la mujer del "sí", luz que ilumina nuestros pasos y el modelo más elevado en el que inspirarnos.

RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL

Queridos hermanos y hermanas:
Al acercarse la Navidad, se hace más apremiante la llamada a preparar el corazón para acoger al Mesías. El tiempo de Adviento nos dispone para esperar al Señor, que vino y volverá glorioso al final de los tiempos para juzgar a los vivos y a los muertos.

Dentro de una semana, en Navidad, recordaremos su nacimiento en Belén, reviviendo, en cierto modo, la emoción, el asombro y la alegría de los pastores. También contemplaremos, con María y José, la gloria del Verbo hecho carne, y rezaremos, pidiendo que todos los hombres reciban la vida nueva que el Hijo de Dios trae al mundo al asumir nuestra condición humana.

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. De forma particular a los fieles de Abarán (Murcia) y al grupo de peregrinos argentinos de Lomas de Zamora. A todos vosotros y a vuestras familias os deseo una santa y feliz Navidad.

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Como se sabe, este año el árbol de Navidad que se yergue en la Plaza de San Pedro, al lado del tradicional Belén, ha sido regalado por la República de Croacia. Con este motivo han llegado numerosos peregrinos, acompañados por sus Obispos y autoridades civiles de la Nación. El Santo Padre agradeció una vez más el don ofrecido y ha destacado los profundos lazos que unen a la Santa Sede con el Pueblo croata establecidos desde hace catorce siglos.

Que el Misterio de la Encarnación, añadió el Papa, siga iluminando los horizontes de la humanidad con una nueva esperanza, y que ayude a los hombres y a los pueblos de nuestro tiempo a reconocer en el Niño nacido en Belén, Enmanuel, Dios con nosotros y a acogerlo en la vida de cada día para recorrer con confianza los caminos de la historia. El Santo Padre terminó sus palabras a los peregrinos croatas, encomendándolos a ellos y a su Pueblo a la Virgen, Reina del Santo Rosario.

Por último, Juan Pablo II, terminados los saludos en las diversas lenguas, dirigió, como es su costumbre, unas palabras afectuosas a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, agradeciendo su participación en este encuentro. A pocos días de la solemnidad de la Navidad, les dijo a los jóvenes, que el amor que Dios manifiesta a la humanidad en el nacimiento de Cristo aumente en vosotros el deseo de servir a los hermanos.

Que el Señor que viene a visitarnos en el misterio de la Navidad, les dijo a los enfermos, os llene de consuelo y de esperanza. Y que la alegría de las próximas fiestas navideñas consolide en vosotros, queridos recién casados, la promesa de amor y de fidelidad recíproca.

 

AUDIENCIA GENERAL: 16 MILLONES Y MEDIO DE FIELES EN 24 AÑOS

Este miércoles Juan Pablo II celebró la última Audiencia General de este año 2002. A lo largo de los 24 años de pontificado, el Papa ha encontrado a más de dieciséis millones y medio de fieles y peregrinos en 1.064 Audiencias Generales. Les ofrecemos algunos datos estadísticos para que se hagan una idea de la presencia de fieles en las Catequesis del Santo Padre, y, por tanto, del flujo de peregrinos a Roma. No olviden que se trata solamente de Audiencias Generales, excluyendo cualquier otro tipo de acontecimientos públicos, masivos, que, por otra parte, han sido muy abundantes en el Pontificado de Juan Pablo II.

Durante el año 1978, en que comenzó su pontificado, concretamente el 22 de octubre, Juan Pablo II celebró 9 Audiencias Generales. El número de fieles participantes en las mismas fue de 200 mil. En cambio en 1979 celebró 45 Audiencias con una participación de un millón 585 mil 700 fieles. Este ha sido el año de mayor número de peregrinos. El año de menor número de presencias fue el 1992, con 308 mil fieles. También es cierto que ese año, el Papa celebró menos Audiencias Generales, 37. Otro año de gran afluencia -era de esperárselo- fue el del Gran Jubileo, el Año 2000, con 1 millón 463 mil 500 presencias en 45 Audiencias Generales. Concluimos diciendo que la media de presencias por año ha sido de unos 695 mil fieles.

 

"SEGUIR GRITANDO CON FIRMEZA QUE RELIGIONES ESTÁN AL SERVICIO DE LA PAZ"

Juan Pablo II, en su tradicional audiencia a los cardenales, familia pontificia, curia y prelatura romana para el intercambio de felicitaciones navideñas, en este Año del Rosario, reiteró su llamamiento a rezar por la paz del mundo. Ante las amenazas de conflictos nuevos y de los que no cesan, como el de Tierra Santa, el Papa recordó con firmeza que "las religiones están al servicio de la paz".

El Santo Padre Juan Pablo II como es tradicional en estas fechas recibió el sábado en audiencia a los cardenales, a la familia pontificia, a la curia y a la prelatura romana para el intercambio de las felicitaciones navideñas. "Nuestro encuentro, comenzó diciéndoles el Papa, tiene un sabor decididamente familiar. Agradezco al cardenal Joseph Ratzinger, nuevo Decano del Colegio Cardenalicio, por los sentimientos que con palabras nobles me ha expresado en nombre de todos". Asimismo el Papa envió un saludo afectuoso al cardenal Gantin, Decano Emérito del Colegio Cardenalicio, por el trabajo desarrollado al servicio de la Sede Apostólica.

Juan Pablo II, recordando que este es el vigésimo quinto año de su Pontificado, agradeció al Señor los dones recibidos en estos años de servicio a la Iglesia Universal, y le pidió que compense el esfuerzo realizado por sus colaboradores al servicio del Sucesor de Pedro.

En su discurso, el Papa aludió a los acontecimientos más significativos del año que termina. Su primera mirada ha sido a María, en el año del Rosario, cuyo inicio tuvo lugar con la presentación de la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae": "Este encuentro asume una característica particular al desarrollarse en el Año del Rosario. Año que quiere impulsar nuevamente en la comunidad cristiana una oración que hoy tiene más valor que nunca, también a la luz de las orientaciones teológicas y espirituales delineadas por el Concilio Vaticano II. Se trata, en efecto, de una oración mariana cuyo corazón es eminentemente cristológico.

El Santo Padre, tras poner de relieve el valor antropológico del Rosario, que nos ayuda a "contemplar a Cristo y a mirar al hombre y a la historia a la luz de su Evangelio", se refirió a los dolorosos conflictos que hay en varias partes del mundo, en especial en Tierra Santa, y al terrorismo que no cesa: "¿Cómo olvidar, ante todo, que el rostro de Cristo sigue demostrando dolor, verdadera pasión, ante los conflictos que aún ensangrientan tantas regiones del mundo, y ante aquellos que amenazan con explotar con renovada virulencia? En particular, sigue siendo emblemática la situación en Tierra Santa, pero hay además otras guerras 'olvidadas', pero no menos devastadoras. También el terrorismo sigue provocando víctimas y mayores divisiones".

Ante esta realidad marcada por la sangre, el Santo Padre recordó que la Iglesia "no cesa de hacer oír su voz y, sobre todo, sigue elevando su oración". En particular, Juan Pablo II citó la Jornada de Oración por la paz, que tuvo lugar en Asís, "donde junto con los representantes de otras religiones hemos testimoniado la misión de paz, que es el deber especial de todos los que creen en Dios". En este contexto, el Santo Padre hizo un llamamiento a "seguir gritando con firmeza que 'las religiones están al servicio de la paz'".

Asimismo, el Pontífice hizo hincapié en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del próximo uno de enero del año 2003, y evocando la gran Encíclica Pacem in terris, del Beato Juan XIII, recordó que "la verdad, la justicia, el amor y la libertad" son los pilares de la verdadera paz.

Luego, el Pontífice aludió al compromiso de la Iglesia en el ámbito ecológico recordando la declaración firmada con Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé I el pasado 10 de junio en Venecia y Roma a través de una conexión vía satélite; en el campo de la relación con los estados el Papa recordó la urgencia de poner en el centro de la política nacional e internacional la dignidad de la persona humana y el servicio al bien común, como lo manifestó con ocasión de su visita al parlamento de la República Italiana el pasado 14 de noviembre.

El Papa recordó también la experiencia inolvidable de la Jornada Mundial de la Juventud de Toronto, así como el avance en el camino ecuménico, con los diversos encuentros llevados a cabo este año con las Delegaciones de la Iglesia ortodoxa de Grecia, con el Patriarca Ortodoxo de Rumanía Teoctist. Por último el Santo Padre se refirió a la beatificaciones y canonizaciones celebradas durante el año, destacando las canonizaciones del Padre Pío de Pietrelcina, el indio Juan Diego y el español San José María Escrivá de Balaguer.

El Santo Padre, finalizó su discurso a los cardenales, a la familia pontificia, a la curia y a la prelatura romana, reiterando el mensaje al mundo que había propuesto durante su viaje apostólico a Polonia, es decir que "Dios es rico en misericordia". Una vez más, Juan Pablo II destacó la importancia de no dejarse desalentar ante los numerosos problemas que están aún sin resolver y ante las incógnitas amenazadoras del futuro y añadió que "para quien confía en Él nada está definitivamente perdido y todo se puede reconstruir". Que el anuncio del ángel: "Hoy os ha nacido el Salvador, que es Cristo el Señor os llene de gozo y os impulse en el trabajo que cada día desarrolláis para la Santa Sede".

 

PELIGROS DE UNA MODERNIDAD SORDA A LOS VALORES DEL ESPÍRITU

En su discurso a la nueva embajadora de Eslovaquia el Papa confió en que este pueblo, recogiendo de la rica tradición los valores morales que lo distinguen, sepa hacer frente a los peligros de una modernidad sorda a los valores del espíritu". Juan Pablo II recibió el jueves en audiencia al nuevo embajador plenipotenciario de Eslovaquia ante la Santa Sede, señora Dagmar Babcanová, quien presentó a Su Santidad las cartas credenciales. En su discurso, el Papa recordó el reciente encuentro en el Vaticano con una delegación del país centroeuropeo, encabezada por el presidente eslovaco, Rudolf Schuster, en ocasión del X aniversario de la independencia de esta república. Un encuentro en el curso del cual se intercambiaron los instrumentos de ratificación del Acuerdo firmado en Bratislava, el pasado 21 de agosto, sobre la asistencia religiosa a los fieles católicos de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos Armados del país.

Y es que, como afirmó Juan Pablo II, "la mayoría del pueblo eslovaco se declara cristiano. El Evangelio, de hecho, ha contribuido a formar su cultura y sus tradiciones, y la iglesia católica desarrolla su propia misión en el pleno reconocimiento de la soberanía del estado democrático, con el que mantiene un diálogo cordial y constructivo". Un diálogo, señaló el Papa, que adquiere un particular valor en esta fase en que Eslovaquia, tras un duro período de persecución, está floreciendo a la libertad.

"Es importante que en esta fase de tumultuosas transformaciones no se ceda a falaces perspectivas que encuentran su raíz en el materialismo práctico y en el consumismo desenfrenado", dijo el Santo Padre. "Confío en que el pueblo eslovaco, recogiendo de la rica tradición los valores morales que desde siempre lo distinguen, sepa también en el futuro hacer frente a los peligros de una modernidad sorda a los valores del espíritu".

Juan Pablo II hizo hincapié después en la prometedora perspectiva que significa la entrada de Eslovaquia en la Unión Europea, que contribuirá en la consolidación del Viejo continente. "El largo camino de crecimiento cumplido por este país en estos diez años, a pesar de las complejas problemáticas que ha sufrido, es una garantía de inserción positiva en el concierto de otras naciones europeas, con las que se compartirán recíprocas ventajas. "¿Cómo no ver también en esta cita -se preguntó el Papa-- una posibilidad para las nuevas generaciones para encaminar mejor sus propias energías en ventaja del bien común?".

"Ricos de una sólida formación cristiana, los jóvenes eslovacos podrán dar a sus coetáneos del continente un convincente testimonio de los valores que manan del Evangelio, mostrando la dinámica fecundidad para la construcción de una sociedad justa, sólida y pacífica" explicó Juan Pablo II. "Es por ello necesario que el estado ofrezca el indispensable apoyo a la formación de los jóvenes y a la sucesiva inserción en el mundo del trabajo. En este contexto se revela igualmente importante la solicitud de todos en favorecer la formación de sólidas familias fundadas en el matrimonio y abiertas a la vida".

 

RECONOCER A CRISTO EN CADA PERSONA QUE ENCONTRÉIS

"Si estáis acostumbradas a contemplar el rostro de Cristo en el silencio de la adoración, podréis reconocerlo en cada persona que encontraréis". Es la exhortación que Juan Pablo II dirigió a las participantes en el Capítulo General de las Hijas de Santa Ana, a las que recibió el jueves por la mañana en audiencia. En su discurso, el Pontífice destacó la importancia del tema elegido para este Capítulo, dedicado a la "Fidelidad al Espíritu, con Cristo y la madre Rosa - Fundadora de la Congregación - para entrar en los 'procesos históricos', remando mar adentro con optimismo pascual".

En este Año que él mismo ha querido dedicar al Rosario, Juan Pablo II alentó a las religiosas de esta Congregación, fundada por la Beata Rosa Gattorno, a "contemplar el rostro del Redentor con la mirada de María, especialmente gracias al rezo cotidiano del Santo Rosario". En este contexto, el Pontífice, recordando lo que ha escrito en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, hizo hincapié en que esta oración, en efecto, "en la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio". (n.1)

Tras reiterar que siguiendo el ejemplo de María podemos aprender con mayor facilidad a "discernir las prioridades de nuestro trabajo apostólico", el Santo Padre animó a las Hijas de Santa Ana a no desalentarse ante la disminución de personal religioso y de fuerzas en Italia. Y, subrayando que Dios nunca deja de sostener a los que le sirven con fe ha añadido: "Imitando a vuestra Fundadora, tenéis que saber confiar en Dios y 'dado que la Obra es suya, Él se encargará de todo': de Jesús y de su Espíritu brotará la fuerza propulsora que os hará consolidar en vuestras actividades actuales, impulsándoos hacia nuevas metas apostólicas y misioneras para brindar el gozo del amor divino a tantas personas que esperan gestos concretos de caridad evangélica".

El Papa alentó asimismo a las Hijas de Santa Ana a proseguir en su misión de entrega al servicio de los más necesitados, en especial en los sectores de la educación, promoción humana, sanidad y asistencia a los ancianos. Y finalizó sus palabras felicitando a estas religiosas, al acercarse las fiestas navideñas, y encomendándolas a la Inmaculada y a la Beata Rosa Gattorno.

 

MANOS PREPARADAS PARA RECIBIR Y DONAR EL AMOR DE DIOS

El Santo Padre recibió en audiencia el viernes a un grupo de chicos y chicas de Acción Católica Italiana, que a través de la experiencia de este movimiento juvenil aprenden a seguir a Jesús, escuchando su voz y convirtiéndose en amigos suyos. En su discurso a los jóvenes Juan Pablo II alabó el lema elegido para este año: "Una mano para todos, todos de la mano". "Las manos no sirven para aferrarse egoístamente a los bienes materiales- manifestó el Pontífice. Por el contrario es necesario aprender a tenerlas abiertas para acoger el amor de Dios: manos siempre preparadas para recibir y donar su amor".

 

ÁNGELUS: MENTALIDAD CONSUMISTA OSCURECE EL AUTÉNTICO SENTIDO NAVIDEÑO

El Santo Padre Juan Pablo II se reunió el domingo, para rezar el Ángelus, con los fieles romanos y peregrinos reunidos en la Plaza de san Pedro. El pontífice comenzó su alocución previa al rezo mariano afirmando que la llamada más sugestiva al nacimiento del Señor, ya inminente, proviene del Nacimiento, presente en tantos hogares.

La sencillez del Belén, continuó diciendo Juan Pablo II, contrasta con la imagen de la Navidad que se nos presenta de modo insistente por los mensajes publicitarios. Lo mismo ocurre con la hermosa tradición de intercambiarse regalos con motivo de la Navidad entre familiares y amigos, que a causa de la mentalidad consumista corre el peligro de perder el auténtico sentido navideño: "En efecto este uso se comprende desde el hecho que Jesús en persona es el don de Dios a la humanidad, del cual nuestros regalos en estas fiestas quieren ser reflejo y expresión, por este motivo, es muy conveniente privilegiar los gestos que manifiestan solidaridad y acogida hacia los pobres y necesitados".

El Papa continuó fijando su mirada en la Virgen y José que esperan el nacimiento de Jesús. María, dijo, escuchando la Palabra de Dios está preparada para cumplirla fielmente. En Ella y en su esposo se realizan las condiciones indispensables para prepararse a la Navidad: El silencio interior y la oración que nos permiten contemplar el misterio que se conmemora. En segundo lugar la disponibilidad para acoger la voluntad de Dios.

Que el "Sí" de María y José, finalizó diciendo el Santo Padre, que implica a toda su persona, sea el ejemplo para cada uno de nosotros. Jesús que en unos días hará resplandecer de gozo nuestros belenes, encuentre en todas las familias cristianas una acogida generosa como ocurrió en Belén la Noche Santa.

Tras el rezo del Ángelus y el responso por los fieles difuntos el Papa saludó a los presentes y dio las gracias por todos los mensajes de felicitación que ha recibido en estos días, y para todos hizo votos de paz y serenidad. ¡Feliz Navidad"!

 

MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
1 ENERO 2003
PACEM IN TERRIS
UNA TAREA PERMANENTE

1. Han transcurrido casi cuarenta años desde aquel 11 de abril de 1963, en que el Papa Juan XXIII publicó la histórica Carta encíclica Pacem in terris. Aquel día era Jueves Santo. Dirigiéndose "a todos los hombres de buena voluntad", mi venerado Predecesor, que moriría dos meses después, compendiaba su mensaje de paz al mundo en la primera afirmación de la Encíclica: " La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios " (Pacem in terris, Introd., AAS 55 [1963], 257).

 

Hablar de paz a un mundo dividido

2. En realidad, el mundo al cual se dirigía Juan XXIII se encontraba en un profundo estado de desorden. El siglo XX se había iniciado con una gran expectativa de progreso. En cambio, la humanidad había asistido, en sesenta años de historia, al estallido de dos guerras mundiales, la consolidación de sistemas totalitarios demoledores, la acumulación de inmensos sufrimientos humanos y el desencadenamiento, contra la Iglesia, de la mayor persecución que la historia haya conocido jamás.

Sólo dos años antes de la Pacem in terris, en 1961, se erigió el "muro de Berlín" para dividir y oponer no solamente dos partes de aquella ciudad, sino también dos modos de comprender y de construir la ciudad terrena. De una parte y de otra del muro la vida tuvo un estilo diferente, inspirado en reglas a menudo contrapuestas, en un clima difuso de sospecha y desconfianza. Tanto como visión del mundo que como planteamiento concreto de la vida, aquel muro atravesó la humanidad en su conjunto y penetró en el corazón y mente de las personas, creando divisiones que parecían destinadas a durar siempre.

Además, justo seis meses antes de la publicación de la Encíclica, mientras en Roma se había inaugurado hacía pocos días el Concilio Vaticano II, el mundo, debido a la crisis de los misiles en Cuba, se encontró al borde de una guerra nuclear. Parecía bloqueado el camino hacia un mundo de paz, de justicia y de libertad. Muchos pensaban que la humanidad estaba condenada a vivir todavía durante largo tiempo en aquellas condiciones precarias de "guerra fría", sometida constantemente a la pesadilla de que una agresión o un percance cualquiera pudieran desencadenar de un día a otro la peor guerra de toda la historia humana. En efecto, el uso de armas atómicas, podía transformarla en un conflicto que habría puesto en peligro el futuro mismo de la humanidad.

 

Los cuatro pilares de la paz

3. El Papa Juan XXIII no estaba de acuerdo con los que creían imposible la paz. Con la Encíclica logró que este valor fundamental -con toda su exigente verdad- empezara a hacerse sentir en ambas partes de aquel muro y de todos los muros. A muchos la Encíclica les hizo ver la común pertenencia a la familia humana y les encendió una luz respecto a la aspiración de la gente de todos los lugares de la tierra a vivir en seguridad, justicia y esperanza ante el futuro.

Con su espíritu clarividente, Juan XXIII indicó las condiciones esenciales para la paz en cuatro exigencias concretas del ánimo humano: la verdad, la justicia, el amor y la libertad (cf. ibíd., I: l.c., 265-266). La verdad -dijo- será fundamento de la paz cuando cada individuo tome consciencia rectamente, más que de los propios derechos, también de los propios deberes con los otros. La justicia edificará la paz cuando cada uno respete concretamente los derechos ajenos y se esfuerce por cumplir plenamente los mismos deberes con los demás. El amor será fermento de paz, cuando la gente sienta las necesidades de los otros como propias y comparta con ellos lo que posee, empezando por los valores del espíritu. Finalmente, la libertad alimentará la paz y la hará fructificar cuando, en la elección de los medios para alcanzarla, los individuos se guíen por la razón y asuman con valentía la responsabilidad de las propias acciones.

Mirando al presente y al futuro con los ojos de la fe y de la razón, el beato Juan XXIII vislumbró e interpretó los dinamismos profundos que estaban actuando ya en la historia. Sabía que las cosas no son siempre como aparecen exteriormente. A pesar de las guerras y las amenazas de guerras, había algo nuevo que se percibía en las vicisitudes humanas, algo que el Papa consideró como el inicio prometedor de una revolución espiritual.

 

Una nueva consciencia de la dignidad del hombre y de sus derechos inalienables

4. La humanidad, escribió, ha emprendido una nueva etapa de su camino (cf. ibíd., I: l.c., 267-269). El fin del colonialismo, el nacimiento de nuevos Estados independientes, la defensa más eficaz de los derechos de los trabajadores, la nueva y agradable presencia de las mujeres en la vida pública, le parecían como otros tantos signos de una humanidad que estaba entrando en una nueva fase de su historia, una fase caracterizada por la "convicción de que todos los hombres son, por dignidad natural, iguales entre sí" (ibíd., I: l.c., 268). Ciertamente, esta dignidad era vilipendiada aún en muchas partes del mundo. El Papa no lo ignoraba. Sin embargo estaba convencido de que, no obstante la situación fuese dramática bajo algunos aspectos, el mundo era cada día más consciente de algunos valores espirituales y cada vez estaba más abierto a la riqueza de contenido de aquellos "pilares de la paz" que eran la verdad, la justicia, el amor y la libertad (cf. ibíd., I: l.c., 268-269). A través del esfuerzo por llevar estos valores a la vida social, tanto nacional como internacional, los hombres y las mujeres serían cada vez más conscientes de la importancia de su relación con Dios, fuente de todo bien, como sólido fundamento y criterio supremo de su vida, ya sea como individuos que como seres sociales (cf. ibíd.). Esta sensibilidad espiritual más aguda -el Papa estaba convencido de ello- tendría también profundas consecuencias públicas y políticas.

Ante la creciente conciencia de los derechos humanos que iba aflorando a nivel nacional e internacional, Juan XXIII intuyó la fuerza interior de este fenómeno y su extraordinario poder de cambiar la historia. Lo que ocurrió pocos años después, sobre todo en Europa central y oriental, fue una excelente prueba de ello. El camino hacia la paz, enseñaba el Papa en su Encíclica, debía pasar por la defensa y promoción de los derechos humanos fundamentales. En efecto, cada persona humana goza de ellos, no como de un beneficio concedido por una cierta clase social o por el Estado, sino como de una prerrogativa propia por ser persona: "En toda convivencia humana bien ordenada y fecunda hay que establecer como fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables, y no pueden renunciarse por ningún concepto" (ibíd., I: l.c., 259).

No se trataba simplemente de ideas abstractas. Eran ideas de vastas consecuencias prácticas, como en seguida demostraría la historia. Basados en la convicción de que cada ser humano es igual en dignidad y que, por consiguiente, la sociedad tiene que adecuar sus estructuras a esta premisa, surgieron muy pronto los movimientos por los derechos humanos, que dieron expresión política concreta a una de las grandes dinámicas de la historia contemporánea. La promoción de la libertad fue reconocida como un elemento indispensable del empeño por la paz. Surgiendo prácticamente en todas las partes del mundo, estos movimientos contribuyeron al derrocamiento de formas de gobierno dictatoriales y ayudaron a cambiarlas con otras formas más democráticas y participativas. En la práctica, demostraron que la paz y el progreso pueden alcanzarse sólo a través del respeto de la ley moral universal, inscrita en el corazón del hombre (cf. Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea de las Naciones Unidas, 5 octubre 1995, 3).

 

El bien común universal

5. En otro punto el magisterio de la Pacem in terris se mostró profético, anticipándose a la fase sucesiva de la evolución de las políticas mundiales. Ante un mundo que se hacía cada vez más interdependiente y global, el Papa Juan XXIII sugirió que el concepto de bien común debía formularse con una perspectiva mundial. Para ser correcto, debía referirse al concepto de "bien común universal" (Pacem in terris, IV: l.c., 292). Una de las consecuencias de esta evolución era la exigencia evidente de que hubiera una autoridad pública a nivel internacional, que pudiese disponer de capacidad efectiva para promover este bien común universal. Esta autoridad, añadía enseguida el Papa, no debería instituirse mediante la coacción, sino sólo a través del consenso de las naciones. Debería tratarse de un organismo que tuviese como "objetivo fundamental el reconocimiento, el respeto, la tutela y la promoción de los derechos de la persona" (ibíd., IV: l.c., 294).

Por esto no sorprende que Juan XXIII mirara con gran esperanza hacia la Organización de las Naciones Unidas, constituida el 26 de junio de 1945. En ella veía un instrumento válido para mantener y reforzar la paz en el mundo. Justamente por esto expresó un particular aprecio por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, considerándola "un primer paso introductorio para el establecimiento de una constitución jurídica y política de todos los pueblos del mundo" (ibíd., IV: l.c., 295). En efecto, en dicha Declaración se habían fijado los fundamentos morales sobre los que se habría podido basar la edificación de un mundo caracterizado por el orden en vez del desorden, por el diálogo en vez de la fuerza. Con esta perspectiva, el Papa dejaba entender que la defensa de los derechos humanos por parte de la Organización de las Naciones Unidas era el presupuesto indispensable para el desarrollo de la capacidad de la Organización misma para promover y defender la seguridad internacional.

La visión precursora del Papa, es decir, la propuesta de una autoridad pública internacional al servicio de los derechos humanos, de la libertad y de la paz, no sólo no se ha logrado aún completamente, sino que se debe constatar, por desgracia, la frecuente indecisión de la comunidad internacional sobre el deber de respetar y aplicar los derechos humanos. Este deber atañe a todos los derechos fundamentales y no permite decisiones arbitrarias que acabarían en formas de discriminación e injusticia. Al mismo tiempo, somos testigos del incremento de una preocupante divergencia entre una serie de nuevos "derechos" promovidos en las sociedades tecnológicamente avanzadas y derechos humanos elementales que todavía no son respetados en situaciones de subdesarrollo: pienso, por ejemplo, en el derecho a la alimentación, al agua potable, a la vivienda, a la autodeterminación y a la independencia. La paz exige que esta divergencia se reduzca urgentemente y que finalmente se supere.

Debe hacerse todavía una observación: la comunidad internacional, que desde 1948 posee una carta de los derechos de la persona humana, ha dejado además de insistir adecuadamente sobre los deberes que se derivan de la misma. En realidad, es el deber el que establece el ámbito dentro del cual los derechos tienen que regularse para no transformarse en el ejercicio de una arbitrariedad. Una mayor conciencia de los deberes humanos universales reportaría un gran beneficio para la causa de la paz, porque le daría la base moral del reconocimiento compartido de un orden de las cosas que no depende de la voluntad de un individuo o de un grupo.

 

Un nuevo orden moral internacional

6. Es asimismo verdad que, a pesar de muchas dificultades y retrasos, en los cuarenta años transcurridos ha habido un notable progreso hacia la realización de la noble visión del Papa Juan XXIII. El hecho de que los Estados casi en todas las partes del mundo se sientan obligados a respetar la idea de los derechos humanos muestra cómo son eficaces los instrumentos de la convicción moral y de la entereza espiritual. Estas fuerzas fueron decisivas en aquella movilización de las conciencias que originó la revolución no violenta de 1989, acontecimiento que determinó la caída del comunismo europeo. Y aunque se den concepciones erróneas de libertad, entendida como desenfreno, que siguen amenazando la democracia y las sociedades libres, es sin duda significativo que, en los cuarenta años transcurridos desde la Pacem in terris, muchas poblaciones del mundo hayan llegado a ser más libres, se hayan consolidado estructuras de diálogo y cooperación entre las naciones y la amenaza de una guerra global nuclear, como la que se vislumbró drásticamente en tiempos del Papa Juan XXIII, haya sido controlada eficazmente.

A este respecto, con humilde valentía querría observar cómo la enseñanza plurisecular de la Iglesia sobre la paz entendida como " tranquillitas ordinis " - " tranquilidad del orden ", según la definición de San Agustín, (De civitate Dei, 19, 13) y a la luz también de las reflexiones de la Pacem in terris, se haya revelado particularmente significativa para el mundo actual, tanto para los Jefes de las naciones como para los simples ciudadanos. Que haya un gran desorden en la situación del mundo contemporáneo es una constatación compartida fácilmente por todos. Por tanto, la pregunta que se impone es la siguiente: ¿qué tipo de orden puede reemplazar este desorden, para dar a los hombres y mujeres la posibilidad de vivir en libertad, justicia y seguridad? Y ya que el mundo, incluso en su desorden, se está "organizando" en varios campos (económico, cultural y hasta político), surge otra pregunta igualmente apremiante: ¿bajo qué principios se están desarrollando estas nuevas formas de orden mundial?

Estas preguntas de vasta irradiación indican que el problema del orden en los asuntos mundiales, que es también el problema de la paz rectamente entendida, no puede prescindir de cuestiones relacionadas con los principios morales. Con otras palabras, desde esta perspectiva se toma también conciencia de que la cuestión de la paz no puede separarse de la cuestión de la dignidad y de los derechos humanos. Ésta es precisamente una de las verdades perennes enseñada por la Pacem in terris, y nosotros haríamos bien en recordarla y meditarla en este cuadragésimo aniversario.

¿No es éste quizás el tiempo en el que todos deben colaborar en la constitución de una nueva organización de toda la familia humana, para asegurar la paz y la armonía entre los pueblos, y promover juntos su progreso integral? Es importante evitar tergiversaciones: aquí no se quiere aludir a la constitución de un superestado global. Más bien se piensa subrayar la urgencia de acelerar los procesos ya en acto para responder a la casi universal pregunta sobre modos democráticos en el ejercicio de la autoridad política, sea nacional que internacional, como también a la exigencia de transparencia y credibilidad a cualquier nivel de la vida pública. Confiando en la bondad presente en el corazón de cada persona, el Papa Juan XXIII quiso valerse de la misma e invitó al mundo entero hacia una visión más noble de la vida pública y del ejercicio de la autoridad pública. Con audacia, animó al mundo a proyectarse más allá del propio estado de desorden actual y a imaginar nuevas formas de orden internacional que estuviesen de acuerdo con la dignidad humana.

Relación entre paz y verdad

7. Contrastando la visión de quienes pensaban en la política como un ámbito desvinculado de la moral y sujeto al solo criterio del interés, Juan XXIII, a través de la Encíclica Pacem in terris, presentó una imagen más verdadera de la realidad humana e indicó el camino hacia un futuro mejor para todos. Precisamente porque las personas son creadas con la capacidad de tomar opciones morales, ninguna actividad humana está fuera del ámbito de los valores éticos. La política es una actividad humana; por tanto, está sometida también al juicio moral. Esto es también válido para la política internacional. El Papa escribió: "La misma ley natural que rige las relaciones de convivencia entre los ciudadanos debe regular también las relaciones mutuas entre las comunidades políticas" (Pacem in terris, III: l.c., 279). Cuantos creen que la vida pública internacional se desarrolla de algún modo fuera del ámbito del juicio moral, no tienen más que reflexionar sobre el impacto de los movimientos por los derechos humanos en las políticas nacionales e internacionales del siglo XX, recientemente concluido. Estas perspectivas, que anticipó la enseñanza de la Encíclica, contrastan claramente con la pretensión de que las políticas internacionales se sitúen en una especie de "zona franca" en la que la ley moral no tendría ninguna fuerza.

Quizás no hay otro lugar en el que se vea con igual claridad la necesidad de un uso correcto de la autoridad política, como en la dramática situación de Oriente Medio y de Tierra Santa. Día tras día y año tras año, el efecto creciente de un rechazo recíproco exacerbado y de una cadena infinita de violencias y venganzas ha hecho fracasar hasta ahora todo intento de iniciar un diálogo serio sobre las cuestiones reales en litigio. La situación precaria se hace todavía más dramática por el contraste de intereses entre los miembros de la comunidad internacional. Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz. La lucha fratricida, que cada día afecta a Tierra Santa contraponiendo entre sí las fuerzas que preparan el futuro inmediato de Oriente Medio, muestra la urgente exigencia de hombres y mujeres convencidos de la necesidad de una política basada en el respeto de la dignidad y de los derechos de la persona. Semejante política es para todos incomparablemente más ventajosa que continuar con las situaciones del conflicto actual. Hace falta partir de esta verdad. Ésta es siempre más liberadora que cualquier forma de propaganda, especialmente cuando dicha propaganda sirviera para disimular intenciones inconfesables.

 

Las premisas de una paz duradera

8. Hay una relación inseparable entre el compromiso por la paz y el respeto de la verdad. La honestidad en dar informaciones, la imparcialidad de los sistemas jurídicos y la transparencia de los procedimientos democráticos dan a los ciudadanos el sentido de seguridad, la disponibilidad para resolver las controversias con medios pacíficos y la voluntad de acuerdo leal y constructivo que constituyen las verdaderas premisas de una paz duradera. Los encuentros políticos a nivel nacional e internacional sólo sirven a la causa de la paz si los compromisos tomados en común son respetados después por cada parte. En caso contrario, estos encuentros corren el riesgo de ser irrelevantes e inútiles, y su resultado es que la gente se siente tentada a creer cada vez menos en la utilidad del diálogo y, en cambio, a confiar en el uso de la fuerza como camino para solucionar las controversias. Las repercusiones negativas, que tienen los compromisos adquiridos y luego no respetados sobre el proceso de paz, deben inducir a los Jefes de Estado y de Gobierno a ponderar todas sus decisiones con gran sentido de responsabilidad.

Pacta sunt servanda, dice el antiguo adagio. Si han de respetarse todos los compromisos asumidos, debe ponerse especial atención en cumplir los compromisos asumidos para con los pobres. En efecto, sería particularmente frustrante para los mismos no cumplir las promesas consideradas por ellos como de interés vital. Con esta perspectiva, el no cumplir los compromisos con las naciones en vías de desarrollo constituye una seria cuestión moral y pone aún más de relieve la injusticia de las desigualdades existentes en el mundo. El sufrimiento causado por la pobreza se ve agudizado dramáticamente cuando falta la confianza. El resultado final es el desmoronamiento de toda esperanza. La existencia de confianza en las relaciones internacionales es un capital social de valor fundamental.

 

Una cultura de paz

9. Si se examinan los problemas profundamente, se debe reconocer que la paz no es tanto cuestión de estructuras, como de personas. Estructuras y procedimientos de paz -jurídicos, políticos y económicos- son ciertamente necesarios y afortunadamente se dan a menudo. Sin embargo, no son sino el fruto de la sensatez y de la experiencia acumulada a lo largo de la historia a través de innumerables gestos de paz, llevados a cabo por hombres y mujeres que han sabido esperar sin desanimarse nunca. Gestos de paz se dan en la vida de personas que cultivan en su propio ánimo constantes actitudes de paz. Son obra de la mente y del corazón de quienes "trabajan por la paz" (Mt 5, 9). Gestos de paz son posibles cuando la gente aprecia plenamente la dimensión comunitaria de la vida, que les hace percibir el significado y las consecuencias que ciertos acontecimientos tienen sobre su propia comunidad y sobre el mundo en general. Gestos de paz crean una tradición y una cultura de paz.

La religión tiene un papel vital para suscitar gestos de paz y consolidar condiciones de paz. Este papel lo puede desempeñar tanto más eficazmente cuanto más decididamente se concentra en lo que la caracteriza: la apertura a Dios, la enseñanza de una fraternidad universal y la promoción de una cultura de solidaridad. La "Jornada de oración por la paz", que he promovido en Asís el 24 de enero de 2002, comprometiendo a los representantes de numerosas religiones, tenía justamente este objetivo. Quería expresar el deseo de educar para la paz mediante la difusión de una espiritualidad y de una cultura de paz.

 

La herencia de la "Pacem in terris"

10. El beato Juan XXIII era una persona que no temía el futuro. Lo ayudaba en esta actitud de optimismo la confianza segura en Dios y en el hombre, aprendida en el profundo clima de fe en el que había crecido. Persuadido de este abandono en la Providencia, incluso en un contexto que parecía de permanente conflicto, no dudó en proponer a los líderes de su tiempo una nueva visión del mundo. Ésta es la herencia que nos ha dejado. Fijándonos en él, en esta Jornada Mundial de la Paz de 2003, nos sentimos invitados a comprometernos en sus mismos sentimientos: confianza en Dios misericordioso y compasivo, que nos llama a la fraternidad; confianza en los hombres y mujeres tanto de hoy como de cualquier otro tiempo, gracias a la imagen de Dios impresa igualmente en los espíritus de todos. A partir de estos sentimientos es como se puede esperar en la construcción un mundo de paz en la tierra.

Al inicio de un nuevo año en la historia de la humanidad, éste es el augurio que surge espontáneo de lo más profundo de mi corazón: que en el ánimo de todos brote un impulso de renovada adhesión a la noble misión que la Encíclica Pacem in terris propuso hace cuarenta años a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Esta tarea, que la Encíclica calificó como "inmensa", se concretaba en "establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo la enseñanza y el apoyo de la verdad, la justicia, el amor y la libertad". El Papa precisaba además que se refería a las "relaciones de convivencia en la sociedad humana..., primero, entre los individuos; en segundo lugar, entre los ciudadanos y sus respectivos Estados; tercero, entre los Estados entre sí, y, finalmente, entre los individuos, familias, entidades intermedias y Estados particulares, de un lado, y, de otro, la comunidad mundial". Y concluía afirmando que el empeño de "consolidar la paz verdadera según el orden establecido por Dios" constituía una "tarea sin duda gloriosa" (Pacem in terris, V: l.c., 301-302).

El cuadragésimo aniversario de la Pacem in terris es una ocasión muy oportuna para beneficiarse de la enseñanza profética del Papa Juan XXIII. Las comunidades eclesiales estudiarán cómo celebrar este aniversario de modo apropiado durante el año, con iniciativas que pueden tener un carácter ecuménico e interreligioso, abriéndose a todos los que sienten un profundo anhelo de "echar por tierra las barreras que dividen a unos de otros, para estrechar los vínculos de la mutua caridad, para fomentar la recíproca comprensión, para perdonar, en fin, a cuantos nos hayan injuriado" (ibíd., 304).

Acompaño estos augurios con la oración a Dios Omnipotente, fuente de todo nuestro bien. Que Él, que desde las condiciones de opresión y conflicto nos llama a la libertad y la cooperación para bien de todos, ayude a las personas en cada lugar de la tierra a construir un mundo de paz, basados siempre cada vez más firmemente en los cuatro pilares que el beato Juan XXIII indicó a todos en su histórica Encíclica: verdad, justicia, amor y libertad.

Vaticano, 8 de diciembre de 2002.

 

3 MILAGROS POR LA INTERCESIÓN DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA Y LAS ESPAÑOLAS ÁNGELA DE LA CRUZ GUERRERO Y BONIFACIA RODRÍGUEZ
PROMULGACIÓN DE DECRETOS DE LA CONGREGACIÓN PARA LAS CAUSAS DE LOS SANTOS

Las españolas Ángela de la Cruz Guerrero y Bonifacia Rodríguez Castro y la Madre Teresa de Calcuta serán canonizada la primera y beatificadas la otras dos, tras la aprobación y promulgación, el viernes por la mañana ante el Santo Padre, de 4 decretos por la Congregación para las Causas de los Santos. De los 18 decretos promulgados en esta ocasión, 4 reconocen las virtudes heroicas de 4 Siervos y Siervas de Dios, entre ellos de la Madre Teresa de Calcuta; 7 se refieren a los milagros de otros 7 Siervos de Dios, lo cual conduce a la beatificación, entre los que se encuentra, de nuevo la Madre Teresa y la española Bonifacia Rodríguez Castro; y por último 7 de los decretos se refieren a los milagros atribuidos a la intercesión de 7 beatos, paso final para la canonización y entre los que se encuentra la beata española Ángela de la Cruz Guerrero González.

Con respecto a la religiosa macedonia Teresa de Calcuta se han promulgado dos decretos, uno sobre las virtudes heroicas y otro sobre un milagro atribuido a su intercesión. TERESA DI CALCUTA GONXHA BOJAXHIU (1910-1997) nació el 26 de agosto en Skopje y falleció el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta (India). "Su delicada figura -dijo de ella el cardenal Saraiva- ha sido el siglo pasado un emblema mundial de la caridad cristiana. A los 18 años, respondiendo a la vocación misionera, ingresó en las Hermanas de Loreto que la enviaron como maestra a la India. En Calcuta descubrió el Rostro de Cristo Sufriente en las caras de los pobres más abandonados. Su vida cambió radicalmente y fundó para ellos las Misioneras y misioneros de la Caridad. Con su ejemplo suscitó un amplio movimiento de compromiso caritativo y social en favor de las categorías más marginadas.

También será canonizada la Beata española Ángela de la Cruz GUERRERO GONZÁLEZ (1846-1932), por la aprobación de un decreto sobre el milagro atribuido a su intercesión. La futura santa fundó en Sevilla las Hermanas de la Compañía de la Cruz para ayudar a los más pobres, viviendo también ellas con ejemplaridad la pobreza. Ángela de la Cruz que falleció el 2 de marzo de 1932 en Sevilla donde también nació, fue beatificada por Juan Pablo II en 1982.

La otra española es la Madre Bonifacia RODRÍGUEZ CASTRO, con respecto a la que se ha aprobado un decreto sobre un milagro atribuido a la intercesión de esta Venerable Sierva de Dios, fundadora de la Congregación de las Siervas de San José, nacida en Salamanca el 6 de junio de 1837 y fallecida en Zamora el 8 de agosto de 1905.

En total fueron promulgados el jueves 18 nuevos decretos referidos a 17 siervos y siervas de Dios. Nueve mujeres y 8 hombres en este grupo compuesto por dos obispos, un sacerdote diocesano, 4 sacerdotes, 8 religiosas y dos laicos. En su intervención para presentar al Santo Padre estos decretos, el cardenal Saraiva Martins subrayó que "todos estos siervos de Dios, han desarrollado un intenso apostolado y con su testimonio de obras y de santidad han escrito páginas importantes en la Iglesia de su tiempo y en su entorno. Son considerados auténticos testigos de Cristo y maestros de fidelidad al Evangelio. De esta forma, también después de su muerte continúan edificando el reino de Dios, sosteniendo la fe y la piedad de sus pueblos mediante la herencia de su ejemplo, sus enseñanzas y su intercesión".

El sacerdote milanés Don Carlo GNOCCHI(1902-1956), de quien se ha promulgado un decreto sobre sus virtudes heroicas, fue descrito por Pablo VI, cuando era arzobispo de la Iglesia Ambrosiana, como "una pura y bella figura de sacerdote, de escritor, capellán militar y sobre todo de fundador de Pro Juventute, una institución surgida de las heridas más terribles y amargas de la guerra, en favor de los pequeños mutilados. El mismo Juan Pablo II ha afirmado en pasado que el mensaje de este sacerdote "representa hoy una singular profecía de solidaridad y de paz".

En cuanto a los decretos sobre los milagros para la beatificación se ha aprobado uno atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Giacomo ALBERIONE, el gran apóstol de los medios de comunicación social, que fundo en Italia la Pía Sociedad de San Pablo, las Hijas de San Pablo y numerosas congregaciones religiosas, institutos seculares, asociaciones piadosas, que en su conjunto forman la denominada "Familia Paulina". Nació el 4 de abril de 1884 en San Lorenzo di Fossano (Italia) y murió el 26 de noviembre de 1971 en Roma (Italia).

Entre los decretos sobre los milagros para la canonización se encuentra también el beato italiano DANIELE COMBONI (1831-1881), obispo titular de Claudiopoli, vicario apostólico de África Central, fundador de las Congregaciones de los Misioneros y Misioneras Combonianos. Nació el 15 de marzo de 1831 en Limone (Italia) y murió el 10 de otubre de 1881 en Jartum (Sudán) "La evangelización de África, a través de África fue el sueño que absorbió toda su vida, consumida por las fatigas y las dificultades apostólicas a la edad de 50 años". Fue beatificado por Juan Pablo II en 1996.

La religiosa alemana MARIA TERESA DI SAN GIUSEPPE TAUSCHER VAN DEN BOSCH (1855-1938), de quien se ha promulgado un decreto sobre sus virtudes heróicas fue la fundadora de la Congregación de las Hermanas Carmelitas del Divino Corazón de Jesús. Nació en 19 de junio en Sandow (Alemania) y falleció el 20 de septiembre de 1938 en Sittard (Holanda). Nació en el seno de una familia luterana, y a la edad de 33 años se convirtió a la Iglesia Católica. La lectura de una biografía de Santa Teresa de Ávila la orientó hacia la espiritualidad carmelita. Dio vida a la Congregación de las Hermanas de Carmelitas del Divino Corazón de Jesús precisamente con finalidad caritativa. Atravesó dificultades, oposiciones y tribulaciones que supo superar con la fuerza de la fe y de la esperanza en la Providencia de Dios.

También se promulgó otro decreto sobre las virtudes heroicas de la Sierva de Dios MARIA CROCIFISSA CURCIO (1877-1957), fundadora de la Congregación de las Hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús, nacida el 30 de enero de 1877 en Ispica (Italia) y fallecida en 4 de julio de 1957 en Santa Marinella (Italia). Desde su infancia sintió la fascinación y atracción por el Carmelo y quiso vivir sus ideales, uniendo la dimensión contemplativa con la apostólica. Desde Sicilia se trasfirió a Santa Marinella, cerca de Roma, para fundar en 1925 la Congregación de las Hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús. La evangelización de las familias y la educación cristiana de la juventud fueron los ejes de su servicio a la Iglesia y a la sociedad.

Se promulgó también un decreto sobre un milagro atribuido a VALENTINO PAQUAY (1828-1905), sacerdote profeso de la Orden de los Hermanos Menores. Nació el 17 de noviembre de 1928 en Tongres (Bélgica) y fallecido el 1 de enero de 1905 en Hasselt (Bélgica). Desde el Convento de Hasselt irradió su fervor apostólico en la predicación, en las confesiones y en la dirección espiritual de la Tercera Orden Franciscana.

La Congregación para las Causas de los Santos promulgó también otro decreto sobre un milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios Madre GIULIA SALZANO (1846-1929), fundadora de la Congregación de las Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón de Jesús, nacida el 13 de octubre de 1846 en Santa María Capua Vetere (Italia) y fallecida el 17 de mayo de 1929 en Casoria (Italia). Como maestra consagró su juventud a la educación de niños napolitanos. Se dedicó con pasión a la enseñanza del Catecismo y en Casoria fundo las Hemanas Catequistas del Sagrado Corazón para la evangelización de aquellas poblaciones.

Se promulgó además un milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios Madre MARIA DI GESU' CROCIFISSO PETKOVIC (1892-1966).Nació el 10 d diciembre de 1892 en Blato (Croacia) y murió el 9 de julio de 1966 en Roma (Italia). Siguió con fervor las huellas de San Francisco de Asís. Fundó la Congregación de las Hijas de la Misericordia para la educación de las jóvenes y la asistencia a niños pobres y a enfermos.

Por último, en el apartado de decretos sobre milagros para la beatificación se promulgó uno sobre un milagro atribuido a la intervención del joven laico IVAN MERZ (1896-1928). Nació el 16 de diciembre de 1896 en Banja Luka (Bosnia) y murió el 10 de mayo de 1928 en Zagreb (Croacia). Fue profesor de francés en el instituto arzobispal de Zagreb, se implicó con esfuerzo en la Acción Católica de Croacia y en la formación cristiana de la juventud fomentando la vida litúrgica, la devoción eucarística y la cultura católica.

En cuanto a los decretos sobre milagros para la canonización el primero de ellos se refiere a un milagro atribuido al Beato GIUSEPPE SEBASTIANO PELCZAR, obispo de Przemysl de los latinos (Polonia), fundador de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Nació el 17 de enero de 1842 en Korczyna (Polonia) y fallecido el 28 de marzo de 1924 en Przemysl (Polonia). Eclesiástico de profunda espiritualidad y celo pastoral. Con su santidad y sus numerosas publicaciones fue maestro de vida para los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1991.

Los dos siguientes decretos sobre sendos milagros son los atribuidos a los beatos ARNOLDO JANSSEN (1837-1909), fundador de la Sociedad del Verbo Divino, de las Religiosas Misioneras Siervas del Espíritu Santo y de las Siervas del Espíritu Santo de la Adoración Perpetua, y su hijo espiritual el beato GIUSEPPE FREINADEMETZ (1852-1908) de la misma sociedad del Verbo Divino. Este sacerdote desarrolló su apostolado entre los chinos, a quienes amó apasionadamente, tanto que escribió: "Amo a China y a sus habitantes; quiero morir entre ellos y ser enterrado aquí". Deseo que se cumplió. Fue beatificado junto al padre JANSSEN en el año santo del 1975 por el papa Pablo VI. El beato ARNOLDO JANSSEN nació el 5 de noviembre de 1837 en Goch (ALEMANIA) y murió el 15 de enero de 1909 en Steyl (Holanda). El beato GIUSEPPE FREINADEMETZ nació el 15 de abril de 1852 en Oie in Val Badia (Italia) y murió el 28 de junio de 1909 en Taikiachwang (China).

También fue promulgado el decreto sobre un milagro atribuido a la intercesión de la beata MARIA DE MATTIAS (1805-1866), que en Roma dio vida a la Congregación de las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo. Nació el 4 de febrero de 1805 en Vallecorsa (Italia) y murió el 20 de agosto de 1866 en Roma. Poseyó el corazón y el fervor de un apóstol. Cuidó particularmente la educación y la instrucción de la juventud femenina en una época en la que la mujer normalmente no frecuentaba las escuelas. Pío XII la beatificó en el año santo de 1950.

Por último el decreto sobre un milagro atribuido a la intercesión de la beata VIRGINIA CENTURIONE viuda BRACELLI (1587-1651), que se consumió a sí misma y sus riquezas entre los pobres. Nació el 2 de abril de 1587 en Génova (Italia), donde también murió el 15 de diciembre de 1651. Fundó las Hermanas de Nuestra Señora del refugio en el Monte Calvario. Juan Pablo II la beatificó en 1985.

 

TERCERA MEDITACIÓN DE ADVIENTO

"La humildad en lugar del orgullo de la perfección, la libertad de una elección hecha sin complejos ni miedos, la alegría en lugar de la mortificación. La imagen ideal de los célibes y de las vírgenes consagradas debería corresponder a estas tres características para ser verdaderamente un carisma, un don para la Iglesia y sus miembros". De esta manera el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia planteó las reflexiones de la tercera y última meditación de Adviento que realizó en presencia del Papa y de los prelados de la Curia Romana, en la capilla Redemptoris Mater del Vaticano.

"La virginidad es una manifestación del Espíritu para la utilidad común" sintetizó el religioso capuchino en el título de su sermón. "Si la castidad consagrada es un carisma --afirmó-- entonces es más un don recibido de Dios, que un don hecho a Dios". Una distinción fundamental que el padre Cantalemessa invitó a considerar bajo una óptica positiva.

Para los célibes y las vírgenes consagradas, observó el predicador, es necesario pasar de la postura "de quien cree haber hecho un don y un sacrificio", a la posición totalmente contraria de "quien se da cuenta de haber recibido un don y quiere dar las gracias".

"He aquí, pues, --explicó el padre Cantalamessa-- por qué quién ha sido alcanzado en el corazón por este carisma, está llamado a dar testimonio de humildad, de libertad interior de una elección más fuerte que las tentaciones; está llamado a dar testimonio de alegría y de belleza de una vocación que simboliza en el mundo la luz de la resurrección más que la pesadumbre de la cruz, el aspecto del don más que el esfuerzo de la renuncia".

"La cosa más hermosa que podemos hacer al final de estas reflexiones sobre el celibato y la virginidad por el Reino --finalizó diciendo el predicador pontificio-- es renovar nuestro "aquí estoy" y nuestro "sí". No con aceptación resignada, sino como el "deseo" y la "impaciencia" de María en la Anunciación".

 

BENDICIÓN URBI ET ORBI DESDE EL ATRIO DE LA BASÍLICA DE SAN PEDRO

El director de la oficina de prensa de la Santa Sede informó el sábado por la mañana de que este año Juan Pablo II impartirá su tradicional bendición de Navidad Urbi et Orbi desde el atrio de la Basílica de San Pedro y no desde el balcón central. El cambio se debe a los trabajos de restauración que se están realizando en el interior de la fachada de la misma Basílica.

 

ILUMINACIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD EN LA PLAZA DE SAN PEDRO

El martes por la tarde tuvo lugar en la Plaza de san Pedro la inauguración del Árbol de Navidad que este año ha sido donado al Papa por Croacia. Estuvieron presentes en la inauguración el presidente croato, Stjepan Mesic, el cardenal Casimir Szoka, Presidente del Gobernatorato de la Ciudad del Vaticano, el arzobispo de Zagreb y presidente de la Conferencia Episcopal croata, Mons. Josip Bozanic, el arzobispo de Rijeka/Fiume, región donde se encuentra el parque nacional donde el árbol ha crecido, y unos 750 fieles de Rijeka, Spalato, Zagabria y Dubrovnik. El Abeto tiene 28 metros de altura y está decorado con dulces tradicionales de Croacia.

 

ACUERDO ENTRE LA SANTA SEDE Y EL ESTADO LIBRE DE TURINGIA

El lunes tuvo lugar el intercambio de Instrumentos de Ratificación del Acuerdo entre la Santa Sede y el Estado Libre de Turingia, para incorporar la Facultad Teológica de Erfurt en la Universidad estatal de la misma ciudad. El acto se celebró en Berlín, en la sede Nunciatura Apostólica y estuvo a cargo del Nuncio Apostólico en Alemania, Mons. Giovanni Lajolo, y del Ministro - Presidente del Estado Libre de Turingia, Bernhard Vogel.

 

LA PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA ES UN DERECHO

"La peregrinación a Tierra Santa es un derecho: las partes implicadas en el conflicto se han empeñado internacionalmente a favorecer el acceso a los Santos Lugares". Este es el núcleo central del Mensaje de navidad hecho público por el Nuncio Apostólico en Israel y Delegado Apostólico de Jerusalén y Palestina Mons. Pietro Sambi.

El mensaje que consta de tres apartados comienza subrayando el descubrimiento del rostro de Dios y del sentido cristiano de la vida, que se realiza a través de la peregrinación para buscar las huellas de Dios en Tierra Santa, siguiendo los pasos de Abraham.

En las raíces de la Iglesia. En el segundo apartado Mons. Sambi insiste en la importancia de reencontrar el espíritu de la primera comunidad cristiana peregrinando a los lugares de la fe, donde el peregrino descubre además de la forma en que vivió la comunidad cristina de hace 2 mil años, el modo de ser cristiano hoy, en familia, en la comunidad, en el trabajo, en la sociedad.

Finalmente Mons. Sambi reitera que la peregrinación a Tierra Santa es un derecho y un deber. En estos momentos las necesidades de los cristianos en Tierra Santa son ingentes. Pero lo que más les falta es la presencia, el impulso y la fraternidad de los peregrinos. El mundo cristiano tiene que reclamar a alta voz el derecho de poder realizar la peregrinación a los Santos Lugares, a las raíces de la fe y de la Iglesia, con toda seguridad. La peregrinación es una semilla de paz y una presencia de distensión.

 

SOLIDARIDAD CON LOS OBISPOS DE VENEZUELA

El presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, envió un mensaje de solidaridad a los obispos de Venezuela uniéndose a la llamada que han hecho en esta particular situación del país para "evitar la destrucción y construir la reconciliación". Deseo vivamente, afirma Mons. Renato Martino, "que el gobierno y pueblo venezolanos, dirijan la mirada y el corazón a Jesucristo, el Príncipe de la Paz, para que puedan promover la reconciliación y proteger la unidad de Venezuela. Que no olviden que la paz requiere de condiciones irrenunciables: la verdad, la justicia, el amor y la libertad y, que el problema de la paz, rectamente entendida, no puede prescindir de cuestiones relacionadas con los principios morales, es decir, la cuestión de la paz no puede separarse del respeto de la dignidad y de los derechos humanos, en primer lugar, el derecho a la vida (cf. MJMP 2003)".

 

FRACASA ACUERDO PARA QUE PAÍSES POBRES COMPREN MEDICINAS MÁS BARATAS

El viernes concluyó la actividad general de la Organización Mundial del Comercio, sin llegar a un acuerdo sobre un sistema multilateral para favorecer la adquisición a precio reducido, por parte de los países pobres, de las medicinas salvavida contra las enfermedades contagiosas. A un año de la Conferencia de Doha, en Qatar, donde se concedió a los países menos desarrollados la posibilidad de importar medicamentos a bajo costo, el acuerdo ha fracasado por la fuerte oposición de los Estados Unidos, que sólo están dispuestos a ceder solamente en el caso de las medicinas necesarias para combatir enfermedades como la malaria, el SIDA y la tuberculosis.

Al pesar expresado por los estados de la Organización Mundial del Comercio, se añade la preocupación de la Santa Sede. El Arzobispo Diarmuid Martín, Observador Permanente Vaticano ante esta Organización y ante la ONU en Ginebra, puso de relieve el problema de la lentitud de estas negociaciones, en detrimento de la emergencia sanitaria de numerosas naciones pobres que necesitarían, sin embargo, decisiones rápidas e intervenciones decididas.

 

ACTOS EN RECUERDO DEL CARDENAL VAN THUAN

La heroica figura del recientemente fallecido Cardenal Van Thuan será recordada cien días después de su desaparición en dos ceremonias que se celebrarán en Sydney Australia, el 23 de diciembre y en Windsor, Canadá el día 27. Para esta ocasión, su sucesor en la presidencia del Consejo Pontificio "Justicia y Paz", el arzobispo Renato Martino ha enviado un mensaje a las dos hermanas del difunto Cardenal para que se lea en estas conmemoraciones.

En su carta, Mons. Martino subraya una de las principales características del Cardenal Van Thuan, ser un "hombre de paz", que respondió siempre con amor a toda violencia contra su persona. Lo testifican los mismos carceleros, que se convirtieron en sus amigos durante sus trece años de reclusión y aislamiento en las prisiones vietnamitas. También se distinguió el desaparecido Cardenal, continúa afirmando Mons. Martino por la virtud de la esperanza, que le levó siempre a tener fe en los hombres, como ha manifestado Juan Pablo II, "ya que el futuro está abierto y Dios camina por nuestros senderos", que de este modo se hacen "caminos de esperanza".

 

NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS

DIÓCESIS DE OTUKPO (NIGERIA)
El Pontífice ha nombrado obispo de la diócesis al reverendo Michael APOCHI, del clero de la misma diócesis.

REORGANIZACIÓN DE LAS PROVINCIAS ECLESIÁSTICAS DE FRANCIA
Juan Pablo II, acogiendo la solicitud del episcopado francés ha dispuesto la siguiente reorganización de las provincias eclesiásticas de Francia:

A) Ha erigido las provincias eclesiásticas de:

- Marsella, hasta ahora archidiócesis inmediatamente sujeta a la Santa Sede:

  • se eleva a Iglesia metropolitana la homónima sede;
  • se le asignan como sufragáneas las archidiócesis de Aix y de Avignon, hasta ahora sedes metropolitanas, y las diócesis de Ajaccio, Digne, Fréjus-Toulon, Gap, Nice;
  • el Papa nombra arzobispo metropolitano de Marsella a monseñor Bernard PANAFIEU.

- Clermont:

  • se eleva a Iglesia metropolitana la homónima sede;
  • se le asignan como sufragáneas las diócesis de Le Puy-en-Velay, Moulins, Saint-Flour;
  • el Papa nombra arzobispo metropolitano de Clermont a monseñor Hippolyte SIMON.

- Dijon:

  • se eleva a Iglesia metropolitana la homónima sede;
  • se le asignan como sufragáneas las archidiócesis de Sens, hasta ahora sede metropolitana, las diócesis de Autun, Nevers, y la Prelatura de la "Mission de France" o Pontigny;
  • el Papa nombra arzobispo metropolitano de Dijon a monseñor Michel COLONI.

- Montpellier:

  • se eleva a Iglesia Metropolitana la homónima sede;
  • se le asignan como sufragáneas las diócesis de Carcassonne, Mende, Nîmes, Perpignan-Elne;
  • el Papa ha nombrado arzobispo metropolitano de Montpellier a monseñor Guy THOMAZEAU;

- Poitiers:

  • se eleva a Iglesia metropolitana la homónima sede;
  • se le asignan como sufragáneas las diócesis de Angoulême, La Rochelle, Limoges, Tulle;
  • el Papa nombra arzobispo metropolitano de Poitiers a monseñor Albert ROUET.

B) ha asignado como sufragáneas:

- de la Iglesia metropolitana de Bordeaux, las diócesis de Aire, Agen, Bayonne, Périgueux;

- de la Iglesia metropolitana de Lyon, las diócesis de Annecy, Belley-Ars, Grenoble, Saint-Etienne, Valence, Viviers, y la archidiócesis de Chambéry, Saint-Jean-de-Maurienne y Tarentaise, hasta ahora sede metropolitana;

- de la Iglesia metropolitana de Reims, las diócesis de Amiens, Beauvais, Châlons, Langres, Soissons, Troyes;

- de la Iglesia metropolitana de Rennes, las diócesis de Angers, Laval, Le Mans, Luçon, Nantes, Quimper, Saint-Brieuc, Vannes;

- de la Iglesia metropolitana de Toulouse, las archidiócesis de Albi y de Auch, hasta ahora sedes metropolitanas, y las diócesis de Cahors, Montauban, Pamiers, Rodez, Tarbes y Lourdes;

- de la Iglesia metropolitana de Tours, la archidiócesis de Bourges, hasta ahora sede metropolitana, y las diócesis de Blois, Chartres, Orléans;

C) ha confirmado como sufragáneas:

- de la Iglesia metropolitana de Besançon, las diócesis de Belfort-Montbéliard, Nancy, Saint-Claude, Saint-Dié, Verdun;

- de la Iglesia metropolitana de Cambrai, las diócesis de Arras, Lille;

- de la Iglesia metropolitana de Paris, las diócesis de Créteil, Evry-Corbeil-Essonnes, Meaux, Nanterre, Pontoise, Saint-Denis, Versailles;

- de la Iglesia metropolitana de Rouen, las diócesis de Bayeux, Coutances, Evreux, Le Havre, Sées;

D) ha confirmado como "immediate subiectae Sanctae Sedi":

- la archidiócesis de Estrasburgo y de Metz.

PATRIARCADO DE ALEJANDRÍA DE LOS COPTO-CATÓLICOS
Juan Pablo ha dado su consenso a la elección canónicamente realizada por el Sínodo de los Obispos de la de la Iglesia copta-católica. Reunido en El Cairo el 19 de diciembre, de monseñor Antonios AZIZ MINA, jefe de la oficina de la Congregación para las Iglesias Orientales, como obispo auxiliar del Patriarca de Alejandría de los copto-católicos, elevándole a la sede titular de Mareotes.

CONSEJO PONTIFICIO PARA LA CULTURA
El Santo Padre ha nombrado jefe de la oficina en el Consejo Pontificio al reverendo Melchor SÁNCHEZ DE TOCA Y ALAMEDA, oficial del mismo dicasterio.

CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PASTORAL DE LOS MIGRANTES E ITINERANTES
El Pontífice ha nombrado miembros del Consejo Pontificio a los monseñores:

  • Francesco MONTERISI, arzobispo titular de Alba Marittima, secretario de la Congregación para los obispos;
  • Pier Luigi CELATA, arzobispo titular de Doclea, secretario del Consejo Pontificio para el Diálogo Inter-Religioso;
  • Giampaolo CREPALDI, obispo titular de Bisarcio, secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIÁLOGO INTER-RELIGIOSO
El Papa ha nombrado miembro del Consejo Pontificio a monseñor Kevin MCDONALD, obispo de Northampton (GRAN BRETAÑA).

CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA
Juan Pablo II ha nombrado miembros del comité de presidencia del Consejo Pontificio a los monseñores:

  • Angelo SCOLA, Patriarca de Venecia (ITALIA);
  • George PELL, arzobispo de Sydney (AUSTRALIA);
  • André VINGT-TROIS, arzobispo de Tours (FRANCIA);
  • Anders Arborelius, obispo de Estocolmo (SUECIA).

A los señores:

  • Francisco y Geraldine PADILLA (FILIPINAS);
  • Prof. Michael M. WALDSTEIN y Susie Burnham WALDSTEIN (AUSTRIA)

El Papa ha nombrado consultores del mismo Consejo Pontificio a:

los reverendos:

  • mons. Renzo BONETTI, de la diócesis de Verona (ITALIA);
  • P. David María A. JAEGER, O.F.M., de la Custodia de Tierra Santa;

los señores:

  • Prof. Carl Albert ANDERSON, caballero supremo de los Caballeros de Colón;
  • Prof. Pedro MORANDÉ COURT, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile;
  • Prof. Dina NEROZZI FRAJESE, docente en la Universidad de Tor Vergata, Roma;
  • Dot. Timothy T. O'DONNELL, presidente del "Christendom College" (ESTADOS UNIDOS);
  • Sra. Antonia WILLEMSEN, secretaria de "Ayuda a la Iglesia que sufre" (ALEMANIA).

CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PROMOCIÓN DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Juan Pablo II ha nombrado secretario del Consejo al Padre Brian FARRELL, hasta la fecha Jefe de oficina en la Sección para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, elevándolo al mismo tiempo a la sede episcopal titular de Abitine.

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
El Papa ha nombrado secretario de la Congregación a don Angelo AMATO, profesor ordinario de Teología en la Universidad Pontificia Salesiana, elevándolo al mismo tiempo a la sede titular de Sila, con dignidad de Arzobispo.

CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
El Santo Padre ha nombrado jefe de la oficina en la Congregación a monseñor Francesco Borgia TRÂN VAN KHA, hasta ahora auxiliar de Estudio en el mismo dicasterio.

SECRETARÍA DE ESTADO
Juan Pablo II ha nombrado asesor para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado a monseñor Gabriele GIORDANO CACCIA, hasta ahora consejero de Nunciatura en la misma Secretaría de Estado.

 

COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO

DOMINGO IV DE ADVIENTO (B): 22 de diciembre de 2002
"Aquí está la Esclava del Señor"

El verso del Aleluya que introduce la lectura evangélica de este día: Aquí está la Esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra, nos ofrece la clave de lectura para comprender el Evangelio de este IV Domingo de Adviento a pocos días de la Navidad del Señor.

La concepción y el nacimiento de Jesús -acontecimiento histórico central de la historia de la humanidad, por el que Dios lleva a cumplimiento su designio de salvación- pasa a través de la mediación de la fe de María de Nazaret. Es el primer acto de fe cristiana. Primero no sólo en sentido cronológico, sino cualitativo, ya que la Iglesia de todos los tiempos y lugares, en su peregrinaje terreno, no dejará de contemplar a la Madre de Jesús como al verdadero icono del discípulo.

La promesa hecha a María del nacimiento de un hijo, al que Dios dará el trono de David, su padre, evoca explícitamente el contenido del oráculo realizado por Natán a David, que nos recuerda la 1ª lectura de hoy. Al gran Rey de Israel, ya bendecido por Dios a lo largo de su vida y que proyectaba construir una casa (el templo) para el Señor, le profetiza Natán que será el Señor quien le suscitará una casa real, una descendencia, objeto de amor paterno por parte de Dios y un reino que será a salvo para siempre. Este oráculo profético, fundamento del mesianismo real que había impregnado y sostenido la historia de la esperanza del pueblo de Israel, debía cumplirse porque, como canta el Salmo 88, Dios es la Roca salvadora, su favor se mantiene eternamente; él es fiel a su alianza, y, por ello, a un descendiente de David le deberá dar un linaje perpetuo, un trono para todas las edades.

Pero en el anuncio del Ángel hay mucho más. De la Virgen María, desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David, no nacerá un hijo que a lo largo de su vida será investido de un poder real, que lo convierta en Hijo de Dios como Mesías rey. Al contrario: porque es Hijo del Altísimo, desde el primer momento de su vida recibirá el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Él será Hijo del Altísimo, porque es fruto de la acción creadora del Espíritu Santo que desciende sobre María y actúa en Ella para engendrar al Hijo. Su categoría real no es un título o una función que el Hijo de María adquirirá a lo largo de su vida, sino una cualidad que clarifica y explícita su condición de hijo único de Dios. Se trata de una filiación ligada a una santidad, un estado de su ser totalmente invadido de la potencia del Altísimo y, por ello, capaz de revelar en plenitud la santidad de Dios.

La reacción de María, según no la describe hoy Lucas, es una reacción de fe. El evangelista recoge el dinamismo de la fe de María que pasa de la inicial "turbación", a través de la pregunta de comprensión, al sí pleno y definitivo. La reacción inicial de María ha sido de "turbación" unida al "temor". La invitación al gozo (Alégrate), la alocución (llena de gracia) y la bendición (el Señor está contigo), con que el Ángel Gabriel inicia su diálogo no podían tener otra respuesta comprensible de una joven nazarena prometida como esposa con José. Su turbación proviene de las palabras escuchadas, que le resultaban extrañas e incomprensibles. María se da cuenta que Dios la interpela. Permanece en silencio, pero su corazón y su mente son atravesados por sentimientos y pensamientos enfrentados que le provocan una agitación interior, hasta el punto de tener que calmarla el Ángel: No temas, María. Ella evidencia al Señor su virginidad que hace humanamente imposible la maternidad. Las explicaciones dadas por Gabriel clarifican los planes de Dios y ofrecen un signo de credibilidad en la maternidad de Isabel y Sara. Así da su "Amén" a Dios, que significa la radicalidad de la fe de María y la aceptación total del proyecto de Dios, declarándose "Sierva del Señor" y subordinando toda su vida a Dios. Su fe incondicional en Dios y en la verdad de su Palabra, se realiza en el amor.

Ante la proximidad de la celebración litúrgica del Nacimiento del Señor, la Iglesia nos propone la fe de María como arquetipo de la fe de todos los cristianos. No habría venido al mundo Nuestro Salvador si María no hubiese dado su consentimiento en la fe. También hoy la realización de los planes de Dios sobre nuestra historia pasa a través de nuestra respuesta de fe plena y valerosa en el Señor Nuestro Dios y Nuestra salvación.

 

OBISPOS ESPAÑOLES CONDENAN ASESINATO DEL GUARDIA CIVIL ANTONIO MOLINA

En la tarde de ayer, en las inmediaciones de Collado-Villalba (Madrid), la organización terrorista ETA ha asesinado al guardia civil D. Antonio Molina y provocado heridas a su compañero cuando realizaban labores de control y vigilancia. La actuación de los miembros de la Benemérita ha impedido, aun a costa de la vida de uno de ellos, un nuevo atentado que probablemente hubiera tenido terribles consecuencias.

Los Obispos miembros de la Conferencia Episcopal Española reiteran la condena expresada en tantas ocasiones, tanto del asesinato de D. Antonio Molina como del propósito de hacer estallar los explosivos en las calles de Madrid o de otra ciudad, proclamando una vez más que "el terrorismo es intrínsecamente malo y que, por tanto, no puede ser nunca justificado por ninguna circunstancia ni por ningún resultado" y que "nunca puede existir razón moral alguna para el terrorismo" (Instrucción Pastoral "Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias").

Expresamos nuestro más sentido pésame a la familia de D. Antonio Molina y al Cuerpo de la Guardia Civil del que formaba parte y hacemos votos por el rápido restablecimiento del guardia herido.

A la vez, rogamos a Dios por el eterno descanso de esta nueva víctima del terrorismo y recordamos a las comunidades cristianas la invitación a rogar por la conversión de los corazones como el único camino para la verdadera paz, a acompañar y atender a las víctimas del terrorismo y a mantener la esperanza en la misericordia de Dios, único capaz de tocar el corazón de los hombres infundiéndoles sentimientos de paz.

Madrid, 18 de diciembre de 2002

 

MENSAJE DE NAVIDAD DEL PATRIARCA DE JERUSALÉN DE LOS LATINOS

El Patriarca de Jerusalén de los Latinos, Mons. Michel Sabbah, como cada año con motivo de las solemnidades de la Natividad del Señor, ha enviado un Mensaje a los fieles de Tierra Santa y a todos los hombres de buena voluntad. El mensaje de este año es una imploración a Dios y un acto de adoración ante el misterio de la Encarnación del Verbo Eterno: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". El mensaje de Navidad es justicia, paz y amor. Sin embargo nuestra tierra, se lee en el Mensaje, está llena de odio y de sangre. Para Dios y también para nosotros, el más santo en esta morada y en estos lugares santos es el hombre, hoy humillado, privado de su libertad o de su vida.

Por eso nuestro mensaje de Navidad es también un llamamiento a toda persona de buena voluntad, a la comunidad internacional y a todas nuestras Iglesias extendidas por el mundo para que cada uno se despierte y ayude a dos pueblos de esta tierra a hacer la paz fundada en la justicia, en la igualdad y en la dignidad de cada pueblo. No olvidéis esta tierra y no la abandonéis a su suerte. "Vivir juntos, dirán algunos, ya es imposible. Nosotros decimos: La vida y la paz juntos son una cosa posible. Lo imposible es que se pida por un lado la seguridad y se oprima al otro, que haya un ocupante y un ocupado. Esto es imposible. Pero si hay justicia para el pueblo palestino y para el de Israel, que Israel esté en su Tierra y en su Estado y el palestino en su tierra y en su Estado, esto es posible, y la coexistencia resulta entonces posible.

Seguidamente el Patriarca de Jerusalén de los Latinos recuerda los últimos acontecimientos vividos en Tierra Santa y pide que se rece a Dios para que ponga fin a esta situación con la justicia, la dignidad y el amor para todos. Las dificultades del momento no nos constriñen a anular nuestras fiestas, como algunos podrían pensar. Las humillaciones que nos han sido impuestas no nos despojarán de la alegría de nuestras fiestas y del deber de postrarnos con todos nuestros sufrimientos ante Dios.

A propósito de los puestos de control, dirigimos un llamamiento a las autoridades de Israel para que los eliminen definitivamente de todas las ciudades y pueblos palestinos. Si permanecieran, pedimos a nuestros fieles que los transformen en lugares de oración. Son los lugares de la humillación, del odio y de la muerte. Transformadlos en lugares de oración, haced en ellos encuentros de oración de manera que Dios inspire sentimientos de justicia y de paz a aquellos que ordenan erigirlos.

Navidad es fe, oración y guía en las tinieblas y en las opresiones que vivimos. Los ángeles cantaron: Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz a los hombres de buena voluntad. Esperemos que las buenas voluntades, finaliza su mensaje de Navidad el Patriarca de Jerusalén, sean cada vez más numerosas, para que el anuncio de los ángeles a la humanidad, que salió de nuestra tierra, sea también un mensaje para nosotros y nos transforme en artífices de paz.

 

"HUMANIDAD SIN FRONTERAS. VISITA DEL PAPA AL PARLAMENTO ITALIANO"

El sábado por la tarde, a las cuatro, en la Sala de la Loba del Palacio de Montecitorio, se presentó el volumen: "Humanidad sin fronteras. Visita de Su Santidad Juan Pablo II al Parlamento italiano, 14 de noviembre 2002". Intervinieron el presidente de la Cámara de los Diputados, Pier Ferdinando Casini; el presidente del Senado, Marcelo Pera, el director de la oficina de prensa de la Santa Sede Joaquín Navarro Valls, Giorgio Rumi, profesor ordinario de Historia contemporánea de la Universidad de Milán y el presidente del Grupo Sanpaolo IMI, Rainer Stefano Masera.

 

AMIGOS DE RADIO VATICANO

"Como Nochebuena no puedo dejar de escribir en mi "Diario". ¡Qué feliz me siento! ¡Oh, cuán inmensa es la bondad de Dios! ¡Cuán innobles y poco dignos son algunos de mis actos! Los detesto. Amo a Jesús y a María con toda mi alma. Practicaré la caridad. Seré humilde… Todo se lo pido al divino Niño. También por todos ruego. Voy a Misa del Gallo. ¡Jesús divino, Amor dulcísimo, muera viviendo y viva muriendo enamorada verdaderamente de Vos". Seguramente, queridos Amigos de Radio Vaticano, ya habéis adivinado de quién son estas palabras con las que he querido empezar este encuentro con vosotros, último del año 2002 y previo a las solemnes fiestas de Navidad. Las he encontrado el Diario de Mari Carmen López Manchado, correspondientes al día 24 de diciembre de 1950. De hecho, tanto el año 1949 como el 1951 -el 1952, como sabéis, no llegó a terminarlo en vida- Mari Carmen escribió en su "Diario" con motivo de la Navidad. Lo que escribe está lleno sobre todo del sentimiento de amor y adoración que estimula en un cristiano ferviente la figura de Dios hecho hombre, de Jesús Niño. Se desliza también, a través de las palabras de Mari Carmen, como entre líneas, a veces de manera expresa, su condición de mujer, su instinto materno. Y lo hace por medio de su enorme ternura, de su manifestación de amor hacia el Niño de Belén y hacia los hombres en general. Lo Manifiesta también con su sensibilidad femenina hacia todo lo que ocurre a su alrededor. Una cosa que me ha llamado mucho la atención es el empeño, el interés tan profundo con que se preparaba para ser "madrina" de un niño. Era consciente de la responsabilidad que adquieren los padrinos ante Dios y ante la Iglesia, ante la comunidad cristiana.

Pero -me preguntaréis- ¿por qué has comenzado con un texto del Diario de Mari Carmen?. La razón es muy sencilla. Porque mi deseo es felicitaros las próximas Navidades y quiero hacerlo de una forma original, diversa, dejándome llevar de la inspiración que me viene de los escritos de Mari Carmen. Pero sobre todo estimulándoos a hacer una revisión o un balance del año que está a punto de terminar, el 2002. Y para esto Mari Carmen es una guía estupenda. Ya lo veréis. He encontrado en su Diario que los años 1949, 50 y 51, en el mes de diciembre, hace un balance de sus defectos y virtudes. Intenta ver, con rigor y exigencia suma, si ha mantenido firmemente los propósitos hechos para ese año o no. Hay que tener en cuenta una cosa. En aquella época -me refiero a las décadas de los 40 a los 50, especialmente- la espiritualidad se expresaba de una manera más circunscrita que en etapas sucesivas. Se ponían más en primer plano virtudes como el espíritu de oración, de sacrificio, de humildad, la caridad, la pureza, la rectitud de intención en el obrar, etc. En épocas posteriores se han destacado más otras expresiones de virtudes como puede ser la solidaridad, la lucha por la justicia y los derechos humanos, la entrega operativa por una causa concreta como los niños de la calle, los ancianos, el hambre, la explotación de los niños y de las mujeres, la acogida de los inmigrantes, etc. Como es obvio, no hay contraposición entre ambos comportamientos. Lo que ocurre es que hoy se tiene una visión más completa y puntual de lo que ocurre en el mundo. Se destacan las realidades concretas con su carga de dolor y de miseria, que impulsan a reaccionar; y los espíritus más generosos se lanzan a realizar actividades, inspiradas por un profundo espíritu de fe y de entrega para resolver o, por lo menos paliar en lo posible, esas situaciones de sufrimiento que afligen a tantos hermanos nuestros. Los Medios de Comunicación nos informan en tiempo real de lo que está ocurriendo en el mundo, incluso en los rincones más apartados y escondidos. Lo que hagáis con uno de estos pequeñuelos, decía el Señor, conmigo lo hacéis".

Que no hay contraposición entre estas dos actitudes o formas de manifestación de la espiritualidad, sino que se complementan y completan, nos lo dice la misma Mari Carmen cuando, refiriéndose a los Círculos de Estudio que realizaban, en los que analizaban desde textos bíblicos hasta situaciones comunes de la sociedad en que vivían, afirma -11 de abril de 1951-: "Los actos externos son reflejo ineludible de los actos internos; es decir las obras son el resultado de los pensamientos y deseos. Aplicándolo a mi conducta me viene muy bien, pues si soy brusca con los demás es a causa de mi concepto imperfecto y de mi imperfecta aceptación de la virtud de la caridad". Y es que la caridad cristiana -no la confundamos con la filantropía- es la gran fuente de la que nace nuestro espíritu altruista, nuestra solidaridad, nuestras ganas de luchar por los demás, de hacer todo lo posible por la paz entre los pueblos, y tantas cosas más. Podemos decir, interpretando lo dicho por Mari Carmen, que en el cristiano la fuerza de la fe le lleva a realizar su vida en dos dimensiones fundamentales: la interior y la exterior. Esta segunda es fruto y consecuencia, expresión y manifestación de la primera. Y ambas constituyen de manera inseparable, indivisible, la dimensión religioso-espiritual de la persona, ese principio que anima al cristiano a identificarse cada vez más con su Señor, aquel Niño que nació en Belén, que nos ha traído la Buena Noticia de nuestra salvación.

Termino este encuentro de finales de diciembre, Amigos de Radio Vaticano, proponiendo una vez más la figura de Mari Carmen, nuestra compatrona -junto con la Virgen Nuestra Señora de la Visitación- en esos aspectos más cercanos a nosotros. En esta ocasión voy a centrarme de manera especial en esa faceta de la revisión de vida, algo que deberíamos hacer al menos una vez al año. Y estas fechas son óptimas para ello. Son óptimas también para pedir perdón y para renovar los buenos propósitos. El dicho español: "Año nuevo, vida nueva", calza muy bien en nuestro caso. Pues bien, el día 30 de diciembre de 1950, Mari Carmen dice en su "Diario": "Por esta fecha escribo, aunque la hora avanzada (la una y diez de la madrugada) lo sitúan en la siguiente. No quería dejar de escribir el "Balance". El hecho de decirlo así, con esta sencillez y normalidad nos indica que era algo habitual en ella. A renglón seguido añade: "Es muy práctico hacerlo, aparte lo poético que también pueda resultar. Para mí, que me creo idealista, siempre tiene mucho valor esta fecha. Pero mi idealismo, por la gracia de Dios, es cada vez más puro. Aunque no quiera acordarme, primeramente lo tomaba en un sentido casi pagano. Luego con noble romanticismo. Por fin, en su justo y puro valor". Las fiestas navideñas, en especial las de fin de año se fueron depurando en el alma de Mari Carmen. Llegó a percibir íntimamente que Jesús, Señor del tiempo y del universo, del hombre y de la historia, es, con el Padre y el Espíritu Santo, el centro, la razón y la explicación última de todo. Mari Carmen hace un repaso del año 1950, recordando que era Año Santo, proclamado por Pío XII. Como se sabe, cada 25 años, el Pontífice reinante, proclama un Año Santo. Mari Carmen Se hace tres preguntas a las que ella responde con precisión y claridad, pero que os voy a dejar en su formulación neta y simple para que cada uno responda sinceramente, como lo hizo ella. Son éstas: "¿Cuáles eran mis defectos hace un año? ¿Qué defectos tengo ahora? ¿Qué virtudes he conservado y aumentado?". Os deseo, Amigos de Radio Vaticano, unas Navidades solidarias, activas a favor de los más necesitados, de reflexión sobre vosotros mismos y un Año 2003 lleno de bendiciones del Altísimo y de propósitos buenos y sinceros" Gracias por vuestras felicitaciones, que van llegando en abundancia y llenas de cariño. "¡Felices Pascuas de Navidad!"

 

HEMOS LEÍDO PARA USTEDES. REVISTA DE LIBROS

Desde la perplejidad
Ignacio LARRAÑAGA, El arte de ser feliz, ed. LibrosLibres, Madrid 2002, 139 pág.

Estas líneas están escritas desde la perplejidad, como indica el título del comentario. Y no precisamente porque el libro del P. Ignacio Larrañaga nos haya sometido a un estado de ánimo tan condicionado por la indecisión, en el que no acabas de saber qué pensar. El Diccionario de la Real Academia indica que un sinónimo de "perplejidad" es la "confusión". Pero yo añadiría algo más, que es precisamente lo que inspira este comentario.

Larrañaga, maestro de oración, habla en su libro con sencillez y convicción sobre "orientaciones prácticas para recuperar la paz interior, el sentido de la vida y la alegría de vivir". Y convence, con unas páginas llenas de su capacidad de acompañar al hombre y a la mujer en sus inquietudes, abriendo un camino para que la vida, con todos sus vericuetos imposibles, se convierta en un caminar, si no gozoso, por lo menos, sabiamente soportable.

¿De dónde, pues, la perplejidad? Fácil y difícil de explicar. En el trabajo de lectura para esta sección de RADIO VATICANO he estado inmerso últimamente en dos obras recientes, de indudable éxito lector: Intimidad, de Hanif Kureishi (ANAGRAMA, 6ª ed. 2002), y Plataforma, de Michel Houllebecq (ANAGRAMA, 1 ed. 2002). En las dos se habla de la búsqueda de la felicidad a la que están entregados los hombres y mujeres que las protagonizan. Pero...¡qué felicidad!

Porque Kureishi nos presenta el caso de un hombre, casado con una mujer que le humilla, y somete a la violencia psicológica feroz, con que una mujer puede crispar hasta la exasperación al hombre: desprecios, indiferencias, insultos, esfuerzos por ridiculizarle en sociedad. Una violencia que no es física, pero que le exaspera hasta llevarle a abandonar el hogar, y buscar sus compensaciones en los bajos fondos de una sociedad, a la que se ve abocado por su búsqueda de aislamiento y de paz. Pero, ¿es éste el arte de ser feliz? ¿El abandono, la satisfacción erótica, el sexo, son los que dan la felicidad? Impresionante, triste, digno de compasión, éticamente rechazable...

Plataforma va aún más lejos. Con un argumento endeble, plagado de lugares comunes, el francés Houellebeck nos cuenta la historia de dos solteros solitarios y un marido frustrado, embarcados en la aventura de la promoción del turismo, que al intentar el éxito a través del llamado "turismo sexual" en el lejano oriente, acaban ametrallados por fundamentalistas islámicos, celosos de mantener la integridad de sus costumbres, y a la defensa de las jóvenes explotadas sin ningún escrúpulo por los occidentales,

Dejando aparte sus páginas destructoras del mundo islámico - que la han ocasionado problemas con la justicia ¡francesa! - todo el texto está lleno de escenas de la más burda pornografía. No hablamos desde una fácil - y explicable - postura dictada por un escándalo puritano, sino por la exigencia de la dignidad humana, y un sentido ético que pide comportamientos normales. No se pueden aceptar unos protagonistas aparentemente normales, que se deleitan a niveles de pura animalidad, en nombre de una búsqueda de felicidad que nunca alcanzan, entre nubes de alcohol y estridencias de exotismo erótico barriobajero, aunque se den en carísimos hoteles de superlujo.

Por eso pensamos que el libro de Ignacio Larrañaga contrasta con estos escritos que acabamos de reseñar. Y nos duele pensar que esta invitación de El arte de ser feliz, de Larrañaga, pueda obtener respuestas en las obras de Kureishi o de Houedecq, , con la presentación de biografías de esta calaña, por literarias que se crean. Es doloroso pensar que quizá no es todo ficción, y que quizá todo cabe en nuestra decadente sociedad.