LOS
OBISPOS DE VIETNAM FINALIZAN SU VISITA AD LIMINA
Juan Pablo
II, en su discurso a los Obispos de Vietnam, que finalizaron el martes
su Visita Ad Limina, expresó su anhelo de que "todos los
componentes de la nación se unan con el fin de promover una civilización
del amor, fundada en los valores universales de paz, justicia, solidaridad
y libertad". Como nos recuerda el Concilio Vaticano II - destacó
el Pontífice - "la Iglesia, por razón de su misión
y de su competencia, no se confunde en modo alguno con la comunidad
política ni está ligada a sistema político alguno",
y por tal motivo "la comunidad política y la Iglesia son
independientes y autónomas, cada una en su propio terreno".
Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al
servicio de la vocación personal y social del hombre. Servicio
que podrán realizar con mayor eficacia, para bien de todos, cuanto
más sana y mejor sea la cooperación entre ellas".
(Gaudium et spes, n.76)
Haciendo
hincapié en que en nombre de esta "sana cooperación",
la Iglesia invita a todos sus miembros a comprometerse lealmente en
favor del crecimiento de todos y de la construcción de una sociedad
justa, solidaria y equitativa, el Papa, con las palabras de la Constitución
Conciliar sobre la Iglesia en el Mundo Actual, recordó que la
Iglesia "no sólo comunica la vida divina al hombre, sino
que además difunde su luz", y cree que de esta manera, "por
medio de sus hijos y de su entera comunidad, puede ofrecer gran ayuda
para dar un sentido más humano al hombre y a su historia".
(Ibid., n.40).
Y para
alcanzar esta "sana cooperación", señaló
Juan Pablo II "la Iglesia espera de la comunidad política
el respeto total de su independencia y de su autonomía".
En este contexto, el Santo Padre destacó que "el bien precioso
de la libertad religiosa - que se contempla en el Concilio Vaticano
II y en las Declaraciones y Convenciones Internacionales - se dirige
tanto a los individuos como a las comunidades religiosas".
La libertad
religiosa garantiza a las personas el derecho a profesar y practicar
sin constricciones su religión; recibir una educación
que se inspira en los principios de su fe; seguir su vocación
religiosa; y cumplir actos privados y públicos, que manifiestan
la relación interior que les une a Dios y a los hermanos - reiteró
el Santo Padre, señalando luego qué es lo que asegura
la libertad religiosa a las comunidades.
Es decir,
los derechos fundamentales de las comunidades religiosas de regirse
por sus propias normas; celebrar sin restricciones el culto público;
enseñar públicamente su propia fe oralmente y por escrito;
sostener a sus miembros en la práctica de la vida religiosa;
elegir, educar, nombrar y trasladar a sus propios ministros; manifestar
la fuerza singular de su doctrina social; promover iniciativas en los
campos educativo, cultural, caritativo y social.
Expresando
su alegría por haber podido recibir a todos los miembros de la
Conferencia Episcopal de Vietnam, el Santo Padre manifestó su
satisfacción también por la vitalidad y valentía
de los laicos en las diócesis vietnamitas, impulsando a los prelados
a promover su formación para que sean "testimonios de Cristo
en la vida social, política y económica". Asimismo
destacó luego, la importante misión los sacerdotes, que
"anuncian con valentía el Evangelio de Cristo" en este
país asiático".
Y, recordando
que para ello los sacerdotes deben recibir una "formación
espiritual e intelectual adecuada a los desafíos misioneros que
deben afrontar", el Papa puso de relieve también el apostolado
de las personas de vida consagrada, a quienes exhortó a perseverar
en su compromiso misionero en Vietnam, esmerándose con un fervor
renovado en anunciar a Cristo y en el servicio a todos los hombres,
con el ejemplo del valiente testimonio que a lo largo de los siglos
han otorgado los Institutos de vida consagrada.
AUDIENCIA
GENERAL
"El
lamento de los que sufren no acaba nunca en desesperación: está
abierto siempre a la esperanza, fundado en la certeza de que el Señor
no abandona nunca a sus hijos". Esta era la afirmación de
Juan Pablo II durante la Catequesis del miércoles en la Audiencia
General.
En el Antiguo
Testamento no sólo existe el Salterio como libro oficial de Oración
del Pueblo de Dios. Otras páginas bíblicas están
consteladas de cánticos, himnos, salmos, súplicas, oraciones
e invocaciones dirigidas al Señor. Entre ellas está la
súplica al "Señor Dios del Universo" contenida
en el Libro de Ben Sirá, un sabio que recogió sus reflexiones,
consejos y cánticos probablemente en torno al año 190-180
antes de Cristo. Su nieto 50 años más tarde lo tradujo
al griego.
El libro
de Ben Sirá es llamado Eclesiástico en la tradición
cristiana. Los judíos no lo consideraban canónico. De
ahí que, junto a otros, acabara caracterizando la llamada "veritas
christiana", de tal modo que los valores propuestos por esta obra
sapiencial entraron en la educación cristiana de la edad patrística,
sobre todo en el ámbito monástico. Juan Pablo II durante
la Audiencia General del miércoles dedicó su catequesis
a comentar precisamente el capítulo 36 del Eclesiástico,
dedicado a la "Oración por Israel": "Oración
por el Pueblo santo de Dios".
La primera
parte de esta oración, dijo el Papa, es una llamada ardiente,
una imploración al Señor para que intervenga en favor
de su pueblo y contra las naciones extranjeras que lo oprimen. La segunda
parte del himno abre, en cambio, una perspectiva más positiva
y pide los favores de Dios para Israel, implorando la piedad del Señor
para el pueblo elegido y para la ciudad santa de Jerusalén.
En la Biblia
-afirmó el Papa- el lamento de los que sufren no acaba nunca
en desesperación. Sino que está abierto siempre a la esperanza.
Su fundamento es la certeza de que el Señor no abandona a sus
hijos. Desde la eternidad, Dios tiene un proyecto de amor y de salvación
destinado a todas las criaturas llamadas a convertirse en su pueblo.
Designio eterno, como dice san Pablo, "revelado por Dios a sus
santos apóstoles y profetas por medio del Espíritu y realizado
en Cristo Jesús Nuestro Señor.
RESUMEN
DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL
Queridos
hermanos y hermanas:
La oración que acabamos de proclamar, es una súplica al
Señor para que tenga piedad de su pueblo e intervenga contra
sus enemigos. Dios, que está siempre de parte de las víctimas,
se presenta como juez severo de los violentos y los opresores. Pero
su intervención no tiende a la destrucción. Mostrando
su poder y su fidelidad en el amor, puede generar la conversión
en la conciencia del malvado.
En la
Biblia, los lamentos de los que sufren no acaban nunca en la desesperación,
sino que están siempre abiertos a la esperanza, fundados en la
certeza de que el Señor nunca abandona a sus hijos. Desde la
eternidad Dios tiene un proyecto de amor y salvación para todas
las criaturas, llamadas a ser su pueblo. Este designio lo ha realizado
en Jesucristo Nuestro Señor.
Doy mi
cordial bienvenida a todos los peregrinos venidos de España y
de América Latina, de modo particular a los grupos de las parroquias
de San Juan y San Pablo de Murcia. Que la lectura y meditación
de este Cántico renueve en cada uno de vosotros la certeza de
que el Señor nunca abandona a sus hijos. ¡Que Dios os bendiga!
************
Y al final
de su alocución en distintas lenguas, el Papa recordó
que al día siguiente viajaría a Asís para vivir
una jornada dedicada a la oración por la Paz en el mundo, junto
a exponentes de Iglesias y Comunidades eclesiales y representantes de
otras religiones.
"Se
tratará de una peregrinación de esperanza siguiendo las
huellas de san Francisco, profeta y testigo de paz. Confío que
esta iniciativa además de los efectos espirituales que escapan
a la medidas humanas, pueda contribuir a aumentar los ánimos
y las decisiones hacia sinceros y valientes propósitos de justicia
y de perdón. Si es así, habremos contribuido a consolidar
las bases de una paz auténtica y duradera".
"LA
FAMILIA, ATALAYA PARA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD"
Juan Pablo
II recordó la importancia de la familia y exhortó a reaccionar
"con firmeza ante las graves presiones culturales que ofenden y
relativizan el matrimonio", en su discurso a un grupo de peregrinos
de la diócesis italiana de Oria.
"Cuando
crece la tensión a la santidad, se supera todo cansancio y desaliento,
se robustece la 'imaginación de la caridad' y madura la atención
hacia aquellos que están afligidos por antiguas y nuevas pobrezas".
Lo recordaba el sábado Juan Pablo II, haciendo hincapié
en que "el cristiano comprometido percibe la necesidad de afrontar
con valentía y competencia los graves problemas sociales y culturales
del momento presente y está listo para aceptar los desafíos
que presenta el ambiente en el que vive, ofreciendo su contribución
personal para aumentar la calidad de la convivencia civil".
Una vez
más, el Papa puso de relieve la "singular atención"
que merece la "familia, célula primaria de la sociedad y
atalaya para el futuro de la humanidad", hizo un llamamiento para
que se reaccione "con firmeza ante algunas graves presiones culturales
que ofenden y relativizan el matrimonio". Al recibir a unos tres
mil peregrinos de la diócesis italiana de Oria, el Santo Padre
recordó que las familias cristianas son fácilmente cuna
de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
El Pontífice,
refiriéndose a la peregrinación de estos fieles para ver
al Sucesor de Pedro, y, de este modo, prepararse a la Visita Pastoral
que cumplirá su Obispo a esta Diócesis de Oria - sur de
Italia -, destacó la importancia, precisamente, de las Visitas
Pastorales. Recordando que comenzaron con el Concilio de Trento, y que,
como afirmaba el Siervo de Dios Pablo VI, constituyen "una búsqueda
de las almas necesitadas de saberse amadas y guiadas; y una búsqueda
de la Iglesia, para que sea verdadera Iglesia".
El Papa,
invitando a contemplar a Cristo y a perseverar en la fidelidad evangélica,
evocó la figura del beato Bartolo Longo, hijo de esta región
italiana de Brindis, tan devoto de la Madre de Dios, a la que dedicó
el Santuario de Pompeya. Y, reiterando su exhortación al impulso
misionero, Juan Pablo II expresó el anhelo de que toda comunidad
parroquial sea "lugar privilegiado de escucha y anuncio de la Palabra;
casa de oración reunida entorno a la Eucaristía; verdadera
escuela de comunión, en la cual el ardor de la caridad venza
la tentación de caer en una religiosidad superficial y de folclore,
y constituya un ambiente adecuado a educar a los fieles en aquella medida
alta de la vida cristiana ordinaria que es la santidad". De este
modo - recomendó el Pontífice - "los creyentes no
se contentarán con una existencia vivida en la mediocridad y
la ética minimalista, sino que, más bien, asumirán
mayor conciencia sobre lo que significan los compromisos del Bautismo".
ÁNGELUS:
"QUE CADA RELIGIÓN EXTIENDA EN LA TIERRA JUSTICIA Y PAZ,
PERDON, VIDA Y AMOR"
Juan
Pablo II, en sus palabras antes del rezo del Ángelus, destacó
la vibrante emoción vivida el pasado jueves en Asís, en
la Jornada de oración por la paz, y el solemne llamamiento en
contra de las armas y de la violencia: "¡Nunca más
la guerra! ¡Nunca más el terrorismo! En nombre de Dios,
que toda religión extienda sobre la tierra justicia y paz, perdón,
vida y amor! Éste es el solemne llamamiento que, junto con los
responsables de varias religiones, he dirigido a los hombres de nuestro
tiempo, rechazando con firmeza la tentación de resolver los graves
problemas de la humanidad por medio de las armas y de la violencia.
De este modo, hemos colocado otra piedra miliar en el camino de construcción
de la civilización de la paz y del amor".
Una vez
más, el Papa expresó su gratitud a los líderes
religiosos que han respondido a su invitación. Tras hacer hincapié
en que todos juntos en Asís "hemos reiterado que el deber
de las religiones, en el respeto mutuo, es el de favorecer la pacífica
convivencia entre los pueblos y las culturas", el Santo Padre extendió
su agradecimiento también al "pueblo de los creyentes, a
las innumerables personas de todo el mundo, que nos han acompañado
sosteniéndonos espiritualmente; así como a cuántos,
aun apartados de la religión, han compartido el 'espíritu'
de esta singular Jornada y están listos a comprometerse en favor
de la defensa y promoción de los auténticos valores humanos".
El Pontífice
mencionó en especial a los jóvenes que, con su entusiasmo
tan característico han animado la ciudad de San Francisco. Y,
recordando que "las nuevas generaciones" tienen confiado el
futuro del mundo, Juan Pablo II se dirigió a los numerosos chicos
de la Acción Católica de Roma que han acudido este domingo
a rezar la oración mariana con el Papa - que es su Obispo - encabezados
por el Cardenal Vicario, Camillo Ruini. Dos de estos niños, que
estaban a su lado, soltaron luego dos palomas, símbolo de paz.
Gesto que el Santo Padre destacó con estas palabras: "Es
un gesto significativo, dedicado a los numerosos niños que, lamentablemente,
son víctimas aún de guerras y de graves injusticias. Que
el empeño de todos pueda garantizar el respeto de los derechos
fundamentales de todo ser humano que nace en la faz de la Tierra".
Y entre
los derechos humanos que hay que defender y promover, Juan Pablo II
puso de relieve, una vez más, el de la asistencia sanitaria.
Recordando que, en muchas partes de nuestro planeta, siguen difundiéndose
todavía enfermedades que se han dado por derrotadas. Como por
ejemplo la enfermedad de Hansen, conocida como lepra.
En este
contexto, el Papa señaló que el domingo se celebraba la
Jornada Mundial de los enfermos de lepra. Jornada - afirmó -
que contribuye a mantener la atención de la opinión pública
hacia estos enfermos, alentando los esfuerzos para erradicarla por completo.
A la Virgen
Santa, Juan Pablo II le pidió que consuele a los hermanos enfermos.
Invitando a rezar a la Madre de Dios para que haga brotar las semillas
de esperanza que en estos días se han derramado en el corazón
de tantas personas. Con el anhelo de que María nos ayude a construir
una paz auténtica y duradera.
Después
del Ángelus y del recuerdo por los fieles difuntos, Juan Pablo
II se refirió al Nacimiento instalado en el centro de la Plaza
de San Pedro, señalando que nos ayuda a recordar que Dios se
hizo hombre, para permanecer siempre con nosotros. Y que "su amor
es nuestra esperanza".
MENSAJE
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES
El Papa
exhorta a toda la Iglesia a entrar en Internet, de modo que el gran
compromiso del Evangelio muestre al mundo "la gloria de Dios"
El martes
se hacía público el Mensaje del Santo Padre para la XXXVI
Jornada Mundial para las Comunicaciones Sociales que tendrá lugar
el próximo 12 de mayo y que este año lleva por tema: "Internet:
un nuevo foro para la proclamación del Evangelio. Internet es
ciertamente un nuevo "foro", escribe el Papa, entendido en
el antiguo sentido romano de lugar público donde se trataba de
política y negocios, se cumplían los deberes religiosos,
se desarrollaba gran parte de la vida social de la ciudad.
Esto mismo
sucede con el ciberespacio, que es una nueva frontera que se abre al
inicio de este nuevo milenio. Para la Iglesia, el nuevo mundo del ciberespacio
es una llamada a la gran aventura de usar su potencial para proclamar
el mensaje evangélico. Este desafío, señala el
Santo Padre, está en el centro de lo que significa, al comienzo
del milenio, seguir el mandato del Señor de "remar mar adentro".
La Iglesia
afronta este nuevo medio con realismo y confianza. Y como otros medios
de comunicación, se trata de un medio, no de un fin en sí
mismo. Internet puede ofrecer magníficas oportunidades para la
evangelización si se usa con competencia, señala el Papa.
Al proporcionar información y suscitar interés, hace posible
un encuentro inicial con el mensaje cristiano, especialmente entre los
jóvenes, que se dirigen al mundo del ciberespacio como una ventana
abierta al mundo. Por esta razón, es importante que las comunidades
cristianas piensen en medios muy prácticos de ayudar a los que
se ponen en contacto por primera vez a través de Internet, para
pasar del mundo virtual del ciberespacio al mundo real de la comunidad
cristiana.
En una
cultura que carece de bases firmes, la vida cristiana requiere una instrucción
y una catequesis continuas, y esta es tal vez el área en que
Internet puede brindar una excelente ayuda. Ya existen en la red innumerables
fuentes de información, documentación y educación
sobre la Iglesia, es evidente -subraya Juan Pablo II- que aunque Internet
no puede suplir nunca la profunda experiencia de Dios, que sólo
puede brindar la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia,
sí puede proporcionar un suplemento y un apoyo únicos
para preparar el encuentro con Cristo en la comunidad.
Sin embargo,
en una cultura que se alimenta de lo efímero puede existir fácilmente
el riesgo de considerar que lo que importa son los datos, más
que los valores. Internet ofrece amplios conocimientos, pero no enseña
valores; y cuando se descuidan los valores, advierte Juan Pablo II,
se degrada nuestra misma humanidad, y el hombre con facilidad pierde
de vista su dignidad trascendente. Las autoridades públicas tienen
la responsabilidad de garantizar que este maravilloso instrumento contribuya
al bien común y no se convierta en una fuente de daño.
El hecho
de que a través de Internet la gente multiplique sus contactos
de modos hasta ahora impensables, abre maravillosas posibilidades de
difundir el Evangelio. Pero también es verdad que las relaciones
establecidas mediante la electrónica jamás pueden tomar
el lugar de los contactos humanos directos, necesarios para una auténtica
evangelización ¿Cómo guía la Iglesia, desde
el tipo de contacto que permite Internet, a la comunicación más
profunda que exige el anuncio cristiano? ¿Cómo entablamos
el primer contacto y el intercambio de información que permite
Internet?, se pregunta el Santo Padre.
No cabe
duda de que la revolución electrónica entraña la
promesa de grandes y positivos avances con vistas al desarrollo mundial;
pero existe también la posibilidad de que agrave efectivamente
las desigualdades existentes. Es importante asegurar que la revolución
de la información y las comunicaciones, que tiene en Internet
su primer motor, promueva la globalización del desarrollo y de
la solidaridad del hombre, objetivos vinculados íntimamente con
la misión evangelizadora de la Iglesia.
Por último,
el Papa cree que en estos tiempos tan agitados, este magnífico
instrumento, concebido primero en el ámbito de operaciones militares
puede contribuir a la causa de la paz y fomentar la cultura del diálogo,
de la participación, de la solidaridad y de la reconciliación,
sin la cual la paz no puede florecer. Internet se convertirá
en un espacio auténticamente humano cuando en esta galaxia de
imágenes y sonidos, se vea el rostro de Cristo, se oiga su voz
y el mundo conozca la buena nueva de nuestra redención.
Esta es
la finalidad de la evangelización, puesto que si no hay lugar
para Cristo, tampoco hay lugar para el hombre. Por tanto, en esta Jornada
mundial de las comunicaciones, el Papa exhorta a toda la Iglesia a cruzar
intrépidamente este nuevo umbral, para entrar en lo más
profundo de la red, de modo que ahora, como en el pasado, el gran compromiso
del Evangelio y la cultura muestre al mundo "la gloria de Dios
que está en la faz de Cristo".
DOLOR
DEL PAPA POR LAS VÍCTIMAS DE LA ERUPCIÓN DE UN VOLCÁN
EN CONGO
El Papa,
a través del cardenal secretario de estado, Angelo Sodano, envió
un telegrama de pésame al obispo de Goma, por la intensa y devastadora
erupción del volcán Nyiregongo. El Santo Padre manifestó
su hondo pesar por esta tragedia en la República Democrática
del Congo y expresó su "dolor por las víctimas de
esta catástrofe natural y reza para que todos los damnificados
que sufren este terrible drama encuentren, con la ayuda de la comunidad
internacional y la solidaridad generosa de todos, la asistencia y la
confortación necesarias".
TELEGRAMA
DE PÉSAME POR LA MUERTE DEL RECTOR MAYOR DE LOS SALESIANOS
El Papa
ha manifestado su pesar, por la reciente muerte del Rector Mayor de
los Salesianos, Don Juan Edmundo Vecchi. En un telegrama dirigido al
vicario general de la Sociedad Salesania de San Juan Bosco, el Papa
se une al dolor de toda la Familia religiosa y resalta la figura de
este comprometido ministro del Evangelio, su íntegra fidelidad
a Cristo y a la Iglesia, unida al generoso espíritu de servicio.
NOMBRAMIENTOS
Y RENUNCIAS
DIÓCESIS
DE SÃO GABRIEL DA CACHOEIRA (BRASIL)
Juan Pablo II ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis
presentada por monseñor Walter Ivan DE AZEVEDO, S.D.B. El Papa
ha nombrado en su lugar al reverendo Don José SONG SUI-WAN, S.D.B.,
hasta ahora director del Oratorio Salesiano "São Luiz"
en la diócesis de Limeira.
DIÓCESIS
DE SAVONA-NOLI (ITALIA)
El Santo Padre ha nombrado obispo de Savona-Noli (ITALIA) a monseñor
Domenico CALCAGNO, del clero de la archidiócesis de Génova,
hasta ahora ecónomo de la Conferencia Episcopal Italiana.
EXARCADO
PATRIARCAL DE JERUSALÉN Y AMMAN
El Santo Padre ha dado su consentimiento a la elección de dignidad
episcopal canónicamente realizada por Sínodo de los Obispos
de la Iglesia armenia católica, reunido en Roma el 15 de octubre
del año pasado, del arcipreste Kévork KHAZOUMIAN a Exarca
patriarcal de Jerusalén y Amman.
VICARIATO
APOSTÓLICO DE BAQUIO (FILIPINAS)
Juan Pablo II ha nombrado Vicario Apostólico a monseñor
Carlito J. CENZON, obispo titular de Scebaziana, hasta ahora vicario
apostólico de Tabuk.
ASIS:
JORNADA DE ORACIÓN POR LA PAZ EN EL MUNDO
TESTIMONIOS
DE LOS LÍDERES RELIGIOSOS Y DISCURSO DEL PAPA
La
ciudad italiana de Asís ofreció una emotiva acogida al
Santo Padre y a los representantes religiosos, que con un poco de retraso
sobre el horario previsto llegaron a la estación de Santa María
de los Ángeles. Banderas con los colores del arco iris y la palabra
paz ondeaban en las manos de los miles de personas que se agolpaban
tanto en la estación como en las calles aledañas, a pesar
de ser una jornada muy desapacible, ventosa, amenazando lluvia y bastante
fría. Con el Papa viajaron en el mismo tren desde Roma todos
los miembros de las delegaciones de las religiones presentes en esta
Jornada de oración por la paz en el mundo. Juan Pablo II fue
recibido por el Primer Ministro italiano Silvio Berlusconi y algunos
miembros de su gobierno, además del Obispo de la Diócesis
de Asís, Mons. Sergio Goretti. Las campanas de Santa María
de los Ángeles acompañaron con su tañido a los
vítores de la muchedumbre que se agolpaba a los lados de la carretera
que sube desde la estación de ferrocarril a la plaza inferior
de San Francisco, lugar del encuentro de oración por la Paz.
El Papa
llegó en papamóvil hasta la puerta de la Basílica
inferior, desde donde, a pie, entró en la Plaza. Las campanas
de Asís fueron echadas al vuelo al mismo tiempo que entraba el
Papa en la Plaza y acogía a los huéspedes cristianos y
de otras religiones y a medida que iban entrando para ocupar sus puestos
a la derecha e izquierda del Papa. Música de orquesta acompañaba
a esta ceremonia.
Con una
voz que recordaba tiempos pasados por su fuerza y su entonación,
Juan Pablo II pronunció unas palabras de saludo a los representantes
de las diversas religiones, agradeciendo al mismo tiempo el que hubiesen
adherido a su invitación de intervenir en Asís en este
encuentro de oración por la paz, citando sus nombres o las delegaciones
presentes. Comenzó por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla,
Su Santidad Bartolomé I; el Patriarca de Antioquia, Su Beatitud
Ignacio IV; el Catolicós Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente,
Su Santidad Mar Dinkha IV; al Arzobispo de Tirana, Durres y de toda
Albania, Su Beatitud Anastasio; a los delegados de los Patriarcas de
Alejandría, Jerusalén, Moscú, Serbia, Rumania;
de las Iglesias ortodoxas de Bulgaria, Chipre, Polonia. Las Antiguas
Iglesias de Oriente, como el Patriarcado Siro Ortodoxo de Antioquia,
la Iglesia Ortodoxa Armenia, de Cilicia, Etiopía. Luego saludó
al representante del Arzobispo de Canterbury y a todos los representantes
de las Iglesias y Comunidades eclesiales, federaciones, al Secretario
General del Consejo Ecuménico de las Iglesia, y a los representantes
del Judaísmo mundial que han adherido a esta especial Jornada
de oración por la paz. Luego dio la bienvenida a los exponentes
del Islam, llegados de Albania, Arabia Saudí, Bosnia, Bulgaria,
Egipto, Jerusalén, Jordania, Irán, Irak, Líbano,
Libia, Marruecos, Senegal, Estados Unidos, Sudan, Turquía; a
los representantes del Budismo, del Taoísmo e Hinduismo; los
representantes de las religiones tradicionales africanas, representantes
Sik, del Confucionismo, Zoroastrismo, y Jainismo.
Luego el
Santo Padre dirigió un salido a los Cardenales y Obispos presentes,
en particular al Cardenal Edward Egan, Arzobispo de Nueva York, ciudad
especialmente golpeada por los trágicos eventos del 11 de septiembre.
Saludó también a los representantes de los Episcopados
de aquellas naciones donde se advierta con fuerza la exigencia de la
paz. Entre ellos se encontraba el Obispo español de San Sebastián,
Mons Uriarte.
Juan Pablo
II terminó su saludo recordando la acogida generosa y la familiar
hospitalidad de los Frailes Menores Conventuales de San Francisco. Tras
agradecer la presencia del Presidente del Consejo de Ministros italiano
y de los ministros presentes, así como a las fuerzas de policía
presentes para asegurar la buena marcha de la jornada, el Papa tuvo
unas afectuosas palabras para los jóvenes que seguían
los actos desde la Basílica Superior y los presentes en la misma
Plaza, que habían pasado la noche en oración para que
de este encuentro surjan frutos de paz para el mundo entero.
Respecto
al encuentro de 1986 hay que decir que se han observado algunas diferencias.
Ciertamente la situación la mundial es de crisis como entonces,
tal vez en esta ocasión la situación provocada por los
atentados del 11 de septiembre han agudizado la crisis y la inseguridad
mundial, mientras entonces estaba más circunscrita. Hoy es más
global. Por otro lado la presencia de líderes religiosos fue
más abundante y se dio la grata sorpresa de la presencia de un
delegado del Patriarca de Moscú, y mayor presencia tanto musulmana
como judía. La situación de Oriente Medio lleva al mundo
a reflexionar y a los líderes religiosos a intensificar el diálogo
interreligioso y la oración por la paz.
La Capilla
Sixtina inició la parte de los testimonios con el canto "Non
levabit
": "Un pueblo no levantará nunca más
la espada contra otro pueblo", dando paso a la monición
de introducción hecha por el Cardenal Francisco Javier Nguyen
Van Thuan, que destacó que en este momento histórico la
humanidad tiene necesidad de contemplar gestos de paz, de escuchar palabras
de esperanza. El primer testimonio fue el del Patriarca Ecuménico
de Constantinopla, Bartolomé I, quien hablando en griego y dando
a su intervención una dimensión espiritual afirmó
que "La paz de Dios y la paz en la tierra tienen entre sí
una relación de madre e hija". Un representante de las religiones
tradicionales africanas terminaba, tras un largo testimonio, diciendo:
Que Dios bendiga el Encuentro de Asís y que conceda a nuestro
mundo la paz.
El Rabino
Israel Singer, residente en los Estados Unidos, comenzó con estas
palabras improvisadas de fuerte contenido emotivo: "Sólo
tú, Juan Pablo II, sólo tú podías organizar
un acto de este tipo, sólo tu". Citó muchas veces
el nombre de Juan Pablo II a lo largo de su testimonio. Insistió
con un tono fuerte que la paz no se la debemos dejar a los generales
ni a los políticos. La paz es una cosa muy seria y lo debemos
decir así, convencidos, a nuestras gentes. Por último
Adrea Riccardi afirmó refiriéndose al tema de la "guerra
santa" tan traída y llevada en este tiempo por extremistas
musulmanes, ha afirmado que "los católicos, con todos los
cristianos, con los creyentes de las grandes religiones, hemos comprendido
mejor que sólo la paz es santa, jamás lo es la guerra.
Terminados
los testimonios, Juan Pablo II dirigió su discurso en el que
puso de relieve que las religiones están al servicio de la paz;
deben ser conscientes de que deben construir la paz. Puso una vez más
de relieve lo que ha escrito en el mensaje para la Jornada mundial de
la Paz del 1 de enero, destacando los dos pilares en los que se apoya
la paz son el compromiso por la justicia y la disponibilidad al perdón.
Muy aplaudidas fueron sus palabras de condena de la violencia en nombre
de Dios o de la religión, hablando en concreto de la Asamblea
Interreligiosa en el Vaticano en el mes de octubre de 1999: "En
aquella ocasión fue reconocido que trágicos conflictos
se derivan con frecuencia de la injusta asociación de la religión
con intereses nacionalistas, políticos, económicos o de
otro tipo. Una vez may nosotros juntos reunidos aquí, afirmamos
que quien utiliza la religión para fomentar la violencia contradice
su inspiración más profunda y auténtica. Es un
deber, por lo tanto, que las personas y las comunidades religiosas manifiesten
el más absoluto rechazo de la violencia, de toda violencia, a
partir de aquella que se quiere adornar de religiosidad, haciendo apelo
al nombre sacrosanto de Dios para ofender al hombre".
Juan Pablo
II terminó sus palabras dirigiéndose a los jóvenes
del tercer milenio, jóvenes cristianos, jóvenes de todas
las religiones, para que sean centinelas dóciles y valientes
de la verdadera paz, basada en la justicia y en el perdón, en
la verdad y en la misericordia.
COMPROMISO
DE 68 LÍDERES RELIGIOSOS EN FAVOR DE LA PAZ
"Las
tinieblas no se disipan con las armas; las tinieblas se alejan encendiendo
faros de luz". "Las religiones están al servicio de
la paz". "Nunca más la violencia en nombre de Dios".
Son frases pronunciadas en Asís por el Papa el jueves 24 de enero
durante la Jornada de Oración por la Paz. Sesenta y ocho líderes
religiosos, representando a las principales religiones del mundo se
reunieron ese día en la ciudad de San Francisco para, unidos
por la oración, aunque rezaran los cristianos todos juntos en
la Basílica inferior y las demás religiones en lugares
separados, según sus ritos y tradiciones, contribuir a alejar
las nubes del terrorismo, del odio, de los conflictos armados, nubes
que en estos últimos tiempos han oscurecido particularmente el
horizonte de la humanidad. "Dios ha puesto en el corazón
del hombre un impulso a vivir en paz y armonía".
Este momento
histórico ha sido la prolongación de la Jornada de oración
por la Paz de 1986, cuando la situación en los Balcanes era explosiva.
La finalidad es la misma: Rezar por la paz. De aquel momento se conserva
en la Basílica inferior de San Francisco un panel con una única
palabra: PAZ, escrita con grandes caracteres dorados, en catorce lenguas
diversas, entre ellas el español. Entre aquella ocasión
y ésta hay algunas diferencias fundamentales. Entonces el número
de participantes fue menor que ahora, sobre todo por lo que respecta
a los representantes judíos y musulmanes. Entonces se rezó
por la paz y el cese de la violencia. En esta ocasión se ha añadido
algo tan fundamental: "Nunca más la violencia en nombre
de Dios". Algo que podría parecer tan obvio, sin embargo
ha sido destacado como algo básico por todos los líderes
religiosos, empezando por el Santo Padre."Que las personas y las
religiones, dijo el Papa, manifiesten su rechazo, neto y radical, de
la violencia, de toda violencia, empezando por la que pretende cobijarse
bajo la capa de la religiosidad, recurriendo incluso al nombre de Dios
para ofender y atacar al hombre".
En esta
ocasión se ha añadido otra novedad, que es como un legado
a todos los creyentes, de cualquier fe o religión: el compromiso
de todas las religiones favor de la paz. Las doce personas que leyeron
el compromiso en doce lenguas diferentes más el Papa que lo hizo
en italiano. Cada una de ellas destacaba un punto concreto comenzando
con la frase "Nos comprometemos a
promover la cultura del
diálogo
a educar a las personas en el respeto y estima
recíprocos
a condenar la violencia y la guerra provocadas
en nombre de Dios y de la religión
" etc. Estos compromisos
quedaron materializados simbólicamente como esperanza de paz,
en otras tantas lámparas encendidas que fueron depositadas en
una mesa-candelabro, donde serán renovadas para que mantengan
la luz que ha de iluminar, en la fe, las tinieblas.
El Papa
antes del abrazo con que terminó la ceremonia del "Compromiso
por la paz", dijo con voz potente: "¡Nunca más
la violencia! ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más
el terrorismo! ¡Que en nombre de Dios toda religión extienda
sobra la tierra Justicia y Paz, Perdón y Vida, Amor!"
CRÓNICA
DE LA JORNADA
Los
líderes de las religiones del mundo rezaron junto al Papa contra
las guerras y el terrorismo, durante la Jornada mundial de oración
por la paz convocada el 24 de enero por Juan Pablo II en Asís.
En un mundo,
al inicio del tercer milenio, cada vez más frágil a causa
de la violencia, la guerra y el terrorismo, Juan Pablo II convocó
en Asís a representantes de las religiones más importantes
de la tierra para vivir todos juntos una jornada dedicada a la oración
por la paz en nuestro planeta. El Santo Padre comenzó esta histórica
jornada viajando en tren junto a los líderes religiosos y sus
respectivas delegaciones, desde la ciudad del Vaticano a la ciudad de
Asís.
Una peregrinación
que ya desde el principio quiso tener la forma de un compromiso coral
de todas las religiones contra la violencia y en favor de la concordia
entre los hombres. Se trata de una iniciativa que, como ha dicho el
mismo Pontífice, "además de los efectos espirituales
que escapan a la medida humana, puede contribuir a orientar los ánimos
y las decisiones hacia propósitos sinceros y valientes de justicia
y de perdón.
A la una
y media se volvieron a reunir todos los representantes junto al Papa
para compartir juntos un ágape de hermandad. La Jornada de oración
en Asís finalizó con un compromiso común por la
paz. Durante este último acto, en la plaza inferior de san Francisco,
se leyeron textos en 10 lenguas diferentes. Como gesto simbólico,
el Santo Padre encendió un cirio que se colocó posteriormente
en la basílica. Antes de regresar al Vaticano en tren con todos
los representantes, Juan Pablo II saludó brevemente a las religiosas
en la basílica de Santa Clara y a los frailes menores en la basílica
de Santa María de los Ángeles.
ESPÍRITU
DE LA CUMBRE
"Nunca
más un pueblo se levante con la espada contra otro pueblo. Nunca
más violencia, ni guerras, ni terrorismo". Este fue el espíritu
de la cumbre interreligiosa de oración por la paz en Asís,
querida por el Papa Juan Pablo II para rezar por un mundo que, al inicio
del tercer milenio cristiano, es cada vez más frágil a
causa del odio, los conflictos armados y el terrorismo.
El Pontífice
y los líderes religiosos junto con todos los representantes de
las diferentes delegaciones viajaron con tren a Asís desde el
Vaticano. Una peregrinación y una cumbre que el Papa quiso convocar
en Asís después de los atentados del 11 de septiembre
y de la guerra en Afganistán, pero también para rechazar
la violencia y los conflictos que constelan el planeta desde el continente
africano a Oriente Medio. El Santo Padre se comprometió junto
a los representantes de las principales religiones del planeta en dar
un mismo sentido y destino común a la paz en el mundo.
"Una
vez más nosotros, juntos aquí reunidos, afirmamos que
quien utiliza la religión para fomentar la violencia contradice
su inspiración más auténtica y profunda...Es necesario
que les persones y les comunidades religiosas manifiesten el más
neto y radical rechazo a la violencia...de cualquier violencia, a partir
de aquella que pretende disfrazarse de religiosidad haciendo incluso
apelo al sacrosanto nombre de Dios para ofender al hombre".
Las lámparas
de aceite que encendieron todos los líderes religiosos en signo
de comunión...El fraternal abrazo final entre todos los presentes...
el compromiso común por la paz... el rechazo de la violencia
en nombre de Dios y de la religión...el valor fundamental de
la oración como signo de transformación del corazón
humano...fueron los dones de la esperanza para alcanzar esta anhela
paz en el mundo.
ÁGAPE
FRATERNO EN EL VATICANO
El
jueves después de la Jornada de oración por la paz en
Asís, el Papa invitó a todos los representantes religiosos
a un ágape colectivo en el Vaticano. Nuestro compromiso común
-dijo Juan Pablo II, saludando a sus invitados- es una esperanza para
el mundo".
"Violencia
y religión no podrán nunca caminar juntas (...) y nuestro
compromiso común es la esperanza que podemos ofrecer en este
momento especial. Qué Dios nos conceda ser humildes y eficaces
instrumentos de su paz". Eran las palabras de Juan Pablo II durante
el ágape ofrecido en la sala ducal del Vaticano a los participantes
en el encuentro interreligioso del día anterior en Asís,
agradeciéndoles una vez más su "valentía"
y su "voluntad de trabajar por la paz".
Más
de doscientos representantes de doce religiones entre las más
importantes del mundo volvieron a reafirmar su compromiso en contra
de la violencia y el fanatismo, durante esta comida fraterna que tuvo
lugar en el palacio pontificio. Y si el miércoles fueron los
frailes franciscanos los que ofrecieron un frugal almuerzo, en esta
ocasión fue el mismo Papa quien invitó a sus huéspedes
a comer.
"De
las colinas de Asís hemos llegado a las de Roma. Con gran alegría
os doy la bienvenida a mi casa", dijo el Papa, subrayando que su
"casa está abierta a todos", y que los invitados estaban
"sentados a su mesa no como extranjeros, sino como amigos".
"Ayer estábamos reunidos bajo la protección de san
Francisco; aquí estamos reunidos al amparo del pescador, Pedro.
Asís y Roma, Francisco y Pedro: son lugares y personas distintas,
pero ambos eran portadores del mensaje de paz".
"A
pesar de todas nuestras diferencias -dijo finalmente el Santo Padre-
nosotros estamos sentados en esa mesa, unidos en el compromiso por la
causa de la paz. Un compromiso de sincera religiosidad que es que el
que Dios y el mundo esperan de nosotros. Este compromiso es la esperanza
que podemos ofrecer en este momento especial".
FORO
"LA CONTRIBUCIÓN DE LAS RELIGIONES A LA PAZ"
Los
representantes oficiales de las distintas religiones que participaron
en la Jornada de oración de Asís, se reunieron el miércoles
en el Vaticano para tratar "La contribución de las religiones
a la Paz". El foro, en el que los participantes transmitieron un
breve mensaje, estuvo presidido por el Cardenal Francis Arince, presidente
del Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso.
"EL
DERECHO INTERNACIONAL PARA UNA PAZ POSIBLE"
Mons. Jean
Louis Tauran, Secretario para las Relaciones con los Estados, a su regreso
de la Jornada de Oración por la Paz de Asís, en el curso
de un encuentro sobre "El Derecho Internacional para una paz posible",
organizado por la Acción Católica Italiana, reiteró
los auspicios de la Santa Sede en favor de que se envíen observadores
internacionales a Oriente Medio, ante el deterioro de la dramática
situación.
El Arzobispo
recordó que en Bosnia-Herzegovina, en la antigua Yugoslavia,
durante la crisis libanesa, y en Oriente Medio, la postura de la Santa
Sede es siempre la misma - como señala también el mismo
Pontífice - es decir la de "reiterar que la violencia no
puede resolver los conflictos entre personas o naciones, puesto que
la violencia genera más violencia. Y que los únicos medios
dignos del ser humano para obtener soluciones justas son el diálogo;
la negociación y el respeto del derecho.
LA
CATEDRAL DE TIRANA DEDICADA A SAN PABLO
Desde
el sábado 26 de enero la archidiócesis de Tirana tiene
una catedral propia, dedicada a San Pablo, que fue el fundador de la
comunidad. Un acontecimiento de gran satisfacción para la comunidad
católica, que representa un 10 por ciento de la población.
Un nuevo signo de renacimiento de la Iglesia que, durante la dictadura
comunista de Enver Hoxha, padeció una de las persecuciones más
feroces perpetradas por los regímenes comunistas en Europa occidental.
El solemne
rito de dedicación de la nueva Iglesia fue presidido el sábado
por la mañana por el Cardenal Secretario de Estado de Su Santidad,
Angelo Sodano, nombrado por Juan Pablo II Legado Pontificio para este
acto.
Esta celebración
es el fruto del cambio producido en 1992 de la antigua sede episcopal
de Durazo a Tirana. Los trabajos de construcción del templo se
iniciaron en 1998, bajo la dirección del Arquitecto Gortmund
Winfried Hinz, que ha ofrecido su trabajo gratuitamente. Tanto la construcción
del templo como del arzobispado han recibido una gran ayuda económica
por parte de la Asociación "Ayuda a la Iglesia que sufre",
que en el último decenio ha sostenido diversos proyectos de la
Iglesia albanesa.
El Cardenal
Sodano comenzó su homilía transmitiendo los saludos del
Santo Padre a esta nación que está preparando una nueva
era en la vida de la patria. La nueva Catedral de Tirana, afirmó
el Cardenal, quiere ser símbolo de este nuevo capítulo
de la historia nacional, indicando el deseo de todo creyente de poner
en el centro de la vida individual y social el culto de Dios, nuestro
Creador y Señor.
El templo,
continuó diciendo el Cardenal Sodano, es un lugar privilegiado
para dar el debido culto a Dios y poder recibir de Él luz y fuerza
para nuestro camino. Es la "casa de Dios", pero debe ser también
la casa de los hombres en la que los hijos de un mismo Padre se reconocen
hermanos. En ella se "entra para amar a Dios, de ella se sale para
amar a los hombres", con esta invitación concluyó
su intervención el Secretario de Estado, encomendado las tierras
albanesas a la Madre de Jesús, a la que invocan bajo la advocación
de Madre del Buen Consejo.
INICIATIVAS
CRISTIANAS EN FAVOR DE LA PAZ
Mientras
en el conflicto palestino-israelí crece la violencia y las represalias,
los cristianos de Tierra Santa han multiplicado las iniciativas a favor
de la paz y la unidad. Del 20 al 22 de enero se celebró en Alejandría
(Egipto), una reunión de líderes cristianos, hebreos y
musulmanes, organizada gracias a una iniciativa del arzobispo de Canterbury,
George Carey. Jefes palestinos, israelíes y egipcios se han comprometido
a elaborar y firmar la "Declaración de Alejandría
para la paz en Jerusalén y Tierra Santa".
Los líderes
religiosos estudiaron iniciativas concretas para poner fin a la violencia
y retomar el proceso de paz. Las propuestas serán presentadas
después a los lideres políticos israelíes y palestinos.
Entre los participantes se encontraban mons. Michel Sabbah, Patriarca
Latino de Jerusalén, el obispo anglicano Riyah abu Al-Asal, el
jeque palestino Tala Seder, el rabino hebreo Michael Melchior, el copto
egipcio Sehnouda III, y el mufti de Egipto, Mitwalli Al Tantawi.
Del 21
al 24 de enero se celebró también en Jerusalén
una asamblea de los presidentes de las Conferencias Episcopales de América,
Canadá y Europa con los obispos de Tierra Santa. Más de
45, entre obispos y representantes de los episcopados discutieron sobre
la situación actual, las dificultades de la Iglesia en Tierra
Santa, el proceso de paz y el futuro de los cristianos. La Asamblea
concluyó el 24 de enero en Belén con una Santa Misa en
la Iglesia de Santa Catalina, en sintonía con la Jornada de oración
en Asís.
JORNADA
MUNDIAL DE LOS ENFERMOS DE LEPRA
El domingo
se celebraba la Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra. En este contexto,
la Agencia Fides ha publicado diversos informes, en los que se señala
que "en la época de las manipulaciones genéticas
y clonaciones no se ha vencido todavía la plaga de la lepra,
más aún, hay zonas donde aumenta su difusión. A
esta situación contribuye la superficialidad, el desinterés
de los Estados y de las industrias farmacéuticas, así
como el subdesarrollo.
Con ocasión
de esta cuadragésimo nona Jornada Mundial de los Enfermos de
Lepra, Fides presenta algunos datos generales ofrecidos por la Asociación
Italiana Amigos de Raúl Follereau. Esta Jornada, recordamos,
fue instituida en 1953 por Raúl Follereau, definido el Apóstol
de los Leprosos.
La lepra
o enfermedad de Hansen (del nombre de Gerhard Armauer Hansen, que en
1873 aisló el virus que provoca esta enfermedad) afecta a las
terminaciones nerviosas, con consiguiente atrofia de los músculos
y de la sensibilidad. Si no se cura a tiempo puede ocasionar daños
irreparables. Los afectados por esta enfermedad en todo el mundo son
11 millones, de ellos 750.000 gravemente.
Aunque
desde hace decenios se encontraron los medios para curar la lepra, cada
día se registran 2.000 nuevos casos y, al menos, otros 2.000
pasan inobservados por falta de conocimiento, ignorancia, o temor. Cerca
de 250.000 personas al año reciben el diagnóstico cuando
ya están afectados por incapacidades permanentes. La curación
plena de un enfermo de lepra cuesta cerca de 130 Euros. Pero, desgraciadamente,
los países en los que está más difundida esta enfermedad,
son también los países más pobres, sin recursos
que destinar a este fin.
También
hay que decir - subraya la Agencia Fides - que las grandes industrias
farmacéuticas no tienen interés en invertir dinero para
acelerar el descubrimiento de una vacuna para los más pobres
de la tierra. La mitad de los enfermos de todo el mundo recibe asistencia
sólo de las asociaciones humanitarias. La Iglesia se encuentra
desde siempre en primera fila en la ayuda a los leprosos. En todo el
mundo hay actualmente 875 leproserías dirigidas por católicos.
Según
el Dr. Giovanni Gazzoli, del AIFO: "Uno de los riesgos que debemos
afrontar es la infravaloración de la enfermedad". En mayo
de 2001, la Organización Mundial de Sanidad (OMS) anunciaba que
la lepra en el mundo había descendido a 'niveles bajìsimos'".
Explica Gazzoli: "La OMS considera eliminada la lepra como problema
de salud pública cuando hay menos de un caso por cada 10.000
habitantes. Pero las estadísticas no tienen en cuenta a los enfermos
que deben ser reinsertados en la sociedad o los inhábiles.
Hay que
afrontar la lepra no sólo desde el punto de vista médico,
sino también desde el social". Según estadísticas
oficiales de la OMS, hay 90 países en los que está difundida
aún la lepra, en 25 de ellos es endémica, y , en 19, es
un problema de salud pública. India es el país más
afectado con el 75% de todos los casos de lepra en el mundo, seguida
de Brasil con el 7%. Los países que registran el mayor número
de nuevos casos de lepra son: Madagascar (48,2 por cada 100.000 hab.),
India (46,8), Mozambique (33,6), Nepal (27,8), Brasil (25,4), Guinea
Conakry (26,7) y Myanmar (22,5).
Los leprosarios
católicos en el mundo por continentes están en: Africa
339 (88 solo en Senegal), América Central 13, Antillas 8, América
del Sur 68 (Brasil 37), Asia 361 (India 282), Europa 9, Oceanía
1.
LLAMAMIENTO
DE LOS SALESIANOS ANTE LA TRAGEDIA EN GOMA
Después
de diez años de guerra, de campos de prófugos, rivalidades
políticas, explotación económica, expropiación
de las riquezas del subsuelo y epidemias destructivas, ahora se añade
la catástrofe de la erupción del volcán de Nyiragongo.
Este es resumen que los salesianos han hecho de las calamidades sucedidas
en la República Democrática del Congo en un llamamiento
en el que denuncian que "esta tragedia se está consumando
en Goma ante los ojos de todos". Los habitantes que huyeron de
Goma para escapar a la furia de la lava han regresado poco después
del territorio de Ruanda donde se habían refugiado inicialmente.
Los salesianos
de Don Bosco, que trabajan en el área desde hace más de
20 años han pedido a las organizaciones internacionales y autoridades
locales que las ayudas lleguen donde estén las personas necesitadas;
que se escuche a la población y a los grupos sociales y religiosos
presentes en el territorio a la hora de organizar y distribuir las ayudas;
que las Naciones Unidas hagan los esfuerzos necesarios para conseguir
en la zona una paz estable y duradera.
La erupción
del volcán Nyirangongo, uno de los dos activos de la cadena de
las montañas Virunga, que separan a la República Democrática
del Congo, Uganda y Ruanda, destruyó un tercio de Goma y provocó
el éxodo de más de 300.000 personas, que posteriormente
regresaron a la ciudad y se encuentran desde entonces en situación
de necesidad.
LOS
CHICOS DE ACCIÓN CATÓLICA CELEBRAN SU JORNADA DE LA PAZ
Este domingo,
numerosos chicos de la Acción Católica de Roma han celebrado
su "Jornada de la paz", que ha culminado en la Plaza de San
Pedro, con el Papa, haciendo volar dos palomas - símbolo precisamente
de la paz.
Los chicos
han dirigido un mensaje de gratitud al Santo Padre. Un momento lleno
de ternura, alegría y esperanza, que comprendía una serie
de actos previstos para la mañana del domingo, como la colecta
de donativos para "las víctimas del terrorismo y de las
guerras", respondiendo así al llamamiento del Papa, del
pasado 14 de diciembre, promovido por el Consejo Pontificio Cor Unum.
COMENTARIO
A LA LITURGIA DEL DOMINGO
DOMINGO
III DEL TIEMPO ORDINARIO (A): 27.01.02
"Entonces empezó Jesús a predicar, diciendo: "Convertíos""
Cada domingo nos sale al encuentro la Palabra de Dios, para despertar
nuestra fe y levantarnos a la esperanza de los bienes eternos. Hoy nos
trae el recuerdo luminoso de los comienzos. "Al enterarse Jesús
que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al
lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí..., porque
está cerca el Reino de los cielos"". El evangelista
ve cumplirse, en aquella "Galilea de los gentiles" una antigua
profecía: "El pueblo que habitaba en tinieblas, vio una
luz grande; a los que estaban sentados en paraje de sombras de muerte,
una luz les brilló".
Sería
bueno que, con el recuerdo de este amanecer evangé1ico, reflexionáramos
sobre nosotros mismos, para ver hasta qué punto esa luz penetra
todos los espacios de nuestra alma y hace luminosa nuestra vida. Fundamentalmente
tres son las situaciones posibles frente al Evangelio: la de quienes,
con culpa o sin ella, no lo aceptan; la de los que han aceptado la Palabra:
iniciados en la fe, andan necesitados de instrucción catequética
y deben ejercitarse en las virtudes cristianas; y la de los adultos
que, gracias a su entrega, pueden colaborar en la predicación
del mensaje salvador. ¿Cuál de las tres es nuestra situación
personal? El pasaje evangélico de hoy nos recuerda, así
mismo, la vocación y respuesta de los primeros discípulos:
"Les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres. Ellos dejaron inmediatamente las redes y le siguieron".
¿Es tal nuestra entrega a la causa del Evangelio?
Cuenta
San Lucas en el Libro de los Hechos cómo, a raíz. de la
muerte de Esteban, el primer mártir cristiano, se desató
una gran persecución contra la comunidad de Jerusalén;
hubieron de dispersarse. Y escribe: "Los que se habían dispersado
iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra. Y la
Palabra de Dios crecía y se multiplicaba". ¿Seremos
nosotros capaces de anunciar el Evangelio con tal eficacia a los hombres,
con quienes nos encontramos y convivimos? ¿Estamos preparados
doctrinal, pedagógica y espiritualmente para esta colaboración
apostólica? ¿Aportamos en esta empresa aquel entusiasmo,
aquella convicción, aquella entrega que está pidiendo
de nosotros?... Por la respuesta sincera a tales preguntas, ha de medirse
nuestra fe y el amor que nos mueve hacia Jesucristo y hacia nuestros
hermanos. Se nos pide la participación personal en la predicación
evangélica.
Jesús
dio comienzo a su ministerio profético con esta exhortación:
"Convertíos, porque está cerca el reino de Dios".
Sus oyentes, sencillos galileos de pueblos y aldeas, podían entender
su mensaje, familiarizados como estaban con el recuerdo de las promesas
de Dios a su pueblo. Nuestro caso es bien distinto. Mas lo decisivo
no son, en último término, las palabras, sino su contenido.
Cuanto se encierra en la expresión "Reino de Dios",
se concreta en un nombre querido, cuya noticia, más o menos precisa,
ha llegado a todos los oídos: Jesucristo. La fe cristiana consiste
en aceptarle, tal como es él y se ofrece a nosotros en su misteriosa
realidad. Entregarse a él, seguirle, obedecerle incondicionalmente,
rendirle nuestra inteligencia, nuestro corazón, nuestros sentimientos,
nuestra vida. Desde los mismos comienzos, a partir de la Ascensión
del Señor y de Pentecostés, los Apóstoles anunciaban
a Jesús de Nazaret, "muerto por nuestros pecados y resucitado
para nuestra justificación". En Jerusalén, en Atenas,
en Corinto, en Roma, Pedro y Pablo proclamaron el Evangelio de la salvación,
presentando a Jesucristo como Mesías de Dios y único Salvador
de los hombres. Como discípulos de tal Maestro, todos tenemos
la obligación de confesar nuestra fe cristiana. "Se cree
con el corazón para conseguir la justificación; con la
boca se confiesa, para alcanzar la salvación". Hemos de
dar testimonio ante los hombres, en especial ante aquellos con quienes
convivimos y a los que nos debemos. La colaboración apostó1ica
fluye como compromiso, en virtud de los sacramentos recibidos; pero
lleva consigo dos cosas fundamentales: desprendimiento generoso de todo
interés, de todo egoísmo; serenidad a toda prueba, en
lo íntimo de nuestro corazón y en toda nuestra actitud.
"¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero,
que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que anuncia la salvación".
Todo lo demás, es cosa del Señor. Su Palabra permanece
con nosotros para siempre.