AUDIENCIA GENERAL: SALMO 91
FINALIZA LA VISITA AD LIMINA DE LOS OBISPOS DE VENEZUELA
CAPÍTULO GENERAL DEL INSTITUTO DE LAS HIJAS DE SAN CAMILO

PADRE PÍO: 300 MIL PERSONAS EN LA CANONIZACIÓN DE UN FRAILE CAPUCHINO, EJEMPLO DE ORACIÓN, SUFRIMIENTO Y CARIDAD
CUMBRE-FAO: "LA POBREZA Y EL HAMBRE SON UNA AMENAZA PARA LA PAZ"
DECLARACIÓN CONJUNTA PARA LA SALVAGUARDIA DE LA CREACIÓN
INTENCIÓN GENERAL DE ORACIÓN PARA EL MES DE JUNIO
CAMINAR DESDE CRISTO. UN RENOVADO COMPROMISO DE LA VIDA CONSAGRADA EN EL TERCER MILENIO

NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS
COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO
CUMBRE MUNDIAL SOBRE LA ALIMENTACIÓN


JUNIO 2002
SEMANA DEL 10 AL 16

 

AUDIENCIA GENERAL: SALMO 91

"Es bueno dar gracias al Señor y tañer en tu honor, oh Altísimo". Con estas palabras empieza el Salmo 91, elegido por Juan Pablo II para la catequesis del miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI. Es un canto del hombre justo a Dios creador que la antigua tradición judía reservaba para el sábado, día dedicado a Yahvéh. La figura de Dios altísimo se yergue solemne y grandiosa y a su alrededor se perfila un mundo armónico y pacificado.

El Santo Padre puso de relieve que el Salmo coloca ante el Señor a la persona del justo que, según una concepción muy enraizada en el Antiguo Testamento, es colmado de bienestar, alegría y larga vida, como consecuencia natural de una existencia honesta y fiel. Se trata, afirmó el Papa de la denominada "teoría de la retribución", según la cual todo delito tiene ya su castigo sobre la tierra y todo acto bueno su recompensa. No obstante, siguió diciendo el Pontífice, aunque en esta visión hay un componente de verdad, sin embargo, como se vislumbra en Job y como confirmará Jesús, la realidad del dolor humano es mucho más compleja y no se puede simplificar tan fácilmente. El sufrimiento humano, en efecto, debe ser considerado en la perspectiva de la eternidad.

Volviendo al Salmo, himno sapiencial con implicaciones litúrgicas, el Santo Padre destacó el intenso llamamiento que hace a la alabanza, a la acción de gracias, a la dimensión de fiesta que le da la música interpretada por el arpa de diez cuerdas, laúdes y cítaras. Y es que el amor y la fidelidad del Señor deben ser celebrados a través del canto litúrgico que va interpretado con "arte". Juan Pablo II aprovechó la ocasión para recordar que esta invitación vale también para nuestras celebraciones, para que encuentren de nuevo el esplendor no sólo en las palabras y en los ritos sino también en las melodías que los animan.

La figura del pecador es indicada utilizando una imagen vegetal: "Aunque broten como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre". Es una floración que se marchita y desaparece. En la raíz de esta catástrofe del pecador se encuentra el mal profundo que ocupa la mente y el corazón del perverso. El orante, en cambio, está seguro de que el Señor, antes o después, aparecerá en el horizonte para hacer justicia y doblar la arrogancia del insensato.

La figura del justo es pintada con vivos colores. Se usa también una imagen vegetal: "El honrado florecerá como palmera, se alzará como cedro del Líbano plantado en la casa del Señor… en la vejez seguirá dando frutos y estará lozano y frondoso". El Salmo ofrece otra imagen para representar al justo. Es de tipo animal y está destinada a exaltar la fuerza que concede el Señor incluso cuando el justo entra en la vejez: "… yo alzo la cabeza como búfalo que sacude los cuernos, estoy ungido con aceite fresco".

Por una parte, concluye el Papa su catequesis, el don de la potencia divina hace triunfar y da seguridad; por otra, la frente del justo es consagrada con el óleo que irradia una energía y una bendición protectora. El Salmo 91 e, por lo tanto, un himno optimista, enriquecido por la música y el canto. Celebra la confianza en Dios que es fuente de serenidad y de paz, incluso ciando se asiste a la aparente victoria del impío. Una paz que permanece intacta incluso en la vejez, estación vivida en la fecundidad y en la seguridad.

 

RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL

Queridos hermanos y hermanas:

El Salmo que hemos escuchado hoy es un himno al Dios eterno y excelso cuando se va a entrar en el día santo y festivo de la oración, de la contemplación, del descanso sereno del cuerpo y del espíritu. Se presenta la figura del Dios altísimo, alrededor de la cual se perfila un mundo armónico y pacificado.

El contenido de este himno es una llamada intensa a la oración, al canto gozoso de acción de gracias, acompañado con una música digna para que la celebración litúrgica se exprese con arte. Ante Dios están el impío y el justo. El primero, arrogante, está frente a Dios. El justo, en cambio, comparado con la palmera o el cedro, se presenta elevándose hacia el cielo, con una relación profunda y firme con el Señor. Es un salmo, pues, que celebra la confianza en Dios como fuente de serenidad y paz, destinadas a permanecer en todas las etapas de la vida.

Saludo a los peregrinos de lengua española; de modo particular a los fieles de las parroquias de Santa Eulalia y María Mediadora, de Madrid, así como a los grupos del Ayuntamiento de Paterna y de San Sebastián. También a los peregrinos nicaragüenses y ecuatorianos. Muchas gracias a todos por vuestra atención.

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Una vez más, Juan Pablo II, como es su costumbre, dirigió palabras afectuosas a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Animó a los jóvenes a buscar en la amistad con Jesús la fuerza necesaria para prepararse a asumir con responsabilidad las tareas que los esperan en la Iglesia y en la sociedad.

El Pontífice exhortó a los enfermos a considerar los sufrimientos y las pruebas cotidianas como una oportunidad que Dios les ofrece para cooperar en la salvación de las almas. Finalmente, invitó a los recién casados a hacer visible el amor del Señor en su fidelidad recíproca y en la acogida generosa de la vida.

 

FINALIZA LA VISITA AD LIMINA DE LOS OBISPOS DE VENEZUELA

Juan Pablo II concelebró la Santa Misa el martes por la mañana en su capilla privada del Vaticano con todos los obispos de Venezuela que en los últimos días había recibido en privado en su quinquenal Visita ad Limina. En el discurso que les entregó, el Pontífice se complace en la celebración del I Concilio Plenario de Venezuela, convocado con el fin de unir "fuerzas y voluntades para promover el bien común del conjunto de las Iglesias y de cada una de ellas". El Papa invitó a los pastores venezolanos a fomentar en todas las etapas de ese Concilio el espíritu de diálogo, concordia fraterna y colaboración sincera.
Este es el texto íntegro del discurso del Papa:

Queridos Hermanos en el Episcopado:

1. Al término de mi primer viaje a vuestra Patria, me despedía con la esperanza de que "la Iglesia en Venezuela dará verdadero testimonio de la presencia de Jesucristo y podrá afrontar con valentía los desafíos del milenio que se aproxima" (Discurso de despedida, 29-1-1985). Ahora, cuando el nuevo milenio ha comenzado y no se han hecho esperar los desafíos, a veces arduos e inesperados, os recibo con afecto en esta visita ad limina para continuar alentando vuestro ministerio de pastores, guías y maestros del Pueblo de Dios que peregrina en esa querida Nación.

Agradezco cordialmente las amables palabras que me ha dirigido Mons. Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida y Presidente de la Conferencia Episcopal, con las cuales ha expresado vuestra firme voluntad de plena comunión con el Sucesor de Pedro, quien recibió la misión de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 32) y es "principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión" (Lumen gentium, 18). Tengo muy presentes los anhelos y preocupaciones de vuestro ministerio apostólico, que habéis expuesto en las Relaciones quinquenales y de las que habéis tenido oportunidad de dialogar en los diversos encuentros con los responsables de los Dicasterios de la Curia Romana. Sabéis que en el misterio de la Iglesia "si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo" (1 Co 12, 26) y, por eso, en vuestro generoso esfuerzo, podréis sentir la fuerza que nace de la comunión con toda la Iglesia, así como la cercanía y solicitud de quien apacienta el Pueblo de Dios como un amoris officium (cf. S. Agustín, In Io. Ev., 123, 5).

2. Me complace saber que está en curso la celebración del I Concilio Plenario de Venezuela, convocado con el fin de unir "fuerzas y voluntades para promover el bien común del conjunto de las Iglesias y de cada una de ellas" (Christus Dominus, 36), impulsando así una acción evangelizadora de largo alcance, que sea al mismo tiempo expresión de un esfuerzo unánime "para que la fe se extienda y brille para todos la luz de la verdad plena" (Lumen gentium, 23).

A este respecto, tras la espléndida experiencia del Gran Jubileo, he indicado que uno de los retos decisivos del nuevo milenio es precisamente hacer de la Iglesia "la casa y la escuela de la comunión", mediante un camino espiritual profundo, sin el cual "de poco servirían los instrumentos externos de comunión. Se convertirían en medios sin alma" (Novo millennio inenunte, 43). Por eso, un Concilio particular, acontecimiento de tanta raigambre eclesial, ha de ser vivido y llevado a cabo como una auténtica experiencia especial del Espíritu, que guía a su Iglesia y la mantiene en la unidad de la fe y de la caridad. Su primer fruto es la comunión entre los Pastores que, a su vez, son principio de unidad en las Iglesias particulares que presiden.

Os invito, pues, a fomentar en todas las etapas de ese Concilio el espíritu de diálogo, concordia fraterna y colaboración sincera, evitando cualquier tipo de disensiones que pudieran provocar desorientación en los fieles o ser pretexto para insidias por parte de quienes buscan otros intereses ajenos al bien de la Iglesia.

3. Por la cercanía a vuestro pueblo y la cotidiana labor pastoral que desempeñáis, sois muy concientes de las profundas y rápidas transformaciones sociales que condicionan la gran tarea de la evangelización y que exigen hoy "afrontar con valentía una situación que cada vez es más variada y comprometida" (ibíd., 40). En este contexto cobra una importancia particular la renovación de la catequesis, mediante la cual la Iglesia cumple con el deber de "mostrar serenamente la fuerza y la belleza de la doctrina de la fe" (Const. ap. Fidei depositum, 1). En efecto la cultura laicista, el clima de indiferencia religiosa o la fragilidad de ciertas instituciones tradicionalmente sólidas, como la familia misma, los centros educativos e incluso algunas instituciones eclesiales, pueden hacer mella en los cauces a través de los cuales se transmite la fe y se promueve la educación cristiana de las nuevas generaciones.

En esta situación, conviene recordar que "en la causa del Reino no hay tiempo para mirar atrás, y menos para dejarse llevar por la pereza" (Novo millennio inenunte, 15). Por el contrario, es necesario infundir nuevo ardor en los pastores y catequistas para que, con el propio testimonio y la creatividad que tantas veces les caracteriza, encuentren las fórmulas más adecuadas de hacer llegar la luz de Cristo al corazón de cada venezolano, suscitando siempre la sorpresa gozosa de su mensaje y su presencia. A este respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica servirá de guía e inspiración para una catequesis renovada y adecuada a los diversos sectores de vuestros fieles.

4. Con el espíritu del Buen Pastor, comprobáis a menudo que "la mies es mucha y los obreros pocos" (Mt 9, 37), y es consolador que el Señor haya bendecido vuestro País con un cierto aumento de nuevas vocaciones, a lo que se une la presencia generosa de personas venidas de otras latitudes, tantas veces ejemplo de espíritu de servicio abnegado al Evangelio y de cercanía a la sensibilidad y las necesidades de las gentes. Sabéis bien la importancia que tiene para todos ellos el aliento y la estima de sus Pastores, que no han de escatimar esfuerzos para fomentar un clima de fraternidad entre sus principales colaboradores, los sacerdotes, y de autenticidad en los diversos carismas que enriquecen cada una de las Iglesias particulares.

Además de las oportunas directrices que, como guías, os corresponde establecer, nunca dejéis de alentar la vida espiritual y el auténtico anhelo de santidad en cuantos colaboran en vuestra misión apostólica, que es la fuente más profunda de la que mana el compromiso pastoral, desarrollado en los más diversos campos. Precisamente porque tantas veces han de realizar su misión en condiciones difíciles, han de fundar el gozo de su entrega, más que en éxitos efímeros, en la aspiración de que sus "nombres estén escritos en los cielos" (Lc 10, 20), anunciando a los demás lo que ellos mismos han visto y oído del Señor (cf. Hch 4, 20; 22, 15).

5. Vuestro País, que cuenta con abundantes recursos naturales y humanos, ha experimentado especialmente en los últimos años un lacerante crecimiento de la pobreza, a veces extrema, de numerosas personas y familias. El rostro de Cristo sufriente se hace concreto en tantos campesinos, indígenas, marginados urbanos, niños abandonados, ancianos desatendidos, mujeres maltratadas o jóvenes desocupados. Sé que todo esto interpela apremiantemente vuestra solicitud pastoral, pues no se puede pasar de largo ante el prójimo desventurado (cf. Lc 10, 33-35), que tantas veces requiere una atención inmediata, antes incluso de analizar las causas de su desgracia.

La Iglesia, tanto mediante la abnegada entrega de muchas personas como de la acción constante de tantas instituciones, siempre ha dado y continua dando testimonio de la misericordia divina con su dedicación generosa e incondicional a los más necesitados, que ha de convertirse cada vez más en actitud generalizada de toda comunidad cristiana, con la colaboración activa de sus miembros y la promoción incansable del espíritu de solidaridad en el conjunto del pueblo venezolano.

Junto a estas urgencias que no admiten demoras, sentís también la necesidad de contribuir a la construcción de un orden social más justo, pacífico y provechoso para todos. En efecto, sin entrar en concurrencia con todo aquello que compete a las autoridades públicas, la Iglesia se sentirá llamada unas veces a dar voz a los que nadie parece escuchar, otras a "discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos que comparte con sus contemporáneos, cuáles son los signos verdaderos de la presencia o del designio de Dios" (Gaudium et spes, 11), y otras, en fin, a buscar formas de colaboración leal en aquellas iniciativas que persiguen el bien integral de la persona y que, por ello, atañen tanto a la misión propia de la Iglesia como a la finalidad específica de las organizaciones sociales. Éstas, en efecto, no pueden desentenderse, ni menos aún ignorar, la considerable aportación de la Iglesia a muchos aspectos que pertenecen al bien común.

Sé muy bien que esta faceta de vuestro ministerio no siempre es fácil, y que no faltan malentendidos, intentos de tergiversación o propósitos más o menos declaradamente partidistas. Pero no es éste el terreno en que se mueve la Iglesia, la cual desea promover precisamente un clima de diálogo abierto y constructivo, paciente y desinteresado, entre todos aquellos que tienen en sus manos responsabilidades públicas, con el fin de hacer valer la dignidad y los derechos inalienables de la persona en cualquier proyecto de sociedad, de manera que "nuestra tierra sea más fraterna y más solidaria, para que se pueda vivir bien en ella y que la indiferencia, la injusticia y el odio no tengan jamás la última palabra" (Al Cuerpo diplomático, 10-1-2002, 2).

6. Confío vuestro ministerio pastoral a la Santísima Virgen María, tan querida en vuestra patria bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto. Ante ella me postré en mi último viaje a Venezuela para implorar su protección sobre el pueblo venezolano, y hoy le sigo pidiendo que los católicos de ese querido País sean "sal y luz para los demás, como auténticos testigos de Cristo" (Homilía en el Santuario de la Virgen de Coromoto, 10-2-1996, 6).

Mientras os ruego que transmitáis a vuestros fieles el saludo del Papa, que no les olvida, su especial gratitud a los sacerdotes, comunidades religiosas y cuantos colaboran más directamente en la apasionante tarea de la evangelización, os reitero mi exhortación a trabajar en comunión mutua y con la Sede de Pedro en favor de la causa del Evangelio, a la vez que os imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Vaticano, junio de 2002

 

CAPÍTULO GENERAL DEL INSTITUTO DE LAS HIJAS DE SAN CAMILO

"Estáis llamadas a ser signos concretos de la ternura de Cristo sobre todo allí donde el sufrimiento oprime al ser humano en el cuerpo y en el espíritu". Es el mensaje de Juan Pablo II a las participantes en el Capítulo general del Instituto de las Hijas de San Camilo, que recibió el sábado en audiencia. Mensaje en el que el Santo Padre destacaba que "en esta tarea están favorecidas por su condición de mujeres consagradas, que mirando a la Virgen Inmaculada, aseguran una sensibilidad especial para lo que es esencialmente humano, también en contextos de dolor y marginación". He aquí el "aporte específico" que pueden ofrecer a la vasta acción de la nueva evangelización, que corresponde a todo el Pueblo de Dios.

Tras exhortar a las religiosas Hijas de San Camilo a "hacer presente a Cristo misericordioso en todo contacto con el prójimo", empezando por los contactos que mantienen en el interior de su misma Congregación, el Papa les deseó asimismo que reine entre ellas "el espíritu de caridad fraterna, de forma que toda religiosa se sienta comprendida y valorada en sus capacidades", y que "ninguna de ellas tenga que lamentar injusticias o prepotencias".

Y, evocando las beatificaciones de los fundadores de las Hijas de San Camilo, Josefina Vannini y Luis Tezza, que tuvo la alegría de elevar al honor de los altares en 1994 y en el año 2001, respectivamente, Juan Pablo II expresó su satisfacción por el deseo de las religiosas capitulares "de profundizar en la herencia espiritual de estos dos beatos, para proseguir con conciencia y entusiasmo por la senda de la santidad". Elección ésta - afirmó luego el Papa - que consiente confirmar el camino emprendido y adaptar el carisma de las camilianas a las condiciones de los tiempos que cambian, para volverse testimonios cada vez más creíbles del amor misericordioso del Buen Samaritano.

Conociendo el esfuerzo generoso de las camilianas "en el servicio a los pobres y enfermos, así como el impulso que esta Familia Religiosa, presente en cuatro Continentes, ha marcado recientemente en su actividad misionera en América del Sur, en Oriente y en Europa del Este", el Pontífice las animó a proseguir por estas sendas, animadas y sostenidas por el ejemplo del beato Luis Tezza, "auténtico peregrino para la misión".

El Papa animó a estas religiosas a "no dudar en proclamar con las palabras y, sobre todo con las obras, la alegría de sacrificar su existencia por los hermanos necesitados, sin temor a tender con ardor a las cimas de la caridad heroica", siguiendo el ejemplo de san Camilo y de sus beatos Fundadores. Y, haciendo hincapié asimismo en que "además de una asistencia rica en humanidad en relación con el enfermo, icono vivo de Cristo", se les pide en su labor cotidiana que ofrezcan a todos el mensaje salvífico del Evangelio, Juan Pablo II reiteró su invitación a que se hagan promotoras de auténticos lugares de formación a la humanidad y caridad, a través de las instituciones socio-sanitarias y las escuelas que ellas dirigen.

Destacando la necesidad de sostener la "cultura de la vida", basando toda enseñanza en la convicción de que la persona reviste un valor único y que la vida humana es sagrada, por lo que hay que defenderla y protegerla siempre, en cada etapa, el Pontífice llamó a las camilianas a "permanecer fieles a su maravillosa vocación", esforzándose por vivirla con entrega y alegría, y sirviendo a Cristo en cada enfermo y persona que sufre.

 

PADRE PÍO: 300 MIL PERSONAS EN LA CANONIZACIÓN DE UN FRAILE CAPUCHINO, EJEMPLO DE ORACIÓN, SUFRIMIENTO Y CARIDAD

"'Mi yugo es llevadero y mi carga ligera' (Mt 11,30). Las palabras de Jesús a los discípulos, que acabamos de escuchar, nos ayudan a comprender el mensaje más importante de esta solemne celebración. Porque las podemos considerar, en cierto sentido, como una magnífica síntesis de toda la existencia del Padre Pío de Pietrelcina, hoy proclamado santo". Así comenzaba Juan Pablo II su homilía en la solemne canonización - que hace la 462 de su Pontificado - de este fraile capuchino, el domingo en una Plaza de San Pedro repleta de fieles.

El Papa destacó que la imagen evangélica del "yugo" evoca las numerosas pruebas que el humilde capuchino de San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Y, haciendo hincapié en cuán llevadero es el "yugo" de Cristo y cuán verdaderamente ligera es su carga cuando se la lleva con amor fiel, Juan Pablo II destacó el testimonio de Padre Pío: "La vida y la misión de Padre Pío testimonian que las dificultades y dolores, si se aceptan con amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que abre hacia perspectivas de un bien más grande, que sólo el Señor conoce".

El Santo Padre subrayó la actualidad de la espiritualidad de la Cruz que vivió humildemente Padre Pío, recordando las palabras del Apóstol Pablo en su carta a los Gálatas: "En cuanto a mí, que Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de Cristo" (Gal 6, 14). Nuestro tiempo - afirmó Juan Pablo II - tiene necesidad de redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza. Algo que hizo este santo a lo largo de toda su vida, sabiendo que había sido llamado para colaborar de forma especial en la obra de la redención. Su santidad no se comprende sin esta constante referencia a la Cruz. Un mensaje actual y universal: "En el plan de Dios, la Cruz constituye el verdadero instrumento de salvación para toda la humanidad y es el camino explícitamente propuesto por el Señor a cuantos quieren seguirle".

Juan Pablo II destacó asimismo, entre las características del apostolado de Padre Pío, su entrega total como "dispensador de la misericordia divina", siempre disponible a través de la acogida, la dirección espiritual y, de forma especial, de la administración del sacramento de la Penitencia. Ministerio que llevaba a muchedumbres de peregrinos al Convento de San Giovanni Rotondo, en el sur Italia, recordó el Santo Padre contando que él mismo tuvo la oportunidad de vivir esa experiencia cuando era joven: "Yo también tuve el privilegio cuando era joven de aprovechar de su disponibilidad y de su penitencia".

Poniendo de relieve que incluso cuando este "singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, ellos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, solían volver para el abrazo pacificador del perdón sacramental", Juan Pablo II deseó que el ejemplo de este nuevo santo anime a los sacerdotes a cumplir con alegría y asiduamente este ministerio, "tan importante también hoy", como reiteró el mismo Papa en su Carta a los Sacerdotes con motivo del Jueves Santo de este año.

El nuevo Santo - señaló luego el Papa - nos invita a poner a Dios por encima de todo, a considerarlo como nuestro único y sumo bien. En efecto, la razón última de la eficacia apostólica de Padre Pío, la raíz profunda de tanta fecundidad espiritual se encuentra en aquella íntima y constante unión con Dios, como testimoniaba elocuentemente en las largas horas que transcurría en oración. "Soy un pobre fraile que reza", solía decir Padre Pío convencido de que "la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios". Fundamental característica de su espiritualidad que prosigue en los Grupos de Oración, que él fundó y que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable aportación de una oración incesante y confiada.

Recordando luego que Padre Pío unía a la oración una intensa actividad caritativa, cuya extraordinaria manifestación es la "Casa del alivio del sufrimiento", el hospital que tanto anheló, Juan Pablo II destacó que la enseñanza que se vuelve a proponer hoy de este santo se sintetiza en la oración y la caridad.

El Papa finalizó su homilía con unas palabras de oración al "humilde y amado Padre Pío". Pidiéndole que nos enseñe la humildad del corazón, para ser contados entre los pequeños del Evangelio. Que nos ayude a rezar sin desfallecer nunca, con la certeza de que Dios sabe lo que necesitamos aún antes de que se lo pidamos. Que nos otorgue una mirada de fe capaz de reconocer solícitamente en los pobres y los que sufren el rostro mismo de Jesús. Que nos sostenga en la hora de lucha y de la prueba y que cuando caigamos podamos experimentar la alegría del sacramento del Perdón. Acompáñanos - pidió el Papa a San Pío de Pietrelcina - en la peregrinación terrenal hacia la Patria beata, a donde esperamos llegar nosotros también para contemplar eternamente la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Juan Pablo II, al final de la solemne concelebración eucarística de la canonización de San Pío de Pietrelcina, y antes del rezo mariano del Ángelus, dirigió unas palabras de saludo a las autoridades religiosas y a la delegación oficial del Gobierno italiano presentes en el acto. Y al saludar a los fieles que habían seguido la celebración en la plaza de San Pedro y en las calles próximas, les dedicó un pensamiento particular por haber afrontado el sacrificio de permanecer en pie soportando la elevada temperatura de este día durante un largo tiempo.

El Papa envió también un saludo a los numerosos fieles que se habían reunido en oración en el Santuario de San Giovanni Rotondo, donde se encuentra la tumba del nuevo santo, y a cuantos han seguido la celebración por medio de la televisión. "Perseverad siguiendo la huellas de San Pío de Pietrelcina", les dijo el Pontífice, a la vez que anunció que la memoria litúrgica "obligatoria" será introducida en el Calendario Romano general el día 23 de septiembre, coincidiendo con el día del nacimiento del nuevo santo para el Cielo.

Juan Pablo II terminó saludando a los peregrinos venidos para esta canonización, de todos los países del mundo, en diversas lenguas. Y recordando el consejo del nuevo santo a una hija espiritual: "Que María ponga su mano materna sobre tu cabeza", encomendó a la "intercesión de la Virgen y de San Pío de Pietrelcina el camino de santidad de toda la Iglesia, al inicio del nuevo Milenio".

El Papa saludó a los peregrinos de nuestra lengua con estas palabras: "Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española y les aliento a progresar en su vida cristiana, ayudados por el rico mensaje espiritual del nuevo Santo, el Padre Pío. A todos os bendigo de corazón".

Para la canonización del Padre Pío de Pietrelcina, la Postulación presentó la curación del pequeño Mateo Pío Colella, de San Giovanni Rotondo. Niño que se encontraba el domingo en la Plaza de San Pedro y que recibió su primera comunión en el curso de esta solemne ceremonia presidida por Juan Pablo II. En una entrevista concedida a nuestra emisora, la mamá de Mateo Pío expresaba su profunda alegría al ver que su niño une en este día tan especial al Papa y al Padre Pío. Y destacó que su hijo está sereno y que como madre quiere que entienda que debe llevar a todo el mundo este mensaje de esperanza: "Quiero que entienda que este gran don es maravilloso pero que su vida será una vida normal y tranquila. Él sólo deberá llevar a todo el mundo este mensaje de esperanza".

Concluida la celebración el Santo Padre se desplazó en el papamóvil entre los numerosísimos peregrinos que han participado en el solemne acontecimiento para saludarles y bendecirles. Partiendo de la Plaza de San Pedro recorrió las calles que rodean el Vaticano entre aplausos y muestras de cariño.

El nuevo santo nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, sur de Italia. Recibió en su bautismo el nombre de Francisco, siendo confirmado y recibiendo su primera comunión a los doce años. En 1903, cuando tenía 16, entra en el noviciado de los Frailes menores capuchinos en Morocone, donde el 22 de enero de ese mismo año vistió el hábito franciscano tomando el nombre de Fray Pío. Tras el noviciado emitirá los votos simples y realizó la profesión solemne 1907.

Tras su ordenación sacerdotal, el 1910, permanecerá 6 años con su familia por motivos de salud hasta que en 1916 es enviado al convento de San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte. Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, vivió en plenitud la vocación de colaborar a la redención del hombre según la misión especial que caracterizó toda su vida y llevó a cabo mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía.

En el orden de la caridad social, se comprometió en aliviar los dolores y miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la "Casa del Alivio del sufrimiento", en 1956. San Pío comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad. La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 de edad. Fue beatificado por Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999.

 

CUMBRE-FAO: "LA POBREZA Y EL HAMBRE SON UNA AMENAZA PARA LA PAZ"

La solidaridad debe inspirar la cooperación para resolver el problema de la pobreza y el hambre, que amenazan la paz y seguridad internacional. Así lo señalaba Juan Pablo II en su mensaje a la cumbre de la FAO, recordando el compromiso constante de la Iglesia católica en la promoción de los derechos humanos y del desarrollo integral de los pueblos.

"Ante el riesgo de que la pobreza y el hambre comprometan la raíz ordenada de la convivencia entre los pueblos y las naciones, constituyendo también una amenaza concreta para la paz y la seguridad internacional", "hoy más que nunca se impone la urgencia de que, en las relaciones internacionales, la solidaridad se vuelva criterio inspirador de toda forma de cooperación, con la conciencia del destino universal de los bienes que Dios creador nos ha confiado". Es lo que afirma el mensaje de Juan Pablo II a los representantes de todos los países del mundo, reunidos en la sede de la FAO, en Roma. Mensaje que ha sido leído en nombre del Papa por el Cardenal Secretario de Estado, Angelo Sodano.

Tras señalar la perspectiva de la actual Cumbre Mundial sobre la Alimentación, de "reiterar el concepto de seguridad alimentaria y hacer un llamamiento a impulsar la solidaridad con el objetivo de reducir a la mitad, antes del año 2015, el número de personas malnutridas y privadas de lo mínimo necesario para vivir", Juan Pablo II hace hincapié en que se trata de "un desafío grandioso, en el que también la Iglesia está comprometida plenamente". Y subrayando su "preocupación constante en todo lo que concierne a la promoción de los derechos humanos y al desarrollo integral de los pueblos", el Papa asegura que la "Iglesia católica seguirá apoyando a los que trabajan para asegurar el pan de cada día a todos".

"Debido a su vocación intrínseca, la Iglesia está cerca de los pobres de la tierra y anhela el compromiso concreto de todos para que pronto se resuelva el problema del hambre y de la pobreza, uno de los mayores de la humanidad" - recuerda el Santo Padre, tras expresar su estima y consideración a los presentes y extendiendo sus saludos a los Jefes de estado y de gobierno reunidos en esta Cumbre, así como al Director General de la ONU, de la misma FAO y a los responsables de otros Organismos internacionales.

Juan Pablo II reitera la gran expectativa de la Santa Sede en la acción de todos ellos "en favor del progreso material y espiritual de la humanidad". En este contexto, el Pontífice subraya sus mejores auspicios para que la actual Cumbre Mundial sobre la Alimentación pueda alcanzar el éxito anhelado y que esperan "millones de hombres y mujeres en todo el mundo".

Recordando, que como ya se había demostrado en la Cumbre de 1996, "el hambre y la malnutrición no son fenómenos solamente naturales o estructurales de determinadas zonas geográficas, sino que más bien se presentan como el resultado de una condición de subdesarrollo más compleja, causada por la inercia o el egoísmo de los hombres", el Santo Padre hace hincapié en que "si no se han alcanzado los objetivos" de hace cinco años, ello "se puede atribuir también a la falta de una cultura de la solidaridad y a relaciones internacionales enfocadas a veces en un pragmatismo privado de un cimiento ético-moral". Asimismo, el Pontífice subraya al respecto como "preocupantes" algunas estadísticas que indican que "en estos últimos años, la ayuda a los países pobres ha disminuido en lugar de aumentar".

Tras destacar el importante papel de los expertos que deben señalar cuándo y cómo aumentar los recursos en la agricultura; cómo distribuir mejor los productos; cómo predisponer los programas de seguridad de alimentos; o idear nuevas tecnologías para aumentar las cosechas y extender la cría de animales, el Santo Padre se refiere al Preámbulo de la Constitución de la FAO, en el que se proclama el compromiso que tiene cada país de aumentar su propio nivel de nutrición, mejorar las condiciones de la actividad agrícola y de las poblaciones rurales, así como aumentar la producción y actuar una distribución eficaz de los alimentos en cada rincón del Planeta.

Juan Pablo II señala que "estos objetivos conllevan, sin embargo, una continua reconsideración de la relación entre el derecho de ser liberado de la pobreza y el deber que tiene toda la familia humana de ayudar concretamente a todos los necesitados". Por su parte, el Papa destaca su satisfacción ante el hecho de que esta Cumbre Mundial sobre la Alimentación "llama nuevamente a los distintos miembros de la Comunidad internacional, gobiernos e instituciones a comprometerse para garantizar con todos los medios el derecho a la nutrición, cuando un estado no está en grado de hacerlo debido a su subdesarrollo y pobreza".

 

DECLARACIÓN CONJUNTA PARA LA SALVAGUARDIA DE LA CREACIÓN

En la tarde del lunes, con motivo de la conexión televisiva para la firma conjunta de la "Declaración" final del IV Simposio ecológico, promovido por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y dedicado al tema "El Mar Adriático: Mar en riesgo - Unidad de intenciones", Juan Pablo II dirigió unas palabras al Patriarca Bartolomé I, extendiendo sus cordiales saludos a las personalidades religiosas y civiles y a los participantes en el mencionado congreso.

"Nuestro encuentro, aun a distancia, nos permite expresar juntos la voluntad común de salvaguardar la creación, y de acompañar y sostener toda iniciativa encaminada a embellecer, sanar y preservar esta tierra que Dios nos ha donado para que la custodiemos con sabiduría y amor", afirmó el Papa señalando luego que este mismo encuentro se celebraba a corta distancia del de Asís, en enero pasado para la "Jornada de Oración por la Paz en el Mundo", promovida por el mismo Pontífice.

Y, recordando que el 24 de enero pasado el Patriarca Ecuménico respondió a su llamada y participó en la Jornada de Asís, Juan Pablo II expresó a su vez su alegría por participar en ese acto significativo. En este contexto, el Papa manifestó su convicción de que "estos intercambios son verdaderos dones del Señor, que nos indica de esta forma que el espíritu de colaboración es capaz de encontrar expresiones nuevas para que el testimonio de comunión que el mundo espera de nosotros se vuelva sólido y concreto".

El acto de la firma de la mencionada "Declaración" conjunta para la salvaguardia de la creación, se celebró el lunes por la tarde, gracias a una especial vídeo conexión, que enlazó el Vaticano con el palacio ducal de Venecia, donde se encontraba el Patriarca ortodoxo.

"Estamos aquí reunidos en espíritu de paz para el bien de todos los seres humanos y la protección de la creación", se lee en el texto del documento firmado por el Santo Padre Juan Pablo II y el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

La Declaración, recordando que "en esta época histórica al inicio del tercer milenio constatamos con tristeza el sufrimiento de un gran número de personas a causa de la violencia, la falta de recursos, la pobreza y las enfermedades", señala luego que "son también motivo de nuestra preocupación las consecuencias negativas que afectan a la humanidad y a toda la creación, causadas por la degradación ambiental del agua, la tierra y el aire, derivadas de un proceso económico y tecnológico incapaz de reconocer sus límites".

"El respeto de la creación deriva del respeto por la vida y la dignidad humana. Solamente si reconocemos que el mundo ha sido creado por Dios - afirma la declaración de Venecia - podremos discernir un orden moral objetivo con el cual poder articular un códice de conducta ambiental". Asimismo esta declaración, subraya la necesidad de "un acto de arrepentimiento" colectivo y un modo nuevo y una nueva cultura para afrontar el mundo de la creación, para dar a las futuras generaciones un mundo mejor.

 

INTENCIÓN GENERAL DE ORACIÓN PARA EL MES DE JUNIO

En la Intención General de Oración para este mes de junio, Juan Pablo II nos propone rezar "para que los responsables y los fieles de las diversas religiones cooperen en la búsqueda de la paz mundial, comenzando por la conversión del corazón y por el diálogo fraterno". En su Carta a todos los Jefes de Estado o de gobierno, con la que enviaba el texto del "decálogo" proclamado al término de la Jornada de oración por la paz en el mundo, celebrada en Asís el pasado 24 de enero, el Pontífice dirigía su pensamiento a "los responsables de la vida social y política de los países que estuvieron representados allí por los líderes religiosos de numerosas naciones".

Juan Pablo II, refiriéndose a "las intervenciones inspiradas de estos hombres y mujeres, representantes de las diversas confesiones religiosas", así como al deseo sincero de todos ellos "de trabajar en favor de la concordia, de la búsqueda común del verdadero progreso y de la paz en el seno de toda la familia humana" y ponía de relieve que enviaba el mencionado "decálogo" o "compromiso común" "convencido de que estas diez proposiciones podrán inspirar la acción política y social" de los Gobiernos.

Pude constatar - escribía Juan Pablo II - "que los participantes en el encuentro de Asís estuvieron animados más que nunca por una convicción común: la humanidad debe elegir entre el amor y el odio. Y todos, sintiéndose miembros de una misma familia humana, supieron traducir esa aspiración a través de este decálogo, persuadidos de que, si el odio destruye, el amor, por el contrario, construye".

El Santo Padre, deseando que "el espíritu y el compromiso de Asís guíen a todos los hombres de buena voluntad en la búsqueda de la verdad, la justicia, la libertad y el amor, para que toda persona humana goce de sus derechos inalienables, y cada pueblo, de la paz", reiteraba que "por su parte, la Iglesia católica, que pone su confianza y su esperanza en "el Dios de la caridad y de la paz" (2 Co 13, 11), seguirá comprometiéndose para que el diálogo leal, el perdón recíproco y la concordia mutua marquen los caminos de los hombres en este tercer milenio.

Nos comprometemos - se lee en el primer punto del Decálogo de Asís por la paz - a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo se oponen al auténtico espíritu religioso, y, condenando todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo posible por erradicar las causas del terrorismo.

El segundo compromiso está dedicado a la necesidad de "educar a las personas en el respeto y la estima recíprocos, a fin de que se llegue a una convivencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diversas.

El tercero es un compromiso para "promover la cultura del diálogo, para que aumenten la comprensión y la confianza recíprocas entre las personas y entre los pueblos, pues estas son las condiciones de una paz auténtica". Y el cuarto está dedicado a "defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna según su identidad cultural y a formar libremente su propia familia".

Nos comprometemos - afirma el Decálogo de Asís en el quinto punto - "a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro insuperable, sino, al contrario, reconociendo que la confrontación con la diversidad de los demás puede convertirse en ocasión de mayor comprensión recíproca".

El sexto compromiso común es el de "perdonarnos mutuamente los errores y los prejuicios del pasado y del presente, y a sostenernos en el esfuerzo común por vencer el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia, y por aprender del pasado que la paz sin justicia no es verdadera paz". El séptimo destaca la necesidad de "estar al lado de quienes sufren la miseria y el abandono, convirtiéndonos en voz de quienes no tienen voz y trabajando concretamente para superar esas situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo".

"Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quienes no se resignan a la violencia y al mal, y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas a dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz" - declara el "Decálogo" de Asís en el octavo punto.

El noveno, es el compromiso de "apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento sólido entre los pueblos, expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y de muerte. Y el décimo establece el de "solicitar a los responsables de las naciones que hagan todo lo posible para que, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, se construya y se consolide un mundo de solidaridad y de paz fundado en la justicia".

 

CAMINAR DESDE CRISTO. UN RENOVADO COMPROMISO DE LA VIDA
CONSAGRADA EN EL TERCER MILENIO

LA INSTRUCCIÓN DE LA CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA DESTACA LA MULTIFORME ACTIVIDAD MISIONERA DE LAS PERSONAS CONSAGRADAS

"Caminar desde Cristo. Un renovado compromiso de la vida consagrada en el tercer milenio". Es el título de la Instrucción, aprobada por Juan Pablo II, de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica presentada el viernes.

El documento consta de una Introducción y cuatro partes, y empieza señalando que "las personas consagradas, contemplando el rostro crucificado y glorioso de Cristo y testimoniando su amor en el mundo, acogen con gozo, al inicio del tercer milenio, la urgente invitación del Santo Padre Juan Pablo II a remar mar adentro: '¡Duc in altum!' (Lc 5,4).

Con las mismas palabras del Papa, la Instrucción recuerda que "quizás nunca como hoy" esta invitación de Jesús "aparece como respuesta al drama de la humanidad, víctima del odio y de la muerte", y pone de relieve que "el Espíritu Santo actúa siempre en la historia y puede sacar de las desdichas humanas un discernimiento de los acontecimientos que se abre al misterio de la misericordia y de la paz entre los hombres".

"Caminando por las huellas de Cristo", cinco años después de la publicación de la Exhortación Apostólica post-sinodal Vita Consecrata, de Juan Pablo II, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ha sentido la necesidad no sólo de hacer un primer balance sobre la incidencia de este Documento del magisterio eclesial, sino de dar también un nuevo impulso al camino de renovación, es decir a "Caminar en la esperanza".

La primera parte de la Instrucción reitera que "la vida consagrada es presencia de la caridad de Cristo en medio de la humanidad, en un "camino en el tiempo", y recuerda que "la vida consagrada ha seguido en estos años caminos de profundización, purificación, comunión y misión", para luego señalar que "por la santidad de todo el Pueblo de Dios", las personas consagradas, para el bien de la Iglesia, han recibido la llamada a una 'nueva y especial consagración', que compromete a vivir con amor apasionado la forma de vida de Cristo, de la Virgen María y de los Apóstoles'.

Pues "en el mundo actual es urgente un testimonio profético que se base en 'la afirmación de la primacía de Dios y de los bienes futuros, como se desprende del seguimiento y de la imitación de Cristo, casto, pobre y obediente, totalmente entregado a la gloria del Padre y al amor de los hermanos y hermanas".

"En misión por el Reino y dóciles al Espíritu", el documento del dicasterio para la Vida Consagrada y la Vida Apostólica, destaca en su segunda parte "la valentía para afrontar las pruebas y los retos", descubriendo "el sentido y la calidad de la vida consagrada"; destacando "la función de los superiores y de las superioras"; y haciendo hincapié en "la formación permanente", "la animación vocacional" y "los caminos formativos".

Y, mirando con realismo la situación actual, se señalan "algunos retos particulares", ante las nuevas exigencias sociales y normas de los estados en los que se desarrolla el propio apostolado, sin olvidar nunca "la originalidad evangélica" o debilitar las motivaciones espirituales de la vida consagrada, siempre en "la comunión de la fraternidad".

Precisamente la tercera parte está dedicada a "la vida espiritual en el primer lugar", e invita a "caminar desde Cristo", a "contemplar los rostros de Cristo", subrayando "la Palabra de Dios", la "oración y contemplación", la "Eucaristía" como "lugar privilegiado para el encuentro con el Señor", el "rostro de Cristo en la prueba", siempre "en comunión con los Pastores".

"Testigos del amor", es la cuarta parte de esta Instrucción, que impulsa a "reconocer y servir a Cristo". Y "en la imaginación de la caridad" se recuerda que a lo largo de los siglos, precisamente la caridad ha sido siempre para los consagrados el ámbito donde se ha vivido concretamente el Evangelio. Por lo que la vida consagrada, se pone también al servicio de las nuevas fronteras de la evangelización y señala que "se trata de estar cerca de los pobres, de los ancianos, de los tóxico dependientes, de los enfermos de SIDA, de los desterrados, de las personas que padecen toda clase de sufrimientos por su realidad particular".

Y, con una atención centrada en el cambio de modelos, "porque no se cree suficiente la asistencia", el documento hace hincapié en que "se busca erradicar las causas en las que tiene su origen esa necesidad" y que "la pobreza de los pueblos está causada por la ambición y por la indiferencia de muchos y por las estructuras de pecado que deben ser eliminadas, también con un compromiso serio en el campo de la educación".

Constatando que "incluso algunos carismas que parecían responder a tiempos ya pasados, adquieren un renovado vigor en este mundo que conoce la trata de mujeres o el tráfico de niños esclavos, mientras la infancia, a menudo víctima de abusos, corre el riesgo del abandono en las calles y del reclutamiento en los ejércitos", la Instrucción que destaca la multiforme actividad misionera de las personas consagradas, señala el servicio apostólico y en especial el de las religiosas, desarrollado con la generosidad y riqueza del genio femenino.

E invitando a "anunciar el Evangelio", a "servir a la vida" - entre otras cosas 'humanizando la medicina' y "difundir la verdad", la misma Instrucción pone de relieve la importancia de la "apertura a los grandes diálogos", recuerda "los retos actuales" y reitera la invitación a "mirar hacia adelante y hacia lo alto" con especial atención a los laicos y a los jóvenes.

Sin olvidar "que en los últimos años el Martirologio del testimonio de la fe y del amor en la vida consagrada se ha enriquecido notablemente", el documento aprobado por Juan Pablo II el 16 de mayo de este año, quiere "acompañar a las personas consagradas por los caminos del mundo, donde Cristo continúa caminando y haciéndose presente hoy, donde la Iglesia lo proclama Salvador del mundo, donde el latido trinitario de la caridad amplía la comunión en una renovada misión".

 

NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS

ARCHIDIÓCESIS DE CAMAGUEY (CUBA)
Juan Pablo II ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis presentada por monseñor Adolfo RODRÍGUEZ HERRERA y ha nombrado arzobispo metropolitano a monseñor Juan García Rodríguez, hasta ahora auxiliar de dicha archidiócesis.

ARCHIDIÓCESIS DE BAHÍA BLANCA (ARGENTINA)
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis presentada por monseñor Rómulo GARCÍA.

ARCHIDIÓCESIS DE ASUNCIÓN (PARAGUAY)
El Papa ha aceptado la renuncia pastoral al gobierno pastoral de la archidiócesis presentada por monseñor Felipe Santiago BENÍTEZ ÁVALOS y ha nombrado arzobispo metropolitano de la archidiócesis a monseñor Eustaquio Pastor CUQUERO VERGA, hasta ahora Ordinario castrense para Paraguay.

DIÓCESIS DE TULCÁN (ECUADOR)
Juan Pablo II ha nombrado obispo al sacerdote salesiano Luis Antonio SÁNCHEZ ARMIJOS.

DIÓCESIS DE UVIRA (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis presentada por monseñor Jérome GAPANGWA y ha nombrado obispo de esa diócesis a monseñor Jean-Pierre TAFUNGA, hasta ahora obispo de Kilwa-Kasenga.

DIÓCESIS DE CHICOUTIMI (CANADÁ)
Juan Pablo II ha aceptado la renuncia de auxiliar de la diócesis presentada por monseñor Roch PEDNEAULT.

DIÓCESIS DE LEXINGTON (ESTADOS UNIDOS)
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis presentada por monseñor James KENDRICK WILLIAMS, en conformidad al canon 401 §2 del Código de Derecho Canónico.

ENVIADO ESPECIAL DEL PAPA A LA DEDICACIÓN DE LA NUEVA CATEDRAL DE LA ARCHIDIÓCESIS DE LOS ÁNGELES (ESTADOS UNIDOS)
El Papa ha nombrado al cardenal Francis STAFFORD, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, Su Enviado Especial a la dedicación de la nueva catedral de la archidiócesis de Los Ángeles que tendrá lugar el 2 de septiembre de 2002.

 

COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO

DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO (A): 16.06.02

"Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis"

Terminado el Tiempo Pascual y celebradas las grandes fiestas de Pentecostés, Santísima Trinidad y Corpus Christi, volvemos a la lectura del Evangelio de Mateo con el gran "discurso apostólico" , que contiene el programa misionero para los enviados de Jesús. La gratuidad ocupa ampliamente los textos sagrados de este día. Gratuidad de la iniciativa divina, sobre todo, ya que su plan de salvación es totalmente independiente de nuestras capacidades. Gratuidad, en segundo lugar, de la misión conferida: el poder dado al enviado es sólo para ponerlo al servicio de los hermanos.

La Biblia mezcla en cada una de sus páginas la historia y las enseñanzas; no sólo en los libros llamados "históricos" o en el "Pentateuco", que comprende la historia de los patriarcas y del Éxodo. También el anuncio profético, la oración y el lamento de los salmos, la meditación sapiencial están impregnados de un constante retorno a la historia de Israel. Es un retorno teológico: la historia de Dios con su pueblo se trae continuamente a la memoria del pueblo para que "se acuerde de Dios", para que "conozca" quién es Dios. La profesión de fe del israelita es un compendio de historia: "Un arameo errante fue mi padre"; y el carnet de identidad del Dios de Israel, es también histórico: "Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de Egipto..."

El Libro del Éxodo nos asegura hoy que la garantía de la promesa no reside en lo que el pueblo hará, en su fidelidad a la ley, en la observancia de los mandamientos, sino que la garantía está en el mismo Dios, en lo que El ha dispuesto en favor de su pueblo. No existe razón objetiva para la elección, no hay motivo para la vanagloria o el orgullo. La elección no es un privilegio, al contrario, es una responsabilidad, un encargo del Dios que ofrece una alianza, pero que no la impone. Sólo los hombres libres pueden recibir la oferta de la amistad con Dios; sólo un pueblo libre se puede convertir en "pueblo de su propiedad, nación santa", puesto a parte y consagrado por Dios.

También nos asegura hoy San Pablo en la Carta a los Romanos, que la garantía de nuestra salvación no está en lo que nosotros hacemos, sino en lo que se nos ha dado de lo alto: "Hemos sido reconciliados con Dios por medio de la muerte de su Hijo", de forma totalmente gratuita. Pablo argumenta con fuerza que es difícil encontrar a alguien dispuesto a dar la vida por una buena persona, imaginemos por un pecador. Pero en Dios el perdón precede a la conversión, y la misericordia le ha llevado a entregar a su Hijo querido para rescatar a todos los hombres. En la liturgia de este día las lecturas se iluminan unas a otras. El Dios que ofrece la alianza a Israel, el que manda a su Hijo "como víctima de expiación por nuestros pecados", es el mismo que interviene en favor de las criaturas y las acompaña de la mano. Hoy rezamos con el Salmo: "nosotros somos tu pueblo y ovejas de tu rebaño". La misma solicitud y gratuidad encontramos en el Evangelio de este día, en la narración de la elección de los Doce. Jesús tiene "compasión" de las masas, no tanto porque no tienen que comer, sino porque está desorientadas y perdidas: "como ovejas sin pastor".

Miremos a nuestro alrededor: cuanta fragilidad; cuantas incertidumbres; cuantos temores; cuanto abundan las depresiones, incluso entre los jóvenes, aún en aquellos que parecen tocados por la fortuna; cuantas dudas ante las opciones fundamentales de la vida. Somos celosos en el cuidado de nuestra autonomía y racionalidad, y después nos dirigimos a astrólogos y echadores de cartas para saber lo que nos espera, porque no somos capaces de acoger con alegría nuestro futuro de las manos del Señor. ¡Qué necesidad tenemos, también nosotros, de comprensión! Jesús sabe de lo que tenemos necesidad, sin descuidar lo material; sabe que necesitamos sentirnos capaces de hacer algo por nosotros mismos y ayudarnos los unos a los otros, cooperando así en el plan de salvación que ha trazado para toda la humanidad. Todo nos ha sido dado gratuitamente, por ello: "lo que hemos recibido gratis, debemos darlo gratis" a quien lo necesite.

 

CUMBRE MUNDIAL SOBRE LA ALIMENTACIÓN

El lunes se abría en Roma la "Cumbre Mundial sobre la alimentación". Jefes de Estado y de Gobierno, delegados de 180 Países, parlamentarios de todo el mundo, representantes de 15 agencias de la ONU y periodistas acreditados se daban cita en la capital italiana del 10 al 13 de este mes para afrontar el problema del hambre, que tantas víctimas sigue provocando en el mundo, especialmente en los continentes de Asia y África. El hambre es la gran emergencia del siglo que acaba de comenzar. Aprovechando la celebración de este importante evento a nivel mundial, Juan Pablo II hizo un apremiante llamamiento, a la vez que un saludo a los participantes en la Cumbre, a mediodía del domingo en su alocución anterior al rezo mariano del Ángelus. "Millones de personas, dijo el Pontífice, que sufren cotidianamente a causa del hambre y de la malnutrición, esperan de este encuentro una confirmación de los compromisos asumidos al respecto en 1996. Que Dios bendiga este encuentro e ilumine a los Responsables de las Naciones para que expresen las legítimas aspiraciones de los pueblos y den un impulso nuevo a la lucha de la comunidad internacional contra el hambre".

El Santo Padre hacía referencia en sus palabras a la primera Cumbre Mundial sobre la Alimentación celebrada también en Roma. Juan Pablo II pronunció un discurso en aquella ocasión en el que, entre otras cosas pidió la total condonación de la deuda exterior de las naciones pobres, o al menos una reducción importante de la misma. En este mismo sentido se movió tanto el Papa como la Santa Sede durante las celebraciones jubilares del Año 2000. Precisamente en la Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente solicitaba esto mismo a propósito del hambre y la miseria en que se encuentran muchos Países del Tercer Mundo. Las delegaciones nacionales participantes se comprometieron entonces a reducir a la mitad el número de personas hambrientas en el mundo, es decir, pasar de 800 millones a 400. Y se fijaron una fecha: el año 2015.

Según la FAO, es necesaria, en estos momentos, una inversión pública adicional de 24.000 millones de dólares en los países pobres para que se pueda alcanzar el objetivo asumido en 1996. La plaga del hambre provoca muchas más víctimas que las guerras y las catástrofes naturales juntas. Para el director general de la FAO, Sr. Diouf, el aumento de los que padecen hambre y la casi total despreocupación de los pueblos ricos hace que la solución del problema supere en muchos años el 2015. Juan Pablo II, preocupado siempre por el hombre, ser predilecto de Dios, creado a su imagen y semejanza, en el Ángelus del domingo, no se limitó a tratar el tema del hambre de manera global, sino que descendió a lo concreto. Habló de Angola. "Mi pensamiento, dijo el Papa, se dirige a la población angoleña que, después de los sufrimientos provocados por una larga y sangrienta guerra civil, debe afrontar una dramática crisis humanitaria por falta de alimentos y de los más elementales cuidados médicos, además del peligro de las minas anti persona diseminadas por todo el territorio. Pidamos al Señor para que ilumine a todos los que tienen posibilidades de contribuir a la superación de esta tragedia, y los mueva a actuar con el fin de que los recursos del País favorezcan a todos sus habitantes y constituyan una ayuda para África entera". Y es que la Iglesia, por vocación íntima y profunda, está siempre junto a los pobres de la tierra y desea que se lleve a cabo un esfuerzo práctico de parte de todos para que muy pronto se resuelva este problema, que es uno de los más graves de la humanidad.