AUDIENCIA GENERAL: "LA PASCUA ES LA FIESTA DE LAS FIESTAS"
EL PAPA CONFIESA A ALGUNOS FIELES EN LA BASÍLICA VATICANA
CONGRESO INTERNACIONAL "UNIV 2002": ESTUDIO, TRABAJO Y SERVICIO

SANTA MISA CRISMAL
MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
VIA CRUCIS EN EL COLISEO
VIA CRUCIS: ¡TU CRUZ ES EL ESTANDARTE DE NUESTRA VICTORIA!
VIGILIA SOLEMNE, MADRE DE TODAS LAS VIGILIAS
ACUCIANTE RUEGO POR LA PAZ EN EL MENSAJE PASCUAL

MENSAJE URBI ET ORBI
NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS

CARDENAL DE MILÁN: "APAGAR EL INCENDIO DE LA VIOLENCIA EN TIERRA SANTA"
CARTA DEL CARDENAL DAOUD CON MOTIVO DE LA COLECTA "PRO TIERRA SANTA"
VIERNES SANTO: ORACIÓN ESPECIAL POR LOS PUEBLOS PALESTINO E ISRAELÍ

CRECE LA TENSIÓN ENTRE HINDÚES Y MUSULMANES EN LA INDIA
MOVILIZACIÓN DE CÁRITAS POR LOS DAMNIFICADOS DEL TERREMOTO DE AFGANISTÁN

X SIMPOSIO EUROPEO DE OBISPOS
CONGRESO: LA COMPAÑÍA DE JESÚS Y EL IMPERIO RUSO

SEMANA SANTA:
SIGNIFICADO DE LA MISA CRISMAL
BREVE HISTORIA DEL VÍA CRUCIS
EL CAMINO DE LA CRUZ DESDE EL COLISEO HASTA LOS PIES DEL PALATINO

REFLEXIONES DE SEMANA SANTA
LUNES SANTO
MARTES SANTO
MIÉRCOLES SANTO
JUEVES SANTO
VIERNES SANTO
SÁBADO SANTO


MARZO 2002
SEMANA DEL 25 AL 31

 

AUDIENCIA GENERAL: "LA PASCUA ES LA FIESTA DE LAS FIESTAS"
EL ROSTRO SUFRIENTE DE CRISTO NOS HACE COMPRENDER EL DRAMATISMO DE LOS ACONTECIMIENTOS Y SITUACIONES QUE EN ESTOS DÍAS AFLIGEN A LA HUMANIDAD

"En el misterio pascual está el sentido y el cumplimiento de la historia". El contenido de esta frase, pronunciada por el Santo Padre en la catequesis del miércoles, que al mismo tiempo es Miércoles Santo, rebasa las fronteras de lo estrictamente cristiano y abraza al hombre en su totalidad, en su devenir histórico y social a lo largo de los siglos. Y es que la criatura humana es la predilecta de Dios, creada a su imagen y semejanza. Cristo, enviado del Padre, ha venido al mundo, se ha hecho hombre para salvar a esa criatura por excelencia, derramando su sangre por ella y resucitando de entre los muertos.

En esta Semana Mayor, la Semana Santa, especialmente en el Triduo Pascual que comienza el Jueves Santo, se revive de manera intensa el evento central de nuestra salvación. El Catecismo de la Iglesia Católica, afirmó el Papa, subraya que la Pascua no es simplemente una fiesta entre las demás: es la Fiesta de las fiestas, la Solemnidad de las solemnidades, de la misma manera que la Eucaristía es el Sacramento de los sacramentos. Ante miles de fieles romanos y peregrinos, reunidos en el Aula Pablo VI, Juan Pablo II expuso en esta catequesis el sentido profundo del Triduo Sacro.

El Jueves Santo contemplamos a Cristo en el Cenáculo, en vísperas de su Pasión, instituyendo el sacerdocio ministerial y dejando a sus discípulos el mandamiento nuevo, el mandamiento del amor. Con la institución de la Eucaristía, Jesús ha querido quedarse con nosotros, con el hombre, haciéndose alimento de salvación, introduciéndose así de manera vivificante en la propia vida del hombre y en su historia, dándolas sentido y cumplimiento.

El Viernes Santo recorreremos el trágico itinerario de la pasión del Redentor hasta la crucifixión en el Gólgota. El momento de la adoración de la Cruz, reiteró el Santo Padre, nos va a permitir comprender más profundamente la infinita misericordia de Dios. El camino de la Cruz es ciertamente difícil, pero es allí donde se nos entrega el Misterio de la muerte que da la vida.

El clima de recogimiento y de silencio propio del Sábado Santo, nos va a ofrecer la ocasión de esperar, orando con María, el acontecimiento glorioso de la Resurrección, saboreando de antemano ese gozo íntimo. Gozo y alegría que se manifiesta en el canto del "Gloria" en la Vigilia Pascual y en el que se manifiesta el esplendor de nuestro destino. El día de Pascua, con el canto de la Secuencia: "El Señor de la vida estaba muerto; pero ahora está vivo y triunfa", podremos comprender y amar más profundamente la Cruz de Cristo, pues desde ella ha derrotado para siempre al pecado y a la muerte.

El rostro de Cristo, sufriente y agonizante, que vamos a contemplar durante estos días, nos hace comprender mejor el dramatismo de los acontecimientos y de las situaciones que también en estos días afligen a la humanidad. En la hora suprema del sacrificio del Hijo de Dios, termina diciendo el Santo Padre, depositaremos con confianza a los pies de la Cruz el ansia que alberga el corazón de todos: ¡el deseo de paz!

RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL

Queridos hermanos y hermanas:

Mañana empieza el Triduo pascual, que hará revivir el misterio central de nuestra salvación, a través de la pasión, muerte y resurrección del Cristo. El Jueves Santo contemplaremos a Cristo en el Cenáculo, donde instituyó el sacerdocio ministerial y la Eucaristía, dejándonos también el mandamiento nuevo, el mandamiento del amor.

El Viernes Santo meditaremos la pasión del Redentor; adorando la Cruz comprenderemos mejor la infinita misericordia de Dios, recordaremos a los perseguidos por su fe y expresaremos el gran deseo de paz. El Sábado Santo, rezando con María, esperaremos el acontecimiento glorioso y gozoso de la Resurrección. La Vigilia Pascual, con sus expresivos ritos, nos introduce en la humanidad nueva, redimida por Cristo.

Saludo con afecto a los visitantes de lengua española, en particular a los Colegios de Barcelona y Bilbao, así como a los niños de Caracas. Al invitaros a vivir intensamente este Triduo Santo, os deseo a todos una ¡feliz Pascua de Resurrección!

* * * * * * * *

Una vez más, el Santo Padre dirigió unas palabras afectuosas a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, formulándoles un especial augurio pascual. A los jóvenes les pidió que no tengan miedo en seguir a Cristo, aunque les invite a recorrer con Él el camino difícil de la cruz.

Para los enfermos pidió que la meditación de la Pasión de Jesús, misterio de sufrimiento transfigurado por el amor, les proporcione alivio y consuelo. Y, por último, pidió para los recién casados que la muerte y la resurrección renueve la alegría y el compromiso de su pacto nupcial.

 

EL PAPA CONFIESA A ALGUNOS FIELES EN LA BASÍLICA VATICANA

Juan Pablo II confesó el viernes por la mañana a algunos fieles en la Basílica de San Pedro. Al mediodía, el Pontífice, como viene haciendo cada año el Viernes Santo desde el inicio de su Pontificado, confesó durante una hora aproximadamente, en concreto a 5 mujeres y 4 hombres. Los últimos en ser confesados por el Santo Padre fueron una pareja con un bebé de pocos meses.

 

CONGRESO INTERNACIONAL "UNIV 2002": ESTUDIO, TRABAJO Y SERVICIO

El Papa Juan Pablo II al recibir el lunes a los participantes en el Congreso Internacional UNIV 2002, puso de relieve que la palabra "servicio" representa la clave de lectura de las otras dos: "estudio y trabajo".

"Estudio, trabajo y servicio" son los temas, o, si se prefiere, los compromisos sobre los que han reflexionando los universitarios en su Congreso Internacional UNIV 2002, que cada año celebran en Roma coincidiendo con las celebraciones litúrgicas del Domingo de Ramos y del Triduo Sacro, hasta la Pascua de Resurrección. Jóvenes estudiantes de diversas nacionalidades, que participan en las múltiples actividades formativas de la Prelatura del Opus Dei, se reúnen en torno a la Sede de Pedro.

El Aula Pablo VI reunió el lunes por la mañana a estos jóvenes universitarios en torno al Papa en una cita que desde hace varios años se ha convertido ya en tradicional. En su afectuoso discurso, el Santo Padre puso de relieve que la palabra "servicio" representa la clave de lectura de las otras dos: "estudio y trabajo". El estudio y el trabajo, en efecto, presuponen una actitud personal de disponibilidad y de entrega de sí, que llamamos precisamente servicio.

Citando al Beato José María Escrivá, a quien le gustaba subrayar que en el Evangelio Jesús es conocido como el hijo del carpintero, el Papa puso de relieve que el Hijo de Dios, aprendiz en la escuela de José, hizo del trabajo manual no sólo una fuente de subsistencia, sino un servicio a la humanidad, haciendo de él un elemento integrante del designio salvífico. Lo convirtió en un ejemplo para que cada uno, siguiendo su propia vocación, valore plenamente sus propias posibilidades y las ponga al servicio del prójimo.

Recordando de nuevo al Beato Escrivá, el Papa citó aquella frase suya en la que afirma que "Toda la dignidad del trabajo está fundada en el amor"… "El trabajo nace del amor, manifiesta amor, está ordenado al amor". De ahí que, reiteró el Santo Padre, "cuando, fiel a este itinerario espiritual, uno se aplica seriamente al estudio y al trabajo, se convierte realmente en sal de la tierra y luz del mundo". Es un camino nada fácil y que a menudo va contra corriente, según la mentalidad de vuestros coetáneos y los comportamientos y modas dominantes.

Juan Pablo II concluyo sus palabras en este encuentro con los jóvenes de la UNIV 2002, exhortándolos a resistir a la tentación de la mediocridad y del conformismo, pues sólo así podrán hacer de su vida un don y un servicio a la humanidad; sólo así podrán contribuir a aliviar las heridas y los sufrimientos de los pobres y marginados, todavía muy numerosos en nuestro mundo tan avanzado tecnológicamente. Para que esto sea posible, concluyo el Santo Padre, es absolutamente necesaria la oración, el diálogo íntimo con Aquél que les llama a ser sus discípulos. Que sea Él quien les oriente hoy en el estudio, y en el futuro, en su actividad profesional.

 

SANTA MISA CRISMAL
EL PAPA INVITA A REZAR POR LOS PRESBÍTEROS QUE HAN DERRAMADO SU SANGRE POR SU FIDELIDAD A CRISTO, POR LOS QUE HAN FALTADO A LOS COMPROMISOS ASUMIDOS EN LA ORDENACIÓN Y POR LOS QUE ATRAVIESAN UN PERIODO DE CRISIS

Juan Pablo II presidió el jueves por la mañana la Santa Misa Crismal en "la que se bendicen los Óleos, que otorgarán el bálsamo de la gracia divina al pueblo cristiano".

En el Jueves Santo, en el que se renuevan las promesas hechas en la Ordenación, el Pontífice invitó también a rezar "por los presbíteros que sufren dificultades y persecuciones. Por los que han derramado su sangre por su fidelidad a Cristo y por aquellos que han faltado a los compromisos asumidos con la Ordenación sacerdotal o atraviesan un período de crisis".

Juan Pablo II presidió, en la Basílica de San Pedro, el solemne rito de la Santa Misa Crismal que - como recordó el Papa en su homilía - "se celebra antes del comienzo del Tríduo pascual y en el que se bendicen los Óleos, que otorgarán el bálsamo de la gracia divina al pueblo cristiano".

El Santo Padre, recordó las palabras del profeta Isaías: que evocan ante todo la "misión mesiánica de Jesús, consagrado por virtud del Espíritu Santo como sumo y eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, establecida con su sangre". Y, tras reiterar que "todas las prefiguraciones del sacerdocio del Antiguo Testamento encuentran cumplimiento en Él, único y definitivo mediador entre Dios y los hombres", el Papa evocó asimismo las palabras con las que Jesús comenta el anuncio profético, en la Sinagoga de Nazaret.

Jesús, "acogiendo la llamada del Padre a asumir la condición humana, trae consigo el soplo de la vida nueva y dona la salvación a todos los que creen en Él", hizo hincapié Juan Pablo II, para luego poner de relieve que "si todo bautizado participa de su sacerdocio real y profético", "los presbíteros están llamados a compartir su oblación de modo especial. Están llamados a vivirla en el servicio al sacerdocio común de los fieles".

En este contexto, el Santo Padre subrayó que "el Orden es, por lo tanto, el sacramento gracias al cual la misión que el Maestro confió a sus apóstoles sigue siendo ejercida por la Iglesia hasta el final de los tiempos. Es, pues, el sacramento del ministerio apostólico, que conlleva los grados del episcopado, del presbiterado y del diaconado".

"Queridísimos hermanos, en este día tomamos conciencia de modo especial de este peculiar ministerio que nos ha sido conferido. El divino Maestro nos ha confiado, en la Eucaristía, la celebración de su propio Sacrificio, llamándonos con ello a su especial seguimiento. Por ello, en el curso de esta celebración, le confirmamos juntos fidelidad y amor, y, confiando en la potencia de su gracia, renovamos las promesas hechas el día de nuestra Ordenación".

Y exclamando ¡Cuán grande es este día! El Jueves Santo, en el que Jesús los estableció "ministros de su presencia sacramental entre los hombres", en el que puso en sus manos "su perdón y su misericordia, donándoles su Sacerdocio para siempre", el Papa evocó la "llamada" del Señor que hace sentir a los ordenados que sus vidas están ligadas indisolublemente a la suya. Para siempre.

"Mientras damos gracias por este don misterioso, no podemos dejar de confesar nuestras infidelidades", señalado asimismo Juan Pablo II, recordando luego lo que escribió en la Carta que, como cada año, ha dirigido a los sacerdotes para el Jueves Santo. "Todos nosotros - conscientes de la debilidad humana, pero confiando en el poder salvador de la gracia divina - estamos llamados a abrazar el 'mysterium Crucis' y a comprometernos aún más en la búsqueda de la santidad" (n. 11)

Y, recomendando a los queridos Hermanos "no olvidar el valor y la importancia del sacramento de la Penitencia en nuestra existencia", pues "está íntimamente ligado a la Eucaristía y nos hace dispensadores de la misericordia divina", Juan Pablo II ha hecho hincapié en que los ordenados, "acudiendo a este manantial de perdón y reconciliación" podrán "ser auténticos ministros de Cristo e irradiar su paz y su amor".

Recemos - invitó el Pontífice "por quienes han sido instrumentos preciosos de la llamada divina para con nosotros", "nuestros padres" y, con ellos, "recordemos a todos aquellos que con su testimonio y consejo nos han guiado en el discernimiento de nuestra vocación. Sin olvidar a "los fieles laicos", que nos han acompañado hacia el Sacerdocio, y que siguen a nuestro lado en el ministerio pastoral".

Juan Pablo II, al finalizar su homilía en la Santa Misa Crismal, invitó a rezar "por todos los presbíteros. En particular, "por aquellos que obran entre tantas dificultades o sufren persecuciones". Y evocó "de forma especial a aquellos que han pagado con su sangre su fidelidad a Cristo".

"Oremos por aquellos hermanos nuestros que han faltado a los compromisos asumidos con la ordenación sacerdotal o que atraviesan un período de dificultad y crisis"- pidió asimismo el Santo Padre. Y recordó que "eligiéndonos para una misión tan sublime, Cristo no nos hace faltar nunca la gracia y la alegría de seguirlo, en el Tabor y en el Vía Crucis".

El Santo Padre finalizó sus palabras invocando a María, Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, que ha llamado a sus Apóstoles, no "siervos", sino "amigos".

SIGNIFICADO MISA CRISMAL

 

MISA DE LA CENA DEL SEÑOR

La celebración del misterio pascual comenzó la tarde del Jueves Santo con la Misa de la Cena del Señor. La Iglesia inicia el Triduo Pascual y recuerda la última cena en que el Señor Jesús, bajo las especies de pan y vino, se entregó a sus discípulos y les confirió el sacerdocio de la Nueva Ley.

La solemne Concelebración Eucarística estuvo presidida por el Santo Padre en la Basílica de san Pedro a las cinco y media de la tarde. Para la liturgia Eucarística, el Santo Padre fue ayudado por el Cardenal Secretario de Estado Angelo Sodano. Tras el rito de introducción y la Liturgia de la Palabra, los purpurados Sodano y Etchegaray lavaron los pies a 12 presbíteros, cumpliendo el mandato de Cristo de estar al servicio de los hermanos.

En su homilía el Papa reflexionó sobre los textos que la liturgia propone para este día, es decir, textos del libro del Éxodo, de la primera Carta de san Pablo apóstol a los Corintios y del Evangelio según san Juan.

Esta tarde entramos en la Pascua de Cristo, que constituye el momento dramático y conclusivo, largamente preparado y esperado, de la existencia terrena del Verbo de Dios. Jesús ha venido entre nosotros, afirmó el Papa, no para ser servido sino para servir, y ha asumido los dramas y las esperanzas de los hombres de todos los tiempos. Esta celebración, por lo tanto nos envuelve a todos y nos adentra en el Triduo Sacro, durante el cual también nosotros aprenderemos del único "Maestro y Señor" a "tender las manos" para ir allá donde nos llama a cumplir la voluntad del Padre celestial.

"Haced esto en memoria mía". Con este mandato, que nos empeña a repetir su gesto, Jesús concluye la institución del Sacramento del Altar". No se puede separar la participación en la mesa del Señor del deber de amar al prójimo. Es el amor es, la herencia más preciosa, recordó Juan Pablo II, que Él, deja a cuantos llama a seguirle. Es su amor, compartido por sus discípulos, esta tarde el que se ofrece a toda la humanidad.

"La tradición de la Iglesia, prosiguió diciendo el Pontífice, ha evidenciado siempre la unión existente entre la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación. He querido confirmarlo, en la Carta a los Sacerdotes para el Jueves Santo de este año, invitando a los presbíteros a considerar con renovado estupor la belleza del Sacramento del perdón. Solo así podrán conseguir que lo vuelvan a descubrir los fieles que les han sido confiados".

¡Volvamos espiritualmente al Cenáculo! Recojámonos con fe alrededor del Altar del Señor, recordando la Última Cena. Repitiendo los gestos de Cristo, proclamamos, finalizó diciendo en su homilía el Papa, que su muerte ha liberado a la humanidad del pecado, y continúa abriendo la esperanza de un futuro de salvación para los hombres de todas las época.

Después de la comunión el Santísimo Sacramento fue trasladado al Altar del Monumento, donde permaneció, adorado por los fieles, hasta el viernes por la tarde.

 

VIA CRUCIS EN EL COLISEO

ORACIÓN INICIAL

El Santo Padre:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R /. Amén.

Hermanos y hermanas: ha llegado la penumbra de la tarde, tarde del Viernes Santo de 2002. De nuevo la Iglesia de Roma, se prepara a revivir, en la escucha de la Palabra, el último tramo de la vida de Cristo: desde el Huerto de los Olivos a la tumba excavada en el Jardín.

* * *

Vía Crucis
Camino de dolor, que Cristo recorre en obediencia al proyecto salvador del Padre. Camino suyo y nuestro: "Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16, 24).

Vía Crucis
Espacio de la revelación del Amor trinitario: del Padre que "tanto amó al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3, 16); del Hijo, que tanto amó a sus amigos hasta dar la vida por ellos (cf. Jn 15, 13); del Espíritu de paz, de misericordia y de consuelo.

Vía Crucis
Escuela de vida evangélica, donde el discípulo, dirigiendo la mirada al Crucifijo, aprende cómo se ama a Dios sobre todas las cosas y se entrega la vida por los hermanos; cómo el perdón vence la ofensa y al mal se le combate con el bien, cómo el corazón se abre al amigo y con la aflicción se alivia la pena.

Vía Crucis
Súplica por la reconciliación y la paz, para que en Asia, en África, en Medio Oriente, cesen los graves conflictos actuales, cese el derramamiento de sangre y, por la acción del Espíritu, se quiebre la dureza del corazón y "los enemigos se abran al diálogo, los adversarios se estrechen la mano, y los pueblos se encuentren en la concordia" (Lit. Rom.).

* * *

El Santo Padre:

¡Paz a los de cerca y a los de lejos! Paz a ti, Jerusalén, ¡ciudad amada por el Señor! Paz a ti, Roma, ciudad de muchos mártires, raíz de la civilización cristiana. Oremos.

Breve pausa de silencio.

Padre santo y misericordioso, concédenos recorrer con fe y amor el camino de la cruz, para que participando de la pasión de Cristo,
podamos llegar con Él a la gloria de tu Reino. Por Cristo Nuestro Señor.

R /. Amén.

PRIMERA ESTACIÓN

Jesús en el Huerto de los Olivos

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 14, 32-36

Llegaron a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: "Sentaos aquí, mientras yo hago oración". Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: "Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad". Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. Y decía: "¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero,sino lo que quieras tú".

MEDITACIÓN

El huerto plagado de olivos no ofrece alivio esta tarde. Da pena el rostro abatido en tierra, lacera la angustia que oprime tanto su corazón. Los amigos elegidos como compañeros duermen, los mismos que habían prometido: Siempre estaremos contigo, Jesús. También las promesas, ahora, duermen. Poco antes, después de la cena, Pedro se jactaba: Aunque todos huyan, yo no me iré. Pero ahora, ni siquiera logra tener abiertos los ojos. Jesús debía recorrer estos últimos pasos solo. El largo trayecto de palabras y milagros, un recorrido tan poblado de gente, lo ha llevado hasta aquí: a un rincón de tierra pedregosa, a una soledad inmensa, que da miedo. Rostro en tierra: nada de majestuoso en esta escena, si no es la sinceridad de un hombre que confiesa: Mi alma está triste hasta la muerte. Él, que calmó las aguas agitadas por el viento, ahora no puede apaciguarse a sí mismo. La tempestad es la angustia, que le hace temblar la mente y el corazón, como inquieta el ánimo de millones de hombres y mujeres, ayer, hoy y mañana. La lucha puede durar mucho, y en este jardín sólo acabará cuando el Hijo le diga al Padre: "Lo que tú quieras". Una paz profunda seguirá a la oración.

ORACIÓN

Jesús, tú, que has entrado en Getsemaní lleno de angustia y has salido con el ánimo decidido y apaciguado, conforta a quien gime en el temor o es atenazado por la duda. Tú, que has experimentado nuestra debilidad, concede fortaleza y esperanza a todos los desesperados de la tierra. Tú, que caminas cada día a lado de los oprimidos por las cargas de la vida, permanece a nuestro lado, paso tras paso. A ti, Jesús, postrado en tierra, el rostro bañado de sangre, el honor y la gloria con el Padre y con el Espíritu, por los siglos de los siglos.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Stabat mater dolorosa
iuxta crucem lacrimosa,
dum pendebat Filius.

SEGUNDA ESTACIÓN

Jesús, traicionado por Judas, es arrestado

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 14, 43. 45-46

De pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. Nada más llegar, se acerca a él y le dice: "Rabbí", y le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron.

MEDITACIÓN

En aquella trágica noche oscura de Getsemaní, "la noche en que fue entregado" (1 Co 11, 23), el Hijo de Dios, con sus palabras y sus gestos, suscita en nosotros sentimientos diferentes, a veces contrastantes: advertimos la riqueza del diálogo espiritual con los discípulos y experimentamos la alegría de la cena común; contemplamos las más altas y puras intenciones y nos estremecemos por la mezquindad de la traición. Jesús, sabio y clarividente, siguiendo el designio salvador del Padre, se encamina hacia el sacrificio para la liberación del género humano. Al discípulo traidor, le queda sólo el desprecio universal por los siglos, la "maldición de Judas", el abismo tenebroso. De la muerte de Cristo florece la vida nueva, memoria y anuncio de una esperanza imperecedera: la salvación universal.

ORACIÓN

Señor Jesús, en nuestras divisiones, fruto amargo del pecado, enséñanos el camino hacia la unidad, el camino que conduce a la riqueza indecible del Evangelio y de la Redención. Debe llegar el tiempo establecido por el Padre, en el cual se manifiesta el amor que perdona y une. Tú, sabio Maestro de vida, tú, bueno y paciente, ante la traición del discípulo y a la prepotencia de los gobernantes, danos en estos días de violencia inaudita y de brutal oposición entre los hombres, un rayo de tu calma y tu serenidad. Danos sentimientos de paz y perdón, porque no hay paz sin perdón, no hay perdón sin compasión. A ti, Jesús, que al amigo que te traiciona le muestras tu rostro benigno, la alabanza y el honor, con el Padre y con el Espíritu, hoy y por los siglos de los siglos.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Cuius animam gementem,
contristatam et dolentem
pertransivit gladius.

TERCERA ESTACIÓN

Jesús es condenado por el Sanedrín

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 14, 55. 60-62. 64

Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban. Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: "¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Dios bendito?" Y dijo Jesús: "Sí, yo soy". Todos juzgaron que era reo de muerte.

MEDITACIÓN

La máquina judicial se pone en movimiento. Aquel que condena sin pruebas, acusa sin motivo, juzga sin apelación, oprime al inocente. Justicia sumaria, expeditiva, de las dictaduras modernas y de las situaciones de guerra. Justicia aplicada a veces -suprema blasfemia- en el nombre del Dios que perdona y concede la gracia. Jesús preso. Como todas las víctimas de la arbitrariedad, los presuntos culpables de delitos de conciencia. Se resisten, se niegan a doblegarse al yugo del sistema, de la imposición que sofocay destruye la personalidad y la identidad. Control de identidad: "¿Quién eres?". Cada uno que entra en prisión recibe un número. En todo momento ha de mostrar la propia matrícula, entregar la placa. En la hora de la arbitrariedad, tarea y mérito de la Iglesia es decirle que él no es un número, que cada hombre tiene derecho de ser llamado por su nombre. "¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Dios bendito?" (Mc 14, 61). La respuesta es brillante: "¡Sí, yo soy!" (Mc 14, 62). Mostrar la propia identidad y anunciar la propia fe son a veces hechos pasibles de muerte. Pero ¿cuántos son los que buscan a Dios? ¿cuántos son quienes lo buscan tras las rejas? ¿cuántos están en la prisión de su vida, de sus sufrimientos? ¿cuántos en el escarnio soportado y en la tortura padecida? Hombres y mujeres de todas las cárceles, acorralados, marcados, heridos, sin respuesta a las preguntas esenciales: sobre el sentido de la vida y sobre el mal, sobre el arrepentimiento, el perdón y la salvación, sobre el misterio de la Cruz y de la Redención. Pueblo de carne y sangre. Tierra de encuentros, de rostros, de voces, de gritos. Tierra del Evangelio.

ORACIÓN

Jesús, basta que tú digas "Yo soy", para que acudamos a ti. En las prisiones hombres y mujeres te suplican. Velan y ruegan en la noche. Nos enseñan el aire que allí se respira, el mal que oprime, la libertad que se busca. Escucha su súplica. Si no se sienten perdonados, queridos por ti y por nosotros, si se les niega la esperanza, están doblemente condenados, encerrados en el brazo de la muerte. Concédeles a ellos cuanto nos has concedido a nosotros: la fe en ti y en tu presencia, el amor a la vida, la esperanza en un mundo nuevo. Danos a nosotros y a ellos los medios para buscarte, para aceptar la espera y para encontrarte. A ti, Jesús, Pastor bueno y Señor de nuestras vidas, Amigo de rostro clemente, la alabanza pura y grata, con el Padre y con el Espíritu, en el tiempo y en la eternidad.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

O quam tristis et afflicta
fuit illa benedicta
mater Unigeniti!

CUARTA ESTACIÓN

Jesús es negado por Pedro

V /. Adoramus tú, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 14, 72

Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: "Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres". Y rompió a llorar.

MEDITACIÓN

El gallo canta por segunda vez, y las lágrimas de Pedro caen hasta el suelo. ¿Qué le ha ocurrido a Cefas, la Roca? Ha vuelto a negar a su Redentor, no una, ni dos, sino tres veces. Así como vaciló su fe cuando trató de caminar sobre el agua, ahora, una vez más, Pedro manifiesta su debilidad. Había prometido ostentosamente morir antes que renegar de su Maestro. Pero al final, basta una joven sirvienta para que se avergüence
de su amistad con Jesús. Pero, apenas la mirada de Jesús se cruza con la de Pedro, el Apóstol reconoce su triste error. Humillado, llora y pide perdón a Dios. Grande es la lección de Pedro: hasta los más íntimos ofenderán a Jesús con el pecado. El canto del gallo nunca será ya el mismo para el Príncipe de los Apóstoles: le recordará para siempre su miedo y su fragilidad.

ORACIÓN

Señor, danos un corazón humilde y contrito. Haz que sepamos derramar lágrimas por nuestras culpas, para volver a tu bondadoso abrazo cada vez que te damos la espalda. Haz que aprendamos de Pedro a no dar por descontada nuestra fe ni a suponer que somos mejores que los otros. Ayúdanos a conocernos a nosotros mismos como somos realmente, frágiles, pecadores, necesitados constantemente de tu perdón. A ti, Jesús, que miras al amigo con rostro sereno, la alabanza y la gloria con el Padre y con el Espíritu, por los siglos de los siglos.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quæ mærebat et dolebat
pia mater, cum videbat
Nati pœnas incliti.

QUINTA ESTACIÓN

Jesús es juzgado por Pilatos

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según San Marcos. 15, 14-15

Pero ellos gritaron con más fuerza: "¡Crucifícale! " Pilatos, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.

MEDITACIÓN

"¡Sea crucificado!" (Mt 27, 22) Este grito resuena con fuerza cada vez que un ser humano es maltratado. Diariamente cada uno de nosotros se convierte en juez. Nos consideramos con derecho a juzgar y condenar el comportamiento de los otros, pero rechazamos de ser objeto de la crítica o del juicio ajeno. Siempre encontramos una justificación para nuestras culpas y errores. Jesús responde con el silencio frente a la hipocresía y a la soberbia del poder, la indiferencia de quienes no asumen su propia responsabilidad. Confirma así la enseñanza que dio a sus discípulos: "No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados" (Lc 6, 37). Jesús, maniatado, se siente libre. Al aceptar el misterio de la Cruz nos indica el verdadero amor y la verdadera justicia.

ORACIÓN

Señor Jesús, te rogamos que nos libres de la hipocresía y de la indiferencia, de la tentación de lavarnos las manos ante la injusticia. Concédenos la humildad necesaria para reconocer nuestros errores. Enséñanos a rechazar cualquier componenda con la injusticia y la mentira. Ayúdanos a conseguir el silencio interior para escuchar el grito de los que sufren. Dales tu luz a los que siempre buscan una justificación para sus culpas. A todos nosotros, Señor, tú que diste tu sangre como precio de nuestra libertad, préstanos tu voz para alzarla en defensa de los oprimidos, de los que sufren en silencio, para que se haga realidad en el mundo la paz, la justicia y el perdón. A ti, Jesús, el condenado de rostro inocente, la alabanza pura y agradecida, junto con el Padre y el Espíritu, en el tiempo y en la eternidad.

R /. Amén.
Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quis est homo qui non fleret,
matrem Christi si videret
in tanto supplicio?

SEXTA ESTACIÓN

Jesús es flagelado y coronado de espinas

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelio según San Marcos 15, 17-19

Los soldados le vistieron de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron en la cabeza. Y se pusieron a saludarle: "¡Salve, Rey de los judíos!" Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.

MEDITACIÓN

Cristo, tú eres el verdadero Rey, pero los hombres se han burlado de ti, te han coronado, no para adorarte, sino para denigrarte. Sufrimos contigo porque los hombres están ciegos y sordos a tu mensaje de salvación. Tu Reino no es de este mundo, sin embargo nosotros, los hombres, esperamos favores, poder, éxito, riquezas: un mundo sin sufrimiento. Pero nosotros provocamos dolor a los demás, incluso a los que aún no han nacido, y a los animales. Con tu sacrificio nos has enseñado a romper la espiral de la violencia. Verdadero hombre, has sufrido dolores indecibles; contemplando tu rostro, logramos soportar nuestros dolores, con la esperanza de ser recibidos en tu Reino, el auténtico y único Reino.

ORACIÓN

Oh Jesús, nuestro Rey, perdona nuestra incoherencia: lloramos tu dolor, y perjudicamos los demás para hacer prevalecer nuestro egoísmo. Sé para nosotros, extraviados, un guía seguro, para nosotros, débiles, fortaleza en la prueba, para nosotros, volubles, firmeza en el seguimiento. Haz que la violencia de los hombres sea vencida por tu mansedumbre y que el sufrimiento incomprensible, amparado en la fe, se convierta en instrumento de paz y salvación. A ti, Jesús, Rey coronado de espinas, de rostro sereno y pacífico, honor y gloria, con el Padre y el Espíritu, en el tiempo efímero y en el día sin fin.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quis non posset contristari,
piam matrem contemplari
dolentem cum Filio?

SÉPTIMA ESTACIÓN

Jesús es cargado con la Cruz

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos 15, 20

Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y lo sacan fuera para crucificarle.

MEDITACIÓN

Jesús ha cargado sobre sus hombros la cruz que estaba destinada a cada uno de nosotros. Ésta es, ante nuestros ojos, el símbolo de la paradoja y la contradicción. A pesar de estar investido de la gloria y del poder que el Padre le dio, Jesús aceptó una muerte horrible, deshonrosa, más aún, vergonzosa. Sabía que la Cruz era el único camino para entrar en la intimidad del hombre; una muerta violenta, como el único medio para entrar dulcemente en nuestros corazones. Es difícil llevar esta cruz paradójica en el mundo contemporáneo, globalizado, dominado por el poder económico, político, militar. Los poderosos del mundo se alían, para llevar a cabo represalias, para atacar poblaciones pobres y exhaustas. Se justifica incluso el terrorismo en nombre de la "justicia" y de la "defensa" de los pobres. Un mensaje violento, el de los hombres poderosos: irrumpe violentamente en nuestro corazón y nuestro corazón se petrifica. También por esta gran parte de la humanidad doliente, por las víctimas de la violencia y la injusticia, Jesús lleva la cruz.

ORACIÓN

Señor, danos la fuerza y el ánimo de compartir tu cruz y tus sufrimientos en la vida cotidiana y en las tareas profesionales. Infunde en nosotros el espíritu de servicio y sacrificio, para que no aspiremos al poder y a la gloria, sino a ser instrumento de solidaridad y de paz, para quienes están agobiados por la violencia y la injusticia de los poderosos del mundo. A ti, Jesús, cargado con la cruz y con el rostro cansado, nuestro saludo lleno de gratitud y estupor, con el Padre y el Espíritu, por los siglos de los siglos.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Pro peccatis suæ gentis
vidit Iesum in tormentis
et flagellis subditum.

OCTAVA ESTACIÓN

Jesús es ayudado por el Cirineo a llevar la Cruz

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos 15, 21

Entonces obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo,a que llevara la cruz.

MEDITACIÓN

Un hombre que venía del campo entró en Jerusalén por negocios. Un cortejo extraño le cerraba la calle. En una calle estrecha y abarrotada soldados, mujeres que lloraban, algunos fanáticos con ojos llenos de odio y un condenado, que ya no tenía fuerzas para llevar sobre los hombros el madero de la vergüenza. Los soldados buscan a alguien que le alivie de este peso. No lo hacen por piedad: han de respetar la hora de la ejecución. Eligen al primero que encuentran a mano, porque aparece bastante robusto. Un hombre que venía del campo entró en Jerusalén por negocios. Ha ganado mucho: cinco minutos en la historia de la salvación y una frase en el Evangelio. Ha conocido gratis el peso de la cruz. Así se desvela el misterio. La cruz es demasiado pesada para Dios, que se ha hecho hombre. Jesús necesita solidaridad. El hombre necesita solidaridad. Se nos ha dicho: "Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas" (Ga 6, 2). Solidaridad.

ORACIÓN

Señor, tú dijiste: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mc 8, 34). ¿Cómo puedo hacerlo? Enséñamelo tú, y con tu gracia vence en mí el miedo al odio ajeno, el miedo al dolor, el miedo a una muerte solitaria, el miedo al miedo. Señor, apiádate de mi debilidad. A ti, Jesús, abatido por la fatiga, el rostro sellado por el cansancio, nuestro amor solidario y agradecido, con el Padre y el Espíritu, con los que eres un solo Dios, en este tiempo que pasa y en la eternidad inmutable.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Tui Nati vulnerati,
tam dignati pro me pati
pœnas mecum divide.

 

NOVENA ESTACIÓN

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

V /. Adoramus tú, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Lucas. 23, 27-28. 31

Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?".

MEDITACIÓN

Un lamento fúnebre acompaña el camino del Condenado a muerte. A lo largo de la calle que lleva al Calvario las mujeres lloran y se dan golpes de pecho. No saben que a cambio de sus lágrimas, recibirán la profecía tremenda del tiempo futuro. No lloréis por mí. Ahorrad vuestro llanto para los años y los días futuros, Porque, si tratan así al Inocente, ¿qué será de vosotras y de vuestros hijos? Jesús conoce la respuesta a la pregunta que dirige a las mujeres de Jerusalén. Él, cargado con la cruz, se tambalea bajo el peso del pecado y del dolor de los hombres, que ha querido como a hermanos. Ya sabe lo larga que es en la historia la vía dolorosa que lleva a los "Calvarios" del mundo.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, tú que conoces la profundidad de nuestro corazón, la capacidad de bien y de mal que hay en cada hombre, enséñanos a perdonar y a pedir perdón, a tener piedad de nosotros mismos y de los demás. Acuérdate de Jerusalén, bendecida por tu amor y destrozada por el odio de los hombres. Da a los hombres y a las mujeres de aquella Tierra Santa paz y resurrección. A ti, Jesús, en cuyo rostro resplandece la luz del Padre y la ternura de la Madre, alabanza y gloria con la Luz eterna y el eterno Amor, en el tiempo de la espera y en el cumplimiento eterno.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Eia, mater, fons amoris,
me sentire vim doloris
fac, ut tecum lugeam.

DÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es crucificado

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 24

Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.

MEDITACIÓN

Jesús es crucificado. Sus manos y sus pies son traspasados por crueles clavos. Despojado de sus vestidos, es cubierto ahora por los pecados del mundo. Por amor se deja crucificar y en el amor el sufrimiento humano adquiere valor salvífico. Apoyadas por esta certeza, generaciones de hombres y mujeres, de jóvenes y viejos, siguen al Crucificado en esta radical experiencia de amor. Las llagas del Salvador siguen hoy sangrando, agravadas por los clavos de la injusticia, de la mentira y del odio, de los ultrajes, de los sacrilegios y de la indiferencia. Sobre la palma de sus manos traspasadas por los clavos está escrito el nombre de aquellos que siguen siendo crucificados con él.

ORACIÓN

Señor Jesús, clavado sobre el madero por nuestro amor, danos tu libertad. Enséñanos a vencer el miedo del sufrimiento con la fuerza que mana de tu cruz. Haznos penetrar en este misterio de amor, que transforma en momentos de gracia incluso los simples acontecimientos de cada día. Jesús, levantado en la cruz, atrae hacia ti a cuantos buscan tu rostro; ayuda a cuantos participan en tus sufrimientos a descubrir el sentido de su misteriosa llamada y a compartir tu pasión y el dolor del mundo. A ti, Jesús, Crucificado, en cuyo rostro resplandece la misericordia, nuestra adoración perenne y agradecida con el Padre y con el Espíritu, hoy y en los siglos eternos.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Fac ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.

UNDÉCIMA ESTACIÓN

Jesús promete su Reino al buen ladrón

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Lucas. 23, 39-43

Uno de los malhechores colgados le insultaba: "¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!"Pero el otro le respondió diciendo: "¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho".Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino". Jesús le dijo: "Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso".

MEDITACIÓN

"Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,43): es la palabra más consoladora qué Jesús pronuncia en el Evangelio. Es aún más alentador el hecho de que la dirija a un malhechor. El buen ladrón seguramente había matado, quizás más de una vez, y no sabía nada de Jesús, sino lo que había oído gritar a la muchedumbre. Pero he aquí que escucha las palabras de perdón que el Nazareno dirige a quienes los crucifican e intuye, como en un relámpago, de qué Reino había hablado aquel "profeta". Enseguida lo defiende del escarnio del otro malhechor y enseguida invoca la salvación. Un sentimiento de solidaridad y un grito de ayuda han bastado para salvarlo. Aquel ladrón nos representa a todos. Su rápida aventura nos enseña que el Reino predicado por Jesús no es difícil de alcanzar para cada uno que lo invoque.

ORACIÓN

Señor Jesús, qué has prometido el paraíso al malhechor que te habló desde la cruz junto a la tuya, acuérdate también de nosotros, ahora que estás en tu Reino. Haz que llegue, consoladora, tu promesa de vida eterna y de eterno amor a cada mujer y a cada hombre que afronta el acontecimiento de la muerte. A ti, Jesús, el Condenado del rostro acogedor, la alabanza y el agradecimiento perenne, con el Padre y con el Espíritu, hoy y por los siglos eternos.

R/. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Sancta mater, istud agas,
Crucifixi fige plagas
cordi meo valide.

 

DUODÉCIMA ESTACIÓN

Jesús en Cruz, la Madre y el Discípulo

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Juan. 19, 26-27

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo" Luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa

MEDITACIÓN

María, tú estás erguida a los pies de la Cruz; el discípulo más joven está a tu lado. En medio del estruendo de los soldados y de la muchedumbre, vosotros levantáis silenciosos, la mirada hacia Cristo. María, has levantado las manos para recoger la sangre que goteaba de la cruz, ¿savia del árbol de la vida? ¿Han regado tus lágrimas la tierra, dónde tantas madres dejan a sus propios hijos? Tú, desde el principio, has meditado en tu corazón, en el silencio y en el abandono, en la paz y en la confianza lo que viste y oíste. Ahora ofreces a tu Hijo al mundo, y recibes al Discípulo que él amaba. Desde aquel instante, Juan te acoge en la morada del corazón y en su vida, y la fuerza del Amor se difunde en él. Él es ahora, en la Iglesia, el testigo de la luz y con su Evangelio revela el Amor del Salvador.

ORACIÓN

Jesús, que desde la Cruz diriges tu mirada a tu Madre y al Discípulo, danos, en medio de los sufrimientos, la audacia y la alegría de acogerte y de seguirte con confiado abandono. Cristo, fuente de la vida, de toda gracia y de toda belleza, concédenos contemplar tu rostro sonriente, rostro de quien salva al mundo y lo guía hacia el Padre. Señor, a ti se dirige nuestra alabanza, acompañada por la Iglesia y por tu Madre: concédenos descubrir en la locura de la Cruz la promesa de nuestra resurrección.A ti, Jesús, cuyo rostro resplandece en la hora de las tinieblas, como rostro de Maestro, de Hijo, de Amigo, nuestro amor y nuestra gratitud, con el Padre y con el Espíritu, en el tiempo que pasa y en la perenne eternidad.

R/. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Vidit suum dulcem Natum
morientem desolatum,
cum emisit spiritum.

 

DECIMOTERCERA ESTACIÓN

Jesús muere en la Cruz

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 34. 36-37

A las tres de la tarde gritó Jesús con fuerte voz: "Eloì, Eloì, lema sabactàni?", -que quiere decir? "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?" Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: "Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle". Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.

MEDITACIÓN

Nunca como en la hora de su muerte, la hora más importante en la historia de la humanidad, Jesús ha estado más cerca de nosotros. Como uno de nosotros, en el momento final, Jesús se ve impotente y lleno de angustia. Nos morimos solos. Los clavos traspasan su carne, pero sobre todo su espíritu. ¿Quizás el Padre lo ha abandonado? Sufre por el dolor de su Madre, escogida para dar la vida a un Hijo que verá morir. Sin embargo Jesús, en el amor y en la obediencia, acepta el proyecto del Padre. Sabe que sin el don de su vida nuestra muerte sería sin esperanza; las tinieblas de la desesperación no se convertirían en luz; el dolor no desembocaría en el consuelo, en la esperanza de la eternidad.

ORACIÓN

Gracias Jesús, para haber vencido nuestra muerte, con tu muerte: haz que las cruces de quienes, como tú, mueren de manos de otros hombres, se transformen en árboles de la vida. Gracias Jesús, por haber hecho de la cruz, lugar de sufrimiento y de muerte, la señal de nuestra reconciliación con el Padre: haz que tu sacrificio enjuague todas las lágrimas que hay en el mundo, sobre todo las de quien, como tu Madre, lleva la cruz de la muerte de un inocente. A ti, Jesús, con la cabeza inclinada sobre la cruz y el rostro ya apagado, la alabanza adorante y perenne, en el día que no tiene ocaso y en el día de la luz inextinguible.

R/. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Fac me vere tecum flere,
Crucifixo condolere,
donec ego vixero.

 

DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN

Jesús es puesto en el sepulcro

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 46

José de Arimatea, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.

MEDITACIÓN

Tras el estruendo del trueno en el momento de la muerte, el gran silencio. Los discípulos en la noche, que por temor siguieron a hurtadillas al Maestro, ahora ya no tienen miedo. A la luz del día, piden a Pilatos el cuerpo de Jesús para enterrarlo. La Virgen del gran silencio, que ha llevado en su vientre el Fruto bendito - Aquel que el universo no puede contener - acoge de nuevo en su regazo el cuerpo de Jesús bajado de la Cruz: lo contempla y lo adora, lo venera en su inmenso dolor. El Rey duerme, pero su Esposa vela: es el día del descanso de Dios. también la creación duerme con su Rey en espera de que despierte. El Hijo de Dios desciende a los infiernos para rescatar a los retenidos por la muerte. Su luz interrumpe las tinieblas del Hades. Tiembla la tierra y los sepulcros se abren. Jesús viene para liberar a los justos y llevarlos a la luz de la resurrección. Él ha sido absorbido por la oscuridad de la muerte, pero para ser devuelto a la plenitud de la luz y la vida: como la ballena retuvo en su vientre a Jonás, para devolverlo después de tres días, así también la tierra abrirá sus fauces para liberar el cuerpo luminoso del Viviente.

ORACIÓN

Jesús, tú te has hecho el más pequeño entre los hombres, te has dejado caer en la tierra como un grano de trigo. Ahora, de este grano ha germinado el árbol de la Vida, que abraza el universo. Señor, haz que, así como las piadosas mujeres fueron temprano a tu tumba con bálsamo y ungüentos, también nosotros vengamos hacia ti con los aromas y perfumes de nuestro pobre amor. Jesús, en nuestras iglesias tú esperas: esperas anhelante a alguien que sepa hacerse pequeño y humilde como tú en la Eucaristía, adorarte y testimoniar tu amor delante de los hombres, reconocerte en el pobre y en el que sufre. Haz que cada uno de nosotros se convierta en adorador y testigo tuyo en el misterio del Sagrario y en el sacramento del hombre hambriento, sediento, enfermo. A ti, Jesús, del rostro sereno en la rígida solemnidad de la muerte, nuestro amor y nuestra adoración, en esta hora tardía y en el día que no conoce ocaso.

R /. Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quando corpus morietur,
fac ut animæ donetur
paradisi gloria. Amen.

***

TEXTOS DE MEDITACIÓN PREPARADOS POR: John M. Thavis (Estados Unidos de América), Alexej Bukalov (Federación Rusa), Henri Tincq (Francia), Greg Burke (Estados Unidos de América), Angel Gómez Fuentes (España), Erich Kusch (República Federal de Alemania), Hiroshi Miyahira (Japón), Jacek Moskwa (Polonia), Marina Ricci (Italia), Aura Miguel (Portugal), Luigi Accattoli (Italia), Sophie de Ravinel (Francia), Valentina Alazraki (México), Marie Czernin (República Federal de Alemania).

 

VIA CRUCIS: ¡TU CRUZ ES EL ESTANDARTE DE NUESTRA VICTORIA!

Palabras del Santo Padre al final del Via Crucis en el Coliseo
(Viernes Santo, 29 de marzo de 2002)

Crucem tuam adoramus, Domine! - ¡Adoramos tu Cruz, oh Señor!

Al final de esta sugestiva conmemoración de la pasión de Cristo, nuestra mirada queda fija en la Cruz. Contemplamos en la fe el misterio de la salvación, revelada por ella. Jesús muriendo ha quitado el velo de delante de nuestros ojos, y ahora la Cruz brilla en el mundo con todo su esplendor. El silencio pacificador de Aquel, que la maldad humana ha colgado en aquel Leño, comunica paz y amor. En la Cruz muere el Hijo del hombre, haciéndose cargo de todo sufrimiento humano e injusticia. En el Gólgota muere por nosotros Aquel que con su muerte redimió al mundo.

"Mirarán al que traspasaron" (Jn 19, 37)

En el Viernes Santo se cumplen las palabras proféticas que el evangelista Juan, testigo ocular, refiere con meditada precisión. Al Dios hecho hombre, que por amor aceptó el suplicio más humillante, lo contemplan multitudes de toda raza y cultura. Cuando los ojos son guiados por la intuición profunda de la fe, descubren en el Crucificado al "testigo" supremo del Amor.

En la Cruz Jesús reúne en un solo pueblo a judíos y paganos, manifestando la voluntad del Padre celeste de hacer de todos los hombres una única familia reunida en su nombre.

En el dolor agudo del Siervo sufriente se vislumbra ya el grito triunfante del Señor resucitado. Cristo en la Cruz es el Rey del nuevo pueblo rescatado del peso del pecado y de la muerte. Aunque el curso de la historia pueda aparecer convulso y confuso, nosotros sabemos que, caminando tras la huellas del Nazareno crucificado, alcanzaremos la meta. Entre las contradicciones de un mundo dominado a menudo por el egoísmo y el odio, nosotros, los creyentes, estamos llamados a proclamar la victoria del Amor. Hoy, Viernes Santo, testimoniamos la victoria de Cristo crucificado.

Crucem tuam adoramus, Domine!

Sí, te adoramos, Señor elevado en la Cruz entre la tierra y el cielo, Mediador único de nuestra salvación. ¡Tu Cruz es el estandarte de nuestra victoria!

Te adoramos, Hijo de la Virgen Santísima, erguida al pie de tu Cruz, con actitud valiente de compartir tu sacrificio redentor.

Por medio del Leño en el cual has sido crucificado ha venido al mundo entero la alegría - Propter Lignum venit gaudium in universo mundo. De esto somos hoy aún más conscientes, mientras nuestra mirada se proyecta hacia el prodigio inefable de tu resurrección. "¡Adoramos, Señor, tu Cruz, alabamos y glorificamos tu santa resurrección!".

Con estos sentimientos, a todos, queridos Hermanos y Hermanas, dirijo una cordial felicitación pascual, que acompaño complacido con mi Bendición.

 

VIGILIA SOLEMNE, MADRE DE TODAS LAS VIGILIAS

A las ocho de la tarde del sábado, el Santo Padre Juan Pablo II presidió la solemne Vigilia Pascual en la Basílica de san Pedro. Por antiquísima tradición esta es "la noche de vigilia en honor del Señor". En esta noche, "Madre de todas las vigilias", cada cristiano permanece en oración para celebrar la Pascua de resurrección de Cristo y la propia Pascua, reviviendo los compromisos del Bautismo y participando en le sacramento de la Eucaristía.

La liturgia pascual se inició en el atrio de la Basílica Vaticana con la bendición del fuego y tras encender el cirio pascual se inició la procesión hacia el Altar, con el canto "Lumen Christi". Seguidamente el Diácono, tras haber recibido la bendición del Papa cantó el solemne anuncio de la Pascua, el canto del Exsultet.

Después de la Liturgia de la Palabra, como siempre, el Santo Padre pronunció la homilía.

Homilía del Santo Padre en la Vigilia pascual
(Sábado, 30 de marzo de 2002)

1. "Y dijo Dios: Que exista la luz. Y la luz existió" (Gn 1, 3). Una explosión de luz, que la palabra de Dios sacó de la nada, rompió la primera noche, la noche de la creación.
Como dice el apóstol Juan: "Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna" (1 Jn 1, 5). Dios no ha creado la oscuridad, sino la luz. Y el libro de la Sabiduría, revelando claramente que la obra de Dios tiene siempre una finalidad positiva, se expresa de la siguiente manera: "Él todo lo creó para que subsistiera, las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas veneno de muerte ni imperio del Hades sobre la tierra" (Sab 1, 14).

En aquella primera noche de la creación hunde sus raíces el misterio pascual que, tras el drama del pecado, representa la restauración y la culminación de aquel comienzo primero. La Palabra divina ha llamado a la existencia a todas las cosas y, en Jesús, se ha hecho carne para salvarnos. Y, si el destino del primer Adán fue volver a la tierra de la que había sido hecho (cf. Gn 3, 19), el último Adán ha bajado del cielo para volver a él victorioso, primicia de la nueva humanidad (cf. Jn 3, 13; 1 Co 15, 47).

2. Hay otra noche como acontecimiento fundamental de la historia de Israel: la salida prodigiosa de Egipto, cuyo relato se lee cada año en la solemne Vigilia pascual.
"El Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este que secó el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda" (Ex 14, 21-22). El pueblo de Dios ha nacido de este "bautismo" en el Mar Rojo, cuando experimentó la mano poderosa del Señor que lo rescataba de la esclavitud para conducirlo a la anhelada tierra de la libertad, de la justicia y de la paz. Esta es la segunda noche, la noche del éxodo.

La profecía del libro del Éxodo se cumple hoy también en nosotros, que somos israelitas según el espíritu, descendientes de Abraham por la fe (cf. Rm 4, 16). Como el nuevo Moisés, Cristo nos ha hecho pasar en su Pascua de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios. Muertos con Jesús, resucitamos con Él a un vida nueva, por la fuerza del Espíritu Santo. Su Bautismo se ha convertido en el nuestro.

3. También recibiréis este Bautismo, que engendra el hombre a una vida nueva, vosotros, queridos Hermanos y Hermanas catecúmenos provenientes de diversos países: de Albania, China, Japón, Italia, Polonia y República Democrática del Congo. Dos de vosotros, una mamá japonesa y otra china, llevan consigo también a su hijo, de tal manera que, en la misma celebración, las madres serán bautizadas junto con sus hijos.

"En esta noche de gracia", en la que Cristo ha resucitado de entre los muertos, se realiza en vosotros un "éxodo" espiritual: dejáis atrás la vieja existencia y entráis en la "tierra de los vivos". Esta es la tercera noche, la noche de la resurrección.

4. "¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos". Así se ha cantado en el Pregón pascual, al comienzo de esta Vigilia solemne, madre de todas las Vigilias.

Después de la noche trágica del Viernes Santo, cuando el "poder de las tinieblas" (cf. Lc 22, 53) parecía prevalecer sobre Aquel que es "la luz del mundo" (Jn 8, 12), después del gran silencio del Sábado Santo, en el cual Cristo, cumplida su misión en la tierra, encontró reposo en el misterio del Padre y llevó su mensaje de vida a los abismos de la muerte, ha llegado finalmente la noche que precede el "tercer día", en el que, según las Escrituras, el Señor habría de resucitar, como Él mismo había preanunciado varias veces a sus discípulos. ""¡Qué noche tan dichosa en que une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!" (Pregón pascual).

5. Esta es la noche por excelencia de la fe y de la esperanza. Mientras todo está sumido en la oscuridad, Dios - la Luz - vela. Con Él velan todos los que confían y esperan en Él. ¡Oh María!, esta es por excelencia tu noche. Mientras se apagan las últimas luces del sábado y el fruto de tu vientre reposa en la tierra, tu corazón también vela. Tu fe y tu esperanza miran hacia delante. Vislumbran ya detrás de la pesada losa la tumba vacía; más allá del velo denso de las tinieblas, atisban el alba de la resurrección.

Madre, haz que también velemos en el silencio de la noche, creyendo y esperando en la palabra del Señor. Así encontraremos, en la plenitud de la luz y de la vida, a Cristo, primicia de los resucitados, que reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. ¡Aleluya!

 

ACUCIANTE RUEGO POR LA PAZ EN EL MENSAJE PASCUAL
EL PAPA PIDE QUE SE FRENE LA DRAMÁTICA ESPIRAL DE VIOLENCIA Y MUERTE QUE ENSANGRIENTA TIERRA SANTA, SUMIDA EN EL HORROR Y LA DESESPERACIÓN

El Santo Padre Juan Pablo II celebró en la Plaza de san Pedro la Misa del Domingo de Resurrección en la que han participado miles de fieles procedentes de todo el mundo. Como siempre antes de finalizar la Eucaristía ha pronunciado el Mensaje Pascual, ha saludado en más de sesenta lenguas y ha impartido la Bendición Urbi et Orbi

Juan Pablo II ha pedido hoy a todas las comunidades cristianas de todos los continentes que trabajen para que la paz de Jesús resucitado frene la dramática espiral de violencia y muerte que ensangrienta la Tierra Santa, sumida de nuevo, en estos últimos días en el horror y la desesperación. Esta ha sido la petición emocionada y esperanzada del Papa en su Mensaje Urbi et Orbí, desde la Plaza de San Pedro, cuyo contenido central ha sido un ruego acuciante de paz.

"¡Parece como si se hubiese declarado la guerra a la paz! Pero la guerra no resuelve nada, acarrea solamente mayor sufrimiento y muerte, ni sirven retorsiones o represalias. La tragedia es verdaderamente grande. ¡Nadie puede quedar callado e inerte; ningún responsable político o religioso! A las denuncias sigan hechos concretos de solidaridad que ayuden a todos a encontrar el mutuo respeto y el tratado leal".

El Pontífice ha recordado a todos los discípulos actuales de Jesús que tenemos un serio compromiso en la eliminación de cualquier causa de odio y venganza, sobre todo en la misma "Tierra, en que Cristo ha muerto y resucitado y ha dejado como silencioso pero elocuente testimonio la tumba vacía", porque "destruyendo en sí mismo la enemistad, muro de separación entre los hombres, reconcilió a todos por medio de la Cruz".

No ha olvidado el Santo Padre denunciar con energía la miseria y la violencia que oprime a tantos miembros de la familia humana. "En cuantos rincones de la tierra resuena el grito que implora auxilio, porque se sufre y se muere; desde Afganistán, probado duramente en los últimos meses y dañado ahora por un terremoto desastroso, hasta tantos países del planeta donde desequilibrios sociales y ambiciones contrapuestas golpean a innumerables hermanas y hermanas nuestros".

En este contexto el Papa ha exhortado a los hombres y mujeres del tercer milenio a abrir el corazón a Cristo crucificado y resucitado, que viene ofreciendo la paz." Donde entra Cristo resucitado, con Él entra la verdadera paz. Que entre ante todo en todo corazón humano, abismo profundo, nada fácil de sanear (cf. Jer 17, 9). Que impregne también las relaciones entre las clases sociales, entre pueblos, lenguas y mentalidades diversas, llevando a todo ello el fermento de la solidaridad y del amor".

En este día nuevo "hecho por el Señor", en que el cuerpo glorioso del Resucitado devuelve al mundo, herido por el pecado, su belleza inicial, radiante de nuevo esplendor, el Papa ha reivindicado el mensaje de Cristo victorioso: 'Paz con vosotros'. Una paz, fruto de la victoria que Él logró a un precio muy alto, sobre el pecado y la muerte. Y subrayando que Cristo nos dejó "su" paz, Juan Pablo II ha explicado que por el contrario la paz "a la manera del mundo", como demuestra la experiencia de todos los tiempos, "es con frecuencia un precario equilibrio de fuerzas, que antes o después vuelven a hostigarse. Sólo la paz, don de Cristo resucitado, es profunda y completa, y puede reconciliar al hombre con Dios, consigo mismo y con la creación.

" Muchas religiones proclaman que la paz es un don de Dios. Esta ha sido también la experiencia del reciente encuentro de Asís. Ojalá que todos lo creyentes del mundo unan sus esfuerzos para construir una humanidad más justa y fraterna; ojalá actúen sin descanso para que sus convicciones religiosas nunca sean causa de división y de odio, sino sólo y siempre fuente de fraternidad, de concordia, de amor".

Tras el mensaje Pascual, el Pontífice ha felicitado la Pascua de Resurrección en 62 lenguas.

 

MENSAJE URBI ET ORBI
(Pascua de Resurrección, 31 de marzo de 2002)

1. "Venit Iesus... et dixit eis: 'Pax vobis'".
"Se presentó Jesús... y les dijo: 'La paz con vosotros'" (Jn 20,19).
Resuena hoy, en este día solemnísimo, el augurio de Cristo: ¡La Paz con vosotros! ¡Paz a los hombres y mujeres de todo el mundo! ¡Cristo ha resucitado verdaderamente y trae a todos la paz! Esta es la "buena noticia" de la Pascua. Hoy es el día nuevo "hecho por el Señor" (Sal 117, 24), que en el cuerpo glorioso del Resucitado devuelve al mundo, herido por el pecado, su belleza inicial, radiante de nuevo esplendor.

2. "Muerte y vida se han enfrentado en un prodigioso duelo"
Tras la durísima batalla, Cristo vuelve victorioso y avanza en la escena de la historia anunciando la Buena Noticia: "Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11, 25), "Yo soy la luz del mundo" (Jn 9, 5). Su mensaje se resume en una palabra: "Pax vobis - paz con vosotros". Su paz es el fruto de la victoria, lograda por Él a un precio muy alto, sobre el pecado y la muerte.

3. "Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo" (Jn 14, 27).La paz "a la manera del mundo"- lo demuestra la experiencia de todos los tiempos - es con frecuencia un precario equilibrio de fuerzas, que antes o después vuelven a hostigarse. Sólo la paz, don de Cristo resucitado, es profunda y completa, y puede reconciliar al hombre con Dios, con sigo mismo y con la creación. Muchas religiones proclaman que la paz es un don de Dios. Esta ha sido también la experiencia del reciente encuentro de Asís. Ojalá que todos lo creyentes del mundo unan sus esfuerzos para construir una humanidad más justa y fraterna; ojalá actúen sin descanso para que sus convicciones religiosas nunca sean causa de división y de odio, sino sólo y siempre fuente de fraternidad, de concordia, de amor.

4. Comunidades cristianas de todos los continentes, os pido, con emoción y esperanza, que deis testimonio de que Jesús ha resucitado verdaderamente, y que trabajéis para que su paz frene la dramática espiral de violencia y muerte, que ensangrienta la Tierra Santa, sumida de nuevo, en estos últimos días, en el horror y la desesperación. ¡Parece como si se hubiese declarado la guerra a la paz! Pero la guerra no resuelve nada, acarrea solamente mayor sufrimiento y muerte, ni sirven retorsiones o represalias. La tragedia es verdaderamente grande.

¡Nadie puede quedar callado e inerte; ningún responsable político o religioso! A las denuncias sigan hechos concretos de solidaridad que ayuden a todos a encontrar el mutuo respeto y el tratado leal. En aquella Tierra Cristo ha muerto y resucitado, y ha dejado como silencioso pero elocuente testimonio la tumba vacía. Destruyendo en sí mismo la enemistad, muro de separación entre los hombres, reconcilió a todos por medio de la Cruz (Cfr. Ef 2, 14-16), y ahora nos compromete a nosotros, sus discípulos, a eliminar cualquier causa de odio y venganza.

5. ¡Cuántos miembros de la familia humana viven oprimidos aún por la miseria y la violencia! En cuantos rincones de la tierra resuena el grito que implora auxilio, porque se sufre y muere: desde Afganistán, probado duramente en los últimos meses y dañado ahora por un terremoto desastroso, hasta tantos países del planeta, donde desequilibrios sociales y ambiciones contrapuestas golpean a innumerables hermanas y hermanos nuestros. ¡Hombres y mujeres del tercer milenio! Dejadme que os repita: ¡abrid el corazón a Cristo crucificado y resucitado, que viene ofreciendo la paz! Donde entra Cristo resucitado, con Él entra la verdadera paz. Que entre ante todo en todo corazón humano, abismo profundo, nada fácil de sanear (cf. Jer 17, 9). Que impregne también las relaciones entre las clases sociales, entre pueblos, lenguas y mentalidades diversas, llevando a todo ello el fermento de la solidaridad y del amor.

6. ¡Y tú, Señor resucitado, que has vencido la tribulación y la muerte, danos tu paz! Sabemos que esa se manifestará plenamente al final, cuando vendrás en la gloria. Paz que, no obstante, donde Tu estás presente, está ya ahora actuando en el mundo. Esta es nuestra certeza, fundada en Ti, hoy resucitado de la muerte. ¡Cordero inmolado por nuestra salvación! Tú nos pides que mantengamos viva en el mundo la llama de la esperanza. Con fe y con gozo, la Iglesia canta en este día radiante: "Surrexit Christus, spes mea!" Sí, Cristo ha resucitado, y con Él ha resucitado nuestra esperanza. Aleluya.

 

NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS

ARCHIDIÓCESIS DE BURGOS (ESPAÑA)
Juan Pablo II ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis presentada por monseñor Santiago MARTÍNEZ ACEBES, y ha nombrado Arzobispo Metropolitano de Burgos a monseñor Francisco GIL HELLÍN, hasta ahora obispo titular de Cizio y Secretario del Consejo Pontificio para la Familia.

Monseñor Gil Hellín nació en Murcia, diócesis de Cartagena el 2 de julio de 1940. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario diocesano y fue ordenado sacerdote el 21 de junio de 1964. En 1968 se licenció en Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana y en 1970 obtuvo la licenciatura en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma. En 1975 se doctoró en Teología en la Universidad de Navarra. Es autor de varios libros de Teología y de numerosos artículos relacionados con temas sobre la moral del matrimonio y de la vida.

Ha sido vice párroco, vice director y profesor de Religión en el "Instituto Laboral" femenino de Murcia; profesor de Teología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia; director espiritual del Liceo femenino de Albacete; capellán del Colegio Mayor "La Asunción" de Valencia; docente de Teología en el Instituto Superior de Teología de Murcia, en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, en el Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre Matrimonio y Familia y en el Ateneo Pontificio de la Santa Cruz, en Roma. Además ha sido también Canónigo Penitenciario en las diócesis de Albacete y Valencia. Ha desempeñado el cargo de subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia desde 1985 hasta 1996, año en que fue nombrado secretario del mismo dicasterio. El 3 de abril del 96 fue nombrado obispo titular de Cizio y recibió la consagración episcopal el 1 de junio de ese mismo año.

ARCHIDIÓCESIS DE CUMANÁ (VENEZUELA)
El Santo Padre ha nombrado arzobispo metropolitano de Cumaná (Venezuela) a monseñor Diego Rafael PADRÓN SÁNCHEZ, hasta ahora obispo de Maturín.

DIÓCESIS DE CHACHAPOYAS (PERÚ)
Juan Pablo II ha nombrado obispo a monseñor Emiliano Antonio CISNEROS MARTINEZ, hasta ahora obispo prelado de Chota.

Monseñor Emiliano Antonio CISNEROS MARTÍNEZ nació en Almazul, diócesis de Osma-Soria (ESPAÑA) el 8 de febrero de 1945. Recibió formación religiosa y cultural desde la escuela secundaria hasta los cursos teológicos, en los Institutos que la Orden de los Agustinos Recoletos tienen en Logroño, San Millán de la Cogolla y Salamanca. Emitió la profesión religiosa en 1962. Ya ordenado sacerdote, completó sus estudios en el Instituto Teológico de Vida Religiosa, en Madrid. Durante 13 años desarrolló su ministerio sacerdotal en la Prelatura de Chota: vicario parroquial en Tacamba (1969-1972); párroco en Querecotillo (1974-1975); superior de los Agustinos Recoletos de la "Delegación de Chota" (1975-1981). Posteriormente ha desarrollado otras funciones en su Orden: secretario provincial del Perú (1981-1984); maestro de novicios (1984-1987); vicario provincial en el Perú (1987-1992). En 1992 desarrolló en Roma el encargo de 'segundo asistente general de la Orden de los Agustinos Recoletos'. Fue nombrado prelado de Chota el 7 de diciembre de 1993 y recibió la ordenación episcopal el 6 de enero de 1994. El 25 de mayo de 2000 fue nombrado administrador apostólico "sede vacante" de Chachapoyas.

DIÓCESIS DE CHOTA (PERÚ)
El Papa ha nombrado obispo prelado al padre José Carmelo MARTINEZ LÁZARO, O.A.R, superior de la Comunidad y vice-párroco de la parroquia de "Santa Rita de Casia" en Lima.

Monseñor José Carmelo MARTÍNEZ LÁZARO, nació en Luezas, diócesis de La Rioja (ESPAÑA), el 21 de agosto de 1954. Tras los estudios secundarios como aspirante a la vida religiosa en el colegio "San Agustín" de Logroño, prosiguió los estudios filosóficos y teológicos en el Instituto Teológico "Gaudium et Spes", de Salamanca. Obtuvo el bachillerato en Teología en la Universidad de Salamanca. Emitió la profesión perpetua el 26 de agosto de 1978. Fue ordenado sacerdote el 19 de julio de 1980 en Logroño y posteriormente ha desempeñado los siguientes encargos: formador en el Seminario de su Orden en Salamanca y después en Lima, vicario parroquial de las parroquias de "Santa Rita de Casia" de Lima, de "San Antonio" de Arequipa, y de Huambos, en Chota. Siempre en la Prelatura de Chota ha sido párroco de la parroquia de "Todos los Santos" (1980-1992); administrador apostólico con facultades de administrador diocesano de la vacante Prelatura (1992-1994) y vicario general de la Prelatura (1994-1996); vicario parroquial en Chota (1996-1997); vicario parroquial de la parroquia de "Santa María Magdalena", Lima (1998-1999); desde 1999 es prior de la comunidad y vicario parroquial de "Santa Rita de Casia" en Lima.

ARCHIDIÓCESIS DE POZNAM (POLONIA)
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la Archidiócesis presentada por monseñor Juliusz PAETZ y ha promovido a esta sede metropolitana a monseñor Stanislaw GADECKI, hasta ahora obispo titular de Rubicon y auxiliar de la archidiócesis de Gniezno.

DIÓCESIS DE SIEDLCE (POLONIA)
El Papa ha nombrado obispo a monseñor Zbigniew KIERNIKOWSKI, del clero de Gniezno, hasta ahora rector del Instituto Pontificio Polaco en Roma.

DIÓCESIS DE RADOM (POLONIA)
El Pontífice ha nombrado obispo a monseñor Zygmunt ZIMOWSKI, del clero de Ternów, hasta ahora oficial en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

DIÓCESIS DE JHABUA (INDIA)
El Pontífice ha erigido la diócesis de Jhabua (India), con territorio desmembrado de la diócesis de Indore y de Udaipur, haciéndola sufragánea de la Iglesia Metropolitana de Bhopal, y ha nombrado primer Obispo de Jhabua al Padre Chacko THOTTUMARICKAL.

VICARIATO APOSTÓLICO DE SAN JOSÉ EN MINDORO (FILIPINAS)
Juan Pablo II ha nombrado Vicario Apostólico al padre Antonio PALANG, actual Administrador Apostólico del mismo Vicariato, asignándole la sede titular de Tuburno minore.

NUNCIATURA APOSTÓLICA EN BOLIVIA
El Santo Padre ha nombrado Nuncio Apostólico a monseñor Ivo Scapolo, consejero de Nunciatura, elevándolo al mismo tiempo a la sede titular de Tagaste, con dignidad de arzobispo.

DIÓCESIS DE MUKACHEVE DE LOS LATINOS
Juan Pablo II ha elevado la administración apostólica de Zakarpattia de los Latinos a diócesis de Mukacheve de los Latinos y ha nombrado primer obispo de la nueva diócesis a monseñor Antal MAJNEK. O.F.M., hasta ahora obispo titular de Febiana y Administrador Apostólico de la misma circunscripción eclesiástica.

 

LLAMAMIENTO DEL CARDENAL DE MILÁN: "APAGAR EL INCENDIO DE LA VIOLENCIA EN TIERRA SANTA"

"El corazón de cada sincero creyente en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, de Ismael y de Jesucristo se siente profundamente herido por las continuas y atroces violencias, que incluso con suicidios desesperados ensangrientan Israel y los territorios palestinos, Tierra Santa y Jerusalén desde hace tiempo, e incuso ahora durante la solemnidad de la Pascua hebrea". Esta es la afirmación del Cardenal Carlo María Martini, en un artículo publicado el Domingo de Resurrección en el periódico italiano 'il Corriere della Sera', en el que pide a todos, creyentes y no creyentes, pedir con firmeza la paz para Jerusalén y apagar juntos el incendio de la violencia.

El purpurado sugiere en su artículo que debemos interrogarnos sobre cómo y por qué la espiral del odio haya ido en aumento, alimentándose de falsas motivaciones religiosas, de violaciones de los derechos humanos, de sospechas y venganzas, de humillaciones y atentados, de actos de inaudita crueldad. "Parece, casi, que la voz de la fe y de la razón no sepa encontrar eco en los corazones y en las mentes de quienes han sido tan duramente golpeados y ya no tienen nada que perder en la situación de prisioneros en la que se encuentran".

El cardenal Martini denuncia que el peso de los prejuicios, de la historia y de las guerras del siglo pasado, hace que sea imposible cargar con ese peso, mientras que los mediadores no consiguen obtener la confianza de ninguna de las partes implicadas directamente en el conflicto. "Sin embargo - continúa el purpurado- no podemos ni debemos creer que todo está perdido, ni que no existan personas de buena voluntad y de fe, dispuestas a reanudar los caminos de la paz. Toca a cada uno de nosotros comprometernos en primera persona con la oración e iniciativas concretas, para apagar el incendio de la violencia ciega y cruel y colaborar con iniciativas de paz justas y reconciliadoras".

Asimismo el cardenal de Milán recuerda cómo todos los días vemos que se violan los lugares santos, e incluso la santidad misma de la vida humana de tantos inocentes en Jerusalén y Hebron, en Netanya y Ramallah, Gaza y Belén, Nablus y Tel Aviv. "No tenemos armas para imponer la paz que no se comparte -escribe el purpurado- sólo tenemos armas espirituales de esperanza y de amor".

"Sabemos que en el Islam, la Yihad es un compromiso por la paz y la armonía, no es guerra. La pascua hebrea, que Jesús ha celebrado y santificado instituyendo en ella la Eucaristía, es una fiesta de libertad y de vida, contra cualquier violencia y opresión. Por esta razón, fortalecidos por esta solidaridad que nos une, porque Uno es el creador de todos nosotros, dirigimos un apremiante y urgente llamamiento a todos los creyentes en el único Dios, para que podamos unirnos para reconstruir puentes y caminos, que predispongan los corazones de todos a la verdadera y completa paz".

"También nos dirigimos a todos los que, sin compartir las mismas convicciones de fe, tienen la alta y grave responsabilidad, en distintos niveles de la vida pública, entre las naciones cercanas, y las lejanas, de escuchar las voces de la multitud, la voz que implora la paz.

 

CARTA DEL CARDENAL DAOUD CON MOTIVO DE LA COLECTA "PRO TIERRA SANTA"

El Cardenal Daoud, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, ha escrito una carta con motivo de la tradicional colecta "Pro Tierra Santa", que se realiza cada año el Viernes Santo. En ella el purpurado recuerda el lugar que ocupa la Iglesia de Jerusalén en la solicitud de la Santa Sede y en la preocupación de todo el mundo cristiano. Asimismo evoca la premura del Santo Padre por la Tierra del señor y las Iglesias de aquella región.

"Para que la comunidad católica de Tierra Santa pueda continuar desarrollando su misión en el tiempo, escribe el cardenal, es necesario que los cristianos de todo el mundo sean generosos, haciendo llegar a aquella Iglesia la caridad de sus oraciones, el calor de su comprensión y el signo tangible de su solidaridad".

 

VIERNES SANTO: ORACIÓN ESPECIAL POR LOS PUEBLOS PALESTINO E ISRAELÍ
EXHORTACIÓN PARA QUE CESE LA VIOLENCIA EN LA CIUDAD BAÑANA POR LA SANGRE DEL SEÑOR

En la tarde del viernes en la Basílica de San Pedro, Juan Pablo II presidió la celebración de la Liturgia del Viernes Santo, que celebra precisamente la pasión y muerte de Jesús en la Cruz, en la predicción profética y en la actuación histórica, con Liturgia de la Palabra. Invoca los beneficios de la Redención sobre todos los hombres, con la Oración universal. Venera la Cruz gloriosa del Señor, con la Adoración de la Cruz. Y ofrece a los fieles la prenda de su Redención, con la Santa Comunión.

El Predicador de la Casa Pontificia pronunció la homilía meditando sobre las palabras de Cristo, citadas por San Juan (12,32), "Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Destacando que lo que dijo Jesús se ha venido realizando siempre desde ese mismo momento en que fue levantado de la tierra, el Padre Raniero Cantalamessa concluyó con una oración.

Rogándole al Señor que siga atrayendo todos a él, "a los que lo conocen y a los que no lo conocen". Que su Espíritu siga poniendo en contacto, de forma que sólo Él conoce, a todo hombre y mujer con su misterio pascual de muerte y resurrección, el Predicador de la Casa Pontificia dirigió un rezo especial por el pueblo palestino y por el pueblo de Israel y una exhortación apremiante para que cese la violencia en la ciudad bañada por la sangre del Señor.

"En Ramá se escuchan gemidos y llanto amargo: es Raquel que llora inconsolable a sus hijos que ya no viven" (Jer 31,15; Mt 2,18). Raquel llora a sus hijos, pero también Agar, la madre de Ismael, llora a sus hijos. Que ante tanta tragedia los grandes de la tierra no imiten a Pilatos que se lava las manos. Bendice, Señor las iniciativas en marcha para restaurar la paz en tu tierra y en todo el mundo. Escúchanos Señor.

En cuanto al mandato de Jesús "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación", el padre Cantalamessa instó a no basarse tanto en la creencia de que si no se conoce el Evangelio, la gente no se salva, y en cambio apostar por el deseo de compartir con todos los hombres el inmenso don de Cristo es para nosotros. "El pluralismo religioso -afirmó- no consiste en considerar todas las religiones igualmente verdaderas, sino en reconocer a cada persona el derecho de considerar verdadera la propia religión y difundirla, siempre con métodos pacíficos, dignos de la religión".

"Lo que debe preocuparnos más -advertía el predicador- no es la salvación de quien no conoce a Cristo, sino aquella de quien lo conoce y vive como si nunca lo hubiese conocido, olvidándose de su propio bautismo, de Dios, de todo. A ellos dirige la Iglesia su invitación: Dejaos reconciliar con Dios. Entre sus brazos abiertos, hermano lejano, hay también un lugar para ti".

 

CRECE LA TENSIÓN ENTRE HINDÚES Y MUSULMANES EN LA INDIA

La tensión entre hindúes y musulmanes está alcanzando proporciones de guerra civil. "Carnicería en Gujarat", denuncia la Iniciativa Ciudadana por la Justicia y la Paz. Tras el acto terrorista, a finales de febrero, en el que musulmanes asaltaron e incendiaron un tren, en el que murieron 58 personas, se desató una ola indiscriminada de venganza por todo el estado de Gujarat, con asesinatos de musulmanes en plena calle, sus casas y tiendas incendiadas y al menos 50.000 refugiados en campamentos improvisados.

El gobierno de Gujarat esperó varios días antes de enviar a las fuerzas armadas para restaurar el orden. Más de veinte ONGs en la zona, incluida media docena de instituciones jesuitas, han organizado un esfuerzo conjunto de ayuda a los heridos, desplazados y traumatizados, tanto del bando hindú como del musulmán. Pero los ataques también se dirigen contra quienes ayudan o protegen a los musulmanes. Denunciando la violenta limpieza étnica que se avecina, los jesuitas están tratando de que los medios de comunicación social de la India despierten la opinión pública y exijan responsabilidades políticas.

No obstante, las dos cámaras del Parlamento federal indio aprobaron el martes, en una sesión conjunta, una draconiana ley antiterrorista con la que el Gobierno pretende hacer frente al separatismo islámico en el estado norteño de Yamu y Cachemira. El Decreto Para la Prevención del Terrorismo, ha sido criticado por la oposición por su recorte de las libertades.

Además de la oposición, intelectuales y grupos defensores de derechos humanos consideran "draconiana" la ley y acusan al Gobierno de dotarse de un instrumento que puede utilizar tanto contra las minorías étnicas y religiosas, como para suprimir la oposición política. Según advirtieron algunos observadores, la ley ha permitido la detención de cientos de personas en el estado occidental de Gujarat, casi todas musulmanas, en relación con los recientes enfrentamientos entre hindúes y musulmanes, que causaron la muerte de 700 personas, en su mayoría de la minoría islámica.

 

MOVILIZACIÓN DE CÁRITAS PARA AYUDAR A LOS DAMNIFICADOS POR EL TERREMOTO DE AFGANISTÁN

El personal de la red internacional de Cáritas que viene trabajando en el terreno desde el estallido de la crisis bélica de Afganistán se ha movilizado para prestar ayuda humanitaria de urgencia a los miles de damnificados por los terremotos que han asolado el distrito de Nahrin, en la provincia de Baghlan, situada al noreste de Afganistán. Según las noticias facilitadas por los responsables de la oficina de Cáritas en Kabul, las primeras operaciones de ayuda que han comenzado a poner en marcha las distintas organizaciones no gubernamentales que trabajan en Afganistán están siendo coordinadas por UNOCHA, la oficina de Naciones Unidas especializada en catástrofes. Por su parte, Cáritas Internacional ha hecho un llamamiento urgente de provisión de fondos por un importe aproximado de 285.000 euros (250 mil dólares) al conjunto de las Cáritas donantes del mundo para poder responder a la primera fase de esta emergencia. Cáritas Española ha respondido a este llamamiento con el envío de 240.000 euros (210 mil dólares).

Actualmente, las Cáritas de Alemania, de Estados Unidos, de Holanda y de Irlanda cuentan con personal técnico en el terreno. Los responsables estadounidenses de la oficina en Quetta (Pakistán) han confirmado que han puesto a disposición de Naciones Unidas sus reservas de emergencia -tiendas, mantas y alimentos de primera necesidad- para que puedan ser enviados inmediatamente a la zona siniestrada. Cáritas Española mantiene abierta una cuenta corriente solidaria para canalizar los donativos de los ciudadanos españoles en apoyo de las víctimas del terremoto, así como un teléfono de información permanente. Los fondos recaudados por Cáritas Española serán remitidos a la red de Cáritas Internacional para apoyar las acciones de socorro a los damnificados que se están realizando.

 

X SIMPOSIO EUROPEO DE OBISPOS

Del 24 al 28 de abril se desarrollará en Roma el X Simposio europeo de los obispos cuyo tema central será: "Jóvenes de Europa cambiando. Laboratorio de la fe". En el encuentro, organizado por el Consejo de las Conferencias episcopales del Europa, tomarán parte más de 150 participantes de todas las partes de Europa, entre ellos unos 100 obispos, incluidos los presidentes de todas las conferencias episcopales y algunos prefectos de dicasterios romanos. Por su parte cada Conferencia Episcopal enviará un joven como delegado.

El hilo conductor del Simposio serán las palabras del Papa durante la Jornada Mundial de la Juventud de agosto de 2000 en Roma, cuando el Papa se refirió a los jóvenes como "laboratorio de la fe", espacio de gracia, de búsqueda y de reunión, lugar de experiencia". El Simposio 2002 quiere hacer también suya esta exhortación del Papa y reflexionar sobre cómo la realidad de Jesucristo, vivo en su Iglesia y esperanza de la Europa de hoy y de sus jóvenes, pueda ser vivida concreta y plenamente en nuestra sociedad europea. Partiendo de la experiencia de fe de los jóvenes, los obispos intentarán analizar el cambio cultural actual para responder mejor al compromiso pastoral de inculturación de la fe en la Europa de hoy.

El tema será afrontado en cuatro fases:

  • ¿Qué contenidos y recorridos para una nueva evangelización emergen de la experiencia de los jóvenes?
  • ¿Qué retos afronta la Iglesia ante las experiencias 'críticas' vividas en la actualidad por los jóvenes en relación a la fe?
  • ¿Cuáles son los elementos constitutivos de itinerarios de fe para los jóvenes?
  • ¿Cuáles son las características fundamentales de una Iglesia misonera para y con los jóvenes?

 

CONGRESO: LA COMPAÑÍA DE JESÚS Y EL IMPERIO RUSO

El martes finalizó en Moscú un Congreso internacional bajo el título: "La Compañía de Jesús y el Imperio Ruso en tiempos de Catalina II (1762-1796)", organizado conjuntamente por el Instituto de Historia Universal de la Academia de las ciencias Rusa, el Instituto histórico de la Compañía de Jesús y la Región Independiente Rusa de la Compañía de Jesús". El Congreso tiene como finalidad el encuentro de estudiosos, investigadores y personas interesadas en la historia de la Compañía de Jesús, especialmente en el Imperio de los Zares, con la posibilidad de intervenciones y discusiones. Este Congreso es el primero de una serie dedicada a la Compañía de Jesús y el Imperio Ruso.

 

SEMANA SANTA

SIGNIFICADO DE LA MISA CRISMAL

La Misa Crismal es la principal Eucaristía en la diócesis en la que el Obispo se reúne con todo el Presbiterio diocesano. Es una de las principales manifestaciones de la comunión existente entre el Obispo y sus presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo y en ella son renovados los compromisos sacerdotales. En la Misa Crismal el obispo consagra el Santo Crisma, el Óleo de los catecúmenos, y el Óleo de los enfermos, que serán utilizados durante todo el año y en toda la diócesis para la celebración de algunos sacramentos y sacramentales.

Con el Santo Crisma son ungidos los nuevos bautizados, y serán signados los que reciben la confirmación y los que son ordenados sacerdotes. También con el Santo Crisma se consagran los nuevos templos y altares. Con el Óleo de los catecúmenos se preparan y disponen los mismos catecúmenos, para que los que van a ser bautizados reciban la fuerza para que puedan renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y renazcan de la fuente de la vida. Y con el Óleo de los enfermos son remediadas las dolencias del alma y del cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal, y conseguir el perdón de los pecados.

 

BREVE HISTORIA DEL VÍA CRUCIS

El Vía Crucis: una devoción paralitúrgica, con la que se pretende evocar las etapas del doloroso camino recorrido por Cristo del Pretorio al Calvario. Se pueden descubrir los orígenes remotos del Vía Crucis en las visitas que los piadosos romeros de Tierra Santa realizaban a los principales santuarios de Jerusalén, de las cuales encontramos una precisa relación en la famosa "Peregrinatio" de Egeria (416); como también en la reproducción material de aquellos edificios sagrados que muchos peregrinos realizaron en sus respectivas patrias para renovar con más fervor aún las agradables sensaciones de la Ciudad santa. Lo podemos contemplar en Roma con la imitación del Santo Sepulcro, en la Santa Cruz en Jerusalén; y especialmente en Bolonia con el curioso complejo de siete capillas, que lleva el mismo nombre y se refiere al obispo de esta ciudad san Petronio(432-449)

Pero un ejemplo más concreto de las formas modernas del Vía Crucis lo podemos encontrar en un apócrifo del siglo V, en el que su anónimo autor describe cómo la Virgen Santa, tras la Ascensión de Jesús al cielo, solía cada día recorrer los lugares por Él santificados en el Jordán, el desierto, en la pasión, en la resurrección. La piadosa narración debió penetrar fácilmente en la tradición devocional de Jerusalén, recogida más tarde por los franciscanos; porque la encontramos en la relación del viaje que escribió el padre dominico Fabri en 1480. Él, sin embargo la amplió bastante: María realiza todo el recorrido del Vía Crucis, desde el Santo Sepulcro y desciende hacia Jerusalén por el mismo camino hecho por Jesús. Y cuando pasa por los lugares que recuerdan los episodios sobresalientes de su doloroso viaje, como el Getsemaní, la caída bajo la cruz, el encuentro con las mujeres piadosas, el pretorio de Pilatos, la casa de la Verónica, se detiene, se arrodilla y reza. Como podemos ver, el recorrido trazado por Fabri se realiza al contrario; de hecho, así se hacía en el siglo XV, después de que los turcos, que se habían apoderado de los Lugares Santos, hubieran impuesto extraños límites y condiciones para la visita de los peregrinos.

La representación más antigua del Vía Crucis que conocemos fue esculpida aproximadamente en el 1490 por Adamo Krafft de Nuremberg. Comprendía 7 estaciones, o como se denominaban más corrientemente, siete caídas; colocadas al aire libre y distanciadas una de la otra según una presunta referencia a la realidad de la Ciudad Santa. Comprendían: el encuentro con María Santísima, el Cireneo, las mujeres piadosas, la Verónica, la caída de Jesús, Jesús bajo la Cruz, su deposición en el regazo de María. A la misma época (1491) pertenecen las estaciones erigidas en otras tantas capillas en Varallo por el franciscano Bernardini Caimi, ex custodio de Tierra Santa.

No obstante, la popularidad real de esta devoción no se dio antes del siglo XVII, cuando Inocencio XI (1686) concedió la facultad de poder adquirir las grandes indulgencias, ya establecidas para los peregrinos que visitaban Jerusalén, también para aquellos que en las iglesias de los Franciscanos hubiesen practicado el ejercicio del Vía Crucis. Más tarde (1731) Clemente XIII permitió en todas las iglesias seculares la erección de las Estaciones, fijando su número en 14, y reservando la facultad de bendecirlas a los Franciscanos.

Fueron precisamente los fieles custodios de los Lugares Santos, los que vigilaron con celo la devoción del Vía Crucis. Destacó entre todos San Leonardo de Porto Maurizio (muerto en 1751); y por sugerencia suya, que Benedicto XIV en 1750 dispuso la erección, en el Coliseo, de las estaciones, y que se practicase el piadoso ejercicio cada viernes. Hoy en día puede decirse que el ejercicio del Vía Crucis es el más popular entre los fieles, y el más idóneo para suscitar en los corazones piedad hacia los dolores de Cristo.

 

EL CAMINO DE LA CRUZ DESDE EL COLISEO HASTA LOS PIES DEL PALATINO

La comunidad cristiana de Roma, junto con numerosos peregrinos procedentes de todo el mundo, se congrega cada año en torno al Sucesor de Pedro junto al Coliseo, en la tarde del Viernes Santo, conmemoración litúrgica de la Pasión del Señor, para el tradicional y piadoso ejercicio del Vía Crucis.

Millones de fieles participan de este momento de contemplación y oración a través de la televisión. La Urbe y el Orbe se reúnen en cierto sentido en torno al misterio de la pasión y muerte del Señor, cuya representación es seguida a través de lecturas bíblicas, oraciones, comentarios y cantos. El camino de la cruz se desarrolla desde el interior del Coliseo hasta los pies del Palatino.

Las catorce estaciones, como ya ha ocurrido otras veces en estos últimos años, se desgranan según un esquema estrictamente bíblico, con textos escogidos preferentemente del Evangelio de San Marcos.

El Santo Padre invita cada año a personas de varias nacionalidades y de diversas iglesias o comunidades eclesiales a comentar las estaciones del Vía Crucis. La novedad de los comentarios del Vía Crucis 2002 proviene de la multiplicidad de los autores: catorce periodistas y profesionales de la comunicación social, hombres y mujeres, todos laicos, acreditados ante la Sala de Prensa del Santa Sede, de varias naciones, representantes de conocidos periódicos y redes televisivas, atentos a los acontecimientos de la crónica diaria, pero también sensibles al mundo del espíritu, formados en el lenguaje claro y esencial de los "medios de comunicación", acostumbrados a la transmisión de las noticias cotidianas. Ellos han sabido conectar el misterio de Jesús Nazareno con los hechos de la historia contemporánea: personas y rostros, circunstancias y lugares de nuestro mundo que constituyen también un Vía Crucis cotidiano, donde Cristo vive y sufre todavía en muchos de nuestros hermanos y hermanas: en los pequeños y en los pobres, en los desheredados y en los enfermos, en los presos y en los perseguidos, en los sin techo y sin patria. La meditación de cada una de las estaciones une a menudo el acontecimiento de Jesús de Nazaret con el de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, víctimas de la violencia, de la guerra, de la persecución, del terrorismo.

Se ha confiado a las mujeres periodistas el comentario de las estaciones en que las mujeres -María, la Madre de Jesús, las discípulas que han seguido al Maestro hasta el Calvario, las hijas de Jerusalén- son protagonistas y testigos de varios episodios de la pasión del Señor.

También en esta ocasión -lo han expresado bien los comentaristas de este Vía Crucis 2002- en el rostro de Cristo resplandece el rostro de Dios. En su pasión se leen los sufrimientos de la humanidad. En los rostros atormentados de hombres y mujeres de nuestro tiempo se distingue el rostro de Cristo acusado, escarnecido, crucificado. Pero su victoria pascual, su triunfo sobre el mal y sobre la muerte es esperanza para toda la humanidad, promesa y anticipación de un vida nueva.

 

REFLEXIONES DE SEMANA SANTA

LUNES SANTO

"Comenzamos la celebración del misterio pascual de Cristo"
"Liturgia": Participación con la Iglesia en la celebración que actualiza la acción salvadora de Dios, cumplida en Cristo = "Misterio Pascual".

El centro del año litúrgico no es la Semana Santa, sino el Triduo Pascual precisamente porque es la celebración cumbre del Misterio Pascual: El Vaticano II, conforme a la tradición, ha puesto de relieve el Misterio Pascual de Cristo y nos ha recordado que de Él reciben su fuerza todos los sacramentos y sacramentales. (PFP 1)

Del mismo modo que la semana tiene su punto de partida y su momento culminante en el domingo (dada la índole pascual del día), así, el centro culminante de todo el año litúrgico esplende en el santo Triduo pascual de la pasión y resurrección del Señor, que se prepara en el tiempo de Cuaresma y se prolonga en la alegría de los 50 días sucesivos. (ibid. 2)

El Triduo pascual, pues, celebra el tránsito del Señor de este mundo al Padre a través de su muerte, sepultura y resurrección, que tuvieron lugar en los tres días del viernes, sábado y domingo. Se trata, en realidad, el Triduo del crucificado, sepultado y resucitado: con su celebración se hace presente y se realiza en nosotros el Misterio de la Pascua, es decir, el tránsito de la Iglesia con su Señor de este mundo al Padre.

En esta celebración del Misterio, por medio de los signos litúrgicos y sacramentales, la Iglesia se une en íntima unión con Cristo, su Esposo... (ibid. 38).

Se trata, pues, de participar del Misterio Pascual de Jesús a través, precisamente, de signos litúrgicos. Éstos no han de ser concebidos, por tanto, ni como ceremonias emotivas, ni como simples rúbricas más o menos estéticas, sino como verdaderos signos sacramentales a través de los cuales se participa del Misterio (significando causant). En este sentido, hay que advertir que, en las celebraciones propias de estos días, los signos más importantes no son, precisamente, los más extraordinarios. Así, por ejemplo: el Domingo de Ramos es más importante la aclamación al Señor que los ramos en sí y su bendición, pero la lectura de la Pasión y la liturgia eucarística es todavía más importante que la procesión con los ramos; en la Vigilia Pascual, lo principal es la lectura prolongada de la Palabra y la celebración sacramental, mientras que el fuego y el lucernario es sólo la introducción a lo principal.

En conclusión: Esta iniciación litúrgica pretende ayudar a entender el sentido y la razón de ser de cada día y de cada momento celebrativo en la marcha pascual del conjunto; y, también, animar a aprovechar cada elemento litúrgico para lograr una participación consciente y viva de la celebración.

La Semana Santa que hemos iniciado el Domingo de Ramos, nos recuerda los últimos acontecimientos terrenos de Jesús. Él se encamina hacia su pasión y muerte con un conocimiento responsable de lo que espera, sabiendo lo que hace y aceptando con amor cuanto le viene impuesto con una malvada violencia. En el Evangelio de este día encontramos dos personajes que simbolizan dos actitudes contrapuestas que se pueden asumir de frente a la dramática historia a la que están asistiendo. Uno de ellos es Judas, el traidor, que intenta hacer negocio de la dolorosa suerte de Jesús. Hay, también, una mujer apasionada, María Magdalena, que realiza con Jesús gestos de gran generosidad. Nosotros no podemos pasar los próximos días con una distante curiosidad como espectadores de un drama que no nos afecta. Se nos exige tomar una posición clara y seguir a Jesús participando íntimamente en sus padecimientos.

 

MARTES SANTO

"Jesús mojo un trozo de pan y se lo dio a Judas"

El hecho de que uno de los discípulos, elegido para ser de los Doce Apóstoles, ha traicionado al Maestro y Salvador, ha provocado una profunda mella en la sensibilidad de los cristianos. Es un acontecimiento oscuro sobre el que han surgido tantas leyendas y se han escrito múltiples narraciones. Pero ninguna ha sido capaz de explicar cómo ha podido ocurrir un hecho semejante. El Evangelio, después de haber aludido a la traición de Judas, vuelve en este día sobre el mismo argumento, casi como si quisiera presentarnos con reiterada insistencia el argumento para nuestra meditación.

Lo que más nos impresiona es la presencia de este amigo-traidor en el convite pascual que Jesús ofrece a sus doce Discípulos, en los que confiaba plenamente y a los que estaba por encargar la continuación de la obra que Él había comenzado. Esta cena suponía para los asistentes una relación de leal amistad y quería subrayar el vínculo de solidaridad entre ellos y su Maestro. Era, por tanto, el momento menos oportuna para que Judas se dejase ver por el Señor. Pero Jesús ha tenido que soportar también este ultraje. Y es que, justamente, a partir de este acto de traición comienza la pasión del Señor, y nosotros entramos en ella poniéndonos en guardia para no renovar una culpa semejante.

Mateo nos dice hoy que "Judas, uno de los doce", poniendo así de relieve su pertenencia al Colegio Apostólico, va a los Sumos Sacerdotes y vende a Jesús por 30 monedas de plata, el precio de un esclavo acorneado por un buey (Ex 21, 32), para indicar así el poco valor que este discípulo atribuía al Maestro. Al mismo tiempo los demás discípulos se ocupan de los preparativos de la "cena de la Pascua": debían encontrar una sala amplia, disponerla para un convite donde tomarían parte al menos trece personas, comprar los alimentos prescritos por el ritual y cocinarlos. Si, está claro que para todo esto los discípulos deberían tener amigos y colaboradores, como "fulano" al que el Maestro manda a los discípulos. Los gestos de la preparación de esta cena ritual, que para los judíos era memoria de la liberación de la esclavitud y de la constitución de su pueblo, era una ocasión para recordar y orar, para los discípulos se convertirá en un momento para considerar la extraordinaria experiencia vivida con Jesús con el trasfondo de los recuerdos religiosos de su pueblo.

Durante la cena Jesús anuncia la traición que sufrirá. El signo para indicar al culpable será mojar un trozo de pan en el plato común. Este era un modo de comer juntos que manifestaba familiaridad y amistad entre los convidados, y el gesto de Judas de tomar parte en aquel banquete común tendrá un triste significado para la futura Iglesia. La ansiedad de los discípulos al preguntar cada uno al Maestro: "¿Soy yo acaso, Rabbí?", nos manifiesta claramente la posibilidad de que todo cristiano pueda sentarse a la mesa de la Eucaristía como perjuro. Sin duda, la tradición eclesial ha conservado este recuerdo para que cada uno de nosotros nos preguntemos, mientras nos acercamos a participar en la eucaristía, si estamos en sintonía con Jesús y con los hermanos.

Encontrar esta cuestión inquietante al final de la Cuaresma es una nueva invitación a preguntarnos si cada uno de nosotros está en comunión pura con el Señor.

Profiriendo una dura condena contra el traidor, Jesús afirma que quizás ha llegado el momento de que el Hijo del hombre deba dejar este mundo, "como está escrito de Él". Viene a propósito el tercer canto del Siervo doliente de Isaías, que la Iglesia ha interpretado como profecía de los dolorosos acontecimientos de Jesús. El Siervo se presenta como un "iniciado" al que Dios abre cada mañana la mente para que comprenda su palabra y pueda proclamar palabras de salvación y esperanza a lo que han perdido la confianza. De este modo puede soportar toda persecución con tenaz resistencia. Tiene confianza que su misión llegará a buen puerto y sus adversarios no le derrotarán, ya que espera la justicia de Dios y posee la asistencia divina. De este modo somos ya introducidos en el clima del Triduo pascual, cuando las tinieblas más oscuras se abatirán sobre Jesús y serán finalmente vencidas por una luz fulgurante.

 

MIÉRCOLES SANTO

"Eucaristía, sacerdocio, Mandamiento del amor"

El santo Triduo pascual se inaugura con la misa vespertina de la cena del Señor que es como su introducción o pórtico de entrada (a semejanza de las primeras vísperas con las que se inauguran las grandes solemnidades). Es una misa vespertina que, como toda Eucaristía, ha de vivirse sobre todo como sacramento que recuerda y hace presente el Misterio pascual de la muerte y resurrección del Señor, que se celebrará con solemnidad especial en los días del Triduo a la que esta celebración introduce.

Esta misa vespertina evoca la última cena, esto es, la noche de su entrega: su amor hasta el extremo; su ofrenda adelantada en el pan y el vino entregados; su encargo al ministerio sacerdotal. La Eucaristía y el ministerio, que el Señor dio a su Iglesia la víspera de su pasión, son los medios que permitirán a la Iglesia vivir el triunfo pascual de su Señor y la vida nueva recibida de la Pascua. La atención del espíritu debe, pues, centrarse en los misterios que se recuerdan: la institución de la Eucaristía, la institución del ministerio y el mandato de la caridad fraterna. Con todo, hay que advertir que no se trata del gran día de la Eucaristía. "Eucaristía" significa originariamente Acción de gracias por el triunfo obtenido. El gran día de la Eucaristía no es, pues, el jueves santo, sino la noche de Pascua y, en general, el domingo cristiano. La misa vespertina del jueves santo es sólo como una profecía de lo que será el gozo exultante de la misa de Pascua, que es la única del Triduo.

Las lecturas presentan la Eucaristía como sacramento del memorial (profecía) de lo que celebramos en el Triduo: la Pascua del Señor por su muerte y resurrección:

1ª lectura: En su cena pascual, los israelitas celebraban el gran acontecimiento del Éxodo. La celebración actualizaba la salvación que Dios les hizo experimentar cuando los instituyó como pueblo de la alianza.

2ª lectura: Los cristianos hemos recibido del Señor el encargo de celebrar la Eucaristía como memorial de un nuevo Éxodo: el paso de Jesucristo de la muerte a la vida nueva. La celebración eucarística actualiza lo que significa el sacrificio pascual de Cristo en la cruz (mi cuerpo entregado y mi sangre derramada) para que podamos participar de él (tomad y comed).

Evangelio: Escena del lavatorio: Para que lo que yo he hecho con vosotros, también vosotros lo hagáis unos con otros. Si el sacramento que celebramos es entrega por nosotros, la comunidad debe ser también lugar de experiencia de la actitud de caridad como entrega servicial a los demás.

El gesto del lavatorio: El ministro celebrante, como signo sacramental de Cristo, le imita en su condición de Siervo. Es todo un signo de lo que comporta la Eucaristía como actitud de entrega a los demás.

La Reserva Eucarística: Subraya hoy lo que solemos hacer habitualmente: reservar pan eucarístico pensando en los enfermos impedidos y en la oración personal. Hoy se hace pensando en todos los que comulgarán en la celebración de la Pasión del Señor y pensando también en la meditación contemplativa ante ese Cristo que nos ha querido dejar el recuerdo vivo de su entrega.

La oración ante el Sagrario: Ante la reserva eucarística, la comunidad cristiana suele hacer unos momentos de oración - la clásica hora santa - para meditar, profundizar y alabar el Misterio que se empieza a celebrar, porque toda la celebración de este día radica en iniciar la Pascua.

 

JUEVES SANTO

"Se entregó voluntariamente a la muerte"

El viernes santo es, propiamente, el primer día del Triduo que conmemora la primera fase del Misterio Pascual: el sacrificio redentor de Jesucristo que, como sumo sacerdote y en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvar a todos.

En este día en que ha sido inmolada nuestra víctima pascual, Cristo, (1 Cor 5,7) la Iglesia, meditando la Pasión de su Señor y Esposo y adorando la Cruz, conmemora su nacimiento del costado de Cristo dormido en la Cruz, e intercede por la salvación de todo el mundo. (PFP 58)

Es el comienzo de la Pascua y no su preparación inmediata (la Cuaresma ya terminó). Comenzamos, así, el Triduo como tres días consecutivos que celebran la Pascua, es decir, el "tránsito" de Jesucristo de este mundo al Padre, haciendo pasar consigo, de la muerte a la vida y del pecado a la amistad y comunión con Dios, a la humanidad entera. No se trata, pues, de que hoy celebramos su muerte y otro día celebraremos su resurrección. Lo que propiamente celebramos es el pasar de Jesús de este mundo al Padre a través de su muerte en la Cruz... Ya una antigua oración del Sacramentario Gelasiano lo expresaba así: por su muerte, su alma pasó ya al Padre; con su sepultura, su carne pasó de la fatiga y el sufrimiento al descanso; y, con su resurrección, el cuerpo glorificado pasó a la esfera de lo divino. Así pues, todos y cada uno de los días del Triduo y todas y cada una de sus celebraciones conmemoran la totalidad del Misterio pascual. Solo que este único Misterio se celebra cada día con matices propios y un tanto diversos.

El viernes santo contemplamos a Cristo que con su muerte inaugura la Pascua venciendo la muerte de la humanidad. Celebramos, pues, la muerte gloriosa del Señor que sube a la cruz para pasar al Reino de Dios. Bajo este aspecto es significativo el canto más antiguo de este día: la antífona Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. No se trata, pues, de un duelo, sino de una celebración centrada en la Cruz del Señor, proclamando la Pasión y adorando la Cruz. Se trata, pues, de una memoria de la muerte del Señor, preñada de esperanza y contemplada como victoria. Por eso, las vestiduras litúrgicas de los ministros no son hoy moradas como en las celebraciones penitenciales, sino de color rojo, que es el color de la victoria.

Pero ¿cómo podremos celebrar la muerte afrentosa de Jesús?, ¿cómo podemos aclamarle cuando aparece más miserable?... Se trata de ver más allá de nuestros pobres esquemas mentales. La Cruz, mirada a la luz de la fe pascual, significa en realidad el fracaso de un mundo de valores y el nacimiento de un nuevo orden de cosas: lo que antes era miserable y absurdo, desde la Cruz se convierte en riqueza y sabiduría: Cristo en la Cruz no es un fracasado, sino un triunfador. Por eso, la Iglesia puede contemplar hoy la Cruz con ojos de júbilo. Para ella no es un instrumento de escarnio que culmina con la muerte vergonzante del crucificado, porque mira la Cruz a la luz del Resucitado: en ella comienza, en realidad, la vida del universo.

Las lecturas antes de la proclamación de la Pasión preparan a entender su sentido y la dimensión salvífica de lo acontecido en el Calvario. Tratan de evocar los sentimientos de Cristo Jesús para que los oyentes puedan sintonizar con ellos: la 1ª expresa la tensión humillación-libertad que pasa por la muerte del Siervo. El Salmo es una meditación de la voluntad interior de oblación con la que Jesús se enfrenta a la muerte: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. La 2ª lectura: de la obediencia en el sufrimiento que ha convertido a Cristo en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. La lectura de la Pasión, según S. Juan es el momento culminante y central de la celebración. Según remotísima tradición, se ha escogido para este día el relato del IV Evangelio, precisamente, porque es el que mejor conecta con el espíritu en el que la Iglesia contempla hoy la pasión y muerte de su Señor: Juan lo presenta como la gran hora de la entrega de Jesús por amor y de su glorificación.

 

VIERNES SANTO

"Sábado de la sepultura del Señor"

Durante el sábado santo de la sepultura del Señor, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte y su descenso a los infiernos; y esperando en la oración y el ayuno su Resurrección. (PFP 73)

Al viernes santo le sigue el sábado, el día de Jesús muerto en el sepulcro. Ayer escuchamos que "dando un fuerte grito, expiró". Todo estaba cumplido, Él estaba muerto. Y no fue una muerte aparente. Jesús ha muerto verdaderamente en la carne y ya está con los muertos. Él, como nos cuenta Mateo "como Jonás permaneció tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así Él permaneció tres días y tres noches en el corazón de la tierra". Su sepultura y sepulcro confirman su muerte, según el sentido del Nuevo Testamento. Él, el crucificado, ahora yace en el sepulcro y está en el reino de los muertos como un muerto más. Hemos llegado a la tarde del viernes santo y al sábado santo. Ha llegado el silencio sepulcral.

Silencio, ayuno y austeridad no vacíos, sino llenos de sentido: están llenos de esperanza, contenidos, en espera de la fiesta... Oración y meditación junto al sepulcro del Señor: Jesús en el sepulcro es el mejor símbolo del Mesías que se ha abrazado con el dolor, la muerte y el silencio de todos los hombres de todos los tiempos. Pero es una situación esperanzada: dormiré y descansaré en paz; mi carne descansa serena; espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

No podemos anticipar a este día la alegría pascual. El Sábado Santo es como un paréntesis entre el dolor de ayer y la alegría de mañana. Más aún, el Sábado encierra un misterio que no se puede decir con palabras ni expresar por medio de ritos. Es una ocasión para meditar sobre la seriedad de una muerte que no ha sido una ficción ni un paseo, por otro lado penoso, hacia una resurrección prevista y esperada.

Ciertamente Jesús era animado por la esperanza, manifestada en los salmos con los que ora a su Padre Dios, y que habían sostenido a los creyentes en el Antiguo Testamento. Dios no abandona en su fidelidad al mísero y afligido, no le deja morir en las manos de sus enemigos y le ofrece después una existencia más fecunda. Pero esta certeza sólo se ampliaban tímidamente hacia el más allá. A pesar de estas premisas bíblicas, la perspectiva histórica de Jesús se encuentra con una violencia feroz que no le consiente escapatoria alguna y le empuja hacia el abismo de la muerte.

¿Qué ocurrirá después con Él? Nosotros ya lo sabemos y esperamos con certeza el anuncio pascual. Pero es necesario que nos detengamos a reflexionar hasta que punto la muerte a atrapado al Maestro bueno y de que profundidad lo ha resucitado Dios. Incluso en esta situación, entre los muertos, Jesús ha compartido en todo el destino humano.

Pero, ¿qué significa para los vivos y para los muertos este sábado? Para los contemporáneos del Señor representó sólo un Jesús difunto que ha pasado al más allá; un Jesús "histórico" puro y simple, un hombre como los demás que ha nacido para morir, con un nombre que pronto será olvidado. Incluso, sus discípulos camino de Emaús, afirman: "Fue un profeta potente en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo... los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera el libertador de Israel. Y ya ves, hace ya dos días que sucedió esto".

Este es un aspecto del Sábado Santo, pero hay otro. Es el día en el que, con Jesús muerto, se revela una vez más el significado último y la fuerza íntima de la cruz. Es el momento en el que el Señor, ausente de la tierra, escondido para el ojo humano, avanza hasta el punto extremo de la muerte, y una vez muerto, desde lo alto de la cruz, con el Evangelio de la cruz, penetra profundamente en ella. De este modo se convierte en un prólogo escondido de la Pascua, ya que el amor derramado en la cruz inicia ya a ser victorioso.

 

SÁBADO SANTO

"El primer día de la semana"

La gran institución religiosa, la primera de todas en Israel, era el Sábado. Signo de liberación de trabajos materiales y de la esclavitud de Egipto, era el día santo; su santificación figuraba entre los primeros preceptos de la Alianza. Más tarde, en la predicación de los profetas, apareció el anuncio repetido de la llegada del Día de Yahvéh. Con él se anunciaba la futura victoria de Dios sobre los enemigos de su pueblo. Día de la ira de Dios frente a cuantos le tenían oprimido; día de amargura y maldición para todos los opresores de los pobres, de los desvalidos, de los justos perseguidos. Sí, también de alegría, por la liberación, para cuantos aman al Señor y cumplen su Alianza. Era el día escatológico; con el que llegaría la implantación del Reino de Dios.

La presencia y la obra de Jesucristo iluminó las Escrituras. A la luz de sus palabras, los verdaderos hijos de Abraham descubrieron en su lectura los misterios encerrados en ellas. Con frecuencia encontramos en los libros del Nuevo Testamento ?especialmente en los Evangelios? estas expresiones: "Para que se cumpliera la Escritura", "Así se cumplió lo que estaba escrito ..." Los discípulos de Jesús acabaron viendo en los acontecimientos de su vida y muerte el cumplimiento de las antiguas profecías y figuras. También, y sobre todo, en su resurrección gloriosa. El sábado judío, el Día de Yahvéh, era figura y anuncio de. la gran, alegría pascual.

Jesucristo resucitó el primer día de la semana, y en ese mismo día se mostró vivo y lleno de gloria a sus discípulos. Desde entonces, ese día se llamó Domingo, es decir: "Día del Señor". Es por tanto el domingo la fiesta primordial cristiana, la gran fiesta de la Pascua, centro de la vida de la Iglesia. De esta manera cada uno de los domingos del año no es otra cosa que la presencia del Misterio Pascual para todo el tiempo de nuestra vida. Con el domingo nos llega la liberación cristiana, la santa alegría, la renovación en el Espíritu, la serenidad, la apertura a la amistad de Dios y al amor de los hermanos. El día del Señor es promesa y recuerdo; actualidad viva de la resurrección de Jesucristo, de su triunfo sobre el pecado y sobre la muerte; anticipo de la gloria que esperamos.

Recuerdo de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Por lo mismo, es también el domingo la gran ocasión para la proclamación del kerigma cristiano. "Porque os transmití en primer lugar ?escribe San Pablo? lo que yo a mi vez recibí por tradición: que Cristo murió por nuestros pecados, según la Escritura, y que fue sepultado y que ha resucitado al tercer día, según las Escrituras" (1.Cor 15,3?4).

Antes que él, San Pedro, de viva voz, en casa del centurión Cornelio en Cesarea, decía: "Nosotros somos testigos de cuanto obró Jesús de Nazaret, tanto en el país de los judíos como en Jerusalén; a quien, llegaron a matar colgándolo de un madero. A éste Dios lo resucitó al tercer día" (Act 10, 39-40). Lo mismo que había testificado en su primer sermón al pueblo, el día de Pentecostés. "Vosotros -decía- dentro del plan prefijado por Dios, habiéndole entregado, entregándole por mano de hombres inicuos, le disteis la muerte, por cuanto no era posible que él -Jesús-, quedase bajo su dominio" (Act 2, 23-24). El misterio de la muerte y de la resurrección de Jesucristo es y será siempre el objeto fundamental de la predicación cristiana.

Recuerdo y promesa de la resurrección: en Jesucristo y en cada uno de los miembros vivos de su Cuerpo Místico. Por ello, la Madre Iglesia, en este primer día de la semana, en este primero entre todos los Domingos del año, nos amonesta con palabras del Apóstol: "Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la derecha de Dios"(Col 3, 1). Pues sea siempre Jesucristo nuestro gran amor, nuestra aspiración suprema, nuestro ideal, nuestro programa y nuestra vida. Con él, y en él, seremos revestidos de la gloria de Dios.