AUDIENCIA GENERAL: LLAMAMIENTO POR LA PAZ EN COSTA DE MARFIL
JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER: "UN SANTO DE LO COTIDIANO"
EL CATECISMO, UN PUNTO DE REFERENCIA SEGURO Y AUTÉNTICO
VISITA OFICIAL DEL PATRIARCA DE LA IGLESIA ORTODOXA DE RUMANÍA
MUCHOS PAÍSES AFRICANOS PADECEN AÚN SITUACIONES GRAVES DE POBREZA

ÁNGELUS: 40 AÑOS DESPUÉS DEL COMIENZO UNIVERSAL DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN SAN PEDRO

DECLARACIÓN COMÚN DE JUAN PABLO II Y EL PATRIARCA ORTODOXO DE RUMANÍA
CONCILIO VATICANO II, UNA ASAMBLEA HISTÓRICA QUE CAMBIÓ LA FAZ DE LA IGLESIA
JORNADA MUNDIAL DE LA VISTA: UNA INICIATIVA DE GRAN ENVERGADURA
LA EDAD AVANZADA ES UN TIEMPO DE GRACIA

NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS
COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO

CRISTIANOS COHERENTES, HOMBRES Y MUJERES QUE SANTIFIQUEN SU PROFESIÓN
SANTOS ESPAÑOLES: APORTACIÓN A LA IGLESIA UNIVERSAL
CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN LA IGLESIA NACIONAL ESPAÑOLA DE ROMA
X CONGRESO CATEQUÍSTICO INTERNACIONAL EN EL VATICANO
DECLARACIÓN DE SANTO DOMINGO SOBRE LA SITUACIÓN DE LA FAMILIA EN AMÉRICA
EVANGELIZACIÓN Y TRANSMISIÓN DE LA FE EN EL VIEJO CONTINENTE
PROGRAMA DE LA VISITA OFICIAL DEL PATRIARCA ORTODOXO TEOCTIST


OCTUBRE 2002
SEMANA DEL 7 AL 13

 

AUDIENCIA GENERAL: LLAMAMIENTO POR LA PAZ EN COSTA DE MARFIL

Juan Pablo II, en su catequesis del miércoles propuso a la meditación de los fieles en la Plaza de San Pedro el Salmo 66, breve pero intenso en su alegría y acción de gracias al Señor. Una catequesis, en la que aprovechó la ocasión para realizar un llamamiento a la paz en Costa de Marfil, a la vez que invitó a los cristianos a unirse a su oración por la paz en el Continente africano, tan probado por calamidades y conflictos.

El Salmo 66, un canto breve pero gozoso y de acción de gracias al Señor, fue el elegido por el Santo Padre para la catequesis del miércoles en la Plaza de San Pedro. Miles de fieles y peregrinos, muchos de éstos pertenecientes a los grupos que vinieron a Roma con motivo de la canonización de San José María Escrivá, tenido ocasión de ver y escuchar de nuevo al Santo Padre en este encuentro semanal de los miércoles, que acerca afectuosamente los fieles al Vicario de Cristo.

Haciendo una exégesis sencilla y profunda a la vez, Juan Pablo II fue destacando los puntos fundamentales del canto de David que, breve y esencial, extiende el horizonte hasta implicar idealmente a todos los pueblos de la tierra: "Conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación". Esta apertura universalista, afirmó el Papa, refleja probablemente el espíritu profético de la época sucesiva al exilio de Babilonia.

En aquel momento se manifestaba el deseo de que incluso los extranjeros fueran conducidos por Dios a su monte santo para ser colmados de alegría, porque los que no pertenecen a la comunidad elegida por Dios reciben también de Él una vocación: son llamados a conocer el "camino" revelado a Israel. Este "camino" es el plan de salvación, el reino de luz y de paz, en cuya actuación son implicados también los paganos, enviados a escuchar la voz de Yahvéh

Tanto en la apertura del Salmo como en su conclusión se manifiesta un deseo insistente, el de la bendición divina: "Dios tenga piedad y nos bendiga", "Que Dios nos bendiga". Según el salmista, esta bendición derramada sobre Israel será como una semilla de gracia y de salvación, que será depositado en el terreno de todo el mundo y de la historia, listo para germinar y para convertirse en un árbol frondoso.

En la tradición bíblica uno de los efectos de la bendición divina es el don de la vida, de la fecundidad y de la fertilidad. Este Salmo lo expresa con estas palabras: "La tierra ha dado su cosecha". Esta constatación, afirmó el Pontífice, ha impulsado a los biblistas a enlazar el Salmo al rito de acción de gracias por una cosecha abundante, señal del favor divino y testimonio para los demás pueblos de la cercanía del Señor a Israel.

La misma frase ha atraído la atención de los Padres de la Iglesia, que desde el horizonte agrícola han pasado al simbólico. Orígenes, por ejemplo, aplicó el versículo a la Virgen María y a la Eucaristía, es decir, a Cristo que proviene de la flor de la Virgen y se convierte en fruto que puede ser comido. El Papa terminó la catequesis con unas palabras de San Agustín, comentando el Salmo, en las que identifica el fruto germinado sobre la tierra con la novedad que se produce en los hombres gracias a la venida de Cristo, una novedad de conversión y un fruto de alabanza a Dios.

RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy contemplamos el Salmo sesenta y seis, alegre canto de acción de gracias, que abre su horizonte hasta abarcar idealmente a todos los pueblos de la tierra, que son invitados a unirse a la alabanza: "¡Oh Dios, que te alaben todos los pueblos, que todos los pueblos te alaben!" Incluso los que no pertenecen a la comunidad de los creyentes están también llamados a conocer el plan divino de salvación, el reino de luz y de paz.

También en este Salmo se habla de la bendición de Dios que, invocada sobre el pueblo elegido, será como una semilla de gracia y de salvación que, depositada en el terreno del mundo entero, está llamada a fructificar y convertirse en un árbol robusto.

Saludo con afecto a las Religiosas Siervas de María. Ministras de los Enfermos, que están celebrando su Capítulo Feneral, en fidelidad a su carisma de servicio en favor de los que sufren en el cuerpo. También a los peregrinos de lengua española, venidos de España, Perú, Venezuela , Chile y Méjico. A elloss y a los demás grupos presentes les deseo que esta visita a Roma sea una ocasión propicia para fortalecer la fe.

****************

El Santo Padre, en las afectuosas palabras que dirigió una vez más a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, recordó que este mes de octubre es el mes del Rosario, que nos invita a valorar cada vez más esta oración tan amada por la tradición popular cristiana.

Os invito, dijo el Papa a los jóvenes, a rezar el Rosario cada día. Y a los enfermos les animó a abandonarse confiados en las manos de María, invocándola incesantemente con el Santo Rosario. Por último, exhortó a los recién casados a no olvidarse nunca de esta orante meditación sobre los misterios de Cristo, hecha con la mirada de la Virgen.

Juan Pablo II terminó la catequesis lanzando un llamamiento por la paz en Costa de Marfil, con estas palabras: "Siguen llegando del continente africano, ya tan duramente probado por calamidades y conflictos, inquietantes noticias relativas a la Costa de Marfil, que corre el peligro de que se comprometa el bien fundamental de la paz. Os invito a uniros a mi oración, para que el Señor inspire a todos propósitos de reconciliación y sostenga los esfuerzos de la Comunidad Internacional, especialmente los de la Unión Africana, orientados a favorecer el diálogo".

 

JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER: "UN SANTO DE LO COTIDIANO"

El Santo Padre recibió el lunes por la mañana en audiencia a los peregrinos que el domingo habían asistido a la canonización de José María Escrivá de Balaguer. Después de saludar al prelado del Opus Dei monseñor Echevarría, a los cardenales, obispos y sacerdotes presentes en la plaza de San Pedro, el Santo Padre se dirigió a los más de 200 mil fieles devotos de la Obra que provenientes de 84 países han llegado a Roma para asistir a la canonización de su fundador.

"Este encuentro festivo -les dijo el Papa- une una gran variedad de fieles provenientes de muchos países y de los más distintos ámbitos sociales y culturales: sacerdotes y laicos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, intelectuales y trabajadores. Este es un signo del celo apostólico que ardía en el alma de San José María.

En el fundador del Opus Dei destaca el amor por la voluntad de Dios. "Existe un criterio seguro de santidad -ha afirmado Juan Pablo II- y es la fidelidad en cumplir la voluntad divina hasta las últimas consecuencias. Para cada uno de nosotros el Señor tiene un proyecto, a cada uno confía una misión en la tierra. Y el santo no llega ni tan siquiera a concebirse, a él mismo, fuera del designio de Dios: vive solamente para realizarlo.

San José María fue elegido por el Señor para anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de cada día, las actividades comunes, son camino de santificación. Se podría decir que él fue el santo de lo cotidiano. Estaba de hecho convencido que para el que vive en una óptica de fe, todo ofrece ocasiones para que se realice un encuentro con Dios; todo se convierte en estímulo para la oración. Vista de esta manera, la vida diaria revela una grandeza insospechada. En verdad la santidad se pone al alcance de todos.

El Pontífice se dirigió a los presentes en distintos idiomas. En primer lugar, pronunció la alocución en italiano y luego en español para los peregrinos de nuestra lengua que habían llegado de distintas partes de España y Latinoamérica.

"Escrivá de Balaguer fue un santo de gran humanidad. Todos los que lo trataron, de cualquier cultura o condición social, lo sintieron como un padre, entregado totalmente al servicio de los demás, porque estaba convencido de que cada alma es un tesoro maravilloso; en efecto, cada hombre vale toda la Sangre de Cristo. Esta actitud de servicio es patente en su entrega al ministerio sacerdotal y en la magnanimidad con la cual impulsó tantas obras de evangelización y de promoción humana en favor de los más pobres".

El Santo Padre también afirmó que el Señor le hizo entender profundamente a San José María "el don de nuestra filiación divina. Él enseñó a contemplar el rostro tierno de un Padre en el Dios que nos habla a través de las más diversas vicisitudes de la vida". Un Padre que nos ama, que nos sigue paso a paso y nos protege, nos comprende y espera de cada uno de nosotros la respuesta del amor.

La consideración de esta presencia paterna, que lo acompaña a todas partes, le da al cristiano -señaló el Pontífice- una confianza inquebrantable; en todo momento debe confiar en el Padre celestial. Nunca se siente solo ni tiene miedo. En la Cruz -cuando se presenta- no ve un castigo sino una misión confiada por el mismo Señor. El cristiano es necesariamente optimista, porque sabe que es hijo de Dios en Cristo.

Juan Pablo II agradeció al final del encuentro la presencia de todos los peregrinos llegados a Roma para la canonización del fundador del Opus Dei, especialmente los llegados desde más lejos y les ha dicho que se lleven a sus casas "un claro testimonio de fe, según el ejemplo y las enseñanzas de su santo fundador".

CRISTIANOS COHERENTES, HOMBRES Y MUJERES QUE SANTIFIQUEN SU PROFESIÓN
SANTOS ESPAÑOLES: APORTACIÓN A LA IGLESIA UNIVERSAL

 

EL CATECISMO, UN PUNTO DE REFERENCIA SEGURO Y AUTÉNTICO

El Catecismo como punto de referencia en el discurso de Juan Pablo II a los participantes en el Congreso Catequístico Internacional que finalizó precisamente con la audiencia del viernes del Santo Padre. "El Catecismo de la Iglesia católica es un punto de referencia seguro y auténtico en el delicado compromiso de mediación, en el ámbito local, del único y perenne depósito de la fe". Con estas palabras Juan Pablo II subrayaba a los participantes en el Congreso Catequístico Internacional, la importancia de este documento de la Iglesia, publicado hace diez años.

El Congreso Catequístico había sido promovido por la Congregación para el Clero, precisamente para celebrar el décimo aniversario de la publicación de la edición original del Catecismo de la Iglesia Católica y el quinto aniversario de la promulgación de su edición típica latina y tuvo lugar en el Vaticano desde el 8 hasta el 11 de octubre.

En su discurso, el Pontífice recordó también los aniversarios de otros acontecimientos que han caracterizado, en estas últimas décadas, la vida catequística eclesial, pero en especial subrayó uno: la apertura solemne, hace 40 años, del Concilio Vaticano II, una referencia constante en el Catecismo y cuyos textos conciliares constituyen una brújula segura para los creyentes del tercer milenio.

"En estos días -les dijo el Papa a los participantes en el Congreso- habéis rezado, reflexionado y dialogado juntos sobre la forma de actuación en el contexto actual, sobre cómo anunciar a todos el mensaje que Cristo nos ha confiado y que constituye en ansia perenne y siempre nueva de la Iglesia Católica".

Además el Papa insistió en que "presentando la doctrina católica de forma genuina y sistemática, el Catecismo acompaña cada contenido de la catequesis a su centro vital, que es la persona de Cristo Jesús". Juan Pablo II recordó también su naturaleza de texto magisterial y colegial. De hecho fue una sugerencia del Sínodo episcopal de 1985, y fue redactado por los obispos como fruto de las consultas dentro de la totalidad del episcopado.

Aprobada la versión original por el Santo Padre en 1992 y promulgada su edición típica latina en el 97, el Catecismo está destinado sobre todo a los obispos, como maestros autorizados de la fe católica y primeros responsables de la catequesis y la evangelización. El texto está destinado a ser cada vez más un válido y legítimo instrumento al servicio de la comunión eclesial, con el grado de autoridad, autenticidad y veracidad propia del Magisterio Pontificio ordinario.

X CONGRESO CATEQUÍSTICO INTERNACIONAL EN EL VATICANO

 

VISITA OFICIAL DEL PATRIARCA DE LA IGLESIA ORTODOXA DE RUMANÍA

Juan Pablo II recibió el lunes a Su Beatitud Teoctist, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía. En el atrio de la Patriarcal Basílica de San Pedro, el Papa dio la bienvenida al Patriarca y a los integrantes de la delegación que le acompañaba en esta visita oficial al Santo Padre y a la Iglesia de Roma, que comenzó el lunes y finalizó el domingo.

Acogiendo a su huésped con gran fraternidad y cordialidad el Pontífice deseaba devolver la acogida que el Patriarca Teoctist le brindó en Bucarest, en mayo de 1999, en ocasión del viaje que Juan Pablo II realizó a Rumanía.

"Beatitud y querido hermano, usted cumple esta visita animado por los mismos sentimientos y expectativas que me animan a mí", afirmó el Papa, destacando luego que "el encontrarnos juntos ante la tumba de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo es signo de nuestra voluntad común de superar los obstáculos que nos impiden aún el restablecimiento de una comunión plena".

Y haciendo hincapié en que "también esta visita es un acto purificador de nuestras memorias de división y de confrontación a menudo encendidas, con acciones y palabras, que han conducido a separaciones dolorosas", Juan Pablo II subrayó que, sin embargo, el futuro no se presenta como "un túnel oscuro y desconocido". Sino que está iluminado por la "gracia de Dios" y sobre él la "luz vivificante del Espíritu echa ya un reflejo consolador". Esta certeza - señaló también el Papa - "no sólo prevalece" sobre todo desaliento y cansancio humano, que a veces frenan nuestros pasos. Aún más esta certeza nos convence de que "nada es imposible para Dios, y por lo tanto, si seremos dignos, él nos concederá además el don de la unidad plena".

El Pontífice encomendó a las oraciones de los numerosos fieles presentes esa mañana en la Plaza de San Pedro "la visita a Roma de Su Beatitud Teoctist", con el anhelo de que encontrase en todos aquellos que le recibirían en su nombre "los mismos sentimientos" con los que él le había recibido. Y con el profundo e intenso deseo de que estos días pudieran alimentar "nuestro diálogo y nuestras esperanzas". Que podamos tomar conciencia cada vez más de lo que nos une, de nuestras raíces comunes en la fe, nuestro patrimonio litúrgico, así como de los Santos y Testigos que tenemos en común. "¡Quiera el Señor hacernos experimentar una vez más cuán bello y dulce es invocarlo juntos!", tras expresar este anhelo, Juan Pablo II abrazó al Patriarca Ortodoxo de Rumanía. Abrazo que fue saludado con un gran aplauso de los numerosos presentes.

PROGRAMA DE LA VISITA OFICIAL DEL PATRIARCA ORTODOXO TEOCTIST
DECLARACIÓN COMÚN DE JUAN PABLO II Y EL PATRIARCA ORTODOXO DE RUMANÍA
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN SAN PEDRO

 

MUCHOS PAÍSES AFRICANOS PADECEN AÚN SITUACIONES GRAVES DE POBREZA
LLAMAMIENTO A LOS PUEBLOS DE ÁFRICA PARA CONSTRUIR UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA Y PACÍFICA

Juan Pablo II lanzó el jueves un nuevo e insistente llamamiento a todos los pueblos de África para que colaboren conjuntamente y como hermanos en la construcción de una sociedad más justa y pacífica, consolidando sus estructuras políticas, económicas y sociales. En su discurso de bienvenida al nuevo embajador de Gabón ante la Santa Sede, el Papa afirmó que el continente africano continúa padeciendo conflictos bélicos que martirizan a sus pueblos, y que solamente los africanos, movilizándose y trabajando unos al lado de otros, pueden hacer de sus tierras lugares habitables donde cada uno pueda gozar también de la parte de la riqueza nacional que le corresponde.

"Es importante que los que tienen a su cargo los destinos de las naciones africanas --subrayó el Pontífice-- se esfuercen en crear las condiciones necesarias para un desarrollo integral y solidario que sirva activamente la causa de la paz. En esta perspectiva de la vida pública tienen que participar todos los miembros de la comunidad nacional para que sean consolidados el estado de derecho y las instituciones democráticas que deben favorecer el cuidado del servicio y la gestión honesta del bien común, promover el respeto de las personas y las comunidades étnicas, así como la defensa de los más pobres y de la familia. Todo ello contribuirá a dar estabilidad política a un país y al entero continente.

El Santo Padre denunció que numerosos países africanos continúan padeciendo de manera endémica situaciones graves de pobreza que desfiguran las personas y las hacen incapaces de afrontar sus necesidades y las necesidades de los que están también a su cargo, hipotecando, de esta manera a largo plazo, el mismo futuro de enteras naciones. El Papa invitó a las autoridades legítimas de los distintos países del continente africano a que prosigan la lucha contra todas las formas de pobreza que arruinan las esperanzas de los individuos y de los pueblos y alimentan al mismo tiempo la violencia y los extremismos.

En este espíritu, Juan Pablo II igualmente hizo votos para que el impulso de la cooperación internacional sea replanteado en términos "de cultura de la solidaridad" para luchar contra los efectos negativos relacionados con la mundialización del comercio. "Como fermento de paz, esta cooperación sin embargo --puntualizó el Papa-- no puede reducirse a la ayuda y a la asistencia, al contrario debe ser expresión de un compromiso concreto y tangible de solidaridad, que tienda a hacer de los pobres los actores de su propio desarrollo y que permita al mayor número de personas posible construir su propio futuro económico y político".

 

ÁNGELUS: 40 AÑOS DESPUÉS DEL COMIENZO UNIVERSAL DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

En sus palabras antes del rezo del Ángelus, Juan Pablo II reiteró su alegría por haber acogido en estos días a Su Beatitud Teoctist, patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía. Expresando su gratitud a él y a todos los que le han acompañado en esta visita oficial, el Papa evocó la que él mismo realizó a Bucarest en mayo de 1999. Encuentros de los que ha emergido un sincero anhelo de unidad, afirmó una vez más el Santo Padre, recordando el grito de los jóvenes rumanos hace tres años y el de los que abarrotaban la plaza de San Pedro, el lunes pasado, día en que empezaba esta visita de Su Beatitud.

En este contexto, Juan Pablo II señaló que "la sed de comunión plena entre los cristianos", recibió un notable impulso con el Concilio Ecuménico Vaticano II", que dedicó precisamente al ecumenismo uno de sus documentos más significativos, el decreto 'Unitatis redintegratio'. Concilio de cuya inauguración se acaban de cumplir cuarenta años: "Hace dos días se cumplieron cuarenta años de la apertura de aquella histórica asamblea, convocada el 11 de octubre de 1962 por el papa Juan XXIII, que hoy veneramos como beato. En ella tuve la gracia de participar yo también y conservo en mi alma preciosos e inolvidables recuerdos". En su discurso de apertura, el papa Juan, lleno de esperanza y de fe, exhortó a los padres conciliares a permanecer, por un lado, fieles a la tradición católica y, por otro, a volverla a proponer de forma adecuada a los tiempos nuevos. En cierto sentido, el 11 de octubre de hace cuarenta años se marcó el comienzo solemne y universal de la que llamamos 'nueva evangelización'".

"El Concilio ha representado casi "la puerta santa" de aquella nueva primavera de la Iglesia que se reveló luego en el Gran Jubileo del Año Dos mil", reiteró el Papa, recomendando luego una vez más que se siga profundizando en los documentos conciliares, que "no pierden valor ni brillo". Y después de pedirle a la Virgen María que nos ayude a comprender que con el Concilio se nos ha ofrecido "una brújula segura para orientarnos por el camino del siglo que se abre", y de la oración mariana, el Santo Padre se dirigió en polaco a los numerosos peregrinos de su país natal.

En este día en que en Polonia se celebra la "Jornada del Papa", Juan Pablo II invitó a todos los polacos a redescubrir sus valores religiosos y culturales y a la solidaridad, en especial con los más jóvenes que necesitan ayuda. Asimismo, Juan Pablo II agradeció las numerosas felicitaciones que está recibido en ocasión del 24 aniversario de su elección como Pontífice, al acercarse ya el 16 de octubre.

CONCILIO VATICANO II, ASAMBLEA HISTÓRICA QUE CAMBIÓ LA FAZ DE LA IGLESIA

 

CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN SAN PEDRO
EL PATRIARCA ORTODOXO DE RUMANÍA FINALIZA SU VISITA AL OBISPO DE ROMA

Juan Pablo II presidió el domingo por la mañana en la Basílica de San Pedro la Santa Misa con la participación del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rumana. Solemne celebración eucarística con la que culminó la visita oficial de Su Beatitud Teoctist al Obispo de Roma, que había comenzado el pasado lunes 7 de octubre.

El Papa acogió al Patriarca en la Basílica y ambos se dirigieron a la capilla de La Piedad y después de unos instantes de oración ambos se dirigieron al altar. Juan Pablo II, en sus palabras de introducción e invitación al acto penitencial, glorificó a "la Santa Trinidad por el don inmenso de poder escuchar juntos hoy la Palabra de Dios, poder rezar unidos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo Dios…" El Pontífice invitó a invocar a "Cristo Señor, que está y estará siempre con nosotros, para ofrecer dignamente la Eucaristía 'oblación de paz y sacrificio de loor'".

En el momento de la homilía, tras haber expresado "la gran alegría de acoger al amado hermano Su Beatitud Teoctist, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa rumana" y la "gran esperanza" que ha representado su presencia para elevar juntos a nuestro único Señor Jesucristo, la ferviente oración en favor de la unidad plena de todos los cristianos, Juan Pablo II dándole la bienvenida al Patriarca le dio también la palabra.

Y después del discurso de Su Beatitud, el Santo Padre puso de relieve en su homilía la profunda alegría de poder celebrar ante su huésped esta sagrada Liturgia y de invocar juntos al Señor pidiendo "por la unidad y la paz en la santa Iglesia y en el mundo". Juntos hoy somos "testigos del camino común" emprendido hacia la reconciliación entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa de Rumanía, señaló el Pontífice recordando luego que "un día se nos pedirán cuentas de cuánto hemos hecho en favor de la unidad de los cristianos".

Destacando que "la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas, celebrando según sus tradiciones respectivas la verdadera Eucaristía, viven ya desde ahora, en una comunión profunda, si bien aún no plena", Juan Pablo II expresó el anhelo de que "pueda llegar lo antes posible el día bendito en el que podremos vivir verdaderamente en su plenitud nuestra comunión perfecta".

Asimismo, el Papa subrayó que así como "la participación en la Eucaristía presupone la conversión a una vida nueva", también "la participación común, la comunión plena, presupone la conversión": "No hay Ecumenismo verdadero sin conversión interior y sin renovación de la mente, sin superación de prejuicios y sospechas; sin que se eliminen palabras, juicios y actos que no reflejan con equidad y verdad la condición de los hermanos separados, sin la voluntad de alcanzar la estima del otro, instaurando una amistad recíproca y alimentando un amor fraterno".

El Obispo de Roma hizo hincapié en que "para alcanzar la comunión plena, debemos superar con valentía nuestra desidia y estrechez de corazón. Debemos cultivar la espiritualidad de la comunión… Debemos alimentar incesantemente la pasión por la Unidad".

Y, refiriéndose a las palabras del Patriarca Ortodoxo rumano, el Santo Padre reiteró la urgencia de la unidad del testimonio cristiano en el mundo actual: "Ante la preocupante crisis espiritual que emerge en Europa y en el mundo, ampliamente secularizados, se vuelve aún más urgente el testimonio común de los cristianos".

Al finalizar su homilía, el Papa deseó que, con el testimonio confirmado en la Liturgia de hoy, "se pueda alimentar el anhelo de reconocer en el prójimo al hermano y de reconciliarnos con él". Y señalando que ésta es la "primera condición indispensable para acercarnos, juntos, a la única mesa del Señor", invitó a invocar al "Espíritu de unidad y de amor y a la intercesión de María Santísima, Madre de la Iglesia.

Una vez más, el Santo Padre dirigió unas palabras de saludo al pueblo rumano expresando que "nunca podrá olvidar la histórica visita que la divina Providencia" le concedió realizar hace tres años a Bucarest.

"Conservad la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz". Con esta cita de San Pablo comenzó su discurso, Su Beatitud Teoctist. Recordando la visita que Juan Pablo II realizó a Rumanía en mayo de 1999, la primera de un Papa de Roma a un país de mayoría ortodoxa, la ha presentado como una bendición del Espíritu Santo, que "llama a nuestras Iglesias a trabajar con más intensidad por la unidad".

"El camino de reconstrucción de la unidad visible es con frecuencia difícil", continuó diciendo, "pero las dificultades son una preparación para la Resurrección, para una comunión más intensa con Cristo y con sus Santos, en la Iglesia una, santa, católica (soborniceasca), apostólica, que confesamos en el Credo común niceno-constantinopolitano".

El Patriarca ortodoxo de Rumanía continuó afirmando que "el movimiento ecuménico de reconstrucción de la unidad de los cristianos al comienzo ha sido también un movimiento de penitencia, de metanoia, de reconocimiento de la responsabilidad cristiana por las dos grandes guerras. Ha sido una consecuencia del sufrimiento, de la penitencia, de la persecución comunista y de la marginación de las Iglesias en la sociedad occidental secularizada".

"Hoy, que las Iglesias del centro y oriente de Europa tienen más libertad para predicar el amor de Cristo por los hombres, afirmó el Patriarca Teoctist, se debe intensificar el trabajo de reconciliación entre las Iglesias y de reconstrucción de la unidad cristiana, por medio del diálogo teológico y la cooperación en defensa del santo don de la vida y de la dignidad humana. Es la respuesta a la crisis espiritual y al secularismo de nuestro tiempo". "Apreciamos con gozo los grandes y constantes esfuerzos que Vuestra Santidad realiza en la Iglesia Romano-Católica y fuera de ella para promover la unidad cristiana en el mundo de hoy"

"El espíritu de penitencia, la búsqueda del perdón y de la reconciliación, que aparecen en todas las visitas pastorales y ecuménicas de Vuestra Santidad, afirmó el Patriarca Ortodoxo de Rumanía, son signos y actos simbólicos de una profunda comprensión del Evangelio del amor humilde a Cristo, y constituyen una llama y un impulso hacia una responsabilidad más intensa para la reconstrucción de la unidad cristiana".

Su Beatitud Teoctist, terminó sus palabras agradeciendo a la Iglesia italiana la acogida y la atención que ofrecen a los fieles ortodoxos rumanos que viven en este país, expresión de la fraternidad ecuménica. Y aseguró al Santo Padre la continuación de un fructífero diálogo de cooperación con los hermanos greco-católicos y romano-católicos de Rumanía para dar un testimonio común del Evangelio del amor de Cristo en la actual sociedad rumana.

PROGRAMA DE LA VISITA OFICIAL DEL PATRIARCA ORTODOXO TEOCTIST
AUDIENCIA DEL SANTO PADRE

 

DECLARACIÓN COMÚN DE JUAN PABLO II Y EL PATRIARCA ORTODOXO DE RUMANÍA

El Santo Padre Juan Pablo II y Su Beatitud el Patriarca Teoctist firmaron una Declaración Común "con el anhelo ardiente" de alcanzar la "comunión plena" en la verdad y en el amor.

Juan Pablo II recibió el sábado en audiencia a Su Beatitud Teoctist, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía, y séquito en la biblioteca privada donde firmaron una Declaración Común. La declaración, de cinco puntos, comienza con unas palabras de Jesús recogidas por San Juan: "Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno; yo con ellos y tú en mí para que sean perfectamente uno, y el mundo crea que tú me has enviado".

Este encuentro - recuerdan Juan Pablo II y el Patriarca Teoctist - "es una continuación del abrazo que nos intercambiamos en Bucarest en mayo de 1999 y la circunstancia de hoy refuerza nuestro compromiso de rezar y trabajar para alcanzar la unidad plena visible de todos los discípulos de Cristo. Nuestro objetivo y nuestro deseo ardiente es la comunión plena, que no es absorción sino comunión en la verdad y en el amor. Es un camino irreversible que no tiene alternativas: es el camino de la Iglesia"

Asimismo el documento, recuerda en el segundo punto "el triste período histórico en que se negó el nombre y el Señorío del Redentor" cuyas consecuencias aún perviven. Y tras subrayar que este encuentro "debe ser considerado un ejemplo", el obispo de Roma y el patriarca de Rumanía exhortan a "aquellos que están llamados a vivir juntos en la misma tierra rumana a encontrar soluciones de justicia y de caridad", superando los conflictos, malentendidos y sospechas mediante el diálogo sincero.

En la tercera parte de la declaración firmada el sábado se reconocen con "alegría los puntos de encuentro" que se comparten y se alienta a "encontrar instrumentos adecuados" para alimentar la búsqueda de la comunión plena en las divergencias doctrinales. El Papa y el Patriarca rumano manifiestan que están de acuerdo "en reconocer la tradición religiosa y cultural de cada pueblo así como también la libertad religiosa".

"Testigos del acercamiento entre oriente y occidente", Juan Pablo II y Teoctist manifiestan su preocupación ante las dificultades que atraviesa actualmente la Comisión Mixta Internacional de Diálogo entre la iglesia católica y la iglesia ortodoxa y con "este encuentro piden que no se abandone ninguna iniciativa para reanudar el diálogo teológico y relanzar la actividad de esta comisión".

La Declaración Común termina subrayando que la "Iglesia no es una realidad encerrada en sí misma" sino que "es enviada al mundo y abierta al mundo". Y haciendo hincapié en la importancia del actual proceso de unificación que vive Europa, que para los cristianos de Oriente y Occidente constituye un desafío, el documento reitera que todo el Continente tiene necesidad de la rica cultura forjada por el Cristianismo.

El documento finaliza señalando que "la Iglesia Ortodoxa en Rumanía, centro de contacto y de intercambio entre las fecundas tradiciones eslavas y bizantinas de oriente, y la iglesia de Roma que evoca en su componente latina la voz occidental de la única Iglesia de Cristo, juntas deben contribuir a un deber que caracteriza el Tercer Milenio". Y recordando la amada expresión tradicional y bella por la que las iglesias particulares se "designan como iglesias hermanas" señala que "abrirse a esta dimensión, significa colaborar para devolverle a Europa su 'ethos' más profundo y su rostro más humano".

Y antes de esta histórica firma, Juan Pablo II, saludando a Su Beatitud Teoctist, a quien llamó "querido hermano", evocó el Concilio Vaticano II y el dolor causado por la división que perduraba desde hacía casi mil años entre las iglesias orientales y Roma. Y, subrayando la importante acción de Juan XXIII primero y de Pablo VI después, el Papa ha señalado que la "comunión actual", que calificó de "amistad", se ha ido profundizando y afianzando gracias también a un recíproco intercambio de visitas y mensajes.

En este contexto, Juan Pablo II recordó la primera visita del patriarca rumano a Roma en 1989 y su viaje a Bucarest en 1999. También ha recordado el Santo Padre la puesta en marcha de la Comisión Mixta Internacional para el diálogo teológico entre la iglesia Católica y la ortodoxa, con la esperanza que ésta vuelva a reanudar lo antes posible su cometido.

"Sin negar el surgimiento de algunas dificultades" en este camino común, Juan Pablo II destacó los progresos cumplidos y luego recordó que "en los años 1989-90, después de cuarenta años de dictadura comunista, la Europa del Este pudo volver a conocer el sabor de la libertad. Asimismo, las Iglesias orientales en comunión plena con la sede de Pedro, que habían sido duramente perseguidas y brutalmente reprimidas, han vuelto a encontrar su lugar en la vida pública". Ello - explicó el Santo Padre - "ha generado tensiones que esperamos puedan ser superadas en un espíritu de justicia y de amor".

"La paz de la Iglesia es un bien tan grande que todos debemos estar listos para cumplir sacrificios con el fin de que se logre", nosotros - reiteró el Obispo de Roma - confiamos plenamente en que su beatitud sabrá perorar la causa de la paz con inteligencia, sabiduría y amor". En este camino nos ayudarán y acompañarán los numerosos testimonios que, en lugares y tiempos distintos, han dado su luminoso ejemplo. Juan Pablo II finalizó sus palabras proponiendo "formas estables de comunicación y de intercambio regular y recíproco de informaciones con cada una de las iglesias ortodoxas y en el ámbito de la Iglesia Católica y de la Iglesia Ortodoxa en su conjunto", con el fin de afianzar nuestras relaciones. En este sentido, el Papa pidió a Su Beatitud Teoctist que esta propuesta sea objeto de reflexión en el curso de los diálogos futuros.

Por su parte, el Patriarca Ortodoxo de Rumanía respondió al Santo Padre agradeciéndole su invitación para compartir con él las preocupaciones de su Iglesia, en la realización del servicio permanente a la que ha sido llamada por el Espíritu a comienzo del Nuevo Milenio. Tras referirse a la situación de la iglesia rumana después de la caída del totalitarismo ateo, su beatitud enumeró los nuevos problemas que plantea la sociedad actual: la indiferencia religiosa, el sincretismo, la globalización y la pobreza que se extiende de manera continua y alarmante. Problemas sobre los cuales el pueblo espera una palabra de la iglesia, basada en los valores del Evangelio de Cristo.

Su Beatitud Teoctist coincidió con el Santo Padre en su rechazo a todo tipo de proselitismo, en el respeto del principio del territorio canónico y subrayado que esta misión es una misión que compete a todos los cristianos y exhortó a impulsar el testimonio común de todos los cristianos para que el mundo crea. Y con tal motivo la Iglesia Ortodoxa rumana ha permanecido fiel a la apertura ecuménica y a la colaboración entre los cristianos en la búsqueda de la unidad.

PROGRAMA DE LA VISITA OFICIAL DEL PATRIARCA DE LA IGLESIA ORTODOXA TEOCTIST
AUDIENCIA DEL SANTO PADRE

CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN SAN PEDRO

 

CONCILIO VATICANO II, UNA ASAMBLEA HISTÓRICA QUE CAMBIÓ LA FAZ DE LA IGLESIA

Hace 40 años, una lenta procesión de 2.500 obispos y prelados de todo el mundo atravesaba lentamente la plaza de San Pedro y entraba en la basílica para dar inicio al Concilio Vaticano II. Una asamblea histórica que cambió la faz de la Iglesia y la encaminó hacia el tercer milenio.

El Papa Juan XXIII, el 11 de octubre de 1962 en la basílica de san Pedro, anunciaba la solemne apertura del Concilio Vaticano II, que 10 meses antes había convocado inesperadamente con la bula "Humanae salutis".

La Iglesia iniciaba un camino de renovación. Con un nuevo espíritu, se ponía al día para entrar de lleno, en contacto con el mundo contemporáneo, rompiendo esquemas seculares, para "unirse a la gran familia humana, compartiendo los temores, las esperanzas, las alegrías y las angustias de los hombres".

En los trabajos, que duraron 3 años y que terminaron durante el pontificado de Pablo VI, participaron 2.500 padres conciliares. 4 fueron las sesiones de discusión del Concilio. Se elaboraron y aprobaron en total 16 documentos finales: 4 constituciones, 9 decretos y 3 declaraciones.

Pero ¿cuál era el clima al inicio de los trabajos conciliares hace 40 años? El cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la cultura, en aquella época trabajaba en la Secretaría de Estado: "Recuerdo, al final de la primera sesión del Concilio, la enérgica intervención del cardenal Gian Batista Montini (el futuro Pablo VI) entonces arzobispo de Milán, que planteó la cuestión fundamental: "¿Iglesia de Jesucristo qué dices de ti misma?"... Se puede hacer una lectura del Concilio como una respuesta a esta pregunta, que se convirtió en el hilo conductor.

Entre los principales documentos del Vaticano II, será la Constitución dogmática "Lumen Gentium" la que proponga una Iglesia viva, en movimiento, capaz de seguir los eventos de la historia. Se pasa de una "iglesia clerical" a una "iglesia sacerdotal" en la que se reducen las distancias entre el clero y los laicos, llamados éstos a ser "piedras vivas de la Iglesia". La "Misión" es tarea de todos. La "Santidad" también está al alcance de todos.

Lo que cambió inmediatamente fue la liturgia, reformada con la constitución "Sacrosantum Concilium". Después de 2 mil años, el latín desaparecía de la misa, sustituido por las lenguas nacionales.

La Iglesia con la declaración "Nostra Aetate" afirma el encuentro del cristianismo con las otras religiones y con el decreto "Unitatis redintegratio" se abre al diálogo con las confesiones cristianas.

El cardenal Roberto Tucci era un joven jesuita que participó en los trabajos conciliares: "El elemento conciliar ha sido un gran fenómeno de capacidad para responder de manera pastoral a estas necesidades del mundo contemporáneo. Una gran apertura a la libertad religiosa, al diálogo con las otras religiones. Una gran capacidad también ecuménica".

Con la constitución pastoral "Gaudium et Spes" la Iglesia quiere vivir profundamente dentro del mundo contemporáneo y abandona la cerrazón del pasado. La palabra de Cristo, a partir del Vaticano II, pasará a través del respeto de los derechos humanos, de la paz, la justicia, del pluralismo… de la libertad de los pueblos.

Con la nueva doctrina la Iglesia católica se proyecta hacia el futuro, hacia metas cada vez más comprometidas con la justicia y la solidaridad entre los hombres. Y el Papa Juan Pablo II con su testimonio personal, sus viajes, su magisterio incansable ha dado un gran impulso y el máximo relieve a estas exigencias del Vaticano II, incluso reconociendo las equivocaciones de los cristianos, las culpas del pasado de la Iglesia, precisamente para que la Iglesia pueda mirar hacia el futuro.

ÁNGELUS: 40 AÑOS DESPUÉS DEL COMIENZO UNIVERSAL DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

 

JORNADA MUNDIAL DE LA VISTA: UNA INICIATIVA DE GRAN ENVERGADURA

La Iglesia mira al invidente con los ojos de Cristo y el jueves que se celebró la Jornada Mundial de la Vista aprovechó la ocasión para llamar la atención sobre los problemas que sufren 140 millones de invidentes en el mundo, el 90 por ciento de ellos en los países en vías de desarrollo. El presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, monseñor Javier Lozano Barragán, en un mensaje con ocasión de esta Jornada, alienta y apoya esta iniciativa "de gran envergadura humanitaria y sanitaria".

De los 140 millones de invidentes que hay en el mundo, el 90 por ciento viven en los países en vías de desarrollo donde faltan escuelas especializadas para los jóvenes y centros de reeducación para los ancianos que han perdido la vista y donde, a menudo, viven en condiciones de dependencia y falta de autoestima. "La Iglesia católica -escribe monseñor Lozano- en el curso de los siglos ha advertido el ministerio de los enfermos como parte integrante de su obra de evangelización".

"La Iglesia ve al invidente con los ojos de Cristo", escribe el prelado que recuerda el episodio en que Jesús devolviendo la vista a un ciego, realiza su misión mesiánica. "Este símbolo de la luz se lleva a cabo en el plano físico combatiendo la ceguera, como anticipo de la iluminación de Cristo, de la que nuestro mundo tiene tanta necesidad hoy en día".

El presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud insta a hacer algo por tantos hermanos y hermanas nuestros amenazados por la ceguera, de forma particular en países en vías de desarrollo donde son muy difíciles las situaciones socio-económicas. De hecho en opinión de los especialistas, el 80 por ciento de los casos de ceguera que afligen a la humanidad pueden curarse o prevenirse mediante simples sesiones de información y formación sobre las enfermedades que producen la ceguera, además de intervenciones precisas y poco costosas que se llevan a cabo en todos los países del mundo.

Monseñor Lozano anima a todas las organizaciones y asociaciones de distinto género que desde hace años operan en el sector a recoger los materiales necesarios y enviar a los agentes sanitarios por el mundo para prevenir y curar los casos de ceguera. De mismo modo el prelado agradece en especial la labor del programa de la Organización Mundial de la Salud en los mismos términos de prevención y cura y expresa su deseo de que esta Jornada Mundial de la Vista sensibilice a la opinión pública sobre los problemas socio-sanitarios que acompañan a la ceguera.

 

LA EDAD AVANZADA ES UN TIEMPO DE GRACIA
INTERVENCIÓN DEL ARZOBISPO RENATO MARTINO ANTE NACIONES UNIDAS

"Queridos ancianos, la Iglesia os mira con amor y confianza, comprometiéndose a favorecer la realización de un ambiente humano, social y espiritual en cuyo seno todas las personas puedan vivir de forma plena y digna". Con estas palabras de Juan Pablo II, el arzobispo Renato Martino, jefe de la Delegación de la Santa ante las Naciones Unidas, sintetizó el lunes en Nueva York la importancia que merecen los ancianos y alentó a impulsar el papel especial que éstos desempeñan en la sociedad.

Tras reiterar las palabras del Papa en el Jubileo de los ancianos, es decir que "la edad avanzada es un tiempo de gracia, que invita a unirse con amor más intenso al misterio salvífico de Cristo y a participar más profundamente en su proyecto de salvación", Mons. Martino exhortó a "atesorar" la contribución de los ancianos por el bien de la humanidad.

Expresando gratitud al gobierno y pueblo de España por haber hospedado la reunión de Madrid, que logró importantes frutos con la implementación del Plan de Acción Internacional adoptado en Viena en 1982, monseñor Martino hizo hincapié en que ante la marginación que sufren los ancianos en la sociedad del mundo actual se debe promover la interacción entre las generaciones.

En este contexto, la Delegación de la Santa Sede presentó un ejemplo concreto, dando a conocer el "Centro Santa Ana para el cuidado 'inter-generacional'". Centro fundado en Milwauke por Sor Edna Lonergan, miembro de la misma delegación vaticana y que ha sido encomendado a las religiosas de San Francisco de Asís. Se trata de un lugar que ofrece los cuidados de un hogar a personas de todas las edades. Ancianos, jóvenes y niños. Asimismo, monseñor Martino se ha referido al apostolado de la Iglesia Católica en favor de los ancianos. Apostolado que se desarrolla en más de 13 mil hogares y hospicios en todo el mundo.

 

NOMBRAMIENTOS PONTIFICIOS

DIÓCESIS DE GOYA (ARGENTINA)
El Santo Padre ha nombrado obispo a monseñor Ricardo Oscar FEIFER, Hasta ahora vicario general de la diócesis de Gualeguaychú.

DIÓCESIS DE UMUARAMA (BRASIL)
El Santo Padre ha nombrado obispo a monseñor Vicente COSTA, hasta ahora obispo titular de Acque Flavie y auxiliar de Londrina.

DIÓCESIS DE KATIOLA (COSTA DE MARFIL)
Juan Pablo II ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis presentada por monseñor Jean-Marie KÉLÉTIGUI en conformidad al canon 401 § 2 del Código de Derecho Canónico. El Papa ha nombrado en su lugar a monseñor Marie Daniel DADIET, obispo titular de Sitipa, hasta ahora auxiliar de Korhogo.

ARCHIDIÓCESIS DE SEÚL (COREA)
El Papa ha nombrado auxiliar de la Archidiócesis de Seúl al sacerdote, Lucas Kim UN-HOE, asignándole la sede titular episcopal de Vadesi.

NUNCIO APOSTÓLICO EN PORTUGAL
Juan Pablo II ha nombrado Nuncio apostólico en Portugal a monseñor Alfio RAPISARDA, hasta ahora Nuncio Apostólico en Brasil.

NUNCIO APOSTÓLICO EN AUSTRIA
Juan Pablo II ha nombrado Nuncio a monseñor Giorgio ZUR, arzobispo titular de Sesta, hasta ahora representate de la Santa Sede ante la Federación Rusa.

 

COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (A): 13.10.02
"No llevaba traje de fiesta"

La liturgia nos presenta en este domingo el tema del "banquete mesiánico", haciéndolo de una manera bastante conocida: Isaías lo propone y la parábola evangélica lo retoma, dilata y enriquece. Afirma el Profeta que prepara el Señor de los Ejércitos para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera. Este banquete abundante se realizó con la venida del Hijo de Dios sobre la tierra y fue para todos los pueblos como había profetizado Isaías, y no sólo a los judíos, como querían los hijos de Israel.

Escuchemos ahora la parábola evangélica. Nos dice Jesús: "El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo". He aquí la primera novedad: el Señor de los Ejércitos se ha convertido en un rey; el banquete se ha transformado en un comida de bodas y, el esposo, es el Hijo del rey. Es curioso que no se nos hable de la "esposa", parece como que no existiera. Pero ya sabemos que no se habla de bodas entre hombre y mujer, sino entre Dios y su pueblo, entre Dios y la Iglesia, que Cristo con su sangre hace esposa.

Los primeros invitados a las bodas mesiánicas fueron los judíos, que recibieron la llamada por medio de los profetas y de Juan Bautista. Pero ellos, que gozaban de la amistad del rey, rechazaron en masa la invitación, más aún, echaron mano a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envío sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Se anuncia, así, la suerte que correrá Jerusalén, la ciudad rebelde, destruida por Tito.

Pero la boda está preparada, el esposo presente y, el rey, no quiere aplazar la fiesta. Por ello manda a sus criados a buscar invitados a los cruces de caminos. De este modo se llena la sala del banquete con invitados buenos y malos. No, no se puede participar al banquete mesiánico sin llevar el vestido de fiesta; no se puede pertenecer a la Iglesia-esposa sin pertenecer al Cristo-esposo, sin estar "revestido de Cristo", como afirma San Pablo.

Con la parábola, San Mateo quiere que comprendamos que se puede estar en la Iglesia y ser culpables, como los judíos, que rechazaron la invitación del rey. Ellos poseen la culpa de no haber querido ir a la boda, nosotros, por nuestra parte, podemos tener la culpa de acudir con una actitud irreverente hacia Dios que nos ha invitado, es decir, sin el vestido de bodas.

Nuestra pertenencia a la Iglesia es signo y promesa de salvación siempre que sepamos traducir exteriormente nuestra pertenencia interior a Cristo; de otro modo es sólo hipocresía. En otras palabras, el vestido de bodas del que nos habla San Mateo significa la misma realidad espiritual en la que pensaba San Pablo cuando escribía a los Romanos: Revestíos del Señor Jesucristo, y no sigáis la carne ni sus deseos.

La Eucaristía es el Banquete con el que Cristo celebra sus bodas con la Iglesia y con cada uno de los cristianos; en este contexto, la vestidura nupcial significa la pureza con la que es necesario acercarse a la mesa que ofrece al hombre el Pan de la vida.

Después de haber hablado tanto de boda y de invitados, nos gustaría conocer a una persona que haya participado perfectamente al banquete nupcial. La liturgia quiere satisfacer nuestra curiosidad presentándonos a San Pablo como invitado modelo. Es un invitado que está en la cárcel y desde allí asegura a sus queridos Filipenses, que también la cárcel es para él una sala de bodas. La cárcel le une más íntimamente a Cristo y a la Iglesia, sin olvidar que Cristo celebró sus bodas con la Iglesia desde la cruz. Le falta de todo en la cárcel, pero esto no entristece al Apóstol, que soporta todo con Cristo y encuentra todo en Cristo. Afirma: Todo lo puedo en aquel que me conforta. Jesús, el esposo, le está cercano, y esto le llena de gozo. Además, la caridad de los Filipenses, aunque modesta, ha llenado de alegría su corazón y espera que Dios Padre colmará a sus benefactores con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.

Esta es la prueba más clara de que cuando se vive en Cristo y para Cristo, la vida se convierte en una fiesta de bodas. Oremos hoy con el Salmista pidiendo al Señor que nos permita habitar en su casa, por años sin término.

 

LOS PROBLEMAS ACTUALES RECLAMAN CRISTIANOS COHERENTES, HOMBRES Y MUJERES QUE SANTIFIQUEN SU PROFESIÓN

Con ocasión de la canonización de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, el prelado de la Obra monseñor Javier Echevarría hizo pública una declaración, una especie de testimonio o confesión, que en sus partes más significativas les vamos a ofrecer a ustedes. Previamente les queremos recordar algunas de las frases del discurso dirigido por el Papa a los casi doscientos mil peregrinos que se reunieron el lunes en la plaza de San Pedro para asistir a la Santa Misa en acción de gracias a Dios por la canonización de San José María. Como se sabe, la Misa estuvo presidida por el Prelado del Opus monseñor Echevarría y concelebrada por los Vicarios Regionales de la Obra. Estuvieron presentes innumerables cardenales, obispos y sacerdotes, llegados a Roma para tan gozoso evento. Terminada la Eucaristía, Juan Pablo II descendió a la plaza de San Pedro para encontrarse con la inmensa muchedumbre de peregrinos presentes en ella.

En las palabras que les dirigió, el Santo Padre puso de relieve que San José María fue elegido por Dios para anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de todos los días, las actividades comunes, son camino de santificación. Se podría decir, afirmó el Papa, que él fue el santo de lo cotidiano, de lo ordinario. A continuación, hablando en español, añadió: "Escrivá de Balaguer fue un santo de gran humanidad. Todos los que lo trataron, de cualquier cultura o condición social, lo sintieron como un padre, entregado totalmente al servicio de los demás, porque estaba convencido de que cada alma es un tesoro maravilloso; en efecto, cada hombre vale toda la Sangre de Cristo. Esta actitud de servicio es patente en su entrega al ministerio sacerdotal y en la magnanimidad con la cual impulsó tantas obras de evangelización y de promoción humana en favor de los más pobres".

Para mí, dice en su declaración el prelado del Opus Dei, éste es un momento de una emoción difícil de describir. Un momento que procuro aprovechar muy unido al Santo Padre, a mis hermanos en el episcopado y a toda la Iglesia. He tratado a José María Escrivá durante veinticinco años. He visto su lucha por alcanzar la santidad en mil detalles de oración, de caridad y de alegría cristiana que se agolpan hoy en mi memoria. Me emociona contemplar que el Papa proclama santo a este hijo fidelísimo que se gastó generosamente sirviendo a la Iglesia y a las almas, y difundiendo por el mundo este amor a la Iglesia. Canonizar equivale a declarar que la vida de una persona se ha ajustado al "canon" de Cristo. Soy testigo de que José María Escrivá deseaba mirar a Cristo, buscarle, tratarle constantemente. Meditaba con frecuencia acerca de sus treinta años de Nazaret, tejidos de trabajo y de convivencia familiar.

El fundador del Opus Dei solía afirmar, añade monseñor Echevarría, que el núcleo del mensaje que Dios había puesto en su alma era precisamente la santificación del trabajo y de la vida ordinaria. Pienso que el nuevo santo se dirige a los hombres y mujeres que trabajan, para manifestarles: alégrate, porque ahí -en el corazón de tus jornadas sin brillo- puedes descubrir a Jesucristo; en los días festivos y en los días laborables en los que no ocurre nada llamativo. Porque esa existencia corriente puede y debe estar llena de amor a Dios, que siempre nos sale al encuentro. "Estas crisis mundiales son crisis de santos", escribió José María Escrivá. Pienso, en efecto, que los problemas actuales están reclamando cristianos coherentes, hombres y mujeres que santifiquen su profesión, que trabajen con espíritu de servicio para construir entre todos una sociedad digna del hombre, que es hijo de Dios. De los cristianos está esperando el mundo una auténtica revolución, una siembra de paz. Todo este horizonte lleva consigo también una aventura: la aventura de convertirse, de amar a Dios "con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas", y al prójimo como a uno mismo, en el quehacer cotidiano. Cuando, en la Plaza de San Pedro, el Papa pronuncie la fórmula de la canonización, rogaré a Dios que me ayude a convertirme y a corresponder a esta llamada.

"Pienso, termina diciendo monseñor Javier Echevarría, que todos los fieles de la Prelatura somos conscientes de nuestra poquedad personal. Sabemos que hemos de cambiar un poco cada día, con una mudanza espiritual y humana que nos ponga en condiciones de responder mejor a la gracia de Dios y nos lleve también a aprender de quienes nos rodean. El nuevo santo insistía en que los cristianos vamos adelante con la fuerza de la gracia y con la fraternidad y el ejemplo de las personas con las que trabajamos, con las que convivimos. Por eso, con la certeza de que todos necesitamos la ayuda de los demás, acudiré a la intercesión de San José María para pedir que todos experimentemos la alegría de seguir a Jesucristo en nuestro trabajo diario. Y rezaré para que los cristianos sepamos llevar la luz de Cristo a esta tierra nuestra tan necesitada de esperanza."

*******************

El jueves por la tarde fueron trasladados los restos mortales de San José María Escrivá de Balaguer desde la basílica de san Eugenio hasta la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, en Roma. Los restos mortales del Fundador del Opus Dei fueron expuestos públicamente desde el jueves anterior para que pudieran venerarlos los peregrinos llegados de todo el mundo a Roma para a la solemne canonización que el Santo Padre presidió el domingo en la plaza de San Pedro.

La tarde del jueves, el prelado de la Obra, mons. Javier Echevarría presidió la última celebración Eucarística de Acción de Gracias en la basílica de San Eugenio. Durante toda la semana fieles llegados de los cinco continentes para la entronización del nuevo santo aragonés, habían participado igualmente en otros tantos oficios litúrgicos en las grandes basílicas romanas.

JOSÉ MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER: "UN SANTO DE LO COTIDIANO"

 

SANTOS ESPAÑOLES: APORTACIÓN A LA IGLESIA UNIVERSAL

Juan Pablo II, en la homilía de la canonización del sacerdote español, José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, subrayó con doble trazo el mensaje del nuevo santo en el que invita a todos los cristianos, en especial a sus hijos espirituales, a conjugar la vida interior, es decir, la vida de relación con Dios, con la vida familiar, profesional y social; esa vida que está hecha de pequeñas cosas, pues "encontramos a Dios invisible en las cosas visibles y materiales". Para San José María cualquier actividad honrada, el trabajo, cualquier tipo de trabajo, digno, honesto, por humilde que sea, es un medio formidable de santificación cotidiana. La razón está en que todo cristiano está llamado a la santidad. Esa es su verdadera y definitiva vocación y la puede realizar buscando a Dios en el trabajo y en la vida cotidiana.

Reflexionando sobre la oportunidad providencial de la presencia del nuevo santo en un momento concreto de la historia de la Iglesia y la providencial oportunidad de la fundación del Opus Dei, se me han hecho presentes en la memoria santos y fundadores españoles y el hecho de que surgieran en un momento determinado de la historia. Voy a citar solamente los más destacados, indicando con ello la aportación que la Iglesia que está en España ha hecho a la Iglesia universal, algo de lo que debemos estar orgullosos, pues la fuerza secular del cristianismo en nuestra patria ha producido frutos que han traspasado sus fronteras, realizando una labor y una obra universal.

El primer fundador español de rango universal fue Santo Domingo de Guzmán, nacido en Caleruega, provincia de Burgos, a finales del año 1171. Siendo sacerdote y canónigo de la catedral de Osma, acompañó al Obispo de Osma en un viaje a Dinamarca por encargo del rey Alfonso VIII. Al pasar por Francia, Flandes, Renania e Inglaterra, Domingo quedo profundamente dolorido al ver que había grandes herejías. Los cátaros, los valdenses o pobres de Lyón, los albigenses y otras herejías, procedentes del maniqueísmo oriental, lo llenaban todo e incluso tenían obispos propios. Negaban todos los dogmas católicos, la unicidad de Dios, la Redención por la Cruz de Cristo, los Sacramentos, etc. Con el fin de combatir y contrarrestar el avance de las herejías se preocupó de preparar doctrinalmente a los cristianos para que no fueran presa fácil de la herejía, e incluso de predicar a los mismos herejes para convertirlos. Esta preocupación le llevó a la fundación de la Orden de Predicadores o Dominicos. La misión, pues, de los dominicos es predicar para llevar almas a Cristo, incluso desde tierras de misión. Es el mandato misionero del maestro antes de subir a los cielos. Domingo fue el hombre elegido para predicar la verdad contra el error. Esto ocurría a principios del siglo XIII.

En el siglo XVI el protestantismo de Lutero está haciendo estragos en Europa. Un hombre de una generosidad a toda prueba surge en Guipúzcoa, en el castillo de Loyola. Este soldado, herido en el castillo de Pamplona, tras varias vicisitudes, se deja dominar por la gracia. En 1523 peregrinó a Tierra Santa, que le impactó fuertemente, especialmente la presencia de los musulmanes a quien quería convertir. Los primeros compañeros y amigos de París quisieron, desde Venecia, ir a predicar a Tierra Santa. Ese era su cometido. No fue posible y en Roma se pusieron a las órdenes del Papa. Decidieron formar una Congregación, la Compañía de Jesús. A los votos de pobreza, castidad y obediencia, añadieron el de ir a trabajar por el bien de las almas adondequiera que el Papa lo ordenase. "La Compañía de Jesús era exactamente lo que se necesitaba en el siglo XVI para contrarrestar la Reforma. La revolución y el desorden eran las características de la Reforma. La Compañía de Jesús tenía por características la obediencia y la más sólida cohesión. Es un buen ejemplo del importantísimo papel que desempeñó en la contrarreforma. Ese movimiento tenía el doble fin de dar nuevo vigor a la vida de la Iglesia y de oponerse al protestantismo.

Aunque no entremos en detalles, quiero citar también a los místicos Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, que tanta influencia han tenido en toda la Iglesia e incluso fuera de ella, con su reforma carmelitana y sus escritos, de una profundidad mística inigualable, con los que han ayudado a muchas personas a ponerse en contacto con Dios de manera tanto personal como comunitaria. Discurría también el siglo XVI. Los aires de la Contrarreforma soplaban fuertes y, con Trento, Conciliares. Santa Teresa terminaba sus días en Alba de Tormes en 1582, gozosa porque moría hija de la Iglesia. En el campo de la educación de los niños y de los jóvenes tenemos a los escolapios de San José de Calasanz, por ejemplo, de principios del siglo XVII, dedicados a los niños pobres, sobre todo. Era la lucha contra el analfabetismo y la ignorancia. Las dos cosas inciden mucho en campo religioso. Cito solamente dos Movimientos fuertes surgidos también en España en el siglo XX: los Cursillos de Cristiandad y el Camino Neocatecumenal, de todos conocidos y estimados. Terminamos volviendo a San José María Escrivá, hombre del siglo XX, quien recibió de Dios la misión de anunciar la llamada universal a la santidad, indicando a la vez que la vida de todos los días, las actividades comunes, son camino de santificación. Es el santo de lo cotidiano, de lo ordinario, revelando que la vida diaria encierra una grandeza insospechada. Todo esto es providencial, pues se vive un materialismo, un liberalismo y un secularismo que emponzoñan precisamente la vida y la actividad de cada día, de cada momento, sin dejar respiro al espíritu, como si Dios no existiese.

 

CONCELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN LA IGLESIA NACIONAL ESPAÑOLA DE ROMA

En la festividad de Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Hispanidad, el sábado a las 11 y media se celebró una solemne Concelebración Eucarística en la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat de Roma. Presidido la misa el Obispo Emérito de León, mons. Antonio Vilaplana Molina.

El viernes por la tarde, en la misma Iglesia española de Santiago y Montserrat de Roma, el sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo Leonardo Sandrí, presidió el Te Deum de acción de Gracias en el que participó el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede de los países hispanos.

En su homilía, mons. Leonardo Sandri, pidió "que cese en España el triste fenómeno del terrorismo, que destruye la convivencia pacífica, viola los derechos fundamentales de la persona y siembra dolor y tristeza en las víctimas y sus familiares". El arzobispo invitó a rezar por "las ilusiones y esperanzas de España y las de todos los españoles, que día a día construyen una nación democrática y participativa, fundándola en ideales de paz, justicia y solidaridad".

El prelado argentino reiteró que la Iglesia se siente cercana a quienes padecen el terrorismo "y lo condena y condenará siempre, sin paliativos de ninguna clase, porque es contrario a la santa ley de Dios y a la dignidad de todo ser humano". También el sustituto de la Secretaría de Estado Vaticano recordó las palabras del Papa pronunciadas el 11 de marzo del año pasado, en la homilía de la beatificación de 233 mártires de la persecución religiosa en España, en la que expresó su deseo "del final del terrorismo en España. Desde hace varias décadas estáis siendo afectados por una serie horrenda de violencias y asesinatos, y lamentó, que han causado numerosas víctimas y grandes sufrimientos".

Juan Pablo II hacía hincapié entonces en que "en la raíz de tan lamentables sucesos hay una lógica perversa que es preciso denunciar. El terrorismo nace del odio y a la vez lo alimenta, es radicalmente injusto y acrecienta las situaciones de injusticia, pues ofende gravemente a Dios y a la dignidad y los derechos de las personas". El sustituto de la Secretaría de Estado afirmó que la historia de España corre paralela a la de la Iglesia y agregó que se trata de un país "bimilenario en su fe en Dios", con un fuerte testimonio de santos, mártires, instituciones y personas que han fundado su vida en el Evangelio.

 

X CONGRESO CATEQUÍSTICO INTERNACIONAL EN EL VATICANO

"El Santo Padre, que está con nosotros con su corazón ardientemente misionero, nos dirigirá su Mensaje cuando, el próximo viernes, tendremos la alegría de ser recibidos por Él. En espera de ese momento, provenientes de todos los continentes, trabajaremos en un ferviente clima de efectiva comunión eclesial propagando en círculos concéntricos - 'in universi mundo' - el compromiso de la evangelización".

Con estas palabras, el cardenal Darío Castrillón Hoyos, Prefecto de la Congregación para el Clero daba el martes la bienvenida a los participantes en el Congreso Catequístico Internacional, que se celebra en el Vaticano para conmemorar el X aniversario del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica.

El Congreso reflexionó sobre la actualidad del Catecismo hoy y conocer cómo ha sido su recepción, su aplicación y sus perspectivas de futuro en las distintas Iglesias particulares. Hasta el viernes 11 de octubre, catequistas de todo el mundo recordaron también en este Encuentro el V aniversario de la edición renovada del Directorio General de Catequesis.

Por parte de España, la Conferencia Episcopal Española informó de la presencia del arzobispo castrense y uno de los redactores del Catecismo, mons. José Manuel Estepa; el presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis de la misma Conferencia Episcopal Española (CEE), mons. Antonio Cañizares; el director del secretariado de la Subcomisión Episcopal de Catequesis, Juan Ignacio Rodríguez, y Manuel del Campo, en representación de la Facultad de Teología San Dámaso. Además, el jesuita español Cándido Pozo tuvo a su cargo una de las siete conferencias programadas en el Congreso.

Asimismo, el Congreso contó con la presidencia de los prefectos de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para el Clero, los cardenales Joseph Ratzinger y Darío Castrillón, respectivamente. Ellos asumieron también la tarea de moderar los trabajos, que son principalmente conferencias, comunicaciones y grupos de estudio entre los participantes.

Este Congreso Catequístico Internacional se inauguró como decíamos, el martes. Tras el saludo del cardenal Darío Castrillón, el cardenal Joseph Ratzinger ofreció la primera ponencia, sobre el tema "Actualidad doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica después de diez años de su publicación". Y, por la tarde, el español Cándido Pozo disertó sobre el "Uso del Catecismo de la Iglesia Católica en la formación teológica".

Las comunicaciones de este primer día de Congreso se centraron en el tema "La recepción y las perspectivas del Catecismo de la Iglesia Católica en las Iglesias particulares". Y las tres conferencias programadas para el miércoles estuvieron dedicadas al "Directorio General y Directorios locales: cuál relación y cuál responsabilidad de las Iglesias locales". "El Concepto teológico del Catecismo de la Iglesia Católica" y "La función de la familia en la catequesis y la Catequesis de los adultos para una acogida más plena del Catecismo de la Iglesia Católica".

Las intervenciones del presidente de la Comisión para la Catequesis de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos; del Arzobispo de Zagreb; del presidente del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (C.C.E.E.); del obispo de Cairns y presidente de la Comisión para la Educación de la Conferencia Episcopal de Australia; del secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; del Obispo de Zipaquirá y presidente del CELAM; y del secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos tienen el objetivo de ofrecer una visión de conjunto sobre la recepción y las perspectivas del Catecismo en América del Norte, Europa del Este, Europa del Oeste, Oceanía, África, América centro-meridional y Asia.

El jueves 10 de octubre, se desarrollaron las dos últimas ponencias del Congreso. El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, fue el responsable de desarrollar la conferencia, "Catequesis y Evangelización: perspectivas futuras y líneas orientativas para la misión <ad gentes>". El Congreso se cerró con las conclusiones de los cardenales Joseph Ratzinger y Darío Castrillón y el viernes tuvo lugar la clausura con una concelebración eucarística, en la Basílica de San Pedro presidida por el cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado. Seguidamente los congresistas fueron recibidos en audiencia por el Santo Padre.

EL CATECISMO, UN PUNTO DE REFERENCIA SEGURO Y AUTÉNTICO

 

DECLARACIÓN DE SANTO DOMINGO SOBRE SITUACIÓN FAMILIA EN AMÉRICA

"En muchas naciones la verdad sobre la familia está amenazada como institución natural". Es una de las afirmaciones de la Declaración de Santo Domingo sobre la "situación de la Familia y de la Vida en América", y que se dirige en especial a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial de los países latinoamericano. El documento en cuestión se opone a la pretensión de dar reconocimiento legal a las llamadas "uniones de hecho" y muestra aún más inquietud cuando tal pretensión se refiere a personas del mismo sexo.

Los presidentes de las Conferencias Episcopales de América se habían reunido del 1 al 5 de septiembre en Santo Domingo para tratar el tema "SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DE LA FAMILIA Y LA VIDA EN AMÉRICA" en un encuentro convocado por el Pontificio Consejo para la Familia, la Pontificia Comisión para América Latina y el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, y ubicado como secuencia del Sínodo de América en el décimo aniversario de la IV Conferencia general del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Santo Domingo a los cinco siglos de la Evangelización. Los participantes en el encuentro aprobaron por unanimidad este documento que se publicó el 12 de octubre.

Continuando con el tema de las uniones de hecho, el documento califica como "inadmisible que se quiera hacer pasar como una unión legítima en incluso como matrimonio las uniones de homosexuales y lesbianas, hasta con el pretendido derecho de adoptar niños. Reconocer este otro tipo de uniones y equipararlas a la familia es discriminarla y atentar contra ella". Ante este fenómeno y el crecimiento de una mentalidad divorcista la Declaración de Santo Domingo retoma el discurso del Santo Padre a la Rota Romana del pasado mes de enero, en el que el Papa invitaba a recurrir a la objeción de conciencia ante leyes injustas. "El derecho a la objeción de conciencia es particularmente urgente ante la avalancha de proyectos de ley sobre uniones de hecho en sus diversos niveles, que atentan contra la singularidad del matrimonio".

La Declaración de Santo Domingo denuncia además que cada vez se extiende más una mentalidad que con sutiles instrumentos de manipulación intelectual y jurídica y de ambigüedad terminológica, va destruyendo los principios y valores básicos del matrimonio y la familia. En otro momento y refiriéndose a la ingeniería genética, la clonación, la fecundación asistida y la eutanasia el documento reafirma la sacralidad de la persona humana desde la concepción hasta la muerte natural. "La ciencia no puede erigirse en exclusivo criterio al margen de los principios éticos, pues comprometería a la persona y a la sociedad".

En cuanto a la extrema pobreza de la gran mayoría de las familias en Latinoamérica, se culpa al capitalismo salvaje y la dictadura del mercado que cada vez provoca más desigualdad entre los hombres y el crecimiento del desempleo. En el mismo contexto, la Declaración niega que el incremento de seres humanos sea la causa de la pobreza y la miseria, sino que son producto de la injusticia reinante. "Nunca antes hubo mayor contraste entre riqueza y pobreza. Dentro de este contexto, la principal víctima es la familia".

Los presidentes del Consejo Pontificio para la Familia, de la Comisión Pontificia para América Latina y del Consejo Episcopal Latinoamericano, así como los presidentes o delegados de las Conferencias Episcopales de América, con algunos matrimonios y profesores universitarios, reunidos en la ciudad de Santo Domingo, han estudiado las legislaciones, la problemática de la familia y la vida en el Continente, dentro del contexto de la globalización cultural.

Declaración de Santo Domingo - Documento completo

Durante los días 1 al 5 de septiembre se reunieron los Presidentes de las Conferencias Episcopales de América en la ciudad de Santo Domingo para tratar del tema "SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DE LA FAMILIA Y LA VIDA EN AMÉRICA". El Encuentro fue convocado por el Pontificio Consejo para la Familia, por la Pontificia Comisión para América Latina y por el Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, y se ubica como secuencia del Sínodo de América en el décimo aniversario de la IV Conferencia general del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Santo Domingo a los cinco siglos de la Evangelización. Los participantes aprobaron por unanimidad el documento que presentamos y decidieron hacerlo público en la significativa fecha del 12 de octubre.

Los Presidentes del Pontificio Consejo para la Familia, de la Pontificia Comisión para América Latina y del Consejo Episcopal Latinoamericano, así como los Presidentes o Delegados de las Conferencias Episcopales de América, con algunos matrimonios y profesores universitarios, reunidos en la ciudad de Santo Domingo, hemos estudiado las legislaciones, la problemática de la familia y la vida en el Continente, dentro del contexto de la globalización cultural.

Nos dirigimos con respeto, insistencia y esperanza a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sensibles al gran valor de la familia y la vida, y en modo especial, a los responsables de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial en nuestros países. Queremos compartir con ellos informaciones y preocupaciones, a la luz de la enseñanza de la Iglesia, dialogar sobre el respeto debido a la familia y la vida, que tiene su fundamento en la verdad del hombre y, por tanto, en una genuina antropología.

I. Situación de la familia

1. En muchas naciones la verdad sobre la familia está amenazada como institución natural (Juan Pablo II, Homilía en Braga, Portugal 15/5/1982); bien necesario para asegurar el tejido social, sin el cual el futuro de los pueblos se halla en grave peligro. Más aún, debido a una fuerte presión ideológica, se diría que hay el propósito de desmontar pieza por pieza el edificio de la familia fundamentada sobre el matrimonio.

2. Con sutiles instrumentos de manipulación intelectual y jurídica y de ambigüedad terminológica se extiende cada vez más una mentalidad que con el pretexto de progreso y de modernidad va destruyendo los principios y valores básicos del matrimonio y la familia. La humana donación recíproca amorosa entre los esposos, por toda la vida, la fidelidad y exclusividad matrimoniales, la fecundidad (Pablo VI, Enc. Humanae vitae, n. 9), se relativizan y presentan como si sólo fueran fruto de acuerdos externos y estadísticas sociales, mutables según las circunstancias.

3. Nos preocupa como Obispos, pastores y ciudadanos del mundo que se viole la soberanía y cultura de nuestros pueblos y que no se responda a la profunda y legítima aspiración de nuestra gente de ver tutelada y ayudada la familia en su misión integral, como la mejor inversión y el más precioso "capital humano", en beneficio de la entera sociedad. Muchas familias, que viven heroicamente y merecen el reconocimiento de la sociedad, trabajan y luchan por educar integralmente, con todos los valores, a los hijos para asegurarles un futuro digno.

II. Verdad de la familia y la vida

4. La auténtica familia, santuario de la vida y primera y más profunda escuela de amor y ternura, anima e impulsa a la juventud a buscar la felicidad en los verdaderos valores humanos. Estos se encuentran en el señorío de la libertad, en la generosidad, solidaridad y sobriedad.

5. Una sociedad y cultura sanas se reflejan y se nutren de la salud de la familia. Igualmente, una sociedad y cultura enfermas se reflejan en una familia débil y deteriorada. El futuro de la humanidad no será posible sin el reconocimiento y respeto de los valores de la institución natural familiar. Los que tienen en sus manos y son responsables, en cierta forma, del porvenir de nuestros pueblos, deben ser guardianes y promotores de la familia y de la vida ya, que la salvaguarda de éstas es responsabilidad de toda la sociedad, especialmente de quienes están a su servicio, en la noble vocación de la política.

6. La familia fundada en el matrimonio libre y vinculante del esposo y la esposa, es, por su propia naturaleza, célula básica de la sociedad y patrimonio de la humanidad. Jesucristo ha elevado a la dignidad de sacramento esa comunidad de vida y amor.

7. Nos aflige profundamente la pretensión de dar un reconocimiento legal, con los efectos jurídicos que la tradición de los pueblos sólo reconocía al matrimonio, un bien eminentemente público, a las llamadas "uniones de hecho", en sus diversas versiones y etapas. Es aún mayor nuestra inquietud cuando tal pretensión se refiere a personas del mismo sexo. Es inadmisible que se quiera hacer pasar como una unión legítima e incluso como "matrimonio" las uniones de homosexuales y lesbianas, hasta con el pretendido derecho de adoptar niños. Implícita e incluso explícitamente se presentan como alternativa a la familia. Reconocer este otro tipo de uniones y equipararlas a la familia es discriminarla y atentar contra ella.

8. La familia y la vida caminan juntas. Por eso, todo desconocimiento y ataque a la familia lo es a la vida, y todo desconocimiento y ataque a la vida lo es a la familia. En medio del debate científico y moral del momento sobre los complejos problemas de la bioética, entre los que cabe mencionar la ingeniería genética, la clonación, la fecundación asistida y la eutanasia, queremos reafirmar la sacralidad de la persona humana desde la concepción hasta la muerte natural. La ciencia no puede erigirse en exclusivo criterio al margen de los principios éticos, pues comprometería a la persona y a la sociedad.

9. Dice Juan Pablo II: "El hombre de hoy vive como si Dios no existiese y por ello se coloca a sí mismo en el puesto de Dios, se apodera del derecho del Creador de interferir en el misterio de la vida humana y esto quiere decir que aspira a decidir mediante manipulación genética en la vida del hombre y a determinar los límites de la muerte. Rechazando las leyes divinas y los principios morales atenta abiertamente contra la familia. Intenta de muchas maneras hacer callar la voz de Dios en el corazón de los hombres; quiere hacer de Dios el gran ausente de la cultura y de la conciencia de los pueblos. El misterio de la iniquidad continúa marcando la realidad de este mundo." (Juan Pablo II, Homilía en Cracovia, 18-8-2002).

Nos impresiona que mientras se proclaman, con legítima insistencia los derechos humanos fundamentales, y sin duda que el primero es el derecho a la vida (cf. art. 3 de la Declaración universal de derechos del hombre), se difunde cada vez más el crimen abominable del aborto. El mismo Santo Padre denuncia la conversión del delito en derecho (cf. Juan Pablo II, Enc. Evangelium vitae, n. 1 l).

10. Nos interpela a todos la extrema pobreza de la gran mayoría de las familias en nuestro Continente. El capitalismo salvaje y la dictadura del mercado provocan cada vez más desigualdad entre los hombres y el crecimiento del desempleo. Compartimos el sufrimiento de tantas familias que experimentan la necesidad de emigrar por la falta de oportunidades de trabajo en muchas regiones.

Se requiere crear y mantener una red de solidaridad real, que reconozca en todo hombre a nuestro hermano. Así la globalización será, como propone el Santo Padre, una verdadera globalización humana y humanizante y una auténtica "globalización de la solidaridad (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Ecclesia in America, n. 55). Esta aspiración es compartida por diversas personas de reconocida autoridad en el campo de la política, de la sociología y de la economía.

11. No es verdad que el incremento de seres humanos sea la causa de la pobreza y la miseria. Sabemos que ellas son producto de la injusticia reinante. Esta es la que produce mayor enriquecimiento de los ricos y más empobrecimiento de los pobres. Nunca antes hubo mayor contraste entre riqueza y pobreza. Dentro de este contexto, la víctima principal es la familia. Para los niños, invitados al banquete de la vida, la mayor pobreza es carecer de una familia en la que sean acogidos, amados y educados. La pobreza se agrava sin la familia, y empeora notablemente al no poder tener una familia con una mínima dignidad. La voracidad del poder económico puede llegar a destruir otro elemento esencial de la vida, el equilibrio ecológico de la creación

III. Necesidad de actuar

12. Los políticos y legisladores, no sólo los católicos, son invitados en virtud del sentido mismo de las leyes en pro del bien común, a no dar su voto a proyectos de leyes inicuas. Les pedimos insistentemente que busquen iniciativas creadoras en favor de la familia y de la vida, que se plasmen en lo posible en una legislación orgánica y positiva.

13. El Santo Padre Juan Pablo II (Discurso a la Rota Romana, 28-1-2002), ante el crecimiento de una mentalidad divorcista, invita a una actitud coherente e incluso a la objeción de conciencia ante leyes injustas, que por serlo, no son obligantes. El derecho a la objeción de conciencia es particularmente urgente ante la avalancha de proyectos de ley sobre uniones de hecho en sus diversos niveles, que atentan contra la singularidad del matrimonio.

¿Cómo podría un cristiano, un político o legislador coherente, incluso si no comparte nuestra fe, dar su voto o prestarse para "celebrar" dichas uniones que discriminan de hecho su mundo moral?

14. En nombre de Jesucristo, a quien nosotros reconocemos como único Salvador del mundo, anunciamos el Evangelio de la vida, sin pretender imponerlo. La verdad vale por sí misma y es capaz, por su esplendor, de convencer y seducir a los hombres y mujeres de buena voluntad.

La historia interpela a la humanidad entera en el comienzo del nuevo milenio y urge especialmente a los dirigentes a gestar una sociedad digna del hombre. Con el Santo Padre Juan Pablo 11 (Homilía en la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe, 23-1-1999), concluimos diciendo: "La Iglesia debe manifestarse proféticamente contra la cultura de la muerte. Que el Continente de la Esperanza sea también el Continente de la Vida".

Santo Domingo, 4 de septiembre de 2002 (se ha convenido que esta Declaración se haga pública desde el Vaticano, en la significativa fecha del 12 de octubre de este año).

Alfonso Cardenal, López Trujillo, Presidente Pontificio Consejo para la Familia
Giovanni Battista Cardenal, Re, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina
Jorge Enrique Jiménez Carvajal, Presidente del CELAM

 

EVANGELIZACIÓN Y TRANSMISIÓN DE LA FE EN EL VIEJO CONTINENTE

Los obispos europeos se han declarado convencidos de que "los hombres y las mujeres de nuestro continente están hoy fundamentalmente abiertos a la Buena Noticia", por eso necesitan sacerdotes y hombres y mujeres consagrados para anunciarla. Reunida en Sarajevo, la Asamblea anual del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), finalizó el lunes con un mensaje de confianza hacia las perspectivas de "evangelización y transmisión de la fe" en el viejo continente.

"Cada cristiano está llamado a ser protagonista de la misma, pero en este sentido -aclaran los prelados europeos-- tienen un papel insustituible las vocaciones específicas a la vida consagrada y al sacerdocio, cuyo número declina en algunos países de Europa". Casi la mitad de los candidatos al sacerdocio en el continente proceden en estos momentos de Polonia e Italia. En otros países como, por ejemplo, Suiza o España, los obispos han constatado una grave disminución en el número de jóvenes que entran a los seminarios.

En particular, los prelados se han dado cuenta de que en muchas partes de Europa, la pastoral de vocaciones es marginal. Por ello han hecho un llamamiento a las diócesis y parroquias para que se recupere la convocatoria vocacional a la vida consagrada y sacerdotal. Y si como dicen los obispos "los hombres y las mujeres de Europa están hoy fundamentalmente abiertos a la Buena Noticia", el Catecismo de la Iglesia Católica, cuya tercera parte está dedicada a la moral cristiana, "es la doctrina de la vida lograda, la guía, la ilustración, por decirlo así, de las reglas, para descubrir y alcanzar la auténtica felicidad".

Quien lo asegura es el cardenal Joseph Ratzinger, al intervenir en un congreso organizado en el Vaticano para celebrar los diez años de la publicación del Catecismo. El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe inauguró el simposio, que reúne en el Aula del Sínodo hasta el viernes a algunos de los más reconocidos teólogos del mundo, por invitación de esa misma congregación vaticana y de la Congregación para el Clero.

El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por Juan Pablo II el 11 de octubre de 1992, en cuya redacción participó un equipo internacional de redactores coordinados por el cardenal Ratzinger, es quizá el documento más importante de este pontificado, pues en él se presenta, con un lenguaje actual, el compendio de la fe católica, aclaró el purpurado alemán.

Al intervenir sobre el tema de la actualidad doctrinal del Catecismo, el cardenal Ratzinger recordó que "el impulso primordial del hombre, que nadie puede negar, es el deseo de una vida lograda y llena. Y "el libro pone precisamente en relación esta tendencia innata en el hombre con las bienaventuranzas de Jesús, que liberan al concepto de felicidad de todas las banalidades, le dan su auténtica profundidad y, de este modo, permiten ver el lazo entre el bien absoluto, el bien en persona --Dios-- y la felicidad".

El Catecismo, aseguró el cardenal Ratzinger, ofrece, recurriendo a la Sagrada Escritura y a la riqueza global de la tradición en sus múltiples formas, e inspirándose en el Concilio Vaticano II, una visión orgánica de la totalidad de la fe católica, que es "bella" precisamente en cuanto "totalidad", una belleza en la que reluce el esplendor de la verdad".

 

PROGRAMA DE LA VISITA OFICIAL DEL PATRIARCA ORTODOXO TEOCTIST

El Patriarca Ortodoxo de Rumanía, Su Beatitud Teoctist, ha realizado durante la semana una visita oficial a la Iglesia de Roma que concluyó con su presencia en la Basílica de San Pedro en el Vaticano en la solemne celebración eucarística que presidió el Papa Juan Pablo II.

El viernes por la tarde realizó dos importantes visitas en la Ciudad Eterna. A las 4'30 de la tarde fue recibido en la catedral de San Juan Letrán por el cardenal Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma. En el marco de una celebración ecuménica de la Palabra le fue entregada una porción de las reliquias de San Silvestre, obispo de Roma del 314-335. Este papa que fue contemporáneo con los retos del Concilio de Nicea y con las esperanzas que suscitó la tolerancia de Constantino, fue capaz de mantener unida a la Iglesia, ofreciéndose como ejemplo de amor por el rebaño y por la universalidad del mensaje evangélico.

Y, a las 6 de la tarde, Su Beatitud Teoctist, visitó el Pontificio Instituto Oriental donde participó en un acto académico. El profesor Cesare Giraudo dictó una conferencia con el título "La epíclesis eucarística, puente entre Oriente y Occidente". "Entre las cuestiones clásicas que dividen a los católicos y ortodoxos, comenzó diciendo el ponente, se menciona habitualmente esta controversia sobre la epíclesis. Ambas teologías se unen en la profesión de fe en la presencia real eucarística, pero, por desgracia, se separan al reflexionar sobre el momento en que esta presencia se lleva a cabo".

El profesor Cesare Giraudo desgranó en su intervención magistral ambas posturas doctrinales y teológicas, la historia de la controversia a lo largo de los siglos, así como las posibles vías de conciliación que surgen de la lex orandi y "que constituyen una piedra miliar del camino que se debe hacer juntos hacia la reencontrada unidad de la única Iglesia de Cristo".

El sábado a las 5 de la tarde, su Beatitud Teoctist presidió una celebración ecuménica en la iglesia de San Bartolomé de la Isla Tiberina en memoria de los testigos de la fe del siglo XX. Junto al patriarca ortodoxo de Rumanía participaron también los cardenales Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la unidad de los Cristianos, Ruini, vicario de Roma y George, Arzobispo de Chicago y titular de la basílica de San Bartolomé.

AUDIENCIA DEL SANTO PADRE
DECLARACIÓN COMÚN DE JUAN PABLO II Y EL PATRIARCA ORTODOXO DE RUMANÍA
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN SAN PEDRO