AUDIENCIA
GENERAL: LA PAZ, NACE DE LA RENOVACIÓN PROFUNDA DEL
CORAZÓN DEL HOMBRE
La
paz, nace de la renovación profunda del corazón del hombre.
No es pues el resultado de los esfuerzos humanos ni se puede alcanzar
solamente gracias a los acuerdos entre personas e instituciones. Esta
fue la afirmación de Juan Pablo II durante la audiencia general
del miércoles.
A
pesar de la intensa actividad pastoral vivida por el Santo Padre, tanto
el Domingo de Ramos, así como en el Triduo Pascual, tampoco este
miércoles quiso faltar a su habitual encuentro con los peregrinos
de todas las partes del mundo reunidos en la Plaza de san Pedro. En la
catequesis, de la audiencia general el Papa aludió, en esta Octava
de Pascua, a la resurrección de Cristo que celebramos en la vigilia
Pascual del Sábado de Gloria.
Desde
la comunidad de los fieles, en cada parte del mundo, se eleva al cielo
un cántico de alabanza y de acción de gracias a Aquel que
ha liberado al hombre de la esclavitud del mal y del pecado mediante la
redención realizada por el Verbo encarnado. Es, manifestó
el Papa, lo que expresa el salmo 135, ahora proclamado, y que constituye
un espléndido himno a la bondad del Señor. El amor misericordioso
de Dios se revela plenamente y definitivamente en el Misterio pascual.
Tras su resurrección, el Señor se aparece muchas veces a
los discípulos.
"'Paz
a vosotros', les decía entrando en el cenáculo, y repite
este saludo por más de tres veces. Podemos decir que esta expresión
"paz a vosotros", en hebreo Shalom, contiene y sintetiza, todo
el mensaje pascual. La paz es el don ofrecido a los hombres por el Señor
resucitado y es el fruto de la nueva vida inaugurada por su resurrección.
La paz, por lo tanto, se identifica como "novedad" inmersa en
la historia de la Pascua de Cristo. Ésta nace de la renovación
profunda del corazón del hombre. No es pues el resultado de los
esfuerzos humanos ni se puede alcanzar solamente gracias a los acuerdos
entre personas e instituciones. Es, mas bien un don que hay que acoger
con generosidad, de cuidar con gran esfuerzo, y de hacer fructificar con
madurez y con responsabilidad. Por dramáticas que sean las situaciones
y fuertes las tensiones y conflictos, nada puede resistirse a la eficaz
renovación traído por Cristo resucitado. El es nuestra paz".
La
Octava de Pascua, llena de luz y de alegría, concluirá el
próximo domingo con el Domingo in Albis, denominado también
de la "Divina Misericordia". De esta misericordia de Dios, "que
se mueve en piedad hacia sus siervos", la Pascua es perfecta manifestación.
Con la muerte en Cruz, recordó el Papa, Cristo nos ha reconciliado
con Dios y ha puesto las bases en el mundo de una fraternal convivencia
entre todos. En Cristo el ser humano, frágil y anhelante de felicidad
ha sido rescatado de la esclavitud del Maligno y de la muerte, que genera
tristeza y dolor. La sangre del Redentor ha lavado nuestros pecados. La
misericordia divina construye la paz en la familia y en todos los demás
ámbitos de la vida. A la celestial protección de María,
Madre de Misericordia y reina de la Paz os confío así como
a vuestras familias y a vuestras comunidades. También renuevo mis
más cordiales augurios pascuales.
RESUMEN
DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL
Queridos hermanos y hermanas:
En estos días de la Octava de Pascua la Iglesia continua exultando
por la resurrección de Cristo, que vive para siempre y la muerte
no tiene ningún dominio sobre Él. Una vez resucitado, el
Señor se apareció varias veces a sus discípulos saludándolos
con la frase "Paz a vosotros". Así, la paz es un don
ofrecido a los hombres por el Resucitado y es el fruto de una vida nueva
inaugurada por su resurrección. La paz nace de la profunda renovación
del corazón humano, es un don que se ha de acoger con generosidad,
se ha de custodiar con cuidado y se ha de hacer fructificar con madurez
y responsabilidad.
La Octava de Pascua concluirá el domingo próximo llamado
"in Albis" o también de la "Divina Misericordia".
Con la Sangre del Redentor hemos experimentado el poder de su perdón
y la misericordia divina nos abre el corazón al perdón los
hermanos. Perdonando y recibiendo el perdón es como se construye
la paz en las familias y en todos los grupos humanos.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua; en especial a los fieles
del Arciprestazgo de Aliste, así como a las Corales de Medina del
Rioseco y de Tortosa y a los alumnos de los distintos colegios. A todos
renuevo mi felicitación pascual y os confío a la protección
de la Virgen María, Madre de la Misericordia y Reina de la Paz.
****************
Tras
los saludos en varias lenguas, el Papa se dirigió a los jóvenes
a los enfermos y a los recién casados. "Queridos jóvenes,
renovando la fe en el Salvador resucitado, sed testigos entusiastas en
la Iglesia y en la sociedad, para que vuestra fidelidad al Evangelio contribuya
a la construcción de la civilización del amor. Que, a vosotros
enfermos, la luz de al Resurrección, consuelo y sostén para
quién cree, ilumine vuestra cotidiana existencia y la haga fecunda
en beneficio de toda la humanidad. Y vosotros, recién casados,
adquirid cada día del Misterio pascual la fuerza espiritual para
alimentar vuestra familia con un amor sincero e inagotable".
EL
DESARROLLO ECONÓMICO, BIEN ORIENTADO, FAVORECE LA PAZ
El
desarrollo económico bien orientado, favorece la paz. Nunca el
lucro por encima de la dignidad y derechos de la persona humana. Así
lo afirmaba el Santo Padre el sábado en su audiencia a los miembros
del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria; de la Asociación Católica
italiana de Guías y Scouts y de la Acción Católica
de Polonia.
El
Santo Padre recibió por la mañana, en el Aula Pablo VI,
a un grupo de ejecutivos del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, de España
y Latinoamérica; a los miembros del Consejo General de la Asociación
Católica italiana de Guía y Scouts y a varios grupos de
la Acción Católica de Polonia.
En
sus palabras en español, extendiendo su saludo también a
los demás miembros de la citada institución, que, "con
su trabajo colaboran al desarrollo económico", el Pontífice
ha reiterado que este desarrollo "bien orientado, favorece la convivencia
pacífica de los ciudadanos y permite una vida acorde con la dignidad
humana", pues de ese modo, "se honra al hombre, 'autor, centro
y fin de toda la vida económica y social' (Gaudium et spes, 63),
y se colabora en el designio de Dios". En este contexto, Juan Pablo
II puso en guardia, una vez más, contra el peligro de que el lucro
esté por encima de la dignidad y derechos de la persona humana:
Deseo
recordar que el interés de lucro, aún siendo legítimo,
no puede ser el móvil principal o incluso exclusivo de una actividad
empresarial o comercial, pues tal actividad debe tener en cuenta los factores
humanos y está subordinada a las exigencias morales propias de
toda acción humana.
Tras
exhortar a hacer de las "empresas verdaderas comunidades de personas
que buscan la satisfacción de sus intereses económicos en
el marco de los postulados de la justicia y la solidaridad, del trabajo
responsable y constructivo, y del fomento de las relaciones humanas auténticas
y sinceras, y estén, además, al servicio de la sociedad
(cf. Centesimus annus, 35)", Juan Pablo II invitó a perseverar
en el testimonio cristiano: "Al
agradeceros esta visita os animo a seguir llevando adelante el compromiso
cristiano en el ámbito de vuestras actividades, testimoniando con
las palabras y los hechos las enseñanzas del Magisterio eclesial
en materia social".
En sus palabras a los miembros y asistentes eclesiásticos de la
Asociación Católica de Guías y Scouts de Italia,
el Papa recordó la esperanza de la Iglesia en el 'escoutismo' y
la necesidad de que los jóvenes tengan la oportunidad de vivir
una experiencia personal con Cristo. Misión que los adultos deben
desarrollar con profunda responsabilidad y que requiere, en primer lugar,
ser verdaderos testimonios de Jesucristo.
Tras
recordar que el Consejo General del movimiento italiano de Scouts ha elegido
este año como tema de reflexión la Encíclica Pacem
in terris, del Beato Juan XXIII - y los cuatro pilares de la paz - es
decir, justicia, libertad, verdad y amor, Juan Pablo II recomendó
no olvidar nunca la importancia de ponerse a la escucha de la Palabra
de Dios, de la oración y de los sacramentos.
Y,
en este mismo encuentro, dirigiéndose a unos mil doscientos fieles
polacos de distintos grupos de la Acción Católica de Polonia,
Juan Pablo II expresó su profunda satisfacción por el décimo
aniversario del "renacimiento" de esta institución. Hecho
que el mismo Pontífice había encomendado con tanto ahínco
a los Obispos polacos, hace precisamente diez años. También
en esta ocasión, el Santo Padre destacó esta importante
"forma de apostolado de los laicos", señalando también
que son "un magnífico don para toda la comunidad del Pueblo
de Dios".
Y,
subrayando el deber y derecho de llevar y testimoniar el Evangelio en
todos los ambientes, y que la "Acción Católica no puede
limitarse sólo a actuar en la dimensión social de la Iglesia",
sino que esta misma asociación debe también formar su espiritualidad,
contemplando el rostro de Cristo, el Pontífice animó a proseguir
el camino con esperanza.
BEATIFICACIONES:
"SÓLO EN LA MISERICORDIA DE DIOS, EL MUNDO
PUEDE ENCONTRAR LA PAZ"
"Invoquemos
a María, rezando por toda la familia humana". "Sólo
en la misericordia de Dios el mundo puede encontrar la paz". En
el Regina Caeli, tras la proclamación, el domingo, de seis nuevos
beatos italianos, Juan Pablo II encomienda también a las Iglesias
de Oriente, que ese día celebraban la Pascua de Resurrección".
Como broche
de oro de la solemne celebración en la que proclamó seis
nuevos Beatos, Juan Pablo II introdujo el rezo mariano del Regina Caeli
evocando el encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos.
En el Cenáculo, el Señor ofrece el "don pascual de
la paz y de la misericordia", enfatizó el Santo Padre y,
meditando en la página evangélica del día destacó
una vez más que "la paz verdadera brota de un corazón
reconciliado, que ha experimentado la alegría del perdón
y, gracias a ello, está listo a perdonar". En este día
- subrayó el Papa - la Iglesia presenta el mundo entero a su
Señor: "La Iglesia, reunida también hoy espiritualmente
en oración en el Cenáculo, presenta a su Señor
las alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias del mundo
entero. Y Él ofrece como remedio eficaz la 'Misericordia Divina',
de la que pide a sus ministros que se hagan instrumentos generosos y
fieles".
Junto con
los nuevos Beatos, "que nos indican el camino que debemos seguir,
confiando siempre en la ayuda del Señor, también está
presente a nuestro lado María, la Reina de los Apóstoles
y de todos los Santos". A Ella invitó el Papa a acudir,
implorando su amparo maternal para toda la humanidad: "Invoquémosla
hoy, en particular, como Madre de la Misericordia Divina, rezando por
la familia humana entera, con la certeza de que sólo en la misericordia
de Dios el mundo puede encontrar la paz. A María encomendemos
de forma especial a las Iglesias de Oriente, que este domingo celebran
la Pascua de Resurrección".
"Dad
gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia".
(Sal 117,1) En este segundo domingo de Pascua y de la Misericordia Divina,
la Iglesia canta el Misterio pascual, que revela en pleno el consolador
diseño salvífico del amor misericordioso de Dios, cuyos
testigos privilegiados en el cielo son los Santos y los Beatos.
Y, en ese
día, elevando al honor de los altares a seis nuevos Beatos, Juan
Pablo II hizo hincapié precisamente en la "tierna y sorprendente
misericordia del Señor" que se ha manifestado en Santiago
Alberione, Fundador de la Familia Paulina; Marco de Aviano, de la Orden
de los Frailes Menores Capuchinos; María Cristina Brando, Fundadora
de las Hermanas Víctimas Expiadoras de Jesús Sacramentado;
Eugenia Ravasco, Fundadora de las Hijas de los Sagrados Corazones de
Jesús y de María; María Domenica Mantovani, cofundadora
de las Hermanitas de la Sagrada Familia y Julia Salzano, Fundadora de
las Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón.
En su homilía,
el Papa recordó que la "Buena Nueva es un mensaje universal
destinado a los hombres de todos los tiempos". Y es también
un mensaje - "dirigido personalmente a cada uno" - que pide
ser traducido como vida vivida". Y, tras señalar que cuando
los cristianos se vuelven "evangelios vivos", se transforman
en "signos elocuentes de la misericordia del Señor",
haciendo que su "testimonio alcance con mayor facilidad el corazón
de las personas", Juan Pablo II fue destacando el carisma de los
nuevos Beatos, todos ellos italianos.
Santiago
Alberione, que percibió la necesidad de "dar a conocer a
Jesucristo, Camino Verdad y Vida, a los hombres de nuestro tiempo, con
los medios de nuestro tiempo". Medios que este Apóstol de
los tiempos nuevos anhelaba que estuvieran guiados por santos. Que su
Familia religiosa responda de forma adecuada a "las exigencias
de la evangelización del mundo de hoy", deseó Juan
Pablo II, recordando luego al Beato Marco de Aviano. "Profeta desarmado
de la Misericordia Divina", impulsado por las circunstancias a
comprometerse activamente en "defensa de la libertad y unidad de
la Europa cristiana".
Tras hacer
hincapié en que el Beato Marco de Aviano recuerda al continente
europeo - que se abre en estos años a nuevas perspectivas de
cooperación - que "su unidad será más firme
si se basa en las comunes raíces cristianas", el Santo Padre
subrayó la "espiritualidad eucarística y de expiación"
de María Cristina Brando, cuyo anhelo educador impulsa a las
personas a tomar conciencia de su propia dignidad, abriéndose
al amor misericordioso del Señor.
Amor que
Eugenia Ravasco anheló difundir. Contemplando los Corazones de
Cristo y María, esta beata sirvió al prójimo, entregando
su vida por la juventud y los pobres y percibió 'la urgencia
misionera', con especial atención a los 'apartados de la Iglesia'.
Ejemplo de Santidad, como fue también la Beata María Domenica
Mantovani, con su "extraordinario modo de ser fiel en toda circunstancia,
hasta el último aliento, a la voluntad de Dios".
Y, finalmente,
destacando a la Beata Giulia Salzano, que nos alienta a "perseverar
en la fe y a no perder nunca la confianza en Dios, que todo los puede",
Juan Pablo II invitó a repetir con estos seis nuevos Beatos "Jesús,
en ti confío", implorando a María para que Ella nos
ayude a "proclamar con nuestra existencia que "es eterna la
misericordia de Dios" ¡ ahora y siempre!
LUNES
DEL ÁNGEL: TESTIMONIO ALEGRE Y FUNDAMENTAL DEL MENSAJE DE PASCUA
"Que
María nos ayude a tener más viva nuestra fe en la resurrección
del Señor y nos guíe en el compromiso del testimonio alegre
y fundamental del mensaje de la Pascua a los hombres y a las mujeres
del tercer milenio". Eran palabras del Santo Padre antes del Regina
Coeli del lunes.
Al lunes
de Pascua se le llama "Lunes del ángel", en recuerdo
de lo que ocurrió al amanecer de aquel primer día después
del sábado. Fue un ángel, en efecto, el que animó
a las mujeres que, habían acudido al sepulcro y que estaban desconcertadas
y preocupadas al haber encontrado la tumba vacía. Así
ha comenzado hoy el Santo Padre la alocución previa a la oración
mariana pascual del Regina Coeli, ante miles de fieles congregados en
la Plaza de san Pedro.
¡"No
tengáis miedo! Les dijo. . . Ha resucitado no está aquí".
Y añadió: "Ahora id" y anunciad esta noticia
a los Apóstoles. También para nosotros tienen, estas palabras
del ángel, un gran valor, que volvemos a escuchar siempre con
íntima emoción. Como Cristo ha resucitado, todo cambia,
y la vida y la historia adquieren un nuevo sentido.
"La
Liturgia de hoy nos propone como meditación, continuó
diciendo el Papa, la predicación del apóstol Pedro a la
muchedumbre de Jerusalén. Esta se centra en el siguiente anuncio:
'A este Jesús, Dios le resucitó: de lo cual todos nosotros
somos testigos'".
Con sencillez
y claridad, Pedro afirma que el Cristo crucificado está vivo,
ha resucitado, y "todos nosotros somos testigos". Desde entonces
la Iglesia, prosiguió diciendo el Pontífice, no ha cesado
de proclamar esta misma "buena noticia". Es urgente que todos
los hombres conozcan y encuentren a Cristo, crucificado y resucitado,
y de Él se dejen conquistar. A cuantos lo acogen, Él les
abre el corazón a aquella alegría verdadera que hace nueva,
bella y rica de esperanza la existencia humana.
El Pontífice
finalizó exclamando: ¡Alégrate, reina del cielo,
Aleluya!. De la alegría pascual se alegra particularmente María,
la Madre de Cristo, que con Él ha compartido la dura prueba de
la pasión. Que María nos ayude a tener más viva
nuestra fe en la resurrección del Señor y nos guíe
en el compromiso del testimonio alegre y fundamental del mensaje de
la Pascua a los hombres y a las mujeres del tercer milenio.
EXEQUIAS
DEL CARDENAL SABATTANI
"Bienaventurados
los pobres de espíritu, los mansos, los misericordiosos, los
que buscan la paz y los que tienen hambre y sed de justicia". "¡Bienaventurados!
Jesús proclama bienaventurados a aquellos que lo siguen, día
tras día, yendo contracorriente con respecto a la lógica
del mundo". Lo recordaba el jueves Juan Pablo II, en el Altar de
la Cátedra de la Basílica de San Pedro, en la homilía
que pronunció en las exequias del cardenal Aurelio Sabattani,
Prefecto emérito del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.
Presidiendo
la Liturgia Eucarística por el alma del Purpurado italiano, fallecido
el sábado anterior, a los 90 años de edad, el Pontífice,
destacó el múltiple y generoso servicio a la Iglesia que
ofreció el cardenal Sabattani. Tras hacer hincapié en
la página evangélica de las Bienaventuranzas, Juan Pablo
II evocó las promesas del Señor.
"En
sufragio de su alma ofrecemos esta Liturgia Eucarística, rogando
al Señor que le acoja con misericordia y le conceda la Bienaventuranza
prometida a los pobres de espíritu, a los mansos, a los misericordiosos,
a los que buscan la paz, a los que tienen hambre y sed de justicia".
El Santo
Padre recordó el testamento espiritual del cardenal Sabattani
y su esmero en conformar su propia voluntad a la de Cristo. De modo
especial, "en los momentos difíciles y de sufrimiento de
la vida, el creyente se vuelve digno de las bienaventuranzas evangélicas.
Sólo entregándose confiadamente a las manos del Señor
y cultivando en toda circunstancia una intimidad constante con Él,
se llega a ser 'hijos de Dios'".
El Santo
Padre recordó también los cargos desarrollados por el
cardenal Aurelio Sabattani. "Este insigne jurista, que después
de su ordenación sacerdotal trabajó en la Secretaría
de Estado y luego en su Diócesis de Imola, volviendo a Roma fue
nombrado Prelado Auditor de la Rota Romana. Hasta que, en 1965, el Siervo
de Dios Papa Pablo VI, lo eligió Arzobispo y Prelado de la Santa
Casa de Loreto. Desde allí, en 1971, el Purpurado fallecido regresó
nuevamente al Vaticano, en calidad de Secretario del Supremo Tribunal
de la Signatura Apostólica, participó en numerosos congresos
internacionales y, en 1983, fue creado Cardenal dedicándose con
ahínco a la administración de la justicia, en calidad
de Prefecto del mismo Tribunal. Luego, fue también Arcipreste
de la Patriarcal Basílica Vaticana, Vicario General para la Ciudad
del Vaticano y Presidente de la Fábrica de San Pedro".
Juan Pablo
II finalizó su homilía citando lo que dijo en el Vía
Crucis el pasado Viernes Santo. "En el orden humano, la muerte
es la última palabra", pero "la palabra que viene después,
la palabra de la resurrección, es Palabra sólo de Dios".
Por ello repetimos con confiada esperanza cristiana "a tus fieles,
Señor, no les es quitada la vida, sino transformada y, mientras
se destruye la morada de este exilio terrenal, se prepara otra eterna
en el cielo".
En el último
saludo al cardenal Aurelio Sabattani, el Papa deseó que "la
Virgen Santa, estrechándolo con sus brazos maternos, lo introduzca
en el Paraíso por el que él vivió, trabajó,
sufrió y rezó". Y que "lo acojan los santos
y con ellos sea bienaventurado por siempre en Dios".
PAPA
AFLIGIDO POR PENAS DE PRISIÓN Y CONDENAS A MUERTE EN CUBA
"El
Santo Padre se ha sentido profundamente afligido al conocer las duras
penas impuestas recientemente a numerosos ciudadanos cubanos y, también,
por algunas condenas a la pena capital". El sábado se dio
a conocer un Mensaje en nombre de Juan Pablo II al presidente de la
República de Cuba, Fidel Castro. Un mensaje, que lleva la fecha
del pasado 13 de Abril, Domingo de Ramos, en el que el cardenal Secretario
de Estado, Angelo Sodano, afirma que, al acercarse la Santa Pascua,
le es grato, en primer lugar, expresar sus mejores votos para el mismo
Presidente y para toda la Nación Cubana.
"Cumplo,
además, el alto encargo, de comunicarle que el Santo Padre se
ha sentido profundamente afligido al conocer las duras penas impuestas
recientemente a numerosos ciudadanos cubanos y, también, por
algunas condenas a la pena capital", se lee asimismo en este Mensaje,
que señala luego que ante estos hechos, Su Santidad ha encargado
al mismo Cardenal Sodano que pida al Presidente Fidel Castro "que
tenga a bien considerar un significativo gesto de clemencia hacia los
condenados, con la seguridad de que dicho acto contribuiría a
crear un clima de mayor distensión en beneficio del querido pueblo
cubano".
En este
mismo mensaje, en nombre de Juan Pablo II, el cardenal Secretario de
Estado afirma también textualmente: "estoy seguro de que
Usted comparte también conmigo la convicción de que sólo
una confrontación sincera y constructiva entre ciudadanos y autoridades
civiles puede garantizar la promoción de un Estado moderno y
democrático en una Cuba cada vez mas unida y fraterna".
CARDENAL
SILVESTRINI: FE Y AMOR A DIOS FAVORECEN DIÁLOGO ENTRE CREYENTES
Y RELIGIONES
"En
su mensaje Urbi et Orbi para la Pascua 2003, el Papa ha pedido a Dios
que libere al mundo del peligro de un dramático enfrentamiento
entre culturas y religiones. Y en esta perspectiva, el Santo Padre ha
hecho un llamamiento para que la fe y el amor a Dios favorezcan el diálogo
entre creyentes y religiones para un futuro de paz". Eran palabras
del cardenal Achille Silvestrini, prefecto emérito de la Congregación
para las iglesias orientales entrevistado por nuestra emisora.
El purpurado
ponía de relieve la preocupación constante que tiene Juan
Pablo II por la post guerra en Irak y la contribución que pueden
dar las religiones para la reconstrucción del país.
"Las
comunidades cristianas que son minoritarias, en Irak, han gozado siempre
de libertad religiosa. Y, en esta ocasión, han recibido protección
por parte del Papa. El Papa con sus intervenciones contra la guerra, ha
presentado a los cristianos - ante los sunitas y los chiítas -
como 'comunidades cristianas portadoras de paz'. Ahora llegan los ecos
de gratitud y gran afecto al Papa, por esta ayuda moral que les ha dado,
porque corrían el riesgo de encontrarse ante una hostilidad real".
Hablando
de la peregrinación chiíta a Kerbala, el cardenal Silvestrini
afirmaba que es la reivindicación a la libertad durante tantos
años negada por el régimen dictatorial de Sadam y ha hablado
de las buenas relaciones de este grupo religioso islámico con los
cristianos.
"Los
cristianos tendrán un papel importante. Las comunidades cristianas
y los Obispos lo perciben. Ahora se trata además de hacer llegar
la caridad. La caridad de los pueblos cristianos de Occidente. Ayuda y
socorro, incluso trasladando a los enfermos a Europa. Claro, es necesario,
como ha dicho el Papa, que con el amparo de las Naciones Unidas y el apoyo
de la Comunidad Internacional, los iraquíes se vuelvan protagonistas
de la reconstrucción solidaria de su país".
NOMBRAMIENTOS
PONTIFICIOS
ARCHIDIÓCESIS
DE SANTIAGO DE CHILE (CHILE)
Juan Pablo II ha nombrado auxiliar de la archidiócesis
a monseñor Cristián CONTRERAS VILLARROEL, hasta
la fecha Vicario General de la misma archidiócesis y párroco,
asignándole la sede titular episcopal de Illiberi.
ARCHIDIÓCESIS
DE HÀ NOI (VIETNAM)
El Papa ha nombrado administrador apostólico "Sede
Plena" de la archidiócesis vietnamita a monseñor
Joseph NGO QUANG KIET, obispo de Lang Són y Cao Bang.
DIÓCESIS
DE HUACHO (PERÚ)
El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de
la diócesis presentada por Mons. Lorenzo LEÓN.
DIÓCESIS
DE SONSÓN-RÍO NEGRO (COLOMBIA)
Juan Pablo II ha nombrado Obispo de la diócesis colombiana
a monseñor Ricardo Antonio TOBÓN RESTREPO, del clero
de la diócesis de Santa Rosa de Osos, hasta la fecha secretario
local de la Nunciatura Apostólica en Colombia.
DIÓCESIS
DE ORANGE (ESTADOS UNIDOS)
El Santo Padre ha nombrado auxiliar de la diócesis a monseñor
Dominic DINH MAI LUONG, hasta la fecha párroco de la Parroquia
de María Reina de Vietnam en Nueva Orleans, asignándole
la sede titular episcopal de Cebarades.
EXARCADO
APOSTÓLICO PARA CATÓLICOS DE RITO BIZANTINO (REPÚBLICA
CHECA)
El Pontífice ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral
del Exarcado Apostólico para los católicos de rito
bizantino residentes en la República Checa, presentada
por Mons. Iván LJAVINEC. Y ha nombrado nuevo Exarca Apostólico
para los católicos de rito bizantino en la mencionada República
a don Ladislav HUCKO, hasta la fecha, padre Espiritual del Seminario
Mayor de Kosice, Eslovaquia, asignándole la sede titular
episcopal de Orea.
VICARIATO
APOSTÓLICO DE TIERRADENTRO (COLOMBIA)
Juan Pablo II aceptado la renuncia al gobierno pastoral del Vicariato,
presentada por monseñor Jorge GARCÍA ISAZA, por
motivos de edad.
CONSEJO
PONTIFICIO "COR UNUM"
El Papa ha nombrado a cinco nuevos miembros del Consejo Pontificio
"Cor Unum" entre los que se encuentran:
-
Padre
Salvador LÓPEZ MORA, de Caritas de MÉXICO;
-
don
José SÁNCHEZ FABA, presidente de Caritas de ESPAÑA.
NUNCIATURA
APOSTÓLICA EN ARGENTINA
Juan Pablo II ha nombrado Nuncio Apostólico en Argentina
a Mons. Adriano BERNARDINI, hasta ahora Nuncio Apostólico
en Tailandia, Singapur y Camboya y Delegado Apostólico
en Myanmar, Laos, Malasia y Brunei.
ENVIADO
ESPECIAL A UHOROD (UCRANIA)
El Santo Padre ha nombrado al cardenal Jozef TOMKO, presidente
del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos
Internacionales, Su Enviado Especial para la ceremonia del traslado
de las reliquias del Beato Obispo Teodor Romzha, que tendrá
lugar en Uhorod (Ucrania) el 28 de junio próximo.
COMENTARIO
A LA LITURGIA DEL DOMINGO
DOMINGO
II DE PASCUA (B): 27 de abril de 2003
"Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de
Dios"
"Todo
el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y esta es la victoria que
vence al mundo: nuestra fe". Así razona en su carta el
Apóstol y evangelista San Juan, el Discípulo amado del
Señor. Nosotros, creyentes, podemos entender su razonamiento.
La fe es un don de Dios. El hecho de creer prueba que el Espíritu
del Señor actúa en nuestro corazón, moviéndole
y capacitándolo para aceptar la llamada de Dios. "Nadie
puede decir "Jesús es el Señor", sino bajo
el influjo del Espíritu Santo", afirma San Pablo (1 Cor
1.2,3).
La fe
es un salto de las realidades de aquí abajo, hasta aquello
que trasciende todas las posibilidades del mundo y del hombre. Si
el hombre se ha abierto por la fe a la acción del Espíritu
de Dios, que posibilita ese salto infranqueable a toda fuerza humana,
entonces es que el Espíritu del Señor está con
él, derrama la vida de Dios en su corazón. ¡Es
ya hijo de Dios! Si ha nacido de Dios, tiene consigo la fuerza del
Espíritu. Ha aceptado, entonces, esa realidad maravillosa que
es Jesucristo, "muerto por nuestros pecados y resucitado para
nuestra justificación". Ahora bien, si acepta esa realidad,
que es Jesucristo vivo, Señor de vivos y muertos, Jesucristo
está con él. Puede repetir con Jesucristo: "Animo,
yo he vencido al mundo" (Jn l6,33). La victoria que vence al
mundo es nuestra fe cristiana. ¡Gran cosa es la fe! Grande,
noble y bella. No existe en el mundo fuerza que se la pueda comparar.
Todos los valores del mundo, todos los tesoros de la tierra, todo
el poder de los hombres no alcanzan el poder, la belleza y la fuerza
de la fe cristiana.
Con ser
un valor tan alto, la fe tiene sus dificultades. Los que hemos heredado
de nuestros padres y antepasados el tesoro de nuestra fe tenemos obligación
de transmitirlo a quienes vienen detrás de nosotros. Pero no
la podremos transmitir, sino en la medida en que nosotros mismos la
vivamos. Si la vivimos, daremos testimonio eficaz y así la
transmitiremos. No es posible transmitirla, sin vivirla intensamente,
generosamente, honradamente. Nosotros mismos, los Creyentes, experimentamos
cada día la dificultad de vivir nuestra fe cristiana. Sí,
la fe es algo difícil. Y, por eso hemos de ser comprensivos
con aquellos que no creen. Con los que se dice ateos, con los que
se profesan incrédulos, con los jóvenes que discuten
la fe de sus padres. Muy comprensivos y pacientes con los débiles
en la fe; ya que nosotros mismos experimentamos las dificultades de
creer. ¿Porqué no creemos? ¿Porqué nuestra
fe no es viva y operante? ¿Como es que no influye en nuestros
criterios, en nuestros razonamientos, en nuestras decisiones; en nuestras
actitudes ante la vida, en nuestras obras? La dificultad de la fe
es inherente a su misma manera de ser. Porque, ¿qué
es creer? Creer es admitir y aceptar una realidad que no vemos, que
no es. objeto de nuestra experiencia inmediata; la admitimos a través
del conocimiento de otra persona, que nos da testimonio de ella. Entre
nuestra fe y la realidad está el testigo. Para creer he de
aceptar la participación en la ciencia, en el saber, en la
experiencia de ese testigo. Y la conciencia que él tiene de
sus conocimientos y de su veracidad. ¡Ah! Esto es ya difícil
de suyo para nosotros.
Otra
cosa es ya aceptar el testimonio de Dios. Y, por eso, la fe tiene
también más exigencias. En el caso de Dios tengo que
aceptar totalmente su testimonio, renunciado a comprobar por mi mismo
la realidad que él me testifica. He de remitirme ciegamente
a la ciencia y veracidad de Dios. Y esta es mucho más radical;
nos hiere en lo más profundo. Pero Dios es bueno y comprensivo
con todos. A cada uno de los hombres los va llevando por la vida de
manera que, al llegar a determinadas encrucijadas, el hombre se ve
frente por frente al problema radical de su vida; ante el problema
fundamental, de la vida y de la muerte; frente al gran problema de
nuestro propio destina definitivo. Podemos comprender ahora las razones
que tenía Tomás, cuando se negaba a aceptar el testimonio
de sus compañeros. "Si no veo en sus manos la señal
de los clavos; si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no
meto la mano en su costado no lo creo". Hubo de oír la
corrección del Señor: "No seas incrédulo,
sino creyente".
Que no
tenga el Señor que repetirnos a nosotros estas palabras. Decidámonos
a vivir cada día el Evangelio de Jesucristo. Que ésta
y no otra cosa es vencer al mundo con la fe cristiana. Que el Señor
nos pueda declarar "dichosos", por creer sin haber visto.
V
VISTA APOSTÓLICA DE JUAN PABLO II A ESPAÑA
La quinta
Visita Apostólica del Papa Juan Pablo II a España, que
será - como afirma en su mensaje la Comisión Permanente
de la Conferencia Episcopal Española - "un acontecimiento
de gracia para la Iglesia", "acrecentará sin duda nuestra
vocación y dinamismo apostólicos".
"La
próxima visita del Papa será sin duda una gracia de Dios
para fortalecer el testimonio cristiano de nuestras comunidades cristianas
y de cada bautizado". En este mensaje los obispos españoles
convocan a todos los cristianos para que acojan al Papa, Pastor universal
e invitan a alabar a Dios "por el don que han supuesto para la
Iglesia sus 25 años de ministerio"
. Nuestra invitación
- señalan los prelados de España - "llena de respeto
y afecto, se dirige también a quienes aun no siendo creyentes,
valoran y aprecian la autoridad moral y el servicio impagable que el
Santo Padre presta al mundo defendiendo los derechos humanos, la dignidad
de la persona y la causa de la paz".
Con este
mensaje, anuncio gozoso de la venida del Santo Padre, hemos expresado
nuestra esperanza en el fruto pastoral del Viaje del Papa - señala
la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española
y añade: "sólo nos queda encomendarlo a la oración
de la Iglesia y a la intercesión de Santa María, Madre
de la Iglesia y Reina de todos los santos. A ella, testigo incomparable
de Cristo, nos dirigimos en este Año del Rosario y le pedimos
que vele por la barca de Pedro, la Iglesia que peregrina entre luces
y sombras por los senderos de la historia, con la mirada puesta en su
Señor resucitado, fuente de vida y de esperanza para todos los
hombres. Que proteja al Santo Padre y haga muy fecunda su visita a España.
Juan Pablo
II, en su primer viaje apostólico de 2003, en que se cumple el
vigésimo quinto año de pontificado, llegará a Madrid
después de una trágica guerra. Pero su Santidad, sin duda,
será portador de un mensaje de paz universal y de esperanza.
Una paz de la que todos nosotros seguimos teniendo necesidad, sobre
todo en momentos como el actual. "La visita del Santo Padre --escriben
los obispos españoles en un mensaje escrito para la ocasión--
acrecentará sin duda la vocación y el dinamismo apostólico".
En la nota que lleva por título "Seréis mis testigos"
los prelados desean y esperan que la visita del Papa refuerce la fe
del pueblo español y contribuya a dar un nuevo impulso a la evangelización.
Madrid
se encuentra ya preparada para recibir a Juan Pablo II que llegará
a la capital española el próximo 3 de mayo para una breve,
pero intensa visita de dos días, durante los cuales canonizará
a cinco beatos españoles y tendrá un caluroso encuentro
con los jóvenes.
Aunque
todavía no se ha facilitado información oficial, se habla
de que la cifra de inscripciones de jóvenes para acompañar
al Santo Padre en el acto de la juventud programado en Cuatro Vientos
para el sábado 3 de mayo por la tarde, ronda los cien mil, provenientes
de toda España.
Entre ocho
y diez mil voluntarios atenderán a los distintos grupos de jóvenes,
de tareas de orden e información en los distintos actos, y de
acompañar a los mil quinientos sacerdotes que repartirán
la comunión a los fieles durante la eucaristía en la plaza
de Colón el domingo. Una misa en el curso de la cual serán
canonizados: el padre José María Rubio (Jesuitas), el
padre Pedro Poveda (Institución Teresiana), Madre Maravillas
de Jesús (Carmelitas Descalzas), Sor Ángela de la Cruz
(fundadora de las Hermanas de la Compañía de la Cruz)
y la religiosa Genoveva Torres Morales (fundadora de las Angélicas).
A la ceremonia está prevista la asistencia de la Familia Real,
presidente y miembros del Gobierno de la Nación, autoridades
locales, representantes políticos y miembros de las congregaciones
religiosas.
HEMOS
LEÍDO PARA USTEDES
REENCONTRAR
LA ESPERANZA
Felicísimo
MARTÍNEZ DÍAZ, Avivar la esperanza, San Pablo, Madrid
2002, 293 pág.
No se
necesitan demasiadas demostraciones, ni hay que recurrir a extrañas
experiencias para convencerse de que nuestros tiempos son tiempos de
crisis. <lo afirma de entrada el autor de Avivar la esperanza con
toda razón. El problema está en la postura que hemos de
adoptar ante este hecho incontestable, y en intentar discernir lo que
hay detrás de esta realidad. Si estamos en tiempo de tempestad,
¿podemos pensar que, como dice el adagio castellano, después
vendrá la calma?
Hay apocalípticos
catastróficos, dic el autor, que ven cerrarse todos los horizontes
de futuro y ven aparecer por todos los rincones el final de la Historia,
con mayúscula. Pero hay también optimistas empedernidos
y hasta ingenuos irresponsables, que aún manejan el concepto
decimonónico del progreso para interpretar los tiempos actuales.
Afortunadamente quedan entre nosotros realistas esperanzados...y para
ayudar a poder ser uno de ellos se ha escrito el libro que comentamos.
La espiritualidad
cristiana no es ciega. Contempla la realidad tal como es, y se traicionaría
a sí misma si olvidara donde está, o no quisiera tener
en cuenta el mundo en que vivimos. No hay espiritualidad cristiana si
no hay encarnación, por ello no es lícito cultivarla a
base de ocultar o ignorar la realidad, por cruda y dura que sea. No
hay que tener miedo analizar las situaciones, por críticas que
sean, pero debemos enfrentarnos a ellas y afrontar con una visión
sobrenatural en la búsqueda de un futuro mejor. Y teniendo en
cuenta la seriedad de la situación, evitar toda frivolidad.
Esta espiritualidad
ha de ser escasa en palabras y abundante en silencio orante, aceptando
que sea escasa en claridades y abundante en firmezas de fe, escasa en
juicios y críticas condenatorias, y abundante en misericordia,
solidaridad y justicia, escasa en realidades visibles y abundante en
con compasión y misericordia
Hay que
mirar al mundo y a la humanidad con auténtico optimismo teológico,
y relacionarse con este mundo y con la humanidad con compasión
y misericordia.
Avivar
la esperanza es, desde sus primeras páginas como hemos indicado,
un texto realista, por ello se analiza una sociedad que en gran parte
considera que la religión es cosa de personas pías, que
es enemiga de la libertad y de la felicidad, y, desgraciadamente se
la confunde con los diez Mandamientos o con una serie de ceremonias
y ritos.
La respuesta
se da en volverse a Dios y orar a Dios, que es nuestro liberador, y
cuyo Espíritu es el que alienta nuestra esperanza.
Partiendo
de esta base realista, y de las contradicciones del mundo que ignora
a Dios, el autor presenta el análisis de los rasgos de la vida
cristiana que hoy son irrenunciables, pasa a un propuesta ética,
que ha de estimular, con su práctica, la vivencia esperanzada
de la fe.
Un texto
claro, ordenado y sistemático, que ha de ser necesariamente útil
para una reestructuración de la vida cristiana, y que puede ser
la ase de reflexión espiritual y teológica muy provechosa
para grupos de espiritualidad y apostolado.
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