REUNIÓN CONTINENTAL DE LA RIIAL (RED INFORMÁTICA DE LA IGLESIA EN AMÉRICA LATINA). MONTERREY (MÉXICO), 31 DE MARZO-1 DE ABRIL DE 2003.
Una realidad como la RIIAL ni es fruto de generación espontánea ni se improvisa, sino que es el resultado de la sintonía con los grandes programas de la Iglesia, de mucha oración, de mucho esfuerzo y de mucha paciencia: también la de todos ustedes.
Hace quince años, el Departamento de Comunicación Social del CELAM publicaba un manual, un texto de gran importancia pastoral titulado: "Comunicación, misión y desafío" que condensaba la preocupación, la esperanza y los sueños del continente latinoamericano respecto la utilización eficaz de la comunicación social, sus valencias culturales y sus nuevas tecnologías, al servicio de la evangelización y del desarrollo integral del hombre. Los planteamientos de este libro parecían haber asimilado ya, de forma profética, el concepto de nueva evangelización, que más adelante iba a protagonizar la acción de la Iglesia, especialmente en América Latina.
Dicha obra -resultado de una reflexión colectiva, en base al Decreto Conciliar "Inter Mirifica" y a la Instrucción Pastoral "Communio et Pregressio" que la siguió- aparecía y aparece centrada en la comunicación en cuanto tal y colocaba su centro de gravedad en la realidad inescindible de comunicación y cultura a la luz de Dios Padre: revelador-comunicador, Cristo, imagen de la nueva humanidad y Espíritu Santo: vivificador-comunicador.
La Iglesia aparecía como signo de la comunión universal, garante del compromiso cristiano en comunicación. De alguna manera quedaba establecido un compromiso de acción constructiva de una realidad pletórica de aquel sentido que debiera desprenderse de toda realidad humana, que tiene al Evangelio como telón de fondo y del que el hombre actual demasiadas veces parece poder prescindir. Un amigo aquí presente, el Profesor Francisco Serrano Oceja, citaba recientemente al eminente Profesor Manuel García Morente: "el hombre que viene a la vida en un mundo sin sentido, dedica su vida a dar sentido al mundo. Tal es la esencia del progreso".
Así pues, de cara a un compromiso cristiano en materia de comunicación y muy de acuerdo con nuestra Exhortación Pastoral "Communio et Progressio", había que:
A. A. Despertar la conciencia de los hombres latinoamericanos en cuanto al derecho de la comunicación.
B. B. Esforzarse por construir una sociedad cuya comunicación privilegie el ser sobre en tener, poder, placer y frivolidad, evitando elevar a la categoría de idolo realidades que oprimen al hombre y atentan contra su dignidad.
C. C. Promover el diálogo -no sólo entre personas, sino entre grupos, culturas y pueblos- como perfil ideal de todo proceso de comunicación y evangelización.
D. D. Favorecer la libertad de expresión y de información en un marco de participación responsable.
E. E. Facilitar a todos los niveles y en todos los ámbitos un servicio que facilite relaciones interpersonales, grupales y sociales.
F. F. Trabajar por la superación de los graves desequilibrios en el acceso y perticipación. En otras palabras: llegar, en clave de comunicación, hasta los más alejados, hasta los más necesitados, hasta los más pobres.
G. G. Dotar a la Iglesia de los instrumentos necesarios para su tarea evangelizadora.
¿No les resultan, a ustedes amigos de la RIIAL, familiares estas expresiones?
¿Verdad que se dan cuenta de las afinidades con lo que se ha dado en llamar "filosofía" de nuestra Red informática? La informática y la telemática todavía no poseían la amplitud actual, pero convendrán conmigo que, con estas premisas, hemos encontrado un camino roturado.
¿Cómo pasar de unos criterios como los anteriormente enumerados a una acción concreta? Se dice que nada hay más práctico que una buena teoría. Pues bien, la nuestra debió de ser una buena teoría ya que ha dado resultados prácticos concretizados en una red eficiente. Ciertamente una red que hubiera sido imposible construir sin el esforzado entusiasmo de todos ustedes y sin que los pastores del pueblo de Dios fueran, progresivamente, insertando este esfuerzo en sus prioridades pastorales.
Hay una serie de adjetivos y expresiones que ilustran cuanto quisiera decirles y que tienen que ver con la oración unida al esfuerzo, con la profesionalidad unida a la esperanza en el futuro, con la misión eclesial unida a la globalización de la información, con el esfuerzo educativo unido a la madurez, con el "ir por delante" unido a la conciencia histórica, ... Carecemos de tiempo para dar detalles, en estas breves horas dedicadas a Reunión de la RIIAL.
Hasta ahora se ha avanzado mucho en la construcción de la Red. Se ha conseguido un método de trabajo eficaz que ha permitido muchos logros en un tiempo relativamente breve. Sobre todo, se ha logrado ordenar discretamente un proceso general de informatización que de otro modo hubiera podido resultar caótico. Pero lo conseguido, lejos de hacer que nos durmamos en los laureles ha de ser acicate para una acción mayor y más eficaz de cara al futuro.
Cabe decir que este Congreso que mañana empieza representa en nuestro esfuerzo un verdadero punto de inflexión. Hoy, en estos momentos tenemos, sí, que hacer balance de lo conseguido, reflexionar y ahondar acerca de la identidad de la RIIAL, abundando en lo que cabría definir como "espíritu de familia". Los servicios ya activos y eficaces son varios y es oportuno ampliarlos y perfeccionarlos. Para ello el mínimo de estructura organizativa de la Red se ocupará sin duda de ello. En este sentido permítanme decir que los tres niveles organizativos: técnico, de contenidos y de análisis y prospectiva han mostrado de sobras su eficacia.
Pero al propio tiempo, precisamente porque nuestro esfuerzo se desarrolla razonablemente bien, sentimos el deber de definir nuevas metas y abordar nuevos retos, ciertamente coherentes con el trabajo realizado hasta ahora. Por fortuna la Providencia ha ido dotando nuestro cotidiano construir con los medios indispensables. Ustedes mismos son quienes, en reuniones anteriores, han fijado dichos nuevos objetivos que han de motivar nuestro esfuerzo en el futuro mediante:
A. A. Desarrollo de programas informáticos útiles para la pastoral de la Iglesia. En la línea del llamado "Office eclesial" que tan buenos resultados está dando
B. B. Formación de técnicos, tanto en el ámbito del ITEPAL como en aquellos lugares en que los Sres. Obispos lo requieran.
C. C. Coordinación de los sitios católicos de modo que pueda establecerse, en el respeto de identidades y modos de ser eclesiales, una base de servicios comunes, fomentarse un espíritu de cooperación en el esfuerzo evangelizador de estos nuevos y auténticos medios de comunicación social y, asímismo, facilitarse un dialogo entre los mismos y las grandes fuentes de contenidos de la Iglesia como maestra de vida religiosa y de cultura.
D. D. Especial atención a los aspectos formativos, educativos y de reflexión de la Iglesia, poniendo el gran terreno virtual, todavía por explorar en sus inmensas posibilidades en el terreno educativo, al servicio de las universidades, escuelas (de todos los niveles de edad) y facultades católicas.
E. E. Dotar a la Iglesia de "free servers" que permitan el nacimiento y crecimiento de los sitios católicos sin hipotecas morales ni de cualquier tipo.
El Congreso que está a punto de comenzar va a tener unas consecuencias importantes y no tan sólo en el ámbito de la Iglesia; algunas organizaciones internacionales tienen ya puesta su mirada sobre el mismo y no se recatan en señalar la RIIAL como una experiencia, tal vez única, coherente, en el esfuerzo que el mundo realiza para la integración digital. Ciertamente, permítanme el uso de esta metáfora, la RIIAL ha sido la locomotora que ha conducido la realidad continental hacia un Congreso de profunda razón de ser humanística: "Hacia una Red humana de respuestas y ayudas". Les aseguro que mucho más allá de las apariencias y juicios inmediatos el Espíritu Santo marcará la verdadera dimensión del momento que vivimos en un esfuerzo de servicio a la humanidad toda y con el marco de referencia que nos indica el Santo Padre en la "Ecclesia in America".
Insisto y termino. Habremos logrado poco o mucho -personalmente me siento orgulloso de todos los que han prestado su esfuerzo estos años en la RIIAL-. Pero lo que se haya logrado no es tan sólo ni principalmente resultado del mero esfuerzo de todos y de cada uno; tengo todavía muy presentes aquellos momentos en que los participantes en el encuentro de Santo Domingo recibieron una Cruz con un encargo: el de ser verdaderos misioneros al servicio de la proclamación del Evangelio con la ayuda de estos nuevos medios; o aquel otro momento en que se depositaron nuestros esfuerzos y nuestras esperanzas a los pies de Nuestra Señora, la Virgen Santísima de Guadalupe. Este es el espíritu que debe animarnos y, sin duda, en el amor que sepamos poner en nuestro empeño obtendremos, no sólo el reconocimiento del Santo Padre y de nuestros pastores, sino también la mayor de las gratificaciones.