AUDIENCIA
GENERAL: LLAMAMIENTO POR PAZ Y SEGURIDAD EN LIBERIA Y UGANDA
Nuevo
llamamiento del Papa en favor de las poblaciones de Liberia y Uganda,
para que se les restituya la “paz y la seguridad”. En
la catequesis de la audiencia general, el Pontífice reflexionó
también sobre el salmo 145: “Feliz quien espera en el
Señor”.
Este
miércoles, Juan Pablo II, en la catequesis de la Audiencia
General, reflexionó sobre el Salmo 145 “Feliz quien espera
en el Señor”. El salmo 145, que hemos escuchado, comenzó
diciendo el Papa, es un “aleluya”, el primero de los cinco
que cierran todo lo recogido en el Salterio. Ya la tradición
litúrgica hebrea usó este himno como canto de alabanza
por la mañana: tiene su culmen en la proclamación de
la soberanía de Dios sobre la historia humana. Al final del
Salmo se declara, en efecto, que “el Señor reina por
siempre”.
Se
deduce de él una consoladora verdad: “no quedamos abandonados
a nuestro propio destino”, los quehaceres de nuestros días
no están dominados por el caos o por el fatum, los acontecimientos
no representan una mera sucesión de actos sin sentido ni meta.
De esta convicción se desarrolla una verdadera y propia profesión
de fe en Dios, celebrado con una suerte de letanía en la que
se proclaman los atributos de amor y de bondad que le son propios.
Dios
creador del cielo y de la tierra, es custodio fiel del pacto que lo
une a su pueblo. Él es Aquel que hace justicia con los oprimidos,
da el pan que alimenta a los hambrientos y libera a los prisioneros.
Es Él quien abre los ojos a los ciegos, quien ayuda a los que
caen, quien ama a los justos, quien desbarata el camino de los engreídos
y reina sobre todos los seres y sobre todos los tiempos. “Son
doce afirmaciones teológicas, -prosiguió diciendo el
Papa- que con su número perfecto, expresan la plenitud y la
perfección de la acción divina”. El Señor
no es un soberano distante de sus criaturas, está comprometido
en su historia, como Aquel que propugna la justicia, poniéndose
de la parte de los últimos, de las víctimas, de los
oprimidos, de los infelices.
El
hombre se encuentra ante una elección radical. O tiene que
optar por “confiar en los poderosos”, adoptando sus criterios
inspirados en la perversidad, el egoísmo y el orgullo, o...
la otra posibilidad es la que señala el Salmista con una bienaventuranza:
“Feliz aquel que en el Dios de Jacob tiene su apoyo, y su esperanza
en Yahvéh su Dios”. Este es el camino de la confianza
en el Dios eterno y fiel. El Amén, que es el verbo hebreo de
la fe, significa precisamente el fundamentarse en la inquebrantable
solidez del Señor, en su eternidad, en su potencia infinita.
Pero sobre todo, subrayó Juan Pablo II, significa compartir
su elección, que la profesión de fe y de alabanza, descrita
por nosotros, ha puesto de relieve.
Es
necesario vivir en la adhesión al querer divino, ofrecer el
pan a los hambrientos, visitar a los detenidos, apoyar y confortar
a los enfermos, defender y acoger a los extranjeros, dedicarse a los
pobres, a los míseros. Es, en definitiva, el mismo espíritu
de las Bienaventuranzas: decidirse por la propuesta de amor que nos
salva en esta vida y que será después objeto de nuestro
examen en el juicio final, que sellará la historia. El Papa
finalizó su catequesis aludiendo al escritor del siglo tercero,
Orígenes, cuando llega al versículo 7 del Salmo que
dice: “El Señor da el pan a los hambrientos y liberara
a los prisioneros”, él ve una implícita referencia
a la Eucaristía: “Tenemos hambre de Cristo y Él
mismo nos dará el pan del cielo. “Danos hoy nuestro pan
de cada día”.
RESUMEN
DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL
Queridos
hermanos y hermanas:
Como dice el salmista, Dios ha creado el cielo y la tierra y es fiel
al pacto establecido con su pueblo para guiarlo y salvarlo. Más
que en los poderosos de la tierra, hemos de poner toda nuestra esperanza
en Él, pues cuida con ternura de los suyos, especialmente de
los más necesitados. Llamado a imitar la volunta divina, el
cristiano ha de preocuparse de los hambrientos, los presos, los extranjeros,
los pobres o los enfermos, viendo en ellos a Cristo mismo. Sobre eso
se nos juzgará en última instancia, como dice el Evangelio.
Saludo
a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo
de la Comisaría de Tierra Santa y a los niños del Centro
de Menores, de Quintana de Tiloco. Exhorto a todos a no desfallecer
en la esperanza, pues se funda en Nuestro Señor, que nunca
nos olvida.
******
Como
siempre, después de saludar en varias lenguas, el Santo padre
se dirigió a los jóvenes, a los enfermos y a los recién
casados. “Mañana se celebra la fiesta del apóstol
Tomás. Que su intercesión acreciente la fe en vosotros,
queridos jóvenes, para que estéis prontos a testimoniar
a Cristo en todo lugar. Que a vosotros, enfermos, os ayude a ofrecer
cada sufrimiento para que en el mundo se realice el proyecto salvífico
de Dios. Y que os sostenga a vosotros, reciñen casados, en
el esfuerzo de nutrir a vuestra familia con la oración cotidiana
y fiel.
Antes
de finalizar la audiencia general, el Santo Padre, hizo un nuevo llamamiento
a favor de Liberia y Uganda: “Con profunda tristeza sigo los
dramáticos acontecimientos de Libera y de la región
septentrional de Uganda. Hago un llamamiento al esfuerzo de todos
para que aquellas queridas poblaciones africanas encuentren paz y
seguridad, y que no se les niegue el futuro al que tienen derecho.
Expreso además mi cercanía a las Iglesias locales, duramente
probadas en las personas y en los instrumentos de evangelización,
mientras animo a los Pastores y a todos los fieles a ser fuertes y
firmes en la esperanza. ¡Que lo obtenga de la Misericordia divina
nuestra insistente oración!”
COMPROMISO
DE LA SANTA SEDE EN DEFENSA DE LA PAZ Y LA JUSTICIA
DISCURSO AL NUEVO EMBAJADOR DE LIBIA: SITUACIÓN EN ORIENTE
MEDIO, TERRORISMO QUE AZOTA INDISCRIMINADAMENTE, CONFLICTOS EN ÁFRICA
E INJUSTA DISTRIBUCIÓN DE LOS BIENES DE LA TIERRA
La
situación en Oriente Medio, el terrorismo que azota indiscriminadamente,
llegando a sembrar inseguridad en toda la humanidad, los conflictos
en África y la injusta distribución de los bienes de
la tierra. Fueron las preocupaciones que Juan Pablo II subrayó
al recibir al nuevo embajador de Libia el martes, reiterando el compromiso
de la Santa Sede en defensa de la paz y la justicia y renovando el
llamamiento al diálogo para superar las tensiones que hay en
el mundo.
Tras
expresar su satisfacción por las numerosas iniciativas del
gobierno de Libia «en favor de la consolidación del consenso
entre las naciones», señalando su afecto hacia todo el
pueblo de esta nación, el Papa recordó que la «acción
de la Santa Sede en el ámbito del derecho internacional se
caracteriza por una perseverante búsqueda de diálogo
sincero, destacando lo que une, más que lo que divide, con
el fin de favorecer el entendimiento entre las naciones, el logro
de la paz y de la justicia, la defensa de las legítimas características
de cada pueblo y la concreta solidaridad hacia los menos afortunados».
Una
vez más, Juan Pablo II puso de relieve que el método
del diálogo valiente y perseverante se revela particularmente
útil para afrontar las no pocas tensiones que existen en el
mundo. Tensiones que despiertan preocupación y requieren, para
ser resueltas, la activa colaboración de todos, teniendo siempre
presentes los principios fundamentales de la verdad, de la justicia,
del amor y de la libertad. En este contexto, el Papa recordó
«la situación en Oriente Medio, que tanto me preocupa
y el terrorismo, que pudiendo azotar por doquier llega a amenazar
a la humanidad entera.
La
sincera voluntad de colaboración “constituye la base
para una fructífera cooperación entre los creyentes
y entre todos los hombres”. Lo subrayó con fuerza Juan
Pablo II advirtiendo que ante los “riesgos de tergiversar la
religión” es menester confirmar que “son contrarias
a Dios y al hombre las prácticas que incitan a la violencia
y al desprecio de la vida humana”.
Un
llamamiento, dijo el Papa, que vale “en particular, para los
seguidores del Islam y los cristianos”. De ahí, la importancia
del diálogo como método para afrontar las tensiones
existentes en el mundo, que para ser resueltas “necesitan la
real colaboración de todos” en el respeto de los principios
fundamentales de la “verdad, de la justicia, del amor y de la
libertad”. Por ello, añadió el Santo Padre, hay
que impulsar “la vía del diálogo y de la comprensión
mutua en el respeto de las diferencias”, para que la “verdadera
paz pueda ser alcanzada y el encuentro entre los distintos pueblos
se lleve a cabo en un contexto de entendimiento sólido”.
En
este contexto, el Papa recordó cómo la acción
de la Santa Sede en el escenario internacional se caracteriza por
la búsqueda del diálogo “con el fin de favorecer
el entendimiento entre las naciones, y alcanzar la paz” y también
“la defensa de las legítimas peculiaridades de cada pueblo
y la solidaridad concreta hacia los menos afortunados”.
Asimismo,
Juan Pablo II centró la atención en todos aquellos conflictos
que impiden a los habitantes de muchas regiones de África construir
su propio desarrollo”, así como la injusta distribución
de los bienes de la tierra y de los frutos de la investigación
tecnológica, humana y espiritual”. Juan Pablo II después
volvió a condenar el terrorismo, que “pudiendo golpear
en cualquier parte indiscriminadamente, hace inseguras las ciudades,
los pueblos e incluso a toda la humanidad”.
PALIO,
EXPRESIÓN DE UNIDAD Y UNIVERSALIDAD ECLESIAL
Juan
Pablo II en la Audiencia concedida el lunes a los Arzobispos y fieles
que les habían acompañado con motivo de la imposición
del Palio, recordó a los Metropolitanos que su presencia en
Roma refleja la Universalidad de la Iglesia. El domingo, en la solemne
Concelebración Eucarística con imposición de
Palios, el Papa manifestó a los Arzobispos Metropolitanos que
son los amigos de Cristo y que el Palio es un signo de comunión
con la Sede Apostólica y un recuerdo sublime de la amistad
de Cristo.
A
última hora del lunes el Santo Padre recibió en audiencia,
en el Aula Pablo VI del Vaticano a los Arzobispos Metropolitanos y
peregrinos presentes en Roma con motivo de la imposición del
sagrado Palio.
“Después
de la solemne celebración de ayer, dijo el Papa, en la que
tuve la alegría de imponer el sagrado Palio, a los queridos
Metropolitanos nombrados en el último año, estoy muy
contento de poder encontraros nuevamente, junto a vuestros familiares
y amigos. A todos renuevo mi cordial saludo, y expreso un especial
agradecimiento a los que han venido de lejos. Vuestra presencia contribuye
a hacer más visible el valor peculiar de este acontecimiento,
que es la entrega del Palio, expresión al mismo tiempo de unidad
y de universalidad eclesial”.
Seguidamente
el Pontífice saludó en varias lenguas a los peregrinos
presentes. Éste fue su saludo en español para los fieles
que habían acompañado a los Metropolitanos de lengua
española:
Con
mucho afecto saludo ahora a los Arzobispos de San José de Costa
Rica, de Cali e Ibagué en Colombia; de Valladolid, Toledo y
Granada en España; de Monterrey y Durango en México;
de Santa Fe de la Vera Cruz, Bahía Blanca y Paraná en
Argentina; de Quito y Guayaquil en Ecuador, acompañados de
sacerdotes, fieles y familiares. Vuestra presencia aquí refleja
la universalidad de la Iglesia. Revestidos con el Palio, que simboliza
el estrecho vínculo que os une con la Sede de Pedro, promoved
el espíritu de comunión de vuestras Iglesias particulares,
anunciando y dando testimonio de Jesucristo resucitado mediante una
acción eclesial que infunda esperanza y anime la caridad.
Al final de esta audiencia, el Santo Padre recibió de manos
del Deán del Cabildo de la Catedral de Toledo, Santiago Calvo
Valencia, el primer ejemplar de una edición de la Biblia de
San Luis que el Rey Luis IX entregara a Alfonso X para la educación
de su hijo. Se trata del primer ejemplar de una edición limitada,
en cuyo interior se pueden admirar un total de 4.800 estampas. El
ejemplar original de la Biblia de San Luis se encuentra en la catedral
de Toledo, y según Calvo Valencia este documento demuestra
la importancia que ya en la Edad Media tenía la evangelización.
La entrega del ejemplar ha servido para agradecer al Santo Padre la
visita realizada a España este año y reconocer así
su labor apostólica.
El Papa Juan Pablo II impuso el domingo por la tarde, en el marco
de una solemne Concelebración Eucarística, en la Plaza
de san Pedro del Vaticano, el palio a los arzobispos metropolitanos
nombrados en el último año. Entre ellos, había
tres españoles, uno de Costa Rica, dos de Colombia, dos de
Méjico y tres de Argentina.
Al
comienzo de la celebración el Papa expresó su gozo al
sentir el corazón lleno de gratitud al Señor ya que
sobre la fe de Pedro y la misión de Pablo ha querido edificar
la Iglesia de Roma, en la que ha sido puesto por el Espíritu
Santo como Obispo y Sucesor del apóstol Pedro. Y dirigiéndose
a la delegación del Patriarca de Constantinopla pidió
al Señor que acelere la unidad en un solo espíritu deseada
y requerida por su Hijo Jesucristo, y que “nos ayude a superar
los obstáculos que impiden la Concelebración de la Única
Eucaristía”.
En
la homilía de la Misa el Santo Padre se refirió a los
“amigos de Dios, Pedro y Pablo cuya fiesta celebramos”
que siguiendo el designo providencial de Dios han sido conducidos
a Roma para fecundar con su sangre a la Iglesia. Probados por la amarga
experiencia de la miseria humana fueron liberados por el Señor.
Simón se convertirá en Pedro, la roca, Pablo se convirtió
en un instrumento elegido para llevar el nombre del Señor a
todas las gentes. Fueron los amigos del Señor.
Dirigiéndose
a los Arzobispos Metropolitanos venidos para recibir el Palio les
recordó que son los amigos de Cristo y que el Palio es un signo
de comunión con la Sede Apostólica y un recuerdo sublime
de la amistad de Cristo. “Sed amigos de cuantos el Señor
os ha confiado”. Y concluyó su homilía pidiendo
un compromiso para buscar con todas las fuerzas la unidad siguiendo
el deseo expresado tantas veces por Cristo en el Cenáculo:
“Ut unum sint” (Que sean uno).
SATISFACCIÓN
POR REANUDACIÓN DE DIÁLOGO EN CHIPRE BAJO AUSPICIOS
ONU
Satisfacción
del Papa ante la voluntad del gobierno de Chipre de reanudar el diálogo
y resolver la crisis de la isla bajo los auspicios de la ONU. En su
bienvenida al nuevo embajador chipriota, Juan Pablo II destacó
asimismo la importancia del diálogo para resolver los conflictos,
de la ampliación de la Unión Europea y de las raíces
cristianas del continente.
El
Papa expresó satisfacción ante la voluntad del gobierno
de Chipre de «volver a la mesa de diálogo y negociaciones,
bajo los auspicios de las Naciones Unidas, con la voluntad de acatar
las directivas pertinentes adoptadas por el Consejo de Seguridad».
En el acto de presentación de las Cartas Credenciales del nuevo
embajador de Chipre, el Santo Padre manifestó asimismo su anhelo
de que «el actual clima de integración y ampliación
de la unidad europea, promueva un renovado impulso que fortalezca
la decisión de resolver finalmente esta crisis».
Tras
lamentar, al igual que toda la comunidad internacional, que perdure
aún la división de la isla de Chipre, y que el plan
para la paz y reunificación presentado, el año pasado,
por el Secretario General de la ONU – tras varios meses de negociaciones
– no haya sido aceptado, por no haber logrado el consenso necesario
entre las partes implicadas, Juan Pablo II reiteró que «los
conflictos y la violencia nunca podrán conducir a la solución
de las controversias entre los pueblos y las naciones». En este
contexto, recordando que para superar los conflictos «se requieren
negociaciones fundadas en la sinceridad y en el auténtico servicio
al bien común», y que «un diálogo franco
y recto constituye el único camino que conduce al efectivo
entendimiento», el Pontífice señaló el
anhelo y la voluntad de los miembros de la comunidad católica
de esta nación de contribuir en el logro de esta meta junto
con todos los chipriotas.
Al
recibir al nuevo embajador - el primero de la República de
Chipre ante la Santa Sede que residirá en Roma - el Papa expresó
también su satisfacción por la reciente firma del Tratado
de Adhesión de esta República a la Unión Europea.
Destacando este «importante paso que conducirá a la nación
chipriota a asumir oficialmente el lugar que le corresponde en la
Comunidad económica y política europea», Juan
Pablo II quiso reiterar sus palabras al Cuerpo Diplomático,
de comienzos de este año.
Una
vez más, el Pontífice recordó que «Europa
lleva consigo los valores que durante dos milenios han fecundado un
modo de pensar y vivir de los que el mundo entero se ha beneficiado».
Y señalando que «entre estos valores, el cristianismo
tiene un papel clave, en la medida en que ha dado lugar a un humanismo
que ha impregnado su historia y sus instituciones», el Papa
hizo hincapié en que «una Europa que renegara de su pasado,
que negara el hecho religioso y que no tuviera dimensión espiritual
alguna, quedaría desguarnecida ante el ambicioso proyecto que
moviliza sus energías: ¡construir la Europa de todos!».
(Discurso Cuerpo Diplomático, 13 de enero de 2003, n. 5)
«La
continua ampliación de la Unión Europea es un signo
esperanzador de los resultados que se pueden alcanzar cuando la buena
voluntad, la confianza mutua, la fidelidad a los compromisos y la
cooperación prevalecen como ‘modus operandi’ en
el concierto internacional», señaló asimismo el
Papa, añadiendo luego que «estos valores son aún
más necesarios en nuestra era moderna», en la cual «quizá,
como nunca en la historia, las naciones soberanas están estrecha
y significativamente entrelazadas, tanto en el bien como en el mal».
Antes
de finalizar su bienvenida al nuevo embajador de Chipre ante la Santa
Sede, el Papa recordó que «nuestro mundo necesita aceptación
mutua y diálogo sincero entre los pueblos» para que se
pueda sostener el trabajo de la comunidad internacional y se mantengan
relaciones armoniosas, «pues la paz verdadera requiere el efectivo
reconocimiento y salvaguardia de la dignidad y de los derechos de
todos los miembros de la familia humana, como criterio fundamental
de toda política y actividad», dedicando «una atención
especial a los más necesitados, es decir, a los pobres, los
enfermos, la juventud, los ancianos y los inmigrados».
UNIDAD
NACIONAL Y ELIMINACIÓN PROGRESIVA DEL PELIGRO NUCLEAR
PRESENTACIÓN DE LAS CARTAS CREDENCIALES DEL NUEVO EMBAJADOR
DE COREA
La
esperanza en el camino hacia la unidad nacional, la eliminación
progresiva del peligro nuclear y la defensa de la vida. Fueron algunos
de los temas del discurso del Papa al nuevo embajador de Corea del
Sur.
Juan
Pablo II recibió el viernes en el Vaticano las cartas credenciales
del nuevo embajador de Corea del Sur, Youm Seong. El Santo Padre en
su discurso hizo alusión a que este encuentro se produce en
el 40° aniversario de la apertura de una delegación de
la República de Corea ante la Santa Sede, aunque también
subrayó que los estrechos lazos entre la Iglesia católica
y el pueblo coreano son muy antiguos y testimonian la fecundidad de
la presencia de Cristo y de la profunda incidencia de su mensaje evangélico.
“El gran número de coreanos elevados al honor de los
altares es una prueba -dijo el Papa- de como la santidad haya puesto
sólidas raíces en este pueblo, lo que da gloria a la
Iglesia Universal”.
Hablando
después de sus dos visitas apostólicas a este país,
Juan Pablo II señaló su “amargura” al poder
constatar como la península, habitada por un único pueblo,
está en cambio obligada a vivir una penosa división.
“Ciertamente es causa de preocupación el que se mantengan
sentimientos de hostilidad y de contraposición entre las dos
naciones, -dijo el Papa- pero también es motivo de esperanza
saber que existe una voluntad concreta por querer aliviar las tensiones
mediante el diálogo y una serie de encuentros con el fin de
disminuir las divergencias y abonar el terreno para un provechoso
entendimiento”.
“Cualquier
tipo de señal que vaya en esta dirección va animada,
sostenida con paciencia, valentía y perseverancia”, afirmó
el Santo Padre. “Es solamente a través del diálogo
respetuoso que pueden ser alcanzados objetivos positivos y perdurables.
Los acuerdos hasta ahora firmados demuestran como una voluntad sincera
de pacífico entendimiento lleva a resultados concretos, en
el recíproco respeto y en la lealtad de comportamientos, que
ayudan no solamente a la reconciliación entre los dos estados,
sino que dan asimismo estabilidad a toda la región.
Sin
embargo, este camino político -dijo el Papa- encontrará
probablemente mayor fuerza y credibilidad si el área más
desarrollada de la península (es decir, Corea del Sur) sabrá
hacerse cargo, dentro de sus posibilidades, de las urgentes necesidades
de la otra parte. La Santa Sede ve también con buenos ojos
todo tipo de esfuerzo encaminado al diálogo, a la cooperación
y dirigido a la atención de los más débiles de
la población. “El recuerdo de los sufrimientos del pasado
-recordó el Papa- no debe reducir la confianza en un futuro
mejor. Es necesario, al contrario construir el presente y el futuro
de Corea sobre las sólidas bases del respeto de la persona
y de la constante búsqueda de la justicia y de la paz”.
En
este sentido el Santo Padre observando la presente coyuntura política
de Corea señaló que “hay que proseguir incansablemente
los esfuerzos dirigidos a eliminar de manera progresiva, equilibrada
y verificable las armas de destrucción de masas y en particular
las armas nucleares. “Una cosa que comporta, como escribía
hace 40 años mi venerado predecesor Juan XXIII en la encíclica
“Pacem in terris” -dijo el Pontífice- que el criterio
de la paz, regido por el equilibrio de los armamentos, sea sustituido
por el principio de que la “verdadera paz sólo se puede
construir en la mutua confianza entre las dos partes.
“Fiel
al mandato de Cristo, la Iglesia católica -dijo Juan Pablo
II- anuncia el Evangelio de la Vida. Y la Iglesia no esconde su preocupación
por el triste fenómeno del aborto que constituye una terrible
plaga social” en Corea. El aborto que además viene “acompañado
por un difundida práctica del control artificial de la natalidad
y por el propagarse de una mentalidad pragmática que justifica
y apoya las manipulaciones genéticas, incluso aquellas más
libres de prejuicios, así como la pena de muerte”. Ante
esta serie de amenazas a la vida, la Iglesia -dijo el Papa- siente
que es su deber defender los valores en los que cree, valores que
son patrimonio de la humanidad porque, con la ley natural, están
inscritos por Dios en el corazón de todos los hombres.
“Un
programa que tenga como objetivo prioritario la defensa de la vida
y de la familia beneficiará la solidez y la estabilidad de
la sociedad coreana”, señaló finalmente el Santo
Padre. Y recordó a este propósito aquel apartado de
su encíclica “Evangelium Vitae” que dice: “cuando
por una trágica ofuscación de la conciencia colectiva,
el escepticismo llegara a poner en duda incluso los principios fundamentales
de la ley moral, el mismo sistema democrático quedaría
afectado en sus fundamentos, reduciéndose a puro mecanismo
de regularización empírica de los distintos y contrapuestos
intereses”.
TESTIMONIO
DE JESÚS: SERVICIO SUPREMO DE LA IGLESIA A PUEBLOS DE ASIA
«Dar
testimonio de Jesucristo es el servicio supremo que la Iglesia puede
prestar a los pueblos de Asia». Fue uno de los conceptos principales
subrayados por el discurso del Papa al tercer grupo de Obispos de
la India - que finalizaron el jueves su quinquenal Visita ad Limina.
«Dar
testimonio de Jesucristo es el servicio supremo que la Iglesia puede
prestar a los pueblos de Asia». En el discurso entregado al
tercer grupo de Obispos de la India – al final de su quinquenal
Visita ad Limina - Juan Pablo II expresó su alegría
por la vitalidad de la Iglesia católica en las diócesis
hindúes de Bangalore, Hyderabad y Visakhapatnam, a pesar de
los desafíos que permanecen aún para la vida eclesial
en estas provincias. Asimismo, el Papa recordó «la permanente
validez y urgencia del Mandato Misionero»; señaló
la importancia de la correcta interpretación de las relaciones
entre las distintas culturas y la fe cristiana y pone en guardia contra
el relativismo que conduce al sincretismo.
El
Pontífice puso de relieve la importancia del Sacramento de
la Reconciliación para testimoniar al pueblo de la India «la
tarea de hacer todo lo posible para dar testimonio de la reconciliación
y llevarla a cabo en el mundo». Y, tras hacer hincapié
en la necesidad de impulsar la comprensión del sacramento del
matrimonio, «por el bien de toda la sociedad», el Papa
recomendó asimismo la profundización en la vida litúrgica
de la Iglesia, de modo especial, ante las numerosas devociones que
en estas regiones despiertan las festividades y santuarios dedicados
a la Virgen María, la cual «nos conduce a la auténtica
experiencia cristiana».
Recordando
que «nosotros, que tenemos la gracia de creer en Cristo, revelador
del Padre y Salvador del mundo, debemos enseñar a qué
grado de interiorización nos puede llevar la relación
con él» (Novo millenio Ineunte, 33), Juan Pablo II hizo
hincapié en que «lejos de ser materia de poder o de control»,
los programas de evangelización y formación de la Iglesia
se impulsan en la convicción de que «todos tienen derecho
a escuchar la Buena Nueva de Dios que se revela y entrega a sí
mismo en Cristo».
El
Papa reiteró su exhortación a las Iglesias particulares
para la promoción de la evangelización en sus territorios,
construyendo centros pastorales dedicados a la educación y
a las obras de caridad, y promoviendo la colaboración con los
laicos y los Institutos Religiosos. De modo especial, el Santo Padre
llamó a los Obispos de la India a responder sabiamente a las
necesidades espirituales y materiales de los pobres y a ser «modelo
de imparcialidad», al servicio de los bienes comunes de la Iglesia,
sin caer nunca en la tentación del materialismo o del favoritismo.
Así
como en sus anteriores discursos a los prelados de otras regiones
de la India, Juan Pablo II destacó la importancia de la comunión
eclesial y recordó que repudiar a un Obispo por su pertenencia
a un determinado grupo, «es siempre una trasgresión de
la misma comunión eclesial y es también un escándalo
para los creyentes, así como un falso testimonio cristiano
a los seguidores de otras religiones». En este contexto, el
Papa recordó que «se debe abandonar cualquier antagonismo
o conflicto que hiere el Cuerpo de Cristo» impulsando más
bien, activa y concretamente el amor hacia todas las personas que
brota de la contemplación de Nuestro Señor.
«La
fe de la Iglesia en Jesucristo es un don recibido y un don que ha
de compartirse», destacó asimismo Juan Pablo II en este
día en que se celebra la festividad del Apóstol Tomás,
tan venerado en la India. El Papa subrayó una vez más
que «compartir la verdad de Jesucristo con los demás
es el gran deber de todos los que han recibido el don de la fe»
y que «la Iglesia, y en ella todo cristiano, no puede esconder
ni conservar para sí esta novedad y riqueza, recibidas de la
divina bondad para ser comunicadas a todos los hombres».
«Con
pleno respeto de todas las creencias y sensibilidades, ante todo debemos
afirmar con sencillez nuestra fe en Cristo, único salvador
del hombre; fe recibida como un don que proviene de lo Alto, sin mérito
por nuestra parte», señaló el Papa antes de invitar
a los Obispos de la India a ser «testigos de la esperanza cristiana»,
siguiendo el modelo de María Estrella de la Evangelización.
PREMIO
INTERNACIONAL PABLO VI, AL INVESTIGADOR FRANCÉS PAUL RICOEUR
Este
año, el Papa entregó el Premio Internacional Pablo VI,
al notable investigador francés Paul Ricoeur, al recibir el
sábado al “Instituto Pablo VI” y a los miembros
de la Fundación “Centesimus Annus – Pro Pontífice”.
El
Santo Padre a última hora de la mañana del sábado
recibió en audiencia, en la Sala Clementina del Vaticano, a
un grupo de miembros del Instituto Pablo VI, que cada cinco años
entrega el “Premio Internacional Pablo VI”. En esta edición
ha sido conferido al profesor Paul Ricoeur. En el mismo encuentro
recibió a los miembros de la Fundación “Centesimus
Annus – Pro Pontífice”.
“El
encuentro de hoy, manifestó el Papa, tras saludar a los presentes,
coincide con dos importantes efemérides: el cuadragésimo
aniversario de la elección al Pontificado del Siervo de Dios
Pablo VI y el vigésimo quinto aniversario de su muerte. Pablo
VI, advirtió con profundidad las inquietudes y las esperanzas
de su tiempo, y se esforzó por comprender las experiencias
de sus contemporáneos, iluminándolas con la luz del
mensaje cristiano. Este Papa indicó que el manantial de la
verdad es Cristo, el único Redentor, fuente de la verdadera
alegría y de la auténtica paz. Que el ejemplo de este
Pastor de la Iglesia universal, deseó Juan Pablo II, anime
y estimule cada vez más a los creyentes a ser testigos de la
esperanza al alba del tercer milenio”.
Este
prestigioso premio, prosiguió diciendo el Papa, que lleva el
nombre de Pablo VI, que viene atribuido cada cinco años a una
personalidad que se ha distinguido de manera significativa en el ámbito
de la cultura de inspiración religiosa, representa un gran
reconocimiento al interés perenne que suscita la personalidad
del Papa Montini. Hasta ahora el premio ha recaído en estudiosos
del campo de la teología, de la música, del ecumenismo
y de la promoción de los derechos humanos. Este año
al entregar esta distinción al profesor Paul Ricoeur, Juan
Pablo II ha dirigido un cordial y respetuoso saludo al notable investigador
francés, agradeciéndole sus palabras.
Este
profesor, es conocido también, por su aportación generosa
al diálogo ecuménico entre Católicos y Reformados.
Su investigación, le ha manifestado el Papa al profesor Ricoeur,
evidencia cuán fecunda es la relación entre filosofía
y teología, entre fe y cultura: relación que, como he
querido recordar en la Encíclica Fides et ratio, debe estar
“marcada por la circularidad. Para la teología, el punto
de partida y la fuente original debe ser siempre la Palabra de Dios
que es la Verdad (cf. Jn 17, 17).
“Me
parece oportuna la elección por parte del Instituto Pablo VI
honrar un filósofo que además de ser un hombre de fe,
está comprometido en la defensa de los valores humanos y cristianos”.
El Premio dotado con 100 mil euros irá destinado a la “Fundación
John Bost”, obra caritativo asistencial francesa, creada en
1848, que acoge y asiste a un millar de personas con minusvalías
físicas y mentales, ancianos, e inadaptados sociales.
Seguidamente
el Santo Padre se dirigió a los miembros de la Fundación
“Centesimus annus – Pro Pontífice”, reunidos
con motivo de su encuentro anual, bajo la presidencia del Conde Lorenzo
Rossi di Ontelera a quienes agradeció el sostén concreto
que ofrecen a la Santa Sede, y pidió al Señor por cada
uno de ellos, por su actividad y por todas sus personas queridas.
Al
final de la audiencia les entregó un Mensaje en el que les
recuerda que el encuentro que han tenido se desarrolla en el decenio
de la institución. Diez años en los que se ha consolidado
la Fundación, el desarrollo de las iniciativas de estudio y
de formación – les dice el Papa en el Mensaje, entre
los que hay que apreciar particularmente el Master en Doctrina Social,
promovido en colaboración con la Universidad Pontificia Lateranense.
“Os
animo a continuar en vuestro esfuerzo, teniendo presente tres condiciones,
les precisa el Papa: la perenne actualidad de la doctrina social de
la Iglesia, con los desafíos de los tiempos y con los cambios
de los escenarios culturales y sociales; la responsabilidad propia
de los laicos cristianos, con la claridad propuesta por el Concilio
Vaticano II, y la certeza de saber que solamente los hombres nuevos
pueden hacer nuevas todas las cosas. No se puede pedir a la economía,
a la política, y a las instituciones sociales aquello que no
pueden dar”.
EL
CARDENAL CORRADO BAFILE CUMPLE 100 AÑOS
Fiesta
de cumpleaños con el Papa para el cardenal Corrado Bafile que
celebró el viernes en el Vaticano 100 años, conquistando
un envidiable primado de longevidad entre los purpurados de la Curia.
El
cardenal Corrado Baffile, prefecto emérito de la Congregación
para las Causas de los Santos cumplió el viernes 100 años
y con esta ocasión Juan Pablo II recibió en la Sala
Clementina al purpurado centenario acompañado por sus familiares.
En la carta que el Pontífice entregó al cardenal se
subrayaba la larga y rica experiencia acumulada en estos 100 años,
en los que ha atravesado el umbral del Gran Jubileo del dos mil, adentrándose
en el Tercer milenio.
Como
destacó Juan Pablo II, desde su ordenación sacerdotal
el cardenal Bafile ha estado siembre al servicio de la Santa Sede,
desarrollando durante largos periodos encargos delicados e importantes,
entre ellos como nuncio apostólico en Alemania en tiempos del
beato Juan XXIII y como prefecto del dicasterio para la causa de los
Santos con Pablo VI.
ÁNGELUS:
LA CASTIDAD “CUSTODIA” EL AMOR AUTÉNTICO
En
el centenario de la muerte de santa María Goretti, Juan Pablo
II reafirmó la actualidad del sacrificio de “la pequeña
y dulce mártir de la pureza”. La castidad “custodia”
el amor auténtico. Además durante la oración
marinada del Ángelus, el Papa invitó a sacar provecho
del reposo estivo para crecer espiritualmente, y a no “quemar”
las vacaciones sólo en la diversión y en la disipación.
En este mismo contexto el Santo Padre hizo un llamamiento para que
los estados se adhieran a la nueva Convención de la ONU sobre
los derechos de los trabajadores migrantes y sus familias.
Juan
Pablo II dedicó el domingo su alocución antes del rezo
del Ángelus en la plaza de san Pedro para hablar de la celebración
del centenario de la muerte de Santa María Goretti, que terminaba
precisamente el domingo, 6 de julio.
Santa
María Goretti, “la pequeña y dulce mártir
de la pureza”, como la definió el Papa Pío XII,
murió asesinada al oponerse a ser violada por un coetáneo
suyo al que después la jovencísima mártir perdonó.
Su cuerpo mortal reposa en la iglesia de Neptuno, en la diócesis
de Albano, y “su bellísima alma -dijo Juan Pablo II-
vive en la gloria de Dios”.
¿Qué
mensaje puede dar a los jóvenes de hoy con su vida pero sobre
todo con su muerte heroica esta muchacha frágil, pero cristianamente
madura? Se ha preguntado el Santo Padre dirigiéndose a los
fieles presentes en la plaza de san Pedro, numerosos, a pesar del
calor sofocante de mediodía.
“Marietta”,
como venía llamada familiarmente la santa italiana, recuerda
a la juventud del tercer milenio -subrayó el Pontífice-
que la verdadera felicidad exige valentía y espíritu
de sacrificio, rechaza cualquier compromiso con el mal y recuerda
también la disposición personal para pagar, incluso
con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos: “¡Cuánta
actualidad tiene este mensaje! Hoy se exalta a menudo el placer, el
egoísmo, o hasta incluso la inmoralidad, en nombre de falsos
ideales de libertad y de felicidad. Es necesario reafirmar con claridad
que la pureza del corazón y del cuerpo tiene que ser defendida,
porque la castidad “custodia” el amor auténtico.
Que Santa María Goretti ayude a todos los jóvenes a
sentir la belleza y el gozo de la bienaventuranza evangélica:
“bienaventurados los puros de corazón porque verán
a Dios”.
La
pureza de corazón, como cualquier otra virtud, prosiguió
diciendo el Papa, exige un cotidiano entrenamiento de la voluntad
y una constante disciplina interior. Necesita sobre todo el asiduo
recurso a Dios en la oración. Las múltiples ocupaciones
y los ritmos acelerados de la vida moderna a menudo hacen difícil
cultivar esta importante dimensión espiritual.
Y
precisamente en referencia a ello, Juan Pablo II afirmó que
“si las vacaciones estivales, que empiezan para muchas personas
estos días, no vienen “quemadas” en la disipación
y en la simple diversión, pueden convertirse en una buena ocasión
para volver a dar un respiro a la vida interior.”
El
Papa, mientras deseó que saquemos el máximo provecho
del reposo estivo para crecer espiritualmente, confió la juventud
a la Virgen María. “Que Ella, que sostuvo a María
Goretti en la dura prueba del martirio, ayude a todos, especialmente
a los adolescentes y a los jóvenes a descubrir el valor y la
importancia de la castidad para construir la civilización del
amor”.
Después
de rezo del Ángelus, el Santo Padre recordó la entrada
en vigor estos días de la Convención Internacional sobre
la protección de los derechos de los trabajadores y de sus
familiares, adoptada por la ONU en 1990. Una Convención que
tiene en cuenta la familia de los emigrantes: “Este instrumento
legislativo marca un importante paso hacia adelante, porque considera
al emigrante una persona unida a su familia. Expreso mi más
viva satisfacción por este resultado jurídico. Deseo
que una vasta adhesión de los estados refuerce su eficacia,
para que con la adopción de parecidas disposiciones y la constante
colaboración internacional, el complejo fenómeno de
las emigraciones pueda desarrollarse en la legalidad y en el respecto
de las personas y de las familias”.
El
Santo Padre saludó también a todos los peregrinos francófonos
representantes de 161 organizaciones de Caritas Internacional que
empiezan mañana en Roma la XVIIª Asamblea general sobre
el tema: “Mundializar la solidaridad”. “Que el espíritu
os asista y os inspire -les deseó el Papa- para que así
podáis ayudar a toda la Iglesia a vivir la caridad y a poner
en práctica una verdadera igualdad con los más pobres”.
JULIO:
INTENCIÓN GENERAL PARA EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN
El
pasado 14 de junio, en su discurso a los miembros de la Pontificia
Obra de la Infancia Misionera, Juan Pablo II recordaba la importancia
de la oración, en primer lugar, también a los «pequeños
misioneros», cuyo lema es «los niños ayudan a
los niños». Y, tras recordar asimismo la necesidad
de ayuda concreta, el Papa ponía de relieve que a pesar de
los grandes y profundos cambios que se han producido en la humanidad,
desde mediados del siglo XIX hasta hoy, y de que en el «denominado
‘norte del mundo’, las condiciones de vida de la infancia
han mejorado, sin embargo, el desarrollo económico y social
no coincide con el desarrollo humano en su sentido pleno».
Aún más, «se ha producido una pérdida
de valores, cuyo precio más alto es pagado precisamente por
los más pequeños, sin olvidar que también en
las naciones desarrolladas perduran zonas de gran pobreza».
Luego, el Santo Padre daba su voz al grito de millones de niños
que en los países pobres padecen por el hambre:«En
el ‘sur’ del planeta, el grito de millones de niños,
condenados a morir por el hambre y las enfermedades ligadas a la
pobreza, se ha vuelto más desgarrador y nos interpela a todos».
El
Consejo Pontificio «Cor Unum», reflexionando sobre la
exhortación del Papa para este mes de julio, evoca lo que
afirmaba el mismo Santo Padre en su Mensaje a la trigésimo
primera sesión de la Conferencia de la FAO, el 3 de noviembre
de 2001. En esa oportunidad, al poner de relieve los grandes debates
planteados tras los trágicos sucesos del 11 de septiembre
sobre la justicia y la urgencia de remediar las injusticias, Juan
Pablo II hacía hincapié en que «la más
impresionante de estas injusticias es el hambre que padecen millones
de personas, con las inevitables repercusiones en el problema de
la paz entre las naciones».
En
el mismo Mensaje, al igual que en otras incontables circunstancias
- poniendo de relieve el problema de la erradicación del
hambre y la urgencia de iniciativas adecuadas - el Papa señalaba
su deseo de alentar de manera particular, «la decisión
de las naciones más ricas de dedicar una parte de su producto
interno bruto al desarrollo de los países más pobres
y de hacer todos los esfuerzos posibles por reducir el gravamen
de su deuda externa».
El
Dicasterio Pontificio para la promoción humana y cristiana
creado, el 15 de julio de 1971, por el Papa Pablo VI - «movido
por el oficio de caridad para animar la familia humana universal
por las sendas de la recíproca y sincera solidaridad»
- recuerda que Juan Pablo II, al saludar a comienzos de 2002 al
Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo
del Año Nuevo, exhortó a los embajadores a que hicieran
partícipes a sus Gobiernos respectivos, de sus reflexiones
y preocupaciones invitándoles a «abrir el corazón
y la inteligencia a los grandes desafíos que nos esperan:
-
la defensa del carácter sagrado de la vida humana en toda
circunstancia, en particular ante las manipulaciones genéticas;
-
la promoción de la familia, célula fundamental de
la sociedad;
-
la eliminación de la pobreza, mediante esfuerzos constantes
a favor del desarrollo, de la reducción de la deuda y de
la apertura del comercio internacional;
-
el respeto de los derechos humanos en todas las situaciones, con
especial atención a las categorías de personas más
vulnerables, como los niños, las mujeres y los prófugos;
-
el desarme, la reducción de las ventas de armas a los países
pobres y la consolidación de la paz, terminados los conflictos;
-
la lucha contra las grandes enfermedades y el acceso de los menos
pudientes a la asistencia sanitaria y a los medicamentos básicos;
-
la salvaguardia del entorno natural y la prevención de
las catástrofes naturales;
-
y la aplicación rigurosa del derecho y de las convenciones
internacionales».
El
Santo Padre, tras manifestar que es bien consciente de la existencia
de otras exigencias apremiantes, concluía su Mensaje señalando
que, si al menos «estas prioridades estuvieran en el centro
de las preocupaciones de los responsables políticos, si los
hombres de buena voluntad las tradujeran en compromisos diarios,
si los creyentes las incluyeran en sus enseñanzas, el mundo
sería radicalmente diferente».
HOMENAJE
A MILLONES DE HOMBRES Y MUJERES QUE CONSUMEN VIDAS EN EL CAMPO
El
observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas rindió
homenaje a los millones de hombres y mujeres que consumen sus vidas
en el campo proveyendo a la humanidad con los frutos de su trabajo.
El
observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas rindió
homenaje a los millones de hombres y mujeres que consumen sus vidas
en el campo proveyendo a la humanidad con los frutos de su trabajo.
El arzobispo Celestino Migliore, en su intervención este semana,
ante el Consejo económico y social de la ONU en Ginebra insistió,
sobre todo, en la necesidad de aplicar el principio de la responsabilidad
colectiva para erradicar la pobreza de las áreas rurales del
planeta. En particular el prelado manifestó el compromiso de
velar por aquellos cuya existencia y dignidad humana están
amenazadas por la pobreza rural.
Mons.
Celestino Miglore subrayó de forma especial la necesidad de
establecer una sólida alianza para el desarrollo que implique
a todos los organismos internacionales, gobiernos y sociedad civil.
“La misma unidad del género humano –precisó-
está amenazada cuando las desigualdades económicas nacionales
e internacionales dividen a los miembros de la familia humana en injustificables
castas económicas. Ahora, más que nunca la ONU debe
avanzar hacia esta alianza que puede contribuir a mantener la paz
y la seguridad internacional.
El
observador permanente de la Santa Sede enumeró también
una serie de estrategias para conseguir esta alianza para el desarrollo,
como la potenciación de las tecnologías que permitan
el aumento de la producción agrícola respetando el medio
ambiente; el reforzamiento de los reglamentos internacionales que
promuevan la equidad en el comercio global; la cancelación
de la deuda externa que impide el crecimiento de la economía
de los países en vías de desarrollo; nuevas inversiones
públicas y privadas en el campo de la educación y de
la salud; identificar y eliminar las causas más profundas de
los conflictos regionales cuyas víctimas son inocentes civiles.
El
prelado advirtió que “el mundo de hoy se mantiene sobre
una paz muy frágil. Demasiadas personas viven sin esperanza,
se enfrentan a promesas incumplidas, y pierden la confianza en la
eficacia real de las cumbres regionales e internacionales”.
La asistencia económica, constató el prelado, no debe
considerarse sólo como una ayuda humanitaria, sino como una
estrategia social dirigida a mejorar las condiciones de los individuos
que conforman la fuerza de trabajo de las áreas rurales del
planeta.
‘PALABRAS
QUE CUENTAN’: DISCURSOS DE REPRESENTANTES DE SANTA SEDE REUNIDOS
EN UN LIBRO
Treinta
años de la «política de servicio» que la
Santa Sede pone a disposición de las organizaciones internacionales.
Es el contenido de «Words that Matter» (Palabras que cuentan),
un volumen presentado el pasado lunes en la sala de prensa de la Santa
Sede. El libro, de cuya edición se ha encargado el arzobispo
André Dupuy -nuncio apostólico en Venezuela-, recoge
los discursos pronunciados por los representantes de la Santa Sede
ante las organizaciones internacionales y durante conferencias y reuniones
internacionales entre 1970 y 2000.
El
arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario para las Relaciones con los
Estados, en la presentación del libro dijo que esperaba “que
estudiosos, diplomáticos y responsables de la sociedad se inspiren
en este rico “corpus” en la búsqueda de soluciones
razonables, pacíficas, equitativas e imparciales, capaces de
promover la solución de los conflictos y de excluir la fuerza
de la vida internacional». Monseñor Tauran expresó
igualmente su deseo de que el volumen «pueda hacer comprender
mejor el motivo fundamental de la presencia de la Santa Sede en la
comunidad de las Naciones: ¡ser la voz que la conciencia humana
espera!»
Por
su parte, el arzobispo Renato Martino, durante muchos años
observador de la Santa Sede ante la ONU y actualmente presidente del
Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, señaló
que en sus casi 800 páginas, «Words that Matter»
afronta temas que van «del derecho a la libertad religiosa al
del desarrollo social, del derecho a la paz al derecho a la vida,
de los derechos de las mujeres y de los niños a los derechos
de los refugiados».
Refiriéndose
al título de la obra, monseñor Martino advirtió
que no encierra vanagloria, «sino sólo la humilde conciencia
de estar siempre al servicio del hombre, iluminando las circunstancias
históricas con la luz sobrenatural, según la específica
competencia religiosa y moral propia de toda actividad eclesial».
Por su parte, el autor del compendio, el arzobispo Dupuy precisó
que se trata de «un instrumento de trabajo destinado a los expertos
en Derecho Internacional, un texto de consulta para los diplomáticos
y para quienes deseen conocer mejor la posición de la Santa
Sede sobre determinadas cuestiones internacionales".
En total, el libro reúne 1.310 documentos. «Los discursos
pronunciados por el Santo Padre en el contexto de la diplomacia bilateral
y multilateral se recopilarán en otra publicación»,
anunció el prelado. En el CD que acompaña la publicación
se recoge el texto completo de la mayoría de los discursos
citados en las fuentes, ya que de algunos de ellos sólo existe
un resumen.
NOMBRAMIENTOS
PONTIFICIOS