AUDIENCIA GENERAL: JUAN XXIII, UN TESTIMONIO INOLVIDABLE DE PAZ Un testimonio inolvidable de paz: Juan Pablo II recordó, el miércoles durante la audiencia general, con emoción la figura del Beato Juan XXIII, a cuarenta años de su muerte. Al final de la catequesis, el Papa ha hablado de su viaje apostólico número cien que mañana realiza a Croacia. El miércoles, Juan Pablo II, en la catequesis de la audiencia general, reflexionó sobre la figura del Beato Juan XXIII. “Hace ya cuarenta años que murió el querido y venerado Papa Juan XXIII, dijo el Pontífice, a quién tuve la alegría de proclamar Beato, junto con Pío IX, el 3 de septiembre del año dos mil”. “Mi pensamiento espontáneamente vuelve al lunes 3 de junio de 1963: a aquella tarde, cuando los fieles de Roma y los peregrinos corrieron a miles a la Plaza de San Pedro, para abrazarse todo lo posible al amado Padre y Pastor, que tras una larga y sufrida enfermedad, dejaba este mundo. A las siete, ante el atrio de la Basílica Vaticana, recordó el Papa, el Pro-Vicario de Roma, el Cardenal Luigi Traglia, iniciaba la Santa Misa, mientras él desde su cama, convertida en altar, consumaba su sacrificio espiritual, el sacrificio de toda su vida. El final de aquella Misa coincidió con la muerte del Papa bueno”. “Esta cama es un altar; el altar necesita un víctima: aquí estoy pronto. Ofrezco mi vida por la Iglesia, la continuidad del Concilio Ecuménico, la paz del mundo, la unión de los cristianos”. Estas palabras del Beato Juan XXIII fueron recordadas por el Papa para añadir seguidamente que el pensamiento sereno de la muerte había acompañado durante toda la vida al Papa Juan, el cual, en la hora del adiós, proyectaba su mirada sobre el futuro y sobre las esperanzas del Pueblo de Dios y del mundo. Con conmovido acento afirmaba que el secreto de su sacerdocio estaba en el Crucifijo, siempre con celo custodiado delante de su cama. “En las largas y frecuentes conversaciones nocturnas – observaba – el pensamiento de la redención del mundo se me presentaba más urgente que nunca”. “Aquellos brazos alargados – añadía – manifiestan que Él ha muerto por todos, por todos; ningún queda rechazado por su amor, por su perdón”. No es difícil acoger en esta palabras el sentido de su ministerio sacerdotal totalmente dedicado a hacer conocer y amar “aquello que más vale en la vida: Jesucristo bendito: su Santa Iglesia, su Evangelio”. Hasta el final palpitó en Juan XXIII este anhelo, subrayó el Papa. “Mi jornada terrena – concluía el Beato Juan XXIII – termina; pero Cristo vive y la Iglesia continúa su misión; las almas, las almas: ut unum sint, ut unum sint ...”. Después el Papa aludió a la Encíclica Pacen in Terris de Juan XXIII, de quién dijo que “toda la vida del inolvidable Pontífice fue un testimonio de paz. Su pontificado se reveló una altísima profecía de paz, que encontró en la Pacem in Terris su cumplida manifestación, casi un público y universal testamento. Para ser chispa de luz es menester vivir en contacto permanente con Dios. Mi venerado Predecesor, que ha dejado una señal en la historia, recuerda a los hombres del tercer milenio que el secreto de la paz y de la alegría está en la comunión profunda y constante con Dios. El Corazón del redentor es el manantial de amor y de la paz, de la esperanza y de la alegría. El recuerdo del querido Papa Juan se transforma de esta manera en oración: esperemos que interceda desde el Paraíso para que también nosotros, terminó diciendo el Papa, como él, podamos confesar al final de nuestra existencia, de no haber buscado nada más que a Cristo y su Evangelio. Que nos ayude María – que a él le gustaba invocar con la bonita jaculatoria ¡Madre mía, confianza mía¡ - a perseverar con la palabra y con el ejemplo en el compromiso de testimoniar la paz para contribuir en la edificación de la civilización del amor. RESUMEN DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL Queridos hermanos y hermanas: En el cuarenta aniversario de su muerte, deseo recordar al Papa Juan XXIII [veintitrés], que he tenido el gozo de proclamar Beato. Apenas dos meses antes de morir había publicado la famosa encíclica Pacem in terris, que es un legado para todos los hombres y una profecía de paz. El Papa Juan sintió profundamente la vocación de todo cristiano a vivir en intimidad con Dios para ser luz y fermento de paz, enseñando que “no habrá paz entre los hombres si no hay paz en cada uno de ellos”. De esta manera recuerda a los hombres del tercer milenio que el secreto de la auténtica felicidad y lo que más vale en la vida es el amor a Cristo, a su Iglesia y a su Evangelio. Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo Hermanas de la Compañía de la Cruz, a cuya Fundadora, Sor Ángela de la Cruz, he tenido el gozo de canonizar recientemente en Madrid. Invito a todos a imitar a los Santos y Santas, modelos de unión íntima con Cristo, de total fidelidad a su amor y de servicio incondicional a la Iglesia. ********************************* En su saludo a sus connacionales polacos el Papa les recordó que al día siguiente comenzaba su viaje apostólico a Croacia. Os pido, les dijo, que recéis por las intenciones de esta peregrinación, para que dé frutos de santidad. Como siempre el Papa se dirigió a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Mientras nos preparamos para la solemnidad de Pentecostés, os exhorto, queridos jóvenes, a ser siempre dóciles a la acción del espíritu; os animo, queridos enfermos, a invocar la luz y el sostén en el sufrimiento y en la prueba; y os deseo a vosotros, recién casados, de crecer en el amor que el Espíritu de dios reserva en los corazones. También el Pontífice al saludar a los peregrinos italianos les manifestó, siempre respecto a su tercer viaje apostólico a Croacia, que es una tierra marcada por el testimonio de intrépidos discípulos del Evangelio. Mi misión es la de confirmar en la fe a los hermanos y hermanas de la comunidad católica, que durante el tiempo de la persecución religiosa permanecieron fieles a Cristo, y no temen afrontar desafíos del momento presente para continuar anunciándolo con entusiasmo. En estos trece años desde la reconquistada independencia, se han consolidado las estructuras eclesiales y ahora se dedica a una incisiva acción evangelizadora. Estimados hermanos y hermanas, os invito a acompañarme con la oración. Encomiendo mi cien viaje apostólico a la Virgen Santa, tan venerada en Croacia, para que Ella guíe mis pasos y obtenga para el pueblo croata una renovada primavera de fe y de progreso civil.
ISRAELÍES Y PALESTINOS NECESITAN 2 ESTADOS INDEPENDIENTES
Y SOBERANOS “Respeto entre judíos, cristianos y musulmanes, para la verdadera paz en Oriente Medio”. “Nunca el terrorismo ni la represalia; israelíes y palestinos dos estados independientes y soberanos”. Fueron algunos de los conceptos subrayados por el Papa el lunes en su discurso de bienvenida de JPII al nuevo embajador de Israel. El Papa dio su bienvenida al nuevo embajador de Israel asegurando sus oraciones por la nación israelí, «en especial en este momento crítico de su historia». Al recibir al señor Oded Ben-Hur, para el acto de presentación de sus Cartas Credenciales, Juan Pablo II evocó su Peregrinación Jubilar a Tierra Santa, reiterando lo que señalaba también entonces, en sus palabras al presidente Ezer Weizman, en marzo de 2000. En este contexto, el Santo Padre recordó que «la verdadera paz en Oriente Medio podrá llegar sólo como resultado de un entendimiento recíproco y del respeto entre todos los pueblos de la región: judíos, cristianos y musulmanes». Destacando que la presencia del embajador del Estado de Israel ante la Santa Sede testimonia «nuestro común anhelo de trabajar juntos para construir un mundo de paz y seguridad, no sólo en Israel y en Oriente Medio, sino en cada parte del planeta, para todos los pueblos y en todas partes», Juan Pablo II puso de relieve, una vez más, que este anhelo, es también una tarea que corresponde a «toda la comunidad internacional». Y es que quizás, «nunca como ahora», «la familia humana percibe la urgente tarea de triunfar sobre la violencia y el terrorismo, cancelando intolerancias y fanatismos, para poder abrir una era de justicia, reconciliación y armonía entre individuos, grupos y naciones». Señalando luego, que esta urgencia se percibe quizá con mayor fuerza en la actualidad en Tierra Santa, el Papa recordó el indiscutible derecho de los pueblos y de las naciones de vivir en la seguridad. «Derecho que conlleva también el deber de respetar el derecho de los demás. Y, así como «nunca se debe aceptar la violencia y el terrorismo para resolver las crisis, en lugar de los medios políticos», Juan Pablo II destacó asimismo que «tampoco la represalia puede conducir a una paz justa y duradera». En este contexto, el Santo Padre hizo hincapié en que «los actos de terrorismo se deben condenar siempre como verdaderos crímenes contra la humanidad» y que «cada estado tiene el innegable derecho de defenderse contra el terrorismo, pero que este derecho se debe ejercer siempre respetando plenamente los límites morales y legales del mismo derecho». Así como los demás miembros de la comunidad internacional y apoyando plenamente el papel y los esfuerzos que toda la familia de naciones cumple para resolver la crisis en Oriente Medio, también la Santa Sede está convencida de que «el actual conflicto se podrá resolver sólo cuando habrán dos estados independientes y soberanos», reiteró el Pontífice, evocando luego sus palabras al Cuerpo Diplomático, en enero de este año. Es decir, que «los dos pueblos, el israelí y el palestino, están llamados a vivir uno al lado del otro, igualmente libres y soberanos, en el respeto mutuo». Para ello es indispensable que ambos muestren claramente su compromiso en favor de una convivencia pacífica, recomendó nuevamente el Santo Padre, expresando su satisfacción por «el reciente voto del gobierno de Israel que apoya el proceso de paz», pues «para todos los implicados en este proceso, esta posición del gobierno israelí es un signo positivo de esperanza y aliento». A pesar de las dificultades, se deben resolver con detenimiento y con justicia las numerosas cuestiones que esta crisis presenta, recordaba también Juan Pablo II, citando el problema de los «refugiados palestinos y de los asentamientos israelíes», el del «establecimiento de límites territoriales» y el del «estatuto de los lugares sagrados de la Ciudad de Jerusalén». Problemas que se deben resolver en el diálogo y nunca «con decisiones unilaterales». El Papa se refirió con satisfacción también al Acuerdo Fundamental entre la Santa Sede y el Estado de Israel, con la esperanza de que el clima de cooperación y amistad ayude a resolver otras dificultades. Como las de los católicos en Tierra Santa, el acceso a los santos lugares, el aislamiento que sufren las comunidades cristianas y la disminución de la población cristiana impulsada a emigrar. Estos problemas, afirmaba el Papa, lejos de desalentarnos, nos deben impulsar a trabajar juntos «por el bien de todos los pueblos». Colaboración que la Iglesia católica ofrece infatigablemente, promoviendo la dignidad humana en sus escuelas y programas de educación y por medio de sus instituciones sociales y de caridad. Y con el anhelo de que se refuerce la garantía de la libertad religiosa en Israel, Juan Pablo II invitó a perseverar en la construcción de una sociedad justa en la que el bien común pueda ser compartido por todos Como invitaba a hacer, hace tres años, el Pontífice exhortó, nuevamente en esta ocasión, a impulsar la esperanza de que «el siglo XXI pueda conducir a una nueva solidaridad entre los pueblos del mundo, con la convicción de que el desarrollo, la justicia y la paz duradera no se podrán lograr sino se logran para todos y no sólo para algunos». Juan Pablo II, haciendo hincapié en el «cometido de toda la humanidad en el tercer milenio» - «único camino para asegurar un futuro prometedor y luminoso para todos» - insistió en «la esperanza y la solidaridad que deben inspirar a todos los hombres y mujeres - en Tierra Santa y en todas partes – para trabajar por un nuevo orden mundial basado en las relaciones armoniosas y en la efectiva cooperación entre los pueblos».
RECONSTRUCCIÓN DE IRAK, PAZ EN TIERRA SANTA Y SITUACIÓN EN ÁFRICA La reconstrucción de Irak con la cooperación de la comunidad internacional, la importancia de la ‘hoja de ruta’ para la paz en Tierra Santa y toda la región y la situación en África. Fueron los temas tratados en la audiencia del Papa a Colin Powell. El lunes por la mañana el Papa recibió al Secretario de Estado de Estados Unidos. Después de esta audiencia pontificia, Colin Powell mantuvo un encuentro asimismo con el Cardenal Secretario de Estado, Angelo Sodano, acompañado del Secretario para las Relaciones con los Estados, Mons. Tauran. En las conversaciones se afrontaron varios temas de la situación internacional. Como el de «la reconstrucción material y política de Irak, que debe poder contar con la cooperación de la comunidad internacional, dedicándose especial atención a los derechos fundamentales, como el derecho a la libertad religiosa». También se habló sobre «las nuevas perspectivas de paz que la realización de la conocida ‘hoja de ruta’ ha abierto en Tierra Santa y en toda esta región». Con el anhelo de que, precisamente, gracias a esta ‘hoja de ruta’ los dos estados, el israelí y el palestino, puedan gozar finalmente de la misma seguridad y soberanía. Además, se intercambiaron pareceres sobre la situación en África, en particular sobre la lucha contra las enfermedades epidémicas, en la que operan desde siempre en tierra africana las distintas instituciones asistenciales y caritativas de la Iglesia católica.
DEFENSA DE NIÑAS NO NACIDAS Y RECHAZO DE MENTALIDAD ANTICONCEPTIVA La cultura de la muerte contra las niñas, la mentalidad anticonceptiva de un cierto tipo de globalización y el fundamentalismo hindú, fueron los temas del discurso del Papa a un grupo de obispos indios al final de su visita ad limina. El martes en la sala Clementina, el Santo Padre recibió conjuntamente a todo el grupo de los 28 obispos de la Conferencia Episcopal de la India, al final de su quinquenal visita a la sede de Pedro. En su discurso, el Papa dijo que la de la India es “una iglesia viva”. Pero Juan Pablo II no ha querido evitar los muchos desafíos que esta comunidad debe afrontar, como son: la cultura de la muerte, que amenaza a especialmente a las niñas no nacidas; la mentalidad anticonceptiva impuesta por el mercado de la globalización; la discriminación y explotación de la mujer; la postura intransigente de los fundamentalistas hindúes. “Una iglesia pobre materialmente, pero viva y rica de vocaciones”. Alto es también el porcentaje de participación de los fieles en la liturgia eucarística dominical. El Papa al hablar de las características de esta pequeña iglesia local se detuvo en las numerosas comunidades de base, en los movimientos laicales y en las asociaciones, que tienen un papel fundamental en la vida eclesial de la región. Para contrarrestar los aspectos negativos de la cultura de la globalización es necesario implicar, dijo el Santo Padre, a todo el mundo: a las personas, a las familias y a los movimientos y asociaciones. El Pontífice denunció, luego, el tentativo de querer imponer a la sociedad asiática modelos moralmente inaceptables de planificación familiar que pueden llevar a mucha gente a “justificar un ejercicio inmoral de la sexualidad, que no solamente pone en crisis la institución de la familia, sino que contribuye también a la difusión del SIDA”, un flagelo que en algunas regiones ha llegado a tener dimensiones epidémicas. El Papa animó a los obispos de la India a promover los programas educativos sobre las enseñanzas de la Iglesia en este campo y a contrarrestar los efectos devastadores que tienen los modelos impuestos por una mala política globalizadora. El Papa habló también de las dificultades que presentan algunos grupos integristas hindúes que hacen valer su influencia mayoritaria sobre las leyes anti-conversión” aprobadas recientemente en algunos regiones. El Papa animó a los obispos indios a la evangelización y al diálogo con las otras religiones y las autoridades y dijo que reza para que se respeten los derechos de la mujer.
INTENSIFICAR LABOR SOCIAL BUSCANDO NUEVAS ESTRATEGIAS PASTORALES El Papa Juan Pablo II ha señalado, en una carta dirigida a los Hermanos Menores franciscanos reunidos en la ciudad de Asís, que a pesar de que esta congregación cuente con menos misioneros en todo el mundo y haya visto aumentada la edad media de sus miembros, tienen que sacar más valor que nunca e intensificar su labor social buscando nuevas estrategias pastorales y vocacionales. El Santo Padre ha querido subrayar el valor que la orden de los franciscanos ha demostrado a lo largo de los años y en la misiva les invita a no olvidar los ideales por los que su maestro, San Francisco de Asís luchó, destacando sobre todo la pobreza, la vida en hermandad, el espíritu de contemplación, la búsqueda de la justicia, la paz y el respeto al Creador. Del mismo modo, Juan Pablo II quiso invitar a los hermanos franciscanos a una reflexión sobre los valores existenciales de la vida, que encuentran respuesta en la elección tomada por cada uno de los franciscanos a la llamada de Dios y que implica la renuncia a los bienes materiales de la vida y al abandono de uno mismo para darlo todo por el prójimo. Por este motivo el Papa ha querido recordar a todos los franciscanos que la vida que San Francisco de Asís dedicó a los demás, se puede convertir en un ejemplo en la sociedad moderna y así predicar con le ejemplo lo que el santo predicaba: “no amaré de verdad a Dios hasta que no consiga amar al resto de los hombres como él lo hizo”. Y a partir de hoy, Fray José Rodríguez Carballo es el nuevo Ministro general de la Orden de los Hermanos Menores. Lo han elegido los 142 representantes de los Hermanos Menores que estaban celebrando esos días en Asís, en Santa María de los Ángeles, el Capítulo general, cuyo tema es "Fraternidad en misión". La elección de fray José Rodríguez Carballo, que cumplirá 50 años el próximo mes de agosto, se ha realizado bajo la presidencia del cardenal Jorge Arturo Medina Estévez, Delegado Pontificio. El nuevo Ministro general desempeñaba, hasta la fecha, el cargo de Definidor general y de Secretario general para la Formación y los Estudios. Anteriormente había sido ministro de la provincia de Santiago de Compostela, España; presidente de la Unión de los Frailes Menores de Europa y Maestro de los religiosos en período de formación. Significativo es también su currículo académico: después de haber obtenido la licenciatura en Teología Bíblica en Jerusalén y la licenciatura en Sagrada Escritura en Roma, ha enseñado estas disciplinas en el Seminario mayor de la ciudad española de Vigo y en la Facultad de Teología de Santiago de Compostela. Fray José Rodríguez Carballo ha recibido el encargo de orientar y custodiar la vida de más de 16.000 Hermanos Menores, presentes en 110 naciones de los cinco continentes. La Orden Franciscana mantiene un estilo misionero marcado por la pobreza y la vida fraterna, animado por el espíritu de contemplación y por la búsqueda sincera de la justicia, la paz y la salvaguardia de la creación, según el estilo evangélico de Francisco de Asís. El término "Ministro" está tomado de la enseñanza y del ejemplo de Jesús. San Francisco escribió en su Regla no bulada: «Y recuerden los ministros y siervos que dice el Señor: No he venido a ser servido sino a servir, y que les ha sido confiado el cuidado de las almas de los hermanos» (Rnb 4, 6). A Francisco no le gustaban los términos convencionales: ser "ministro y siervo" significaba ponerse al servicio de los hermanos. Fray José Rodríguez Carballo es, en orden histórico, el 119 sucesor de San Francisco. Sucede a fray Giacomo Bini, que ha dirigido la Orden de los Hermanos Menores desde 1997. El español José Rodríguez Carballo, nuevo Ministro General de la Orden de los Hermanos Menores franciscanos, explicó ante nuestros micrófonos, la emoción, confusión y respeto por su nuevo cargo. Rodríguez Carballo nació en un pueblo de Orense hace cincuenta años, y desde hace 32, forma parte de la comunidad franciscana, a la que el nuevo Ministro ha querido alentar en este periodo en el que esta comunidad ha visto reducido significativamente su número de misioneros. Para Rodríguez Carballo, los Hermanos Menores tienen que tener fe en el trabajo realizado y confiar en el hombre, porque esta fue la enseñanza dada a todos los franciscanos por su maestro, San Francisco de Asís.
JUNIO: INTENCIÓN GENERAL PARA EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN Para este mes de junio, Juan Pablo II invita a rezar «por los creyentes que asumen funciones de responsabilidad en la vida pública, para que siguiendo las enseñanzas del Evangelio y los principios de la doctrina social de la Iglesia, en toda situación defiendan e impulsen el respeto de los valores humanos». Con la intención general para el Apostolado de la Oración, el Papa invita asimismo a reflexionar sobre el servicio de la Iglesia a la familia humana. Servicio en el que la Iglesia «se dirige a todos los hombres y mujeres sin distinción, esforzándose por construir juntamente con ellos la civilización del amor, fundada en los valores universales de la paz, la justicia, la solidaridad y la libertad, que encuentran su plenitud en Cristo». Como en numerosas oportunidades, el Santo Padre destaca «las palabras memorables» con las que el Concilio Vaticano II afirmó que «El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón». Enlazando esta Intención General para el Apostolado de la Oración con la que el Juan Pablo II presenta como Intención Misionera, también para este mes de junio, «por los cristianos de la India», recordamos que en su Exhortación Posinodal ‘Ecclesia in Asia’, el Papa señala que precisamente sobre la base de lo subrayado antes, «la Iglesia en Asia con su multitud de pobres y oprimidos, está llamada a vivir una comunión de vida que se manifiesta de modo particular en el amoroso servicio a los pobres e indefensos». En este contexto, Juan Pablo II hace hincapié en que «si en los tiempos recientes, el Magisterio de la Iglesia ha insistido mucho más en la necesidad de promover el desarrollo auténtico e integral de la persona humana, lo ha hecho para responder a la situación real de los pueblos del mundo y a una mayor conciencia de que no sólo las personas, sino también las estructuras de la vida social, política y económica son frecuentemente enemigas del bienestar humano». El Santo Padre no deja de llamar la atención sobre «los desequilibrios vinculados a una creciente brecha entre los que se benefician de la mayor capacidad del mundo de producir riqueza y los que quedan al margen del progreso». Y que «exigen un cambio radical tanto de mentalidad como de estructuras en favor de la persona humana». El Papa invita a «tener la valentía de una nueva solidaridad» ante «el gran desafío moral que afrontan las naciones y la comunidad internacional con respecto al desarrollo». «Valentía de una nueva solidaridad» que sea «capaz de tomar medidas creativas y eficaces a fin de superar tanto el subdesarrollo ‘deshumanizante’ como el ‘superdesarrollo’ que tiende a reducir a la persona a una partícula económica en una tela de araña de consumo cada vez más opresora». Juan Pablo II, además de reiterar que «el desarrollo humano nunca es simplemente una cuestión técnica o económica», sino que es «ante todo, una cuestión humana y social», recuerda que «la doctrina social de la Iglesia, que propone un conjunto de principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción, está destinada en primer lugar a los miembros de la Iglesia». Y es que «es esencial que los fieles comprometidos en la promoción humana tengan una sólida comprensión de este valioso cuerpo de enseñanzas y lo conviertan en parte integrante de su misión evangelizadora». Juan Pablo II recomienda que «es preciso formar bien» en la doctrina social de la Iglesia a «los laicos con responsabilidades en la vida pública, de forma que puedan inspirar y vivificar la sociedad civil y sus estructuras con la levadura del Evangelio». Aún más: «la doctrina social de la Iglesia no sólo recordará a esos líderes cristianos sus deberes», sino que «también les ofrecerá líneas de acción en favor del desarrollo humano, y los librará de falsas nociones sobre la persona y la actividad humana». Con las palabras de la Gaudium et Spes, el Papa recuerda que «el mensaje cristiano no aparta a los hombres de la construcción del mundo ni les impulsa a despreocuparse del bien de sus semejantes, sino que los obliga más a llevar a cabo esta construcción y a impulsar este bien como un deber». (Gaudium et Spes, 34) Así, «el cristiano, animado por esta certeza, camina con valentía por las sendas del mundo tratando de seguir los pasos de Dios y colaborando con él para suscitar un horizonte en que «la misericordia y la fidelidad se encuentren y la justicia y la paz se abracen» (Sal 85, 11).
CROACIA: PROGRAMA DEL VIAJE NÚMERO 100 DEL PAPA Juan Pablo II iniciaba el jueves su visita a Croacia, el Viaje Pastoral fuera de Italia que hace el número cien, en sus casi veinticinco años de Pontificado. El Santo Padre llegaba al aeropuerto de Rijeka a las cuatro y cuarenta y cinco de esa tarde. Un día antes, precisamente, en su Audiencia General, Juan Pablo II invitó a que se le acompañe en este Viaje con la oración. Encomendando su tercera Visita a Croacia a la Virgen Santa, tan venerada en esta nación, para que Ella guíe sus pasos y «obtenga para el pueblo croata una renovada primavera de fe y de progreso civil». El Pontífice señaló la gran esperanza que le anima en este viaje y puso de relieve su objetivo, con estas palabras: «En Croacia, tierra marcada por el testimonio de intrépidos discípulos del Evangelio, el objetivo es el de confirmar en la fe a los hermanos y hermanas de la comunidad católica, que en los tiempos de la persecución religiosa permanecieron fieles a Cristo y que, en el momento presente no tienen miedo de afrontar los desafíos para seguir anunciándolo con valentía. En estos trece años de independencia reconquistada han consolidado las estructuras eclesiales y ahora se dedican a una acción evangelizadora más incisiva». También el miércoles en Zagreb, el primer ministro croata, Ivica Racan, destacaba la figura de Juan Pablo II y la gran expectación y alegría por la llegada de «un hombre que aboga ante el mundo por la paz, la tolerancia, la justicia, la comprensión y la ayuda a los débiles».
El sábado, el Santo Padre selló la clausura del camino sinodal de la Diócesis de Djakovo y Sriejm, con la celebración de la Santa Misa, cuyo lema fue «En comunión con la misión de Cristo». También se hizo memoria del 150 aniversario de la fundación de la provincia eclesiástica de Zagreb, y por lo tanto del año jubilar metropolitano, que se clausuró el 8 de junio Domingo de Pentecostés. Cerca del lugar de la celebración del sábado se encuentra la ciudad de Vukovar, destruida en la guerra de 1991. En la Santa Misa estuvo presente un Crucifijo que quedó dañado precisamente durante ese conflicto, como testimonio de sufrimiento pero también de esperanza, de reconciliación y de vida nueva. Asimismo, al final de la Santa Misa, el Papa coronó dos Imágenes de la Virgen, la de Aljimas y la de Vocin, dos santuarios marianos destruidos durante la guerra, que han vuelto a florecer, como signo de la renovación eclesial. Se contó con la presencia del Presidente de la República de Croacia, y de autoridades políticas y civiles, de fieles de lengua húngara y eslovaca y de grupos de peregrinos de la parte serbia de esta Diócesis. Así como de representantes de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Serbia, de las Iglesias de la Reforma, del Judaísmo y del Islam. El 8 de junio, Domingo de Pentecostés, Juan Pablo II celebró la Santa Misa y dirigió el rezo del Regina Coeli en Rijeka. El tema de la celebración estuvo dedicado a la familia. Luego, después de almorzar con los Obispos de Croacia y con los miembros del séquito pontificio, en el Seminario de esta ciudad, el Santo Padre mantuvo un encuentro por la tarde con el Primer Ministro de Croacia. Esta jornada del Papa finalizó con una visita de Juan Pablo II al Santuario de Nuestra Señora Trsat y un momento de oración ante la Catedral de Rijeka. El lunes, el Pontífice se trasladó a Zadar, presidió la Celebración de la Palabra en el Forum de esta Archidiócesis, para luego dirigirse al aeropuerto de esta ciudad, desde donde emprendió su viaje de regreso a Roma.
PAÍSES BAJOS: 150 ANIVERSARIO RESTABLECIMIENTO JERARQUÍA CATÓLICA El 7 de junio tuvieron lugar en la ciudad holandesa de Utrecht las celebraciones por el 150 aniversario del restablecimiento de la Jerarquía católica en los Países Bajos. Un evento que fue presidido por el enviado especial del Santo Padre, el cardenal Jan Pieter Schotte, secretario general del sínodo de los obispos. Bajo el lema “Católicos de corazón y de alma” los fieles holandeses celebran esta efemérides profesando su fe con renovada energía y con un mayor y decisivo compromiso de vida. La solemne liturgia eucarística que fue el centro de este aniversario se celebró en el complejo de la feria de Utrecht, ciudad en la cual S.Willibrord hace trece siglos inició sus predicaciones en los Países Bajos. El beato Pío IX hizo de Utrecht la sede metropolitana con cuatro diócesis sufragáneas el 4 de marzo de 1853, después de la promulgación de la nueva constitución holandesa en 1834, que concedía a la iglesia católica un status paritario respecto a las otras confesiones. La Iglesia católica en Holanda ha lanzado la mayor campaña de oración de su historia con la distribución de medio millón de estampas con llamamientos a la oración en todas las parroquias holandesas. Las celebraciones empezaron ya el pasado 30 de mayo y terminaron el sábado, 7 de junio. Los fieles rezaron en grupos o individualmente en las parroquias para invocar la fuerza del Espíritu Santo sobre toda la comunidad de fieles.
SANTUARIO DE KIBELO: LUGAR EN QUE NAZCA UN PUEBLO RUANDÉS RENOVADO EN FE Y PERDÓN El cardenal Crescenzio Sepe manifestó Ruanda su esperanza de que el nuevo santuario de Kibeho se transforme en un lugar en el que nazca un pueblo ruandés renovado en la fe y en el perdón. El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en el contexto de su visita pastoral a Ruanda, consagró el santuario mariano dedicado a Nuestra Señora de los Dolores en Kibeho, lugar de peregrinación nacional e internacional donde a partir de 1981 la Virgen María se apareció en diversas ocasiones. «Os exhorto a orar con fervor --dijo el purpurado en su homilía-- para que este santuario pueda transformarse en el lugar del que surgirá un pueblo ruandés renovado en la fe, ávido del amor por su Dios, decidido a olvidar el triste pasado de la guerra fratricida, cuyos signos terribles se ven en todas partes y, de manera especial, en este lugar». Todos los obispos ruandeses estuvieron presentes en la celebración eucarística, así como el nuncio apostólico --el arzobispo Salvatore Pennacchio--, autoridades civiles, numerosos sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral. Según el relato de los videntes, la Virgen se apareció en este lugar y se presentó en lengua local como «Nyina wa Jambo» --«Madre del Verbo»--, invitando a la conversión, a la oración y al ayuno. En una sola ocasión mostró imágenes impactantes: un río de sangre, personas que se daban muerte unas a otras y cadáveres abandonados sin nadie que los enterrara. En los años siguientes, la terrible visión se relacionó con el genocidio que convulsionó Ruanda entre 1994 y 1995 y especialmente Kibeho fue uno de los escenarios más sangrientos. «El sacrificio de miles de personas asesinadas en la vieja iglesia y a su alrededor grita con fuerza hacia todos nosotros --continuó el cardenal Sepe-- y nos invita a encaminarnos por una nueva vía, por el camino de la paz, del perdón recíproco de los daños causados y por la vía de la reconciliación». «El verdadero pueblo de Dios --añadió-- no puede alimentar sentimientos de odio, de división, de venganzas, de desprecio, que son ajenos a Dios y a su amor». El prefecto del dicasterio misionero recordó el mandamiento del Amor que dejó Jesús a sus discípulos, llamando a los ruandeses a acoger a Dios en su corazón: «Desde la morada de vuestro corazón, Él desea santificar vuestra vida, bendecir vuestras familias, inspiraros en la consecución del bien común, difundir en medio de este pueblo los valores evangélicos sobre los que se pueda construir una vida social, humana y religiosa digna de Su Nombre». Finalmente, el cardenal Sepe recordó las numerosas peregrinaciones que llegan al santuario desde distintos países africanos y las conversiones de cuantos redescubren la fe perdida. «Cada peregrino que viene a Kibeho, reconciliado con Dios y con los hombres, debe transformarse en constructor de la nueva humanidad, constructor del nuevo pueblo ruandés, cada vez más fiel a Dios», concluyó.
DIÓCESIS
DE JOLIET EN ILLINOIS (ESTADOS UNIDOS) NUNCIO
APOSTÓLICO EN MALTA Y LIBIA
COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO SOLEMNIDAD
DE PENTECOSTÉS (B): 8 de junio de 2003 “Al llegar el día de Pentecostés...” Esta fiesta, que los hijos de Israel celebraban anualmente por mandato de Moisés, al principio no se designaba con este nombre. Ellos la llamaban "Fiesta de las Semanas", o de “la cosecha”. Eran siete las semanas que la separaban de la celebración de la Pascua, el tiempo que solía durar la recolección. Era un día de mucha alegría y de descanso absoluto, para dar gracias a Dios par los bienes dispensados a su pueblo. Con el tiempo, y por indicación de los rabinos, esta misma fiesta vino a ser conmemoración anual del establecimiento de la Alianza de Dios con su pueblo en el desierto, junto al Sinaí. Finalmente se le llamó “fiesta de Pentecostés”, con el que nosotros la celebramos, precisamente a los cincuenta días de la Pascua. A nosotros, los cristianos, nos trae el recuerdo de la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a los diez días de la Ascensión de Jesucristo a los cielos. El Señor cumplió así la promesa que les había hecho en repetidas ocasiones. Pentecostés cierra el Tiempo Pascual. La venida del Espíritu Santo es consecuencia de la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. "Al llegar el día de Pentecostés ?escribe San Lucas en su segundo libro? estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas que se repartían, poniéndose encima de cada uno. Se llenaron del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería" (Hech 2,1-4). Dios había enviado a su Hijo al mundo, para que llevara a cabo su obra de salvación, conforme a un plan eterno y después de una preparación de siglos. Aquella primera fue una misión silenciosa y oculta. En frase de San Ignacio de Antioquía, el misterio de la Encarnación fue realizado "en el silencio de Dios", para que quedaran ocultos al diablo los planes de Dios. En cambio, esta otra misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre y por el Hijo, fue solemne y visible. La había precedido la muerte y la resurrección de Jesucristo. Cuantos concurrieron al lugar donde estaban los Apóstoles, atraídos por el ruido de aquel viento extraño, estaban admirados y desconcertados. Pedro les explicó luego. Era el comienzo oficial de la vida de la Iglesia en medio del mundo. Desde entonces, asistidos siempre par la presencia y la acción del Espíritu Santo, la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, se conserva en la unidad y lleva a cabo su obra de evangelización y santificación, conforme al encargo de Jesucristo. En pie, frente a todos sus enemigos, y a pesar de los pecados de los hombres, incluso de quienes pertenecen a ella, en virtud de la fe y del bautismo. Hasta el fin de los tiempos, cuando, con la vuelta de Jesucristo, será la consumación del Reino de Dios en el mundo. Día de acción de gracias par los bienes recibidos. Entre todos los dones gratuitos, que provienen de la mano del Señor a su pueblo, el mejor y más cumplido es el Espíritu Santo. Por excelencia, aparte éste, le convienen los nombres de "Don" y "Amor". Con él, Dios mismo se nos da personalmente, y hace de cada uno de nosotros su morada. La presencia del Espíritu Santo en nuestro corazón hace viva realidad la anunciado por Jesús a sus amigos: "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Jn 14,23). Hijos adoptivos de Dios, miembros vivos del Cuerpo de Cristo, templos del Espíritu Santo: tal es la realidad misteriosa de la vida cristiana. Don del Dios Altísimo es el Espíritu Santo. Y Amor también; que también este nombre le conviene de manera esencial. El es el amor del Padre para con el Hijo; el mismo del Hijo para con el Padre. Procede del Padre y del Hijo. Si todo don es un testimonio de amor, el amor es el primero de todos los dones. Pues bien, como Dios nos ama, pone su amor en nosotros: aquél con que se aman mutuamente el Padre y el Hijo “se nos da con el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom 5,5). Y con el amor, todos los dones y gracias del Espíritu. Ahora bien, esta presencia del Espíritu de Dios en nosotros no hubiera sido realidad, si Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, no hubiera ofrecido su vida en sacrificio al Padre, para la salvación de lodos los hombres. El mismo día de su resurrección, en su primera aparición a los discípulos, ya Jesús los saludó: "Paz a vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo. Y dicho esto, exha1ó su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20,21-22). La Iglesia, nuestra Madre, ha concretado en una forma oficial cuanto nos ha revelado Jesucristo acerca del Espíritu Santo. Nosotros la recitamos todos los domingos, antes de la celebración de la Eucaristía, como expresión de nuestra fe cristiana: Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Él es el Consolador, el Otro, de quien nos habló Jesús; "que estará con vosotros para siempre" (Jn 14,16). Si nosotros debemos ser "testigos" de Jesucristo ante el mundo, nuestro testimonio ha de estar siempre avalado y respaldado por “el Espíritu de la verdad".
CARTA DE LOS OBISPOS EUROPEOS AL PRESIDENTE CONVENCIÓN EUROPEA Los Obispos europeos han escrito al presidente de la Convención Europea, Giscard d’Estaing. En la carta le expresan su satisfacción por haber introducido la religión en el preámbulo del tratado constitucional, pero le manifiestan su estupor por no mencionar la herencia cristiana en la formación de la identidad europea. Esta carta ha sido enviada por Mons. Josef Homeyer presidente de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (Comece). “Sin despreciar las demás aportaciones – escribe Mons. Homeyer – ninguna otra religión o corriente filosófica ha impregnado de sí a Europa tanto como el cristianismo”. “Permitidme también – añade el obispo – renovar la propuesta para una referencia a Dios. Recordar los límites del poder humano, la responsabilidad delante de Dios, la humanidad y la creación, significaría mostrar de manera inequívoca que el poder público no es absoluto. La Unión, entonces, reconocería a aquellos ciudadanos que lo quisieran, el derecho de invocar libremente a Dios, tanto cristianos como judíos o musulmanes”. “Este reconocimiento - finaliza la carta – constituiría al mismo tiempo una garantía de libertad de la persona humana y promovería la identificación de numerosos ciudadanos con los valores europeos y con la adopción de la futura Constitución. La carta constitucional polaca y alemana son una buena prueba que estas referencias no tienen carácter discriminatorio”.
Teresa
de Jesús En su obra dramática, Teresa de Jesús, pone Eduardo Marquina en boca de Juan de la Cruz las siguientes estrofas: Si un
día la perdiera, El P. François Régis Wilhélem se encontró seguramente con esta Teresa lúcida y abierta, transparente y directa, a través de la lectura de su extraordinaria obra, analizada y estudiada con el afán de descubrir lo que hay de vital e irrepetible en ella. Aquella Teresa niña que quiso huir de su casa junto con su hermano, para sufrir el martirio en tierra de moros, se encontró en su famosa visión del infierno, ya mujer adulta y consagrada a Dios, con que había muchas almas que se perdían, y las guerras de religión hacían estragos en la Europa de entonces. Y su profunda vivencia mística le impulsó a redescubrir el valor apostólico de una misión que le incumbía a ella ya sus hijas, aunque estuvieran encerradas en las paredes de sus conventos. La austeridad de Pedro de Alcántara le hizo comprometieres seriamente en una Regla vivida sin concesiones, y al mismo tiempo, su vida mística le llevó a ser buscar la salvación de los prójimos. La vuelta a la radicalidad evangélica le invitó a una oración más intensa y al sacrificio, en beneficio de los que ella llama "defensores de la Iglesia". Y así, una de las motivaciones apostólicas esenciales fue en ella el deseo de reparar los daños causados por el cisma que hería a la Iglesia en su tiempo. De sus escritos se colige, y lo advierte con acierto el P. François Régis Wilhélem, que las muchas gracias recibidas no la condujeron a una bienaventuranza ansiosamente deseada por ella, sino que por el contrario, la situaron en el corazón de los graves conflictos del siglo XVI, aportando así a la Iglesia una manera nueva de vivir la vida contemplativa. En un recorrido casi exhaustivo de la obra de Teresa de Jesús, este texto nos lleva de la mano hasta lo más íntimo de la vida mística de la Santa, y nos permite, no solamente comprender lo que fue su dinámica espiritual y mística, sino su proyección apostólica. Teresa es guiada por el Espíritu a través de las tribulaciones, y alcanza su plenitud precisamente en ellas. La "mujer inquieta y andariega" podrá morir al fin hija de la Iglesia, y su mirada transparente y sus hablar popular nos llevará de la mano hacia compromisos muy serios en la difusión del evangelio "a la manera de Teresa", la mística Doctora que ilumina con sus escritos, alienta con su dinamismo y es esencialmente apostólica y misionera. Un libro estimulante que ayuda a comprender lo que fue Teresa de Cepeda y Ahumada. |