Al concluir esta celebración, en la que he canonizado a cinco nuevos Santos, quiero dar gracias a Dios que me ha permitido realizar el quinto viaje apostólico a vuestra Nación, tierra de fieles hijos de la Iglesia que ha dado tantos santos y misioneros. Mi primera visita tuvo como lema "Testigo de la esperanza"; y esta vez ha tenido "Seréis mis testigos". Recordad siempre que el distintivo de los cristianos es dar testimonio audaz y valiente de Jesucristo, muerto y resucitado por nuestra salvación.
Deseo reiterar mi agradecimiento a Sus Majestades los Reyes de España y a la Familia Real aquí presente. Mi reconocimiento al Gobierno y Autoridades de la Nación por la ayuda ofrecida. Manifiesto mi particular gratitud al Señor Cardenal Arzobispo de Madrid y a todos los demás Obispos de España, por su invitación y acogida, así como a todos los que han prestado un generoso servicio antes y durante mi viaje.
Saludo, además, con gran afecto a los numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas, a tantos jóvenes, familias, hombres y mujeres de buena voluntad. Me llevo el recuerdo de vuestros rostros esperanzados, que he encontrado estos días, y comprometidos con Jesucristo y su Evangelio. Sois depositarios de una rica herencia espiritual que debe ser capaz de dinamizar vuestra vitalidad cristiana, unida al gran amor a la Iglesia y al Sucesor de Pedro.
Con mis brazos abiertos os llevo a todos en mi corazón. El recuerdo de estos días se hará oración pidiendo para vosotros la paz en fraterna convivencia, alentados por la esperanza cristiana que no defrauda. Y con gran afecto os digo, como en la primera vez, ¡Hasta siempre España! ¡Hasta siempre, tierra de María!