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LOS ESLOVACOS DEBEN CONTRIBUIR CON SU TRADICIÓN CRISTIANA A LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DE LA NUEVA EUROPA Juan Pablo II llegó el jueves por la mañana al aeropuerto internacional de Bratislava, en su tercer viaje pastoral a la República de Eslovaquia, surgida de la escisión de Checoslovaquia en 1993. Juan Pablo II exhortó a su llegada a los eslovacos a contribuir con su “rica tradición cristiana” en la construcción de la identidad de la nueva Europa. A su llegada a Bratislava el Papa se refirió al próximo ingreso del país en la “Comunidad de los pueblos europeos”, recomendando que no se conformen sólo con la búsqueda de las ventajas económicas “porque de una gran riqueza puede también surgir una gran pobreza”. El Pontífice subrayó que sólo habrá garantía de un futuro de bienestar para todos fundado sobre bases sólidas, si se construye una sociedad que respete la vida humana en todas sus expresiones, que promueva la familia como lugar de amor recíproco y de crecimiento de la persona y que busque el bien común y esté pendiente de las exigencias de los más débiles.
En esta misma ceremonia de bienvenida, el presidente de Eslovaquia, Rudolf Schuster, señaló que Eslovaquia acepta la petición vaticana para que en las instituciones europeas se tengan en cuenta las raíces cristianas del continente. “Nos identificamos con usted en que los valores éticos y cívicos deberían ser el principio rector de cada orden social”, señaló el presidente eslovaco en su discurso de bienvenida. Schuster dio a entender que Eslovaquia, país mayoritariamente católico, suscribe esta iniciativa vaticana para que el borrador de Constitución aprobado en junio pasado por la Convención sobre el futuro de Europa contenga una alusión a las raíces cristianas del viejo continente. El máximo dignatario eslovaco ensalzó la figura papal, al que calificó como defensor de los derechos humanos de los más débiles. El presidente eslovaco y el nuncio apostólico, Mons. Henryk Jozef Nowacki, recibieron y dieron la bienvenida a Juan Pablo II al pie del avión. Luego Su Santidad saludó también a las principales autoridades civiles y eclesiásticas del país, encabezados por el primado del país, el cardenal Jan Korec, el cardenal Jozef Tomko, y el arzobispo de Bratislava, Jan Sokol. Este viaje, el número 102 del Pontífice fuera de Italia, comenzó el jueves pasadas las 9 y media, hora en que el avión de Alitalia partió desde el aeropuerto italiano de Fiumicino con destino a Bratislava, donde llegó poco después de las 11. Esta peregrinación apostólica, por voluntad del mismo pontífice y el deseo unánime de los obispos eslovacos, llegará a las diócesis que el Papa no había visitado en sus dos estancias anteriores. La acción pastoral de Juan Pablo II por Eslovaquia y por los eslovacos ha tenido en los últimos años una importancia particular por la fe y la vida cotidiana de esta nación. De hecho, el Papa ha nombrado los dos cardenales y todos los obispos actuales de Eslovaquia. En 1995 elevó a archidiócesis la diócesis de Kosice; en 1997 erigió el Exarcado apostólico de Kosice para los fieles católicos de rito bizantino; en 1980 creó en Canadá la diócesis eslovaca de rito bizantino de los Santos Cirilo y Metodio y por último ha elevado numerosas iglesias al grado de Basílica. Además en 1997 fundó el Pontificio Colegio Eslovaco de los Santos Cirilo y Metodio en Roma. Un último dato es la coincidencia de esta visita apostólica con el décimo aniversario de la constitución de la Conferencia Episcopal Eslovaca, que tuvo lugar el 15 de septiembre de 1993.
MARÍA NOS MUESTRA EL CAMINO HACIA UNA LIBERTAD MADURA Juan Pablo II exhortó a las familias, donde se forja el futuro de la Nación, a dar espacio a Dios tomando como ejemplo a María que nos muestra el camino hacia una libertad madura. Juan Pablo celebró el viernes la Santa Misa en la Plaza del Resurgimiento Nacional de Banská Bystrica, un lugar particularmente significativo en la historia de esta ciudad en dos sentidos; el del respeto y la devoción hacia el Señor Omnipotente y la Virgen, y la tentativa de profanación de esta preciosa herencia perpetrada por un régimen oscuro no hace mucho tiempo. De todo ello ha sido testigo silencioso la columna de la Virgen María situada en el centro de la plaza.
“La lección fundamental que extraemos –subrayó el Pontífice- es que María nos muestra el camino hacia una libertad madura. En nuestros días, no son pocos los cristianos bautizados.... que no se comportan con la responsabilidad debida hacia la gracia recibida; todavía no saben qué es lo que quieren, ni por qué lo quieren”. Juan Pablo II insistió de forma especial en la urgencia de educarse para la libertad, en particular en las familias, donde los padre eduquen a sus hijos a la justa libertad, para prepararles a dar una respuesta oportuna a Dios. “Las familias son el vivero en el que se forman las plantas, las futuras generaciones. En las familias se forja el futuro de la Nación”. Refiriéndose a la fe de María que se convierte en compromiso hacia Dios, el Papa invitó a todos a reflexionar sobre la actitud de la Virgen porque Él dirige su llamada a cada uno de nosotros y es necesario saberla reconocer, acoger y ser siempre fieles. Por último el Pontífice instó a todos a darle espacio a Dios, porque en la variedad y riqueza de las distintas vocaciones cada cual está llamado a acoger a Dios en su propia vida y a recorrer con Él los caminos del mundo, anunciando su Evangelio y dando testimonio de su amor. En ocasión de esta misa, representantes de la juventud católica eslovaca regalaron al Papa una Biblia escrita a mano. El trabajo de trascripción ha sido realizado por 900 jóvenes de todas las diócesis del país. En Eslovaquia hay 1.500 parroquias y todas ellas han colaborado en la ejecución de este original volumen de las Sagradas Escrituras. La idea para la elaboración de esta Biblia surgió cuando la cruz de la juventud, alta 4 metros que viaja por el mundo desde hace 20 años atravesó Eslovaquia. Un día antes en la nunciatura apostólica en Bratislava, el Santo Padre recibió otros regalos. El presidente eslovaco Rudolf Schuster le donó un cuadro titulado “Cabeza de Cristo”. El Pontífice recibió también un ejemplar de la primera edición de la Biblia en lengua eslovaca, de la primera mitad del siglo XVIII y otros volúmenes de poetas de este país. En ocasión de la visita papal, Correos de Eslovaquia ha emitido un sello conmemorativo con el retrato del Pontífice, del valor de 12 coronas que ha tenido una tirada de 800 mil ejemplares.
RENOVADA VALENTÍA EVANGÉLICA TRAS EL LARGO PERÍODO COMUNISTA Terminada la misa, el Santo Padre se trasladó al seminario mayor diocesano de Banska Bystrica que dista 10 kilómetros de la plaza donde había celebrado la Eucaristía. El seminario fue construido hace diez años, tras el fin del régimen comunista, sobre una colina en la localidad de Badín. Acoge actualmente a 64 seminaristas y a una comunidad de diez religiosas. Aquí Juan Pablo II almorzó con los obispos de la Conferencia Episcopal y con los cardenales y obispos del séquito Papal. Al final de la comida el Pontífice les entregó un discurso. En el mensaje se lee que el Papa se une a las celebraciones del décimo aniversario de la constitución de la Conferencia Episcopal. El Papa satisfecho, da las gracias a Dios porque “la Iglesia de Eslovaquia, salida de los tiempos oscuros de la persecución y del silencio, en los cuales ofreció una prueba luminosa de su fidelidad al Evangelio, ha podido en estos últimos años volver a emprender su actividad”. El Papa destaca la realización pastoral en la que están empeñados los obispos y los resultados confortantes que se están dando en los distintos campos de la evangelización. “Muchas personas han encontrado la valentía evangélica de declarar abiertamente la propia fe católica”, escribe el pontífice, que exhorta a los prelados a proseguir con resolución el camino emprendido. El Papa insiste en la “formación humana y espiritual” y en una adecuada preparación cultural de los seminaristas y de los religiosos, “para dar a la Iglesia y al mundo sacerdotes y personas consagradas que sepan ser humildes y ardientes apóstoles del Evangelio”. Asimismo pide una “sensibilización de las conciencias y una sabia acción pastoral” para promover un “urgente florecimiento de vocaciones sacerdotales y religiosas, de la que dependen el futuro de la Iglesia en Eslovaquia”. A los obispos, el Santo Padre les recuerda que cuenten para ello con la colaboración del laicado; que sigan con cuidado la atención a la familia, “templo del amor y de la vida”; que ayuden con amor a los jóvenes que “son el presente y el futuro de la Iglesia y de la sociedad” y que cultiven un diálogo abierto con el mundo de la cultura. Finalmente, el Papa insiste en la caridad. Caridad con los pobres y débiles, solicitud con los desocupados y sobre todo con los jóvenes. “La promoción humana -señala- es un compromiso primario de la Iglesia”. Actualmente los obispos de Eslovaquia son 19 prelados: 9 ordinarios, 7 auxiliares, 1 coadjutor y 2 eméritos. Los purpurados eslovacos son dos: el cardenal Jan Korec, obispo diocesano de Nitra y el cardenal Jozef Tomko, prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Por la tarde después de almorzar con los obispos eslovacos en el Seminario de Banska Bystrica y antes de abandonar el lugar, el Santo Padre saludó a los representantes de otras Iglesias y confesiones cristianas del país. Estaban presentes 8 personas en representación de las Iglesias Evangélica, Reformada, Metodista, Bautista, de “los Hermanos bohemios”, la Ortodoxa y también estaba presente un rabino judío. El cardenal Tomko, en nombre del Papa, leyó un breve saludo en el que agradeció su presencia y la cordial colaboración que caracteriza la vida de los discípulos de Cristo en tierra eslovaca. “Junto a vosotros pido al Señor Omnipotente que nos ayude en la tarea común de anunciar y dar testimonio del Evangelio hasta el día en que juntos podremos alabar su nombre en la plena comunión de la fe y de la caridad”. Respondió al saludo del Papa, el obispo evangélico, que habló de la importancia del común testimonio de fe de las iglesias cristianas. Al final del encuentro, que duró unos quince minutos, el Pontífice invitó a los presentes a rezar el Padre nuestro. Juan Pablo II antes de abandonar el lugar saludó a los seminaristas en la gran Capilla donde se encuentra un maravilloso mosaico del padre Ivan Rupnik, el mismo autor de la capilla Redemptoris Mater del Vaticano.
SANTA MISA EN HONOR DE SAN JUAN CRISÓSTOMO En el tercer día de su Viaje Pastoral a Eslovaquia, el Santo Padre visitaba el episcopio de Roznava, antigua ciudad de la región oriental de esta nación centroeuropea, donde el sábado por la mañana presidió la Santa Misa al aire libre, en honor de San Juan Crisóstomo, considerado como puente entre Oriente y Occidente.
El Papa encomendó a los eslovacos el «tesoro de la Palabra», volviéndose, a su vez, «sembrador confiado y depositando en el secreto de sus corazones la Buena Nueva del Reino». Juan Pablo II los animó a todos a «ser terreno fértil y bueno que, con la abundancia de sus frutos no defrauda las expectativas de la Iglesia y del mundo». Reiterando la invitación de San Pablo a la comunidad cristiana de Éfeso, en la que el Apóstol exhortaba a «vivir de manera digna de la vocación recibida», el Papa recordó que cada fiel, según la diversidad de las vocaciones y de los carismas, tiene encomendada la tarea de ser «discípulo y apóstol». «Discípulo, en la escucha humilde y dócil de la palabra que salva». Y «apóstol con el testimonio apasionado de una vida formada por el Evangelio», explicó el Santo Padre, citando luego - en este contexto - un proverbio eslovaco que señala que «las palabras amonestan y los ejemplos arrastran». Tras saludar y bendecir a las fieles de ésta y de otras Diócesis eslovacas, presentes en esta celebración, el Pontífice se dirigió también a la comunidad de lengua húngara, tan numerosos en esta región. El Santo Padre puso de relieve que la comunidad de lengua húngara representa un constante enriquecimiento para la tierra eslovaca, sin olvidar la importancia de la unidad eclesial, factor de crecimiento humano y espiritual para toda la sociedad de este país centroeuropeo. En lengua eslovaca, el Papa expresó su admiración ante los campos cultivados que tuvo la oportunidad de contemplar a lo largo de su traslado de Bratislava a Kosice. Campos – dijo – que «testimonian vuestro trabajo y vuestra fatiga». Y, pensando con «gran simpatía en cuantos trabajan en la agricultura» y con su dedicación «brindan una contribución indispensable a la vida de la nación» eslovaca, el Santo Padre recordó que el mismo Jesús se comparó a un sembrador, que siembra con confianza la semilla de su palabra en el terreno de los corazones humanos. Sin embargo - subrayó Juan Pablo II - «el fruto no depende sólo de la semilla, sino también de las distintas realidades del terreno, es decir de cada uno de nosotros». El Santo Padre hizo hincapié en que «la Palabra no da fruto automáticamente. Aún siendo divina – por lo tanto omnipotente – se adapta a las condiciones del terreno, o, más aún, acepta las respuestas que el terreno da, y que pueden ser negativas». «¡Misterio de la condescendencia de Dios, que llega incluso a ponerse por completo en las manos de los hombres!», enfatizaba el Papa subrayando que «la semilla colocada en los distintos terrenos es el mismo Jesús». Ante todo ello, el Pontífice destacó que todos tenemos el deber de preguntarnos con qué disposición acogemos la semilla que el Señor deposita infatigablemente en nosotros, de su Palabra y de su amor, y cuánto nos esmeramos en que fructifique. Y, evocando - en este día en que se celebra su memoria litúrgica - a San Juan Crisóstomo, Juan Pablo II citó lo que escribía este santo antes de su exilio. «Tengo conmigo su Palabra. Es mi bastón, mi seguridad… Mi fortaleza y mi defensa». Además de su profundo contenido espiritual, característica de este Viaje Pastoral de Juan Pablo II a Eslovaquia, fue también la conmovedora ternura que despertó el testimonio del Papa Peregrino de Paz y Esperanza. Las conjeturas y curiosidad que sobre la salud del Santo Padre despiertan a veces algunos medios de comunicación, de forma quizá «excesiva y obsesiva», se inclinan al respeto y a la admiración - señala el director de Programas de nuestra emisora. El padre Federico Lombardi - que formaba parte del séquito del Papa - puso de relieve que «no podemos saber cuántos viajes podrá realizar aún el Pontífice, pero cada uno de ellos es un don nuevo y una enseñanza inolvidable para aquellos que, a través de los signos, saben leer sus significados» Por su parte, el cardenal eslovaco Josef Tomko, presidente emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que sigue de cerca al Papa y colabora con él en la lectura de varios textos, afirmó que a pesar de las dificultades, «Juan Pablo II está muy contento con su visita a Eslovaquia». Asimismo, el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede afirmó que «no hay ninguna alarma» sobre la salud del Pontífice y recordó que «ya una vez el Papa dijo bromeando que cuando quiere saber cómo está de salud lee los periódicos». Más allá de las fatigas se pone de relieve que Juan Pablo II nunca ha intentado esconder su estado de salud, que pone al servicio de su Ministerio.
«¡NUNCA
OS AVERGONCÉIS DEL EVANGELIO!» Con la beatificación en la capital eslovaca de dos mártires del régimen comunista - Vasil Hopko y Sdenka Schelingova - finalizaba el domingo la tercera Visita de Juan Pablo II a Eslovaquia, donde ha sido acogido y seguido con simpatía y cariño por el pueblo de Dios. Numerosísimos fieles han acompañado en la oración al Papa que meditó, en su homilía, sobre la celebración litúrgica de este día, la Exaltación de la Santa Cruz. «Cruz que representa el lugar privilegiado en el que se nos revela y manifiesta el amor de Dios». Cruz que «miraron con fe inquebrantable» los nuevos beatos que el Papa elevó esta mañana al honor de los altares, el Obispo Vasil Hopko y Sor Sdenka Schelingova. El Papa encomendó «el futuro de la Iglesia y de la nación eslovaca» a la Madre de Dios, La Virgen de los Dolores, que se celebra mañana y que los eslovacos veneran como su Patrona Celestial. Para que sepan «crecer a los pies de la Cruz de Cristo y sepan descubrir y acoger siempre su mensaje de amor y de salvación» «En la Cruz se encuentran la miseria del hombre y la misericordia de Dios», enfatizó Juan Pablo II, haciendo hincapié en que «adorar esta misericordia infinita es el único camino por el cual el hombre puede abrirse al misterio que la Cruz revela». «¡Por medio de la Cruz de Cristo es vencido el maligno, es derrotada la muerte, se nos transmite la vida, se nos devuelve la esperanza, se nos comunica la luz!», exclamó el Papa, tras destacar que «la Cruz, plantada en la tierra, parecería ahondar sus raíces en la malicia humana». Sin embargo - puso de relieve el Santo Padre – la misma Cruz «se proyecta hacia lo alto, como un índice que indica el cielo, un índice que indica la bondad de Dios». Tras expresar su gratitud a las autoridades civiles, militares y religiosas, por la colaboración en el feliz logro de esta Visita Pastoral, Juan Pablo II se dirigió en especial «al amado pueblo eslovaco», a los más de doscientos cincuenta mil fieles presentes en la Santa Misa y a los, también numerosos, que seguían la celebración por radio y televisión. Para todos un llamamiento especial del Papa: «¡Nunca os avergoncéis del Evangelio!» «¡Custodiadlo en vuestro corazón como el tesoro más precioso en el cual poder tomar luz y fuerza en la peregrinación cotidiana de la vida».
Después de dar gracias a Dios por el testimonio del Pueblo eslovaco que «supo conservar, aún en los momentos difíciles, su fidelidad a Cristo y a la Iglesia», el Pontífice prosiguió su exhortación a contemplar la Cruz en la que fue clavado Cristo, «signo del amor infinito de Dios por la humanidad». En ese contexto, Juan Pablo II destacó al beato Obispo Vasil Hopko y a la beata Sor Sdenka Shelingova como «ejemplos luminosos de fidelidad en los tiempos de la dura y despiadada persecución religiosa». Cuando, sostenidos por este misterio de amor», «nunca renegó su apego a la Iglesia Católica», el primero, y «nunca dudó en arriesgar su propia vida para ayudar a los ministros de Dios», la segunda. El beato Obispo Vasil Hopko y la beata Sor Sdenka Shelingova afrontaron un injusto proceso y una inicua condena, torturas, humillaciones, la soledad y la muerte, recordó el Papa, haciendo hincapié en que para ambos la Cruz fue el camino que los condujo a la vida, manantial de fortaleza y de esperanza y prueba de amor a Dios y al hombre. El Papa finalizó su homilía recordando a la mujer que, en el jardín del Edén, seducida por el maligno, se apropia de lo que creía ser la vida divina. Y que, sin embargo, es un germen de muerte que se insinúa en ella. Evocando la presencia a los pies de la Cruz de la Virgen María, que dócil al proyecto de Dios participa íntimamente en la oferta que el Hijo hace de sí por la vida del mundo, Juan Pablo II recuerda que Ella, al recibir la solicitud de Jesús que le encomienda al Apóstol Juan, «se vuelve la Madre de todos los hombres». En la procesión de ofrendas de la Misa, algunos matrimonios eslovacos ofrecieron al Santo Padre los dones para el sacrificio. Una ofrenda significativa fueron las 150 mil firmas que se han recogido en defensa de la vida, que en estos días está teniendo amplio eco en Eslovaquia, sobre todo después de que el presidente de la República, Rudolf Schuster, se negara recientemente a firmar una enmienda a la ley del aborto aprobada por el Parlamento. El parlamento eslovaco aprobó el pasado día 3 de julio una enmienda a la actual ley abortista, que data del tiempo comunista (1948-1989), para ampliar la despenalización del aborto desde la duodécima a la vigésimo cuarta semana en el caso de malformaciones congénitas. Asimismo, le fue entregado al Papa un donativo de cincuenta mil euros provenientes de una asociación italiana y destinados a la restauración de la Iglesia de Santa Catalina. Delante del altar papal se habían colocado 20 piedras, que después de haber sido bendecidas por el Pontífice, serán destinadas a otros tantos templos que se construirán a lo largo de toda la República Eslovaca. Juan Pablo II bendijo también una campana y una cruz, que se colocarán en la iglesia en construcción en la misma explanada que hoy ha sido testigo de la beatificación de los mártires del comunismo, Vasil Hopke y Zdenka Shelingova. Al finalizar esta celebración, antes del rezo del Ángelus, el Papa invitó una vez más a dirigir el pensamiento a la Cruz de Cristo, recibiendo de Él «el don sublime de su Madre, que desde ese momento se volvió también Madre de la Iglesia». En este contexto, el Santo Padre invitó a todos a que, tal como hizo el apóstol Juan, acojamos a la Virgen en nuestro hogar, aprendiendo de Ella la disposición interior a la escucha y aquella conducta de humilde generosidad en el servicio, que la caracterizó como primera Discípula del Señor. «Junto con los nuevos Beatos, pidámosle a María, que con su intercesión obtenga para la comunidad cristiana que vive en Eslovaquia el poder ser una Iglesia rica en santidad, audaz en el bien y fuerte en el testimonio», es el ruego del Papa, que luego saludó con afecto a los fieles de lengua húngara, alemana, ucraniana, checa, polaca, italiana y eslovaca. La noche anterior, unos cincuenta mil jóvenes eslovacos se prepararon en oración en la misma explanada de Petrzalka, para participar en esta beatificación manifestando su adhesión a la llamada que el Santo Padre les había hecho de ser fieles a su vocación cristiana.
«PERSEVERAR EN LA FIDELIDAD A CRISTO Y A SU IGLESIA» «¡Gracias Eslovaquia! ¡Que Dios te bendiga y te guarde en su amor!». Con estas palabras, Juan Pablo II se despidió el domingo de los eslovacos con un llamamiento a «perseverar en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia» y animando a los jóvenes a ser amigos de Jesús y construir con su ayuda la civilización del amor. Antes de volver a Roma, el Santo Padre agradeció emocionado a todos. Un saludo particular fue el que dirigió con afecto a la juventud eslovaca. «Queridos jóvenes amigos – dijo textualmente Juan Pablo II - vosotros sois la esperanza de la Iglesia y de la sociedad. ¡Vosotros sois la esperanza del Papa! No tengáis miedo de volveros amigos de Jesús. Aprenderéis de Él a amar de forma justa a este mundo y construiréis con su ayuda la civilización del amor». El Papa aseguró a todos los eslovacos sus oraciones y su recuerdo, exhortándolos a «perseverar en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia». Tras reiterar cordialmente su profunda gratitud a la comunidad cristiana de Eslovaquia, a sus pastores, al presidente de la República y a todas las autoridades civiles y militares y a los que han colaborado en el buen logro de este Viaje Apostólico, Juan Pablo II aseguró que lleva en su recuerdo las bellas imágenes de las Celebraciones Eucarísticas y de los encuentros de estos días. Recuerdos – señaló - que le causan profundas y consoladoras emociones. Tal como hizo en su viaje de ida a Eslovaquia, también al volver a Roma y como suele hacer en sus viajes internacionales el Papa envió sendos telegramas a los presidentes del país que le hospedó y a los de los países que sobrevoló el avión en el que viajaba. Al dejar la tierra eslovaca, al finalizar su breve pero provechoso periplo, en el telegrama enviado al presidente de la República de Eslovaquia, el pontífice reiteró su cordial y profunda gratitud por la hospitalidad que le brindó, también en esta oportunidad, el generoso pueblo eslovaco, «que prosigue en la libertad y en la democracia su propio camino de progreso y de renovación civil y espiritual». Elevando su gratitud a Dios, «por la experiencia edificadora de estos días», Juan Pablo II invocó la bendición del Señor sobre las comunidades cristianas y sobre todos los eslovacos, deseándoles «un futuro próspero marcado por la solidaridad y la paz». Bendición de Dios que también implora el Papa para los austriacos, como se lee en el telegrama enviado al presidente de Austria, a su regreso de Eslovaquia. Anhelo que se expresa asimismo en el dirigido al primer mandatario de Eslovenia, para que el Señor guíe a esta nación «por el camino del auténtico progreso y de la solidaridad». Otro país por el que sobrevoló el avión papal, mientras volvía a Roma, fue Croacia. En su telegrama al presidente croata el Pontífice reiteró su cercanía a todo este pueblo, deseándole que «prosiga en su desarrollo material y espiritual y se afiance en la convivencia pacífica y fraterna». Y, finalmente, en el telegrama enviado al presidente italiano, regresando de su Viaje Pastoral a la República de Eslovaquia, Juan Pablo II expresó su profunda gratitud a Dios «por la intensa experiencia eclesial vivida en estos días» y aseguró sus oraciones para que «Italia se mantenga firme en la concordia y en la convivencia fraterna de todos sus habitantes». |