“EL AMOR A LA VIDA” DE LA BEATA GIANNA BERETTA MOLLA CANONIZADA EL VI DOMINGO DE PASCUA

“El domingo, 16 de mayo, el Papa Juan Pablo II proclamó seis nuevos santos. Entre ellos la italiana laica Gianna Beretta Molla, nacida en el seno de una familia cristiana, aprendió pronto la importancia de la oración y a ver la vida como un maravilloso don de Dios.

Gianna se educó en la atención a los más necesitados según la típica espiritualidad franciscana. Así en 1942 se inscribe en la Facultad de Medicina de Milán. Su meta es ser médico para ofrecer un servicio cualificado a los hombres que sufren y así realizar su necesidad de darse, de ponerse a disposición de los otros, de los pobres. Consideraba la medicina una misión, porque la vivía como un servicio al prójimo. No obstante Gianna sentía profundamente la necesidad de ser madre. El fin primero del matrimonio era para ella la formación de una familia numerosa y santa.

Convencida pues, de que éste era su destino como católica, en 1955 contrae matrimonio con el ingeniero italiano Pietro Molla a quién había conocido un año antes. Fruto del inmenso amor que se profesaba la pareja, nacerá en 1956 el primero de sus hijos Pier Luigi, a quien seguirán María Zita y Laura Enrica. Su propio marido en una entrevista concedida con motivo de su beatificación explica qué significado tenía para ella el amor hacia los hijos.

“Para Gianna los hijos representaban todo. Eran nuestra misma vida. A mi modo de ver, la decisión de Gianna de ofrecer su propia vida para salvar la de su criatura – dejando cuatro hijos y un marido- tiene una raíces profundas; en el matrimonio, que era sentido por ella como un sacramento, como el sacramento del amor; en el heroísmo de su amor materno; pero sobre todo, en su plena confianza en la Providencia y en su plena convicción de que el derecho a la vida ‘del que va a nacer’ es sagrado”.

Durante la gestación del cuarto de sus hijos se le detecta a Gianna Beretta Molla un fibroma en el útero que pone en peligro su vida y la del hijo que va a nacer. Es entonces cuando los médicos le plantean la situación: “Si decide poner remedio a su enfermedad su hijo puede perder la vida, si decide que su hijo viva, es ella la que puede morir”. La futura santa no lo duda ni un instante, la vida de su hijo es sagrada.

De nuevo su marido relata como vivieron aquella situación: “Cuando algunos días antes del parto, Gianna me dice: “si debéis elegir entre mí y el niño, ninguna duda, elegid al niño, salvadlo a él”. Yo comprendí el suplicio de Gianna, madre y esposa, que debía afrontar este dolorosísimo dilema y cuanto debía costarle la decisión a ella, que amaba tanto a los hijos, al marido y a la vida”.

Estamos pues ante una nueva santa de una profunda fe, apoyada en la oración y en la comunión diaria, una nueva santa que es capaz de dar su vida por salvar lo que más quiere: su propio hijo”.