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SAN
NIMATULLAH, EL TERCER SANTO DEL LÍBANO Repasamos la vida del monje libanés Nimatullah Kassab Al-Hardini, que pasó a la gloria de los altares el domingo 16 de mayo cuando se celebró la ceremonia de su canonización. Sacerdote de la orden libanesa maronita Kassab Al Hardini se convirtió así en el tercer santo que dé este país del Medio Oriente. El padre maronita Paolo Azzi postulador de su causa y profundo conocedor de la vida del nuevo santo nos trazó un breve perfil biográfico. “Su nombre es Nimatullah que quiere decir la gracia de Dios. Nace en 1808 y muere en olor de santidad en 1958. Cincuenta años de vida religiosa eremita y comunitaria, llena de la revelación del Espíritu Santo. |
En casa era conocido como un muchacho devotísimo de la Madre santísima. En el año 1828 decide entrar en el convento de San Antonio en el valle del Líbano, donde se respiraba el perfume del incienso que salía de las grutas de los eremitas que vivían en este valle llamado Kadicha.
En 1830 Al – Hardini toma los hábitos religiosos y se integra en la vida comunitaria de su Orden. Después fue enviado al convento de Kifane para proseguir sus estudios de Filosofía y de Teología.
En 1833 fue ordenado sacerdote y se especializó en la enseñanza de la teología moral.”
Nimatulla Kassab Al-Hardini no tenía tiempo libre. Vivía feliz en el recogimiento del monasterio dedicado a la oración y el trabajo. Sus compañeros de vida religiosa encontraban en él, un modelo a seguir, un verdadero monje que aplicó la regla monástica de la excelencia: ora et labora.
Al Hardini se presenta como hombre de paz que trabajó siempre para la salvación de su alma, la salvación de su comunidad religiosa y de su país y de todos aquellos necesitados de su amor.
Terminamos esta semblanza de hoy de nuevo con las palabras que el Postulador Azzi dedica al nuevo santo:
“La santidad para el futuro santo es una decisión libre y radical en la aplicación del Evangelio y la espiritualidad de su iglesia maronita y de la espiritualidad de la Iglesia Universal, que toma como patrón a la escuela de Antioquía, como base para su camino de fe, de amor y de esperanza. La santidad no es tanto una teoría como una práctica de cada día, cada tiempo y cada momento, con el Señor, ligado al Señor en la Resurrección”.