BERNA: 103 VIAJE APOSTÓLICO DE JUAN PABLO II

¡NO TENGAS MIEDO DE ENCONTRAR A JESÚS; LEVÁNTATE; PONTE EN CAMINO¡
LLAMADA A LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS Y AL ECUMENISMO
ENCUENTRO CON LA ASOCIACIÓN DE LOS EX GUARDIAS SUIZOS
MENSAJE DE LOS OBISPOS DE SUIZA

El Santo Padre llegó a Suiza a las 11 horas y 26 minutos del sábado. País que Juan Pablo II visitó apostólicamente por tercera vez. Antes de salir del Vaticano Juan Pablo II se despidió del cardenal Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, del cardenal Eduardo Martínez Somalo, camarlengo de la Santa Romana Iglesia y del cardenal Camilo Ruini, vicario del Papa para la Diócesis de Roma. El avión que trasladó al Santo Padre a la nación Helvética despegado del aeropuerto romano de Fiumicino a las 10 de la mañana. Antes de subir al aparato saludaron al Pontífice el obispo de la Diócesis de Porto Santa Rufina, Antonio Buoncristiani, el subsecretario de la Presidencia del Consejo de Ministros italiano, el nuevo administrador delegado de Alitalia, y el alcalde de Fiumicino.

En este 103 viaje apostólico internacional del Papa fuera de Italia, acompañaron al Pontífice, por primera vez cuatro guardias suizos provenientes cada una de las áreas ligüísticas. Del ”séquito” papal forman parte los cardenales suizos Augustoni, prefecto emérito del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica; el Pro-Teólogo de la Casa Pontificia, el dominico Cottier y el obispo Karl Josef Romer, secretario del Consejo Pontificio para la familia.

Dos actos centraron la visita apostólica del Papa a Suiza: el primero, el encuentro con los jóvenes de todas las Diócesis Helvéticas en el Palacio de hielo de Berna, capital de la Confederación, bajo el lema: “¡Levántate!” y el del domingo, Solemnidad de la Santísima Trinidad, cuando Juan Pablo II presidió la Santa Misa en la explanada y el prado que se encuentran delante del Palacio de hielo de Berna.

El avión que trasladó al Papa hasta Suiza llegó al aeropuerto militar de Payerne a las 12.00. Como es habitual en estos viajes recibieron al Pontífice el presidente de la Confederación Helvética, los presidentes de los dos Consejos Cantonales de Vaud y de Friburgo, el alcalde de Payerne, el nuncio apostólico en el país Mons. Pier Giacomo De Nicoló, el obispo de Coria y presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Amédée Grab, el obispo de Lausanne, Ginebra y Friburgo, Mons. Bernard Genoud, el obispo auxiliar de Basel y coordinador de la Visita, mons. Denis Theurillat, y el presidente del Consejo Federal, Señor Joseph Deiss.

En el mismo aeropuerto de militar de Payerne tuvo lugar el encuentro del Papa con el presidente del Consejo Federal Helvético, Joseph Deiss. El Santo Padre puso de manifiesto en su discurso, el hecho de que “la Providencia le ha conducido por tercera vez a este noble país, encrucijada de idiomas y de culturas, para encontrar a un pueblo que es custodio de antiguas tradiciones y abierto a la modernidad”.

Después de agradecer la acogida que le habían prestado y las facilidades que le han brindado para que pudiera realizar esta nueva visita, el Pontífice saludó a todas las autoridades y fraternalmente a los obispos de la Conferencia Episcopal, a los otros obispos presentes en el aeropuerto y a todas las Comunidades eclesiales de Suiza. El pensamiento del Papa también se dirigió a los cristianos de otras confesiones (recordemos que los protestantes son aproximadamente la mitad de la población creyente en Suiza) y a todas las personas de buena voluntad.

“Objetivo de esta peregrinación apostólica -dijo Juan Pablo II- es encontrarme con los jóvenes católicos de Suiza, en ocasión de su reunión nacional. Tendremos un encuentro esta misma tarde en el estadio Berna Arena y será una fiesta para ellos y para mí”. “Es el deber de anunciar el Evangelio de Cristo el que me empuja a viajar por los senderos del mundo, para volver a proponerlo a los hombre y mujeres del tercer milenio, en particular a las nuevas generaciones. ¡Cristo es el Redentor del hombre! Quién cree en Él y lo sigue se convierte en constructor de la civilización del amor y de la paz”.

El Santo Padre terminó su primer discurso en tierra helvética llamando idealmente en el corazón de todos los habitantes de este país, entrando en sus casas y en los distintos lugares donde viven y desarrollan su actividad cotidiana para volver a proponer, como un misionero más, el gozoso anuncio del evangelio de Cristo salvador, ofreciendo a todos los suizos el augurio de su paz.

 

¡NO TENGAS MIEDO DE ENCONTRAR A JESÚS; LEVÁNTATE; PONTE EN CAMINO¡

¡No tengas miedo de encontrar a Jesús; levántate; ponte en camino¡ Tres invitaciones de Juan Pablo II a los jóvenes católicos suizos en el I Encuentro Nacional con el lema “Levántate”.

¡Levántate! Con esta invitación a los jóvenes católicos suizos, Juan Pablo II inició el sábado, en el Palacio de hielo de Berna, su primer encuentro nacional de toda la Confederación Helvética. El Papa saludó calurosamente a todos los presentes, entre los que se encontraba el presidente de la Confederación Helvética, Joseph Deiss, así como el presidente del Consejo Sinodal de las Iglesias Reformadas de Berna-Jura-Soleure, el pastor Samuel Lutz, así como todos los obispos de Suiza.

En su mensaje a los jóvenes, el Santo Padre les invitó «a no dejarse llevar a la desesperación, envueltos en los placeres pasajeros, la indiferencia y la superficialidad. En esos momentos, aseguró, Cristo se acerca a cada uno de vosotros y os invita: ¡Levántate!. Acoge la invitación que te vuelve a poner en píe». «El cristianismo es una persona, una presencia, un rostro: Jesús, que da sentido y plenitud a la vida del hombre».Más adelante, el Pontífice dirigió tres invitaciones a los jóvenes: «No tengáis miedo de encontrar a Jesús», más aún: «buscadlo en la participación activa en la Eucaristía, en el Sacramento de la Reconciliación, en la iglesia, en el rostro del hermano sufriente, necesitado, extranjero». Y les invitó a unirse a los jóvenes que se encuentran en camino hacia la Jornada Mundial de la juventud que se celebrará en Colonia en año próximo. «Yo también he tenido 20 años, dijo Juan Pablo II, entonces encontré el sentido de mi vida en el seguimiento del Señor Jesús».

“Escucha”. Era la segunda invitación del Papa a los jóvenes. «Escucha al Señor que te habla a través de los acontecimientos de la vida cotidiana. Si sabrás abrirle el corazón y la mente con disponibilidad, descubrirás “tu vocación”, aquél proyecto que desde siempre Dios, en su amor, ha pensado para ti».

“Ponte en camino”. Fue la última invitación del Pontífice lanzada a los jóvenes suizos. «Ha llegado el momento de la acción». Y recordó que ellos también están llamados a proclamar el Evangelio con el testimonio de sus vidas. «La Iglesia necesita vuestras energías, vuestro entusiasmo y vuestros ideales juveniles para que el Evangelio penetre en el tejido de la sociedad y suscite una civilización de auténtica justicia y de amor sin discriminaciones». No es tiempo de avergonzarse del Evangelio, sino más bien de predicarlo desde los tejados. Poneos en camino, el Señor camina con vosotros. Tenéis en vuestras manos la Cruz de Cristo. En vuestros labios la palabra de Vida. En el corazón la gracia salvífica del Señor resucitado.

El acto, había iniciado a las 5 de la tarde, con una preparación festiva con coreografías y bailes. El Pontífice fue recibido con un saludo del presidente de la Conferencia Episcopal suiza, Mons. Amadeo Grab, que le ha agradeció de modo especial el haber aceptado la invitación, a pesar de sus dificultades, y le pidió que bendiga a los fieles de esta querida nación. En el encuentro participaron más de 12.000 jóvenes de la Confederación Helvética, junto con otros grupos que se les han unido procedentes de otras naciones europeas.

 

LLAMADA A LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS Y AL ECUMENISMO

El Papa, al presidir el domingo la misa con los jóvenes católicos suizos, les aseguró que cuenta con ellos para la causa del Evangelio y les anima con confianza en el camino de la vida cristiana.

Juan Pablo II a las 10 de la mañana del domingo, presidió la Santa Misa en el prado de Allmend de Berna (Suiza). Concelebraron con él los Obispos suizos, como los venidos de otros países, los cardenales y obispos del Séquito papal. Estuvieron presentes miembros de otras confesiones cristianas de Suiza, el presidente del Consejo Federal y más de 70 mil fieles.

El Papa comenzó su homilía «recordando que en este primer domingo después de Pentecostés, la Iglesia nos invita a celebrar el misterio de la Santísima Trinidad», e invitó a los presentes a hacerlo «en el estupendo escenario de las cumbres nevadas, de los verdes valles ricos en flores y frutos, de los numerosos lagos y arroyos que hacen hermosa esta Tierra».

El Pontífice continuó saludando a los hijos «de esta espléndida región puesta en el corazón del Europa. Querría poder apretar la mano a cada uno de vosotros para saludarlo personalmente y decirle: “¡Dios está contigo y te quiere!”». Y a los jóvenes católicos de Suiza, con los que se encontró un día antes en la Bern Arena les recordó: «Queridos jóvenes amigos, sabed que el Papa os quiere, os acompaña con la oración cotidiana, cuenta con vuestra colaboración para la causa del Evangelio y os anima con confianza en el camino de la vida cristiana».

«Queridos, le pido al Señor de poder ser en medio de vosotros testigo de esperanza, de aquella esperanza que “no defrauda”, porque está fundada en el amor de Dios que “ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo”, (Rm 5,5). Es de este amor del que el mundo tiene hoy particularmente necesidad: ¡de un suplemento de esperanza!»

Y, refiriéndose al misterio trinitario que hoy celebramos, dijo: «Las tres Personas, iguales y distintas, son un solo Dios. Su distinción real no divide la unidad de la naturaleza divina»: “Esta comunión profundísima Cristo nos la ha propuesto a nosotros, sus discípulos, como modelo: “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean una sola cosa, para que el mundo crea que tú me has enviado”, (Jn 17,21).

Y es que como afirmó Juan Pablo II, «la celebración del misterio de la Santísima Trinidad constituye cada año para los cristianos una fuerte llamada al compromiso por la unidad. Es una llamada que toca a todos, pastores y fieles, y a todos impulsa a una renovada conciencia de la propia responsabilidad en la Iglesia, esposa de Cristo. ¿Cómo no sentir urgente, frente a estas palabras de Cristo, la preocupación ecuménica? Confirmo una vez más, también en esta circunstancia, la voluntad de avanzar en el camino difícil, pero rico en gozos, de la plena comunión de todos los creyentes».

«Una fuerte contribución en este camino hacia la unidad, dijo el Papa, viene del compromiso de los católicos de vivir la unidad dentro de ellos. Y llamó de nuevo a la Iglesia a convertirse en «la casa y la escuela de la comunión», alimentando aquella “espiritualidad de la comunión” que, partiendo de los lugares en donde se modela a la persona y al cristiano, alcanza a las parroquias, a las asociaciones, a los movimientos. Así «se purificará de las “toxinas” del egoísmo, que engendran celos, desconfianzas, afanes de auto-afirmación, contraposiciones deletéreas».

El hombre del tercer milenio, continuó el Papa, se pregunta ¿qué es la verdad? La verdad es Jesús Cristo, venido al mundo para revelarnos y donarnos el amor del Padre. ¡Estamos llamados a testimoniar esta verdad con la palabra y sobre todo con la vida!

«La Iglesia es misión. Necesita también hoy "profetas" capaces de despertar en las comunidades la fe en el Verbo revelador del Dios rico en misericordia, (cfr Ef 2,4). Por ello, el Pontífice ha puesto de relieve que ha llegado el tiempo de preparar jóvenes generaciones de apóstoles que no tengan miedo de proclamar el Evangelio.

Juan Pablo II concluyó su homilía poniendo de relieve «la gran tradición de Suiza en el campo del respeto hacia el hombre. Es una tradición que está bajo la señal de la Cruz: ¡la Cruz Roja! ¡Cristianos de este noble País, estad siempre a la altura de este vuestro glorioso pasado! ¡Que en cada ser humano sepáis reconocer y honrar la imagen de Dios! En el hombre creado por Dios se refleja la gloria de la Santísima Trinidad.

Antes de finalizar la celebración Eucarística el Papa se dirigió en peregrinación espiritualmente, a tantos Santuarios e iglesias, que también en Suiza están dedicados a María. Pienso en particular, dijo, en la Abadía de Einsiedeln, en los Santuarios de la Virgen del Sasso, de Nuestra Señora de Bourguillon, de Nuestra Señora de Vorbourg. Desde estos lugares santos María cuida los valles y los pueblos de vuestro País, ayudando a los creyentes a conservar y a acrecentar los bienes preciosos de la fe, la esperanza y el amor.

“A la Virgen Santa renuevo hoy la confianza del Pueblo suizo. Que María cuide las familias, custodiando el amor conyugal manteniendo la misión de los padres. Conforte a los ancianos y les ayude a que no le falte a la sociedad su preciosa aportación. Alimente a los jóvenes en el sentido de los valores y en el esfuerzo en alcanzarlos. Obtenga para toda la comunidad nacional la constante y concorde voluntad de construir juntos un País próspero y pacífico, y, al mismo tiempo, atento y solícito hacia cuantos están en dificultad. A María, de manera especial, confío la juventud Suiza, a la que el Papa mira con afecto y gratitud. Desde hace cinco siglos, son los jóvenes de este País los que aseguran al Sucesor de Pedro y a la Santa Sede el precioso y estimado servicio de la Guardia Suiza Pontificia. En la generosa fidelidad de la Guardia Suiza todos pueden admirar el espíritu de fe y de amor a la Iglesia de tantos católicos suizos.

Juan Pablo II finalizó sus palabras antes de rezar el Ángelus pidiendo a la Virgen Santa que ayude a la Nación a conservar la armonía y unidad entre los grupos lingüísticos y étnicos que la componen, valorando la aportación de cada cual. Con estos sentimientos, les ha invitado a recitar juntos la oración del Ángelus, admirable compendio de todo el Evangelio.

Como es habitual, tras la celebración Eucarística, el Santo Padre se reunió con todo el episcopado suizo y los cardenales y obispos del séquito, en la residencia Viktoriaheim de Berna donde almorzaron. A las 5 y cuarto de la tarde tendrá un encuentro con la Asociación de los ex Guardias Suizos y sus familiares y a finalizar se trasladará al aeropuerto militar de Payerne desde donde volará al aeropuerto romano de Ciampino, donde se espera su llegada hacia las 9 menos cuarto.

 

ENCUENTRO CON LA ASOCIACIÓN DE LOS EX GUARDIAS SUIZOS

El último acto de este 103 viaje apostólico de Juan Pablo II a Suiza fue un emotivo encuentro con la Asociación de los ex Guardias Suizos, unos 300 miembros con sus familiares. El encuentro se desarrolló en la plaza situada delante de la Residencia Viktoriaheim de Berna, que ha acogido al Santo Padre en su tercera visita a la Confederación Helvética.

Al concluir esta peregrinación apostólica a Suiza, les dijo Juan Pablo II, tengo la alegría de encontrarme con vosotros. A cada uno dirijo mi cordial saludo. En estos más de 25 años de Pontificado he tenido la oportunidad de conocer a muchos de vosotros en el Vaticano y es un gozo volveros a ver junto a vuestras familias.

El Sucesor de Pedro, les dijo, tiene un deber especial de reconocimiento hacia la comunidad católica de este País, porque de él provienen los guardias suizos, que desde hace cinco siglos desarrollan una labor peculiar en la tutela del orden y de la seguridad en el Vaticano, en Castel Gandolfo y allí donde el Papa se traslada para ejercer su ministerio. Se dice en el Evangelio que el árbol se reconoce por sus frutos. Pues bien, los jóvenes que de Suiza van a Roma, para este singular servicio al Pontífice, son muchachos que honran a sus familias y a las parroquias de Suiza.

También honran a esta benemérita Asociación, que se preocupa de tener siempre vivo, en esta patria, el interés por este servicio a la Iglesia, para que el Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia pueda beneficiarse de un constante y válido recambio. Os doy las gracias vivamente, manifestó Juan Pablo II, por cuanto habéis hecho y continuáis haciendo, y os animo a perseverar en vuestro esfuerzo de testigos de Cristo y de fidelidad a la Iglesia en medio de un mundo que cambia. Que la Virgen María os cuide siempre, a vosotros y a vuestras familias. De corazón os bendigo a todos.

A las siete de la tarde, tras la ceremonia de despedida en el Aeropuerto Militar de Payerne, el avión que transportó al Papa a Roma despegó y llegó al aeropuerto romano de Ciampino a la 9 de la noche.

 

MENSAJE DE LOS OBISPOS DE SUIZA

«Saludamos muy cordialmente al Santo Padre y le damos la bienvenida a Berna». En vísperas del Viaje que el Pontífice realizó el fin de semana, los Obispos de Suiza dirigieron un Mensaje, precisamente, de bienvenida a Juan Pablo II. Saludo que los prelados suizos extienden a los jóvenes que participarán en el encuentro de la juventud católica de este país con el Papa, el sábado cinco de junio por la tarde en la capital de la Confederación Helvética.

Tras hacer hincapié en la especial simpatía que une a Juan Pablo II y a los jóvenes, los prelados suizos recordaban que, el domingo, Papa presidiría la liturgia de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, a las diez y media de la mañana en la explanada de Allmend de Berna.

Agradeciendo luego al Papa por haber aceptado esta invitación y por volver a Suiza cuando se cumplen 20 años de su primera visita, los obispos helvéticos expresaba su anhelo de que Juan Pablo II encontrase en este país una Iglesia viva y creíble, que se deje interpelar por el lema de este viaje, que es también un desafío, «¡Levántate!».

Asimismo, los pastores suizos deseaban que «todos los jóvenes se sientan invitados» a participar en el encuentro con el Papa y señalaban que para la celebración del domingo esperaban contar con la participación de numerosos miembros de la Iglesia, jóvenes y ancianos, para celebrar el Testamento de Jesucristo con el Santo Padre. Con el anhelo de que «estos dos días sean para la misma Iglesia que vive en Suiza momentos de gracia particular y de aliento».

Este viaje es el número 103 de los que Juan Pablo II, fuera del territorio italiano, ha realizado en sus más de veinticinco años de Pontificado. Esta ha sido la tercera vez que ha visitado la nación helvética. La primera fue el 15 de junio de 1982, cuando visitó la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra. Y la segunda fue cuando realizó una Visita Pastoral, del 12 al 17 de junio de 1984.

El lema que caracterizó el encuentro de Juan Pablo II con los jóvenes católicos que, el sábado, acudirán a Berna desde todas las diócesis suizas - «¡Levántate!» - es una invitación dirigida, precisamente, a toda la juventud de este país para ponerse en marcha e intercambiar sus experiencias cotidianas con sus interrogativos, sus alegrías y la fe que los anima. Invitación que está dirigida también a aquellos jóvenes que se puedan sentir, quizá, apartados de la Iglesia. Alentándolos a ponerse a la escucha de sus coetáneos católicos que testimonian la esperanza que está en ellos.

La cita con el Papa en Berna está abierta a la juventud suiza y se propone ser una experiencia humana, eclesial y espiritual en torno Juan Pablo II, que les quiere confiar una misión especial. Que sean hombres y mujeres firmes, armados con la fe y la caridad, portadores de esperanza y constructores de la Iglesia del tercer milenio.

Mons. Renato Boccardo secretario del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y organizador de los viajes del Papa nos presentó el motivo de esta nueva peregrinación del Santo Padre.