El papel de los laicos en la Iglesia tema central de la alocución del Papa a los obispos
polacos al final de su visita ad limina
Sábado, 17 dic (RV).- Benedicto XVI ha reflexionado este sábado sobre el papel de
los laicos en la Iglesia. Al recibir al tercer y último grupo de obispos de Polonia,
que han finalizado su visita ad limina apostolorum, el Papa ha proseguido el recorrido
trazado con los otros dos grupos de prelados polacos, tocando numerosos temas enlazados
con el compromiso de la evangelización en el mundo moderno. La parroquia, los movimientos
y ambientes apostólicos y el voluntariado han sido los tres marcos en los que el Santo
Padre ha subdivido su alocución dedicada a las actividades de los laicos en la Iglesia
y en el mundo.
Profundizando en el tema de los movimientos y de los ambientes
apostólicos, Benedicto XVI ha destacado la tarea de los obispos diocesanos a alentar,
a estas realidades enlazadas con la evangelización, a “obrar en conformidad con el
carisma reconocido por la Iglesia, sin llegar nunca a cerrarse al entorno en que
viven”. En este contexto, el Papa ha recordado el contacto que dichos movimientos
establecen con las Iglesias no católicas, destacando la importancia del diálogo ecuménico.
Ecumenismo que se debe interpretar de forma correcta, con la guía de los obispos.
Pues “debe consistir en la búsqueda de la verdad y no en fáciles acomodamientos que
pueden llevar a los movimientos católicos a perder su propia identidad”.
Recordando
luego que, además de estos movimientos, existen múltiples ambientes de laicos que
se asocian en un determinado campo o profesión, solicitando a los obispos una pastoral
específica, Benedicto XVI ha alentado a los prelados de Polonia a “ofrecer a cada
uno de ellos la posibilidad de desarrollar su propia espiritualidad según los desafíos
cotidianos”. Con especial atención -como aconsejaba Juan Pablo II y como exhorta el
Concilio- a los que desempeñan cargos de primer plano en la sociedad y que anhelan
vivir una vida de fe y de testimonio cristiano. “Quienes son o pueden llegar a ser
capaces de ejercer este arte tan difícil y tan noble que es la política, prepárense
para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia
venal. Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión,
contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político;
conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política,
al servicio de todos”. (Gaudium et spes 75)
Benedicto XVI ha señalado además
que en la realización de esta tarea, “los políticos cristianos, no pueden quedar
sin la ayuda de la Iglesia. Se trata, en especial, de ayudarles a tomar conciencia
de su identidad cristiana y de los valores universales que se fundan en la naturaleza
del hombre, para comprometerse, sobre la base de una recta conciencia, a transmitirlos
a los ordenamientos civiles, en vista de una convivencia que respete al hombre en
todas sus dimensiones”.
El Obispo de Roma ha hecho hincapié en que “es de suma
importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralista, tener un recto
concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente
entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título
personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que
realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores”. (ibid. 76)
En
su discurso a los obispos de Polonia, el Santo Padre ha puesto de relieve otra dimensión
del compromiso de los laicos en la Iglesia, la de los voluntarios. Benedicto XVI ha
expresado su gran aprecio y gratitud por cuantos, inspirándose en el ejemplo del samaritano
evangélico, ayudan a los más necesitados. A los desamparados, a las madres solas,
a las víctimas de la violencia, o de alguna dependencia, a los enfermos, a los minusválidos
y a todos los heridos en el alma y en el cuerpo. Grupos de voluntarios que ayudan
también en su servicio a la defensa de la vida humana -desde la concepción hasta su
ocaso natural– emprendiendo una obra de educación y de preparación a la vida matrimonial
y familiar.
En lo que respecta a los laicos voluntarios comprometidos en los
países de misión -que deben ser acogidos con ‘gran apertura’ y ‘debida prudencia’-
el Papa ha deseado que la gran obra misionera de toda la Iglesia cuente con el apoyo
espiritual y material de todos, cada uno según su propia vocación cristiana, en la
conciencia del compromiso que mana del Bautismo, de “llevar a todos los pueblos el
evangélico mensaje del amor de Cristo”.
Reiterando que la exigencia primordial
de la parroquia es la de constituir una ‘comunidad eclesial’ y una ‘familia eclesial’
Benedicto XVI ha recomendado hacer todo lo posible para que las parroquias, aún cuando
se trata de parroquias numerosas, no se vuelvan “una masa de fieles anónimos”. Tarea
que corresponde a los sacerdotes y, en especial, a los párrocos. Los cuales deben
seguir de cerca también las actividades de los Consejos pastorales y los Consejos
para los asuntos económicos. Sin olvidar, los contactos con las comunidades de apostolado,
impulsando la colaboración entre éstas y evitando todo tipo de rivalidades. En particular,
los líderes de las comunidades de apostolado deben recordar siempre que están llamados
a realizar un programa pastoral común, guiados por los Pastores responsables.
En
el punto dedicado a la parroquia, Benedicto XVI ha señalado también la importancia
de la catequesis de los adultos, basada en la Sagrada Escritura, el Magisterio de
la Iglesia, la experiencia sacramental y el compromiso a vivir el misterio de la Eucaristía.
Expresando su satisfacción por la gran participación de los fieles polacos en la Misa
dominical, el Papa ha exhortado a los prelados de Polonia a hacer lo posible para
que esta participación tan numerosa “nunca disminuya, sino que siga aumentando”.