ONU/Santa Sede: incluir la pobreza y el empleo en los debates sobre la crisis
Viernes, 5 ene (RV).- “En un mundo acuciado por una creciente angustia a causa de
la crisis financiera y económica, las deliberaciones para promover la integración
social deben incluir en sus programas la erradicación de la pobreza y el pleno empleo,
incluyendo un trabajo decente para todos”. Es una de las conclusiones del arzobispo
Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede, en su intervención en
la sesión de la comisión para el desarrollo social de la ONU.
Hablando de la
globalización de la sociedad, el arzobispo puso de relieve la contradicción de un
mundo cada vez más globalizado que nos acerca cada vez más pero no nos hace hermanos.
En este sentido y en el contexto de la promoción de la integración social, Mons. Migliore
afirmó que no se consigue con una combinación de leyes, disposiciones sociales e incentivos.
“Es siempre necesario avanzar más adelante y tomar en consideración el bien integral
del ser humano en sus distintas dimensiones, incluida la espiritual”.
El observador
permanente lamentó también que todavía hoy en muchos lugares, continúe aumentando
el número de personas que pierden sus puestos de trabajo. Y en este contexto, el arzobispo
sugirió que para “promover el crecimiento económico y social con el empleo, se podrían
concentrar los modelos de consumo sobre bienes y servicios que promuevan mejores relaciones
entre las personas. Porque invirtiendo en bienes como la atención médica, la educación,
la cultura, el arte o el deporte, el Estado podría encauzar su desarrollo hacia sus
raíces mientras al mismo tiempo promueve el empleo y el desarrollo a largo plazo”.
Del
mismo modo Mons. Migliore lamentó que demasiado a menudo el crecimiento de la población
se considera cono la causa de la pobreza, mientras que es una forma de superarla,
porque sólo dentro de la fuerza laboral puede encontrarse una solución a la pobreza.
En este contexto el arzobispo situó la promoción de la vida y la familia, que junto
a otras formas de contribución de toda la población ayudará a las sociedades a desarrollar
su pleno potencial y lograr el desarrollo.
“Por esta razón, resaltó el observador
permanente, la familia ocupa un lugar central,... es el primer lugar donde los niños
aprenden ciertas habilidades, aptitudes y virtudes que les preparan para el mercado
laboral y les permiten contribuir al crecimiento económico y el desarrollo social”.
Mons. Migliore insistió en la educación y la formación como inversiones a largo plazo,
pero se requieren políticas que promocionen la familia basada no sólo en la redistribución
sino sobre todo en la justicia y que asuman su responsabilidad en las necesidades
económicas y fiscales de las familias.