2010-05-31 16:20:31

Conclusión del mes mariano de mayo en los Jardines Vaticanos


Lunes, 31 may (RV).- Benedicto XVI participará, también este año, en la tradicional conclusión del mes mariano de mayo, en los Jardines Vaticanos. A partir de las ocho de la noche, tendrá lugar la procesión con el rezo del Santo Rosario, desde la iglesia de San Esteban de los Abisinios hasta la Gruta de Nuestra Señora de Lourdes, y la Liturgia de la Palabra, presidida por el cardenal Angelo Comastri, vicario general de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano. El Papa, que llegará a la mencionada Gruta de Lourdes al final de la celebración, dirigirá la palabra a los fieles presentes e impartirá la Bendición Apostólica.

Recordamos - con las mismas palabras de Benedicto XVI - que en esta festividad, la Iglesia celebra la visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Cuando «tiene lugar un hecho cuya belleza y profundidad ningún pintor podrá representar jamás perfectamente. La luz interior del Espíritu Santo envuelve sus personas. E Isabel, iluminada por el Espíritu, exclama:  "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá" (Lc 1, 42-45)». (31 de mayo de 2008)

Y como ha subrayado también el Santo Padre, cuando las palabras de Isabel encienden en el espíritu de la Madre de Dios «un cántico de alabanza, que es una auténtica y profunda lectura "teológica" de la historia: una lectura que debemos aprender siempre de Aquella cuya fe no tiene sombras ni resquebrajaduras. "Proclama mi alma la grandeza del Señor". María reconoce la grandeza de Dios. Éste es el sentimiento de fe primero e indispensable; el sentimiento que da seguridad a la criatura humana y la libra del miedo, aun en medio de las tormentas de la historia...» La fe de la Virgen María «le permitió ver que los tronos de los poderosos de este mundo son todos provisionales, mientras que el trono de Dios es la única roca que no cambia y no cae. Y su ‘Magnificat’, a distancia de siglos y milenios, sigue siendo la más auténtica y profunda interpretación de la historia, mientras que las lecturas hechas por tantos sabios de este mundo han sido desmentidas por los hechos a lo largo de los siglos». (cfr. Ibíd.)







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