Semana de oración por la unidad de los cristianos 2011
Martes, 18 ene (RV).- “Unidos en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión, en
la fracción del pan y en la oración”: es el tema para este 2011 de la “Semana de oración
por la unidad de los cristianos”, que se celebra a partir de hoy y hasta el próximo
martes, 25 de enero, fiesta de la Conversión de san Pablo. El tema de esta primera
jornada es “La Iglesia de Jerusalén”.
Con esta celebración anual la Iglesia
desea recordar el urgente deber del restablecimiento de la unidad entre todos los
seguidores del Señor, y propone en las diversas liturgias diarias oraciones de arrepentimiento,
de invocación de la misericordia de Dios, de alabanza y de agradecimiento. Recordamos
a nuestros oyentes que este “Octavario” se celebró por primera vez en 1908 en Graymoor,
Nueva York, por iniciativa del reverendo Paul Wattson, quien eligió la fecha comprendida
entre la fiesta de la Cátedra de San Pedro y la de la Conversión de San Pablo, apóstoles
y maestros de la reconciliación en el único Cuerpo de Cristo.
Este año los
textos de las celebraciones han sido preparados por las Iglesias de Jerusalén y retoman
el pasaje bíblico de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 2, versículos 42 al 47,
que evidencia los dones de la efusión del Espíritu Santo sobre la comunidad primitiva,
perseverante en la fidelidad y en la comunión, a pesar de las dificultades internas
y externas. Esta Semana de oración por la unidad de los cristianos ofrece un itinerario
de fe que comienza con la exposición del contexto de la Iglesia Madre de Jerusalén,
firme en su valeroso testimonio a la verdad. Se trata de un testimonio ofrecido por
personas de diversos orígenes, del que siguen obteniendo fuerza y luz las múltiples
tradiciones cristianas presentes hoy en la Ciudad Santa.
El fundamento de la
unidad es la Palabra de Dios entregada a través de la enseñanza de los apóstoles,
que contiene la invitación a la entrega mutua en el amor y en la fidelidad a la Iglesia,
es decir, en el único Cuerpo de Cristo. El segundo elemento de la unidad es la participación,
o sea, la comunión de los bienes espirituales y materiales, que asume una visibilidad
ulterior en el tercer elemento, a saber, la fracción del pan, vínculo de unión y de
esperanza en la búsqueda común de la justicia y de la paz para todos. El cuarto elemento,
en cambio, es la oración, que debe alimentarse incesantemente en la oración de Jesús
por la unidad, referida por el evangelio de Juan en el capítulo 17. La Iglesia, por
su parte, que tiene fortaleza gracias al vínculo de la unidad, proclama su fe en la
resurrección, y vive en plenitud su vocación de ser signo e instrumento de reconciliación.