Jesús les muestra y hace tocar sus llagas de la cruz

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Tomás -destruido por la visión de la ejecución a muerte de Jesús- vaga triste y solo por la ciudad. Jesús lo consuela  mostrándosele resucitado recién cuando Tomás vuelve a la comunidad de discípulos; cuando sale del individualismo egoísta, victimista en el que se lame la herida. No se encuentra a Jesús fuera del grupo de discípulos misioneros; lejos de la comunidad de la Iglesia fundada por Jesús -aunque esta sea pecadora y cobarde como la primera-. Así aparece claramente en el Evangelio.

Cuando Tomas vuelve al grupo, a la comunidad Jesús resucitado se presenta a todos y llama a Tomás y le dice: aquí están mis manos y mis pies. Mete el dedo en las heridas de los clavos y mete la mano en la herida del pecho…

Es importante para la fe. Los discípulos reconocen a Jesús no por una luz especial de su rostro de resucitado. Lo reconocen por las terribles heridas de su ejecución en la cruz. Es que no se trata de la aparición de un fantasma, de un muerto que camina, ni tampoco del alma en pena de un difunto, que busca justicia por la tortura y muerte injusta que sufrió. La resurrección es algo completamente distinto. Los discípulos van comprendiendo poco a poco, a lo largo de 50 días que este Jesús de ahora es el mismo Jesús en el que habían puesto toda su ilusión y por el que habían dejado todo. Pero que finalmente habían sepultado su cadáver.

Es paradójico pero recién cuando ven y tocan; cuando meten el dedo en las llagas de la carne viva del cuerpo de Jesús, reconocen que el crucificado ha resucitado; que tiene una vida nueva, distinta; que esta con ellos sensible y verdaderamente, pero que ya pertenece al mas allá del Dios omnipotente, santo, inmortal, invisible e invencible, todopoderoso y eterno, que tiene en sus manos las llaves de la Vida y la muerte.

Señor, que con la inspiración y potencia del Espíritu Santo que recibimos de Jesús en el rito sagrado de los sacramentos, reconozcamos la presencia de Jesús vivo en la comunidad de hermanos, para dar testimonio de su resurrección.