AUDIENCIA GENERAL: “DIOS NO ES INDIFERENTE AL BIEN Y AL MAL” Juan Pablo II invitó a rezar en la víspera de su Viaje Pastoral a Eslovaquia y rogó a la Madre de Dios que guíe sus pasos y obtenga para el pueblo eslovaco una renovada primavera de fe y de progreso civil. Un día antes de su viaje número 102, Juan Pablo II celebró la habitual audiencia general de los miércoles en la que reafirmó que “Dios no es indiferente al bien y al mal. Con su juicio defiende a las víctimas e indica el camino de la justicia”. El Santo Padre se trasladó el miércoles desde el Palacio Apostólico de Castelgandolfo hasta la Ciudad del Vaticano, para celebrar la habitual Audiencia General de los miércoles. La de esta ocasión - víspera de su Viaje Pastoral a Eslovaquia -, se desarrolló por primera vez, después de la pausa estival, en una repleta Plaza de San Pedro, que congregaba a miles de peregrinos venidos de todos los continentes. Juan Pablo II hizo una invitación a los fieles para que se le acompañe con la oración en esta nueva peregrinación de su Pontificado: “Me apresto a cumplir, mañana, con gran esperanza mi tercer Viaje Apostólico a Eslovaquia, tierra enriquecida por el testimonio de heroicos discípulos de Cristo, que han dejado elocuentes huellas de santidad en la historia de la nación. Queridísimos hermanos y hermanas, os invito a acompañarme en la oración. Encomiendo este Viaje Apostólico a la Madre del Redentor, tan venerada en Eslovaquia. Que Ella guíe mis pasos y obtenga para el pueblo eslovaco una renovada primavera de fe y de progreso civil”. En su catequesis el Santo Padre habló de uno de los Cánticos del Libro profético de Ezequiel, testigo de una de las épocas más trágicas vividas por el pueblo judío: la de la caída del Reino de Judá y de su capital Jerusalén, a la que siguió el amargo exilio en Babilonia, en el sexto siglo antes de Cristo. Comentando parte del capítulo 36 del Libro de Ezequiel, el Santo Padre afirmó que el contexto de esta página, transformada en himno de la liturgia de los Laudes, quiere mostrar el sentido profundo de la tragedia vivida por el pueblo durante aquellos años. El pecado de idolatría había contaminado la tierra ofrecida como herencia por el Señor a Israel. Y el pecado, más que otra cosa, era la causa directa, el responsable de la pérdida de la patria y de la dispersión entre las naciones. “Dios, de hecho, -explicó el Santo Padre- no es indiferente al bien y al mal. Él entra misteriosamente en escena en la historia de la humanidad con su juicio, que, tarde o temprano, desenmascara el mal, defiende las víctimas, e indica el camino de la justicia. Pero la meta de la acción de Dios no es nunca la destrucción, o la condena pura y simple. “Convertios y viviréis”. “En esta luz -dijo el Papa-, se consigue comprender el significado de nuestro Cántico, colmo de esperanza y de salvación”. “Después de la purificación mediante la prueba y el sufrimiento surgirá el alba de una nueva era, que ya había anunciado el profeta Jeremías hablando de una Nueva Alianza entre el Señor e Israel”. Se anuncia pues, no sólo una purificación, expresada a través del signo del agua que lava las suciedades de la conciencia. No se tiene solamente la impresión, siempre necesaria, de la liberación del mal y del pecado. El acento de Ezequiel cae sobre todo en otro aspecto. “La humanidad está destinada a nacer a una nueva existencia”. Surgirá así aquella “nueva creación” que está descrita por San Pablo cuando afirma la muerte en nosotros del “hombre viejo”, del “cuerpo del pecado”. Porque no somos ya esclavos del pecado, sino criaturas nuevas, transformadas por el Espíritu de Cristo Resucitado. El profeta Ezequiel anuncia al nuevo pueblo, ha terminado diciendo el Pontífice, que el Nuevo Testamento será convocado por Dios a través de su Hijo. RESUMEN
DE LA CATEQUESIS EN ESPAÑOL Queridos
hermanos y hermanas: Saludo cordialmente a los peregrinos de España y América Latina, especialmente a los sacerdotes de Orihuela acompañados de Monseñor Victorio Oliver; a los fieles de As Pontes y de Santa Gemma de Pedralbes; a la Hermandad de Tarragona así como a las Misioneras de Santo Domingo y al colegio Francisco de Asís de Santiago de Chile. ¡Mantened vivas las palabras del profeta y traducidlas en obras santas!
DEFENDER,
CULTIVAR Y DIGNIFICAR LA VIDA ENTRE LOS MÁS DESAMPARADOS En estos momentos «la vida ha de ser defendida, cultivada y dignificada, sobre todo entre los más desamparados, a través de una palabra de esperanza y de abnegados gestos de acogida y solidaridad». En su audiencia el lunes a los Claretianos, Juan Pablo II recordó la apremiante tarea de anunciar el «Evangelio de la vida». El Santo Padre recibió a los participantes en el Capítulo General de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María a quienes señaló que «cuando en el vasto horizonte de la sociedad se vislumbran no pocos signos de una difundida cultura de la muerte», el tema que estos misioneros han elegido para su Capítulo, «Para que tengan vida», destaca su conciencia de sentirse «enviados por el Señor Jesús a proclamar al Dios de la vida». En estos momentos en los que «la vida, inmenso don del Padre, ha de ser defendida, cultivada y dignificada, sobre todo entre los más desamparados, a través de una palabra de esperanza y de abnegados gestos de acogida y solidaridad», Juan Pablo II recordó que «es tarea apremiante de todo consagrado ‘anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida’». Evangelio que «es fundamental para la identidad y la armonía de las personas y de la familia humana en su conjunto». Tras saludar y felicitar al nuevo Superior General de los claretianos, Padre Josep Abella Batlle - elegido precisamente en este Capítulo General - Juan Pablo II hizo hincapié en la meta que se proponen estos misioneros de «discernir, a la luz del Espíritu, el modo adecuado de mantener y actualizar el propio carisma y el propio patrimonio espiritual en las diversas situaciones históricas y culturales» (Vita consecrata, 42), con «el impulso renovador que la Iglesia ha irradiado a todas las formas de vida consagrada frente a los nuevos retos». Con estas palabras, el Santo Padre exhortó a los claretianos a perseverar en el carisma de su fundador para afrontar los retos del tercer milenio en el desarrollo de su apostolado misionero:
DIÁLOGO Y JUSTICIA SOCIAL PARA SUPERAR CRISIS FINANCIERA EN BOLIVIA «La situación que atraviesa Bolivia no ha de ser causa de división ni ha de fomentar odios o rencores entre quienes están llamados a ser los constructores del País». Es la exhortación que dirigió el Papa a los bolivianos al recibir, el lunes, al nuevo embajador de esta nación para el acto de presentación de sus Cartas Credenciales. Una vez más, Juan Pablo II hizo hincapié en que «la misión de orden religioso, propia de la Iglesia, no impide que ésta se preste a fomentar un diálogo nacional entre los responsables de la vida social, a fin de que todos puedan cooperar activamente para la superación de las crisis que se presenten». Diálogo «que debe excluir toda forma de violencia» y ayudar a construir «un futuro más humano con la colaboración de todos, evitando el empobrecimiento de la sociedad», recomendó el Papa, señalando que «es oportuno recordar que las mejoras sociales no se alcanzan aplicando sólo las medidas técnicas necesarias, sino promoviendo también reformas con una base humana y moral que tengan presente una consideración ética de la persona, de la familia y de la sociedad». Sólo la propuesta constante de los valores morales fundamentales, «como son la honestidad, la austeridad, la responsabilidad por el bien común, la solidaridad, el espíritu de sacrificio y la cultura del trabajo, puede asegurar un mejor desarrollo para todos los miembros de la comunidad nacional», recordó el Papa, advirtiendo luego que «la violencia, el egoísmo personal y colectivo y la corrupción a cualquier nivel nunca han sido fuentes de progreso ni de bienestar». Tras poner de relieve que «el futuro de una Nación se ha de basar en la paz social, que es fruto de la justicia (cf. St 3,18)» y la importancia de edificar «un tipo de sociedad que, empezando por los responsables de la vida política, parlamentaria, administrativa y judicial, favorezca la concordia, la armonía y el respeto de la persona, así como la defensa de sus derechos fundamentales», Juan Pablo II hizo hincapié en que los bolivianos «han de ser los principales protagonistas y artífices del progreso del País, cooperando a una estabilidad política que permita que todos puedan participar en la vida pública». Destacando luego las virtudes de valentía, profundo humanismo y sentido de solidaridad, que caracterizan a los bolivianos, el Papa los animó «a no perder el ánimo para conseguir mejores metas de progreso», de forma que «cada uno, según sus cualidades y posibilidades, está llamado a dar su propia contribución al bien de la Patria». En este contexto, Juan Pablo II expresa su satisfacción al saber «que es firme propósito» de las Autoridades de Bolivia «instaurar un orden social más justo y participativo». Por ello – afirmó textualmente el Santo Padre - «hago mis mejores votos para que la acción del Gobierno logre superar la grave y prolongada crisis financiera, que afecta principalmente a las capas más débiles de la sociedad» boliviana. Recordando luego que «para construir una sociedad más justa y fraterna, las enseñanzas morales de la Iglesia ofrecen unos valores y orientaciones que, tomados en consideración por quienes trabajan al servicio de la Nación, son útiles para afrontar adecuadamente las necesidades y aspiraciones de los bolivianos», Juan Pablo II se refirió al «doloroso y vasto problema de la pobreza, con graves consecuencias en el campo de la educación, de la salud y de la vivienda». Pobreza que representa «un apremiante desafío para los gobernantes y responsables de la cosa pública de cara al futuro» de Bolivia, señala el Pontífice, advirtiendo que «ello requiere una seria toma de conciencia para acometer con decisión la situación presente a todos los niveles, cooperando así a un verdadero empeño por el bien común». Tras lamentar que al igual que en otras partes, «los pobres carecen de bienes primarios y no encuentran los medios indispensables que permitan su promoción y desarrollo integral», el Santo Padre piensa en los «campesinos, en los mineros, en los habitantes de barrios marginales de las ciudades, en quienes son víctimas de un materialismo que excluye al hombre y que se mueve sólo por intereses de enriquecimiento o poder». Una vez más, en este su discurso al nuevo embajador de Bolivia ante la Santa Sede, Juan Pablo II reiteró que «la Iglesia, con la aportación de su doctrina social, trata de impulsar y favorecer convenientes iniciativas encaminadas a superar situaciones de marginación que afectan a tantos hermanos necesitados, para eliminar las causas de la pobreza, cumpliendo así su misión, pues la preocupación por lo social forma parte de la acción evangelizadora (cf. Sollicitudo rei socialis, 41)». En su bienvenida a este diplomático, el Santo Padre recordó asimismo la riqueza de la variada realidad cultural y étnica boliviana, llamada a ser vivida desde el mutuo respeto y la convivencia integradora. Y tras poner de relieve que «Bolivia tiene una fuerte impronta religiosa, que pone de manifiesto la fe de su pueblo después de más de cinco siglos del inicio de la evangelización», el Papa subrayó que «la Iglesia católica, fiel a su cometido de llevar el mensaje de salvación a todas las gentes, pone también todo su empeño en favorecer el desarrollo integral del ser humano y la defensa de su dignidad, colaborando en la consolidación de los valores y bases fundamentales para que la sociedad pueda gozar de estabilidad y armonía». Lo demuestran las diversas comunidades eclesiales que, movidas por su deseo de mantener vivos los contenidos del mensaje evangélico, continúan prestando su valiosa colaboración en campos tan importantes como la enseñanza, la asistencia a los más desfavorecidos, los servicios sanitarios, así como la promoción de la persona como ciudadano e hijo de Dios». Por ello – señaló Juan Pablo II «los Pastores de Bolivia, en comunión con el Sucesor de Pedro y como punto de referencia para todos, no dejan de ofrecer su palabra, sabia y prudente, la cual brota de un profundo conocimiento de la realidad humana boliviana leída a la luz de la Buena Nueva». Como recuerda el Papa a este respecto, «el Episcopado boliviano en los momentos difíciles que ha vivido el País, a causa de su delicada y conflictiva situación social, ha ofrecido su colaboración para fomentar iniciativas pacificadoras que favorecieran el entendimiento y la conciliación». Modo de obrar que el mismo Santo Padre indicó a los Obispos bolivianos en su Visita ad Limina, «como integración de la acción evangelizadora, que lleva a la promoción de la justicia y la solidaridad fraterna entre todos los ciudadanos».
LA
PAZ ENTRE LOS PUEBLOS NO ES UNA UTOPÍA En el atentado del 11 de septiembre “junto a las torres gemelas parecen haber caído también muchas esperanzas de paz”. Lo afirma Juan Pablo II en un mensaje enviado al encuentro internacional de oración por la paz que lleva por tema “Entre la guerra y la paz: religiones y culturas se encuentran”, organizado por la Comunidad de San Egidio en la ciudad alemana de Aachen. Un mensaje que fue leído el domingo 7 de septiembre por el enviado pontificio, cardenal Roger Etchegaray. En el mensaje, el Papa define el encuentro de Aachen (la antigua Aquisgrán) ''como una ulterior etapa'' del camino nacido en 1986 con la Jornada de oración de Asís. Aquella iniciativa representó, sostiene el Santo Padre, de forma ''concreta y visible'' la ''visión que tenía Juan XXIII cundo escribió la Encíclica 'Pacem in terris'. ''Un mensaje que, sin embargo, no ha sido recogido con la necesaria prontitud y solicitud'' para “defender la paz y apoyar el sueño de un mundo libre de guerras''. El Papa, preocupado, se pregunta cuándo podrán terminar tantos conflictos e injusticias y cuál puede ser el papel de los creyentes en este escenario. Y añade que estos encuentros promovidos por la Comunidad de San Egidio son una respuesta concreta que, durante los últimos 17 años que se realizan, han dado ya frutos de paz. En el mensaje, Juan Pablo II vuelve a insistir sobre el tema de las raíces cristianas de Europa, que en la ciudad que fue capital del imperio de Carlomagno tienen un valor más significativo. Dichas raíces “no son una memoria exclusivamente religiosa, sino un fundamento de libertad” para todas las culturas y pueblos del continente. Para el Papa, el proceso de Unión Europea será tanto más fuerte para el presente y para el futuro del mundo cuanto más “beberá en las fuentes de sus tradiciones religiosas y culturales''. Juan Pablo II concluye su mensaje con un llamamiento a una ''unidad que no es uniformidad'', sino diálogo y encuentro. ''En este camino, la paz entre los pueblos no es una utopía remota''. El Papa dirige una triple invitación conclusiva. A los cristianos les pide que ''continúen con determinación el diálogo para superar el escándalo de la división”. A los representantes de las grandes religiones mundiales les invita a que intensifiquen el diálogo de paz para que ''las diferencias no nos empujan al enfrentamiento, sino al respeto, a la lealtad, la colaboración y la edificación de la paz''. Y a los laicos en general, el Papa les habla ''del deber de continuar en el diálogo y en el amor como únicas vías para respetar los derechos de todos los demás y afrontar los desafíos del nuevo milenio.
ROMA: I ASAMBLEA EXTRAORDINARIA DE ACCIÓN CATÓLICA Juan Pablo II envió un mensaje a la Acción Católica Italiana en ocasión de su 1ª Asamblea Extraordinaria que se abrió el viernes en Roma sobre el tema “La historia se hace profecía. La Acción Católica por una nueva misión”. La Asamblea concluye un proceso de revisión de los estatutos, cuyo borrador ya fue aprobado por el Consejo Nacional el pasado 22 de junio. El texto ahora ha sido propuesto a los 800 delegados en representación de los 350 mil socios. El documento quiere dar un fuerte impulso al espíritu unitario, a las asociaciones diocesanas y a los movimientos internos, y prefigura una Acción Católica enraizada en la propia Iglesia y en la propia ciudad, atenta a la creciente petición de anuncio del Evangelio y comprometida en el servicio a las comunidades parroquiales. De todo ello se hace eco el Papa en su mensaje, que subraya las exigencias para la puesta al día de un nuevo Estatuto, necesario dadas las cambiantes perspectivas apostólicas del nuevo milenio. “Esto -dice el Santo Padre- significa dar una nueva fisonomía teniendo en cuenta las exigencias de la misión de la Iglesia y de la evangelización del mundo”. “El Concilio Vaticano II os ha ayudado a descubrir cada vez más, viviéndola como laicos, la grandeza de la vocación cristiana y el compromiso apostólico”. Y sobre el carisma de “laicidad” de la Acción Católica, el Pontífice insiste en definir a sus miembros: “laicos cristianos expertos en la espléndida aventura de hacer encontrar el Evangelio con la vida y de mostrar de qué manera la “buena noticia” corresponde a las preguntas profundas del corazón del hombre y es la luz que puede orientar a la sociedad en la construcción de la “civilización del amor”. La síntesis orgánica “del espíritu de misión, de diócesis, de unidad y de laicidad” constituye la forma más madura y eclesialmente integrada del apostolado de los laicos, explica el Papa. “Renovando vuestro estatuto queréis reafirmar el valor que estas características tienen hoy y decir cómo van interpretadas” para que puedan hablar todavía al corazón de tantas comunidades y de tantos laicos, que en este ideal podrían encontrar la forma de su vida”.
PÉSAME POR LA MUERTE VIOLENTA DE LA MINISTRA DE EXTERIORES SUECA El cardenal Secretario de Estado ha transmitido el pesar del Santo Padre por el asesinato de la Ministra de Asuntos Exteriores sueca en un telegrama dirigido al primer ministro del país, Goran Parsson. PESAR Y CERCANÍA ESPIRITUAL DEL PAPA A VÍCTIMAS TIFÓN COREA DEL SUR Ante la tragedia causada en Corea del Sur por el paso del tifón «Maemi», considerado el más fuerte de siglo, que ha causado numerosas muertes y destrucciones, Juan Pablo II transmitió su profundo pesar y su cercanía espiritual, en la oración, a los familiares de las víctimas. En un telegrama al arzobispo de Kuangiu y presidente de la Conferencia Episcopal de Corea - enviado en su nombre por el cardenal. Secretario de Estado - el Papa dirige su aliento y solidaridad también a las autoridades civiles y a todos los que están colaborando en las tareas de rescate y reconstrucción, invocando al Todopoderoso bendiciones, fortaleza y consuelo sobre todos los afectados.
SANTA
MISA EN 25º ANIVERSARIO ELECCIÓN JUAN PABLO II Todos los fieles de la diócesis del Papa están invitados a la Santa Misa que Juan Pablo II presidirá el próximo 16 de octubre, en el vigésimo quinto aniversario de su elección. Así se lee en la Carta que el cardenal Camillo Ruini, Vicario del Santo Padre para la Diócesis de Roma, dirige a los romanos, convocándolos a todos para la Solemne Concelebración Eucarística de Acción de Gracias, que el Pontífice presidirá en la Plaza de San Pedro, a las seis de la tarde. «Rezaremos con el Papa y por el Papa», señala el cardenal Ruini en su misiva, «agradeciéndole a Dios por habérnoslo dado y rogándole que nos conserve a nuestro amadísimo Padre, por largo tiempo aún». El purpurado invita a rezar con el Papa también por la Iglesia de Roma, «para que todos sus hijos podamos vivir como auténticos discípulos de Jesucristo, siendo así sus testimonios creíbles, recorriendo con valentía, con el ejemplo del Papa, el camino que conduce de Cristo a todo hombre». Con tal motivo, el Vicario de Juan Pablo II para la diócesis de Roma pide a todos los fieles romanos que se preparen espiritualmente a este momento de gracia, rezando por el Santo Padre en sus respectivas parroquias y comunidades, en las familias y en sus corazones. Con tal fin, a partir del 22 de septiembre, en la Oficina Litúrgica del Vicariato de la capital italiana se ofrecerá un subsidio de oración por el Papa, con los textos del Rosario meditado y para la animación de la Adoración eucarística, así como algunas intenciones que podrán pronunciar los fieles en las celebraciones de los domingos 28 de septiembre, 5 y 12 de octubre. El cardenal Ruini invita también a todo el clero y a los responsables de los grupos eclesiales a promover la participación de los fieles romanos en la especial celebración, suspendiendo con tal motivo todas las celebraciones litúrgicas vespertinas en todas las parroquias e iglesias de Roma. Como signo de la gratitud de toda la Iglesia - señala el Purpurado - se donará a Juan Pablo II un Icono de la Virgen del Amor Divino, que luego será colocada en el Santuario mariano del mismo nombre.
ENTREVISTA AL NUEVO EMBAJADOR DE BOLIVIA ANTE LA SANTA SEDE Al recibir al nuevo Embajador boliviano, el pasado lunes, Juan Pablo II destacaba que «la situación que atraviesa Bolivia no ha de ser causa de división, ni fomentar odios o rencores». Una vez más, el Papa exhortaba al diálogo - excluyendo toda forma de violencia y corrupción - e impulsaba a la promoción de la justicia social para superar la crisis financiera, que afecta en especial a los más pobres. Al final de este acto de presentación de sus Cartas Credenciales, el nuevo jefe de la misión diplomática de Bolivia ante la Santa Sede, Valentín Abecia Baldivieso, nos resumió así el encuentro con el Papa: Asimismo, el Embajador de Bolivia destaca las palabras del Papa recordando la colaboración de la Iglesia católica para impulsar y favorecer iniciativas encaminadas a superar situaciones de marginación que afectan a tantos hermanos necesitados, para eliminar las causas de la pobreza.
ARCHIDIÓCESIS
DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA (BOLIVIA) DIÓCESIS
DE ORURO (BOLIVIA) DIÓCESIS
DE TIRUVALLA DE LOS SIRO-MALANKARES (INDIA) DIÓCESIS
DE LUCENA (FILIPINAS) PRELATURA
DE BATANES (FILIPINAS)
COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO EXALTACIÓN
DE LA SANTA CRUZ (B): 14 DE SEPTIEMBRE DE 2003 Con las imágenes evocadoras del relato del Génesis expresó Dios el origen del mal que afecta al hombre. Él lo creó como amigo y heredero de todos sus bienes; partícipe de su vida y destinado a la felicidad eterna con Él. Fue ese ser, enemigo de Dios y de sus proyectos, quien, disfrazado de serpiente y encaramado sobre el árbol de la ciencia prohibida, sedujo al hombre engañosamente. Con su astuta mentira, inoculó el veneno de su soberbia en el corazón humano. El hombre, desobedeciendo la ley del Señor, mordió su fruto, probó lo que era el pecado y quedó, así, sometido a sus consecuencias. Sí, desde aquel árbol, que podía dar la experiencia del bien y del mal, triunfaba la serpiente diabólica sobre la bondad de Dios. Y el hombre, herido ya de muerte, era degradado de la condición en que fue creado y excluido del futuro al que Dios lo destinó desde el principio. Pasaron los siglos. Y aquel pueblo, recién rescatado por Dios de la esclavitud para llevar a cabo sus planes de salvación, también fue mordido por la serpiente ancestral. Cansado del esfuerzo que suponía la prueba del desierto, desconfió de Dios y de sus intenciones de liberación: El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés. El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. El Señor, entonces, le indica a Moisés el remedio contra todo mordisco mortal: «Haz una serpiente y colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla». Era un signo, una señal con la que Dios anunciaba “en figura” dónde estaría la curación definitiva para no morir y poder alcanzar la tierra prometida, el destino soñado. Jesús nos aclara hoy el misterio encerrado en aquel signo, que tendría en Él su cumplimiento. Y es que, a la luz de la resurrección gloriosa del que fue clavado en una cruz, podemos reconocer el triunfo del amor de Dios y la victoria de Cristo sobre el poder del mal. San Pablo nos lo explica hoy magníficamente con las estrofas de un himno inspirado, un canto con el que los primeros creyentes en Cristo expresaban su fe en Él al mirar la cruz: «Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios,... se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de Cruz...». Sí, cuando Dios recomendó a Moisés figurar una serpiente suspendida en estandarte, pensaba en Cristo: bajo la apariencia de reo culpable a los ojos del mirar humano; contado entre los malhechores que merecían la cruz dolorosa y maldita. Pero que así precisamente, disfrazado de pecador, se convertía en el signo supremo del amor de Dios y su salvación. Por eso, el mismo S. Pablo nos llega a decir: A quien no conoció el pecado, Dios le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justos (2Cor 5, 21). Sí, el Hijo que procede de la misma esencia de Dios se despojó de su rango y bajó de lo alto para tomar esa condición humana débil y herida de muerte ante el acoso del mal. Y no sólo eso, sino que, sin probar el pecado, se solidarizó con la humanidad pecadora... ¡Hasta identificarse con los que más sufren sus consecuencias abrazándose a la cruz! Y así, se ha convertido en antídoto contra el veneno inoculado en el corazón de los hombres por el mordisco de aquella serpiente maligna. Y es que la medicina contra el engaño del que es padre de la mentira es la verdad del amor de Dios que se manifiesta, hasta el extremo, en la entrega de su Hijo. Y es que la cura de esa soberbia que es raíz de todo pecado es la humildad que el Señor nos mostró, hasta el límite, en su pasión. Y es que el remedio contra toda tentación es la obediencia de Cristo hasta la muerte, y una muerte de cruz. Fijemos hoy nuestros ojos, hermanos, en ese madero santo donde fue alzado el Señor; ese estandarte de su victoria sobre el mal y la muerte que sufre la humanidad. Mirémoslo con la fe de la Iglesia, que hoy proclama agradecida: Te damos gracias, porque has puesto la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que donde tuvo su origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido. Sí, miremos siempre ese árbol al que ha subido no ya el diablo embustero, sino el mismo Hijo que es la Sabiduría de Dios: desde él nos ha dado su mejor lección; en él nos ofrece la verdadera ciencia para acertar a distinguir el bien del mal; con él nos enseña a discernir y obedecer la voluntad concreta de Dios; de él mana la fuerza para resistir, como Cristo, la oposición del maligno y su tentación; por él recuperamos la vida perdida y alcanzamos la herencia eterna, aquella de arriba que desde el principio se nos prometió.
ALCALÁ DE HENARES: XVIII JORNADAS NACIONALES DE PASTORAL GITANA Desde el viernes hasta el domingo, 14 de septiembre, se celebraron en Alcalá de Henares, cerca de Madrid, las XVIII Jornadas Nacionales de Pastoral Gitana. Cita convocada por el Departamento de la Conferencia Episcopal Española encargado de esta Pastoral, integrado en la Comisión de Migraciones de los Obispos españoles. Con tal motivo, tuvimos con nosotros a la directora de este Departamento, la hermana Guadalupe Romero, Hija de Jesús, quien nos presentó el objetivo de estas Jornadas, que cuentan con la participación también de sacerdotes, religiosas y laicos gitanos: La responsable del Departamento de Pastoral Gitana de la Conferencia Episcopal Española nos presentó asimismo su ponencia sobre el Estado actual de esta Pastoral:
CUBA: HACE FALTA UNA BATALLA POR LA RECONCILIACIÓN DEL PUEBLO El cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, abogó el lunes por el diálogo y la reconciliación en Cuba, durante su homilía con motivo de la fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla. "Hace falta en Cuba una batalla por la reconciliación en el seno del pueblo cubano", dijo el purpurado. "Tenemos que aprender los cubanos a mirarnos como pueblo, tal como somos y como estamos, y aceptar nuestra realidad", agregó el cardenal, para quien la aceptación de la realidad "es el punto de partida para descubrir dónde están los mayores riesgos en el camino espinoso que conduce al reencuentro y al diálogo". El cardenal Ortega hizo también un llamamiento al perdón y al "amor al enemigo", y lamentó que “las grandes revoluciones de la edad moderna fueron convocadas por la justicia descarnada que las hizo transitar en muchos casos hacia la violencia y la intolerancia". "El grito de libertad ha servido para la opresión y la infamia y no pocas causas nobles -afirmó- han naufragado en el odio y la venganza." La homilía del cardenal Ortega, en la ceremonia religiosa central de los actos de la fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre, culminaron con un procesión popular por el Centro de la Habana encabezada por una imagen de la Virgen. Procesión a la que asistieron varios cientos de fieles, entre ellos las esposas de algunos de los disidentes encarcelados en marzo.
El padre Josep Mª Abella, es el nuevo Superior General de los claretianos. Fue elegido la pasada semana en Roma, durante los trabajos del XXIII Capítulo General y sustituye al padre Aquilino Bocos. El padre Josep Abella, de 53 años, español, dirigirá el Instituto religioso, fundado por San Antonio María Claret, en el próximo sexenio. Ayer los participantes en este Capítulo fueron recibidos por el Santo Padre en Castelgandolfo. ¿Qué fuerza e inspiración han recibido y han sacado de este encuentro con el Papa, padre Abella? ¿Sobre cuáles pilares básicos va a cimentar su tarea de Superior General? ¿Y cuáles van a ser las líneas maestras en las que se apoyará para guiar a la Congregación durante estos años? En los últimos años usted ha viajado por muchos países, dedicándose en particular a la animación del apostolado. Qué tipo de relación comparten los misioneros claretianos con los laicos y de qué manera viven esta relación en los distintos continentes? ¿Y qué tarea pastoral desarrollan en Latinoamérica? Usted es un catalán, que ha pasado la mitad de su vida en Oriente. ¿Qué valores le ha dado su tierra natal para afrontar durante tantos años culturas, tradiciones y religiones tan distintas a la nuestra?
XVI CAPÍTULO GENERAL DE LOS MISIONEROS COMBONIANOS Se celebró en Roma el XVI Capítulo General de los misioneros combonianos. Llegaron delegados de todos los países de misión para hablar del nuevo espíritu con que esta familia religiosa se apresta a afrontar el nuevo milenio, que comienza de la mejor de las maneras: con la canonización del fundador el próximo 5 de octubre. ¿Cómo marcarán estos eventos la identidad y la vida de los misioneros combonianos? Se lo preguntamos al padre Vicente Luis Reig, español que ha trabajado durante muchos años en África. Nos puede hablar de su experiencia como misionero y los proyectos que tiene para el futuro en este campo apostólico. La presencia de los misioneros combonianos es muy conocida en Asia, África y América. ¿Cómo se vive el espíritu y el servicio misionero en su Instituto? El fenómeno de la globalización, complejo y contradictorio, seguramente habrá influido o revolucionado el servicio misionero en estos últimos años. De qué manera ha quedado afectada la tarea evangelizadora de los combonianos. El padre Vicente Luis Reig, comboniano, originario de la diócesis de Valencia, ha trabajado muchos años como misionero en África. Su etapa en Burundi, donde vivió la luchas tribales entre tutsis y hutus, ha marcado sin duda alguna su trayectoria humana y pastoral. Hoy nos habla, en primer lugar, de aquellos años de apostolado y de la terrible tragedia del genocidio de 800 mil personas en la región de los Grandes Lagos, en el Centro de África. Después de 10 años dedicados a la formación de futuros misioneros, el padre Reig trabajó 5 años en América Latina. Luego de otros 4 años en Kenia actualmente este misionero comboniano errante se encuentra dando cursos de pastoral y misiología en la Facultad de Granada, en España...una tierra que necesita de nuevo hoy a causa de la secularización un auténtico apostolado misionero
ENTREVISTA AL RECTOR DE LA IGLESIA NACIONAL ESPAÑOLA EN ROMA Las religiosas franciscanas misioneras de la Natividad de Nuestra Señora, popularmente Darderas, y la actividad del Centro de Estudios Eclesiásticos centraron la entrevista que nos concedió el rector de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat en Roma, Mons. José Luis González Novalín.
“EL
PROYECTO DE CONSTITUCIÓN EUROPEA TERGIVERSA LA HISTORIA” La Conferencia Episcopal de Polonia dirigió un llamamiento al presidente de turno del Consejo de la Unión Europea, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, al acercarse la conclusión de la elaboración del texto de la Constitución de Europa. Los prelados recuerdan que este documento «determinará probablemente el futuro de los pueblos» de este continente, unidos por decenios o, incluso, por siglos. El llamamiento hace hincapié en que el proyecto de Constitución Europea, presentado a comienzos de julio, parece tergiversar la verdadera historia en lo que se refiere a las fuentes de la civilización de Europa. Los Obispos polacos, escuchando atentamente los reiterados y apremiantes llamamientos que ha venido pronunciando el Santo Padre, «piden con firmeza que los autores del futuro Tratado Constitucional de la Unión Europea tomen claramente en consideración la herencia cristiana» del continente. Asimismo, la Conferencia Episcopal de Polonia, esperando que el texto definitivo del citado Tratado se refiera explícitamente a la herencia religiosa y, en particular a la cristiana, de Europa, en el respeto pleno del carácter laico de la misma institución, cita en este contexto, algunas palabras de Juan Pablo II al respecto. Concretamente, las palabras que el Papa pronunció el pasado 20 de julio, antes de rezar el Ángelus en Castelgandolfo, con las que recordaba que «la fe cristiana ha plasmado la cultura europea y se ha entrelazado inseparablemente con su historia. El cristianismo ha adquirido un lugar permanente como religión de los europeos. Su influjo ha sido considerable también en la época moderna y en la actual». Los Obispos de Polonia señalan que «excluir este hecho del texto del Tratado sería incomprensible y despertaría reacciones en amplios estratos de la sociedad polaca, cuya gran mayoría declara ser cristiana». La Iglesia en este país, que dentro de algunos meses será miembro de la Unión Europea, espera que Italia, en los seis meses de su presidencia de turno, haga todo lo posible para que en el mencionado Tratado Constitucional se reconozcan las raíces cristianas y para que los valores religiosos reciban el lugar que les corresponde. |