DOCUMENTOS PONTIFICIOS
EL PAPA ENCOMIENDA A DIOS EL ALMA DEL PRESIDENTE PALESTINO ARAFAT
NO HAY ENFERMEDADES QUE JUSTIFIQUEN LA SUPRESIÓN DE LA EXISTENCIA

NOVIEMBRE 2004
SEMANA DEL 8 AL 14

 

EL PAPA ENCOMIENDA A DIOS EL ALMA DEL PRESIDENTE PALESTINO ARAFAT

Juan Pablo II encomendó a Dios el alma del presidente Yaser Arafat y reza para que el Príncipe de la Paz haga que la estrella de la paz brille pronto sobre Tierra Santa para que palestinos e israelíes se reconcilien y convivan como dos estados independientes y soberanos.

En un telegrama, dirigido al presidente del Consejo Legislativo Palestino, el cardenal Sodano transmitió “en estos momentos de tristeza” la cercanía del Santo Padre a la familia de Yaser Arafat, a las autoridades y al pueblo palestino”.

La Santa Sede se unió también al dolor del pueblo palestino por el fallecimiento del presidente Yaser Arafat. En una declaración a los medios de comunicación el director de la sala de prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, se refirió a Arafat como un líder de gran carisma que amó a su pueblo y que ha intentado guiarlo hacia la independencia nacional. Navarro expresó también el deseo de que Dios, en su misericordia, acoja el alma del ilustre difunto y conceda la paz a Tierra Santa, don dos estados soberanos totalmente reconciliados.

Yaser Arafat falleció la madrugada del jueves en un hospital militar de Paris. Los restos mortales del presidente de la Autoridad Palestina abandonaron la capital francesa al caer la tarde a bordo de un avión militar francés con rumbo a El Cairo, donde se celebró el viernes el funeral de Estado.

 

NO HAY ENFERMEDADES QUE JUSTIFIQUEN LA SUPRESIÓN DE LA EXISTENCIA

“No hay vidas indignas de ser vividas; ni enfermedades que puedan justificar la supresión de la existencia. La única respuesta verdaderamente humana frente al sufrimiento es el amor”. Juan Pablo II, en un mensaje que envió a la Asociación de Médicos Católicos Italianos en ocasión de su XXIII Congreso Nacional, defiende una vez más la inviolable dignidad humana y la vida de las personas desde su concepción hasta su fin natural. El Santo Padre reafirma los principios éticos que sobre la vida humana y la salud tienen sus raíces en el mismo juramento de Hipócrates y señala que “no hay vidas indignas de ser vividas; ni sufrimientos por cuanto penosos, que puedan justificar la supresión de la existencia; y tampoco hay razones que hagan plausible la “creación” de seres humanos destinados a ser utilizados y destruidos.

“En nuestra sociedad -afirma Juan Pablo II- prevalece a menudo una mentalidad arrogante, que pretende discriminar entre una vida y otra, olvidando que la única respuesta verdaderamente humana frente al sufrimiento es el amor”. “Desgraciadamente, como en tantas otras actividades humanas, también en la medicina el progreso científico, si por una parte representa un instrumento formidable para mejorar las condiciones de vida y bienestar, por otra puede convertirse en un atropello o vejación.

El Papa señala que ningún tipo de investigación puede ignorar la intangibilidad que tiene todo ser humano: violar esta barrera significa abrir las puertas a una nueva forma de barbarie. Y el Pontífice recuerda a los médicos que “la visión cristiana del servicio al prójimo que está enfermo sólo puede ayudar a completar el ejercicio correcto de una profesión de fundamental relevancia social como es la medicina. Y en este sentido indica que también “la investigación biomédica espera ser vivificada por la inspiración cristiana para contribuir mejor al verdadero bienestar de la humanidad”.