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AUDIENCIA GENERAL: EL ADVIENTO ES ANUNCIO PODEROSO DE ESPERANZA El Santo Padre manifestó en la Audiencia del miércoles que el Adviento es anuncio poderoso de esperanza, que sacude en profundidad nuestra experiencia personal y comunitaria. El misterio de la Navidad, subrayó asimismo el Papa, nos asegura que Dios es el Emanuel – Dios-con-nosotros. Por lo tanto jamás debemos sentirnos solos. Este miércoles, el Santo Padre Juan Pablo II, celebró su última Audiencia General de 2003 en el Aula Pablo VI. El tema sobre el que reflexionó fue: “Un adviento de esperanza”. “El reino de Dios está cerca: estad seguros, no tardará”. Estas palabras, de la Liturgia del día, expresan el clima de nuestra ansiosa y orante preparación a las Fiestas navideñas tan cercanas. El Adviento, subrayó el Papa, mantiene viva la espera de Cristo, que vendrá a visitarnos con su salvación, realizando con plenitud su Reino de Justicia y de paz. La anual conmemoración del nacimiento del Mesías en Belén renueva en el corazón de los creyentes la certeza que Dios tiene fe en sus promesas. El Adviento es, por lo tanto, anuncio poderoso de esperanza, que sacude en profundidad nuestra experiencia personal y comunitaria. Todo hombre sueña con un mundo más justo y solidario, subrayó el Papa, donde las condiciones de vida dignas y una pacífica convivencia hagan armoniosas las relaciones entre individuos y entre pueblos. Pero, muchas veces no es así. Obstáculos, contrastes y dificultades de varios tipos hacen dura nuestra existencia y a veces la oprimen. Las fuerzas y en ánimo de comprometerse por el bien corren el riesgo de ceder al mal que a veces parece tener la mejor parte. Es especialmente en estos momentos, manifestó Juan Pablo II, cuando nos llega la esperanza. El misterio de la Navidad, que dentro de pocos días conmemoraremos, nos asegura que Dios es el Emanuel – Dios-con-nosotros. Por lo tanto jamás debemos sentirnos solos. Él está cerca, se ha hecho uno de nosotros naciendo en el seno virginal de María. Ha compartido nuestra peregrinación en la tierra, garantizándonos alcanzar la alegría y la paz, a la que aspiramos desde lo más profundo de nuestro ser. El tiempo de adviento ilumina un segundo elemento de la esperanza, que concierne más en general al significado y el valor de la existencia. Tantas veces se nos pregunta: ¿quiénes somos?,¿dónde vamos?, ¿qué sentido tiene aquello que hacemos en la tierra?, ¿qué nos espera después de la muerte? Hay objetivos sin duda buenos y honestos, subrayó el Pontífice: la búsqueda de un mayor bienestar material, el perseguir metas sociales, científicas y económicas cada vez más avanzadas, una mayor realización de las esperanzas personales y comunitarias. ¿Pero son suficientes estas metas para satisfacer las aspiraciones más íntimas de nuestra alma? Se preguntó Juan Pablo II. “La liturgia de hoy, recordó el Santo Padre, nos invita a prolongar la vista y a contemplar la Sabiduría de Dios que nace del Altísimo y que es capaz de extenderse a los confines del mundo, disponiéndolo todo “con suavidad y fuerza”. Del pueblo cristiano brota entonces la invocación espontánea: “Ven, Señor, no tardes” . Finalmente, es preciso subrayar un tercer elemento característico de la esperanza cristiana, que el tiempo de Adviento evidencia de manera clara. Al hombre, que elevándose a las vicisitudes cotidianas busca la comunión con Dios, el Adviento y sobretodo la Navidad, le recuerda que ha sido Dios quien ha tomado la iniciativa de salirle al encuentro. Haciéndose niño, Jesús ha asumido nuestra naturaleza y ha establecido para siempre su alianza con toda la humanidad. Juan Pablo II concluyo su última catequesis de este año 2003, manifestando que el sentido de la esperanza cristiana, propuesta de nuevo por el Adviento, es la de la espera confiada, de la disponibilidad operosa y la apertura alegre al encuentro con el Señor. A Belén Él ha venido para permanecer con nosotros, para siempre. Alimentemos, pues, estos días de inmediata preparación a la Natividad de Cristo con la luz y el calor de la esperanza. Este es el augurio que os deseo a los que estáis aquí presentes y a vuestros familiares. Lo confío a la maternal intercesión de María, modelo y sostén de nuestra esperanza. ¡Feliz adviento y Feliz Navidad a todos! Este fue el resumen de la catequesis del Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia. Queridos
hermanos y hermanas: Puesto que el Hijo de Dios, nacido de María, está con nosotros y nos acompaña, no hemos de sentirnos solos en nuestro caminar terreno. Él nos amplía también el horizonte de nuestras aspiraciones inmediatas, para considerarlas a la luz de la Sabiduría divina. Es importante recordar que ha sido Dios quien ha tomado la iniciativa de encontrarse con nosotros. Por eso, la esperanza del Adviento consiste precisamente en prepararnos para este encuentro gozoso con Quien cambia nuestra vida para salvar a todo el género humano. Este fue el saludo del Papa en español: Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de empresarios argentinos y a los venidos de Cartagena y Murcia. Os encomiendo a la Santísima Virgen María, modelo y apoyo de nuestra esperanza cristiana. ¡Feliz adviento y Feliz Navidad a todos! Como siempre Juan Pablo II tras haber saludado en varias lenguas se dirigió a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados a quienes ha agradecido su participación en este encuentro con el Sucesor de Pedro. “A pocos días de la Navidad, deseo que esta fiesta solemne lleve a cada uno consuelo y esperanza”. Antes, el Pontífice se dirigió a los fieles del Valle de Aosta para agradecerles la acogida que le dispensa cuando les visita, con motivo de las vacaciones y por haberle regalado el Árbol de Navidad, así como los demás abetos que adornan el Vaticano durante estas entrañables fechas. El árbol de Navidad que la provincia del Valle de Aosta ha regalado al Papa Juan Pablo II, es un colosal abeto de 30 metros de altura y 110 años de edad que hoy ha sido instalado en la Plaza San Pedro. El abeto, que está situado a un lado del gran nacimiento, ha sido entregado junto con otros 20 árboles de menor tamaño que se han colocado en la Ciudad del Vaticano, y son un regalo de esta región autónoma italiana que el Santo Padre ha visitado durante siete años en sus vacaciones. Durante la audiencia general del miércoles, 300 valdostanos, entre ellos el presidente de la región, a los que el Papa saludó, entregaron simbólicamente el abeto a Juan Pablo II. Uno de los árboles, decorado por artesanos del Valle de Aosta, adorna el Aula Pablo VI y a sus pies se encuentra el Nacimiento de madera, hecho a mano, que el año pasado estuvo en la basílica superior de San Francisco, en Asís. Por la tarde el cardenal Edmund Szoka, presidente del Gobernatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, presidió la ceremonia oficial de iluminación del árbol. Participaron en el acto representantes del Valle de Aosta y grupos de coros y danzas de la región.
DISCRIMINACIONES ÉTNICAS O CULTURALES NO TIENEN ESPACIO EN COMUNIDAD DE CREYENTES “No hay espacio en la comunidad de creyentes para las discriminaciones étnicas o culturales”. Esta era la afirmación del Papa en su discurso a los obispos sudaneses con quienes ha rezado por la paz en este país afligido por 20 años de guerra. Juan Pablo II rezó por la paz en Sudán, un país afligido por 20 años de guerra, durante la audiencia del lunes a los obispos sudaneses en visita ad limina. El Papa recordó además el ejemplo de Santa Bakhita y San Daniel Comboni para reafirmar que no hay espacio en la comunidad de creyentes para las discriminaciones étnicas o culturales. “En este momento decisivo para vuestro país, en el que el final de 20 años de conflicto abre el camino a la reconciliación y la pacificación, la ocasión de vuestra visita ad limina es un momento de gracia”. Estos 20 años de guerra han provocado en Sudán más de dos millones de muertos. El Santo Padre evocó en su discurso dos figuras estrechamente ligadas a la atormentada tierra africana: Santa Josephine Bakhita y San Daniel Comboni, “testimonios de la fe y la caridad cristiana. La primera, vendida como esclava en su infancia, es un llamamiento a la lucha para liberar a los pueblos de la opresión y la violencia. Su vida –dijo el Papa- demuestra que las discriminaciones étnicas o culturales no tienen lugar en una sociedad civilizada y tampoco encuentran espacio el la comunidad de los creyentes. Entre los frutos de la caridad en Sudan, el Papa citó la agencia humanitaria SUDANAID, de la Conferencia Episcopal del país, para recordar que la Iglesia puede ofrecer una contribución en la vida social, incluso mediante el establecimiento de relaciones mas estrechas y positivas con las instituciones nacionales, y esforzándose por la “reactivación de la comisión para el diálogo interreligioso”. Como obispos vuestras palabras y vuestras obras no deben ser nunca la expresión de preferencias políticas personales, sino que deben reflejar el espíritu del Buen Pastor. Y como ejemplo de este espíritu el Papa recordó a San Daniele Comboni que, aun siendo un gran defensor de la inculturación de la fe, no ahorró esfuerzos para familiarizarse con la cultura y la lengua de los pueblos que encontró en África y en Sudán. Juan Pablo II invitó a todos los sacerdotes a seguir su ejemplo, permanecer despegados de los bienes materiales y respetar el celibato para seguir verdaderamente a Cristo.
FOMENTAR LA SOLIDARIDAD CONTRA LOS MALES QUE DERIVAN DEL CAPITALISMO “En el mundo de la globalización hay que fomentar la solidaridad, evitando los males que se derivan de un capitalismo que pone el lucro por encima de la persona”. Así lo afirmaba Juan Pablo II al nuevo embajador de la República Dominicana. Juan Pablo II recibía el lunes las cartas credenciales del nuevo embajador de la República Dominicana ante la Santa Sede, Carlos Marion-Landais Castillo. En el discurso que entregó al diplomático, el Papa recordaba que en suelo dominicano se celebró la primera misa en los inicios de la Evangelización de América y más tarde se administraron los primeros bautizos de indígenas. Y como el Papa Julio II, en 1511, erigió las primeras diócesis del continente en Santo Domingo, diócesis sufragáneas de la sede metropolitana de Sevilla. Para celebrar esos quinientos años de existencia, el Episcopado dominicano prepara un Plan Nacional de Pastoral de Evangelización, al que el Santo Padre ha deseado los mejores frutos. Cinco siglos durante los cuales, dijo el Pontífice “la Iglesia ha acompañado el caminar del pueblo dominicano, anunciándole los principios cristianos, que son fuente de sólida esperanza e infunden un renovado dinamismo a la sociedad”. La Santa Sede se complace por las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado, y formula fervientes votos para que continúen incrementándose en el futuro, afirmó Juan Pablo II, que quiso mencionar al respecto “la acción eclesial en favor de los discapacitados, los enfermos de sida, las minorías étnicas, los emigrantes y refugiados”. Así como la presencia de la Iglesia en el campo educativo con la que ofrece una aportación significativa en el esfuerzo común por fomentar una sociedad más justa y atenta a las necesidades de sus miembros más débiles. En la raíz de los males sociales, económicos y políticos de los pueblos suele estar el repudio u olvido de los genuinos valores éticos, espirituales y transcendentes. “Es misión de la Iglesia -subrayó Juan Pablo- II recordarlos, defenderlos y consolidarlos. En la solución de esos problemas no debe olvidarse que el bien común es el objetivo a conseguir, para lo cual, la Iglesia, sin pretender competencias ajenas a su misión, presta su colaboración al gobierno y a la sociedad.” “En el mundo de hoy no basta limitarse a la ley del mercado y su globalización; hay que fomentar la solidaridad, evitando los males que se derivan de un capitalismo que pone el lucro por encima de la persona y la hace víctima de tantas injusticias, finalizó diciendo el Santo Padre. Los que más sufren en las crisis son siempre los pobres. Por eso, deben ser el objetivo especial de los desvelos y atención del Estado”. Antes de concluir el encuentro el Papa expresó al embajador su cercanía por todos los afectados por el terremoto del pasado mes de septiembre y las recientes inundaciones.
LA IGLESIA Y EL MUNDO NECESITAN LA VIDA CONSAGRADA Ante la crisis de las vocaciones, Juan Pablo II reiteró «con firmeza y convicción, la necesidad de la vida consagrada para la Iglesia y para el mundo», en su discurso al tercer grupo de obispos franceses en Visita Ad Limina. El Papa recibió el jueves al tercer grupo de obispos de Francia que han finalizado su quinquenal visita ad Limina Apostolorum. En el tradicional discurso que el Santo Padre entrega a los prelados que cumplen esta Visita, Juan Pablo II puso de relieve las esperanzas, los interrogativos y el dinamismo de la realidad pastoral de la Provincia eclesiástica de Marsella, a la que pertenecen estos Pastores. Recordando que las distintas relaciones de esta Iglesia local de Francia evidencian la crisis de las vocaciones que se verifica en este país, Juan Pablo II reitera «con firmeza y convicción, la necesidad de la vida consagrada para la Iglesia y para el mundo». Tras citar las realidades enlazadas con los distintos carismas y subrayando los esfuerzos que se cumplen, en muchos casos, para encontrar la senda de la unidad - debido a los problemas que surgen con la disminución de los miembros de las distintas comunidades - Juan Pablo II exhorta a «promover siempre la vocación y la misión de las personas consagradas». Y, poniendo de relieve luego la importancia de la vida consagrada para los jóvenes - que se sienten desorientados por la «sociedad inquieta» de hoy - el Pontífice recuerda que «las jóvenes generaciones necesitan testimonios valientes que exhorten a vivir el Evangelio y se entreguen generosamente al servicio de los hermanos». Expresando, más adelante, su profundo aprecio por el valioso compromiso de caridad y solidaridad de las personas consagradas al servicio de los más pobres, no sólo en Francia, sino también en todo el mundo - en especial en África, Asia y América Latina - el Papa hace hincapié en la importancia de «los signos proféticos del amor del Señor, que anhela transformar el corazón de los hombres». Finalmente, Juan Pablo II quiso dirigir unas palabras de aliento y solidaridad a las numerosas personas que, en días pasados, han resultado afectadas por las graves inundaciones que se han producido en el sur de Francia. Y ha encomendado a estos obispos y a todos sus diocesanos a la maternal protección de María, «que acogió a Cristo en una respuesta de amor y entrega a la voluntad del Padre». En el contexto de esta Visita ad Limina, tuvimos ante nuestros micrófonos a uno de los prelados franceses que ha sido recibido esta mañana por el Santo Padre. Mons. Dominique Rey, Obispo de Frejus, Tulón, nos comentó la importancia de la nueva Evangelización para afrontar la crisis de secularización que vive Francia y destacó el impulso del carisma de Juan Pablo II: Este prelado francés hizo hincapié en la actualidad del Evangelio y de Cristo para el mundo de hoy y en la esperanza que representa para el futuro: Comentando brevemente el Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Paz 2004, Mons. Rey, subraya la responsabilidad y la gracia de testimoniar e impulsar la paz, don de Dios, en todo el mundo:
“JUAN PABLO II, LOS CAMINOS DE LA JUSTICIA” “El único camino es el del respeto a la persona, de cualquier cultura, lengua o religión”. El Santo Padre recibió el viernes en audiencia en el Vaticano al Comité promotor del libro “Juan Pablo II, los caminos de la justicia”. Un volumen escrito por un grupo de juristas italianos con motivo del XXV año de pontificado del Papa. Se trata de una antología de reflexiones, que se basan en las enseñanzas anunciadas con vigor por los caminos del mundo por el Sucesor de Pedro durante este último cuarto de siglo. La obra recoge el homenaje de 420 juristas de todo el mundo, entre los cuales destacan ilustres estudiosos de religión judía y musulmana. Las contribuciones de los juristas que han querido participar en este homenaje al Papa están divididas en 25 secciones en las que son abordadas todos los argumentos que mayormente son de más actualidad y entre los cuales destacan los temas sobre la “democracia, los derechos humanos, en particular el derecho a la vida, el matrimonio, sobre la familia, la libertad, la globalización, la paz y el tema de las raíces cristianas en la futura Carta de la Unión Europea”. En su discurso el Papa les exhortó a seguir con su afán “de tutelar al hombre y a su dignidad”, así como el de perseguir el bien común y el entendimiento entre los pueblos. “El único camino que se ha de recorrer es el del respeto a la persona humana, de cualquier cultura, lengua o religión”. “También yo -dijo el Papa- en el Mensaje para la próxima Jornada Mundial por la paz he subrayado la importancia y la urgencia de “educar a la paz”. “Deseo vivamente que esta obra contribuya de una manera mejor para evidenciar el fundamental deber de tutelar los derechos humanos.
El Santo Padre saludó el viernes a una representación de la Acción católica italiana que recibió al final de la mañana en la sala Clementina. “Faltan pocos días para Navidad, esta gran fiesta que nos recuerda el nacimiento de Jesús”, dijo Juan Pablo II. “Hace 2.000 años Él vino al mundo para salvar a la humanidad entera, y constantemente viene a visitarnos. “Nuestra Señora, que en Belén le dio a luz, os ayude a acogerlo con generosidad. Cristo trae el don de la paz”. El Papa, que pidió a los jóvenes que recen por él, les dijo que se hagan mensajeros de la paz de Cristo en sus familias y entre sus amigos.
ÁNGELUS: “NO SOFOQUEMOS LA NAVIDAD EN EL RUIDO Y EN LA CONFUSIÓN” “No sofoquemos la Navidad en el ruido y en la confusión”. El secreto de esta fiesta se vive en la “humildad, el silencio, el estupor y el gozo”. Juan Pablo II antes del Ángelus resaltó la figura de María. “Si queremos comprender el significado auténtico de la Navidad es a Ella a quien debemos invocar”. Juan Pablo II fiel a la tradicional cita de los domingos se asomó a mediodía a la ventana de su estudio en la plaza de san Pedro para dirigir la oración del Ángelus. En su alocución a los fieles y peregrinos antes del rezo mariano, el Santo Padre recordó que la “Navidad está ya muy cercana” y que mientras se dan los últimos retoques al belén y al árbol natalicio, que están también presentes en la plaza de san Pedro, “es necesario asimismo preparar el ánimo para vivir intensamente este gran misterio de la fe. En los últimos días de Adviento, explicó Juan Pablo II, la liturgia resalta de manera particular la figura de María. En su corazón, de su “heme aquí” lleno de fe, en respuesta a la divina llamada, da inicio la encarnación de Redentor. Si queremos comprender el significado auténtico de la Navidad, es a Ella, por tanto, a quien debemos mirar, es a Ella a quien debemos invocar. María, la Madre por excelencia, señaló el Papa, nos ayuda a entender las palabras-clave del misterio del nacimiento de su divino Hijo: “humildad, silencio, estupor, gozo”. María nos exhorta a la “humildad” para que Dios pueda encontrar espacio en nuestro corazón, no ofuscado por el orgullo y la soberbia. Nos indica el valor del “silencio”, que sabe escuchar el canto de los Ángeles y el gemido del Niño Jesús, no sofocándolo en el ruido ni en la confusión. Junto a Ella permaneceremos en el pesebre con íntimo “estupor”; saboreando el “gozo” simple y puro que aquel Niño dirige a la humanidad. En la Noche Santa, el Astro naciente, “esplendor de la luz eterna, sol de justicia”, vendrá a iluminar a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte. Guiados por la liturgia de hoy, hagamos nuestros los sentimientos de la Virgen y permanezcamos en trepidante espera de la Navidad de Cristo. Después de recitar el rezo del Ángelus, el Santo Padre saludó en italiano a los peregrinos. De manera particular a la Asociación “Para una esperanza más” de Verona. “Este nombre vuestro -dijo el Pontífice- entona muy bien con el espíritu de la Navidad. Jesús de hecho viene a dar esperanza a todos los hombres y a la entera familia humana. El Papa deseó a todos los presentes en la plaza de San Pedro un feliz domingo.
CARDENAL TZADUA, SACERDOTE Y OBISPO CELANTE QUE GASTÓSU VIDA POR CRISTO Y LA IGLESIA “Dichosos los siervos que el señor al venir encuentra despiertos”. Juan Pablo II presidió el martes por la mañana en el altar de la Confesión de la Patriarcal Basílica Vaticana, la liturgia exequial por el cardenal Paulos Tzadua, arzobispo emérito di Addis Abeba, muerto el pasado jueves, día 11, en una clínica romana tras una larga enfermedad. La Santa Misa fue celebrada por el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, junto a los cardenales de la Curia. El Papa leyó la homilía. “Estén ceñidas vuestras cinturas y las lámparas encendidas”. Nuestro venerado hermano, dijo el Santo Padre, ha sido llamado por el Señor en este tiempo de Adviento: días durante los cuales son insistentes los llamamientos a la vigilancia, a la espera y a la esperanza. “Estad preparados porque en el momento en que no penséis vendrá el Hijo del hombre”. El cristiano debe estar siempre listo para afrontar el paso decisivo de la muerte, porque es grande el evento que nos espera: “el encuentro cara a cara con Dios”. “Dichosos los siervos que el señor al venir encuentra despiertos”. De nuevo los versículos del evangelio de Lucas sirvieron a Juan Pablo II para considerar al cardenal Paulos Tzadua, como el sacerdote y el obispo celante que ha gastado su vida por Cristo y la Iglesia. A imitación del Señor se hizo servidor de sus hermanos poniendo a su disposición sus cualidades y sus conocimientos, especialmente en el campo jurídico. Pero más allá de su fatiga pastoral se entregó dando prueba siempre de su santidad de vida. El Papa recordó durante la homilía los distintos ámbitos en los que trabajó y ejerció su ministerio apostólico el cardenal Tzadua. Especialmente cuando, como generoso pastor, dirigió su diócesis; fue portavoz en el sínodo de los obispos en los que participó como presidente de la Conferencia Episcopal de Etiopía; así como cuando fue más tarde arzobispo de Addis Abeba y cardenal. Un ministerio que culminó en la Asamblea Especial del Sínodo de los obipos para África, que tuvo lugar en el Vaticano en 1994.
JORNADA MUNDIAL PAZ: «UN COMPROMISO SIEMPRE ACTUAL: EDUCAR A LA PAZ» «Escuchad todos el humilde llamamiento del sucesor de Pedro que grita ¡Aún hoy, al inicio del nuevo año 2004, la paz es posible. Y, si es posible, la paz es también una necesidad apremiante!» Es la conmocionada exhortación con la que Juan Pablo II abre su Mensaje para la celebración de la próxima Jornada Mundial de la Paz, cuyo lema es «Un compromiso siempre actual: educar a la paz». En este Mensaje que fue presentado el martes, el Papa se dirige a los Jefes de las Naciones, que tienen el «deber de promover la paz»; a los Juristas, dedicados a «abrir caminos de entendimiento pacífico, preparando convenciones y tratados que refuerzan la legalidad internacional»; a los Educadores de la juventud, que en cada continente trabajan «para formar las conciencias en el camino de la comprensión y del diálogo». Y se dirige también a los hombres y mujeres que sienten «la tentación de recurrir al terrorismo como instrumento inaceptable, comprometiendo así, desde la raíz, la causa por la cual están combatiendo». Tras recordar el anhelo de su predecesor, Pablo VI, de que el uno de enero de cada año se celebrara una Jornada Mundial de oración por la Paz, Juan Pablo II afirma textualmente que «la humanidad necesita más que nunca reencontrar la vía de la concordia, al estar estremecida por egoísmos y odios, por afán de poder y deseos de venganza». Y después de evocar los temas para estas Jornadas, propuestos por el Papa Montini y luego por él mismo, hace hincapié en el lema de su primer Mensaje «Para lograr la paz, educar a la paz». «Hoy es más urgente que nunca porque los hombres, ante las tragedias que siguen afligiendo a la humanidad, están tentados de abandonarse al fatalismo, como si la paz fuera un ideal inalcanzable». Reiterando los cuatro pilares indicados por el Beato Juan XXIII, en la Encíclica Pacem in terris -«verdad, justicia, amor y libertad» - el Papa pone de relieve la urgencia de «Educar a la legalidad». «Los acuerdos firmados libremente deben ser cumplidos», regla fundamental «sobre todo en los momentos en que se percibe la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho». Como en la segunda guerra mundial, en la que «la humanidad experimentó una espiral de violencia, destrucción y muerte, nunca vista antes». Profundizando en la importancia de «La observancia del derecho» y en el papel de la Organización de las Naciones Unidas, que cuenta con «un Consejo de Seguridad dotado de amplios poderes de acción», el Papa recuerda «la prohibición del recurso a la fuerza» contemplado en la Carta de la ONU, que prevé únicamente dos excepciones. La del «derecho natural a la legítima defensa» y la del «sistema de seguridad colectiva». Reconociendo que la ONU - «incluso con límites y retrasos, ha contribuido a promover notablemente el respeto de la dignidad humana, la libertad de los pueblos y la exigencia del desarrollo» - Juan Pablo II aboga por «un nuevo ordenamiento internacional». Y reitera la necesidad de «una reforma» que capacite a esta Organización «para funcionar eficazmente en la consecución de sus propios objetivos estatutarios»… pues la humanidad «necesita hoy un grado superior de ordenamiento internacional». El Papa lamenta «la plaga funesta del terrorismo» y las dificultades que afronta «hoy el derecho internacional». Juan Pablo II señala que «la plaga del terrorismo se ha hecho más virulenta en estos últimos años y ha producido masacres atroces que han obstaculizado cada vez más el proceso de diálogo y negociación, exacerbando los ánimos y agravando los problemas, especialmente en Oriente Medio». «La lucha contra el terrorismo no puede reducirse sólo a operaciones represivas y punitivas», advierte el Papa, recomendando luego que «es esencial que incluso el recurso necesario a la fuerza vaya acompañado por un análisis lúcido y decidido de los motivos subyacentes a los ataques terroristas». Lucha que «debe realizarse también en el plano político y pedagógico». Evitando «las causas que originan las situaciones de injusticia de las cuales surgen a menudo los móviles» e insistiendo en «una educación inspirada en el respeto de la vida». En «la necesaria lucha contra el terrorismo», «el derecho internacional ha de elaborar ahora instrumentos jurídicos» con «mecanismos eficientes de prevención, control y represión de los delitos». Juan Pablo II señala que «los gobiernos democráticos saben bien que el uso de la fuerza contra los terroristas no puede justificar la renuncia a los principios de un Estado de derecho. Serían opciones políticas inaceptables las que buscasen el éxito sin tener en cuenta los derechos humanos fundamentales, dado que ¡el fin nunca justifica los medios!» «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). El Santo Padre dedica la última parte de este denso Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004 a la «Aportación de la Iglesia», evocando las palabras de Jesús y el anuncio de salvación que la misma Iglesia propaga por todo el mundo, impulsando la «pacífica convivencia entre las Naciones». El Papa recomienda que«la edificación de la paz no puede prescindir del respeto de un orden ético y jurídico». «El Derecho internacional debe evitar que prevalezca la ley del más fuerte, previendo sanciones apropiadas para los transgresores, además de la debida reparación para las víctimas. Esto ha de valer también para aquellos gobernantes que violen impunemente la dignidad y los derechos con el pretexto inaceptable de que se trata de cuestiones internas de un Estado». Invitando a instaurar «la civilización del amor», el Pontífice recuerda a «los cristianos y a todas las personas de buena voluntad, la necesidad del perdón para solucionar los problemas, tanto de los individuos como de los pueblos», pues «¡no hay paz sin perdón!». Lo repite «teniendo concretamente los ojos ante la crisis que sigue arreciando en Palestina y en Oriente Medio». Juan Pablo II desea recordar «a las mujeres y a los hombres de cada lengua, religión y cultura el antiguo principio de que ‘todo lo vence el amor’» y, afirmando: «¡Sí, queridos hermanos y hermanas de todas las partes del mundo, al final vencerá el amor!», el Papa invita a que «cada uno se esfuerce para que esta victoria llegue pronto».
INTENCIÓN GENERAL PARA EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN DE DICIEMBRE En su Intención General para el Apostolado de la Oración de diciembre, Juan Pablo II invita a rezar «por los seguidores de todas las religiones, para que juntos contribuyan a aliviar los sufrimientos de los hombres de nuestro tiempo». Para finalizar este 2003, el Santo Padre invita a rezar «por los seguidores de todas las religiones, para que juntos contribuyan a aliviar los sufrimientos de los hombres de nuestro tiempo». Reflexionando sobre esta intención general para el Apostolado de la Oración que propone Juan Pablo II, Mons. Félix Machado profundiza en el «sufrimiento», como «parte integrante de nuestra vida». Puesto que «ningún ser humano está exento del dolor, la pena y el sufrimiento», en todos los ámbitos. En el físico, en el psicológico – mental y en el espiritual. Tras señalar que la religión da a la persona «la última razón de su vivir». Y que «de esta manera cada creyente, hombre o mujer, enraizado en su tradición religiosa, puede transformarse en testigo de la vida trascendente y así contribuir con los otros a aliviar el sufrimiento de cada persona y de la humanidad entera», Mons. Machado va analizando el significado del sufrimiento en las distintas religiones, para luego evocar las «señales de esperanza» de las que habla Juan Pablo II en Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente. Documento en el que el Pontífice subraya que «en la sociedad en general, entre los signos de esperanza se incluyen los progresos de la ciencia, de la tecnología y sobre todo de la medicina al servicio de la vida humana…» (n. 46) Poniendo de relieve luego «las maravillas de la atención médica y de la medicina en el día de hoy» y la evidencia de que «colaboran en este campo personas de todas las religiones, a fin de aliviar los padecimientos humanos, ya que el progreso médico es fruto de la cooperación entre personas pertenecientes a diferentes naciones, colores y también religiones». Paradójicamente - lamenta el Papa – en el mundo de hoy la vida se ve amenazada por esta misma tecnología médica altamente avanzada». Paradoja que ha llegado al extremo de crear una «cultura de la muerte» donde el aborto, la eutanasia y los experimentos genéticos – que contemplan la creación de embriones humanos que luego pueden desecharse – sobre la vida humana, han recibido ya reconocimiento legal o están en trance de obtenerlo. El incisivo análisis de esta situación hecho por Juan Pablo II pone de relieve su gravedad. Gravedad que el Santo Padre llama a afrontar, recomendando que «a la crisis de civilización hay que responder con la civilización del amor asentada en los valores universales de paz, solidaridad, justicia y libertad, que encuentran en Cristo su plena realización». Además, como el Papa ha lamentado en numerosas oportunidades, en el mundo de hoy, gran parte de los padecimientos es originada por conflictos, violencias y guerras. Mons. Machado evoca la histórica Jornada Mundial de Oración por la Paz, convocada por Juan Pablo II y celebrada en Asís. Ese 24 de enero de 2002, el Santo Padre exclamaba: «¡Nunca más violencia! ¡Nunca más guerra! ¡Nunca más terrorismo!» y hacía un apremiante llamamiento para que «En nombre de Dios toda religión difunda en la tierra Justicia y Paz, Perdón, Vida y Amor». En la ciudad de San Francisco, en su compromiso conjunto por la paz, los líderes religiosos invitados por el Papa prometieron juntos: «Nos empeñamos en ponernos del lado de los pobres y desamparados, a hablar por los que no tienen voz y a trabajar eficazmente por cambiar estas situaciones, convencidos de que nadie puede ser feliz él solo». (Asís, 24 de enero de 2002). Cómo no recordar, en este contexto, las palabras que escribió Juan Pablo II en la carta con la que enviaba a los jefes de Estado o de Gobierno el «decálogo de Asís», que nació precisamente en la Jornada de Oración por la paz en el mundo, que él mismo convocó. «Las intervenciones inspiradas de estos hombres y mujeres, representantes de las diversas confesiones religiosas, así como su deseo sincero de trabajar en favor de la concordia, de la búsqueda común del verdadero progreso y de la paz en el seno de toda la familia humana, encontraron su expresión elevada y, a la vez, concreta en un "decálogo" proclamado al término de esa excepcional jornada»…. «Pude constatar que los participantes en el encuentro de Asís estuvieron animados más que nunca por una convicción común: la humanidad debe elegir entre el amor y el odio. Y todos, sintiéndose miembros de una misma familia humana, supieron traducir esa aspiración a través de este decálogo, persuadidos de que, si el odio destruye, el amor, por el contrario, construye».
CELEBRACIONES PRESIDIDAS POR EL SANTO PADRE Juan Pablo II celebrará la Misa del Gallo en la Solemnidad de la Natividad del Señor la noche del 24 de diciembre en la Basílica Vaticana. En una notificación de la oficina de las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice se informa de las celebraciones del tiempo de Navidad que estarán presididas por el Santo Padre. Además de la misa del Gallo, el Papa dirigirá el 25 de diciembre su mensaje navideño al mundo e impartirá la Bendición Urbi et Orbi. El 31 de diciembre, el Pontífice presidirá a las 6 de la tarde, las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, durante la cual se cantará el tradicional himno del Te Deum como conclusión del año civil. Por último el 1 de enero, Juan Pablo II presidirá la celebración de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios en la octava de Navidad en ocasión de la 37 Jornada Mundial de la Paz cuyo tema central es “Un compromiso siempre actual: educar a la paz”.
LA CAPTURA DE SADAM NO REPARA LOS DAÑOS Y DRAMAS DE LA GUERRA La Santa Sede espera que la captura de Sadam y el proceso que se le seguirá en las sedes apropiadas contribuyan a la pacificación y a la democratización de Irak. Aunque es ilusorio que reparen los dramas y los daños de la guerra. En la presentación del Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz respondió a algunas preguntas de los periodistas presentes sobre la captura de Sadam Huseín, con la esperanza de que sea juzgado en sedes apropiadas y de que se logre la pacificación en Irak: “Es de desear, como subraya la mayoría de los observadores que esta captura y el proceso que seguirá en las sedes apropiadas - la Santa Sede espera que haya sedes apropiadas – contribuyan a la pacificación y a la democratización de Irak, pero me parece ilusorio esperar que puedan reparar los dramas y los daños de esa derrota de la humanidad que es siempre la guerra como ha reiterado constantemente Juan Pablo II”. Asimismo, al ser preguntado sobre una posible condena a la pena capital del ex dirigente iraquí, el purpurado recordó la postura contraria a la pena de muerte por parte del Papa, de la Santa Sede – así como la de él mismo, en calidad de Observador Permanente ante la ONU durante 16 años. La captura de Sadam Husein es "una alegría" para todos los iraquíes, "incluidos los obispos", ha afirmado en una reciente entrevista, Mons. Rabban Al Qas, prelado de Amadiyah, en el norte de Irak, a la agencia católica "Asianews". "Finalmente el miedo ha sido aniquilado. Ahora la cabeza de la serpiente ha sido aplastada y el régimen ha acabado de verdad. En los meses de ocupación aliada la gente ha vivido con terror y con el miedo de que Sadam apareciera de nuevo. Ahora el raís es un hombre acabado y para nosotros en Irak se abre un periodo de reconstrucción", dijo el prelado, que se encuentra hospitalizado en Roma. Rabban Al Qas, que será operado en un pierna tras ser alcanzado en una explosión en Irak, agregó que si el 9 de abril (fecha de la caída de Bagdad) fue la liberación política, "ahora es la liberación de los espíritus". Mons Rabban ha contado que no se puede decir que Sadam fuera tolerante hacia la Iglesia y que prueba de ello es que en el año 2002 ordenó que en todos los carnés de identidad fueran cancelados los nombres cristianos. “Todos, pueblo e Iglesia, hemos sufrido bajo este régimen dictatorial, todos hemos sido perseguidos: cristianos, chiíes, árabes, kurdos, siriocaldeos. Nosotros somos el pueblo iraquí y hemos sufrido la opresión", afirmó el obispo, que aseguró que bajo Sadam Hussein el 85 por ciento de los iraquíes sufrieron su intolerancia. Mons Rabban Al Qas dijo que como obispo considera que es justo que Sadam tenga un juicio ante un tribunal iraquí. “Pero a pesar de que sea un malvado, su dignidad tiene ahora que ser respetada, aunque es necesario que confiese sus crímenes: los millones de personas que ha matado y ha hecho matar. También el perdón cristiano, (manifestó el obispo) supone la confesión y la expiación".
“EL
FRUTO DEL AMOR ES EL SERVICIO Y EL FRUTO DEL SERVICIO ES LA PAZ” La madre Teresa de Calcuta y su amor personal a Jesús fue el tema principal de la tercera predicación de Adviento del Padre Raniero Cantalamessa el viernes. Un amor a Jesús, que vivió tan intensamente como para considerarse su esposa. A través de una particularizada descripción de Madre Teresa, el P. Cantalamessa recordó uno de los dichos de la beata que manifestaba frecuentemente que “el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”. Ambas cosas –el amor por Jesús y el servicio de los más pobres entre los pobres- nacieron juntas en el alma de Madre Teresa. Particular atención prestó el predicador a lo que Madre Teresa denominaba el Evangelio de los cinco dedos, refiriéndose a las palabras de Jesús: “Me lo hacéis a mí”. Entre las distintas anécdotas y vivencias de la beata, el padre Cantalamessa recordó cómo, durante cierto encuentro, una religiosa le manifestó que mal acostumbraba a los pobres y ofendía su dignidad, dándole todo gratis sin pedirles nada a cambio. A lo que Madre Teresa respondió: “Hay tantas congregaciones que mal acostumbran a los ricos, que no pasa nada porque una mal acostumbre a los pobres”. La convicción de que el pobre y Cristo son una sola cosa, es la que llevó a responder también a Madre Teresa que tampoco ella se dedicaría a los pobres por todo el oro del mundo, queriendo dejar claro a quien mostraba su repugnancia por el humilde y difícil servicio que realizaba que la riqueza no era el motor de su vida sino el mismo Cristo. Madre Teresa no se limitó a dar a los pobres pan, vestidos y medicinas, sino todo aquello de lo que tenían más necesidad: amor, calor humano, dignidad. Su figura con un niño abandonado en los brazos o inclinada sobre un moribundo –según el predicador- el la imagen misma de la ternura de Dios. Ella nos recuerda que la verdadera grandeza de los hombres no se mide por el poder que uno ejerce sino por el servicio que presta. Extendiendo el argumento del evangelio de los cinco dedos a la Curia vaticana, el padre Cantalamessa recordó que hace 25 años tenemos ante los ojos a un hombre que se consume en el servicio del espíritu. “En Juan Pablo II el título de siervo de los siervos de Dios, introducido por San Gregorio Magno, no ha sido un título más, sino el resumen de su vida. Y afirmando con Madre Teresa que “el amor, para ser verdadero tiene que doler”, el predicador subrayó que no podemos decir que el sufrimiento haya estado ausente en los años de vida del sucesor de Pedro. Por último el P Cantalamessa recurrió de nuevo a Madre Teresa para culparla por haberle sugerido esta predicación en la que se ha tomado la libertad de hablar de esta manera, en la misma línea del amor que la beata sentía por el Papa.
PROMULGADOS 18 DECRETOS DE LA CONGREGACIÓN PARA CAUSAS DE LOS SANTOS El prefecto del dicasterio, cardenal Saraiva Martins dijo que “los santos y los beatos glorificados por Juan Pablo II son un don que acompañará para siempre la vida de la Iglesia”. La Congregación para las Causas de los Santos se reunió el sábado en la Sala Clementina del Vaticano ante Su Santidad Juan Pablo II para la promulgación de nuevos decretos. El prefecto del dicasterio, el cardenal José Saraiva Martins, en el discurso previo que abrió la sesión, subrayó el hecho de que ésta se produjera todavía con el ánimo lleno de gozo por el vigésimo quinto aniversario del Pontificado de Karol Woitila. Una feliz circunstancia que se ha verificado rarísimas veces en la historia bimilenaria de la Iglesia, y que ha suscitado por tanto vivo interés y conmovida participación incluso más allá del mundo católico. En todas partes las comunidades cristianas, dijo el purpurado, han recordado con afecto este aniversario. Y las mismas comunidades y cuantos siguen con filial devoción el magisterio del Juan Pablo II y su cotidiana actividad apostólica han reflexionado sobre la multiforme riqueza del servicio eclesial del Santo Padre. En particular los que se ocupan del dicasterio de la Causa de los Santos -explicó el cardenal Saraiva- han podido comprobar la manifestación profética y pastoral que han significado las numerosas beatificaciones y canonizaciones durante estos 25 años, viendo en ellas un signo distintivo del Pontificado. Los santos y los beatos glorificados por Su Santidad el Papa son de hecho un don que acompañará para siempre la vida de la Iglesia. El número de beatos y santos ya de por sí extraordinariamente elevado está en continuo crecimiento. Prueba de ello son los nuevos candidatos al honor de los altares que fueron presentados el sábado a Juan Pablo II. Se leyeron efectivamente cuatro decretos sobre cuatro milagros para la canonización respectiva; siete decretos sobre siete milagros para sendas beatificaciones; y siete decretos sobre las virtudes heroicas de otros tantos candidatos. El grupo de los 18 Siervos de Dios comprende: un cardenal, seis sacerdotes, 8 religiosas de las cuales tres son fundadoras, y de tres laicos. Entre los milagros para la canonización está el del beato, Josep Manyanet y Vives, sacerdote catalán que contribuyó a la renovación de las familias y de la sociedad española difundiendo los ejemplos y la devoción de la Sagrada Familia de Nazaret. Fundó la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Promovió la construcción del templo de la Sagrada Familia de Barcelona sobre un proyecto del arquitecto Antonio Gaudí del cual está también en curso el proceso de beatificación. Los otros tres milagros para la canonización. Son el del beato Nimatullah Al-Hardini, sacerdote libanés maronita; y los de las beatas italianas Paola Elisabetta Cerioli y Gianna Beretta Molla. Entre los siete decretos sobre los milagros para la beatificación está el de la española Eusebia Palomino Yenes, religiosa de la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora; el de la religiosa mexicana María Guadalupe García Zavala y el del emperador Carlos de Austria y rey de Hungría que, subido al trono en 1916, en plena primera guerra mundial, sirvió a su pueblo con justicia y caridad, buscó la paz y cultivó con empeño su vida espiritual.
2003: UNO DE LOS AÑOS CON MÁS AUDIENCIAS DEL PAPA Más de 17 millones de personas, una cifra similar a las que habitan en toda Australia. Este es el número de fieles y peregrinos que Juan Pablo II ha recibido en el curso de las 1.112 audiencias generales que ha celebrado a lo largo de sus 25 años de Pontificado, un récord más de los tantos que han marcado este último cuarto de siglo en la vida de la Iglesia. El dato de la participación en las audiencias ha sido suministrado por la prefectura de la Casa Pontificia. Este último año, el 2003, a pesar de las condiciones de salud del Papa, ha sido en cambio uno de los años en los que el Santo Padre ha tenido más audiencias en absoluto, 48, (precedido sólo de 1983 con 49 audiencias) y con una participación de más de medio millón de fieles y peregrinos. 1979 y el año santo jubilar del 2000 han sido los años con más presencias (aproximadamente un millón y medio de personas)
ILUMINACIÓN DEL ABETO DE PLAZA DE SAN PEDRO El abeto de 27 metros, regalado este año por el Valle de Aosta al Papa para adornar la Plaza de San Pedro, fue iluminado el miércoles por la tarde en una ceremonia a la que asistieron varios centenares de valdostanos, que agradecieron al Pontífice el hecho de haber pasado los veranos durante siete años en esta región alpina italiana. Miles de luces blancas y amarillas colocadas en el abeto, de 110 años de edad y 85 centímetros de diámetro, fueron encendidas mientras se entonaban canciones típicas de Navidad y del Valle de Aosta. Testimonios de la ceremonia fueron el presidente de esta región alpina italiana, el obispo de la diócesis y varios miles de fieles. Presidió la ceremonia el cardenal Edmund Szoka, presidente de la Pontificia Comisión para la Ciudad del Vaticano. El alcalde del Valle de Aosta dijo que “espera que este árbol sea "un mensaje de paz" para toda la humanidad en estos difíciles momentos que atraviesa”. Juan Pablo que había recibido a los valdostanos en audiencia les había dicho que recordaba con gran alegría y reconocimiento la cordialidad con la que siempre le han tratado. El abeto de la plaza de San Pedro ha sido colocado al lado del Belén de tamaño natural que tradicionalmente se levanta delante del Obelisco que preside el recinto vaticano. Además de éste abeto de 27 metros, el valle de Aosta también ha regalado otro árbol de siete metros de alto, que ha sido colocado en el Aula Pablo VI, donde el Papa celebra las audiencias generales de los miércoles.
DIÓCESIS
DE GRANADA (NICARAGUA) DIÓCESIS
DE GARZÓN (COLOMBIA) ARCHIDIÓCESIS
DE BOLONIA (ITALIA) DIÓCESIS
DE GENT (BÉLGICA) DIÓCESIS
DE LUGANO (SUIZA) ARCHIDIÓCESIS
DE CALABAR (NIGERIA) VICARIATO
APOSTÓLICO DE ARABIA (PENÍNSULA ARABIGA)
PONTIFICIA ACADEMIA DE LAS CIENCIAS CORTE
DE APELACIÓN DEL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO PONTIFICIA
ACADEMIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES
DOMINGO
IV DE ADVIENTO (C): 21 de diciembre de 2003 La liturgia de este domingo nos quiere preparar a recibir con alegría cristiana al que nacerá en Belén. Esa ciudad pequeña entre las aldeas de Judá, como nos recuerda hoy el profeta. Pero elegida por Dios para el nacimiento entre nosotros de su propio Hijo, hecho carne. Nadie mejor que la Virgen Madre nos puede enseñar a cómo alegrarnos del nacimiento del Señor. Es ella la que nos puede transmitir su propia alegría ante la llegada inminente de Jesús. Lo escuchamos hoy en el Evangelio. Cuando María llega a casa de Isabel, todo es una explosión de alegría: la alegría de verse las dos hechas madres por obra de Dios; la alegría de encontrarse los dos hijos que van a nacer; la alegría, sobre todo, por la salvación en ciernes que Dios va, por fin, a realizar... "¡Dichosa tú, que has creído!" -le grita Isabel-, "porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". Sí, María se alegra porque se cumplen los planes de Dios, cambiando la suerte de los que la habían perdido y poniendo en evidencia la falsedad del disfrute de los satisfechos... aquellos que parecen los felices y contentos y que siempre nos quieren hacer creer que la alegría viene de la mano del dinero, de la fama, del poder o del placer. Es gozarse en un amor de Dios volcado en los sencillos, aquellos de los que siempre se abusa, aquellos que no creían tener futuro, porque no cuentan para el mundo... aquellos que nunca alcanzan sus mejores ideales porque son aplastados por los más "listos" y "avispados" que logran subir a costa de pisar a otros... Es la alegría de comprobar un amor que desborda todo cálculo y que desconcierta toda la lógica basada en la ley del más fuerte... Es la alegría de toparse con la misericordia de Dios para con los que eran continuamente excluidos por aquellos que se sentían los únicos justos, con derecho a la salvación... Era la alegría de un Dios que se acerca tanto, tantísimo a todos y a cada hombre, que se identifica con el que no cuenta, el último en quien menos se podía pensar... ¡Hasta hacerse como él! Es así, hermanos, como María nos dice hoy dónde está el secreto de la alegría, el camino de la auténtica felicidad. No la que nos ofrecen esos rostros sonrientes pero que enmascaran insatisfacción y vacío interior. Esos hombres y mujeres que consideramos felices en las revistas de sociedad, o en la prensa del corazón, o en las entrevistas de la tele, pero que no es verdad, sino sólo fachada o propaganda en la que montan el rollo del que viven... A la corta o a la larga nos enteramos que aquello mismo de lo que alardeaban, con rostro henchido y satisfecho para envidia de muchos, se vuelve a romper o termina por aburrirles. Y comienzan otra aventura, otro camino, otra ilusión... para volverse a quebrar después. María nos grita hoy dónde está el secreto escondido de esa alegría pura y auténtica, que nada ni nadie nos puede quitar, que nunca nos puede cansar; esa aventura y esa libertad para la que está hecho cada hombre y cada mujer; esa que ni nos esclaviza a lo que no nos puede saciar, ni esclaviza a otros al tratar de conquistarla; esa que está al alcance de cada uno y tan cerca de cada corazón. Y es que, en el fondo, el amor es la fuente del gozo y el motivo que da sentido a la libertad. Pero es ese amor fiel de Dios que no falla, que es seguro, que es inmenso, el único que no nos puede defraudar, sino más bien llenar... Sólo tiene un inconveniente: está oculto, no es superficial... se halla en lo profundo de cada uno y enterrado en lo pequeño que nos roza cada día. Y, por eso, no suele contar y pasa desapercibido para los ojos engreídos de mirar arrogante; y, por eso, no puede ser experimentado por los corazones egoístas y raquíticos, faltos de grandeza y generosidad, que se conforman con la satisfacción fugaz de los sentidos y el disfrute de las apetencias del momento. Pero que está claro, muy claro y contundente para los que saben mirar como Isabel, como María, apreciando el amor inmenso del Señor que se hace presente, tan de verdad, en ellas mismas: ¡dichosa tú, que has creído y has consentido con tu "sí"! Porque lo que te ha dicho el Señor, seguro, seguro, con toda seguridad, se cumplirá. No es una alegría exclusiva y suya nada más. Es la alegría de saber que Dios viene para todos... viene para salvar no a unos pocos privilegiados, sino a colmar de sus bienes, hasta saciar, a todos los hambrientos de verdad, de justicia y de bondad.
MADRID: HOMENAJE A JUAN PABLO II EN XXV ANIVERSARIO DE SU ELECCIÓN «El Espíritu Santo nos dio hace veinticinco años precisamente el Papa que el mundo necesitaba». Lo señalaba el sábado en la capital española el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, en el Homenaje a Juan Pablo II en el vigésimo quinto aniversario de su elección. En este solemne acto organizado por la Conferencia Episcopal Española, que se celebró en el Palacio de Congresos de Madrid, participaron también el Predicador de la Casa Pontificia, Padre Raniero Cantalamessa, el Nuncio de Su Santidad en España, así como numerosas autoridades civiles y académicas nacionales. En su intervención, el Card. Rouco fue destacando la figura de Juan Pablo II, «su persona y su misión. Su peripecia biográfica personal y su ministerio universal sobrenatural». Evocando la elección del «papa eslavo preparado no sólo para acompañar los grandes cambios producidos en Europa y en el mundo con la caída del muro de Berlín», el Arzobispo de Madrid subrayó la «contribución decisiva» de Juan Pablo II «para el establecimiento pacífico de un nuevo orden político, basado en el respeto y promoción de la dignidad de la persona humana, de sus derechos fundamentales y de la solidaridad, afirmada y practicada con sentido de bien común. Contribución, por cierto, realizada de modo nada político y de esencia netamente humana y cristiana». Ante lo que calificó como «una asamblea muy especial que se quiere hacer eco de un gran clamor de gratitud por un acontecimiento realmente único: el cuarto de siglo de pontificado de un Papa como Juan Pablo II», el Card. Rouco hizo hincapié en cómo el Santo Padre «ha conducido a la Iglesia a los umbrales del nuevo milenio», con «un pontificado de gran relevancia para el mundo, para la Iglesia universal y también para España». El Arzobispo de Madrid destacó las palabras de Juan Pablo II que en la consagración de la Catedral de la Almudena, con las que: «el Papa nos ha alertado ante el peligro de olvidar las raíces cristianas de nuestra cultura y nos ha exhortado a configurar nuestro modo de vida, privado y público, de acuerdo con el Evangelio». «Sin imposiciones de ningún género, pero sin claudicaciones injustificadas». El Papa nos ha alertado también frente al peligro «de nacionalismo exasperado, de racismo y de intolerancia», en la inolvidable Vigilia Mariana con los jóvenes en «Cuatro Vientos». Peligros que ponen en cuestión la solidaridad y que, llegan a expresarse a veces, por desgracia, como recordaban los Obispos Españoles en Asamblea Plenaria en el lamentable fenómeno de la violencia terrorista, que tanto sufrimiento ha causado en nuestro País». Refiriéndose a este Peregrino de Paz, que «ha hecho del Sucesor de Pedro, una figura más cercana para millones de personas, católicos y no católicos, en particular para los jóvenes. Su anuncio de Jesucristo y su defensa de los derechos humanos, también en situaciones difíciles y conflictivas, ha dado frutos concretos de paz y de esperanza», el Purpurado español ha recordado que Juan Pablo II conoce también la lengua y la historia de España y que ha visitado cinco veces la tierra española. Juan Pablo II es respetado e incluso admirado en todo el mundo como un verdadero «maestro en humanidad» y como un “campeón de la paz”, subrayó el Card. Rouco, tras destacar la defensa del Papa «de la verdad del ser humano» por encima del relativismo o del totalitarismo, manifiesto o encubierto, de la razón de la fuerza». Ante las diversas manifestaciones de la cultura de la muerte, desde los atentados sangrantes contra la vida humana incipiente hasta las guerras y «la plaga funesta del terrorismo», denunciada por el Santo Padre en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2004, que acaba de ser publicado.
860 MIL PERSONAS VISITARON EXPOSICIÓN “EL ÁRBOL DE LA VIDA” EN SEGOVIA El obispo de Palencia y presidente de la Fundación Las Edades del Hombre, Rafael Palmero, entregó el pasado miércoles a Juan Pablo II un catálogo de la exposición "El Árbol de la Vida", que fue visitada en la catedral de Segovia durante este año por 860.000 personas. La entrega del libro se realizó al final de la Audiencia General, celebrada por el Pontífice en el Aula Pablo VI del Vaticano. Como es habitual, una vez terminada la catequesis, hechos los saludos en diferentes idiomas y recitado el Padrenuestro, obispos, delegaciones especiales y representantes de administraciones locales, se acercan hasta el Pontífice para saludarle y recibir su bendición. Mons. Palmero saludó al Papa, habló con él brevemente y le entregó el catálogo, que fue recogido por el prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo James Harvey. El obispo de Palencia acudió al Vaticano acompañado de Antonio Meléndez, secretario general y comisario permanente de las exposiciones iconográficas de Las Edades del Hombre, una iniciativa de las diócesis de Castilla y León que comenzó en 1988 en la catedral de Valladolid y que ha recibido más de siete millones de visitas en once muestras, incluidas las de Amberes y Nueva York. La próxima exposición comenzará en mayo de 2004 en la catedral de Ávila y estará dedicada a la obra de los místicos y a la labor evangelizadora de Isabel La Católica en el año que se cumple el quinto centenario de su muerte.
TERMOLI-LARINO: XXXVI MARCHA DE LA PAZ El sábado a mediodía se presentó, en una conferencia de prensa que tuvo lugar en Radio Vaticano, la 36 Marcha de la Paz. En coincidencia con la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero, también este año la comisión episcopal de asuntos sociales y trabajo, justicia y paz de la Conferencia Episcopal Italiana y Pax Christi Italia promueven el 31 de diciembre la Marcha de la paz, cuya trigésimo sexta edición tendrá lugar en la diócesis de Termoli-Larino.
GUÍA DE LA SUPERVIVENCIA EN LA CIUDAD DE ROMA La Comunidad de San Egidio presentó a los medios de comunicación la nueva edición de la Guía de la supervivencia en la ciudad de Roma, la denominada guía Michelín de los pobres, titulada “Dónde comer, dormir y lavarse”. Este año la guía contiene numerosas nuevas direcciones para quien vive en la calle o por debajo del umbral de la pobreza en la capital italiana. Durante la presentación de la nueva guía se difundieron datos actualizados y observaciones sobre las mutaciones de la condición de la pobreza en Roma y se ilustrarán las actividades de la Comunidad de San Egidio en el periodo de las vacaciones navideñas.
"NAVIDAD ES JESÚS. ENCIENDE UNA ESPERANZA PARA 50.000 NIÑOS" "Navidad es Jesús. Enciende una esperanza para 50.000 niños" es el lema de la campaña de solidaridad y servicio evangélico que viene realizando en la capital peruana el Movimiento de Vida Cristiana. La campaña procura revalorizar el auténtico sentido de la Navidad: el nacimiento del Señor Jesús para la salvación del género humano buscando promover la solidaridad con los niños más pobres. En estos días previos al 25 de diciembre, "Navidad es Jesús" con la ayuda de cientos de voluntarios está realizando, en más 100 asentamientos humanos de la ciudad, fiestas donde los niños reciben comida navideña y regalos, además de participar en juegos y espectáculos que resaltan el significado central de la Navidad. La iniciativa comenzó en 1995 - cuando la campaña atendió a 1.000 niños - saliendo al paso de la alarmante situación de pobreza en la que se encuentran gran parte de las familias de la capital peruana. El año pasado, la iniciativa logró atender a más de 35 mil pequeños. Este año, se ha propuesto llevar el mensaje auténtico de la Navidad a 50 mil niños necesitados en las zonas más pobres.
ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE PARAGUAY En Paraguay concluyó el juicio político a dos magistrados del Tribunal Supremo, en el intento promovido por el presidente Nicanor Duarte de renovar y sanear el poder Judicial. Ahora el desafío es la recomposición del Tribunal Supremo de Justicia que ha quedado sin 6 de sus 9 magistrados. Sobre este proceso de renovación recogimos el testimonio de Mons. Catalino Giménez Mesina presidente de la Conferencia Episcopal de Paraguay. ENTREVISTA AL EMBAJADOR DE COLOMBIA ENTRE LA SANTA SEDE Juan Pablo II reiteraba en su última Audiencia General de este 2003, que «el Adviento reaviva la esperanza en Cristo, que vendrá para instaurar su Reino de Justicia y de Paz». Tuvimos esta semana ante nuestros micrófonos al Embajador de Colombia ante la Santa Sede, Guillermo León Escobar Herrán, que nos comentó – precisamente en esta perspectiva – el Mensaje del Santo Padre para la próxima Jornada Mundial de la Paz: El Papa subraya asimismo la importancia de prepararnos para el encuentro gozoso con Cristo que «cambia nuestra vida para salvar a todo el género humano». El Embajador colombiano hizo hincapié en la constante preocupación del Santo Padre ante la situaciones de injusticia social - que son la causa de la pobreza que afecta a tantas personas en todo el mundo - y en los reiterados y apremiantes llamamientos de Juan Pablo II contra las guerras, la violencia y el terrorismo: El Embajador de Colombia terminaba sus declaraciones a nuestra emisora destacando la necesidad de impulsar el compromiso en favor de la construcción de la paz en su país y en América Latina:
DIOS
NUNCA NOS DEJA SOLOS Resumir en unas pocas líneas la impresión que causa la lectura de estos extraordinarios textos de SOR TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, es pura utopía. Tanto es lo que dicen y sugieren las palabras de esta sabia y santa mujer, que pasó de las aulas universitarias al claustro, y del claustro al horno crematorio de Auschwitz. Edith Stein era una muchacha de religión judía, inteligente y ávida de la verdad. Nació en una familia de fuerte tradición religiosa, enraizada en un judaísmo sin fisuras. Pasó luego a un época en la que el Dios de Israel se desvaneció, y se apagaron en su vida las luces que irradiaban los textos de los Profetas. Y la estudiante de fenomenología, alumna predilecta de Husserl, se convenció de que el ateismo era su auténtico punto de partida... Pero le esperaba a ella también, el Mesías, que le haría atravesar el desierto y le llevaría al Sinaí de una fe que le deslumbraba: creyó en Jesús a pesar de las dificultades que le iba a acarrear su decisión de convertirse al cristianismo. Sus familia, el mundo universitario, el extrañamiento racial, la persecución nazi...nada detuvo a esta mujer fuerte, sabia, compasiva, convencida de su papel de transmisora de la acción de Dios en el mundo. Escribe, desde el convento de las carmelitas, contemplativas: “cuanto más profundamente alguien está metido en Dios, tanto más debe en este sentido, salir de sí mismo, es decir, adentrarse en el mundo para comunicarle la vida divina”. Creo que este es el secreto de esta mujer, canonizada por Juan Pablo II y declarada copatrona de Europa, junto con Santa Brígida de Suecia y Santa Catalina de Siena. Y el acierto en publicar este breve pero profundo conjunto de textos es innegable. Sobre todo en el mundo actual,, en el que cada vez hacen más falta palabras en profundidad que hable, con el lenguaje actual, director y reflexivo, de lo que es la santidad, y la vida transformada por el misterio de Cristo. No resisto no transcribir un amplio párrafo, que nos ha de alentar, desde la perspectiva iluminada de la fe, o desde la niebla de la frialdad o la duda, la actitud de nuestra creencia: “Muchos creyentes se sienten atormentados, porque los hechos de la Salvación, o nunca les han impresionado, o ya no les impresionan tanto como debieran, y ya no conservan para sus vidas la fuera formativa de otros tiempos. La lectura de la vida de los santos les hace volver a la realidad viva, allí la doctrina de la fe y las grandes obras de Dios constituyen el núcleo de su vida; todo lo demás queda postergado y únicamente conserva su valor en cuanto está informado con aquellos...Cuando un alma santa acepta así las verdades de la fe, éstas se convierten en la ciencia de los santos. Y cuando su últimas forma está constituida por el misterio de la Cruz., entonces esta ciencia viene a ser la ciencia de la Cruz”. Esta fue Edith Stein, Santa Edith Stein. La lectura de sus escritos, es conmovedora y lleva seriamente al hondón del alma, donde se toman les decisiones que llevan a reencontrar cada vez más cerca de aquel “más íntimo que la propia intimidad” de que habla San Agustín. Desde las aulas, desde la celda o desde el campo de concentración nos llega el ejemplo y la palabra de esta mujer de hoy, como estímulo y como ejemplo en un mundo desgarrad que parece querer prescindir de Dios. |