AUDIENCIA GENERAL: SIGLO XXI HA HEREDADO GUERRA Y VIOLENCIA El Santo Padre, en la catequesis del miércoles, agradeció a Dios el haber podido concluir el año del rosario en favor de la paz y la familia. El siglo XXI, recordó además el Pontífice, nacido bajo el signo de la gran reconciliación jubilar, por desgracia ha heredado del pasado numerosos y persistentes focos de guerra y de violencia. Este miércoles, el Santo Padre Juan Pablo II celebró la audiencia general en dos lugares diferentes, por la participación de un gran número de fieles. En primer lugar en la Basílica de san Pedro y después en el Aula Pablo VI. En su catequesis, el Papa recordó que con el mes de octubre se concluye el Año del Rosario. Y manifestó que se sentía profundamente agradecido a Dios por este tiempo de gracia, en el que la entera comunidad eclesial ha podido profundizar en el valor y la importancia del Rosario, como oración cristológica y contemplativa. «Contemplar con María el rostro de Cristo», prosiguió diciendo el Pontífice, «estas palabras, frecuentes en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, se han convertido, por decirlo de alguna manera, en el “lema” del Año del Rosario. Ellas expresan sintéticamente el auténtico significado de esta oración sencilla y profunda». «Al mismo tiempo ponen de relieve la continuidad entre la propuesta del Rosario y el camino indicado al Pueblo de Dios en mi precedente carta apostólica Novo millennio ineunte». En efecto, el Pontífice afirmó que si al inicio del tercer milenio, los cristianos están llamados a crecer como «contempladores del rostro de Cristo» (Novo millennio ineunte, 16), y las comunidades eclesiales a convertirse en «auténticas escuelas de oración» (ib., 33), el Rosario constituye el «camino mariano», por lo tanto privilegiado, para alcanzar este doble objetivo. La Iglesia, deseosa de ser cada vez más transparente al «misterio» de Cristo, para meditar los «misterios» de su Evangelio, asiste a la escuela de María. Es éste el «camino de María» (cf. ib., 24), el camino por el cual Ella ha realizado su ejemplar peregrinación de fe, como primera discípula del Verbo encarnado. Es, al mismo tiempo, el camino de una auténtica devoción mariana centrada totalmente en la unión existente entre Cristo y su Madre Santísima (cf. Ib.). Asimismo, el Obispo de Roma recordó que durante este año, ha querido encomendar al Pueblo de Dios dos grandes intenciones de oración: la paz y la familia. El siglo XXI, nacido bajo el signo de la gran reconciliación jubilar, por desgracia ha heredado del pasado numerosos y persistentes focos de guerra y de violencia. Los desconcertantes atentados del 11 de septiembre de 2001 – continuó recordando el Papa – y lo que después se ha producido en el mundo han acrecentado la tensión a nivel planetario. Ante estas preocupantes situaciones –subrayó–, rezar el Rosario no es un repliegue intimista, sino una consciente elección de fe: contemplando el rostro de Cristo, nuestra Paz y nuestra reconciliación, queremos implorar a Dios el don de la paz, por intercesión de María Santísima. A Ella le pedimos la fuerza necesaria par ser constructores de paz, comenzando por la vida diaria en familia. Con respecto a la familia, el Papa afirmó que, precisamente el núcleo familiar, debería ser el primer ambiente que acoja, cultive y custodie la paz de Cristo. Pero en nuestros días –manifestó–, sin oración, es cada vez más difícil para la familia realizar su vocación. Por esta razón, es verdaderamente útil recuperar la preciosa costumbre de rezar el Rosario en casa, tal como hacían las generaciones pasadas. Y glosando la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae volvió a afirmar: «La familia que reza unida, permanece unida» (n. 41). Estas intenciones, finalizó diciendo el Pontífice, las encomiendo a la Virgen, para que Ella proteja a las familias y obtenga la paz para todas las personas y para el mundo entero. Deseo que todos los creyentes, junto a la Virgen, se encaminen decididamente hacia el camino de la santidad, teniendo fija su mirada en Jesús y meditando, con el Rosario, los misterios de la salvación. Será este el fruto más precioso de este año dedicado a la oración del Rosario. Este miércoles Mons. Miguel Huget, de la Secretaría de Estado, leyó el resumen de la catequesis en español. Queridos hermanos y hermanas: Con el mes de octubre termina el Año del Rosario, que ha tenido como lema "Contemplar con María el rostro de Cristo". Durante este año hemos rezado por dos grandes intenciones: la paz y la familia. El siglo actual, nacido bajo el signo de la gran reconciliación jubilar, ha heredado numerosos actos de guerra y violencia, que nos mueven a pedir al Señor el don de la paz. Imploramos también a la Virgen que proteja a la familia y que nos guíe hacia la paz de los corazones, de los pueblos y del mundo entero. Este fue el saludo del Papa a los peregrinos de lengua española: Saludo cordialmente a los visitantes de España y de América Latina, en especial al grupo de abogados, a los fieles de Getafe, Sevilla, Cieza y Barcelona, así como a los peregrinos mexicanos de Guadalajara. Pidamos a la Virgen María que seamos constructores de paz, empezando por la propia familia. ************************** Como siempre al final de la audiencia general, el Santo Padre dirigió su habitual saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. En esta ocasión, el Papa exhortó a todos ellos a fundar su vida en la Palabra de Dios, para ser constructores de la civilización del amor, del cual es símbolo elocuente la cruz de Cristo, manantial de luz, consuelo y esperanza para los hombres de todos los tiempos.
DIÁLOGO INTERRELIGIOSO COMO FACTOR DE COHESIÓN SOCIAL EN EUROPA Juan Pablo II reiteró el diálogo interreligioso como factor de cohesión social en Europa e instrumento de paz en la zona del mediterráneo. Expresó también tristeza por la falta de paz en Oriente Medio, recordó las raíces cristianas del continente y pidió el reconocimiento legislativo de las religiones y de sus símbolos. Estos fueron los conceptos fundamentales expresados por el Papa en la audiencia a los ministros del interior de la UE. Juan Pablo II recibió el viernes en audiencia a los participantes en la Conferencia de Ministros del Interior de la Unión Europea, que clausuraban así el encuentro sobre «El diálogo interreligioso: factor de cohesión social en Europa e instrumento de paz en la zona del mediterráneo». En su discurso a los ministros del interior de Europa que se habían reunido, el jueves y el viernes, con representantes europeos del Cristianismo, del Judaísmo y del Islam, el Santo Padre hizo hincapié en la prioridad que merece el «reconocer la importancia de la religión no sólo en lo que se refiere a la tutela de la vida humana, sino también en la promoción de la paz». Tras destacar la necesidad de construir un espacio de libertad, seguridad y justicia en Europa, para que todos se sientan en casa, el Pontífice recomendó «la búsqueda de soluciones nuevas para los problemas enlazados con el respeto de la vida, el derecho de la familia y la inmigración», «no sólo en la perspectiva europea, sino también en el contexto del diálogo con los países de la zona del mediterráneo». Con la conciencia de ser una sola familia de personas llamadas a construir un mundo más justo, conciencia presente en las antiguas religiones de Egipto y Grecia, cuya cuna fue el Mediterráneo y sobre todo las tres grandes religiones monoteístas: Judaísmo, Cristianismo e Islam, Juan Pablo II constató - también hoy - con tristeza que «los fieles de estas tres religiones, cuyas raíces históricas están en Oriente Medio, no han logrado establecer aún entre sí una convivencia plenamente pacífica, precisamente allí donde nacieron». Tras alentar a no desfallecer en impulsar el diálogo y la cooperación entre todos los creyentes en un Dios único». Juan Pablo II reiteró que - nacida «del encuentro de distintas culturas con el mensaje cristiano» – «hoy, Europa ve crecer en ella, debido a la inmigración, la presencia de varias culturas y religiones». Con una «perspectiva de unidad en la diversidad que da buenas esperanzas para el futuro», sin embargo, advierte Juan Pablo II no se debe excluir un «adecuado reconocimiento, también legislativo», de las tradiciones religiosas de cada Pueblo. La garantía y la promoción de la libertad religiosa constituyen una prueba del respeto de los demás derechos y se cumplen por medio de una «adecuada disciplina jurídica», que asegure las identidades y libertades de las religiones. Juan Pablo II reiteró que el reconocimiento del patrimonio religioso de una sociedad «requiere el reconocimiento de los símbolos que lo cualifican» y advierte que «si, en nombre de una mala interpretación del principio de igualdad, se renunciara a expresar la tradición religiosa y sus valores culturales, la fragmentación de las actuales sociedades multiétnicas y multiculturales podría transformarse fácilmente en factor de inestabilidad y, por lo tanto de conflicto». No se puede lograr cohesión social y paz «cancelando las peculiaridades religiosas de cada pueblo. Ello sería, «vano y poco democrático, porque contrario al alma de las naciones y a los sentimientos de la mayoría de sus poblaciones». Una vez más, el Pontífice se refirió a las iniciativas de paz impulsadas por los representantes de numerosas religiones a raíz de los trágicos atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Y evocó la Jornada de Oración que él mismo promovió en Asís, reiterando los compromisos asumidos el 24 de enero de 2002, por los líderes religiosos que acudieron a la cita. Es decir desarraigar las causas del terrorismo, fenómeno que está en contra del auténtico espíritu religioso; defender el derecho de cada persona a una existencia digna, a su propia identidad cultural y a formarse libremente una familia; así como a apoyarse en el esfuerzo común de derrotar el egoísmo y la prepotencia, el odio y la violencia, aprendiendo de la experiencia del pasado que la paz sin justicia no es paz verdadera». El Papa invitó a perseverar en la búsqueda de la paz, sin desalentarse nunca, con la esperanza puesta no en los recursos humanos, sino en Dios omnipotente y misericordioso. «Sólo Él puede darnos la fortaleza necesaria para afrontar las dificultades y para perseverar en la esperanza de que el bien triunfará».
«NO
PODEMOS PASAR POR ALTO LA CORRUPCIÓN QUE SOCAVA EL
DESARROLLO SOCIAL «El mundo anhela modelos auténticos de testimonio evangélico como la Madre Teresa». En su discurso al tercer grupo de Obispos filipinos en Visita ad Limina, el Papa reiteró también la urgencia de luchar contra la corrupción, con la evangelización integral de la sociedad, en particular en los sectores del gobierno y de la política. En su discurso al tercer grupo de Obispos de Filipinas, que finalizaron el jueves su Visita ad Limina Apostolorum, Juan Pablo II destacó que la comunidad católica en esta nación es una de las más activas del mundo. Y, expresando su satisfacción por la labor pastoral de esta Conferencia Episcopal, el Santo Padre puso de relieve la importancia de impulsar la renovación integral de la Evangelización. Tras hacer hincapié en que en la actualidad el mundo - «constantemente bombardeado con palabras e informaciones» - tiene necesidad de que los cristianos testimonien con sus vidas el mensaje de Cristo, el Papa reiteró que «los hombres y las mujeres de hoy anhelan modelos auténticos de testimonio evangélico». En este contexto, Juan Pablo II recordó que precisamente, «quizá por esta razón, la vida de la Madre Teresa de Calcuta habla a tantos corazones». Pues ella supo poner en práctica el Evangelio, predicando el amor de Cristo a todos los que encontraba, reconociendo siempre que «lo importante no es tanto cuánto hacemos, sino cuánto amor ponemos en lo que hacemos». Y es que «realmente la gente tiene más confianza en los testimonios que en los maestros, en las experiencias más que en las enseñanzas y en la vida y en la acción más que en las teorías», por lo que el Santo Padre volvió a subrayar que «un testimonio de amor de vida cristiana será siempre una forma de misión primordial e irremplazable». Exhortando a impulsar los programas de la Iglesia en favor del desarrollo social, con especial atención a los pobres y marginados, Juan Pablo II recordó que en su discurso al grupo precedente de Obispos filipinos señalaba el desafío que tiene que superar la Iglesia en este país ante «la persistente dicotomía entre fe y vida». Dicotomía que ve conductas de vida que promueven de forma activa el control de la natalidad, el aborto y la pena de muerte, así como la participación de católicos en sectas que demuestran sólo su superstición. Para salir al paso de esta realidad, el Pontífice recordó la necesidad de la formación cristiana, de la oración y de la contemplación, sin olvidar los sacramentos y en particular la Eucaristía. El Papa reflexionó asimismo sobre «los eventos que en los últimos años en Filipinas han puesto de relieve la urgencia de la evangelización integral en todos los sectores de la sociedad, en particular en los sectores del gobierno y de la política». Como cristianos y como ciudadanos del mundo – reiteró Juan Pablo II - «no podemos pasar por alto el vicio de la corrupción que socava el desarrollo social y político de tantos pueblos». Una gran responsabilidad en esta batalla recae sobre las personas que tienen cargos públicos, recordó el Papa, señalando una vez más que «de ninguna manera se puede permitir que los recursos destinados al bien público sirvan a otros intereses de carácter privado o incluso criminal». «El pueblo filipino sabe que para denunciar la corrupción públicamente se necesita una gran valentía. Y que para eliminarla se requiere el compromiso de todos los ciudadanos y la determinación tenaz de todas las Autoridades, así como una fuerte conciencia moral». Conciencia moral – subrayó Juan Pablo II - en cuya formación la Iglesia debe esmerarse, «no interviniendo directamente en los asuntos estrictamente políticos, sino impulsando la conversión de las personas y evangelizando la cultura, de forma que la misma sociedad asuma la tarea de promover la transformación social y el desarrollo de un claro sentido de transparencia en todos los actos de la administración pública rechazando firmemente la corrupción». El Papa recordó la inolvidable emoción que vivió en la Jornada Mundial de la Juventud en Manila, en 1995, y expresa su satisfacción por el programa de pastoral juvenil de los Obispos filipinos, compartiendo - sin embargo - «la profunda preocupación» de estos prelados «ante el fenómeno de los numerosos jóvenes que se apartan de la Iglesia Católica para formar parte de sectas fundamentalistas». Asegurando sus oraciones, el Pontífice alentó a los pastores de Filipinas a no desalentarse y a proseguir en su «compromiso en favor de los jóvenes, dedicando una atención especial a aquellos que corren mayores riesgos, ofreciéndoles acceso asequible a la educación católica, promoviendo actividades de la Iglesia para la juventud, y ayudando también a los jóvenes «a comprender mejor que sólo Cristo tiene palabras de vida eterna».
REPRESENTACIÓN DE LOS 5 CONTINENTES FELICITA AL PONTÍFICE Juan Pablo II expresó el viernes su más férvido agradecimiento a los 6 representantes del Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, que en representación de los cinco continentes vinieron al Vaticano a felicitarle con motivo de las celebraciones de su 25 aniversario de Pontificado. Efectivamente fue una oportunidad para el Papa pudiese saludar, a través de sus embajadores, a todos los países con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas. El Pontífice manifestó también su agradecimiento por las numerosas muestras de vivo afecto que había recibido de las distintas áreas geográficas del mundo durante este cuarto de siglo en cumplimiento de su misión de Supremo pastor de la Iglesia. Los diplomáticos han regalo al Pontífice un magnífico ostensorio en este año en que Juan Pablo II ha escrito su decimocuarta encíclica dedicada a la Eucaristía, como recordó el decano del Cuerpo diplomático. La delegación diplomática estaba compuesta por Alejandro Emilio Valladares, embajador de Honduras, en representación de América; Kazys Lozoraitis, embajador de Lituania, en representación de Europa; Raniero Avogadro, embajador de Italia, en representación de la Unión Europea; Henri Antoine Turpin, embajador de Senegal, en representación de África; Youm Bosco Seong, embajador de Corea, en representación de Asia y Giovanni Galassi, embajador de San Marino, decano del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. De todos ellos tuvimos ante nuestros micrófonos al representante americano, don Alejandro Emilio Valladares.
UNA COMUNIÓN ECLESIAL MANIFESTADA EN LA PRÁCTICA DE LA CARIDAD El Santo Padre recibió el lunes, en la Sala Clemetina del Vaticano, a los miembros de las asociaciones “Pro Petri Sede” y “Etrennes Pontificales”. Como cada año han vuelto ante el Papa para ofrecer el fruto de las colectas organizadas en Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Juan Pablo II les dio las gracias por la “unión con la sede de Pedro” y por la responsabilidad que manifiestan en sus diócesis y parroquias para mantener vivo “el espíritu de comunión que caracteriza a la Iglesia católica y que se expresa en la apertura de una de las Iglesias a las demás, junto a la Sede de Pedro, garante de la unidad y de la comunión entre todos”. “Este sentido de comunión eclesial – explicó el Santo Padre a los presentes – se expresa de manera particular en la práctica de la caridad y en la preocupación fraterna, de manera que los más favorecidos ayuden a los menos favorecidos, para que la Iglesia sea verdaderamente el Cuerpo de Cristo, en el que cada miembro se sienta solidario con todos los demás. El Pontífice se congratuló por la generosidad y la fidelidad que las dos Asociaciones aportan a la Iglesia, para que pueda continuar en sus comunidades y en el mundo la acción espiritual y material en favor de todos, pero especialmente con los pobres, para que su dignidad se acreciente y sobre todo sea respetada.
Juan Pablo II exhortó el domingo a “rezar por los difuntos, y a observar el misterio de la muerte como el paso hacia la vida eterna”. Durante el Ángelus, el Papa agradeció a sus connacionales de Cracovia las oraciones ante la tumba de sus padres. En el día en que la Iglesia conmemoraba a Todos los fieles difuntos, Juan Pablo II, desde la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico del Vaticano, hizo una breve reflexión sobre el sentido de la muerte humana, según nuestra concepción cristiana, ante miles de fieles reunidos a mediodía en la Plaza de San Pedro. El Papa dijo que después de haber celebrado la Solemnidad de Todos los Santos, “el dos de noviembre, nuestra mirada se dirige hacia aquellos que han dejado este mundo y esperan llegar a la Ciudad celestial”. “La Iglesia ha exhortado desde siempre a rezar por los difuntos, y ha invitado a los creyentes a observar el misterio de la muerte, no como la última palabra sobre la suerte humana, sino como el paso hacia la vida eterna”. Y en este sentido, el Santo Padre afirmó, aludiendo al texto del prefacio de la misa del día, que “al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo”. Luego invitó a los creyentes a rezar por sus seres queridos: “Es un deber importante y obligado rezar por los difuntos, porque, aunque hayan muerto en la gracia y en la amistad de Dios, quizás necesitan todavía una última purificación para entrar en el gozo del Cielo”. El sufragio para ellos, destacó también el Pontífice, se expresa de distintos modos, entre los cuales está la visita a los cementerios. “Permanecer en estos lugares sagrados -dijo- constituye una ocasión propicia para reflexionar sobre el sentido de la vida eterna y alimentar, al mismo tiempo, la esperanza en la eternidad beata del Paraíso”. “Que María, Puerta del cielo, -terminó diciendo el Santo Padre-, nos ayude a no olvidar y a no perder nunca de vista la Patria celestial, última meta de nuestra peregrinación aquí en la Tierra”. Tras el rezo mariano del ángelus y del recuerdo por los fieles difuntos, Juan Pablo II saludó a sus connacionales, agradeciendo de modo especial a los habitantes de Cracovia, que tienen la costumbre de visitar en estos días el cementerio de la capital polaca para rezar ante la tumba de sus padres. Por último, hablando en italiano, el Santo Padre saludó a los peregrinos que se habían congregado en la Palaza de San Pedro para rezar con él la oración del Ángelus ofrecida por el descanso eterno de los difuntos, especialmente por los fieles olvidados.
ORACIÓN POR LOS OLVIDADOS Y POR TANTAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA “A nosotros, peregrinos en la Tierra, los Santos y los Beatos del Paraíso nos recuerdan que el sostén de cada día para no perder jamás de vista nuestro destino eterno es ante todo la oración. Para muchos de ellos ha sido el Rosario”. En la Solemnidad de Todos los Santos, el Santo Padre se reunió con los peregrinos congregados en la plaza de san Pedro para dirigirse y rezar a la Madre de Dios. En su alocución previa al Ángelus, Juan Pablo II, refiriéndose a la Solemnidad, manifestó que nos invita a dirigir nuestra mirada a la inmensa multitud de aquellos que alcanzaron ya la Patria beata, y nos indican el camino que conduce hacia esa meta. Y prosiguió: “A nosotros, peregrinos en la Tierra, los Santos y los Beatos del Paraíso nos recuerdan que el sostén de cada día para no perder jamás de vista nuestro destino eterno es ante todo la oración. Para muchos de ellos ha sido el Rosario – oración a la que ha estado dedicado el Año ayer concluido – para ofrecer un medio privilegiado para el encuentro cotidiano con el Señor. El Rosario les ha conducido a una intimidad cada vez más profunda con Cristo y con la Virgen Santa.” “El Rosario, prosiguió diciendo el Papa, es verdaderamente un camino sencillo y accesible para todos hacia la santidad, que es la vocación de todo bautizado, como bien subraya la Solemnidad de hoy. En la carta apostólica Novo Millennio ineunte he recordado a todos los fieles que la santidad es exigencia prioritaria de la vida cristiana”. Que María, Reina de todos los Santos, finalizó diciendo Juan Pablo II, inmersa totalmente en la gloria divina, nos ayude a proceder con fuerza hacia el camino exigente de la perfección cristiana. Que nos haga comprender y apreciar cada vez más la recitación del Rosario como itinerario evangélico de contemplación del misterio de Cristo y de adhesión fiel a su voluntad. Tras el rezo del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, Juan Pablo II, recordó que es una piedad consuetudinaria, que en estos días los fieles visiten las tumbas de sus familiares y rezar por ellos. “También yo me traslado espiritualmente en peregrinación, dijo el Papa, a los cementerios de las distintas partes del mundo, donde descansan los restos mortales de aquellos que nos han precedido en el signo de la fe. En particular, elevo mi oración de sufragio por aquellos a los que nadie recuerda, así como por tantas victimas de la violencia. A todos confío a la divina Misericordia.
FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS 1
de noviembre de 2003 En el Prefacio de la Misa, la Iglesia da hoy gracias a Dios porque nos concede celebrar la gloria de su ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente le alaba la asamblea festiva de todos los Santos, nuestros hermanos. Allí fue transportado en visión el autor del Apocalipsis, cuyo testimonio escuchamos en la primera lectura: «vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: “¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!” Y el Señor me dijo: «Estos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero». Sí, son los que ya comparten la gloria del Resucitado en el cielo, por haber compartido su cruz en la tierra; son los que participan ya de su triunfo definitivo en la gloria, por haber resistido con Él las tentaciones del mundo; son los que disfrutan para siempre la herencia eterna de los hijos de Dios, por haber imitado en su tiempo al Hijo que en nuestra propia carne se manifestó. Sencillamente, son los que gozan ya de la felicidad que Jesús prometió a los que vivieran conforme al espíritu de las Bienaventuranzas, frente a toda otra propuesta engañosa. Aquel día subió Jesús a la montaña, como antiguamente hiciera Moisés. Era un momento solemne de la Buena Noticia que traía de parte de Dios para todos los hombres. Iba a promulgar la nueva ley de su Evangelio. Aquellas Bienaventuranzas, que hoy nos vuelve a recordar, no eran simples normas morales, sino promesas de felicidad. Por eso, aquella nueva ley del Señor no venía grabada en piedra dura y fría. Jesús quería grabarla, más bien, en los corazones ansiosos que no estaban conformes con la situación; esos corazones que, no contentos con la justicia de los hombres, buscaban la de Dios; esos corazones que, insatisfechos con las alegrías del momento, tenían hambre y sed de algo más. Sí, allí quería imprimirla esta vez el Señor: clavarla en lo más profundo del corazón, para que nunca olvidase dónde está el secreto del verdadero gozo para el que está hecho. En realidad, en aquellas Bienaventuranzas, Jesús revelaba su propio interior. Por eso, esta ley del cristiano no es otra sino el mismo Jesús, al que seguir e imitar: ¡porque Él las vivió el primero! ¡porque en Él se cumplieron del todo! ¡porque con su Resurrección demostró su verdad! Por eso, al celebrar en todos los santos la victoria del Señor, recordamos también hoy, de un modo especial, a todos los que comparten su felicidad porque le siguieron; a todos aquellos que nos animan desde el cielo a vivir las bienaventuranzas del Reino, porque son la mejor prueba de que, lo en ellas prometido, es verdad. En ellos encontramos el ejemplo y la ayuda para nuestra debilidad, como sigue hoy cantando el prefacio. Y es que el programa de vida que Jesús plasmó en sus Bienaventuranzas supone ruptura y resistencia frente a los criterios que impone el ambiente. Los valores que ellas expresan están en contradicción con las aspiraciones que imperan. En realidad, Jesús llamó «dichosos» a los que el mundo considera desdichados. Sí, las historias de los santos testimonian continuamente lo que de este mundo pueden esperar aquellos que se deciden a vivir como hijos de Dios. Nos lo recuerda hoy el apóstol S. Juan en una de sus cartas: «El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en Él, se hace puro como puro es Él». A animar nuestra esperanza, vienen hoy los santos a los que la Iglesia recuerda de modo especial en su celebración. Su prefacio lo sigue cantando así: aunque peregrinos en país extraño, nos encaminamos alegres, guiados por la fe y gozosos por la gloria de los mejores hijos de la Iglesia.
CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS «Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna» En la cumbre de su creación material, recién salida de sus manos, Dios situó al hombre. Formado de cuerpo caduco y mortal, fue alentado por ese espíritu que es capaz de aferrarse a lo eterno. Así, siendo de naturaleza mortal, el hombre apegado al Dios vivo y fuente de toda vida no quedaba destinado a la muerte. Con su desobediencia el hombre quedó a merced de su propia naturaleza, sometido al dolor y a la muerte. Por eso dice la Escritura que “la muerte es la paga del pecado”. Dios, que es Señor de vida, no se resignó y prometió la redención de la muerte a los que quedaban bajo su dominio implacable. Ya en el Antiguo Testamento se escucha el anhelo de los justos, su esperanza de ver y gozar de Dios después de la muerte. El salmo de hoy nos lo recuerda: Contemplaré la bondad del Señor en el país de la vida. Igual que Job, que ante la desgracia decía: Yo sé que está vivo mi Redentor y que al final yo resucitaré de la tierra. Y en mi carne veré a Dios, mi salvador. Yo mismo lo veré y no otro. Mis propios ojos lo verán. Esta esperanza ha tenido respuesta en Jesús. En él se ha cumplido la promesa hecha por Dios desde el principio. El Hijo que procede de Dios y es su vida misma tomó carne mortal, se solidarizó con la humanidad dominada por la muerte, para revestirla de la gloria inmortal a que Dios la destinó desde el principio. Pero ese tránsito le costó. Sí, le costó crecer, no sin sufrimiento; le costó morir para lograr la vida. Fue su tránsito del ámbito del Padre al seno de María; del seno virginal al ámbito de la vida terrena; hasta lograr con su obediencia ese otro paso pascual hacia la plenitud. La plenitud del hombre en la plenitud de Dios. Este misterio de Cristo nos desvela el itinerario del hombre para alcanzar la Vida, esa vida que perdió y ahora ya puede recuperar en Cristo. Primero, nos desarrollamos para este mundo en el seno materno, cálido pero estrecho. No sin dolor nacemos a esta vida, a esta existencia terrenal donde han de crecer y madurar los hijos de Dios. Aquellos que por la fe y el bautismo ya son de Cristo, pero que, al igual que él, han de perfeccionarse. Como él, que aún siendo el Hijo aprendió sufriendo a obedecer para convertirse en modelo de todos los que le sigan. Y por eso nos asegura hoy en su Evangelio: Todo lo que me da el Padre vendrá a mí; y al que venga a mí no lo echaré fuera. Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad de mi Padre: que no pierda a ninguno de los que me dio, sino que los resucite en el último día. Así al igual que nacemos a esta vida no sin dolor, pero a un ámbito mejor, de más plenitud, así también, mediante el esfuerzo de la obediencia a Dios y el dolor de la muerte, llegamos a la altura y profundidad, a la anchura y la inmensidad de la vida de Dios, que es nuestro destino. Hoy la Iglesia pide por todos los difuntos, aquellos hermanos nuestros que compartieron nuestra existencia y también la muerte de Cristo, para que sean llevados a la gloria definitiva. Y si algo falta a su madurez por falta de obediencia en esta vida terrenal, que sean nuestros méritos y nuestro amor los que les completen y perfeccionen para su encuentro con Dios. Esta oración nuestra seguro será escuchada, porque responde al interés de Dios como nos asegura San Pablo en su Carta a los Romanos: Dios nos ha demostrado su amor cuando Cristo murió por nosotros siendo nosotros pecadores...Y, si cuando éramos enemigos hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora, que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y no sólo esto, sino que nos gloriamos en Dios, por medio de Nuestro Señor Jesucristo por el que hemos llegado a la reconciliación.
PURIFICACIÓN DE LA MEMORIA, PREMISA PARA LA PAZ ENTRE LOS PUEBLOS La purificación de la memoria es una premisa indispensable para la paz entre los pueblos. Este era el mensaje de Juan Pablo II a los participantes en el Encuentro, organizado por el Comité Pontificio para las Ciencias Históricas, para conmemorar al Papa León XIII, en el centenario de su muerte. «En primer lugar, es necesario reconciliarse con el pasado, antes de poner en marcha un proceso de reconciliación con las otras personas y comunidades. Este esfuerzo para purificar la propia memoria conlleva, tanto para los individuos como para los pueblos, el reconocimiento de los errores cumplidos efectivamente y por los cuales hay que pedir perdón». Es el llamamiento que reitera Juan Pablo II en su Mensaje a los participantes en el Encuentro promovido por el Comité Pontificio para las Ciencias Históricas, para conmemorar el centenario de la muerte del Papa León XIII. Tras reafirmar, una vez más, que «no se puede permanecer prisioneros del pasado» - como escribió en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1997, (n. 3) - el Santo Padre hace hincapié en que emprendiendo esta senda, con mucha «valentía y abnegación», «los grupos sociales y las naciones, liberados del peso de antiguos rencores, pueden unir sus fuerzas con fraterna y recíproca lealtad, para crear un futuro mejor para todos». Por tal motivo - explica Juan Pablo II - al igual que su predecesor León XIII, él también está convencido de que es un beneficio para la Iglesia «sacar a la luz, en lo posible mediante los instrumentos de las ciencias, la verdad plena de sus dos mil años de historia». El Papa pone de relieve la sabiduría que movió a León XIII a impulsar a los historiadores a aplicar escrupulosamente todos los instrumentos de la metodología histórica. Así como a prestar una atención consciente a la ética científica que caracteriza cada vez más sus investigaciones. «Sabiduría que lleva al historiador a no ser ni acusador ni juez del pasado, sino a esmerarse pacientemente en comprender cada acontecimiento con máxima penetración y amplitud, con el fin de delinear un cuadro histórico que se adhiera lo más posible a la verdad de los hechos». También en este Mensaje, Juan Pablo II recuerda la «necesidad de la ‘purificación de la memoria’, como premisa indispensable para alcanzar un orden internacional de paz». Y, en este contexto, subraya que «aquellos que indagan sobre las raíces de los conflictos en acto en varias partes del planeta descubren que algunos eventos que se verificaron en los siglos pasados siguen haciendo sufrir sus funestas consecuencias también en el presente». Lamentando que «a menudo, la situación se complica, por el hecho de que estas memorias ‘contaminadas’ se han vuelto puntos de cristalización de la identidad nacional y, en algunos casos, incluso de la religiosa», el Pontífice insiste en la necesidad de «renunciar a cualquier instrumentalización de la verdad». El amor de los historiadores para con su pueblo, o su comunidad religiosa, no debe competir con el rigor en la verdad elaborada científicamente. Aquí es donde empieza el ‘proceso de la purificación de la memoria’, señala Juan Pablo II recordando luego también que «la exhortación a honrar la verdad histórica no conlleva, por su puesto, que el historiador renuncie a su orientación o abandone su identidad». En efecto - indica el Papa – en el estudio de la historia «no se pueden aplicar automáticamente al pasado los criterios y los valores que se han ido adquiriendo sólo después de un proceso secular». Sino que más bien «es importante esforzarse, ante todo, en enfocar el contexto histórico y cultural de la época, para comprender lo que sucedió a partir de las motivaciones, de las circunstancias y de los dobleces del período examinado». Puesto que «los acontecimientos históricos son el resultado de enlaces complejos entre libertad humana y condicionamientos personales y estructurales. Se debe tener en cuenta todo esto cuando se anhela ‘purificar la memoria’. Recordando la insigne figura de León XIII, Juan Pablo II evoca asimismo el Magisterio de este predecesor suyo, cuyo centenario de muerte se conmemora, también en lo que respecta al campo social; los estudios filosóficos y teológicos; y la devoción mariana.
MENSAJE AL CAPÍTULO DE LAS «ESTERAS» DE LOS CAPUCHINOS ITALIANOS El miércoles se hizo público el Mensaje del Papa al Capítulo de las «Esteras» de los Capuchinos italianos, reunidos en Asís, el pasado 22 de octubre, «ante la tumba de San Francisco, manantial vivo del carisma franciscano», encabezados por el Ministro General de la Orden, Padre John Corriveau. El Pontífice, destacando el elevado número de participantes en esta cita, 500, en representación de los cerca de dos mil quinientos hermanos de Italia», pone de relieve asimismo los temas tratados, que se inspiran en el célebre «Pequeño Testamento» de Siena. Obra que evidencia la solicitud del Fundador de esta Orden y sus últimas voluntades, es decir «el amor recíproco entre los Hermanos, el amor a la pobreza evangélica y el amor a la Iglesia». El Papa expresa su satisfacción por la intención de los Capuchinos italianos de enmarcar sus reflexiones «en el contexto eminentemente existencial y dinámico de las cambiadas condiciones del tiempo presente en continua evolución, a la luz de los diseños providenciales de Dios, que acompaña con su amor la ‘historia sagrada’ de nuestra época». Tras hacer hincapié en el nombre que San Francisco quiso dar a estos «hermanos», expresando la «novedad evangélica del ‘mandamiento nuevo’», Juan Pablo II señala que «esta forma de vida en fraternidad constituye un desafío y una propuesta para el mundo actual, a menudo lacerado por el odio étnico o por locuras homicidas». El Papa subraya que «vivir la fraternidad como verdaderos discípulos de Jesús puede constituir una singular ‘bendición’ para la Iglesia y una ‘terapia espiritual’ para la humanidad». En efecto - reitera el Santo Padre - «la fraternidad evangélica, proponiéndose «casi como modelo y fermento de vida social, invita a los hombres a promover relaciones fraternas entre sí y a unir sus fuerzas para alcanzar el desarrollo y la liberación integral de toda persona, así como el auténtico progreso social». Una «gran familia sin fronteras», que impulsa una conversión constante y total a «la fraternidad», señala el Papa poniendo de relieve la importante meta de «la globalización de la caridad». En este mismo Mensaje, Juan Pablo II reflexiona sobre la «minoridad». «Minoridad» que conlleva un corazón libre, desprendido, humilde, manso y sencillo, como Jesús nos ha propuesto, y como vivió San Francisco y que «expresa la fuerza desarmada y que desarma de la dimensión espiritual en la Iglesia y en el mundo». Destacando el modelo de San Francisco que invitaba al amor fraterno, al amor a la pobreza y al amor fiel a la Iglesia, el Pontífice evoca el mensaje humilde pero incisivo de renovación evangélica de este santo, que «logró proponer el Evangelio en su integridad y pureza, por medio de una vida basada en el amor, la cercanía, el diálogo y la tolerancia cristiana». El Santo Padre exhorta a los Capuchinos a testimoniar su obediencia a la Iglesia con el corazón y con el estilo de su Fundador. En el comienzo del tercer milenio, Juan Pablo II expresa su anhelo de que estos franciscanos «discerniendo y escrutando el pasado» se abran a las «exigencias del presente» para construir juntos el futuro de su Orden y «comprender aún más la urgencia de la necesidad de recorrer ‘la senda angosta’ del Evangelio’. El camino de la conversión permanente a Cristo, que es el camino de la santidad». Porque, si no fuera así «se puede correr el riesgo de experimentar desaliento y frustración, al tiempo que resultarían inútiles las palabras y propuestas, por bellas que sean, así como las reuniones y los encuentros, y se volverían vanas las energías gastadas para elaborar programas espirituales y apostólicos».
CONVENCIÓN INTERNACIONAL CONTRA LA CLONACIÓN DE SERES HUMANOS La Santa Sede volvió a insistir en su firme oposición a cualquier forma de clonación humana. Esta fue la tajante afirmación del observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, Mons. Celestino Migliore, en su intervención durante la “Convención Internacional contra la clonación de seres humanos” celebrada la semana anterior en Nueva York. El prelado subrayó que la posición de la delegación vaticana no es, en primera instancia, de tipo religioso, sino que es una postura dictada por la razón, y apoyada a su vez por el conocimiento científico. El arzobispo precisó, entre otras cosas que “si la clonación reproductiva de seres humanos contraviene las leyes de la naturaleza -un principio con el que todas las delegaciones parecen estar de acuerdo- también las contraviene la clonación del embrión humano que es sacrificado por motivos de investigación”; porque un embrión clonado para este propósito, explicó, “está destinado a la destrucción programada”. Mons. Migliore recordó a la Asamblea que una de las misiones fundamentales de Naciones Unidas es defender los derechos de todos los seres humanos. “Si la ONU prohibiese la clonación reproductiva sin prohibir la clonación con fines de investigación, por primera vez este organismo estaría legitimando la creación de seres humanos con el expreso propósito de destruirlos”. Este debate sobre la clonación se remonta al pasado 30 de septiembre, cuando el ministro de Exteriores de Costa Rica propuso en la ONU una resolución que prohibiese todas las formas de clonación, que fue respaldada por 46 países de los cinco continentes, entre ellos España. El texto del proyecto de la Convención presentado por Costa Rica “reconocía que la clonación humana, independientemente de su finalidad, es incompatible con el respeto debido a la dignidad humana”. El proyecto pedía la preparación de esta convención internacional contra la clonación humana y señalaba expresamente que sólo se prohibirá la clonación cuando ésta implique la creación de embriones humanos.
LA COMUNIDAD INTERNACIONAL DEBE ASEGURAR EL BIENESTAR DE LOS NIÑOS «La comunidad internacional debe asegurar el legítimo bienestar de los niños de todo el mundo por medio de acciones políticas de alto nivel». Lo señalaba, en días pasados ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Mons. Celestino Migliore, que encabezó la Delegación de la Santa Sede en los trabajos del Comité sobre la Promoción y Tutela de los Derechos de los Niños. El representante de la Santa Sede hizo hincapié en que «no podemos fallar» en garantizar a los niños la atención debida a todas sus necesidades, promoviendo y reconociendo sus derechos desde el momento de su concepción y a lo largo de cada una de las etapas de su desarrollo como ser humano. Tras citar la trágica realidad de millones de menores en todo el mundo «expuestos a peligros y abusos que destrozan su crecimiento y desarrollo», Mons. Migliore se refirió a las guerras y situaciones de conflictos, así como a los que son víctimas del abandono, crueldad, explotación sexual y otros tipos de abusos. Sin olvidar la discriminación racial o a los también numerosos niños refugiados y desplazados. Niños – señaló el representante de la Santa Sede - que sufren la marginación, la indigencia, que viven en orfanatos o en la calle. Menores, que en numerosos países, son víctimas también del flagelo de la droga o de desastres naturales. Y como si todo esto no fuera suficiente, son millones, asimismo, los niños afectados por el SIDA. Recordando que en la Declaración del Milenio, el Secretario General de Naciones Unidas apuntaba que «es inaceptable que a pesar de los grandes avances alcanzados, cada año aproximadamente unos once millones de niños mueren antes de cumplir cinco años de vida, la mayoría por causas fáciles de prevenir o de curar», Mons. Migliore subrayó que «esta trágica mortalidad infantil podría ser reducida drásticamente con medios conocidos y fácilmente asequibles en el mercado, y que, sin embargo, no están al alcance de la mayoría de los niños en dificultad». El Observador Permanente de la Santa Sede, recordando la responsabilidad, los compromisos y los deberes asumidos por la Comunidad Internacional también en el marco de la Declaración del Milenio, enfatizó la prioridad que se debe dar en mejorar la salud y la nutrición de los niños. En este contexto, Mons. Migliore destacó la «urgencia de adoptar medidas para erradicar el hambre, la malnutrición y la inanición, sin escatimar esfuerzos con el fin de evitar innecesarios sufrimientos a millones de menores en el mundo». «Mundo que, en realidad, tiene los medios para garantizar alimentos y cuidados para todos sus habitantes». Mons. Celestino Migliore recomendó asimismo la necesidad de garantizar «una educación básica asequible» evitando que sean también muchos millones los menores analfabetos. Señalando luego la importancia de impulsar la solidaridad internacional, el Prelado exhortó a alentar a los mismos niños de las regiones más favorecidas a manifestar su generosidad hacia aquellos menos afortunados. Y recordó que la Santa Sede cuenta, precisamente, con una asociación internacional para niños, que se llama Obra Misional Pontificia de la Santa Infancia. Cuyo lema es «que los niños ayuden a los niños» y que desde hace más de cien años promueve este compartir solidario entre los menores de todo el mundo. En esta misma intervención sobre «Promoción y tutela de los Derechos de los Niños», ante la Asamblea General de la ONU, Mons. Migliore puso de relieve asimismo la importancia de la familia, célula fundamental de la sociedad y ambiente natural de crecimiento y desarrollo de los niños. Reiterando que la institución familiar debe ser protegida y ayudada en sus tareas - en especial en vísperas de la celebración del décimo aniversario del Año Internacional de la Familia - Mons. Migliore destacó que la Santa Sede no deja de recordar que los padres tienen el deber y el derecho de ser los principales educadores de sus hijos. Y que los responsables de las naciones deben impulsar políticas y leyes que salvaguarden estos derechos, reconociendo el papel social de la familia, basada en el matrimonio como bien común irremplazable, puesto que proteger a la familia es proteger a los niños. Por último, puso de relieve el prelado «la atención que damos ahora al bienestar de los niños es un seguro de bienestar para toda la sociedad, ahora y en el futuro».
LA EDUCACIÓN ES UNA DE LAS CLAVES DEL DESARROLLO SOCIAL Y ECONÓMICO “La Santa Sede está convencida, desde hace mucho tiempo, de la importancia que la educación tiene en el desarrollo social y económico. Escuelas, educación, lucha contra el analfabetismo y centros de educación profesional continúan siendo uno de los grandes logros de la Iglesia en sus programas educativos en todo el mundo, que no se limitan a actividades sociales en países desarrollados, sino en cualquier lugar donde el conocimiento conduzca hacia una vida mejor”. Esta era la afirmación del observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas en la sesión número 58 de la Asamblea General. Sin olvidar que el primer educador, en cualquier parte, es la familia, donde los niños aprenden el respeto al prójimo y la naturaleza del amor, Mons. Migliore manifestó, entre otras cosas, su aprecio por la iniciativa de emplazar el 1 de enero de 2005 la Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible. Una iniciativa que coincide con los “Objetivos de desarrollo de la ONU para el Milenio” que establecieron para 2015 que los niños en cualquier lugar puedan completar la escolarización primaria y tener igualdad de oportunidades de acceso a todos los niveles de la instrucción. Centrando la atención en el problema del absentismo escolar de los niños, el prelado citó entre las causas la ausencia de escuelas o la falta de dinero para pagar a los profesores; la necesidad de que los hijos trabajen para que la familia pueda mantenerse; el reclutamiento forzoso de niños en los conflictos armados y la clausura o destrucción de las escuelas; la pertenencia a minorías religiosas o étnicas; o simplemente porque es económicamente imposible para las familias pagar los estudios a sus hijos. Tales niños, privados de las oportunidades que les ofrece la educación, son mucho más susceptibles de ser excluidos del desarrollo y a su vez, muy probablemente permanecerán analfabetos el resto de sus vidas. Un círculo vicioso –dijo el observador de la Santa Sede- que debe romperse. El concepto “Educación para todos”, establecido en el Foro Mundial de Educación celebrado en Dakar en el 2000, explicó Mons. Celestino Migliore ha sido un paso adelante de la comunidad internacional en el camino del reconocimiento de que la educación es una parte esencial del desarrollo. En 1990 ya los estados del mundo habían establecido en Tailandia, en la Declaración sobre la Educación para todos, que todos los seres humanos tienen el derecho a una educación que “potencie gradualmente sus aptitudes y poder cambiar así sus vidas y transformar sus sociedades. Esta Declaración fue un paso importante para comprender el papel fundamental que la educación juega en la protección y promoción de los derechos humanos, el desarrollo social, el económico y la protección del ambiente, todos ellos pilares del desarrollo sostenible. El prelado recordó también el Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 1990, cuando el Santo Padre subrayó la urgencia de acometer una educación ecológica, cuya responsabilidad recae sobre cada individuo, cada colectivo, para toda la tierra. “Esta educación –escribía el Papa- no puede basarse en simples sentimientos o deseos vanos. Su finalidad no puede ser ni ideológica ni política. No debe basarse en el rechazo del mundo moderno o en un vago deseo de regresar al paraíso perdido. Mas bien, la verdadera educación responsable conlleva una genuina conversión, un cambio rotundo de pensamiento y obra.
PLENARIA CONSEJO PONTIFICIO PARA PROMOCIÓN DE UNIDAD DE LOS CRISTIANOS El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, ha convocado la Sesión Plenaria de este dicasterio para los días del 3 al 8 de noviembre. En una nota del citado dicasterio se lee que esta sesión se va inaugurar con la lectura del Mensaje que Juan Pablo II dirigirá a los participantes y con la introducción a los trabajos que pronunciará el mismo el Card. Walter Kasper, que ha convocado la reunión. El purpurado, que preside el dicasterio del Papa para la promoción de la unidad de los cristianos, presentará un informe sobre las actividades que el mismo Consejo Pontificio ha venido desarrollando después de la Plenaria pasada, de noviembre de 2001. Ilustrará las orientaciones y el desarrollo de varios encuentros internacionales de diálogo teológico en los que participa la Iglesia católica. Se referirá a los eventos ecuménicos más destacados de estos últimos dos años y a los nudos teológicos que caracterizan esta fase intermedia del compromiso ecuménico cuarenta años después de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II, Unitatits Redintegratio, sobre el ecumenismo. Y, para finalizar, el Card. Kasper ofrecerá algunas reflexiones para introducir el tema principal de la Plenaria 2003, que será «La Espiritualidad ecuménica en sus distintas implicaciones en la teología, la doctrina y la experiencia».
UNESCO: 40 ANIVERSARIO “PACEM IN TERRIS” “Los pilares de la paz: verdad, justicia, amor y libertad”, es el tema del coloquio que tendrá lugar el 4 de noviembre en París, en la sede de la UNESCO. Con motivo del 40 aniversario de la Encíclica de Juan XXIII “Pacem in terris”, la misión de observación permanente de la Santa Sede ante la UNESCO y e Consejo Pontificio “Justicia y Paz” han organizado este coloquio en el que se profundizará sobre una importante Encíclica destinada a todos los hombres de buena voluntad. Se prevé, entre otros, las intervenciones del director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, y el cardenal Renato Rafaele Martino, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
ORDINARIATO MILITAR PARA ESPAÑA El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral del Ordinariato Militar para España, presentada por Mons. José Manuel ESTEPA LLAURENS, en conformidad al canon 401 § 1 del Código de Derecho Canónico. En su lugar el Papa ha nombrado arzobispo ordinario militar para España a Mons. Francisco PÉREZ GONZÁLEZ, hasta ahora obispo de Osma-Soria. El mismo día del nombramiento entrevistamos al nuevo Ordinario Militar. Mons. Francisco Pérez González nació en Frandovínez, archidiócesis de Burgos, el 13 de enero de 1947. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario di Burgos, completándolos en Roma en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino y más tarde en Madrid en la Pontificia Universidad de Comillas, donde obtuvo la licenciatura en Teología. Fue ordenado sacerdote el 21 de julio de 1973. Tras haber ejercido el cargo de vice-párroco en Burgos se trasladó a Madrid donde ejerció distintos encargos pastorales, entre ellos como formador y director espiritual en el Seminario Mayor de Madrid. El 16 de diciembre de 1995 fue nombrado obispo de Osma-Soria y fue consagrado el 6 de enero de 1996. Actualmente es miembro de la Comisión episcopal para las misiones y para la cooperación entre las Iglesias y director nacional de las Obras Misionales Pontificias. ACADEMIA
PONTIFICIA DE LAS CIENCIAS
Antonio GARCÍA-BELLIDO nació en Madrid en 1936. Se doctoró en Biología por la Universidad Complutense de Madrid en 1962. Prosiguió sus estudios en la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña) de 1959 a 1960, en Zurich (Suiza) del 1962 al 65 y en el Instituto californiano de Tecnología, en Pasadena del 1967 al 68-8. Sucesivamente fue elegido miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y en 1974 profesor del mismo Instituto. Ha sido director del Instituto de Genética de 1976 al 799 y del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” de 1980 al 81). Ha enseñado en las Universidades de Caltech, Berkeley, Chicago, Sydney y Roma. Fue elegido miembro de la Real Academia Española de las Ciencias en 1984, miembro extranjero de la Royal Society de Londres en 1986, de la Academia Nacional de Ciencias de Washington en 1987, de la Academia Europea en 1988 y de la Academia de las Ciencias de Paris en 1995. Las investigaciones del profesor García-Bellido se basan en las bases genéticas del desarrollo animal. En concreto, sus estudios se dirigen a la morfogénesis y el control de las dimensiones, formas y modelos en los animales. Afronta la materia a nivel genético, molecular y celular. Ha descubierto la existencia de compartimentos de desarrollo en las células, es decir la proliferación molecular específica de la actividad de los genes selectivos que actúan de forma combinada. El profesor García-Bellido ha sido galardonado con los premios Príncipe de Asturias en 1984, Leopold Mayer de la Academia de las Ciencias en 1986, Ramón y Cajal en 1995 y Severo Ochoa en 1996. Es Doctor Honoris Causa por la Academia de las Ciencias de Moscú (1990) y de las Universidades de la Coruña, Oviedo, Barcelona, Salamanca y Alicante, además de miembro de varias asociaciones e instituciones científicas internacionales. ADMINISTRACIÓN
DEL PATRIMONIO DE LA SEDE APOSTÓLICA SÍNODO
DE LOS OBISPOS CALDEOS EN DICIEMBRE
“EL CRISTIANISMO ES UNA FUERZA PARA LA UNIDAD DE EUROPA” “A lo largo de la historia, la fe cristiana ha ayudado a unir Europa, y todavía hoy puede ser una fuerza para su unidad”. Éste es el principal mensaje de los obispos de la COMECE, la Comisión de los episcopados de la Comunidad Europea, que se reunieron en asamblea plenaria el jueves y el viernes en Bruselas. Los obispos europeos hablaon sobre los trabajos de la Conferencia intergubernamental que prepara el Tratado constitucional, cuyo proyecto ha sido elaborado meses atrás por la Convención europea. Los obispos europeos fueron unánimes a la hora de acoger favorablemente el proyecto en su conjunto y consideran que una conclusión positiva de la Conferencia intergubernamental no es sólo “deseable” sino también “posible”. Sin embargo, los prelados católicos de los viejos y futuros estados de la Unión Europea han renovado su llamamiento para que la Conferencia haga una referencia explícita al cristianismo en el preámbulo del Tratado. En este sentido, la Comisión de los episcopados europeos señaló el valor positivo que ello tendría para el futuro de Europa. “Reconocer la importancia de las raíces cristianas del viejo continente constataría una verdad histórica que no disminuiría la aportación que hayan podido tener otras tradiciones religiosas o del pensamiento”. Por otra parte se aclara que “el hecho de referirse al cristianismo y a su importancia no quiere decir recuperar la herencia de una sola religión para Europa, ni tampoco poner en entredicho la distinción entre Estado e Iglesia”. Los obispos durante la reunión abordaon también el tema de las relaciones entre la Unión Europea y sus nuevos vecinos tras la adhesión de los 10 nuevos estados miembros, el próximo 1 de mayo de 2004. Y expresaron su esperanza para que no se erija un nueva telón de acero o de plata con los estados de la nueva frontera, es decir, con Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Moldavia. Para subrayar la importancia de la adhesión de los 10 estados miembros y de la adopción de la Constitución Europea, los obispos de la Comisión de los episcopados proyectan organizar una peregrinación, del 17 al 24 de abril de 2004, desde Santo Domingo de Silos a Santiago de Compostela siguiendo la antigua ruta medieval que durante siglos han seguido los peregrinos europeos. Asimismo el 22 y 23 de abril los obispos se reunirán en un congreso en Santiago de Compostela para abordar el tema de “la responsabilidad de los católicos en el proyecto europeo” que reunirá a teólogos, politólogos y otros expertos en el tema. En vista a este congreso, los obispos han publicado ya en junio pasado un documento de consulta titulado “Abramos nuestros corazones”.
ENTREVISTA AL CARDENAL JAVIER LOZANO BARRAGÁN El cardenal Javier Lozano Barragán considera su creación como purpurado, un forma de honrar los méritos de América Latina que cuenta con la mitad de los católicos de la Iglesia y al dicasterio que preside, el de la Pastoral de la Salud. Esta fue una de las impresiones que el purpurado mexicano manifestó en la entrevista de esta semana.
ENTREVISTA AL RECTOR DEL PONTIFICIO COLEGIO ESPAÑOL DE ROMA Esta semana estuvo con nosotros el Rector del Pontificio Colegio Español de Roma, que ha participado de forma especial en el júbilo del cuarto de siglo de Juan Pablo II como Pastor de la Iglesia Universal.
LA CARTA APOSTÓLICA “ROSARIUM VIRGINIS MARIAE UN AÑO DESPUÉS Al concluir las celebraciones del vigésimo quinto aniversario de pontificado, en el que Juan Pablo II convocó el Año del Rosario, el teólogo español el Padre Jesús Castellano Cervera ha hecho un balance de su acogida a nivel mundial. Doce meses después de que el Papa firmara su Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae, se puede constatar que el documento ha sido «acogido, vivido y estimado sobre todo por su planteamiento teológico-espiritual que reclama la realidad del Rosario como una especie de continuidad con la “Novo Millennio Ineunte”. De hecho, según el balance del padre Jesús Castellano Cervera, carmelita descalzo, consultor de varios dicasterios de la curia romana, y colaborador de Radio Vaticano, la carta del Rosario ofrece una perspectiva mariana de esa contemplación de Cristo en la «Novo Millenio Ineunte». Para la acogida del documento –firmado el 16 de octubre de 2002-- ha sido muy importante el papel de los obispos, puesto que al hablar del texto «la carta ha entrado en el pueblo de Dios» según explicó a la agencia Zenit. Profesor de teología dogmática, liturgia y espiritualidad de la Facultad Pontificia Teológica «Teresianum», el religioso ve de gran interés que «el Papa insistiera tanto en querer dar un planteamiento teológico y espiritual al Rosario, un planteamiento que es a la vez cristológico y trinitario, y María se sitúa allí, en el misterio cristológico». Con la carta del Papa, la perspectiva de esta oración mariana se renueva con «una fortísima llamada al Rosario como camino de santidad, especialmente por la contemplación del rostro de Cristo, y de los misterios de toda la vida de Cristo». «El Rosario es un viático de vida espiritual a través de los misterios de Cristo y los misterios de la vida mariana», describe el padre Castellano. «El Papa --añade-- ha llamado a rezar e insistir en una oración que se hace contemplación y, por lo tanto, en síntesis entre fe y vida, entre la mente y el corazón». Por otra parte, la novedad de los Misterios Luminosos ha sido «bien acogida, con entusiasmo». Y es que «llena una laguna y propone la posibilidad de entrar en el misterio de Cristo a través del bautismo, la transfiguración --exaltada por la homilía occidental y oriental--, las bodas de Caná –uno de los misterios donde María está presente--, la Última Cena y la institución de la Eucaristía, signo de grandísima intensidad por parte de Jesús, donde se recapitula toda su vida antes de encaminarse a la Pasión y Resurrección». Todas estas aportaciones hacen que un año no sea tiempo suficiente para acoger «un documento de este tipo». «Esta acogida de la carta y la transmisión a las nuevas generaciones debe ser cultivada», indica el estudioso carmelita. Y advierte: «Para comprender a fondo este texto hay que ponerse ante el rostro de Cristo y contemplarlo con los ojos de María y de la Iglesia». De todas formas, en cuanto a una primera repercusión del documento, el padre Castellano hace un balance discreto. Reconoce que, «Ha habido numerosísimas publicaciones de la carta del Rosario, y muchísimos textos distribuidos para recitar mejor la oración mariana. Sin embargo ha faltado una manifestación muy visible que diera peso a la iniciativa del Santo Padre». Y observa: «En Roma, por ejemplo, no ha habido ningún congreso mariano que haya tenido como centro el Rosario. Ha habido muchas manifestaciones locales, pero ningún gran congreso científico».
VENEZUELA: CAMPAÑA “APOYA A TU IGLESIA” El subsecretario de la Conferencia Episcopal Venezolana, Padre Jorge Piñango, informó que durante el mes de noviembre la Iglesia en el país lanzará una campaña de recaudación nacional de fondos para sus obras apostólicas. La campaña –que tendrá como día central el domingo 30 de noviembre– tiene como lema “Apoya a tu Iglesia”, y según los organizadores, está basada en las palabras de San Pablo “Dios ama a quien da con alegría”. El Padre Piñango explicó que “la campaña busca que los creyentes tomen conciencia de que son los partícipes de la vida en comunidad y los responsables de llevar adelante muchos de los proyectos de la Iglesia”. Al referirse al programa del día 30, el sacerdote comentó aún se está definiendo pero que los ciudadanos podrán entregar sus donativos en cada diócesis y parroquia. “Será un gran día de colecta nacional, concluyó, la cual será distribuida entre las diócesis y la Conferencia Episcopal Venezolana para cubrir los proyectos y necesidades locales y nacionales”.
VENEZUELA: «LA PAZ COMIENZA EN CASA» La Conferencia Episcopal Venezolana ha exigido «una salida pacífica, constitucional y electoral» a la crisis política, socioeconómica y ético-espiritual que vive el país y considera que el referendo revocatorio es un instrumento legal, «para que los venezolanos, en ejercicio de la soberanía popular, legitimen, en su origen, a los titulares de los poderes públicos». Así lo afirma el episcopado en un comunicado que lleva por título «La Paz comienza en casa» y que fue leído el domingo en todas las iglesias del país. El texto señala como obligación de todos «y muy en especial del Estado a través de sus diversos órganos», garantizar la normal realización de la consulta popular, sin intimidaciones, descalificaciones o irregularidades». Nos lo explicaba Mons. Baltazar Porras Cardozo, arzobispo de Mérida y presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela. El episcopado venezolano aclara que expresa esta opinión guiado por «la preocupación por un futuro en paz, libertad y justicia para todos los venezolanos y denuncia que «los reiterados ataques y los intentos de descalificación a la Iglesia, no lograrán disminuir ni paralizar su acción permanente a través de sus reconocidas obras en beneficio de los pobres y necesitados». Por este motivo, los obispos han convocado en el país la celebración de la “Semana del Abrazo en Familia”, que comienza el 3 de noviembre.
LA SANTIDAD REBASA LOS RÍGIDOS ESQUEMAS DE NUESTRA SOCIEDAD El arzobispo de Corrientes, Argentina, Mons. Domingo Castagna, declaró en su habitual reflexión semanal que “quienes estamos en contacto directo con el alma de nuestro pueblo cristiano podemos dar testimonio de que la santidad rebasa los rígidos esquemas de nuestra sociedad, porque la gente buena sana el corazón del pueblo moralmente enfermo”. En su intervención, el Prelado correntino aseguró que para dar testimonio de santidad en la sociedad sólo basta con “esforzarse por ser fieles a la gracia del Bautismo”, y no hace falta ser “reconocidos mediante un proceso canónico de beatificación y canonización”. Reconoció, sin embargo, que “el mal y la mentira tienen mercado en la plaza de los intereses egoístas”. En este sentido lamentó que “no aparezcan con los mismos caracteres gráficos y televisivos el crimen y la virtud, el amor y el odio, la calumnia y su legítima desmentida”. Tras señalar que existen “muchos y poderosos agentes del mal manejo, de la intencionada promoción de lo incorrecto y delictivo”, el arzobispo sostuvo que “la sociedad, asistida por sus reservas morales, necesita reaccionar y salvar su identidad”, aunque aclaró que debe hacerlo “no oponiendo más violencia a la violencia, ni tampoco utilizando el mismo método que la delincuencia. Es preciso, como lo afirmaba San Pablo, ‘vencer al mal con el bien’”. “Para ello -agregó- será preciso que aparezcan protagonistas nuevos o efectivamente renovados. Estamos abundando en afirmaciones que expresan la misma verdad de fe: Jesucristo hace posible una nueva dirigencia o la convergencia de quienes pueden construirla”. “La actividad política, naturalmente dirigida al ejercicio de la autoridad, conforme a diversos y posibles proyectos, halla en las directivas de Jesús la clave de su legitimidad moral. Los hombres y mujeres, concluyó, que piensen inteligentemente las diversas alternativas son necesarios, pero también lo son quienes deben aplicarlas con honestidad y abnegación. Cuando faltan unos u otros no es posible la actividad política y, mucho menos, el ejercicio del poder”.
LAS RADIOS CATÓLICAS NECESITAN EVIDENCIAR SUS RASGOS DE FE En un encuentro con comunicadores, el Arzobispo de Paraná y Presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social de Argentina, Mons. Mario Maulión, aseguró que las radios católicas necesitan evidenciar sus rasgos de fe y no conformarse con ser medios de información. Durante el Encuentro de Comunicadores y Profesionales de la Radiodifusión Católica, celebrado en Rosario, Mons. Maulión precisó que las emisoras católicas deben tener “un claro proyecto institucional o comunicacional, pues no es suficiente la buena voluntad de querer utilizar el medio”. “Para que una radio sea católica, necesita ante todo ser una radio. Por lo tanto, ser medio de comunicación. Pero si pretende ser católica, los rasgos católicos deben notarse en ella”, porque “el católico no puede ser un cristiano anónimo, solamente dedicado a lo cultural sin tener una verdadera identidad. Diluir esos aspectos hacen que la radio, por más que se la llame católica, no lo sea en serio”, indicó el arzobispo de Paraná. Mons. Maulión también explicó que “la naturaleza propia de ser radio y de ser católica incluye una armónica relación entre varios aspectos: comunicación, medios de comunicación e identidad católica”. La complejidad de esta realidad “requiere ideas claras y voluntad decidida. En la radio católica tiene que haber un ideario, un proyecto y un estilo coherente”. El Arzobispo agregó también que la radio católica debe “ser legalmente correcta, económicamente justa. En todo el funcionamiento, hasta en el último detalle, debe haber coherencia con la visión de la fe. No puede haber un divorcio entre el mensaje que ofrece y el estilo de vida que lleva”. Sobre los que cumplen tareas en las radio católicas, el Arzobispo sostuvo que deben ser profesionales, “pero al mismo tiempo poseer una vivencia de fe muy fuerte” y pidió que “la formación permanente forme parte del proyecto de toda radio católica”.
BRUSELAS: REUNIÓN DE LA FEDERACIÓN MUNDIAL DE PUBLICISTAS El presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales intervino el martes, en Bruselas, en la reunión de la Federación Mundial de Publicistas, que celebra el quincuagésimo aniversario de su fundación. El arzobispo John Patrick Foley puso de relieve que «un buen renombre es la mejor propaganda» y destacó la importancia de la aportación positiva en la sociedad de las personas que ejercen la publicidad. Mons. Foley recordó el ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta que Juan Pablo II beatificó el pasado 19 de octubre, la cual sin querer usar nunca la publicidad es modelo de propagación de mensajes que impulsan la verdad, respetando la dignidad de la persona humana y promoviendo el bien común. El presidente del dicasterio del Papa para las Comunicaciones Sociales invitó a seguir el modelo de la Madre Teresa «sin olvidar nunca a los pobres y a aquellos que aparentan ser los últimos de la sociedad». Tras advertir que la publicidad va más allá de los hábitos de consumo y «afecta profundamente la moral y los valores de la sociedad», Mons. Foley destacó tres principios que deben guiar a estos profesionales de la comunicación. Señalando, en primer lugar, que «ser es mejor que tener». Puesto que «la dignidad humana que Dios nos ha dado no se basa sobre lo que poseemos», el prelado hizo un llamamiento a los publicistas para que estén siempre atentos a «no humillar nunca a los pobres» y a «no impulsar la creencia de que poseer algo puede hacer que una persona sea mejor que la otra». El segundo principio es que: «toda persona merece respeto». Expresando su sorpresa ante algunos anuncios que tratan a las mujeres como mero objeto sexual, Mons. Foley hizo hincapié en que la publicidad debe respetar a las personas como seres humanos, recordando que el público está formado por seres humanos y no debe ser tratado como un simple número para vender más. «El tercer principio de la ética en la comunicación es el bien común», reiteró el prelado subrayando que la «preocupación creciente en las sociedades democráticas es el aspecto ético de las campañas políticas» cuando, por ejemplo, «el precio de la publicidad hace que la participación sea accesible sólo a los candidatos o grupos ricos, impidiendo de este modo el proceso democrático». Mons. Foley invitó a los publicistas a tomar conciencia de su poder utilizándolo con responsabilidad.
“JUAN PABLO II HABLA AL DEPORTE” El Festival del Cine Deportivo que se viene desarrollando en Milán presentó la película “Juan Pablo II habla al Deporte”, en la que se expresa la afición del actual Pontífice por las diversas actividades deportivas. La película, presentada el jueves durante la ceremonia inaugural del evento, ha sido realizada por Mario Farneti y Massimo Lavena con material proporcionado por el Centro Televisivo Vaticano (CTV), filmado en su mayor parte al interior de la casa-museo de Karol Wojtyla en Cracovia, donde se conservan fotografías y objetos relacionados con las numerosas actividades deportivas de quien sería el Papa, desde el montañismo hasta el canotaje.
CONCURSO DEL HIMNO OFICIAL XX JORNADA MUNDIAL JUVENTUD 2005 Está semana se han abierto las inscripciones para el concurso del Himno Oficial de la 20º Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2005, que tendrá lugar en la ciudad de Colonia, Alemania. Los músicos y los compositores que participarán del concurso deberán presentar sus trabajos conforme a los siguientes requisitos: el texto de partitura debe relacionarse con el lema elegido para el encuentro “Venimos para adorarte”, el himno debe llevar el mensaje del encuentro; las melodías deben ser fáciles de recordar; la letra y la música deben respetar las marcas culturales del país anfitrión, así como de los dos grupos lingüísticos más numerosos; el canto debe ser posible de traducir en cinco idiomas (alemán, ingles, francés, español e italiano).La fecha límite para el envío de las propuestas al Comité de Colonia es hasta el 29 de febrero de 2004 y el ganador recibirá un premio de cinco mil euros.
TRES MISIONEROS GALARDONADOS CON EL PREMIO «CORAZÓN AMIGO» Tres misioneros han sido galardonados con el Premio «Corazón Amigo», el sábado 24 de octubre en la ciudad de Brescia, en el norte de Italia. Una religiosa Sor Fosca Berardi, comboniana que tiene como campo de misión la escuela en África y Oriente Medio; una laica Ivana Cossar, que ha pasado más de treinta años en África y el padre Lorenzo Franzoni, en Brasil, desde hace mas de cuarenta recibieron este premio, que llega así a su décimo tercera edición. Participó en el acto el Prefecto de la Congregación para los Obispos. El cardenal Giovanni Battista Re, felicitó a los misioneros galardonados, animándolos y reiterando que «el anuncio del evangelio lleva consigo la promoción humana por medio de los diversos compromisos, junto con un gran impulso de verdadero amor». Sor Fosca Berardi, la misionera «Corazón Amigo», se refirió a los años transcurridos en Eritrea, años que la han enriquecido en experiencias, permitiéndole constatar personalmente «cuán cercano está el Señor de quien se pone a su servicio», creando «un clima de diálogo y armonía entre las diferentes nacionalidades y religiones». Ahora esta religiosa enseña Filosofía de la Religión y el 90% de sus alumnos son musulmanes. En este contexto, Sor Fosca hizo hincapié en que «enseñar en nuestro mundo que Dios es Padre y ama a todos es una misión que entusiasma y enriquece e invita a trabajar en el silencio, sin buscar recompensas ni grandes éxitos». La laica Ivana Cossar subrayó que la Providencia le ha permitido difundir en tierra de misión, miles de evangelios en lengua africana entre jóvenes, hombres y mujeres y destacó que la Palabra de Dios impulsa a no perder la esperanza y a promover el diálogo, también en medio de los conflictos. Por su parte, otro de los premiados, el P. Lorenzo Franzoni evocó el comienzo de su misión, en 1957, año en que viajó a Brasil, recordando las grandes dificultades superadas para ofrecer escuelas a numerosos menores pobres, brindando ayuda a tantas familias sin tierra, pequeñas oficinas donde los jóvenes tienen un oficio que les saca del paro; y sobre todo cómo fue posible hacer nacer el centro de acogida de discapacitados de todas las edades y todos los tipos. El misionero subrayó que «la Palabra del Libro Sagrado, del que hemos estudiado la exégesis los seminarios y en los cursos bíblicos, aparece esculpida en la vida de estos que son los pobres, los últimos y vuelve a nosotros como un eco que sale de sus carnes». Ello explica «la joven rebelde que se rinde porque ‘Ahora comprendo que Dios es Padre y me ama, porque he visto un hombre que hace el bien’. El ladrón borracho que llora porque ‘Me ha dicho que Jesús me ama’. El pobre que va a pescar y volviendo con la cesta llena de peces pasa al lado de un amigo suyo enfermo y le da a elegir los peces mejores. El Evangelio que se hace carne, carne de hombre, carne de mujer, carne de todos».
PROFESOR CALISI RECONFIRMADO PRESIDENTE DE LA “FRATERNIDAD CATÓLICA” El laico italiano Profesor Matteo Calisi, ha sido reconfirmado por un trienio como presidente de la “Fraternidad Católica” carismática, organismo de derecho pontificio de la Renovación carismática católica. La elección tuvo lugar en Roma, el pasado día 31 de octubre, en le marco de la Asamblea anual del Consejo Ejecutivo, del que forman parte obispos, sacerdotes y laicos provenientes de los cinco continentes. El encuentro internacional se ha desarrollado con ocasión del XVIIIº aniversario de la erección canónica de la “Fraternidad Católica carismática”, primera institución carismática reconocida por el Santo Padre Juan Pablo II, y que engloba a unas cincuenta comunidades históricas de la Renovación carismática de todos los continentes. La renovación carismática es un movimiento surgido en los Estados Unidos tras la clausura del Vaticano II, y reúne a más de 120 millones de católicos. El Profesor Calisi es fundador y presidente de la Comunidad de Jesús, que se dedica a la adoración, a la evangelización y al ecumenismo. Es el vicepresidente del Servicio Internacional de la Renovación Carismática Católica (ICCRS) y colabora desde hace algunos años con el Consejo Pontificio para los Laicos. |