AUDIENCIA GENERAL: “CRISTO, SIERVO DE DIOS” “Cristo, siervo de Dios”, fue el tema de la catequesis de Juan Pablo II en el Aula Pablo VI del Vaticano, tomado de la Carta de San Pablo a los Filipenses. Este miércoles Juan Pablo II, en su catequesis durante la audiencia general, reflexionó sobre las palabras de San Pablo a los Filipenses: “Cristo, siervo de Dios”. El Santo Padre, en el Aula Pablo VI del Vaticano, comenzó su reflexión recordando la Liturgia de las Vísperas que comprende, además de los Salmos algunos Cantos bíblicos, el himno que acabamos de proclamar, dijo, es uno de los más significativos y de fuerte densidad teológica. En el transcurso de su segundo viaje misionero, hacia el año 50, San Pablo fundó en Filipos una comunidad cristiana, la ciudad griega que fue la primera etapa del anuncio misionero del Apóstol en Europa. Juan Pablo II subrayó que este himno está considerado expresión de la liturgia cristiana de los orígenes y el hecho de poderse asociar - a milenios de distancia - a la oración de la Iglesia Apostólica, se constituye prácticamente en un verdadero gozo para nuestra generación. En el cántico, continuó diciendo Juan Pablo II, se observa su doble trayectoria vertical, por un lado el descenso humillante del Hijo de Dios cuando en la encarnación se hace hombre por amor de los hombres. Él llega en el vaciamiento de su gloria divina, empujado hasta la muerte en Cruz, al suplicio de los esclavos que lo han hecho el último de los hombres, convirtiéndose en verdadero hermano de la humanidad que sufre, pecadora y repudiada. Por el otro lado, la ascensión triunfal que se cumple en la Pascua cuando Cristo queda restablecido por el Padre en el esplendor de la divinidad y es aclamado como Señor de todo el cosmos y de todos los hombres redimidos. Nos encontramos – dijo- frente a una grandiosa relectura del misterio de Cristo, sobretodo del misterio pascual. San Pablo, además de proclamar la resurrección, define la Pascua de Cristo como “exaltación”, “elevación”, “glorificación”. Por tanto, desde el horizonte luminoso de la trascendencia divina el Hijo de Dios ha sobrepasado la infinita distancia que media entre Creador y criatura. Él no se aferra a su “ser igual a Dios” que le compete por naturaleza y no por usurpación; ni siquiera ha querido conservar celosamente esta prerrogativa como un tesoro y tanto menos usarla en su ventaja. Cristo se “vació” y “humillo” a sí mismo y se presenta pobre, débil destinado a la muerte infamante de la crucifixión. De esta extrema humillación parte el gran movimiento ascendente descrito en la segunda parte del himno paulino. El Santo Padre finalizó su reflexión sobre este himno de San Pablo citando a San Ambrosio quien solía retomar la imagen de Cristo “que se despojó a sí mismo”, humillándose y anulándose en la encarnación y en su ofrecimiento en la Cruz: “Cristo, clavado en la cruz… fue atravesado por una lanza y brotaron sangre y agua más dulces que cualquier ungüento, víctima grata a Dios, expandiendo por todo el mundo el perfume de la santificación… Ahora Jesús, atravesado esparció el perfume del perdón de los pecados y de la redención. Siendo Verbo, se hizo hombre y se hizo pobre no obstante fuese rico para enriquecernos con su miseria; era potente, y se mostró como miserable, tanto así que Herodes lo despreciaba y se burlaba; sabía sacudir la tierra, y sin embargo permanecía clavado en la Cruz; cerraba el cielo en tinieblas, metía en cruz al mundo y sin embargo había sido puesto en la Cruz. Reclinaba la cabeza, y sin embargo se elevaba el Verbo. Había sido anulado y a pesar de ello colmaba cada cosa. Descendió Dios, y se elevó hombre; el Verbo se hizo carne para que la carne pudiera reivindicar para ella el trono del Verbo a la derecha de Dios; era todo una llaga, y sin embargo fluía ungüento, parecía innoble, y sin embargo se le reconocía Dios. Este fue el resumen de la catequesis del Papa en español, para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia, realizada por Mons. Miguel Huguet, de la Secretaría de Estado: “El Cántico bíblico proclamado antes, con el cual nos unimos a la plegaria de la Iglesia apostólica, tiene una gran densidad teológica. San Pablo presenta la Pascua de Cristo como "exaltación" y "glorificación". Cristo no quiso conservar su prerrogativa de ser igual a Dios, sino que se "humilló" a sí mismo mostrándose pobre, débil y destinado a la muerte ignominiosa de la cruz. Por eso Dios lo "levantó" dándole un nombre glorioso. Resucitado, manifiesta las señales de su pasión, es decir, su verdadera humanidad, pero se revela también en el esplendor de su divinidad”. Este fue el saludo del Papa en español: Saludo cordialmente a los visitantes de lengua española, en especial a los sacerdotes latinoamericanos que realizan un curso de espiritualidad misionera, a las Siervas de María Ministras de los Enfermos, así como al Club Atlético de Madrid y a los demás grupos de América Latina. Cristo resucitado nos invita a todos a seguirle en la gloria eterna. ***************************** Como es una tradición el Papa saludó a los jóvenes, enfermos y recién casados. A los jóvenes pidió colocar a Jesús en el centro de sus vidas “de él recibirán luz para cada elección”. A los enfermos el Santo Padre pidió que se abandonen en Cristo para comprender el valor de redención que lleva el sufrimiento vivido en unión con El. Y a los recién casados les pidió que pongan al Señor en el corazón de sus familias para participar en la construcción de su Reino de justicia, amor y paz. Asimismo el Papa recordó que el viernes, 21 de noviembre, memoria litúrgica de la Presentación de María Santísima al templo, se celebra la Jornada para las Claustrales. Deseo asegurar mi especial cercanía y de toda la Comunidad eclesial hacia estas nuestras hermanas, que el Señor llama a la vida contemplativa. Renuevo al mismo tiempo la invitación a todos los creyentes para que no falten a los monasterios de clausura el necesario sostén espiritual y material. Somos, en efecto, grandes deudores a estas personas que se consagran totalmente a la oración incesante por la Iglesia y por el mundo.
EL PAPA INTERPELA A LOS ESTADOS PARA QUE RESPETEN LOS TRATADOS INTERNACIONALES PARA LOS REFUGIADOS “Que los estados se adhieran a la Convención Internacional para la protección de los derechos de los emigrantes y sus familiares y respeten los Tratados Internacionales para los refugiados”. Fueron los nuevos apremiantes llamamientos del Papa en su discurso al V Congreso Mundial de Pastoral para los Migrantes y los Refugiados. «Una vez más, dirijo un apremiante llamamiento a los estados para que se adhieran a la Convención Internacional para la protección de los derechos de los trabajadores emigrantes y sus familiares, en vigor desde el pasado uno de julio. Y del mismo modo, interpelo a los estados con el fin de que respeten los Tratados Internacionales para los refugiados». Con estos dos nuevos llamamientos a «la protección de las personas humanas» que debe ser garantizada «en toda sociedad civil y asumida por todos los cristianos», Juan Pablo II hizo hincapié el jueves en su «cercanía espiritual» a los numerosos migrantes, refugiados, desplazados y estudiantes extranjeros de todo el mundo. En su discurso a los participantes en el V Congreso Mundial de Pastoral para los Migrantes y los Refugiados, el Papa recordó asimismo que «la promoción del bienestar de numerosos hombres y mujeres que por distintas razones no viven en su propia patria representa un vasto campo para la nueva evangelización a la cual toda la Iglesia está llamada». Y, en este contexto, subrayó como premisa importante en esta misión «el reconocimiento de la movilidad – voluntaria o involuntaria – de un número tan elevado de familias en la actualidad». También en esta ocasión, el Santo Padre reiteró «el anhelo de la Iglesia de responder a los signos de los tiempos», que constituye «un desafío que llama siempre a un renovado compromiso pastoral». Luego, dirigiéndose a los organizadores de este Congreso mundial, Juan Pablo II evocó el origen del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes - que se inspiró en la Constitución Exsul Familia del Papa Pío XII y en las enseñanzas del Concilio Vaticano II . Y tras destacar la importancia del documento que este dicasterio está realizando dedicado a «las nuevas necesidades espirituales y pastorales de los migrantes y refugiados y al fenómeno de las migraciones como camino de búsqueda de diálogo, paz y proclamación del Evangelio», Juan Pablo II recomendó una «atención especial» en lo que concierne al «aspecto ecuménico» - refiriéndose a los cristianos que no están en comunión plena con la Iglesia católica – y también «a la dimensión interreligiosa, con particular consideración hacia los seguidores del Islam». Precisamente sobre el citado documento - «Instrucción» - el Papa expresó su convicción de que «encontrará esos requisitos articulándolos en la necesidad de promover un programa pastoral abierto a los nuevos desarrollos, sin olvidar el deber de los agentes pastorales de colaborar plenamente con la jerarquía local». Saludando al presidente de este Consejo Pontificio, cardenal Stephen Fumio Hamao, así como a los demás purpurados y obispos presentes en este encuentro mundial, el Papa dio su «especial bienvenida a los hermanos y hermanas de otras comunidades cristianas y ha puesto de relieve la importancia del tema elegido para el Congreso. Es decir, «Caminar desde Cristo. Hacia un renovado cuidado pastoral de los migrantes y refugiados», tema inspirado en su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte. El Secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, el Arzobispo Agostino Marchetto, nos habló de los desafíos que se ha planteado el mencionado congreso: V CONGRESO MUNDIAL DE LA PASTORAL PARA LOS MIGRANTES Y REFUGIADOS
INDIA: DISCRIMINACIÓN, GRAVE OBSTÁCULO PARA LA MISIÓN DE LA IGLESIA «Rechazar toda discriminación de raza, color, creencia, sexo u origen étnico, como totalmente incompatible con la dignidad humana» y como grave obstáculo para la misión de la Iglesia. Este fue el llamamiento - en especial para los cristianos - de Juan Pablo II a los Obispos de la India que finalizaron el lunes su Visita ad Limina. «Al igual que otros lugares del mundo, la India está atormentada por numerosos problemas sociales». Lo recordaba Juan Pablo II en su discurso a los obispos de las Provincias eclesiásticas indias de Madrás-Mylapore, Madurai y Pondicherry-Cudddalore, al final de su quinquenal Visita ad Limina Apostolorum. Tras destacar que los desafíos sociales «están exacerbados a menudo por un sistema injusto de división de castas que niega la dignidad humana de enteros grupos de pueblos» y reiterando lo que afirmó en su primera Visita Pastoral a la India - en febrero de 1986 - el Papa subrayó también que «la ignorancia y el prejuicio deben ser remplazados por la tolerancia y el entendimiento». En este contexto, Juan Pablo II renovó su llamamiento con el fin de que «la indiferencia y la lucha de clases se transformen en fraternidad y compromiso de servicio» e hizo hincapié en que «se debe rechazar como totalmente incompatible con la dignidad humana toda forma de discriminación basada sobre raza, color, creencia, sexo u origen étnico». Expresando su profunda satisfacción ante las numerosas y valientes iniciativas realizadas por la Conferencia Episcopal de la India y por las Iglesias locales para derrotar la injusticia social, y exhortando a perseverar en este camino, Juan Pablo II recomendó una «atención especial» en lo que respecta a «los que pertenecen a las castas más despreciadas, en particular a los de la casta ‘Dalit’. Ellos nunca deberán ser segregados ni apartados del resto de la sociedad. Toda forma de prejuicio basado en las diferencias de casta entre los cristianos es una contradicción a la auténtica solidaridad humana, una amenaza a la genuina espiritualidad y un grave obstáculo para la misión evangelizadora de la Iglesia». El Papa subrayó asimismo que «las costumbres y las tradiciones que perpetúan y refuerzan la división entre las castas deben ser reformadas» y que los más menesterosos deben poder recibir la solidaridad de toda la comunidad cristiana. Aún más – enfatizó nuevamente Juan Pablo II - «la Iglesia tiene la obligación de trabajar incesantemente para lograr cambiar los corazones, ayudando a que cada ser humano sea visto como hijo de Dios, como hermano y hermana en Cristo, y, por lo tanto, como miembro de la única familia humana». En este mismo discurso a los obispos de la India, el Santo Padre destacó también la urgencia del diálogo interreligioso, poniendo de relieve que la Iglesia católica en este país promueve «la dignidad de cada persona y promueve los legítimos derechos de todos los pueblos a la libertad religiosa». Se trata de una tolerancia y de un respeto que se demuestran en los numerosos programas de intercambio interreligioso y que Juan Pablo II invitó a proseguir por la senda de «la verdad, la armonía y la paz». Sin olvidar la importancia de la comunión; de la nueva Evangelización; de la misión de los Pastores; de los sacramentos y de la oración Juan Pablo II finalizó su discurso encomendando a la intercesión de la Beata Teresa de Calcuta y al amparo de la Virgen María a los obispos, a los sacerdotes, a las religiosas y religiosos y a todos los fieles de la India.
IGLESIA AL SERVICIO DE NECESIDADES MATERIALES Y ESPIRITUALES DE HOMBRE “La Iglesia no se limita a satisfacer únicamente las necesidades materiales de quien se encuentra en dificultad, sino que se esfuerza por salir al encuentro de las preguntas existenciales más ocultas”. Esta era la afirmación de Juan Pablo II en su audiencia del Papa a la Plenaria del Consejo Pontificio Cor Unum. “La Iglesia no se limita a satisfacer únicamente las necesidades materiales de quien se encuentra en dificultad; no agota su acción caritativa construyendo estructuras y dedicándose a las obras filantrópicas, por muy loables que sean. Se esfuerza por salir al encuentro de las preguntas existenciales más ocultas, y con sencillez y prudencia pastoral no duda en dar testimonio de Cristo, que revela el rostro del Padre, dulce y misericordioso”. De esta forma se dirigió el viernes Juan Pablo II a la Plenaria del Consejo Pontificio Cor Unum que estaba reflexionando en esos días en su Asamblea sobre cómo poner en evidencia el significado y el valor evangélico de la diaconía de la caridad, que la Iglesia ejercita a través de sus instituciones benéficas y que testimonia con la dedicación de tantas personas. Y como ejemplo luminoso de este servicio al amor hacia Dios y hacia el prójimo, el Papa recordó a la beata Madre Teresa de Calcuta. “La Iglesia está al servicio del hombre por lo que respecta a sus distintas y concretas necesidades materiales y espirituales. Porque el hombre es el camino de la Iglesia”- dijo el Papa retomando su Encíclica Redemptor hominis del inicio de su pontificado. “La atención que se le debe prestar nos empuja a buscar en profundidad el anhelo de una plenitud de vida que reside en su corazón”. El tema de este encuentro del Consejo Pontificio, como subrayó el Papa, pone de relieve que al llevar consuelo al hambriento, enfermo, solo, al que sufre, no se debe descuidar esa íntima aspiración que late en cada criatura humana de encontrar y conocer a Dios. “Todos buscamos respuestas convincentes a los grandes interrogantes de la existencia”. Precisamente el jueves comenzó en Roma la XXV asamblea plenaria del Consejo Pontificio Cor Unum. Bajo el tema “la dimensión religiosa de la religión en la actividad caritativa”, el dicasterio vaticano analizó el aumento de la miseria en el mundo, la extensión de los focos de guerra y el terrorismo, y cómo frente a este escenario se circunscribe la religión a un papel secundario mientras que se proyecta el desarrollo de los países más pobres. Esta marginación decretada por las organizaciones de ayuda y los gobiernos del mundo desarrollado es una herencia cultural no compartida por los pueblos del tercer mundo y elimina un factor importante de esperanza y de energía en su trayectoria. Tras los dos días de asamblea, el presidente del Consejo Cor Unum presentó al Papa las conclusiones.
PREOCUPACIÓN ANTE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA EN BÉLGICA Juan Pablo II expresó su «particular preocupación ante la situación actual de la Iglesia en Bélgica» e invitó a impulsar «el diálogo, anunciando el Evangelio con claridad y trabajando en su inculturación progresiva en la cultura actual», en su discurso a los obispos belgas que finalizaron su Visita ad Limina. En su discurso a los obispos belgas que finalizaron el sábado su Visita ad Limina Apostolorum, el Santo Padre destacó que «no podemos esconder una real y seria inquietud ante la disminución regular e importante de la práctica religiosa» en Bélgica. Disminución que afecta las celebraciones dominicales pero también los sacramentos, en especial el Bautismo, la Reconciliación y sobre todo el matrimonio. Tras señalar que a todas estas preocupaciones se suman a «la considerable disminución del número de sacerdotes y la crisis persistente de vocaciones», el Papa puso de relieve, sin embargo la consoladora y esperanzadora colaboración pastoral que viven los obispos belgas con los sacerdotes y con los representantes del pueblo de Dios. Sin olvidar la importante participación, cada vez más activa, de los laicos en la misión de la Iglesia, en especial en las parroquias. En el marco de esta importante colaboración de los laicos, siguiendo las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el Santo Padre hizo hincapié en la necesidad de recordar la diferencia esencial entre el sacerdocio común, el sacerdocio ministerial y el carácter irremplazable del ministerio ordenado. Precisamente en este contexto, Juan Pablo II subrayó que «para evitar posibles confusiones, es necesario que se expresen claramente los principios doctrinales sobre este tema. Ello ayudará a los fieles a comprender en profundidad el sentido del ministerio sacerdotal, al servicio del Pueblo de Dios». Refiriéndose a los «rápidos cambios que constatan los prelados de Bélgica, que corresponden a una evolución sensible de la sociedad, marcada por una secularización de gran amplitud», el Pontífice mencionó «una legislación reciente e inquietante» en este país, que «afecta a las dimensiones fundamentales de la vida humana y social, como el nacimiento, el matrimonio, la familia, la enfermedad y la muerte». En este sentido, Juan Pablo II expresó su profunda satisfacción por las intervenciones de los prelados belgas, recordando que «es deber de los Pastores hacer oír siempre su voz para reafirmar la visión cristiana de la existencia y, en esta circunstancia, para expresar su desaprobación». «Estos cambios legislativos – enfatizó el Papa – no son sólo el signo de adaptación a la evolución de las mentalidades o de conductas nuevas, sino que afectan profundamente la dimensión ética de la vida humana y cuestionan la relación con la ley natural, la concepción de los derechos humanos y, con mayor profundidad aún, la concepción del hombre y de su naturaleza». Juan Pablo II invitó a los obispos belgas «a proseguir activamente en el diálogo con la sociedad civil y con todo el pueblo de Bélgica con el fin de hacer conocer explícitamente los valores de la fe cristiana y su rica experiencia humana a través de la historia y las culturas. Nunca para imponer su modelo, sino por medio del respeto la verdad - de la que sois ministros en nombre de Cristo - y por medio del respeto del mismo diálogo, que exige que se tome en cuenta la identidad propia y legítima de cada uno. Con estas condiciones, la Iglesia encontrará su justa posición en la sociedad belga, anunciando el Evangelio con claridad y trabajando en su inculturación progresiva en la cultura actual». Poniendo en guardia contra «un relativismo generalizado en nombre del pluralismo», el Papa recordó que «nuestro primer deber es el de hacer conocer a Cristo, su Evangelio de paz y la luz nueva que la Palabra de Dios aporta sobre el porvenir de la humanidad». Todo ello «sin que la Iglesia tenga ambición terrenal alguna». El Santo Padre recordó la importancia de la formación teológica, espiritual y moral, tanto de los fieles laicos como de los sacerdotes. Recomendando luego también una atención especial a la educación de la juventud. EPISCOPADO BELGA COMIENZA VISITA AD LIMINA
CONCIERTO EN FIESTA LITÚRGICA DE SANTA CECILIA La Iglesia celebraba el sábado la fiesta litúrgica de Santa Cecilia Patrona de la música. Por la tarde, en honor de Juan Pablo II, la Asociación Italiana Santa Cecilia, ofreció un concierto en el Aula Pablo VI del Vaticano, con motivo del Centenario del Motu proprio de San Pío X “Inter sollecitudines” y del XXVII Congreso nacional de música sacra. El Papa en su discurso agradeció esta iniciativa musical, así como la campana que se le regalaron y que llevaba la inscripción: “Cantate Domino canticum novum”. “Vuestra asociación, lleva el nombre de Santa Cecilia, que la religiosidad popular presenta como la patrona de la música. Esta joven mártir romana invita a los creyentes a caminar vigilantes hacia el encuentro con Cristo, alegrando el peregrinaje terreno con el gozo del canto y de la música”. Y concluyó pidiendo la protección de la Santa mártir para todos ellos, de modo que pudieran cumplir su misión en la Iglesia. El domingo por la mañana se clausuró el XXVII Congreso Italiano de Música Sacra con una misa presidida en el Altar de la Confesión de la Basílica Vaticana por el cardenal Secretario de Estado, Angelo Sodano. En la celebración participaron todas las “Scholae Cantorum” de Italia, dirigidas por D. Giuseppe Ferri. Al final de la celebración entonaron el canto final en honor del Santo Padre y participaron en el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro. Uno de los organizadores del Congreso, Mons. Valentí Miserachs Grau, presidente del Instituto Pontificio de Música Sacra, nos habló sobre la importancia del mismo: También nos habló de la importancia de esta música:
ÁNGELUS: SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO “Junto a Jesús, contemplamos a María, la Madre del Rey, a la que invocamos como reina del Cielo y de la Tierra. El último domingo del Año litúrgico, celebramos la solemnidad de Jesucristo Rey del universo. En el curso de los meses lo hemos contemplado en todos sus misterios, desde el nacimiento a la ascensión al cielo, y teniendo como centro el misterio pascual de su muerte y resurrección”. Así lo manifestaba el domingo Juan Pablo II ante los miles de fieles congregados con el Sucesor de Pedro en la Plaza Vaticana para honrar a la Madre Dios. El Papa señaló que en esta solemnidad, junto al apóstol Pablo, reconocemos que el designio de Dios es “recapitular todas las cosas en Cristo, las del cielo y las de la tierra” (Ef 1,10). Mirando a Aquél que la liturgia oriental llama el “Pantocrator”, asume total relieve la misión de los creyentes, llamados a cooperar, en la variedad de los misterios y de los carismas, en la construcción de su Reino. Juan Pablo II partió de esta solemnidad para referirse a un particular evento eclesial que tiene lugar estos días en Roma. “Me refiero al Congreso de Música Sacra de la Asociación Santa Cecilia, organizado en el centenario del Motu proprio “Inter sollecitudines”, con el que el Papa san Pío X emanó una importante instrucción sobre la música sacra”. El Pontífice dirigió después su cordial saludo “a los numerosos participantes” y expresó su reconocimiento a cuantos gastan sus talentos y sus conocimientos musicales para servir a la liturgia. “Junto a Jesús, Rey del universo, contemplamos a María, la Madre del Rey, que por ello la invocamos como Reina del Cielo y de la Tierra”. Juan Pablo II concluyó sus palabras elevando una oración a la Madre del Redentor para que “nos ayude a hacer de nuestra vida un cántico de alabanza y de fidelidad a Dios, santo y misericordioso”. Tras el rezo del ángelus y del responso por los fieles difuntos, el Papa saludó a los participantes en el festival Internacional de Música y Arte Sacro, especialmente a los amigos de la música sacra provenientes de Alemania, y a la Wiener Philarmoniker de Austria, a los músicos de San Pietroburgo y a los coristas de los Estados Unidos de América. Asimismo el Pontífice saludó a los peregrinos de lengua italiana, en particular a la Asociación Religiosa de los Institutos Socio-sanitarios. Este fue el saludo del Papa en español: Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los fieles de san Lorenzo y San Andrés de Murcia. ¡Que Cristo, Señor del Universo, reine siempre en vuestros corazones!
NUEVO LLAMAMIENTO CONTRA LA VIOLENCIA TRAS ATENTADOS EN ESTAMBUL Juan Pablo II, ante la ola de explosiones que sacudieron el jueves de nuevo Estambul y que ha dejado un dramático balance de 27 muertos y 450 heridos, ha condenado los atentados y ha lanzado un nuevo llamamiento contra la violencia. El Santo Padre, lo hizo a través del secretario de Estado Vaticano, cardenal Angelo Sodano que, en su nombre, envió un telegrama de pésame al Gobierno turco. Mensaje en el que el Pontífice subraya su pesar por los ataques contra el consulado británico en Estambul y una oficina bancaria en esa ciudad. El Papa expresa sus más vivas condolencias y su proximidad espiritual con la nación y con las familias de las víctimas y pide que desde lo más alto se acoja en su Reino de luz a las personas fallecidas y se dé fuerza y coraje a los heridos. El Santo Padre condena firmemente "la violencia del terrorismo, que golpea a pueblos inocentes, y que constituye un menosprecio de la dignidad humana". Asimismo el Pontífice, hace un nuevo llamamiento en favor del relanzamiento del diálogo como medio para solucionar las diferencias y como única vía de la paz. El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, poco antes había condenado asimismo los atentados de Estambul señalando que “la lógica bárbara del terrorismo causa sólo la muerte de inocentes y agrava los problemas que pretende resolver". Navarro Valls recordó también las reiteradas condenas por parte de Juan Pablo II del terrorismo.
MENSAJE A LA ASAMBLEA EXTRAORDINARIA DE CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA El cardenal Ruini presidió el lunes en Asís la Asamblea general extraordinaria de la Conferencia Episcopal Italiana, en el 750 aniversario de la muerte de Santa Clara. En el discurso de apertura, el cardenal Ruini leyó un mensaje de Juan Pablo II en el que recordaba a los obispos, que estaban reunidos en un lugar, símbolo de paz para todo el mundo, y que se unía “espiritualmente a ellos, para invocar el don de la paz sobre la humanidad angustiada por tantos conflictos sangrientos”. “Junto a vosotros - escribe el Papa - encomiendo al Señor los italianos muertos en Irak, cumpliendo su deber al servicio de aquellas poblaciones”. El Santo Padre, en otra parte de su mensaje, anima al episcopado italiano a reforzar la vitalidad y el insustituible papel que tiene en la sociedad, la parroquia: “Iglesia que vive entre las casas de los hombres”. La parroquia, que en esta ocasión es el tema central de estudio de esta asamblea que se clausura mañana, tiene una gran difusión sobre todo el territorio italiano. Por eso, el Santo Padre recomienda que se “conserve e incremente esta riqueza”, que desarrolla “un importante servicio pastoral y social” y hace posible, y en un cierto modo facilita a las personas y a las familias, la participación en la vida de la Iglesia. El Pontífice, a un año de distancia de su histórica visita al parlamento italiano, subraya el papel de este país en la “construcción de la Europa de los valores”, pero recuerda también cómo todavía hay que lamentar por desgracia “la mala planta del terrorismo político”.
AFRONTAREMOS
A TERRORISTAS SIN ODIO Y PROMOVIENDO LA PAZ “Ni siquiera los terroristas asesinos nos deben arrebatar el gran tesoro con el que Jesús nos invita a amar a nuestros enemigos. Los afrontaremos con valentía y sin odio, promoviendo la paz”. Esta fue una de las afirmaciones del vicario del Papa en el funeral por las 19 víctimas italianas de Nasiriya. El cardenal Camillo Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma presidió el martes el funeral de Estado por los italianos fallecidos en el atentado terrorista perpetrado la pasada semana en Nasiriya, sur de Irak. En su homilía, el purpurado, expresando profunda conmoción ante los féretros de los doce carabineros, cinco miembros del Ejército y dos civiles, encomendó «a Dios nuestro Creador y Padre, omnipotente y rico en misericordia» a cada una de estas víctimas y a sus familiares, así como «a todos los italianos que están en Irak y en otros países cumpliendo la gran misión de promover la paz en el mundo y el respeto a la vida humana». En la basílica de San Pablo Extramuros, abarrotada de personas que rindieron el último homenaje a las víctimas de Nasiriya, con la presencia de las más altas autoridades civiles y militares de Italia – encabezadas por el presidente de la República Carlo Azeglio Ciampi – el cardenal Ruini hizo hincapié en que «sólo Dios no puede ser detenido ante las barreras de la muerte y sólo su amor y su perdón son más grandes que la suma de los pecados que atraviesan la historia del género humano». Ante estos 19 italianos muertos en el desarrollo de su misión de llevar la paz al mundo, el purpurado recordó las palabras de la viuda de uno de los caídos, evocando la invitación de Jesús a amar a nuestros enemigos. En este contexto, el cardenal Ruini afirmó que «éste es el gran tesoro que no debemos dejarnos arrebatar de nuestras conciencias y de nuestros corazones, ni siquiera de parte de los terroristas asesinos. No huiremos ante ellos, sino que los afrontaremos con toda la valentía, la energía y la determinación de la que somos capaces». Pero «no los odiaremos, es más, no nos cansaremos de esforzarnos en hacerles comprender que todo el compromiso de Italia, incluso su implicación militar, está dirigido a salvaguardar y promover una convivencia humana en la cual haya espacio y dignidad para todo pueblo, cultura y religión». «Estos primeros años del nuevo siglo y del nuevo milenio se presentan particularmente duros, crueles y atormentados», señaló el cardenal vicario del Papa para la diócesis de Roma, recordando que «demasiados pueblos inermes» son víctimas de todo ello, citando en especial el último atentado perpetrado contra los judíos de las sinagogas de Estambul y reiterando que «precisamente en esta circunstancia, pedimos a Dios, con humilde confianza, que refuerce en nuestros corazones la convicción y la certeza de que el bien es más fuerte que el mal y que también en nuestro mundo, marcado por el pecado es posible, con la ayuda de Dios, construir condiciones de libertad, de justicia y de paz». Para recordar a estas víctimas del terrorismo en tierra iraquí, con las banderas a media asta en todo el país, en este día de luto nacional, los italianos guardaron un minuto de silencio en las escuelas y centros de trabajo, así como paros de diez minutos en el comercio. Tras el largo y multitudinario homenaje que había empezado el lunes por la mañana y que siguió toda la noche ante los ataúdes cubiertos con la bandera italiana, miles de ciudadanos acompañaron conmocionados esta mañana el cortejo fúnebre que atravesó las calles de Roma, desde el Monumento al soldado desconocido, denominado ‘Altar de la Patria’, en pleno centro de la capital italiana, donde se había instalado la capilla ardiente, hasta llegar a la Basílica de San Pablo Extramuros.
IMPULSAR
SIGNOS DE AMISTAD ENTRE SEGUIDORES DE DISTINTAS RELIGIONES Con un llamamiento a construir juntos la paz, el presidente del dicasterio del Papa para el Diálogo con las otras religiones, el arzobispo Michael Fitzgerald, dirigió este año el tradicional mensaje que la Iglesia Católica dedica a los queridos amigos musulmanes de todo el mundo, con motivo de la festividad del ‘Id-ad-Fitr’ con la que finaliza el mes del Ramadán, que se celebra entre el 24 y 25 de este mes de noviembre. Como es habitual en este mensaje anual, el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso comparte con los seguidores del Islam algunas reflexiones, centrándolas en la necesidad de construir la paz. «En este tiempo marcado por tantas inquietudes y tensiones en el mundo es importante que se impulsen signos de amistad entre los seguidores de las distintas religiones», afirma Mons. Fitzgerald, poniendo de relieve luego la acción que se viene realizando de numerosos cristianos que organizan una comida junto con los amigos musulmanes para finalizar el ayuno del Ramadán. El prelado subraya la importancia de los cuatro pilares de la paz señalados por el Papa Juan XXIII. Es decir la Verdad, la Justicia, el Amor y la Libertad. Verdad que implica «confianza mutua y diálogo provechoso para llegar a la paz, reconociendo los derechos y los deberes recíprocos». En lo que respecta a la justicia, Mons. Fitzgerald hace hincapié en la necesidad del amor que ayuda a comprender la debilidad de los hermanos y a perdonar. Puesto que el perdón es esencial para construir la paz después de un conflicto. Elementos que se pueden lograr gracias también a la libertad. A estos cuatro, el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso añade además un quinto pilar. El de la oración, puesto que «la paz verdadera es don de Dios. Y Él es el que nos da la fuerza necesaria para ser constructores de paz».
ARCHIDIÓCESIS
DE MIAMI (ESTADOS UNIDOS) DIÓCESIS
DE GAP (FRANCIA) DIÓCESIS
DE AACHEN (ALEMANIA) DIÓCESIS
DE ABENGOUROU (COSTA DE MARFIL) CONSEJO
PONTIFICIO JUSTICIA Y PAZ
SOLEMNIDAD
DE CRISTO REY (B): 23 DE NOVIEMBRE DE 2003 El profeta Daniel tuvo una visión, una revelación en la que Dios anunciaba al que vendría como salvador. Después de aquellas cuatro bestias que se levantaban del abismo, símbolo de los poderes del mundo que se oponen al proyecto de Dios, vio aparecer en el cielo ese como Hijo del hombre, que venía de lo alto como representante de Dios. A Él se le dio el poder real, el dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin. Así era anunciado ese Hijo de Dios que se haría Hijo del hombre para manifestarnos y establecer entre nosotros el Reino de Dios. Jesús lo declaró en el momento solemne de su juicio ante los poderes de este mundo. Aquellos dirigentes judíos, aquel sanedrín rechazó su verdad y lo condenó a muerte como falso profeta. Luego, lo presentaron a Pilato como reo culpable por hacerse rey, un Mesías impostor. Pero Pilato no se convenció y por eso entra en el Pretorio, que es la sala del juicio, y hace comparecer a Jesús. Es el momento en que se enfrentan cara a cara el imperio de este mundo y el reinado de Jesús. Pilato le pregunta de manera escueta y esencial, al estilo procesal: “¿Eres tú el Rey de los Judíos?” Y Jesús le quiere aclarar: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”. No, el Reino de Jesús no puede ser entendido como un reino terrenal. Por eso no es un rey de los judíos que haga competencia a Roma. Su poder no se funda en la fuerza de las armas, ni tiene necesidad de soldados para hacerlo sentir. En su reino la norma es la “no-violencia”, la ley suprema es el amor. Un lenguaje extraño para Pilato, acostumbrado a dominar por la fuerza. Y, sin embargo, ve que Jesús se tiene por Rey. Por eso sigue insistiendo: Luego tú eres rey. La respuesta de Jesús es contundente. Atendamos, hoy, hermanos, porque en ella nos desvela en qué consiste su reinado: “Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Si, su Reino se funda en la Verdad, la verdad de Dios. Él ha nacido de arriba, del Espíritu de Dios, como dijo a Nicodemo. Él ha venido de lo alto como esa luz en la que podemos comprender la situación del hombre ante Dios. Él es el Hijo unigénito, lleno de gracia y de verdad, de modo tan perfecto que puede decir: Yo soy la verdad y la vida. Conocerle a Él es conocer al Padre, la luz sin mezcla de sombra. Éste es el sentido de su realeza: El poder revelar en sí mismo la verdad del hombre y del mundo a la luz de Dios. Y esa verdad se concreta, también, como reino en los que escuchan su voz y la acogen. Estos pueden ser de cualquier raza o nación. Viven en el mundo, pero no pertenecen al mundo, porque se han dejado llevar del Espíritu de Dios para ser amigos de esta Verdad, que es Jesús. Y él es el Rey de todos estos. Como nos dice también hoy el Libro del Apocalipsis, con estos títulos atribuidos a Jesucristo: El testigo fiel (porque reveló al Padre de modo perfecto y selló su testimonio con el sacrificio de su vida), el Primogénito de entre los muertos (porque con Él la era de la resurrección ha sido inaugurada y cumplida ya en su persona), el Príncipe de los reyes de la tierra (porque en su resurrección ha sido glorificado como Señor, al que Dios ha conferido el pleno poder sobre toda su creación). Y así es el Hijo del hombre, Aquél que vino con el poder de lo alto para consolidar la esperanza de todos aquellos que, bajo el dominio de los poderes del mundo, sufren la amenaza del mal; para ser ese Pastor bueno que, como hoy nos dice el Salmista nos conduce hacia fuentes tranquilas y repara nuestras fuerzas; nos guía por el sendero justo, y no prepara una mesa ante él enfrente de nuestros enemigos. Sí, su bondad y su misericordia nos acompañan todos los días hasta habitar en la casa del Señor por años sin término. Hoy la Iglesia reconoce agradecida ante Dios: En verdad es justo y necesario darte gracias siempre, Padre Santo, porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del universo a tu único Hijo y sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu Majestad infinita un reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz.
UN PUEBLO SIN MEMORIA ES UN PUEBLO SIN ESPERANZA Un pueblo sin memoria es un pueblo sin esperanza. Esta era la afirmación del cardenal Paul Poupard en su intervención ante el Simposio organizado por la Conferencia Episcopal Española con motivo del 40 aniversario de la Encíclica Pacem in terris. «Yo no creo –reafirmó el purpurado- en el futuro de una Europa que abandone a Cristo para recorrer su camino en solitario. La memoria es la esperanza del futuro». La conferencia del cardenal Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, abrió el Congreso en Madrid sobre las raíces cristianas de Europa, como necesaria contribución a la paz en el mundo. En su intervención en el Simposio de Doctrina Social de la Iglesia, Los derechos humanos, una defensa permanente, el purpurado recordó los acontecimientos que enmarcaron la aparición de la Pacem in Terris, de los que fue testigo de excepción como colaborador de Juan XXIII en la Secretaría de Estado. Una encíclica estrechamente ligada la crisis de los misiles de Cuba, cuando la humanidad parecía fatalmente abocada al desastre nuclear. El cardenal ha recordado el mensaje fundamental de la Encíclica, la construcción de la paz en el mundo apoyada en los cuatro pilares de la verdad, la justicia, la libertad y el amor, sin los que aquélla es imposible. Pablo VI, en la Populorum Progressio, actualizó esta tarea, proponiendo un humanismo integral y solidario, «todo el hombre y todos los hombres», como base para conseguir la paz. La educación para la cultura de la paz se presenta como elemento imprescindible. Juan Pablo II, con su «ofensiva de paz», frente a la «guerra preventiva», ha continuado el surco trazado por sus predecesores. Porque según añadió el cardenal Poupard “no hay paz sin justicia; y no puede haber justicia sin perdón recíproco. Los trágicos acontecimientos de estos días en Oriente Medio, son como la triste crónica de una muerte trágicamente anunciada”. El mundo de hoy ha visto desplazarse la oposición antagónica de bloques hacia conflictos de tipo cultural: el choque de las civilizaciones. En este nuevo contexto, la identidad cultural de los pueblos y las comunidades adquiere una importancia capital, como factor potencial desencadenante de conflictos, cuando se lleva al extremismo, y como elemento de cohesión al servicio de la construcción de la paz. Como ejemplos el cardenal recordó que “desde la caída del muro, hemos asistido, sucesivamente, a la primera guerra del Golfo, a los sangrientos conflictos étnico-culturales en la antigua Yugoslavia, –Croacia, Bosnia, Kosovo– escenario de matanzas y genocidios que son la vergüenza de Europa; los atentados del 11 de septiembre, la guerra en Afganistán y la segunda guerra del Golfo. De ahí la importancia que está adquiriendo como nunca antes el diálogo intercultural y el diálogo entre civilizaciones, que fue el tema propuesto por las Naciones Unidas para el Año 2001, al que el Consejo Pontificio de la Cultura no ha dejado de prestar atención”. A los cuatro pilares que Juan XXIII señalaba como fundamentos para la paz, el cardenal ha añadido la cultura entendida como alma de un pueblo. “En este contexto, la tan debatida cuestión de las raíces cristianas de Europa, se torna un elemento fundamental, no sólo para la búsqueda de su propia identidad, sino como contribución a la paz en el mundo, una paz entre hombres y mujeres que pertenecen a culturas y civilizaciones diversas, en las que la religión ocupa un puesto central”. De ahí el compromiso con que el Santo Padre y la Santa Sede se han empeñado en una propuesta de diálogo entre culturas y religiones y en la defensa tenaz de las raíces cristianas del continente. De hecho el Cristianismo, recordó el purpurado, ha configurado una Europa abierta y capaz por ello de integrar nuevos elementos. Pero esto no podrá hacerse sin un respeto a la identidad cultural europea. En el mismo contexto el cardenal ha advertido del peligro de ignorar la historia precedente de Europa pretendiendo un nuevo reparto en el que los diversos modelos culturales actualmente presentes partan en igualdad de condiciones. “Si el nacionalismo y la xenofobia llevan a la muerte por asfixia en Europa, el multiculturalismo a ultranza equivale a un suicido programado”. Distinguiendo entre el plano histórico y el plano del derecho constitucional o eclesiástico, el cardenal recordó la necesidad de que la identidad cristiana del continente halle su justo reconocimiento en la futura Constitución de la Unión Europea, como salvaguardia de la identidad cultural del Continente. La omisión en la carta magna de Europa constituye una deficiencia peligrosa, porque la afasia, lleva a la amnesia, y ésta a la parálisis.
V CONGRESO MUNDIAL DE LA PASTORAL PARA LOS MIGRANTES Y REFUGIADOS En el Instituto Patrístico Agustinianum de Roma se inauguró el martes el V Congreso Mundial de la Pastoral para los Migrantes y Refugiados, con la participación de más de 300 representantes de un centenar de naciones de los cinco continentes. “Un congreso verdaderamente mundial” dijo en el discurso de apertura el cardenal Stephen Fumio Hamao, presidente del dicasterio, que señaló que el eje central del Congreso quiere partir del “desafío de la acogida” a los migrantes y refugiados y que por tanto “Cristo está en el primer plano de la cuestión migratoria”. Hasta el sábado 22 los congresistas, así como lo hace también la Iglesia, se interrogaron sobre el fenómeno de la movilidad humana. Un fenómeno de geografía “inmenso e ilimitado” como lo son las mismas cifras que lo representan: 175 millones de migrantes y 40 millones entre refugiados y desplazados. El fenómeno migratorio llama a los estados del norte del mundo, pero también a las mismas naciones pobres, a encontrar soluciones para “la acogida” de este río interminable de personas que se trasladan movidas por el hambre, las guerras, las persecuciones étnicas, las epidemias, la sequía o las catástrofes. Personas siempre desarraigadas que solicitan y necesitan también de la ayuda de la Iglesia, no sólo en sus programas de asistencia de base, sino también de pastoral, de formación, de salvaguardia de la dignidad humana. En este marco se abrió el Congreso en el curso del cual el cardenal Fumio Hamao ha precisado que como ya había dicho el mismo Juan Pablo II “no se trata de inventar un nuevo programa ya contenido en el Evangelio, sino de adaptar concretas iniciativas pastorales a las condiciones de cada comunidad. Los congresistas han revisado el estado actual de los derechos humanos de los refugiados; de los que piden asilo por motivos de trabajo; la postura de los distintos gobiernos sobre los controles severos y las cuotas de admisión; han hablado de los abusos deshumanos sobre el tráfico de clandestinos; sobre las víctimas de la esclavitud, que generan millones de dólares cada año para las mafias de todo el mundo. Puntos todos ellos desarrollados en las intervenciones de los distintos congresistas. Oigamos a Gabriela Rodríguez, de Costa Rica, relatora especial de la ONU para los derechos de los migrantes. Petric Taran, de origen estadounidense, trabaja, en cambio, en la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra. En este panorama complejo y dramático el arzobispo de Washington, cardenal Theodore McCarrick dijo que la Iglesia debe convertirse en “defensora, a lado de las autoridades locales, nacionales e internacionales, de los derechos de los extranjeros, porque son hijos de Dios y no existe ninguna persona que no pertenezca a su responsabilidad”. PAPA INTERPELA A ESTADOS PARA QUE RESPETEN LOS TRATADOS INTERNACIONALES PARA LOS REFUGIADOS
GUATEMALA: II CONGRESO MISIONERO AMERICANO Esta semana se hizo pública la carta del Papa Juan Pablo II con la que nombraba al Cardenal Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, como Su enviado especial para las celebraciones del II Congreso Misionero Americano, que tendrá lugar en la Ciudad de Guatemala del 25 al 30 de este mes. En la misma se señala la composición de la Misión que estará compuesta por el Rector de la Universidad Pontificia Urbaniana, Mons. Cavallotto; el Canciller de la Archidiócesis de Guatemala Mons. Mendoza Hernández y el sacerdote Damián Ac Cahuec, del clero del Vicariato Apostólico de Petén. Sobre el Congreso nos informó el Padre Pedro Rodríguez, enviado especial de nuestra emisora:
EL ESCORIAL: III JORNADAS NACIONALES DE PASTORAL DE LA SALUD “Más cerca de los que están lejos” con este lema se han celebrado en El Escorial (Madrid) las III jornadas nacionales de pastoral de la salud del 21-23 de noviembre. Con este motivo nos acompañó D. Abilio Fernández, director del departamento de la Conferencia Episcopal Española.
EPISCOPADO BELGA COMIENZA VISITA AD LIMINA El lunes iniciaba en el Vaticano la Visita ad Limina Apostolorum del episcopado de Bélgica. Una ocasión para estrechar los lazos entre las iglesias de Roma y el Santo Padre, como nos explicó Mons. Leonard André-Mutien, obispo de Namur Namen. Juan Pablo II en el Ángelus del domingo subrayaba la necesidad de edificar “puentes” entre las naciones que unan en lugar de “muros” que separen a los pueblos. Con la misma firmeza el Papa condenaba el terrorismo, en un momento crucial y delicado para el mundo. PREOCUPACIÓN ANTE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA EN BÉLGICA
COMUNICADO DE OBISPOS DE EUROPA Los Obispos de Europa expresan consternación ante la solicitud del Parlamento Europeo con el fin de que la Unión Europea establezca un fondo para la investigación sobre células estaminales de embriones humanos que implica la destrucción de estos embriones, en el marco del programa europeo de investigación. En un comunicado de prensa - tras la votación en dicho Parlamento con la que se adoptó la propuesta con 291 votos a favor, 235 en contra y 12 abstenciones - los prelados de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea dirigen un llamamiento apremiante al Consejo de Ministros del continente para que «no apruebe el empleo de dichos fondos destinados a investigaciones que implican la destrucción de embriones humanos». Los prelados recuerdan «que la opinión del Parlamento no es vinculante para el Consejo de Ministros». Asimismo los Obispos de Europa reiteran la sacralidad e inviolabilidad de cada etapa de toda vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural y su firme oposición a la destrucción de embriones humanos con el fin de obtener células estaminales embrionales. En este contexto, los prelados de la Comisión de Conferencias Episcopales europeas hace hincapié en su apoyo a la investigación científica en general y, en particular, en lo que respecta a las células estaminales adultas.
BEATO JUAN NEPOMUCENO ZEGRÍ Y MORENO Juan Pablo II proclamó el domingo, 9 de noviembre, a cinco nuevos beatos, entre ellos a dos españoles, en una ceremonia celebrada en el Vaticano. Esta semana analizamos en profundidad la figura del beato Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, presbítero y fundador de las Hermanas Mercedarias de la Caridad.
Les
hablaba en parábolas Jesús se hacía comprender. A mayores y pequeños les hablaba siempre, con una voluntad clara de que la lección no cayera en saco roto. Conocía el corazón de los hombres, y del que estaba ante él se sabía los vericuetos más íntimos. Por ello aproximarse a las parábolas es siempre un modo de comprender hasta qué punto Jesús proponía una manera de vivir y de convivir que rompía todos los rígidos esquemas de su sociedad, para que se alcanzara lo que será siempre la utopía del evangelio: la buena nueva para vivir todos mejor, más fraternalmente, más pacíficamente. La parábola del Samaritano es de las que dejan huella, si se medita seriamente sobre ella. Jesús no se anda por las ramas. Le preguntan con voluntad de pillarle en contradicción, o de escuchar una lección vaga o repetida mil veces un la Sinagoga. Poco se esperaba el doctor de la ley la que se le venía encima... Alessandro Pronzato es conocido por sus páginas esclarecedoras sobre aspectos de la vida espiritual. Esta vez va directamente a un texto evangélico que sabe es esencial en la vida de los hombres, y que Jesús mimó expresamente, llenándolo de detalles para quienes se acercaran a la “buena nueva” tuvieran ocasión de centrar sus vidas en las auténticas coordenadas del evangelio. Tras las huellas del Samaritano es una invitación, no solamente a meditar, a releer o dejarse impresionar por la lección que da Jesús al doctor de la ley: Pronzato no deja lugar al engaño, y desde un comienzo hace ver que Jesús invita a ACTUAR. Siguiendo el consejo de San Ignacio de Loyola, el comentario del autor invita a vivirlo “como si presente me hallara”. Es decir, no se trata de una escena virtual, en la que formaríamos parte de manera cómoda, a distancia, con un seguimiento que no compromete más que al mundo de los propósitos. Pronzato logra desde un comienzo que sienta el lector la impaciencia de la acción...En una mirada retrospectiva, hace que nos replanteemos muchos modos pasados de vivir o de interpretar el evangelio, de considerar lo que, en definitiva ha sido para nosotros el prójimo. Y sin que podamos resistirlo, nos lleva con Jesús a la dialéctica de una acción que compromete y no deja lugar a la inhibición. Si todo el evangelio es un llamamiento al compromiso personal, este fragmente no deja resquicio para la huída, y Alessandro Pronzato nos hace peregrinar al santuario del hombre con todos los desafíos, las reticencias, los disimulos y los riesgos que asumimos o rechazamos. Y también ante todas las cobardías de que somos capaces en nuestra pobre condición de hombres capaces de los mayores absurdos. Y sabe que Jesús lo sabe... Para estimular a llevar a la práctica la gran lección de Jesús añade una serie de ejemplos, que confirman la posibilidad y la necesidad de identificarnos con el Samaritano que iba de viaje, y al ver al adherido, sintió compasión... |