AUDIENCIA GENERAL: OPONERSE AL MAL CON LA BENEVOLENCIA, EL PERDÓN Y LA PAZ La necesidad de paz en el mundo entero fue el tema que desarrolló Juan Pablo II en la Audiencia General celebrada el miércoles al comentar el Salmo 19. Este miércoles, Juan Pablo II durante la audiencia general, prosiguió hablando en su catequesis del desarrollo de algunos Salmos. Hoy, concretamente ha reflexionado sobre el Salmo 19, “Oración por la victoria del Rey Mesías”, la invocación final sobre la “bendición divina del soberano, sobre todo ‘el día de la prueba’ es decir, en la época en la que la nación entera estaba sufriendo una angustia profunda, causada por la pesadilla de la guerra”, remarcó el Santo Padre. En su saludo a los peregrinos de lengua española, el Papa recordó a los presentes en el Aula Pablo VI la necesidad de paz en el mundo entero: “Saludo a los peregrinos de lengua española, e invito a todos a que, confiando plenamente en Cristo, único salvador del género humano, cultiven sentimientos de reconciliación y de paz, que impregnen también las relaciones entre los grupos y pueblos del mundo entero”. El llamamiento del Papa durante su audiencia fue una invitación a no dejarse capturar por la atracción de la violencia, a luchar contra el mal y la prevaricación, contra la prepotencia y el orgullo, contra la mentira y el egoísmo. “Resuenan en nuestros oídos las palabras que Cristo pronunció a Pilatos, emblema del poder imperial terreno, - señaló Juan Pablo II -, recordándolas en el Evangelio de San Juan - “Yo soy Rey. Para esto he nacido yo y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18,37). Analizando en profundidad el Salmo 19, el Santo Padre afirmó que la oración parte de la convicción de que el Señor es el manantial de la seguridad, por lo que: “la palabra de Dios no aparece como un mensaje abstracto, sino como una voz que se adapta a los pequeños y grandes misterios de la humanidad”. En este sentido, el Papa recordó la célebre escena de David y Goliat, “unos los carros, otros los caballos, nosotros invocamos el nombre de Yahvé, nuestro Dios. Ellos se doblegan y caen, y nosotros en pie nos mantenemos”. Esta llamada a dejar las armas y a invocar a Cristo es la que el Sumo Pontífice reclama para que los hombres no se dejen capturar por la atracción de la violencia. “A cada forma de maldad el justo opone la fe, la benevolencia, el perdón y la oferta de la paz“, dijo Juan Pablo II quién finalizó diciendo: “Roguemos, para que este mesiánico programa de la victoria mediante el amor sea aceptado por todos los pueblos que desean la paz en el mundo”. Este fue el resumen de la catequesis del Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia: En el Salmo que hemos escuchado se invoca la protección divina sobre el rey el consagrado, precisamente cuando debe afrontar la amenaza de los enemigos del pueblo al que el ungido debe defender. La invocación se convierte en certidumbre y fe: la ayuda última viene del Señor. La tradición cristiana ha interpretado este Salmo como himno a Cristo, el Mesías. Él viene al mundo sin ejército, pero con la fuerza del Espíritu salva a su pueblo, venciendo la prepotencia, la mentira, el egoísmo y toda forma de maldad. El Salmo invita también hoy a no ceder a la atracción de la lógica y de la guerra, y a oponerse al mal con la benevolencia, el perdón y la paz, como Jesús nos enseñó” Como siempre, al final de la audiencia general de los miércoles, Juan Pablo II se dirigió a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados: “Que el camino cuaresmal que estamos recorriendo, os conduzca a vosotros queridos jóvenes, a una fe en Cristo cada vez más consciente; acreciente en vosotros, queridos enfermos, la esperanza en Cristo crucificado que nos sostiene la prueba; que os ayude a vosotros, queridos nuevos esposos, a hacer de vuestra vida familiar una misión de amor fiel y generoso”.
LA ERRADICACIÓN DE LA CORRUPCIÓN, FACTOR IMPORTANTE EN LA LUCHA CONTRA LA POBREZA «Las situaciones de extrema pobreza, en cualquier lugar que se manifiesten, son la primera injusticia. Su eliminación debe representar para todos una prioridad tanto en el ámbito nacional como en el internacional». (Mensaje Jornada Mundial del Paz 1998 n. 5). Lo reiteraba Juan Pablo II el sábado al recibir al nuevo embajador de Nicaragua, recordando las dos veces que ha visitado este país y haciendo hincapié, asimismo, en que «el servicio integral al hombre forma también parte de la misión eclesial». El Papa animó los esfuerzos emprendidos por el Gobierno de Managua para hacer frente a la pobreza, «mal que no puede considerares endémico, sino resultado de una serie de factores que hay que afrontar con decisión y entusiasmo, de modo que se pueda mejorar verdaderamente la calidad de vida de los nicaragüenses». En este contexto Juan Pablo II señala que «dichos esfuerzos unidos a los de la comunidad internacional, cuya ayuda debe ser bien administrada con una gestión transparente, honesta y eficaz, son presupuestos imprescindibles para construir una sociedad pacífica, justa y solidaria, que responda verdaderamente a los anhelos de los nicaragüenses y esté en consonancia con sus tradiciones». En la «lucha contra la pobreza es también un factor importarte la erradicación de la corrupción, que socava el justo desarrollo social y político de tantos pueblos», subrayó una vez más Juan Pablo II, expresando luego su satisfacción por el impulso de las autoridades de Nicaragua a «un orden social más justo y participativo, reforzando la democracia y las estructuras públicas y promoviendo un sistema educativo que favorezca el sentido cívico de los ciudadanos y el respeto de la legalidad». Para construir una sociedad más justa y fraterna serán de gran ayuda las orientaciones de la doctrina social católica y las enseñanzas morales de la Iglesia, aconseja luego el Papa y recuerda que la Iglesia en Nicaragua «trata de fomentar la reconciliación y favorecer el desarrollo de una sociedad más democrática, ofreciendo su colaboración para que los valores como la justicia y la solidaridad, el respeto del Derecho y el amor por la verdad estén siempre presentes en la vida de los nicaragüenses».
“ACOGER A LOS EMIGRANTES COMO HERMANOS” Juan Pablo II invitó a “acoger a los emigrantes como hermanos”. “Son un recurso y no un peligro y atizando el sentido de la fraternidad ayudan a reavivar en los fieles su espiritualidad. Lo manifestaba el viernes Juan Pablo II recibiendo en el Vaticano a un grupo de obispos de la Conferencia Episcopal de los Países Bajos en vista ad limina apostolorum. En el mensaje que el Papa les entregó se hacía referencia también “al fenómeno intenso de la secularización”. Un fenómeno que ha tocado de lleno a la iglesia holandesa y que “continúa fustigándola desgraciadamente –dijo el Santo Padre- y marcando a la sociedad. Hasta el punto que las referencias evangélicas parecen haber desaparecido de ciertas orientaciones entre los individuos y en la misma vida pública”. Asimismo, las diócesis holandesas y las comunidades cristianas afrontan un importante y continuo debilitamiento que está afectando el número de fieles y al mismo número al de los pastores, una situación que preocupa a los obispos. El Papa recuerda que ya en que 1980 reunió en roma un sínodo especial de los obispos de los Países Bajos para fortificar en ella los lazos de la comunión de la Iglesia, comunión al mismo tiempo local y universal. Ante las persistentes dificultades, nuevas y antiguas, la tentación podría ser la del desánimo, dijo el Pontífice, que recuerda que es la palabra de Cristo resucitado la que nos indica con más claridad el camino a seguir: el “ir por el mundo a proclamar la Buena Nueva”, el Evangelio de la esperanza. Y para anunciar el Evangelio tenemos todos necesidad de volver a partir de Cristo La necesidad de anunciar la Buena Nueva del amor de Cristo, afirmó el Santo Padre, es particularmente evidente entre los jóvenes que viven en una sociedad marcada por el relativismo moral y por el pluralismo religioso. Conviene que a través de las familias, las parroquias y las escuelas católicas se les asegure la transmisión de la herencia cristiana. En esta perspectiva, el Papa invitó a los obispos de los Países Bajos a mantener y a reforzar esta identidad a través de la Enseñanza católica.
INDIFERENCIA RELIGIOSA, PREOCUPACIÓN ESENCIAL DE LA IGLESIA EN TODOS LOS CONTINENTES “La fe cristiana al Alba del Nuevo Milenio y el desafío de la no creencia y de la indiferencia religiosa”, preocupación de la Iglesia en todos los continentes. El Papa recibió el sábado a los 60 miembros del Consejo Pontificio para la Cultura, encabezados por su presidente el cardenal Paul Poupard, que había participado en la Asamblea Plenaria anual, sobre el tema “La fe cristiana al Alba del Nuevo Milenio y el desafío de la no creencia y de la indiferencia religiosa”. “Este desafío, les dijo Juan Pablo II, encierra una preocupación esencial de la Iglesia en todos los continentes”. “Más allá de la crisis de la civilización, del relativismo filosófico y moral, afirmó el Papa, es necesario que los pastores y los fieles busquen y tomen en consideración los interrogantes y las aspiraciones esenciales de los hombres de nuestro tiempo, para poder dialogar con las personas y los pueblos, y así poder proponer, de modo original e inculturado, el mensaje evangélico y la persona de Cristo Redentor. Además, a las expresiones culturales y artísticas, tienen la riqueza y los recursos esenciales para transmitir el mensaje cristiano”. “En este momento en que la gran Europa está encontrando fuertes lazos, subrayó Juan Pablo II, es importante sostener el mundo de la cultura, de las artes y de las letras para contribuir en la edificación de una sociedad fundada no sólo en el materialismo, sino también en los valores morales y espirituales”. «La difusión de las ideologías en los diferentes sectores de la sociedad, llama a los cristianos a un nuevo despertar en el campo intelectual, con el fin de proponer reflexiones bien fundamentadas que muestren a las jóvenes generaciones la verdad sobre el hombre y sobre Dios, invitándoles a profundizar cada vez más en la inteligencia de la fe». El Pontífice finalizó su discurso destacando la importancia de cultivar lo espiritual y no sólo lo racional para llegar a un encuentro personal con Cristo y para poder así edificar el ser interior.
PLENARIA DEL CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES Juan Pablo II recibió el martes a los participantes en la plenaria del Consejo Para las Comunicaciones Sociales y les exhortó a perseverar «en su misión de ayudar a aquellos que trabajan en este vasto campo animándolo con espíritu humano y cristiano». Una Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales que coincide con el cuarenta aniversario del Decreto del Concilio Vaticano II sobre los instrumentos de comunicación y, también, con el cuadragésimo año de fundación de este dicasterio vaticano. En su saludo de bienvenida y felicitaciones por estos aniversarios, el Santo Padre reiteró, asimismo, su exhortación a los miembros del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales «a profundizar su inspiración en el Decreto Conciliar Inter Mirifica, con el fin de perseverar en su misión de ayudar a aquellos que trabajan en este vasto campo animándolo con espíritu humano y cristiano» (Inter Mirifica N.3). En este contexto, el Papa destacó que éste es el mejor camino para impulsar la promoción humana: «De este modo, los medios de comunicación social lograrán una posición mejor para impulsar su inmenso potencial positivo para promover sanos valores humanos y familiares, contribuyendo así a la renovación de la sociedad» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones 2004).
ÁNGELUS: UNIÓN DE FUERZAS SANAS CONTRA EL TERRORISMO Y PARA CONSTRUIR UN FUTURO MEJOR Juan Pablo II reiteró su condena absoluta de los atentados de Madrid (“un crimen horrendo e injustificable” dijo) y pidió la unidad de las fuerzas sanas de Europa para construir un futuro mejor. Juan Pablo II dedicó enteramente su alocución durante la oración mariana del Ángelus del domingo al drama de Madrid condenando de manera absoluta los horrendos e injustificables atentados cometidos. El Papa recordó la página evangélica que la liturgia nos propone este domingo y que hace referencia a dos trágicos acontecimientos ocurridos en el tiempo de Jesús: la cruenta represión de una revuelta y el derrumbe de la torre de Siloé sobre la multitud que transitaba por aquellos lugares. “Todo ello - dijo -nos transporta a la actualidad de nuestros días marcada, por desgracia, por repetidas noticias de violencia y de muerte. Y si el domingo anterior, el Papa hacía referencia a los focos de guerra y a los ataques terroristas que ensangrientan diversas partes del mundo, en esta ocasión volvió a recordar la masacre del jueves, cuando se produjo el dramático atentado en Madrid que dejó casi 200 víctimas y provocó más de mil heridos. “Un crimen horrendo que ha convulsionado la opinión pública mundial”, dijo el Santo Padre: Ante tanta barbarie uno queda profundamente desolado, y se pregunta cómo el ánimo humano puede llegar a concebir delitos tan execrables. Al rebatir la absoluta condena de similares actos injustificables, el Santo Padre expresó una vez más su participación en el dolor de los familiares de las víctimas y su cercanía en la oración a los heridos y a sus parientes y amigos. Luego, el Papa señaló que en todo el mundo ha tenido un eco conmovido el testimonio coral de solidaridad que se ha elevado desde todas las partes de España el viernes, con la participación de las autoridades políticas de toda Europa, en las manifestaciones que recorrieron las principales ciudades del país: Es justamente apoyándose en la contribución concorde de todas las fuerzas sanas del continente que se puede mirar adelante con confianza y esperar en un futuro mejor. “Sobre todo, los que creen en Dios, Creador y Padre de todos los hombres - prosiguió diciendo el Santo Padre - tienen que sentirse comprometidos a trabajar por la edificación de un mundo más fraterno y solidario, a pesar de las dificultades y los obstáculos que puedan encontrase en este obligado e inaplazable camino. A las manos fraternas de María, Virgen de la misericordia, Juan Pablo II confió de manera particular, las víctimas del terrible atentado terrorista de Madrid. “A Ella le pedimos -dijo- que proteja y vele sobre la querida nación española, sobre Europa y sobre el mundo entero. Y tras el rezo mariano del Ángelus y del recuerdo por los fieles difuntos, Juan Pablo II saludó a los peregrinos congregados con él en la plaza de san Pedro en diversas lenguas. Al saludar a los peregrinos de su nación, el Santo Padre envió un saludo especial a los organizadores del V Congreso de Gniezno, Polonia, y a los participantes. “Espero -dijo el Papa- que la reflexión común y la oración ecuménica de los representantes de los movimientos y de las comunidades cristianas de los diversos países de Europa, dé abundantes frutos espirituales y fortalezca a todos para dar testimonio sobre la identidad cristiana de nuestro continente.
LOS UNIVERSITARIOS TIENEN UN IMPORTANTE PAPEL EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA EUROPA UNIDA Juan Pablo II presidió el sábado por la tarde en el Aula Pablo VI del Vaticano, la IIª Jornada europea de los universitarios, para reflexionar y rezar el santo rosario por Europa. En esta vigilia mariana de oración intervinieron, vía satélite, los estudiantes de los 10 países que ingresarán próximamente en la Unión Europea. El encuentro fue organizado conjuntamente por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, la comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea y el Vicariato de Roma. El acto inició con la entrada de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Antes de la llegada del Santo Padre, los universitarios, en conexión con las sedes europeas de Vilnius, Tallin, Riga, Gniezno (Polonia), Praga, Budapest, Bratislava, Lubiana, Valletta, y Nicosia, reflexionaron sobre la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Europa. Juan Pablo II hizo hincapié en su discurso en el profundo valor simbólico de esta vigilia mariana, enfatizando que los universitarios tienen confiado un «importante papel en la construcción de la Europa unida, firmemente arraigada en las tradiciones y en los valores espirituales que la han perfilado». En este contexto, el Papa señaló que «la universidad constituye uno de los ámbitos típicos en el que se ha formado, en el curso de los siglos, aquella cultura que ha conocido un caracterizador influjo cristiano». Y, tras poner de relieve, también este sábado, la necesidad de que no se pierda este rico patrimonio de ideales, el Santo Padre deseó que María, invocada como «Sedes Sapientiae», ampare a todos los universitarios, sus estudios y su compromiso de formación cultural y espiritual. Finalmente - antes de saludar en sus respectivas lenguas a los universitarios de los diez países que están por ingresar en la Unión Europea, conectados vía satélite - el Papa se dirigió a los jóvenes de Roma, recordando la peregrinación que iban a emprender, después de este encuentro con Juan Pablo II, para llevar la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud a la Iglesia romana de Santa Inés en Agone, situada en la Plaza Navona y allí renovar juntos su profesión de fe.
ATENTADOS EN MADRID: ACTOS INJUSTIFICABLES QUE OFENDEN A DIOS El Santo Padre reiteró su firme y absoluta reprobación por los execrables atentados terroristas perpetrados el martes en Madrid en los que fallecieron 190 personas, todos ellos ciudadanos que se dirigían a sus puestos de trabajo a primeras horas de la mañana. En un telegrama dirigido al arzobispo de Madrid, Juan Pablo II define estos salvajes atentados, en las estaciones madrileñas de Atocha, el Pozo del Tío Raimundo y Santa Eugenia, como actos injustificables que ofenden a Dios, violan el fundamental derecho a la vida y socavan la pacífica convivencia, anhelada vivamente por las comunidades eclesiales y por el noble pueblo español. Su Santidad ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos y asegura su cercanía a las familias que lloran a sus seres queridos y alienta al pueblo español a proseguir con constancia y sin desánimos en el camino de una convivencia pacífica y serena. El portavoz de la oficina de prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls nos confirmaba el interés especial con el que el Santo Padre había seguido la información referente a los brutales atentados en Madrid. Nadie puede callar ante esta criminal masacre. A la condena de tantos atentados, añadimos ahora la de esta tragedia que alcanza dimensiones de una increíble violencia indiscriminada. El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, los obispos auxiliares, la Iglesia toda en Madrid, ante la más brutal de las masacres terroristas en España expresan el más rotundo de los rechazos. Lo que ha sucedido es fruto del más grave de los pecados y de la ceguera del hombre: el atentar mortalmente contra la vida humana. La plaga del mundo actual, también de nuestra España, es hoy el terrorismo. Con inmensa tristeza, y profundo e incontenible dolor, nos sumamos al de las familias de las víctimas y queremos estar muy cerca de ellas, y de todos los heridos que sufren en su propia carne este brutal signo de odio consecuencia del pecado. Oramos al Dios de toda misericordia para que las víctimas alcancen la vida eterna y, también, rogamos para que Dios nos conceda la gracia de acoger en nuestros corazones el perdón. Rezamos, con insistencia y confianza, a Dios para que cambie las entrañas de los asesinos.
CENTENARIO DE LA INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO AL CRISTO DE LOS ANDES Con ocasión de la solemne conmemoración hoy del centenario de la inauguración del monumento al Cristo de los Andes, Juan Pablo II envió sendos mensajes a los presidentes de la Conferencias Episcopales de Chile y Argentina, respectivamente, cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago de Chile y el arzobispo de Rosario Mons. Eduardo Vicente Mirás. El Papa se hacía eco de la inauguración de esta estatua majestuosa del Cristo Redentor que significó la culminación de los distintos acuerdos para resolver por medios pacíficos diversos contenciosos entre ambos pueblos, hasta llegar a los cuatro tratados de paz definitivos en 1902. De la amenaza del conflicto se pasó a la convivencia amistosa entre dos Países vecinos y hermanos, escribe el Papa. Y el profundo espíritu de fe de argentinos y chilenos reconoció en aquellos acontecimientos un inestimable don de Dios y quiso plasmar su gratitud en las cumbres andinas con la construcción de aquella estatua. La figura de Cristo Redentor invita desde entonces a repetir, recuerda el Santo Padre, que la paz en la tierra, es una tarea permanente, que nunca puede darse por concluida y requiere siempre, junto con la sensatez y la experiencia, la ayuda divina. Al comienzo del tercer milenio, en el que no faltan nuevas acechanzas a la paz, el Papa desea invitar a Argentina y Chile, en la conmemoración de este centenario, a que dirijan su mirada al Redentor para implorarle la fuerza necesaria para afrontar con esperanza y determinación los retos de hoy: la convivencia fraterna y el compromiso irrenunciable de construir una sociedad fundada ante todo en el reconocimiento de la dignidad inalienable de la persona humana.
EL MOVIMIENTO ESPIRITUAL SUSCITADO POR EL CARISMA DE SAN PÍO DE PIETRELCINA NO SE HA APAGADO CON SU MUERTE TERRENAL «El movimiento espiritual suscitado por el carisma de San Pío de Pietrelcina no se ha apagado con su muerte terrenal, todo lo contrario, se va ampliando cada vez más y va adquiriendo una importancia significativa para toda la Iglesia». Lo señalaba Juan Pablo II en un Mensaje enviado a Mons. Domenico Umberto D’Ambrosio, arzobispo de Manfredonia–Vieste–San Giovanni Rotondo y delegado del Pontífice para el Santuario y las Obras de este Santo que ha dejado como «herencia espiritual concreta» la síntesis de su vida, «oración y caridad». En su Mensaje a Mons. D’Ambrosio, el Papa hace hincapié en que «esta herencia espiritual», que ha dejado el humilde fraile, educado en la escuela de San Francisco, el Pobrecillo de Asís, «debe proseguir y debe ser vivida y testimoniada por todos los que anhelan mantener viva la espiritualidad de San Pío de Pietrelcina en el mundo de hoy». Tras recordar que el centro de donde mana el mensaje de este Santo es San Giovanni Rotondo, donde está su tumba y donde se encuentra la mayor parte de las obras inspiradas y queridas por él y donde se encuentra el humilde Convento de capuchinos en el que vivió rodeado por los frailes de su amada comunidad religiosa, Juan Pablo II reitera la importancia de la constante difusión «en todo el mundo de la acción evangelizadora promovida por Padre Pío, que suscita en el corazón de innumerables personas un renovado impulso de amor a Dios y al prójimo, en especial para los más necesitados». Entre las numerosísimas personas de los cinco continentes que responden a esta irradiación espiritual «hay fieles», pero «hay también no creyentes», afirma el Papa, insistiendo en que «se puede decir que hoy los confines de la devoción a este humilde hijo de San Francisco se han vuelto casi los confines del mundo». Y, destacando la admirable actividad pastoral de los capuchinos que han sabido custodiar «el tesoro de santidad de Padre Pío» y propagarlo por todas las naciones, Juan Pablo II subraya que, «en esta perspectiva», «se ha vuelto evidente con creciente claridad la oportunidad de un lazo más estrecho entre el Santuario y la Santa Sede». Por tal motivo, el Pontífice - como recuerda él mismo en este Mensaje - ha «juzgado conveniente» unir al nombramiento de Mons. D’Ambrosio como arzobispo de la Iglesia de Manfredonia–Vieste–San Giovanni Rotondo el de Delegado para el Santuario y las Obras de San Pío de Pietrelcina. Precisamente en esta misiva, el Papa recomienda al prelado algunas «instrucciones precisas» para que «pueda cumplir en el mejor de los modos las tareas que le ha confiado. En la primera de estas instrucciones, el Pontífice recuerda al Delegado para el Santuario y las Obras de Padre Pío que «deberá dedicar especial cuidado a este lugar de culto donde cada año afluyen tantos peregrinos de todas las nacionalidades». Tras reiterar que toda la Iglesia tiene la tarea de custodiar y desarrollar la herencia espiritual de este santo capuchino, el Papa recomienda también a Mons. D’Ambrosio que desarrolle su solicitud pastoral promoviendo la multiplicación de los carismas que Espíritu suscitó y sigue suscitando en esa Archidiócesis. Por lo que, «el ejercicio público del culto divino, salva la diversidad de los ritos; el cuidado de las almas; la predicación al pueblo; la educación religiosa y moral de los fieles y, en especial de los menores; la instrucción catequética y la formación litúrgica, el decoro del estado clerical y, finalmente, las distintas obras relacionadas con el ejercicio del apostolado sagrado», se desarrollará - según el deseo de Juan Pablo II - ejerciendo la autoridad que le corresponde al arzobispo de Manfredonia–Vieste-San Giovanni Rotondo y delegado del Papa para el Santuario y las Obras de Padre Pío. Asimismo, el Santo Padre recomienda al prelado «favorecer las obras de apostolado», «vigilando que no se insinúen abusos en la disciplina eclesiástica, sobre todo en el ministerio de la palabra, en los sacramentos, en el culto a Dios y los Santos y en la administración de los bienes». Así como el cuidado pastoral de los peregrinos que llegan a San Giovanni Rotondo y armonizar la actividad pastoral del Santuario con las diocesanas con la valiosa ayuda de la comunidad capuchina Antes de concluir su Mensaje, Juan Pablo II recuerda a su Delegado que es también «presidente de la Fundación ‘Casa alivio del sufrimiento - Obra de Padre Pío de Pietrelcina’ y, al mismo tiempo, Director general de la Asociación internacional de los Grupos de Oración, con los derechos y deberes que indican los estatutos respectivos. El Pontífice expresa asimismo su confianza en que «estas directivas» puedan consentir a Mons. D’Ambrosio el «poner en marcha una provechosa colaboración con la querida comunidad capuchina de San Giovanni Rotondo, tan benemérita por el servicio que con buena voluntad rinde a las muchedumbres de peregrinos que llegan de todo el mundo. El Mensaje del Santo Padre a Mons. D’Ambrosio, dado a conocer esta semana, es del 22 de febrero pasado. Recordamos que, el 8 de marzo de 2003, Juan Pablo II nombró a este prelado arzobispo de Manfredonia–Vieste–San Giovanni Rotondo, transfiriéndole a la sede arzobispal de Foggia–Bovino, y Delegado de la Santa Sede para el Santuario y las Obras de San Pío de Pietrelcina.
“NO HABRÁ UNIDAD DE EUROPA HASTA QUE NO SE BASE EN LA UNIDAD DEL ESPÍRITU” En Gniezno inició el viernes el V Congreso de movimientos y asociaciones cristianas cuyo tema fue “La Europa del espíritu. Los cristianos en el proceso de integración europea”. Y en la apertura de este Congreso fue leído el mensaje que Juan Pablo II había escrito para esta ocasión, en la que se reunieron representantes del laicado provenientes de distintas organizaciones y movimientos católicos, pero también de otras iglesias y comunidades cristianas. Un congreso de una larga tradición de más de mil años, en el que está escrito parte de la historia del pueblo polaco y de todo el continente. Unos acontecimientos que enlazan con el martirio de san Adalberto y que son el signo de la unión espiritual de las naciones de Europa. El Santo Padre recuerda en su mensaje que “no habrá unidad de Europa hasta cuando no se fundará en la unidad del espíritu”. “Este fundamento profundísimo de la unidad fue consolidado a lo largo de los siglos, dice el Papa, por el Cristianismo con su Evangelio, con su comprensión del hombre y con su contribución al desarrollo de la historia de los pueblos y de las naciones”. Una verdad explica el Pontífice que es necesario repetir a alta voz especialmente hoy “cuando en el seno de la Unión Europea, que se está ensanchando, se ha querido separar el presente de la historia, la cultura de la tradición milenaria, y la política y la economía de los valores fundamentales de la identidad europea”. A esta iniciativa acuedieron más de 500 participantes, entre los que se encontraban los españoles Kiko Argüello y Carmen Hernández, fundadores del Camino Neocatecumenal, quienes tomaron parte activa en una de las mesas redondas. “Se trata de una ocasión de reflexión y de intercambio sobre la implicación de los cristianos en la vida pública y sobre su responsabilidad en relación con Europa”, explicaba el documento de presentación de este Congreso, donde se leyó el mensaje que para la ocasión había enviado el Santo Padre a los participantes del mismo. La intención principal de este Congreso es “mostrar que Europa está viviendo un excepcional momento de su historia, cuando una ola sin precedentes de laicismo, característica del siglo XX, parece que pierde su impulso”. Por este motivo el Congreso quiere hacer una llamada para construir la unificación de las Iglesias divididas. En este sentido recordaron las palabras de Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa, “Este diálogo determina uno de los principales apuntes de la Iglesia, especialmente aquí, en Europa, donde en el milenio anterior se presenciaron demasiadas particiones dentro del Cristianismo y donde hoy se procede a una unión más cerrada. No tenemos que detenernos aquí, no tenemos que volver hacia atrás” (Ecclesia in Europa, 31).
FALLECE EL CARDENAL FRANZ KONIG Al conocer la noticia de la muerte del cardenal Franz Konig, presidente emérito del Consejo Pontificio para el Diálogo con los no creyentes y Arzobispo emérito de Viena, Juan Pablo II envió un telegrama al actual arzobispo de la capital de Austria, poniendo de relieve la insigne figura del purpurado que falleció la noche pasada a los 98 años de edad. Con la muerte del cardenal Konig, el Colegio Cardenalicio consta ahora de 191 purpurados, de los que 126 son electores. Y con el fallecimiento de este purpurado desaparece el último cardenal creado por el beato Juan XXIII.
BUSCAR SOLUCIONES AL SUFRIMIENTO DE LAS MUJERES EN LOS CONFLICTOS, VIOLENCIA DOMÉSTICA, EXPLOTACIÓN, TRÁFICO Y DESIGUALDAD SOCIAL En el día de la mujer, la Santa Sede hizo un llamamiento para que la comunidad internacional busque soluciones al sufrimiento de las mujeres en los conflictos, la violencia doméstica, la explotación y el tráfico – también de menores – y la desigualdad social. En conmemoración del día de la mujer que se celebró el 8 de marzo en todo el mundo, se desarrolló en Nueva York la 48ª Sesión de la “Comisión de la situación de la mujer”, en la que participó uno de los miembros de la delegación de la Santa Sede, Marilyn Ann Martone, quien analizó la situación de la mujer en todo el mundo e hizo un llamamiento para que la comunidad internacional busque una solución a la situación que viven muchas mujeres que se encuentran en zonas de conflicto. Con relación a la prevención de los conflictos, Martone señaló que la Santa Sede pone especial énfasis en la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres. Asimismo recordó la atención que Naciones Unidas ha dedicado, en numerosas ocasiones, no sólo a las tragedias de la violencia doméstica, sino también la obligación que de superar los sufrimientos que las mujeres padecen en conflictos tanto nacionales como internacionales. “No podemos fallar, en nombre del respeto hacía ellas. Tenemos que condenar el hedonismo generalizado y la cultura comercial, las cuales incentivan los sistemas de explotación de niñas y mujeres. El tráfico de mujeres y niños tiene que terminar”, señaló Martone en una de sus intervenciones, quien también mostró su preocupación con relación a la deshumanización de la dignidad que los conflictos armados crea. La delegada de la Santa Sede ante la ONU concluyó su intervención afirmando que las mujeres tienen que “enseñar y construir la paz y por ello hay que darles esta oportunidad, lo que significa ofrecerles una preparación adecuada.
«NO
A LA GENERALIZACIÓN. SÍ A LA AUTOCRÍTICA» Con un llamamiento a «rechazar toda generalización a la hora de juzgar a los pueblos, asignando la responsabilidad de cualquier acción negativa sólo a los que han cometido las transgresiones y sin culpar a los inocentes por los delitos de otros», finaliza la declaración común del Comité conjunto de Al Azahar para el diálogo con las religiones monoteístas y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Declaración que llama asimismo «a todos a un examen de conciencia, admitiendo la propia culpabilidad como senda que vuelve a conducir a una conducta recta». El documento - firmado en la clausura de la reunión anual y que ha sido dado a conocer lunes 8 de marzo - hace hincapié en que este llamamiento se dirige «con el anhelo del Comité conjunto de que se logre universalizar la justicia, la paz y el amor entre todos». En dicha reunión, que se celebró a finales de febrero en el Vaticano, se profundizó, precisamente, sobre la necesidad de rechazar las generalizaciones y sobre la importancia de una autocrítica por parte de todos. Los miembros de dicho Comité recordaron que tanto el cristianismo como el islamismo rechazan las generalizaciones en la acción de juzgar a los pueblos y pusieron de relieve que sólo se puede considerar responsable de un crimen a la persona o comunidad que lo ha cometido. Asimismo, cristianos y musulmanes impulsan a la autocrítica, en el ámbito individual y en el comunitario, invitando también al examen de conciencia y a pedir perdón, como conducta que sirva de modelo para todos.
PREOCUPACIÓN POR LA NOTICIA DEL ARRESTO DE UN OBISPO CATÓLICO EN CHINA La Santa Sede recibió con preocupación la triste noticia del arresto en China de un obispo católico en la región de Helongjiang. El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, mostró su inquietud, en una declaración a los medios de comunicación en la que pidió la publicación de las causas del arresto “como sucede en los Estados de Derecho”. “La Santa Sede no tiene ningún motivo para dudar de la inocencia del prelado”, finalizó el portavoz. Según informaciones de agencia, el obispo, Wei Jingyi, fue arrestado el pasado 5 marzo en el peaje de una autopista, tras visitar a "dos amigos extranjeros" en Harbin, capital de la provincia. Wei, que fue ordenado obispo en 1995, estuvo condenado a trabajos forzados entre 1987 y 1989 y de 1990 a 1992, y fue arrestado por última vez en septiembre de 2002. El Gobierno chino, que oficialmente se declara aconfesional, permite únicamente el culto dentro del seno de la denominada Iglesia Patriótica Católica -bajo su control-, que niega la autoridad papal y se atribuye el derecho a ordenar obispos.
DIRECTORIO PARA LOS OBISPOS APOSTOLORUM SUCCESSORES La Congregación para los Obispos publicó el pasado 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de San Pedro, el «Directorio para los obispos Apostolorum successores». El nuevo Directorio responde al deseo manifestado durante el Sínodo ordinario de octubre de 2001, en el que se trató sobre el ministerio del obispo, de actualizar el directorio de 1973 “Ecclesiae imago”. En una nota explicativa de la Congregación vaticana se aclara que “el título está en la raíz del ministerio del obispo y define perfectamente su figura y misión en la Iglesia”. El volumen de 300 páginas, editado en italiano y en proceso de traducción a otros idiomas, “tiene en cuenta los documentos del Concilio Vaticano II, el Código de Derecho Canónico de 1983, los diversos documentos pontificios publicados en estos años y, sobre todo, la exhortación apostólica postsinodal Pastores gregis. “El directorio es fundamentalmente pastoral y práctico, además de una herramienta que se propone ayudar a los obispos a desarrollar su complejo servicio eclesial respondiendo a las exigencias de la Iglesia y de la sociedad de hoy, al principio del tercer milenio, caracterizada por retos y problemas nuevos, de gran progreso a cambios repentinos. Son grandes las responsabilidades que pesan sobre los hombros de un obispo, por el bien de la diócesis y también de la sociedad. Muchos son los que se dirigen al obispo sea para la vida religiosa como en busca de guía, apoyo y consuelo en las dificultades, confiándole sus problemas y preocupaciones”. “El obispo es un padre que vive para sus hijos -dice la nota-, haciendo todo lo posible para formar las conciencias y fomentar el crecimiento en la fe”. A continuación se resumen los nueve capítulos del volumen, seguidos por una conclusión y una observación sobre la “sede vacante”: las causas y procedimientos que hay que seguir hasta el nombramiento del nuevo obispo. Del capítulo primero al tercero se analizan la identidad y la misión del obispo, su preocupación por la Iglesia universal y la colegialidad episcopal. El tercer capítulo, completamente nuevo respecto al anterior directorio, está dedicado a la espiritualidad y la formación permanente del obispo. Recuerda “su camino hacia la santidad en la caridad pastoral” y subraya las “virtudes teologales y las dotes humanas sobre las que se debe apoyar el obispo en su ministerio pastoral”. El cuarto capítulo explica algunos principios fundamentales que deben guiar el ministerio pastoral, como el principio de la verdad, de la colaboración, del respeto de las competencias, de la persona justa en el lugar justo, de la justicia y la legalidad. Los capítulos quinto al séptimo tratan del ministerio del obispo en la Iglesia particular y están articulados según el triple munus, los tres deberes del obispo: enseñar, santificar y gobernar. El octavo capítulo está dedicado a la parroquia y suministra orientaciones para la asistencia espiritual, el plan pastoral diocesano y la visita pastoral del obispo, así como sobre problemas particulares, por ejemplo, las cuestiones pastorales relativas a las grandes ciudades. También es completamente nuevo el noveno capítulo, relativo al obispo emérito de quien se enumeran los derechos y deberes respecto a la Iglesia universal y a la particular.
II JORNADA EUROPEA DE LOS UNIVERSITARIOS Juan Pablo II se reunió el sábado por la tarde en el Aula Pablo VI con los universitarios para reflexionar y rezar por Europa. En esta II Jornada europea de los universitarios intervinieron, vía satélite, los universitarios de los 10 países que ingresarán en la Unión Europea. El encuentro estuvo organizado conjuntamente por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa, la comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea y el Vicariato de Roma y comenzó a las 6 menos cuarto de la tarde del sábado con la entrada de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Antes de la llegada del Santo Padre, 6 de la tarde, los universitarios , en conexión con las sedes europeas de Vilnius, Tallin, Riga, Gniezno (Polonia), Praga, Budapest, Bratislava, Lubiana, Valletta, y Nicosia, reflexionaron sobre la exhortación apostólica Ecclesia in Europa. Precisamente en Gniezno, una de las sedes en conexión vía satélite, inició el viernes el V Congreso de movimientos y asociaciones cristianas cuyo tema es “La Europa del espíritu. Los cristianos en el proceso de integración europea”. A esta iniciativa acudieron más de 500 participantes, entre los que se encontraban los españoles Kiko Argüello y Carmen Hernández, fundadores del Camino Neocatecumenal, quienes tomaron parte activa en una de las mesas redondas. “Se trata de una ocasión de reflexión y de intercambio sobre la implicación de los cristianos en la vida pública y sobre su responsabilidad en relación con Europa”, explicaba el documento de presentación de este Congreso, donde se leyó el mensaje que para la ocasión había enviado el Santo Padre a los participantes del mismo. La intención principal de este Congreso es “mostrar que Europa está viviendo un excepcional momento de su historia, cuando una ola sin precedentes de laicismo, característica del siglo XX, parece que pierde su impulso”. Por este motivo el Congreso quiso hacer una llamada para construir la unificación de las Iglesias divididas. En este sentido recordaron las palabras de Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa, “Este diálogo determina uno de los principales apuntes de la Iglesia, especialmente aquí, en Europa, donde en el milenio anterior se presenciaron demasiadas particiones dentro del Cristianismo y donde hoy se procede a una unión más cerrada. No tenemos que detenernos aquí, no tenemos que volver hacia atrás” (Ecclesia in Europa, 31).
MEDITACIONES: EXPLORAR EL SENTIDO DE LA PASCUA DE CRISTO El predicador de la Casa Pontificia, padre Raniero Cantalamessa, ha querido este año, en sus meditaciones, explorar el sentido de la Pascua de Cristo, centrándose el viernes en particular en la película de la Pasión de Cristo de la que tanto se habla en estos días. En la primera predicación de esta Cuaresma, con la presencia del Santo Padre y la familia pontificia, el padre Cantalamessa afirmó que el motivo principal de la condena de Jesús fue de naturaleza política y no religiosa, es decir la amenaza que representaba para el orden establecido. “Cualquiera que sea la explicación que se le de a las circunstancias externas y a las motivaciones jurídicas de la muerte de Cristo –precisó el predicador- éstas no interfieren en lo más mínimo en el sentido real de su muerte que depende de lo que Él pensaba, no de lo que pensasen los demás”. El padre Cantalamessa reflexionó también acerca de las acusaciones de antisemitismo que han rodeado esta película manifestando su convencimiento de que la misma sólo ha acrecentado el sentimiento de inmensa gratitud hacia el pueblo judío por haber dado al mundo a Jesús de Nazareth y por el precio incalculable que ha tenido que pagar por este don. Retomando la declaración conciliar Nostra aetate, el predicador recordó que “la muerte de Cristo no puede imputarse a todos los judíos que entonces vivían, ni a los de nuestro tiempo”, y como constatación fundamental el padre Cantalamessa añadió que ninguna fórmula de fe del Nuevo Testamento y de la Iglesia dice que Jesús murió a causa de los pecados de los judíos; todas dicen que murió a causa de nuestros pecados, es decir de los de todos. Si se retiene a los hebreos de las generaciones futuras responsables de la muerte de Cristo, por la misma razón se debería retener responsables y acusar de deicidio a los romanos de las generaciones futuras, comprendidos los papas de familias romanas, en cuanto que es cierto que desde el punto de vista jurídico, la condena de Cristo y su ejecución se deben imputar a las autoridades romanas. “Más que de la responsabilidad del pueblo judío por la muerte de Cristo – precisó el padre Cantalamessa- se debería hablar de la responsabilidad del pueblo cristiano por la muerte de los judíos. Y es lo que hizo Juan Pablo II en marzo del año jubilar, en el muro de las lamentaciones en Jerusalén, pidiendo perdón por los sufrimientos causados por los cristianos al pueblo de Israel”. ACADEMIA
PONTIFICIA PARA LAS CIENCIAS SOCIALES DIÓCESIS
DE SPRINGFIELD, (ESTADOS UNIDOS) DIÓCESIS
DE OGDENSBURG (ESTADOS UNIDOS) DIÓCESIS
DE WORCESTER (ESTADOS UNIDOS)
DIÓCESIS DE KANSAS CITY-SAINT JOSEPH (ESTADOS
UNIDOS)
COMENTARIO A LA LITURGIA DEL DOMINGO DOMINGO
III DE CUARESMA (C): 14 de marzo de 2004 Huyendo de la persecución del faraón, Moisés se refugió en el desierto. Hasta que un día, mientras conducía el rebaño de Jetró, fue llamado por Dios desde aquella zarza ardiente: Moisés, Moisés... Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob... He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa. Sí, el Dios vivo de la historia, que ya se manifestó a Abraham y prometió la salvación, tomaba la iniciativa y elegía a Moisés como instrumento para arrancar a su pueblo de la esclavitud y conducirlo a la libertad. Y, cuando Moisés le preguntó su nombre, le reveló: “Soy el que soy”... y así me habréis de invocar. Es decir, soy el que siempre está. Allí donde estéis vosotros, allí donde están los hombres, y siempre dispuesto a salvar. Aquél en quien se puede confiar, de quien todos se pueden fiar... Y Moisés, apoyado en la palabra y en la fuerza de Dios, dejó aquel rebaño y volvió sobre sus pasos. Y fue junto a sus hermanos para conducirlos como pueblo hacia la libertad... S. Pablo nos recuerda hoy cómo aquel pueblo antiguo, sacado por Dios de la esclavitud, no supo luego afrontar bien las pruebas para lograr su destino. Y nos advierte que todo aquello sucedió como un ejemplo para nosotros y todo fue escrito para escarmiento nuestro, para que no caigamos como cayeron tantos en aquel camino sin alcanzar la promesa. Se conformaron con quejarse y protestar por las dificultades del camino, sin poner su total confianza en el Señor y en sus planes últimos de salvación. No quiere que nos pase lo mismo a nosotros. Dios nos quiere llevar a la libertad definitiva y conducirnos a su gloria, por medio de Jesús y su tránsito pascual. La cuaresma es una llamada a la revisión de nuestras verdaderas actitudes ante la vida y sus dificultades, como camino de salvación. Hoy es Jesús, el enviado por Dios como salvador definitivo, el que nos quiere arrancar de nuestras miradas estrechas, para llevarnos a la libertad de los hijos de Dios. Ante él vienen unos que le cuentan cómo Pilato mató a algunos peregrinos galileos, mezclando su sangre con la de los sacrificios que ofrecían. Quizás buscaban una reacción de Jesús contra aquella infamia. Pero se equivocaban. Él les recuerda, entonces, otra desgracia reciente de la que no tenían culpa los hombres: aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé. No, no se trata de quejarse o lamentarse inútilmente. Y mucho menos de juzgar si se lo merecían o no pensando en un castigo de Dios. Por eso les dice: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos? ¿O que aquellos que murieron aplastados bajo la torre eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera. El Señor quiere mostrarnos cuál es la verdadera postura ante los acontecimientos de la vida y sus dificultades. Quiere enseñarnos a valorarlos a la luz de Dios y de lo que para Él es lo peor. Las opresiones y las desgracias naturales hacen patente la fragilidad humana y la brevedad de la vida. Son signos y llamadas para tomar postura nosotros mismos de cara a Dios. No son pretexto para la revolución exterior, sino ocasión para la conversión interior. Nos impulsan a recuperar la confianza en el Señor, que se interesa más que nadie por nosotros y nuestra verdadera salvación. Aquella que es definitiva y que da el verdadero sentido a la vida, porque Él es su futuro. Por eso, les propone la parábola de la viña que el dueño quería cortar porque no daba fruto. Pero el viñador, que es Jesús, le ruega: Señor, déjala todavía este año; yo la cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas. Es el tiempo que nos ofrece ahora el Señor en su misericordia para revisar hasta qué punto sólo nos quejamos inútilmente, o estamos pendientes de lo inmediato, sin preocuparnos de lo único importante: ese amor liberador donde nos jugamos la vida eterna. Es el tiempo de comprender sí sólo confiamos en nuestras fuerzas y proyectos, en los éxitos fugaces, sin pensar en los frutos que presentaremos a Dios. Es el tiempo de revisar nuestra vida y los acontecimientos como llamadas de Dios.
LA SITUACIÓN ACTUAL EN HAITÍ ES UNA PESADILLA En un mensaje enviado a la organización ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’, el arzobispo de Cabo Haitiano y presidente de la Conferencia Episcopal de Haití, señala que la situación actual en la nación caribeña es una "pesadilla y desastre", aun después de la salida del ex presidente Bertrand Aristide. Mons. Hubert Constant explica que "la peor violencia" ocurrió en Puerto Príncipe: saqueos, incendios intencionados y ejecuciones, pero también en la región del Norte, alrededor de su archidiócesis y en la zona de Fortaleza - Libertad. Los disturbios, que estallaron el 10 de febrero para derrocar al presidente Aristide, dejaron numerosos muertos, oficinas públicas saqueadas y tiendas incendiadas y según Mons. Constant es difícil establecer el número de víctimas. Se habla de aproximadamente cien personas muertas y se estima que las pérdidas ascienden a miles de millones de dólares. El arzobispo hizo hincapié en que «sólo desde la fe muchas personas pueden afrontar estos males extremos y tragedias de su existencia, como la violencia, el odio y la muerte». Y recordó la necesidad de paz y reconciliación, perseverando en la esperanza que nos da Nuestro Señor.
QUEREMOS
UNA AMÉRICA DONDE ‘LA JUSTICIA Y LA PAZ SE BESEN’ Durante los ejercicios espirituales de todos los inspectores salesianos de América, se analizó la difícil situación que vive el continente americano, sobre todo Bolivia, Haití y Venezuela, países que estos días atraviesan situaciones de conflicto. “Nuestro continente, lleno de posibilidades, continúa a estar expuesto a fuertes cambios sociales que nos llevan a la angustia, a la incertidumbre, a la violencia y a la muerte”, se lee en el comunicado difundido por esta orden al término de la reunión celebrada en Costa Rica. En estos ejercicios, los salesianos han manifestado el profundo malestar social que se vive en estos países a causa, principalmente, de la alta deuda externa que acumulan, de la corrupción, del tráfico de droga y de los mecanismos de exclusión. Por este motivo hacen un llamamiento por la vida y la paz, por la fraternidad y la esperanza en los partidos políticos y los gobiernos y por la confianza en la sociedad civil y eclesiástica de las comunidades religiosas. “Queremos una América donde ‘la justicia y la paz se besen’, donde la fraternidad y la solidaridad se impongan a las ambiciones personales y participen por el bien común y donde prime el diálogo en vez del egoísmo”, señala el documento que además apela para que la globalización tenga un rostro humano y se actúe en beneficio del pueblo, de los derechos humanos y de la solidaridad. Del mismo modo, hacen un llamamiento a toda la comunidad salesiana para que continúe su labor para conseguir “un alto grado de vida cristiana”. “Desde este país bonito y pacífico, Costa Rica, queremos animar a nuestro pueblo, y entre ellos, a los millones de jóvenes, ‘centinelas de la mañana’, para que sean protagonistas y no sólo espectadores o consumidores”.
PERFIL BIOGRÁFICO DE DON ÁLVARO DEL PORTILLO El Cardenal Camillo Ruini, vicario de Roma, presidió el viernes 5 de marzo, en el Palacio de Letrán, la Sesión de apertura del tribunal del Vicariato de Roma, que intervendrá en la causa de canonización de monseñor Álvaro del Portillo, prelado del Opus Dei, nacido en Madrid, en 1914 y muerto en Roma, en 1994. El cardenal Ruini, al trazar el perfil biográfico de don Álvaro del Portillo, recordó a “un pastor ejemplar, que en su firmeza en la adhesión a la Doctrina de la Iglesia, en su unión con el Papa, en su caridad pastoral, en su humildad, en su equilibrio, predominaba una extraordinaria riqueza interior”. Hemos querido hablar de las cualidades de don Álvaro, primer sucesor del fundador del Opus Dei, San José María Escrivá de Balaguer, con el portavoz de la Obra, ingeniero Giuseppe Corigliano, al que preguntamos en primer lugar, ¿quién era en realidad don Álvaro del Portillo? “Era una persona de una grandísima bondad natural y al mismo tiempo tenía una gran capacidad de trabajo. Además supo estar cerca del fundador, un poco como un ángel, porque en cierta manera no se veía, pero al mismo tiempo estaba presente, muy atento a cualquier necesidad. Estaba siempre preparado a intervenir, siempre preparado a servir a aquel carisma que el fundador tenía y que él estaba convencido que era un carisma dado por Dios”. Don Álvaro, como le llaman millones de personas que acuden a su intercesión en todo el mundo, era un brillante estudiante de ingeniería cuando conoció a José María Escrivá de Balaguer. Sintiendo que Dios lo llamaba por ese camino, se incorporó al Opus Dei en 1935. Sacerdote desde 1944 —terminados sus estudios civiles y eclesiásticos—, fue el principal colaborador de san José María y su sucesor, en 1975, al frente del Opus Dei. Entre los dos hubo una fuerte amistad, pero don Álvaro quiso permanecer siempre en segundo plano, respetando con discreción el carisma iluminador del santo. ¿Pero qué lección aprendió de José María Escrivá? “El amor por la Iglesia”...que él ha tenido ocasión de expresar siempre, pienso sobre todo en la colaboración con distintos dicasterios de la Santa Sede, pero de manera particular durante la preparación del Concilio. De hecho ha dejado un gran recuerdo en las personas que trabajaban con él y que han sido testigos de una intensísima capacidad de trabajo...Y luego ha heredado de San José María una gran capacidad de afecto hacia las personas. Y después, en particular, está su identificación con el fundador. En Roma, donde residía desde 1946, Don Álvaro del Portillo efectivamente era muy apreciado —entre otros motivos— por su trabajo en el Concilio Vaticano II (1962-1965), en el que contribuyó a potenciar el papel de los laicos en la Iglesia, que resumía con estas palabras: "llevar el mensaje de Cristo a todas las realidades terrenas: la familia, la profesión, las actividades sociales y convertirlas en ocasión de encuentro de Dios con los hombres". Fue secretario de la comisión del Concilio que elaboró el Decreto "Presbyterorum Ordinis" sobre el ministerio y la vida sacerdotal. Por su bondad y su humildad, muchas personas de toda clase y condición le tenían grandísimo afecto. El escritor y periodista Vittorio Messori, que en una ocasión le hizo una entrevista, declaró después de la muerte de don Álvaro que al terminar de hablar con él, ante su llaneza y caridad sacerdotal, había sentido el deseo de confesarse, más que ocuparse de la entrevista. El día del fallecimiento de Álvaro del Portillo, Juan Pablo II, que le había ordenado obispo en 1991, acudió a rezar ante sus restos mortales. ¿Pero qué ha dejado, qué ha dado específicamente de personal al Opus Dei don Álvaro? Nos ha dado en particular un ejemplo de cómo ser fieles al carisma del fundador. En don Álvaro, todos tenemos el ejemplo de cómo ser fieles. Es decir, este ejemplo suyo para nosotros, en cierto sentido, es un camino de santidad. Y después, esta fidelidad se ha manifestado en su impulso apostólico, es decir, bajo su guía el Opus Dei se ha difundido desde los Países Escandinavos hasta el África y los países del Este. Y esta misma generosidad apostólica, que derivaba de una fe profunda, él nos la ha transmitido. Se puede decir que tras la muerte del fundador no hubo ninguna interrupción. Es más, en cierto sentido ha habido una especie de aceleración porque hemos sido todos más responsables, con él a la cabeza. La Congregación para las Causas de los Santos ha establecido que en la primera fase de la Causa, o investigación diocesana sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad de Álvaro del Portillo, intervengan dos tribunales: uno del Vicariato de Roma y uno de la Prelatura del Opus Dei. Las sesiones de este segundo tribunal darán comienzo el 20 de marzo. Los dos tribunales son igualmente competentes para realizar —con la necesaria coordinación— la instrucción de la causa (recibir las declaraciones de testigos y recoger documentos), pero no están llamados a pronunciar una sentencia: esto compete exclusivamente a la Santa Sede. Con Álvaro del Portillo son siete los fieles de la prelatura del Opus Dei de los que hay actualmente abierta la causa de canonización. Entre ellos están Montse Grases (1941-1959), estudiante catalana que sobrellevó con alegría ejemplar una dolorosa enfermedad; Ernesto Cofiño (1899-1991), padre de familia y médico pediatra guatemalteco, que convirtió su profesión en un servicio constante a los demás, y Tony Zweifel (1938-1989), un ingeniero suizo. |