El Señor interviene contra las guerras y establece la paz que todos anhelan. Así lo manifestó el Papa durante la catequesis de la audiencia general del miércoles reflexionando sobre el Salmo 45.

Este miércoles el Santo Padre reflexionó en su catequesis de la Audiencia General sobre el Salmo número 45: “Dios refugio y fortaleza de su pueblo”. Hemos escuchado el primero de los seis himnos a Sión contenidos en el Salterio. El Salmo 45, como las demás composiciones análogas, celebra la ciudad santa de Jerusalén, “la ciudad de Dios, la santa demora del Altísimo”, pero expresa sobre todo, subrayó el Papa, una confianza inquebrantable en Dios, que “es para nosotros refugio y fortaleza, ayuda siempre cercana en la angustia”. El Salmo evoca los trastornos más tremendos para afirmar con mayor fuerza la intervención victoriosa de Dios, que da total seguridad. A causa de la presencia de Dios en ella, Jerusalén “no podrá vacilar; Dios la socorrerá”.

El pensamiento corre al oráculo del profeta Sofonías que se dirige a Jerusalén y le dice: “¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo el corazón, hija de Jerusalén ... Yahvéh tu dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! Él exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta”.

El Salmo 45 está dividido en dos grandes partes por una suerte de antífona, que resuena en los versículos 8 y 12: “Con nosotros Yahvéh Sebaot, baluarte para nosotros, el Dios de Jacob”. El título “Señor de los Ejércitos, recordó Juan Pablo II, es típico del culto hebreo en el templo de Sión y, a pesar del aspecto marcial, unido al arca de la alianza, lleva al señorío de Dios sobre todo el cosmos y sobre la historia. Este título es por lo tanto, manantial de confianza, porque el mundo entero y todos sus acontecimientos están bajo el gobierno supremo del Señor. Este Señor está, por lo tanto, “con nosotros”, como también dice la antífona.

La primera parte del himno, prosiguió Juan Pablo II, se centra en el símbolo del agua y presenta un doble significado contrastante. Por una parte, se desencadenan las aguas tempestuosas que en el lenguaje bíblico es símbolo de la devastación, del caos y del mal. Hacen arder las estructuras del ser y del universo, simbolizado en los montes, movidas por el irrumpir de una especie de diluvio destructor. Pero por otra parte, las aguas aplacan la sed de Sión, una ciudad construida sobre áridos montes, pero que alegra “un río con sus arroyos”. El salmista - incluso aludiendo a las fuentes de Jerusalén como a la de Siloé - divisa un signo de la vida que prospera en la ciudad santa, el de su fecundidad espiritual, el de su fuerza regeneradora. Por esto, a pesar de los trastornos de la historia que hacen arder a los pueblos y sacuden los reinos, el fiel encuentra en Sión la paz y la serenidad que derivan de la comunión con Dios.

En la segunda parte del Salmo, puede observarse un mundo transfigurado. El señor mismo, manifestó el Papa, desde su trono en Sión interviene con extremo vigor contra las guerras y establece la paz que todos anhelan. Cuando se lee el versículo 10 de nuestro himno: “Hace cesar las guerras hasta el extremo de la tierra; quiebra el arco, parte en dos la lanza y prende fuego a los escudos”, el pensamiento va espontáneamente a Isaías. También el profeta ha cantado el final de la carrera de armamentos y a la transformación de los instrumentos bélicos de muerte en medios para el desarrollo de los pueblos: “Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas; No levantará espada nación contra nación , ni se ejercitarán más en la guerra”.

La tradición cristiana ha ensalzado con este Salmo a Cristo “nuestra paz” y nuestro liberador del mal a través de su muerte y resurrección. Muy sugestivo, recordó el Papa, el comentario cristológico de san Ambrosio en torno al versículo 6 del Salmo 45, que describe el “socorro” ofrecido a la ciudad del Señor, “antes de la mañana”. El célebre Padre de la Iglesia divisa una alusión profética a la resurrección.

Este fue el resumen que de la catequesis del Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la Plaza de San Pedro, hizo Mons. Miguel Huguet de la Secretaría de Estado:

Queridos hermanos y hermanas:
El salmo que hemos escuchado refleja una confianza total en Dios que, ante los acontecimientos más tremendos, “es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro”, a la vez que nos da plena seguridad.
En la primera parte, se ve el símbolo del agua con un doble significado. Por un lado, las aguas tempestuosas, que en el lenguaje bíblico son expresión del mal. Por otro, las aguas que apagan la sed son un signo de la vida, de su fecundidad espiritual y de su fuerza regeneradora.
La segunda parte del Salmo se refiere a un mundo transfigurado. El Señor mismo interviene contra las guerras y establece la paz que todos anhelan. El profeta Isaías cantó también el final de la carrera a los armamentos y la transformación de los instrumentos bélicos de muerte en medios para el desarrollo de los pueblos: “Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra” (Is 2,4).

Este fue el saludo de Juan Pablo en español para los fieles que habían participado en la audiencia:

Saludo cordialmente a los visitantes venidos de España y de América Latina, en especial a los Oficiales que realizan un curso en la Escuela de Guerra de Colombia y al Coro parroquial Nuestra Señora del Carmen, de Hatillo (Puerto Rico). Aliento a todos a confiar siempre en Cristo, que nos libera de todo mal con su muerte y resurrección.
Muchas gracias.

Juan Pablo II tras haber saludado en varias lenguas se dirigió, como siempre a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “Pasado mañana celebraremos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta llama al misterio de Amor que Dios nutre por los hombres de todos los tiempos. Estimados jóvenes, os invito a prepararos, en la escuela del Corazón de Cristo, para afrontar con confianza las responsabilidades que os esperan en la vida. Os doy las gracias, a vosotros enfermos, por la ayuda espiritual que dais al Pueblo cristiano, aceptando cumplir la voluntad de Jesús Crucificado, en fecunda unión con su sacrificio salvífico. Finalmente deseo a los recién casados la verdadera alegría que brota de la cotidiana fidelidad a la caridad de Dios, de la que vuestro amor esponsal debe ser elocuente testimonio”.

DERECHO A NACER Y CRECER EN UN HOGAR ESTABLE, DONDE LAS PALABRAS PADRE Y MADRE PUEDAN DECIRSE CON GOZO Y SIN ENGAÑO
CARTAS CREDENCIALES DEL NUEVO EMBAJADOR ESPAÑOL ANTE LA SANTA SEDE

DISCURSO COMPLETO

Juan Pablo II pidió al nuevo embajador español que el gobierno garantice el derecho fundamental a la vida, defienda la familia y el derecho de los padres a educar a los hijos según sus convicciones.

Juan Pablo recibió el viernes las cartas credenciales del nuevo embajador de España ante la Santa sede Jorge Dezcallar. En sus palabras, el Papa resaltó, la honda raigambre cristiana de España y el afecto entrañable del Papa por todos los españoles. El Santo Padre recordó los cinco viajes que ha realizado a nuestro país a lo largo de su pontificado sobre todo el más reciente, el año pasado, cuando pudo comprobar “los testimonios de vivacidad, de fervor desbordantes y de fe profunda” que son “un signo muy claro de esperanza para la Iglesia y también para la sociedad española”, y que “infunden entereza en los momentos de adversidad, como las trágicas experiencias que España ha vivido recientemente, a causa de la plaga del terrorismo”.

Luego, el Papa habló de la ejemplar misión de España a lo largo de su historia, de los miles de religiosos y religiosas, voluntarios y cooperadores laicos, que con su dedicación y esfuerzo abnegado, son portadores de la mejor imagen de su patria. De la pléyade de santos y de la cultura sembrada de monumentos y obras de arte inspiradas por la fe. Una identidad y fuerza vital que ha sabido llevar también a muchos otros pueblos.

“En el momento en que en la vieja Europa nace también un nuevo orden, no puede faltar entre sus aportaciones la manifestación expresa de las raíces cristianas, de las que, como en los otros países europeos, ha ido brotando durante siglos un alto concepto de persona abierta a la trascendencia, que es también un factor decisivo de integración y universalidad”.

En cuanto a la acción evangelizadora de la Iglesia el Pontífice dijo que su misión religiosa tiene un carácter ético de alcance universal, fundado en la dignidad de la persona humana, de la que nacen sus derechos inalienables, que precisamente las instituciones públicas han de servir y promover. Y es en esta perspectiva, en la que el Papa ha puesto de manifiesto “la incoherencia de ciertas tendencias de nuestro tiempo que, mientras por un lado magnifican el bienestar de las personas, por otro cercenan de raíz su dignidad y sus derechos más fundamentales, como ocurre cuando se limita o instrumentaliza el derecho fundamental a la vida, como es el caso del aborto”.

Proteger la vida humana es un deber de todos, pues la cuestión de la vida y de su promoción no es prerrogativa solamente de los cristianos, sino que pertenece a toda conciencia humana que aspira a la verdad y se preocupa por la suerte de la humanidad.

“Los responsables públicos, en cuanto garantes de los derechos de todos, tienen la obligación de defender la vida”, afirmó el Santo Padre. Las verdaderas “conquistas sociales” son las que promueven y tutelan la vida de cada uno y, al mismo tiempo, el bien común de la sociedad.

Algo similar sucede en ocasiones con la familia, que merece la máxima tutela y ayuda para cumplir sus cometidos. “Sus derechos son primarios respecto a cuerpos sociales más amplios” , recordó el Papa, que pidió “no ceder a ciertas voces que parecen confundir el matrimonio con otras formas de unión del todo diversas, cuando no contrarias al mismo, o que parecen considerar a los hijos como meros objetos para la propia satisfacción. Asimismo Juan Pablo II insistió en el derecho y el deber de la familia a educar a los hijos de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas, pues “la formación integral -dijo- no puede eludir la dimensión trascendente y espiritual del ser humano”.

COLOMBIA: DAR PRIORIDAD A LA PAZ Y LA RECONCILIACIÓN

«En las opciones pastorales hay que dar prioridad a la paz y a la reconciliación», rechazando cualquier forma de violencia, sin olvidar la familia y las vocaciones. Era la exhortación de Juan Pablo II ante el conflicto interno que sufre Colombia, que causa tantas víctimas inocentes, pobreza e inseguridad.

Subrayando que «en el caso particular» de Colombia - «donde desde hace años se vive un conflicto interno que causa tantas víctimas inocentes, tanto dolor a las familias y a la sociedad; que genera pobreza, inseguridad y merma las capacidades de desarrollo integral» -Juan Pablo II puso de relieve que los obispos colombianos, que finalizaron el jueves su Visita ad Limina, son «conscientes de que en las opciones pastorales hay que dar prioridad a la paz y a la reconciliación, contribuyendo así a edificar la sociedad sobre los sólidos principios cristianos de la verdad, la justicia, el amor y la libertad y fomentando también el perdón que nace del sincero deseo de reconciliación con Dios y con los hermanos».

El Papa reiteró su exhortación a los prelados colombianos a «no dudar nunca en poner todo el celo y empeño pastorales en promover la reconciliación, que se deriva de la evangelización, con la íntima convicción de que iluminará la acción de los laicos cristianos y podrá ser remedio eficaz y permanente para los duros y graves males» que actualmente sufre Colombia.

Tras lamentar que «el conflicto civil interno» ha causado tantos muertos, incluso entre los servidores del Evangelio», el Papa recordó al arzobispo de Cali, Mons. Isaías Duarte, asesinado hace dos años, así como a los sacerdotes y religiosos también asesinados en los últimos años. En este contexto, el Santo Padre señaló que «esta penosa situación ha llevado a tantos colombianos a vivir en la pobreza y corre el peligro de fomentar una cultura de muerte y violencia, en lugar de una cultura de la vida y la solidaridad, tan propia de las raíces católicas» de esta nación.

A los prelados de siete provincias eclesiásticas colombianas, encabezados por el arzobispo de Medellín, Mons. Alberto Giraldo Jaramillo, el Pontífice los animó a perseverar, sin desalentarse, en las orientaciones pastorales que guían su ministerio «para que los hombres y mujeres de Colombia caminen hacia la comunión íntima con Dios, Uno y Trino, y vivan en paz como miembros de una gran familia unida».

Este jueves, Juan Pablo II reiteró lo que escribió en su Mensaje con ocasión del Centenario de la Consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús: «La sociedad que escucha y sigue el mensaje de Cristo camina hacia la auténtica paz, rechaza cualquier forma de violencia y genera nuevas formas de convivencia por el camino seguro y firme de la justicia, de la reconciliación y del perdón, fomentando lazos de unidad, fraternidad y respeto de cada uno».

Evocando el lema de la visita que realizó en 1986, «Con la paz de Cristo por los caminos de Colombia», y poniendo de relieve los frutos de santidad de la Iglesia en este país, el Papa recordó a Mariano Euse y a Laura Montoya, «venerada como madre de los indígenas», beatificados por él, al igual que el grupo de jóvenes estudiantes mártires colombianos de la Orden Hospitalaria.

Asimismo, el Santo Padre puso de relieve que «otro campo de la acción pastoral que requiere especial atención es el de la promoción y defensa de la institución familiar, hoy tan atacada desde diversos frentes con múltiples y sutiles argumentos». En este contexto, el Papa recomendó que «es necesario seguir proclamando con firmeza, como un auténtico servicio a la sociedad, la verdad sobre el matrimonio y la familia establecida por Dios. Dejar de hacerlo sería una grave omisión pastoral que induciría a los creyentes al error, así como también a quienes tienen la grave responsabilidad de tomar las decisiones sobre el bien común de la Nación».

Finalmente, el Papa se refirió «al florecimiento vocacional» que caracteriza a las comunidades eclesiales de Medellín, Barranquilla, Cali, Cartagena, Manizales, Popayán y Santa Fe de Antioquia, representadas por los prelados que recibió el jueves, como a «un signo de esperanza para la Iglesia en Colombia». Y ha animado a los miembros de la Conferencia Episcopal colombiana «a continuar en este camino, sin descuidar para el futuro una asidua pastoral vocacional, conscientes del papel insustituible de cada comunidad eclesial en esta tarea».

SOLIDARIDAD Y AYUDA RECÍPROCA EN MISIÓN EVANGELIZADORA DE CADA COMUNIDAD CRISTIANA

El sentido de la solidaridad y de ayuda recíproca debe invertir en la comunión espiritual y en la misión evangelizadora de cada Comunidad cristiana. Así lo manifestó el Papa a los peregrinos de la diócesis italiana de Aversa.

El Santo Padre recibió el sábado en el Aula Pablo VI a una peregrinación de la diócesis de Aversa. Juan Pablo II les recordó en su discurso, que esta visita pastoral ha sido para la Comunidad diocesana uno de los frutos más importantes del Gran Jubileo del Año 2000; “un singular tiempo de gracia”, favorable a la reflexión y a la profundización de la comunidad entre cada componente de la Diócesis, en estrecha unidad con el propio Pastor y con el Sucesor de Pedro: “Estoy persuadido que suscitará en todos los creyentes un renovado impulso ascético y misionero para construir una sociedad nueva”.

El Papa, recordando la peregrinación de la Diócesis de Aversa del año 2000, afirmó: “Llamé entonces a la importancia de la solidaridad material y espiritual. La misma invitación os dirijo hoy: “Sed testigos de solidaridad”. Solidaridad que parte de los aspectos más inmediatos de la vida cotidiana, del trabajo a la asistencia, para dar vida a una sociedad más justa y más equitativa”.

Pero, junto a los ámbitos sociales, prosiguió diciéndoles el Pontífice, el sentido de la solidaridad y de ayuda recíproca debe invertir en la comunión espiritual y en la misión evangelizadora de cada Comunidad cristiana. ¿El mayor testimonio de solidaridad que vuestra Diócesis esta llamada a ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo no es posiblemente la santidad?

Proclamad con coherencia a Cristo y a su Evangelio, con generosa fidelidad y abandono confiado en la voluntad divina, continuó Juan Pablo II. Alimentad vuestra existencia con fervorosa oración, con la escucha dócil de la Palabra de Dios y frecuentad los Sacramentos, especialmente el de la Confesión y la Eucaristía. Proseguid el camino emprendido, corroborados también por la gracia de la peregrinación de hoy. Que Dios fecunde vuestros propósitos de comunión eclesial y de esfuerzo por la nueva evangelización, siguiendo las indicaciones que emanan de la visita pastoral.

“Del Santuario mariano de Casapesenna, que he tenido la alegría de visitar hace catorce años, que la Virgen Santa continúe a acompañaros en este responsable itinerario espiritual y apostólico. Por mi parte, os aseguro mi cercanía espiritual y de corazón os bendigo, junto a vuestras comunidades parroquiales y religiosas, a vuestras familias y a todos las personas que queréis”.

ÁNGELUS: NO OLVIDEMOS NUNCA A NUESTROS HERMANOS REFUGIADOS
EL PAPA AGRADECE A POLONIA LA FIEL DEFENSA QUE HA REALIZADO, EN EL FORO EUROPEO, DE LAS RAÍCES CRISTIANAS DE NUESTRO CONTINENTE

En la Jornada Mundial del refugiado, el Papa pidió, durante el Ángelus, que no olvidemos nunca a nuestros hermanos refugiados y exhortó a la comunidad internacional a comprometerse para que se eliminen las causas de este doloroso fenómeno.

El Papa agradeció además a Polonia la fiel defensa que ha realizado, en el Foro europeo, de las raíces cristianas de nuestro continente, de las que han surgido la cultura y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo.

Juan Pablo II retomó la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, celebrada el viernes pasado, para afirmar que el misterio del amor misericordioso nos ayuda a vivir la Jornada Mundial del Refugiado, que tuvo lugar el viernes con el lema “Encontrar un hogar: empezando de nuevo en condiciones de seguridad y dignidad”.

El domingo se realizaron actividades en todo el mundo para conmemorar este día. El evento principal del Día Mundial del Refugiado, así como la ceremonia de entrega del Premio Nansen para los refugiados, se celebra en España, en el contexto del Fórum Universal de las Culturas, Barcelona 2004. El Alto Comisionado, Ruud Lubbers, entregó el Premio Nansen 2004 a la ONG rusa Memorial.

DÍA MUNDIAL DEL REFUGIADO

“Cada persona necesita un ambiente seguro en el que vivir. A ello aspiran los refugiados, pero en varios países del mundo, por desgracia son millones los que permanecen en los campos de refugiados o que permanecen por mucho tiempo con el ejercicio de sus derechos limitado”.

Juan Pablo II exhortó a no olvidar nunca a nuestros hermanos refugiados y expresó al mismo tiempo su aprecio y agradecimiento a todos los que en la Iglesia se esfuerzan para mejorar sus vidas. El Papa pidió también de la comunidad internacional un renovado compromiso para que se eliminen las causas de este doloroso fenómeno.

“Pedimos al Corazón Inmaculado de María, que celebramos ayer, que la humanidad acoja el mensaje de amor de Cristo y progrese en la fraternidad y en la paz, y la tierra se transforme en la casa común de todas las naciones”.

El Papa agradeció a Polonia la fiel defensa que ha realizado, en el Foro europeo, de las raíces cristianas de nuestro continente, de las que han surgido la cultura y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo. Juan Pablo II afirmó en su saludo en polaco durante el Ángelus que no se pueden cortar la raíces de las que provenimos.

ES JUSTO QUE IGLESIA ASUMA CON CONCIENCIA MÁS VIVA PECADO DE SUS HIJOS
ACTAS DEL SIMPOSIO INTERNACIONAL SOBRE LA INQUISICIÓN

Con la oración que pronunció en la celebración de la Jornada del Perdón, en el Gran Jubileo, Juan Pablo II concluye la Carta que ha dirigido al cardenal Etchegaray, agradeciendo el volumen de las Actas del Simposio Internacional sobre la Inquisición, querido por el mismo Papa.

«Señor, Dios de todos los hombres, en algunas épocas de la historia los cristianos a veces han transigido con métodos de intolerancia y no han seguido el gran mandamiento del amor, desfigurando así el rostro de la Iglesia, tu Esposa. Ten misericordia de tus hijos pecadores y acepta nuestro propósito de buscar y promover la verdad en la dulzura de la caridad, conscientes de que la verdad sólo se impone con fuerza de la misma verdad. Por Cristo nuestro Señor».

Con esta oración que pronunció en ocasión de la celebración litúrgica que marcó la Jornada del Perdón, el 12 de marzo de 2000, Juan Pablo II concluye la carta que ha dirigido al cardenal Roger Etchegaray, agradeciendo el volumen de las Actas del Simposio Internacional sobre la Inquisición, organizado por la Comisión Histórico – Teológica del Comité para el Gran Jubileo, que se celebró en el Vaticano en octubre de 1998. Simposio - recuerda el Pontífice - que obedecía al deseo expresado por él mismo en su Carta Apostólica Tertio millennio adveniente.

En su Carta al purpurado que fue presidente del Comité para el Gran Jubileo del Año 2000, Juan Pablo II reitera que «es justo que… la Iglesia asuma con una conciencia más viva el pecado de sus hijos recordando todas las circunstancias en las que, a lo largo de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y de su Evangelio, ofreciendo al mundo, en vez del testimonio de una vida inspirada en los valores de la fe, el espectáculo de modos de pensar y actuar que eran verdaderas formas de antitestimonio y de escándalo». (n.33)

Tras hacer hincapié en que «en la opinión pública la imagen de la Inquisición representa casi el símbolo de ese antitestimonio y escándalo», Juan Pablo II destaca que «antes de pedir perdón, es necesario tener una conciencia exacta de los hechos y colocar las faltas relacionadas con las exigencias evangélicas allí donde efectivamente se encuentran». Por tal motivo, el mencionado Comité «se ha dirigido a los historiadores, cuya competencia científica es reconocida universalmente», explica el Papa, añadiendo luego que esta «contribución insustituible contiene, para los teólogos, una invitación para reflexionar sobre las condiciones de vida del Pueblo de Dios en su camino histórico».

En este contexto, el Santo Padre señala que «una distinción guiará la reflexión crítica de los teólogos». Es decir, «la distinción entre el auténtico sensus fidei y la mentalidad dominante en una determinada época, que puede haber pesado sobre su opinión». Y precisamente al «sensus fidei» es al que se le «deben pedir los criterios de un juicio recto sobre el pasado de la vida de la Iglesia», señala Juan Pablo II, recordando luego que, «ese discernimiento es posible», porque «con el progreso del tiempo», la misma Iglesia «guiada por el Espíritu Santo, percibe, con una conciencia cada vez más viva, cuáles son las exigencias de su conformidad al Esposo».

De este modo, recuerda también Juan Pablo II «el Concilio Vaticano II pudo expresar la ‘regla de oro’ que dirige la defensa de la verdad, tarea que compete a la misión del Magisterio: “La verdad no se impone sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra, con suavidad y firmeza a la vez, en las almas”». (Dignitatis humanae, 1 – Afirmación que se cita en Carta Apostólica Tertio millennio adveniente, n.35).

Evocando la abolición de la Inquisición, Juan Pablo II reitera lo que señalaba a los participantes en ese simposio. Es decir, que «los hijos de la Iglesia no pueden dejar de volver con ánimo abierto al arrepentimiento a la aquiescencia manifestada, especialmente en algunos siglos, con métodos de intolerancia e incluso de violencia en el servicio a la verdad». (cfr Tertio millennio adveniente, n.35)

«Ánimo de arrepentimiento que conlleva claramente el firme propósito de buscar en el futuro los caminos del testimonio evangélico que se debe rendir a la verdad», advierte asimismo Juan Pablo II, que finaliza su Carta al Card. Etchegaray destacando que «el bello volumen de las Actas del simposio internacional sobre la Inquisición» se enmarca en el «ánimo de solicitud de perdón» que proclamó en el Gran Jubileo.

Con esta misiva del Papa al Card. Roger Etchegaray dio comienzo, el martes en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la presentación del volumen «Inquisición – Actas del simposio internacional – Ciudad del Vaticano, 29-31 de octubre de 1998», a cargo de la Comisión Teológico – Histórica del Comité Central del Gran Jubileo del año 2000.

ÁFRICA NO PARECE CONOCER NI TREGUA, NI PAZ DURADERAS

Juan Pablo II envió un mensaje a los obispos que asisten a la reunión del Consejo postsinodal de la Asamblea Especial para el África de la Secretaría General del Sínodo de los obispos. El Papa dice que “este continente no parece conocer por desgracia ni tregua ni paz duraderas. A los conflictos internacionales se añaden luchas locales endémicas que siembran terror y devastación entre las poblaciones deseosas sólo de vivir en serenidad”.

Una dramática situación a la que se añaden los otros flagelos de África, como son “la pobreza, el drama social del SIDA, la inseguridad debida a las guerras y la corrupción extendida a demasiados niveles en la sociedad civil”. Para romper estas nuevas cadenas, el Santo Padre señala que es necesario “un esfuerzo conjunto de todas las fuerzas vivas de la sociedad, en particular de la Iglesia”, que ya trabaja en ello e “interviene con abnegación y voluntad.

Y acaba recordando el Papa como la Iglesia Universal, fiel a su papel profético hacia África, ha señalado a los grandes del mundo cinco prioridades para “devolver a los africanos cuanto les ha sido sustraído a menudo con violencia: el respeto de la vida y de la diversidad religiosa; la erradicación de la miseria; el fin del tráfico de armas; la solución de los conflictos armados y una acción en vista de un desarrollo motivado de la solidaridad”.

INTENCIÓN MISIONERA PARA EL MES DE JUNIO

En la intención misionera, para este mes de junio, Juan Pablo II invita a rezar por la libertad religiosa – centro de los derechos humanos – con especial atención al continente asiático. Sobre este tema hemos entrevistado a Mons. Kareel Kastel, Secretario del Pontificio Consejo Cor Unum.

DOCE SIGLOS DE VIDA DE LA DIÓCESIS ITALIANA DE MANTUA

Con motivo de los doce siglos de vida de la diócesis italiana de Mantua, el Santo Padre envió un mensaje al obispo Egidio Caporello, uniéndose a los fieles mantovanos en un himno de alabanza y acción de gracias. Mensaje que es además una exhortación a la esperanza, para que «caminando desde Cristo» se pueda construir un mundo más justo y fraterno.

Mundo que «tiene una gran necesidad de personas santas», señala asimismo el Papa, recordando más adelante, que Mántova, al igual que el resto de Italia «está viviendo, en estos años, rápidos cambios sociales, con numerosas dificultades económicas, y una confrontación cada vez más vasta con culturas y religiones distintas».

Juan Pablo II advierte que «cierta mentalidad consumista y secularizada está minando la unidad de las familias y - seduciendo un número creciente de cristianos - los induce a obrar de hecho un progresivo alejamiento de los valores de la fe en los sectores social, civil y político».

En este contexto, el Papa alienta a «reaccionar ante estos impulsos disgregadores», recordando que para ello es «indispensable redescubrir las raíces cristianas de la propia cultura». Señalando luego, una vez más, que «todos los fieles están comprometidos en esta responsabilidad», Juan Pablo II hace hincapié en que los cristianos «podrán ofrecer una contribución eficaz a esta obra urgente si sabrán poner a Cristo en el centro de todo proyecto personal, familiar y comunitario».

El Pontífice invita a «caminar con confianza por las sendas del nuevo milenio», sin dejarse llevar por el desaliento ante las dificultades. A «remar mar adentro», pues el «Espíritu del Resucitado nunca deja de sostener y fortalecer», impulsando a mirar más allá de los límites humanos y a redescubrir, «con grato estupor, un Pan que sobreabunda siempre».

Al expresar su alegría por el jubileo especial que la comunidad cristiana de Mantua ha proclamado para celebrar los mil doscientos años de la diócesis, el Santo Padre evoca el momento histórico en que, su predecesor, san León III fue precisamente a esta ciudad para venerar la «reliquia» de la Preciosísima Sangre de Cristo y para erigir esta sede episcopal.

«Reliquia que nos conduce al misterio de la Redención y al don del sacramento de la Eucaristía», subraya asimismo el Papa, poniendo de relieve que el jubileo mantovano se clausurará el próximo 21 de noviembre, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. Entre las figuras luminosas de esta diócesis de Mántova, Juan Pablo II recuerda al Papa san Pío X, que fuera su obispo, así como al patrono principal, san Anselmo, y al copatrono, san Luis Gonzaga.

KATHOLIKENTAG: "VIVIR DE LA FUERZA DE DIOS"

Desde el miércoles y hasta el domingo en la diócesis de Rottenburg-Stuttgar se celebró el encuentro del Katholikentag bajo el lema "Vivir de la fuerza de Dios". El encuentro de los católicos alemanes quiere ser una coral celebración de la fe en el Señor de la vida y una ocasión de reflexión sobre algunos temas clave del momento actual: de la bioética al ecumenismo y al futuro de la Iglesia, de Europa y la globalización a la seguridad social y a la cuestión generacional. El objetivo es conjugar fe y sociedad, vida y formación del futuro y de reforzar la contribución de los católicos a la convivencia: en la sociedad, en Europa, en las relaciones ecuménicas y en la relación entre culturas.

El Santo Padre, en el mensaje que ha enviado a la 95° edición del Katholikentag, hace referencia a “mantener vivos estos proyectos, a vivirlos con la fuerza que Dios nos da”. A manifestar “con fuerza nuestro testimonio cristiano en la sociedad”, siempre realizándolo “con el corazón abiertos y los ojos vivos”. Juan Pablo II hace un llamamiento para que los cristianos hagan oír su voz en todos los ámbitos sociales; dice que no hay que mantener la fe relajada; pide que se defiendan los valores de la familia y del matrimonio; que se viva la vida como un don de Dios y que sean constantes de todos los cristianos: la paz, la justicia y la solidaridad con los más pobres y desprotegidos en todo el mundo”.

El programa incluye liturgias e iniciativas de oración, espectáculos teatrales y conciertos, encuentros con personalidades del mundo eclesial, político, económico y cultural. Pero el Katholikentag quiere ser asimismo el punto de encuentro de los jóvenes de toda Alemania y reserva para ellos más de 200 manifestaciones centradas sobre una amplia gama de temas. Para permitir que participen las jóvenes familias ha sido predispuesto parques de juego para niños. La cita empieza esta tarde a las 6 en la ciudad de alemana de Ulm con una ceremonia inaugural en la plaza de la catedral donde estarán presentes también muchos obispos alemanes.

DIVISIÓN DE LA ARCHIDIÓCESIS DE BARCELONA

El director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, con motivo de la nueva realidad eclesiástica en la archidiócesis de Barcelona, manifestó que la división de la gran archidiócesis de Barcelona había sido motivo de estudio desde hacía unos 20 años. En los comienzos de los años 80, en efecto, el arzobispo de Barcelona, cardenal Narciso Jubany, de Benemérita Memoria, había dado algunos pasos preparando la oportunidad de crear dos nuevas diócesis. Sucesivamente algunos eclesiásticos, en otras ocasiones, han hecho presente a la Congregación para los Obispos la utilidad pastoral que tanto la demarcación del Vallés, como la demarcación del Baix Llobregat, Penedés i Garraf fueran erigidas en diócesis.

Después de la división, el número de habitantes de la archidiócesis de Barcelona permanece en 2 millones 500 mil aproximadamente. La nueva diócesis de Terrassa tiene cerca de un millón de habitantes y comprende 12 arciprestazgos y 120 parroquias. La diócesis de Sant Feliu de Llobregat tiene 670 mil habitantes con 9 arciprestazgos y 121 parroquias.

TRISTEZA POR AUSENCIA DE RECONOCIMIENTO EXPLÍCITO DE LAS RAÍCES CRISTIANAS DE EUROPA

«Satisfacción por la nueva e importante etapa en el proceso de integración europea, siempre anhelada y alentada por el Pontífice Romano» y «tristeza por la oposición de algunos gobiernos al reconocimiento explícito de las raíces cristianas de Europa». Eran los conceptos principales del comunicado de la Santa Sede ante la aprobación del tratado constitucional europeo.

«Ante la noticia que han difundido los medios de comunicación social sobre la adopción por consenso, en Bruselas, del Tratado Constitucional Europeo, por parte de los Jefes de Estado y de Gobierno de los 25 estados miembros», la Santa Sede expresa - en un comunicado – su «satisfacción por esta nueva e importante etapa en el proceso de integración europea, siempre anhelada y alentada por el Pontífice Romano».

El mismo comunicado - leído el sábado por el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede - señala también que «es motivo de satisfacción la inserción en dicho tratado de la disposición que salvaguarda el estatuto de las confesiones religiosas en los estados miembros y compromete a la Unión a mantener con ellas un diálogo abierto, transparente y regular, reconociendo su identidad y contribución específica».

Sin embargo, la Santa Sede «no puede dejar de expresar su tristeza por la oposición de algunos gobiernos al reconocimiento explícito de las raíces cristianas de Europa». Y hace hincapié en que «se trata de un desconocimiento de la evidencia histórica y de la identidad cristiana de las poblaciones europeas».

Tras manifestar «profundo aprecio y gratitud a aquellos gobiernos que, en la conciencia del pasado y del horizonte histórico en el que toma forma la nueva Europa, han trabajado para dar una expresión concreta a su reconocida herencia religiosa», la Santa Sede señala que «tampoco hay que olvidar el fuerte compromiso prodigado por varias instancias para que se mencionara el patrimonio cristiano de Europa en dicho tratado, impulsando la reflexión de los responsables políticos, de los ciudadanos y de la opinión pública sobre una cuestión de ninguna forma secundaria en el actual contexto nacional, europeo y mundial».

IV SESIÓN PLENARIA DE LA ACADEMIA PONTIFICIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

La Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino celebra del 25 al 27 de junio, en el Vaticano su IV sesión plenaria sobre el tema «Ser y Persona», inspirándose en el pensamiento del Doctor Angélico y en el Magisterio del Papa, en particular, sobre la Encíclica de Juan Pablo II Fe y Razón, como nos explicó el secretario de esta Academia, Mons. Marcelo Sánchez Sorondo:

PRESIDENTE COR UNUM VIAJA A HAITÍ Y REPÚBLICA DOMINICANA

Juan Pablo II envió al presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum» a Haití y a la República Dominicana, naciones que sufrieron recientemente graves inundaciones que dejaron más de dos mil muertos y numerosos damnificados.

El Comunicado que da la noticia señala que - del sábado y hasta el martes 22 de junio - Mons. Paul Josef Cordes mantendrá encuentros, en Santo Domingo, con los obispos dominicanos. Con ellos visitará las zonas inundadas de Jimani y Monte Plata, donde celebrará una Eucaristía en sufragio por las víctimas. En la misma República Dominicana, Mons. Cordes conversará con los responsables de las Caritas y de las organizaciones católicas comprometidas en brindar ayuda en esta calamidad. Se calcula que sólo en Jimani quedaron destruidas novecientas viviendas.

En Haití, uno de los países más pobres de América Latina, del 22 al 25 de junio, el presidente de «Cor Unum» mantendrá encuentros con el primer ministro y con el responsable de la diplomacia y el culto. Junto con los miembros de la iglesia haitiana celebrará, en la catedral de Jacmel, una Santa Misa por las víctimas de la catástrofe y visitará las zonas más asoladas por la tragedia. Antes de emprender su viaje de regreso a Roma, Mons. Cordes conversará asimismo con los representantes de las principales organizaciones católicas de ayuda sobre las prioridades para la reconstrucción.